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Los “mandatos” y el 23 de enero

El 16 de julio del 2017 y el 12 de diciembre del 2020 la sociedad civil realizó dos gestas que merecen el aplauso para sus promotores y voluntarios que las hicieron posibles. Ciudadanos independientes, militantes de partidos  y miembros de organizaciones no gubernamentales participamos por estar conscientes de su importancia como señal de rechazo a la dictadura totalitaria, demandar a la Fuerza Armada defender la Constitución, renovar los poderes públicos mediante elecciones transparentes, exigir el cese de la usurpación de Maduro y realizar gestiones ante la comunidad internacional para rescatar nuestra democracia y atender la crisis humanitaria.

Ante el éxito de ambas consultas, varios políticos y miembros de la sociedad civil han acusado al presidente (e) Guaidó y al llamado G4 de incumplir esos “mandatos”, llegando a tildarlos de traidores a la voluntad del pueblo. Es oportuno tener presente que cuando un general ordena tomar una colina le  proporciona a los soldados fusiles, granadas y morteros. Además, los apoya a distancia con fuego de artillería o con aviación.     

Cabe preguntar si en esas consultas proporcionamos las herramientas para que se cumpla ese “mandato”. ¿Acaso alguien sensato puede pensar que se  lograría con solo aprobar unas peticiones? ¿Entonces, a qué se deben las descalificaciones?

A más de seis décadas del 23 de enero de 1958, fecha del derrocamiento de Pérez Jiménez, es oportuno recordar que el dictador tuvo que irse porque los militares le quitaron el apoyo, aunque fue importante el papel de la sociedad civil. Hay que reconocer y agradecer la resistencia que ofrecieron al régimen varios valientes dirigentes de Acción Democrática que pagaron con su vida, cárcel y exilio la lucha clandestina. Así mismo, dirigentes del Partido Comunista, unos pocos militantes de Copei y de URD, y algunos militares.

El régimen se empezó a derrumbar con la huelga estudiantil del 21 de noviembre de 1957 y con el alzamiento, el 1 de enero de 1958, del teniente coronel Martín Parada y otros aviadores; así como el teniente coronel Hugo Trejo y del mayor Evelio Gilmond Báez, quienes movilizaron los tanques del cuartel Urdaneta. Ese movimiento fracasó fundamentalmente porque no estaba comprometido el Alto Mando, ni oficiales generales o coroneles.

Es necesario tomar en cuenta que, desde la creación del Ejército, la única insurrección militar que tuvo éxito con participación de oficiales de baja graduación fue la del 18 de octubre de 1945.

A mediados de enero de 1958 se profundizó el descontento civil y militar, y hubo un par de intentos fallidos por parte de los militares. La huelga general del 21 de enero y las manifestaciones en las calles de Caracas, convocadas por la Junta Patriótica, aceleraron la conspiración militar. La situación se definió en contra del dictador cuando ese día se pusieron de acuerdo los comandantes generales de la Marina, Ejército y Aviación.

Hoy, numerosos militares están exiliados o fueron pasados a retiro. Además, hay 124 oficiales presos y varios de ellos han sufrido tortura. Lamentablemente, el Alto Mando sigue embarrándose con las violaciones de los derechos humanos y la corrupción de la dictadura. Esta situación dificulta una legítima y deseable insurrección militar para reinstaurar la Constitución. 

Si la Fuerza Armada pareciera no estar dispuesta a intervenir, ningún país ha dado la menor señal de sacarnos las castañas del fuego y la población protesta a diario, pero tiene que abocarse a obtener el sustento, además del temor que infunden los organismos policiales y paramilitares. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Considerando lo anterior y que la Unión Europea, la OEA y el Grupo de Lima pusieron la pelota en nuestro campo, pareciera que la opción es devolvérsela  con el mensaje de que sí queremos negociar, pero para ello requerimos que presionen al régimen para que ceda. Lo ideal sería que se instaurara un gobierno de transición para realizar elección presidencial y parlamentaria. Sin embargo, pareciera difícil lograrlo a corto plazo. Los países amigos no reconocieron la elección presidencial del 2018, ni la parlamentaria de diciembre, por ello no se podía participar.

Próximamente, nos guste o no, habrá elección de gobernadores. Quizá es el momento de evaluar si realmente estos países tienen disposición de presionar suficientemente al régimen. La negociación no puede ser para darle oxígeno. Si el régimen no acepta seguirá vetado internacionalmente, pero de nuestro lado también habrá que ceder.

Muchos dirán que la elección de gobernadores no es lo fundamental. Tienen razón. Pero, si no queremos que el régimen se perpetúe, pareciera que no hay otra opción. ¿Si presentamos buenos candidatos podríamos ganar la mayoría de las gobernaciones? No necesariamente. Dependerá de las condiciones electorales, contar con una organización comprometida que vigile el proceso electoral, con testigos en todas las mesas que obtengan las actas y cuenten las boletas, así como con buenos observadores internacionales.

¿Podría el régimen anular algunos resultados como hizo con Andrés Velásquez, quien ganó la gobernación de Bolívar? ¡Claro que sí! ¿Permitirá el régimen que nuestros gobernadores dispongan del situado constitucional y de las atribuciones que les corresponden? ¡Claro que no! Será necesario que en cada estado se produzcan protestas que lo obliguen a ceder e incluso a dejar el poder. Depongamos las diferencias internas y procedamos a presionar por condiciones electorales adecuadas y a organizarnos para elegir gobernadores, como paso previo a un nuevo gobierno. Lo demás son solo  buenos deseos. A menos que haya un hecho no previsto.  

