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Opinión

Humano Derecho # 193, con las líderes de Joven Pride

@_humanoderecho

¿Cómo educan y a quién va dirigida esa educación? ¿Cuáles son los prejuicios más comunes que han encontrado en la comunidad LGBTIQ+ en general? ¿Qué sucede dentro de la comunidad y cómo buscan ejecutar acciones en cuanto a la defensa de sus derechos? Conversamos de estos y otros temas con Karina Mantilla, Luz Ortega y Andrea Duque, de Joven Pride, quienes nos hablarán acerca de todos los temas relacionados con sus proyectos.

Joven Pride es una ONG de jóvenes para jóvenes, liderada por cuatro mujeres. Promover, reivindicar, incluir, defender y educar en derechos humanos con enfoque en la comunidad LGBTIQ+ es su foco de acción.

Por eso, desde la organización, quieren que cada joven sea capaz de  manifestar su expresión e identidad de género y orientación sexual sin miedo a ser juzgado, discriminado o señalado.

«Las personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ han sufrido innumerables daños y discriminación a lo largo de la historia. Y aun así han persistido y luchado fuertemente por el reconocimiento de los derechos humanos para su comunidad», nos dicen estas líderes.

Escucha el episodio pulsando este enlace: https://soundcloud.app.goo.gl/qGwmm

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

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Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Juan E. Fernández May 02, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Nadie sabe nada

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

El domingo pasado caminaba por la desierta Buenos Aires. Había salido a buscar el desayuno para mis hijos preadolescentes que, tal vez por su edad, tienen un apetito voraz. Pero no solo por los libros (gracias a Dios), sino también por las arepas y las medialunas por igual. Igual les aclaro que la columna de esta semana no es para contarles de los hábitos alimenticios de mis hijos, sino para anunciarles que los últimos días de la prensa han llegado.

Cuando aún estaba en Venezuela, una de las cosas que más extrañaba de Buenos Aires era su pujante industria editorial. Uno podía encontrarse casi en cualquier puesto de diarios no solo los periódicos del día, sino colecciones de los que se les pueda ocurrir: desde botellas de vino, autos antiguos, juguetes y lo que fuera.

Recuerdo que cuando ayudaba a mi primo Vicenzo en su puesto de diarios, los domingos eran una fiesta. La gente llegaba a buscar su Clarín o su Página 12, daba igual; y además se quedaban a charlar con todo el que estuviese en el kiosco. Aquel lugar era mágico, pues además de comprar el diario, podías desde averiguar una dirección hasta encontrar trabajo. También debatías desde cuáles eran las mejores medidas para sacar a la Argentina hacia adelante hasta criticar la alineación de Boca, River, Racing o cualquier otro club en el último partido.

Y justo este domingo, cuando cruzaba la calle entre Corrientes y Medrano, frente a mí vi un puesto de diarios; ahí noté que hace mucho no me detenía en uno. Esta vez no había señores gesticulando airadamente defendiendo su partido político y mucho menos hinchas apasionados hablando de fútbol; solo vi al diariero sentado en su banco, apilando periódicos que nadie compró (ni va a comprar), y que obviamente serán un lastre para su ya maltrecha economía. Eso sin contar que el trabajo de periodistas, correctores, editores, prensistas, y distribuidores terminará, con suerte, en la jaula de los canarios.

¿Qué pasó? Muchos dirán bueno es que llegó el internet, la inmediatez del Twitter asesinó las noticias exclusivas… y algo de eso seguramente hay. Pero creo que pasa algo más: la gente está ¡podrida! de las noticias. Antes de la pandemia ciertamente eramos bombardeados por noticieros 24 horas, programas de opinión y magacines. Pero en el mundo covid-19 el virus letal convive con otro que también mata, pero más lentamente: la infoxicación.

¿Cómo puede matar la información? Pues porque la saturación de malas noticias trae desesperanza, depresión y daños en la salud mental. Ojo, no estoy diciendo que no se informen, pero sí que lo hagan en la justa medida. Sé que desde hace tres columnas no tiro un chiste, pero es justamente porque al estar tan expuesto a las noticias ¿quién tiene ánimos de reírse? Pero bueno, creo que me pasó como a Platón en el mito de la caverna: he visto la luz.

