La política en crisis: el rostro de sus razones
Buena parte de las razones políticas fueron convirtiéndose en descarríos
Luego de la segunda mitad del siglo XX, la idea de “política”, y su praxis, comenzaron a verse conmovidas por los cambios en sus cimientos conceptuales. En su horizonte, vislumbraban efectos de crisis. Provenían no solo de los eventos que conmocionaban el ejercicio de la política, sino también de los hechos que derivaban de la segunda revolución científica iniciada en varios frentes de los años sesenta. La desunión causada poco logró aportar a la consolidación que urgía al juego funcional de la política en aras de su desarrollo conceptual y metodológico.
La administración pública, en tanto que parcela cognitiva y funcional de la ciencia social tanto como de la ciencia política, preocupada además por los problemas que venían anudándose, animó -con algo de escrúpulo- la formulación de sistemas burocráticos y proyectos administrativos. Entre otros, podría hablarse de la planificación (normativa). Aunque también, cabría mencionarse que la aplicación de la teoría científica de la administración contribuyó a ello.
Promesas que cuajaron decisiones
Los consabidos planes de lineamientos de desarrollo económico y social elaborados por los gobiernos a instancia de programas electorales configuraban canales de gestión política en aras de su optimización. Aunque los mismos, se subordinaban a la autoridad de la administración pública.
Las tendencias derivadas del proceder que reflejaban las anteriores realidades que, naturalmente, dejaban ver la naturaleza política que las regían, actuaban como razones que motivaban la disposición y actitud de quienes ejercían el poder. Bien como funcionarios, operadores, activistas, subalternos y dirigentes políticos generalmente apegados al cortoplacismo, lo cual provocaba una visión distorsionada de la realidad.
En todo caso, fue la causa que devino en suposiciones que fustigaron la política hasta entonces comprendida como el estamento fundamental en donde se dirimen los asuntos que competen a la vida humana.
La política se rodea de pretextos
De manera que buena parte de las razones políticas fueron convirtiéndose en descarríos que desafectaron objetivos trazados con el ánimo de revertir errores. De acá, emergen conceptos que implican libertades, valores, principios, derechos, justicia, desarrollo. Aunque, de entre otras circunstancias, emergieron problemas surgidos de distintas categorías politológicas, que se vieron trabados no solo en sus praxis. También en la enseñanza de la teoría política, cuyos procesos de formación eran escasos en las décadas de los sesenta y setenta.
Algunos hombres y mujeres de pensamiento y acción política buscaron ajustar decisiones y enfoques a las nuevas realidades que surgían. Es así como los efectos de dichos reacomodos sorprendieron las dinámicas sociales, políticas, culturales y económicas. Particularmente, luego de la segunda mitad del siglo XX.
Las realidades de entonces comenzaron a diferenciarse de las situaciones que habían dominado e impulsado al mundo político y administrativo gubernamental, antes que dichas realidades imprimieran sus particularidades.
Iniciado el siglo XXI, más que crisis de procedimientos, estaba suscitándose una crisis de sociedad. Tan grotesca situación arrastró otra crisis que afectó la naturaleza funcional de partidos, facciones y movimientos políticos. Especialmente, al incurrir en el vergonzoso hecho de repartirse ingentes cuotas de poder. No solo según la ascendencia y capacidad de convocatoria electoral, sino también entre militantes y activos cuadros de corrupción y vicios administrativos.
Crisis que golpean duro
Estas coyunturas alcanzaron la educación, fundamentalmente en niveles de primaria y básica, pero también en la educación universitaria. Cabría la posibilidad de hablar de una crisis de paradigmas que, con el devenir de los años, ha resultado evidente a través de los modos de organización y comportamiento de la población.
Más aun, pareciera que su incidencia pudo vincularse con problemas de extrema repercusión que continúa padeciendo la sociedad. Razón para justificar la crisis de sociedad que pudiera estacionarse bajo desconcertantes escenarios políticos y económicos.
Cabría decir que las nuevas realidades comenzaron a vaciar de valía teórico-conceptual e instrumental a la política. Esta, entendida fundamentalmente como razón teórico-práctica que estructura los intereses y necesidades que convalidan el afán del ser humano de alcanzar sus proyectos de vida, sean perecederos o permanentes.
Desvinculación de la política contemporánea
En esa especie de desenfrenada táctica de ver resquebrajados conceptos sobre los cuales tiempo atrás se potenció la política como puntal teórico del desarrollo, pueden avistarse los extremos que pervirtieron la praxis de gobierno. Y que, como hondas crisis vivenciadas, han desacomodado la teoría política.
Además, con la presunción de banalidades, sandeces y presunciones ideológicas personalistas la han reconvertido en sesgadas formas alineadas con la improvisación, la imprevisión y la inmediatez. Y que, sin muchas dudas, podría inferirse que los mismos regulan comportamientos que actualmente movilizan la política. Con sumo daños a su ejercicio.
De hecho, la gerencia política, la planificación política, el análisis político e ideales políticos que encausaron procesos liberadores y reivindicativos, entre otras palancas de la politología y las ciencias de gobierno, dejaron de apuntarse como razones preocupadas en dar con la combinación que requiere el cálculo previsor de contingencias y crisis de toda índole. Inclusive, de dificultades que actúan como limitantes al ejercicio de una política que podría impedir estilos de gobierno subyugados por la cotidianidad intrascendente. Incapaces de enfrentar los problemas que explotan ante la actitud expectante de una sociedad esperanzada en disfrutar un admisible bienestar.
En ese ámbito de contradicciones, el desgarramiento de la política puede comprometer peligrosamente procesos enseñanza-aprendizaje que formalizan la formación de politólogos, sociólogos, abogados, historiadores y administradores, especialmente.
En conclusión
Aupar la degradación de aquellas realidades de la historia política, la cual inspiró la construcción de la teoría política, ha conseguido esculpir combinaciones conceptuales y antinómicas como conceptos y criterios basados en valores contrapuestos que impiden afianzar libertades, verdades, derechos y justicia.
Más aun, combatiendo con argumentos sólidos todo pretexto que sirva para recuperar la teoría política que legitimó la edificación del Estado de derecho, cuyo ejercicio democrático pende de la teoría política a partir de la cual han arreciado injustas causales que desfiguran la teoría y ejercicio de la política. Incluyendo su enseñanza.
No ha terminado de comprenderse que los procesos que comprometen esa lucha tienen la capacidad para recuperar los terrenos donde podrán fraguarse los criterios que forjen la conciencia política requerida en estos tiempos. Estos argumentos han valido para conducir esta disertación que ha tratado el delicado tema la política en crisis: el rostro de sus razones.
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