Como (había) en botica

Una vez más se demuestra las bondades de unir esfuerzos para lograr un objetivo: Runrun.es, en alianza con otros cinco medios de comunicación, obtuvo el Premio Gabo al mejor Texto, por el trabajo Venezuela, el paraíso de los contrabandistas. Felicitaciones.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Asdrúbal Aguiar Ene 23, 2021 | Actualizado hace 1 mes
El 23 de Enero, un estado de alma

@asdrubalaguiar

“No hay líderes, ni jefes ni oradores; solo la inmensa corriente de hombres y mujeres, que avanza, de los cuatro puntos cardinales hacia el centro de la ciudad. Al principio, empecinada y silenciosa, como una sombra tenaz, sofocada por muchos años, que sale de la sombra”, es el recuerdo que le queda en su memoria al poeta y diplomático neogranadino José Umaña Bernal al declinar el año. Ya se inicia el decurso venezolano hacia el 23 de enero 1958, hacia su libertad.

Describe al celebérrimo barrio La Charneca, a la derecha del río Guaire, ese que después ilustrará no pocos discursos del presidente Rómulo Betancourt quien asume el gobierno a partir de 1959, en el primer tramo de una experiencia democrática que trastabillará en sus inicios: “No es esa la tarea de un momento de fugaz alegría y de momentánea generosidad”, advierte Arturo Uslar Pietri; pero Umaña lo hace para dar cuenta de algo que está allí presente, como un volcán en las vísperas de su erupción y sin que se le pueda mirar para describirlo, pero se le siente. Solo captan sus signos los más perspicaces, como el animal que escucha los mensajes de la naturaleza. Nadie puede apropiarse del hecho, de la gente que se amalgama sin proponérselo, casi por instinto y en la hora agonal.

“Gente de bronce, si las palabras no estuvieran infamadas por el uso; hombres y mujeres de bronce, maliciosos y alegres, duros y tenaces… un pueblo con sentido de clase, que conoce los términos de la libertad” incluso bajo la férrea dictadura de los militares, pues si teme tampoco le disciplinan.

El pueblo venezolano, en efecto, es paciente y silencioso ante sus pesares así los masculle o los grite de tanto en tanto para drenarlos.

“El primero de enero – cuando se alzan los aviadores y sus pájaros metálicos trepidan sobre el cielo de la Caracas que amanece – el pueblo no está en la calle. Y por muchas horas nadie sabe lo que pasa”, relata la crónica.

Comprender la esencia de esa chispa del venezolano común que prende después y casi al azar envuelve a todos, cuando menos lo espera el que la genera, no es, por ende, tarea fácil. Es casi oficio para taumaturgos sociales. Algunas veces lo logran hombres de Estado muy decantados y esquilmados por el ostracismo, no los políticos logreros o de medianía. De tanto en tanto los intelectuales madurados a fuerza de tener como su objeto de observación y para fabularla al alma popular, como en el caso de Rómulo Gallegos, lo logran con finura.

De nada sirven para comprender lo inédito de la «revolución de 1958», cuyos efectos bienhechores cubren a las tres generaciones siguientes, los papeles que describen a la circunstancia; esos del tiempo previo y posterior a los hechos del 23 de enero y sobre un vértice social que se mixtura a lo largo de la historia patria de una manera accidentada, en lucha contra los amagos o artificios de poder que forjan las espadas o el látigo o se montan en las escribanías del oportunismo.

Miguel Otero Silva mira al margen de su cuaderno cuando escribe acerca de los presos y los torturados atribuyéndolos como efecto de las mezquindades partidistas: “en tanto que no arriaron sus divergencias y sus contradicciones para enfrentarse al enemigo común, lograron apenas llenar las cárceles con sus militantes”. Pero lo cierto es que sobre esa colcha de retazos que impone la lucha clandestina contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, al término quien domina es el difuso «espíritu del 23 de enero». Es lo que importa destacar, lejos de los gendarmes y traficantes de ilusiones, sean de charreteras o de levita.

Lo veraz, como lo narra Umaña, es que mientras militares soportes de la dictadura avanzan en sus estrategias – cada uno con su portafolio de intereses en la mano del disimulo, predicando cambios «gattopardianos» o libertades tuteladas – entonces “no baja el pueblo de La Charneca, ni se mueven los trabajadores de Catia”.

El pueblo de Caracas, frívolo y desorganizado, zamarro y calculador como lo es el venezolano, en la circunstancia se hace generoso, decidido y audaz al extremo. Si bien apuesta al éxito de los alzados a la vez que se mantiene reservado, no ajeno a las tensiones interiores que se le vuelven nudo en la garganta y alimentan frustraciones recurrentes. Y el fracaso aparente del 1° de enero, en la hora de los cuarteles alzados, y también de la huelga general del 21 siguiente atizan ese estado de ánimo.

Entretanto la realidad muestra que caen bajo las metrallas la gente del pueblo llano – se dice al término que han fallecido más de 1000 venezolanos durante las refriegas.

¡Y es que las rupturas históricas y las revoluciones que las amamantan – así ocurre de modo inesperado y germinal en los días previos al 23 de enero – durante sus deslaves terminales se vuelven “un estado del alma”! No tienen nombre propio, ni linderos sociales.

“La revuelta – dice Umaña – es el puesto fronterizo a donde, temprano o tarde, llegan todos los desterrados de la libertad y de la justicia. “No es la de los importantes y los oportunistas”, machaca.   

Más allá de los conciliábulos en el Palacio de Miraflores o de la Academia Militar que en el clímax hacen convencer al dictador que perdió el apoyo – “ya está el helado al sol” le dice Luis Felipe Llovera Páez a un secretario que le pide informaciones – y lo llevan a abandonar el país, lo que no se dice es que “Caracas preparó su revolución”. Lo confirma Gabriel García Márquez: “Todo el mundo, desde el industrial en su gerencia hasta el vendedor ambulante en la calle estaba conspirando”. No hubo héroes ni jefes providenciales, ni caudillos victoriosos, “ni minorías que cabalgasen sobre el lomo de la historia”.