Por lo que he decidido entrar a Twitter una hora en la noche básicamente para ver cómo la gente se putea, y sobre todo cómo defiende banderas que no son suyas solo por moda, para que todos crean que son cool. Además, veo las noticias una hora al levantarme, y el resto del día trabajo, como, y leo, leo mucho.

La verdad quería escribir esto como una excusa para invitarlos a que aprovechen este tiempo para retomar los clásicos, disfrutar las películas y series que les gustan y, por supuesto, que escuchen pódcast, que hay de todas las temáticas y son muy buenos.

Yo les voy a recomendar uno de mis favoritos: Nadie sabe nada, un pódcast de humor que muchas veces toca temas de la opinión pública, pero desde la comedia. En víspera de una nueva cuarentena obligatoria, solo quiero pedirles que nunca olviden que “Reír es la única salida”

Y en cuanto a la pregunta de ¿Qué va a pasar en el futuro con la pandemia? Les digo que no se preocupen, porque es como el programa que les acabo de recomendar: ¡Nadie sabe nada!

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Dolor, género y conciliación

@lectordepaso

Los eventos de la última semana, semana horrenda, indecible, atroz, en la que una denuncia de abuso sexual desde una cuenta anónima desató quizá la más grande cayapa moral que se haya visto en la vida pública del país, terminaron, como se sabe, con la muerte del agresor por mano propia y, luego, por un silencio parecido al que se siente minutos después de un naufragio.

Toda la situación, que para mí es la de un cuerpo enfermo hecho de dos cabezas, la de las víctimas y los victimarios, me llevan a tener que decir algunas cosas que quieren apuntar a la discusión que espero esté por darse a partir de lo ocurrido.

Con algunos amigos conversaba el asombro que me producían los llamados crecientes de algunas mujeres indignadas por la denuncia a sumarse a la protesta y luego a la acusación y el escarnizamiento del agresor o agresores que habían sido denunciados, con nombre y apellido, en la red social Twitter. Veía lo que me pareció algo semejante a un tsunami: una enorme ola que se nos venía encima y de la cual no íbamos a escapar. Nunca había sentido, ni siquiera en las refriegas políticas y ciudadanas de los últimos seis años, una masa crítica de indignación como la que vi durante esta última semana de abril. Si cerraba los ojos, era como oír un torbellino de voces, manos que se alzan, llantos, salivazos, puños en una mesa, imploraciones, mentadas de madre, suspiros, carraspeos, gritos.

Presenciar de qué modo el dolor toma forma, se hace monstruo, era algo que me dejaba de una pieza.

Recibir aquella andanada de dolor, en lo personal, no me hizo sumarme a ella sino más bien querer protegerme o huir. Tal es la potencia del miedo desatado en todas direcciones. Entendía como entiendo ahorita, qué había originado toda la vorágine. Entendía como lo hago ahorita, la rabia de víctimas que no tuvieron otra opción que buscar apoyos a sus miedos en los miedos de otras víctimas que tampoco habían dicho nada. Pero las voces del coro, de un coro creciente y desbordado, le dieron a los testimonios de abuso una dirección y una amplificación semejante a un estallido nuclear que seguramente dejará sus secuelas radioactivas. Creo que ya las estamos viendo.

Con esos amigos también hablamos de asuntos que se visibilizaron durante la protesta, como la realidad del machismo, el abuso de poder, la relación poder-sexualidad, la empatía con el otro, la solidaridad, la vergüenza, el perdón. Intentar entender todo, tratar de reflexionar esos temas al calor de lo que iba dándose, era lo más difícil. Aún lo es. 

En ese marco de cosas, vino a colación un tema que ha sido ignorado de forma tan rampante como lo ha sido el del abuso sexual contra las jóvenes y mujeres que allí se manifestaron. 

Son cosas de hombres, pero creo que hay que decirlas. Al menos, hay que plantear la pregunta para que el aire no quede marcado con un solo color. La pregunta podría ser esta: ¿cuándo visilizaremos los abusos y tratos violentos que los hombres y mujeres han ejercido sobre nosotros, los hombres? ¿O es que de eso no se habla? ¿O es que son cosas de hombres y los hombres que vean cómo lo resuelven?

Si como alguien muy querido dijo, que nuestro problema es un machismo estructural, anidado también en una cultura militarista y varonil, habría que preguntarse, a partir de ese argumento, si ese machismo, si esa condición casi ontológica del varón venezolano no está también incluida en las capas de todos los que vivimos en este malhadado país.

