El referéndum deja desnudo al régimen ante su pretensión de insuflarse de razones y valores que, moral y políticamente, no las ha tenido ni ahora ni antes
El concepto de “patriotismo” se ha prestado para interpretaciones que denigran del significado que lo asocia con emociones, sentimientos y actitudes que no siempre se corresponden con su contenido particularmente político. Su definición se ha tornado manipulable, dado el juego de consideraciones en que ha sido comprometido.
Debido a la frivolidad de la cual la narrativa política se ha valido para seducir a ilusos, surgen fanáticos que sirven de vehículo y recurso complaciente a los manejos de intereses políticos coyunturales.
De manera que no exageran quienes hablan de un “falso patriotismo” o patrioterismo, expresión esta que adquiere sentido cuando intereses políticos buscan allanar el espacio que sus apetencias y voracidades plantean como objetivos a ser alcanzados a como dé lugar.
De ahí que del concepto de “patriotismo” se escuchen decir, y con alguna razón, frases críticas que, desde luego, suenan duras. Por ejemplo, del filósofo alemán Arthur Schopenhauer recoge aquella que dice: “todo imbécil que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en el patriotismo (…)”.
Quizás, tan categórica expresión conmovió a Constancio Vigil, escritor y periodista uruguayo, para afirmar que había que alejarse presurosamente de quienes emplean el tiempo en repetir que son “patriotas”.
Lo que oculta el patriotismo
Pocos han reconocido que debajo de la manida palabreja el autoritarismo gobernante busca controlar al colectivo mediante tácticas tendentes a manipular los sentimientos y conductas de la población. Para ello, las direcciones de esos regímenes tiránicos se plantean una especie de acoso intimidante por el cual reprimen de manera silenciosa y disfrazada. Por lo tanto, se permiten actuar con la misma crueldad que la procurada mediante métodos ortodoxos: con violencia de por medio.
Al final, la población se entrega sumisamente a las disposiciones del tirano, las cuales acoge sin mayor resistencia. Aun cuando, luego de algunos escarceos, esa población logra alcanzar ciertas victorias. Pero son tan mínimas, que no son advertidas por los ojos de la colectividad.
Este resultado equivale a la anulación de la conciencia en quienes lucen más vulnerables a las amenazas del tirano. Es un tipo de crimen modernizado que, según el Estatuto de Roma, en su artículo 7º, califica como crimen de “lesa humanidad” por cuanto califica como “persecución” pero realizada con tecnología social de la más novedosa generación.
Referente a Venezuela
El régimen venezolano no ha abandonado la intención de intervenir la actitud del venezolano para así afectar su espíritu y pensamiento mediante un patrón solapado de perniciosas acciones. De ello puede deducirse que el régimen se ha preparado para actuar en la vía de tan siniestra dirección. En consecuencia, se hizo de un paquete ideológico de mecanismos que pretenden la perversión del venezolano en provecho de ideales sectarios, egoístas y funestos. Es la base procedimental del “socialismo del siglo XXI”.
Así se tiene que la ridícula idea de darle forma electoral a un referéndum consultivo dirigido a “contrariar lo contrario” con eso de “reafirmar lo afirmado” en el plano histórico, deja desnudo al régimen ante su pretensión de insuflarse de razones y valores que, moral y políticamente, no las ha tenido ni ahora ni antes.
¿Entonces?
De modo que cualquier excusa del régimen venezolano para recobrar un derecho perdido por causa del error político de presumir de ecuánime, magnánimo y espléndido, pisoteando la soberanía que según el artículo 5º constitucional, “(…) reside intransferiblemente en el pueblo el cual la ejerce directamente (…)” no tiene sentido ni consistencia alguna. Ni tampoco luce diferente del hecho de armar una absurda componenda la cual toda Venezuela sabe que su intención apunta a otra dirección.
Entonces, ni modo. ¿Se retrocede el tiempo cronológico? ¿Se piensa en una decisión favorable sancionada por la Corte Internacional de Justicia? ¿O acaso el problema ciertamente es la expresión triste del grado de degradación y desvergüenza a lo que estos personajes del régimen oprobioso, advenedizo y usurpador, han llevado a Venezuela?
Por tanto, no hay otra manera de asentir tan patética situación con la claridad que las circunstancias permiten. Lo que el régimen deja absolutamente evidente es que la realidad nacional protagonizada por el resentimiento de sus personajes y el afán de ocultar su hipocresía, es que el país está ante un disfrazado, iluso y falso patriotismo.
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