La Iglesia del 23 de enero

La Iglesia del 23 de enero

correoaustral@gmail.com

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Para hacer Gobierno no basta tenerlo

@ArmandoMartini

Gobernar con burocracia oportunista, serviles poderes públicos, parientes y amigos, compinches, secuaces, cómplices y sinvergüenzas es teóricamente fácil, sin embargo, hay que controlarlos. Lo han hecho autócratas, tiranos, opresores y arbitrarios.

Hay diferentes regímenes autoritarios. Algunos con logros en desarrollo urbano o económico, otros con descomunales sufrimientos, derramamiento de sangre, presos y exiliados políticos, violaciones a los derechos humanos, torturas, muertos y desaparecidos. En esto coinciden con el régimen castromadurista en Venezuela. Sin embargo hay una diferencia importante: este no ha construido nada. El castrochavismo lo destruye todo, causando la caída total de obras de gran ingenio y riqueza, como el gigantesco complejo hidroeléctrico de Guayana, la industria petrolera y el intenso movimiento emprendedor de la iniciativa privada.

Para ello, han sido muy competentes en contratar y respaldar a los menos eficientes. El resultado está a la vista. Hoy Venezuela no solo es la nación más pobre del continente americano, sino que lleva años acogotada por la peor y más prolongada hiperinflación del mundo. Somos un país que pasó, en veinte años, de la tranquilidad con problemas a las dificultades aplastantes en un régimen que ha hecho de la represión y el embuste sus dos grandes líneas de acción.

Estamos agobiados por una deuda que tardaremos generaciones en honrar, limitados por servicios públicos colapsados, inmersos en el infortunio y la desnutrición, administrados por patrañeros que cínicos arrinconan la verdad y a quienes la expresan. Y, por si fuera poco, subyugados por una clase política que saquea sin miramientos y se niega tenazmente a rendir cuentas.

El mundo, con afrentosas excepciones, rechaza al régimen y sus poderes públicos, convertidos en complicados obstáculos para cualquier solución y en cambio, para vergüenza venezolana, reconoce formalmente a un interino designado por la oposición. ¿Qué garantía tendrán los inversionistas si sus países no reconocen al Poder Legislativo, cuyo respaldo requieren constitucionalmente?

No importa lo que termine de pasar en la mayor potencia del mundo, con un presidente que están echando con acciones vergonzosas de parte y parte, y un nuevo mandatario que comienza su período con plomo en el ala y una gran desconfianza popular. No incumbe lo que pase en Europa, con diferentes tendencias que coinciden en rechazar al régimen venezolano. Poco afecta lo que suceda en China, Rusia e Irán, países preocupados por sí mismos, lejanos, sin capacidad o interés real en lo pasa aquí. Son respaldos circunstanciales y por conveniencia.

El castrismo venezolano tiene control territorial atornillado con armas militares y policiales. Pero carece de legitimidad, prestigio, señorío y autoridad para ejercer un Gobierno respetado y éticamente obedecido.

Por eso, como se dice popularmente, “o corren o se encaraman”. Porque la incompetencia aliada con la ilegitimidad es un corrosivo veneno político. Y si creen que el nuevo inquilino de la Casa Blanca les va a componer la situación, deberían analizar con cuidado eso que llaman “seguridad de Estados Unidos”; estructuras oficiales que siguen considerando al narcotráfico, las alianzas con países de dudosa reputación y antiestadounidenses como amenazas. Amén de la intolerancia estadounidense a determinados delitos.

Los políticos tienen no ya la obligación, sino la responsabilidad histórica de constituir un cese de la usurpación y gobierno de transición estable, que represente a una amplia mayoría en condiciones de gobernar. Venezuela se encuentra ante una grave situación ética, política, económica, moral y social, que los repetidos fraudes electorales no han hecho sino consolidar.

Esta crisis general tiene dimensiones que se retroalimentan. Es profundo el aprieto de legitimidad política del régimen. También de los políticos a quienes compete resolver los problemas de la sociedad, pero que con su egoísmo, desconexión y estupideces de adolescentes, han devenido en problema. Es inminente dar un paso al frente, convocar la participación de los ciudadanos y fomentar la deliberación. Así como la transparencia, responsabilidad política y rendición de cuentas.

Gobernar no es pronunciar discursos pulcros y agraciados; ni difundir ideas falsas cuya mentira se comprueba sin esfuerzo. Gobernar es ejercer el arte de representar y administrar sin tener que inhabilitar, torturar, encarcelar y exiliar a quienes se oponen. Es imperativo recuperar la independencia de los poderes públicos. Ello, sumado al cumplimiento de la Constitución y leyes, es básico para generar confianza en la población. Pero de esto tan elemental es de lo que no dispone el régimen venezolano.

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La hipernormalización de Venezuela: cuando el futuro nos alcanzó

@narrativaoral

En el documental HyperNormalisation (2016), que el cineasta británico Adam Curtis realizó para la BBC, se argumenta que a partir de los años 70 del siglo XX, políticos, corporaciones, banqueros y tecnólogos crearon un mundo de mentiras y corrupción que ha sustituido al mundo “real”. El problema, dice Curtis, es que la mayoría piensa que ese es el mundo “normal”, porque no puede ver otra cosa. 

El término hipernormalización lo introdujo el antropólogo ruso Alexei Yurchak en su libro Everything Was Forever, Until It Was No More: The Last Soviet Generation (2005). Yurchak estudió la vida en la Unión Soviética en los años 70 y 80. Todo el mundo sabía que el sistema era disfuncional, pero la gente no podía imaginar una alternativa al status quo.

Se instaló entonces un clima de resignación colectiva para mantener la apariencia de una sociedad que supuestamente funcionaba. La hipernormalización, escribe Yurchak, era una forma de aceptar las paradojas de un discurso oficial que al mismo tiempo criticaba al occidente capitalista pero que también defendía la idea un internacionalismo que se alimentaba de los valores del mundo occidental. En la Unión Soviética del “socialismo tardío” el discurso y las prácticas desde la autoridad (totalitarias), llenas de contradicciones y mentiras, eran aceptados como parte de los principios y las rutinas del sistema. 

Ni Curtis ni Yurchak son proponentes de teorías de conspiración ni de una visión paranoica de la historia. Los dos nos ofrecen claves para entender la realidad que muchas veces se disfraza con neologismos o se maquilla a base de eufemismos, ya sea en los países del socialismo real o en el occidente capitalista.

Crímenes hipernormales

La Venezuela gobernada por el chavismo-militarismo está entrando aceleradamente en una etapa de hipernormalización. El primer signo es la dolarización de facto de la economía, y la desaparición del bolívar como moneda nacional. El “socialismo bolivariano” (como el comunismo cubano) ha renunciado a tener soberanía monetaria y adopta la divisa de los Estados Unidos, poniendo en evidencia la gran paradoja que ya a nadie sorprende. Más allá de lo ideológico, que en el caso del chavismo ha sido siempre accesorio, están los intereses de los millonarios de la corrupción, del tráfico de drogas, de los bonos soberanos y de PDVSA, del contrabando de oro, y de otros negocios ilícitos, que necesitan un mercado donde blanquear sus capitales.

Bloqueo vs. blanqueo

Bloqueo vs. blanqueo

Y por supuesto, ese mercado tiene que operar en divisas duras, y no en bolívares ultradevaluados o en petros, la supuesta criptomoneda creada por el régimen chavista.

A nadie sorprende tampoco que un renovado entusiasmo por los negocios se esté respirando en la Venezuela chavista en 2021. Empezó ya en 2019 con la fiebre de los bodegones que crearon la ilusión de un país próspero en el que se consigue de todo como en Miami, como dicen algunos consumidores en Venezuela. Pero eso era solo un síntoma de una actividad económica que se refleja también en la Bolsa de Valores de Caracas, donde se emiten títulos de deudas de empresas en divisas o se buscan tasas de retorno interesantes para capitales que ya no pueden circular tan libremente por Estados Unidos o Europa. Y un miniboom de construcción en la zona de Las Mercedes en Caracas, es también muestra de una lavandería de dinero que va encontrando su ruta en un mercado dolarizado.

Un analista venezolano lo ha caracterizado como “socialismo oligárquico”, noción que pone demasiado énfasis en lo de socialismo (una palabra hueca en boca de Maduro y sus secuaces) y no tanto en las características criminales de esta hipernormalización que se va instalando en Venezuela.

Al mismo tiempo que la economía vuelve a dar signos de vida (periodistas especializados reportan un posible crecimiento de 3% del PIB este año después de varios años de decrecimiento), la realidad sigue mostrando sus colmillos ensangrentados. La FAES, cuerpo con prontuario de asesinatos y desapariciones, sigue matando gente.

Los venezolanos siguen huyendo del país como pueden, a pie, en lanchas, y siguen muriendo en el intento. El tráfico de personas parece ser otro negocio rentable. La gente sigue cocinando con leña a falta de gas. Los periodistas siguen siendo perseguidos. Los representantes de organizaciones no gubernamentales que ayudan a quienes necesitan medicinas o comida también son acosados por las autoridades.

Pero la hipernormalización sigue a paso de vencedores, para usar términos chavistas. Como un velo que tapa la cara fea de 21 años de destrucción chavista, los principios y rutinas de la dictadura, con su barniz de “legitimidad” electoral, se van consolidando en la vida cotidiana. Y quien no acepta las reglas del juego, con sus trampas y sus vicios, está a riesgo de terminar preso, exilado o incluso muerto. Incluso, corre el riesgo de no disfrutar de los beneficios de los negocios que el blanqueo de capitales está haciendo posible en la Venezuela pospetrolera.

No sorprende en la era de la hipernormalización que empresarios asuman con entusiasmo el “renacer” económico de la patria, ni que formadores de opinión prefieran soslayar ciertos temas espinosos como el blanqueamiento de capitales (“muy difícil de probar”, me han dicho).

En la hipernormalización manda el principio de supervivencia (o del “sálvese quien pueda”). Ya sé que me dirán que es muy fácil decirlo desde Canadá, donde vivo, sin vivir bajo las amenazas de la dictadura. Sin embargo, no se puede tapar el sol con un dedo.

Es justamente con el discurso que enfatiza una falsa prosperidad (al menos, la que genera beneficio a unos pocos) y que prefiere los eufemismos para evitar llamar a las cosas por su nombre (una economía que crecerá en algunos nichos gracias al blanqueamiento de dinero corrupto y de la actividad criminal), que la hipernormalización venezolana se consolida.

Alguien decía en una emisora de radio que, si bien la noticia sobre el supuesto concesionario Ferrari en Caracas era falsa, no es algo que habría que criticar, pues si la empresa italiana decidiera instalarse en Venezuela para vender sus lujosos automóviles eso sería fuente de empleos y de actividad económica. Claro que sería positivo en teoría, le replico a la comentarista, siempre y cuando sus clientes no sean los que expoliaron al país, los violadores de derechos humanos o los que han destruido a PDVSA. Pero eso es mucho pedir en la Venezuela hipernormal.

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Condiciones rima con elecciones

@juliocasagar

Todos los demócratas queremos votar. Aun no aparece el mecanismo político que permita expresar la voluntad de una sociedad que no sea el que implica la consulta a los ciudadanos a través del voto. El principio de que la soberanía reside en el pueblo y que la ejerce a través del sufragio es de honda raigambre civilizatoria. No es (como ninguno) un mecanismo perfecto, como tampoco lo es la democracia; pero es el válido para tomar las grandes decisiones, como la de escoger a quienes van a gobernarnos.

Los venezolanos queremos votar (todas las encuestas lo indican) pero queremos que nuestro voto valga, sea respetado y que las condiciones para ejercerlo no lo hagan nugatorio e ineficaz (también lo dicen las encuestas). Aquí, como decían los abuelos, “es donde está mi Dios sentado”

Veamos por qué estas condiciones son indispensables y qué argumentos juegan para recuperar el valor del voto como arma de los hombres y mujeres libres para decidir:

 Primero

Todos nuestros aliados internacionales. Todas las organizaciones políticas que sostienen la alianza opositora, han planteado la necesidad de lograr condiciones para participar en los procesos electorales que se han convocado, incluso para los que se han convocado en inobservancia de la Constitución y las leyes: no ha sido, entonces, una posición ni exquisita ni caprichosa.

Solamente se han desmarcado de esta posición algunos dirigentes políticos que, reclamándose opositores, no han considerado necesario exigir estas condiciones para presentar sus candidaturas. Nos referimos a algunos muy importantes: excandidatos presidenciales y jefes de partidos históricos del país. En efecto, con todo su background a cuestas, ni Eduardo Fernández, Claudio Fermín, Henry Falcón, Felipe Mujica, un pastor con miles de seguidores y exchavistas que tuvieron importantes cargos, como el exalcalde Barreto, pudieron convencer a los venezolanos de que fueran a unas elecciones sin garantías. Los resultados del 6D están allí para demostrarlo. No creemos que esta tendencia se pueda cambiar en el corto plazo ni que haya otros liderazgos alternativos que puedan lograr lo que estos señores no pudieron.

 Segundo

Se suele decir que el último logro electoral, el del 2015 con la Asamblea Nacional, se consiguió con condiciones similares a las de hoy en día. Creemos que esta afirmación no es cierta. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Nos limitaremos a señalar los siguientes hechos que hacen que no sea asimilable el ejemplo del 2015 porque las condiciones han variado sustancial y negativamente para las fuerzas democráticas. Síganos al siguiente párrafo donde trataremos de explicarlo.

No es cierto que el régimen se resignó y aceptó de buen grado su derrota, como debería haber ocurrido si Venezuela fuera una democracia. En efecto, a los pocos días el TSJ “anuló”, porque le dio la gana, la elección de los diputados de Amazonas para evitar los 2/3 que se habían logrado. A las pocas semanas declaró en desacato a la Asamblea Nacional, con lo cual, de un solo plumazo, acabó con la maravillosa victoria electoral.

Años después, con la ayuda de las bandas armadas paramilitares y la de Los Alacranes también despojó a la Asamblea de su sede. Meses atrás, había suspendido el presupuesto y los diputados y empleados dejaron de cobrar. Los servicios públicos del Capitolio fueron igualmente suspendidos. Como se nota, no aceptaron su derrota y se vengaron, como hacen los arbitrarios.

 Tercero

La cosa, no obstante, no se limitó a las agresiones a la AN. Poco a poco se fueron configurando reformas legales y se tomaron decisiones políticas para asegurarse de que nunca más la oposición pudiera vencerlos en unas elecciones. Se dijeron, como también nuestros abuelos decían: “perro macho lo castran una sola vez”. Así las cosas:

a) persiguieron e inhabilitaron a líderes políticos; confiscaron partidos políticos y les fueron entregadas estructuras, símbolos y tarjetas a Los Alacranes;

b) persiguieron y lograron el exilio al TSJ designado por la AN y boicotearon la designación de un CNE apegado a la ley;

c) reformaron inconstitucionalmente la ley para crear caprichosamente un mecanismo de elección y un número inflado de diputados que les garantizarían la mayoría aun teniendo menos votos.

 Cuarto

En lo directamente electoral se aseguraron de:

a) acabar con el equilibrio en la configuración de los centros y mesas de votación: mantienen el sorteo de los miembros de mesas, pero al no convocarlos a los cursos, los sustituyen (con ese argumento) 24 horas antes y designan a dirigentes oficialistas. Es decir, acabaron con la afirmación de que hay que tener gente en todas las mesas para evitar el fraude. Ahora TODOS son chavistas;

b) han logrado cambiar de centro de votación (24 horas antes) hasta el 15 % de los electores de los centros donde saben que han perdido siempre las elecciones;

c) crearon más de 600 centros de votación con una sola mesa que están en casas de partidos o locales donde solo pueden entrar ellos;

d) NUNCA han mostrado los cuadernos de votación para que se pueda confrontar la coincidencia, o no, con los votos emitidos.

e) no volvieron a permitir la presencia de público en los escrutinios y en las mesas donde se hace la verificación de votos depositados. Y las mesas donde se hace la auditoria de ley son escogidas ANTES de la votación y no de manera aleatoria, como dice la ley;

f) el Plan República ha desalojado masivamente a testigos opositores que insisten en señalar irregularidades,

g) el voto “asistido” es común en centros apartados;

h) como manejan información en tiempo real, a través, de las captahuellas, ordenan operaciones morrocoy en aquellos centros donde saben que están votando muchas personas de la lista Tascon.

A todo esto hay que agregarle el ventajismo institucionalizado, el uso de recursos del Estado, las amenazas, las presiones y la manipulación de la que hemos sido testigos y que existen desde que comenzó el experimento chavista en el país.

 Quinto

A pesar de todo esto, es  plausible y necesario que se desarrollen iniciativas que nos lleven a recuperar el valor del voto. Ahora bien, la posición que al final decida tomar la oposición democrática sobre este particular debe ser tomada en unidad y en un proceso en el que todos puedan opinar. No solo los partidos sino toda la sociedad civil organizada.

 Sexto

Ese debate deberá incluir cuáles son las CONDICIONES MÍNIMAS que se deben exigir para participar en los comicios y también, como es obvio, los mecanismos de escogencia de los candidatos que garanticen que se presente un candidato unitario.

Este es un debate en el que están interesadas las regiones obviamente, pero que debe resolverse nacionalmente. Sería una tragedia que cada estado tomara por su cuenta decisiones aisladas y desvinculadas del objetivo general de enmarcar esta lucha en la estrategia de salir de la pesadilla en la que vive todo el país.

Estos mecanismos se han puesto en movimiento en TODOS los compromisos electorales. En TODAS, ABSOLUTAMENTE EN TODAS, las elecciones regionales la oposición democrática ha conseguido caminos unitarios para escoger candidatos a gobernadores, alcaldes, legisladores y concejales. Un trabajo difícil, puesto que se trata de miles de cargos, pero –repetimos- siempre se ha resuelto unitariamente y con normas acordadas previamente. Esta no debería ser la excepción en caso de que se resuelva participar.

 Séptimo

Finalmente y no menos importante, hay que señalar que toda la comunidad internacional está conteste en ayudar a la sociedad venezolana a llegar a este objetivo. Lo sensato es que acompañemos este esfuerzo y pongamos de nuestra parte para que esta presión se alinee internacionalmente para lograr el objetivo de conseguir estas condiciones.

No podemos decirles a nuestros aliados, de la noche a la mañana, que hemos cambiado de opinión 15 días después de no participar en la farsa del 6 D por falta de condiciones; que ahora participaremos sin importarnos si esas condiciones cambian o no.

Condiciones rima con elecciones y la preceden. No por mucho madrugar va a amanecer más temprano. Sin tregua, pero sin pausa, debemos avanzar unidos y en orden para que este episodio de unas eventuales elecciones regionales nos ayude en el objetivo supremo de conquistar la libertad para Venezuela.

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Antonio José Monagas Ene 16, 2021 | Actualizado hace 1 mes
¿Ilusión de democracia?

@ajmonagas

La teoría política explica el concepto de democracia acogiéndose a los valores de “libertad e igualdad política”, fundamentalmente. Pero ahí no queda todo, pues sobre “democracia” se ha escrito y debatido mucho. Así se han forjado múltiples definiciones, nociones y explicaciones de “democracia”. Sin embargo, en el curso de la historia política, la praxis democrática ha fluctuado según las circunstancias. Pero también, ateniéndose a lo que abrace todo discurso político que busque seducir ilusos. Tanto como afilar apetencias. Envalentonar sectarios. Ideologizar expectativas. O afianzar utopías.

Sin embargo, al mismo tiempo se sabe que la democracia ha cruzado históricamente por distintas transiciones. De esa manera, su ideario y postulados han logrado afinar su correspondiente teoría. Y es así que de su teoría (teoría de la democracia) proceden reflexiones, proposiciones y discernimientos que han marcado acontecimientos, decisiones y realidades.

Si bien la teoría de la democracia habla de la tradición aristotélica y de la tradición medieval de la soberanía, como concepto capital aducido por la teoría política, igual refiere la tradición bajo la cual se debate la concepción republicana moderna de democracia. Dichas tradiciones, por las que ha trascendido la teoría de la democracia, son vistas como estadios fácticos que indujeron mejores procedimientos al ejercicio de la política. Y que luego permitieron que la política se afincara y afianzara en prácticas más refinadas de sistemas políticos. La democracia fue uno, entre otros. Quizás, el de mayor envergadura conceptual. Aunque, tan amplia intención, no fue del todo alcanzada.

Esta perspectiva permite hablar de la relación entre democracia y liberalismo. Asimismo, de su correspondencia con el socialismo. Así como con otras corrientes del pensamiento político.

Circunstancias como estas dieron origen a la llamada “teoría de las élites”. Incluso a interesantes debates que han revelado contradicciones del ejercicio político en el contexto de la “democracia”. Incluso, han llegado a advertir cómo el gobernante, basándose en su ámbito de poder, manipula las realidades en provecho de intereses políticos particulares.

Un sistema permanentemente inconcluso

Esta introducción al tema, da cuenta del recorrido que, en el tiempo, se convirtió en razón para debatir el concepto de “democracia”. En consecuencia, se han tocado tópicos ante los cuales no podría negarse que su praxis se ha visto atribulada como resultado de múltiples objeciones. Y no menos conformidades. Algunas, sin suficientes argumentaciones de valor. Otras, soportadas en infundadas exageraciones. Pero siempre confrontada, reñida o exaltada hasta las nubes.

No ha habido momento de la historia política en que el concepto de “democracia”, tanto como su praxis, no haya sido objeto de pertinentes críticas. Para vigorizarla o extenuarla. Aunque deberá reconocerse que la “democracia” no es un concepto enteramente terminado. Razón por la que las mismas contingencias, o circunstancias reinantes, han ejercido la influencia suficiente para que se ajuste a las coyunturas vigentes. O para que sincronice sus criterios a las necesidades que establecen los distintos regímenes políticos.

No obstante, en medio de todo el afán teórico o práctico que el concepto de “democracia” acarrea, su ejercicio no se ha visto exceptuado de crisis políticas que han tendido a desnudarla. No hay país alguno cuyo sistema político democrático no haya sido víctima de alguna conjura que busca desplazar la democracia. De suplirla. O de vulnerar sus fortalezas, capacidades y potencialidades.

TALITA CUMI

TALITA CUMI

No hay duda que debajo de las estruendosas secuelas causadas por tan variadas crisis políticas que el mundo conoce, se esconde una nueva descendencia de paradigmas. Muchos de estos tienen como propósito desencajar los paradigmas vigentes demostrando su incapacidad para superar conflictos estructurales o circunstanciales.

La sobrevivencia de estos cansados paradigmas estriba en algoritmos que no han podido responder al urgente llamado de problemas que, no por pesados o irresolutos, se han acumulado a lo largo de problemas indeterminados. Y es ahí cuando la inercia propia de la gravedad social, económica o política vence la resistencia del paradigma hasta hacer que comience a desvanecerse sin que pueda evitar los atisbos de su fatiga funcional.

Y se imponen la desigualdad, la inconsistencia de políticas públicas, la segregación, la intolerancia como conducta colectiva e individual, la solidaridad invalidada, la inmoralidad como comportamiento de irrupción, la mediocridad política, la ética en abandono, la pobreza solapada, la desproporcionada dilapidación de recursos escasos, contravalores justificados e institucionalizados, derechos burlados, libertades violadas, la vida humana condicionada.

Estas y otras más son causas que han contribuido al derrumbe de paradigmas. Paradigmas esos para los cuales el positivismo, el liberalismo, el integracionismo, el desarrollismo, el humanismo, el cooperativismo sirvieron de cimiento o punta de lanza de sus preceptos y atenciones al funcionamiento de la vida misma en sus más integradas manifestaciones.

El desbarajuste de la democracia

No hay que observar tan atrás en la historia para advertir que las tendencias siempre buscan un cambio necesario. Solo queda rezar que dichos cambios inciten el escape necesario y suficiente de la esclavitud de identidad, de la sumisión de la inteligencia y de la renuncia de la conciencia. Estos son los problemas que, en los últimos tiempos, han magullado, despreciado y soslayado la dignidad del hombre. O quien que por vivir atado y acallado en medio de tan urdidas crisis, o seducido por el estado de confort en que suscribe su desempeño, haya aceptado vivir entre holguras y placeres que derivaron en la recrudescencia de sus debilidades y males de espasmódicas razones e inseguros efectos.

Todo ello podría explicar el problema de cómo la democracia ha venido resquebrajándose por desajustes que perturbaron los paradigmas sobre los cuales buscó cimentar sus objetivos. Pudiera ser la razón para entender cuán difícil es advertir que (por ahora) se vive aferrado a una teoría de la democracia que ha sorprendido a muchos haciéndole creer al “hombre político”, que lo que tiene ante sus ojos es solo una ilusión de democracia.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

De la hegemonía comunicacional al silencio total
Hoy la hegemonía comunicacional parece haberse quedado corta frente a un régimen cada vez más débil frente al poder de la verdad

 

@BrianFincheltub

La hegemonía comunicacional fue el objetivo que se fijó el chavismo cuando el difunto Hugo Chávez se dio cuenta de que su proyecto político no era compatible con la existencia de medios de comunicación libres e independientes. Controlar al país pasaba por controlar primero la radio y la televisión venezolana, para entonces con enorme poder de penetración y credibilidad en todo el país.

Para que tengan una idea, había poblaciones de Venezuela donde el Estado jamás se había hecho presente, pero la señal de RCTV y Venevisión llegaba sin mucho esfuerzo, con apenas instalar una antena artesanal hecha con una parrilla de ventilador. Los medios eran, para desdicha de algunos, la correa comunicante entre el gobierno y los venezolanos.

En los hogares más humildes había una televisión o una radio. Chávez, quien confesó en más de una oportunidad que entre sus sueños frustrados siempre estuvo ser animador de Sábado sensacional -y no es sarcasmo- comprendía muy bien la dinámica del hombre de la radio y la televisión. Por eso, antes que cualquier otra decisión presidencial, una de sus primeras medidas en Miraflores fue lanzar su programa de radio y televisión Aló, presidente, un nombre que emulaba al recordado Aló, RCTV, pero donde el premio mayor era lograr hablar con el difunto. Una tarea nada fácil, sobre todo si consideramos que las llamadas eran parte de la puesta en escena del talk show presidencial. Desde allí no solo Chávez hablaba de su infancia, sus amoríos de juventud y hasta de sus problemas estomacales, sino que buscaba dictar la pauta informativa de los principales noticieros del país.

No todos le seguían el juego. Algunos canales preferían abrir sus noticieros con los sucesos del fin de semana, en un país donde las cifras de mortalidad aumentaban cada vez más de manera alarmante. Ese era el caso de RCTV, cuya manera de jerarquizar las noticias le trajo problemas desde muy temprano con el régimen chavista. Chávez supo entonces que ni hablar siete horas los domingos por VTV y Radio Nacional, ni al abuso de las cadenas de radio y televisión, un instrumento que siempre fue utilizado de manera excepcional por todos los presidentes, eran suficientes.

Era necesario ir más lejos. El objetivo pasaba entonces por buscar no solamente el control del mensaje, sino lograr su desaparición y que su lugar fuese remplazado por la consigna, la arenga, la incitación, el odio y el resentimiento.

Para ello cualquier método era válido. Comenzaron con las amenazas, le siguieron las agresiones a los periodistas, el cerco económico, hasta el cierre directo que se materializó entre 2007 y 2009 con el cierre de RCTV y las primeras radios independientes.

Frente a la amenaza creíble que representaba la dictadura, una gran parte de los medios optaron por la autocensura. Otros prefieren vender frente a jugosas ofertas de misteriosos grupos económicos que finalmente terminaron develándose.

Hoy la hegemonía comunicacional parece haberse quedado corta frente a un régimen cada vez más débil frente al poder de la verdad. El control absoluto de la radio y la televisión no basta; han ido por el internet y esta semana le ha tocado a VPI TV y varios medios digitales. Hoy la radio libre en Venezuela no existe, la televisión está desmantelada y son cada vez menos los venezolanos que tienen acceso a datos y a una conexión a internet decente.

Se avanza hacia el silencio total. No la tendrán fácil, pero nunca los subestimemos. No de nuevo.

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El parapeto y los parapeteadores

Un parapeto es una pared o baranda para evitar caídas. Parapetear es un venezolanismo usado para indicar el arreglo de algo a medias, es decir poco profesional. Una piratería, como dicen los jóvenes. Los dirigentes del Totalitarismo del siglo XXI se caracterizan por parapetear la infraestructura del país y los servicios públicos. Parapetean las refinerías de petróleo y por eso son frecuentes los accidentes que obligan a importar gasolina, mientras que antes la exportábamos. Ante la crisis política que se desencadenó con el no reconocimiento de Maduro por parte de la Unión Europea, la OEA y Japón, el régimen montó el parapeto del 6 de diciembre.  

Los rojos pensaron que el mundo democrático aceptaría la designación írrita de unos representantes del régimen como si fuesen diputados de una Asamblea Nacional. Perdieron el tiempo. Los principales países democráticos no se tragaron el cuento. Ese parapeto no aguantó ni una leve brisa.

Como figuras visibles de ese parapeto, Maduro designó a Jorge Rodríguez Gómez como presidente y a Iris Varela y a Didalco Bolívar como vicepresidentes. Ni siquiera disimularon un poco nombrando    vicepresidente a un representante de la comparsa que participó en la patraña como “oposición”. Para mayor desprecio a sus “compañeros de ruta”, la primera vez que intentó hablar Luis Augusto Romero, del micropartido Avanzada Progresista, lo mandaron a callar.

 Jorge Rodríguez

Jorge Rodríguez es psiquiatra, fue presidente del Consejo Nacional Electoral que realizó los fraudes en varias elecciones, y durante un año fue vicepresidente de la república designado por Chávez. Es hijo de Jorge Rodríguez, activista en la época de la guerrilla castro comunista y supuestamente cómplice en el secuestro en 1976 del estadounidense Niehous, a quien tuvieron más de tres años en cautiverio. En un hecho repudiable, Rodríguez padre fue torturado para sacarle información y como consecuencia falleció.

Esta acción bárbara marcó al hijo, quien no puede ocultar su resentimiento, que lo hace incondicional de Chávez -Maduro.

Esa horrible experiencia lo debería convertir en defensor de los derechos humanos; sin embargo, avala las violaciones que a diario practica el régimen. Esa es la doble moral de la extrema izquierda. 

 Iris Varela

Iris Varela es abogada. Chávez la llamaba la diputada Fosforito. No solo es agresiva, sino grosera en sus intervenciones públicas. Fue designada ministra de Asuntos Penitenciarios, destacándose por su relación amistosa con los pranes que mandan en las cárceles. No resolvió el hacinamiento, la mala alimentación, ni los asesinatos que se cometen en las ergástulas. Descaradamente reconoce que ha adiestrado a los presos comunes para defender al régimen.

Ahora, como vicepresidenta del parapeto de Asamblea ha informado que hay que confiscar los bienes y revocar la nacionalidad de los venezolanos que están fuera del país y que los bienes incautados serán asignados a personas que deberán responder por su productividad.

Cabe preguntarle si algún chavista-madurista ha respondido por la quiebra de las numerosas empresas incautadas, sin compensación, como Agroisleña, las empresas de prestación de servicios a Pdvsa, las cementeras, Sidor, agroindustrias del café, caña de azúcar, aceiteras y otras. ¿Acaso ahora funciona mejor la compañía de teléfonos y la de electricidad?   

 Didalco Bolívar

El segundo vicepresidente del parapeto es Didalco Bolívar, tránsfugo de los partidos MAS, Podemos y hoy en el Psuv, después de haber pedido asilo en Perú por supuesta persecución política de Chávez. Un caso con cierta similitud con los de Arias Cárdenas y de Lucas Rincón, quienes se le voltearon a Chávez, después le pidieron perdón y regresaron bajo su cobija.

Con este parapeto y con los parapeteadores reseñados el régimen intenta ganar credibilidad internacional.

 Donald Trump

Aunque ya es pasado, no podemos eludir referirnos al caso Trump, ya que el mismo lo asumieron algunos venezolanos con gran vehemencia. Trump montó un parapeto para intentar evitar su salida del poder. Menos mal que  allá funciona la división de poderes, por lo que el sistema judicial y el Congreso rechazaron su parapeto. Las abundantes banderas de la Confederación, franelas antisemitas y de QAnon evidencian la mentalidad de muchos de los bárbaros que asaltaron el Capitolio, instigados por un  ególatra que niega fue derrotado.

Por otra parte, consideramos un abuso de Twiter y de Facebook silenciar al ya casi expresidente. La censura es inadmisible. Para cualquier delito existe la justicia en ese país.

Como (había) en botica

Rechazamos la incautación de equipos de VPI Tv y de Radio Fe y Alegría en Monagas. Otro atropello a la libertad de expresión.

El Observatorio Venezolano de la Violencia denunció que en el 2020 hubo 11 891 muertes violentas, 45,9 por cada cien mil habitantes, de las cuales 4231 fueron muertes por resistirse a la autoridad, es decir ajusticiamientos extrajudiciales. La semana pasada fueron abatidos 22 supuestos criminales en La Vega.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados! 

eddiearamirez@hotmail.com

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