¿Estoy afirmando que las mujeres son machistas estructurales también? No lo digo pero me hago la pregunta. Y responderla, pienso que debería pasar por traer a la plaza pública, en un gesto acorde con la propia valoración de género que hoy se manifiesta, las realidades que también los hombres sufren y han sufrido desde niños, sea por la violencia a secas, sea por la depredación sexual. Que la hay, mucha, variada y continua. Estas preguntas, estas reflexiones no pretenden minimizar ni hacer escurrir el bulto de lo que ya no puede ocultarse: lo que se ha puesto en marcha no va a parar o no debería parar.

Que esta ola femenina de protesta y de reivindicación que se ha mostrado no desaparezca dependerá, me parece, de que adquiera otro registro y otra tonalidad, parecidas a las que buscan cierta armonía sin consentimiento, buena racionalidad con empatía verdadera, la empatía que no se impone, que no se decreta sino la que sale de la propia realidad consciente, de ese «darse cuenta» trágico que nos enseñan los dramaturgos griegos. Porque ese darse cuenta y la empatía que de eso deriva se llama compasión, es decir, una mirada totalizante que abarca el mayor espectro del dolor humano, en el que estamos incluidos los que agredimos y los que no.

Los hombres también sufren, quién lo pensaría. Tal vez un paso en el camino al cambio, al desmantelamiento del núcleo estructural de la depredación asociada a lo sexual, entre otras, pase por la inclusión de todos los errores, todas las imágenes, todos los desamparos que viven ambos géneros. Es la humana condición. Sincerarnos ahí donde tenemos pérdidas en común, hombres con mujeres, mujeres con hombres, es la tarea que nos increpa en esta hora indecible de nuestra Venezuela.

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#10ConversasDeEconomía | Dolarización erradica emisión de dinero inflacionario

@victoralvarezr

Todo país que dolariza erradica el manejo irresponsable de la oferta monetaria que propaga la hiperinflación. Si Venezuela se dolariza oficialmente, el gobierno de turno no podrá financiar su déficit con emisiones de dinero inflacionario o con devaluaciones fiscalistas para obtener más bolívares por cada petrodólar.

¿Por qué, entonces, los críticos de la dolarización le atribuyen tanta importancia a preservar la soberanía monetaria si justo en la emisión de dinero está el principal factor propagador de la hiperinflación?

¿Qué implicaciones tiene la renuncia a la soberanía monetaria para la gestión del presupuesto público, para la actividad empresarial o para el bienestar de los hogares? ¿Por qué tanta resistencia? 

Otra de las críticas a la dolarización se refiere a la pérdida del uso de tasas de cambio subvaluadas para apoyar la competitividad de las exportaciones no petroleras. Ciertamente, cuando el gobierno devalúa, los exportadores obtienen más bolívares por cada dólar exportado y así ganan un mayor margen de maniobra para cubrir los gastos locales de salarios, alquileres, electricidad, agua, gas, teléfono y otros costos que son pagados en bolívares. Al dolarizar, el gobierno no podría manipular el tipo de cambio con el fin de respaldar la competitividad cambiaria de las exportaciones no petroleras. 

Este argumento puede ser válido para economías que se sustentan en un vasto sector exportador agrícola, industrial o de servicios. Pero en una economía rentista e importadora, que no tiene una oferta exportable diversificada, la tasa de cambio tradicionalmente se ha fijado con base en la productividad de la industria petrolera, más no de la productividad promedio del aparato productivo. La crónica tendencia a apreciar/sobrevaluar la tasa de cambio ha estimulado toda clase de importaciones que inhiben la producción nacional y prolongan el sesgo antiexportador.

No hay ningún antecedente en el país que demuestre un manejo inteligente de la política cambiaria para estimular la transformación de la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador. Todo lo contrario. Debido al mal uso de la política cambiaria, se ha frenado el crecimiento y diversificación del aparato productivo interno, se castiga la competitividad internacional del sector no petrolero, y se han represado presiones inflacionarias que estallan con toda su fuerza cada vez que se ajusta el tipo de cambio.

Por lo tanto, es una falacia argumental afirmar que con la dolarización el gobierno renunciaría al uso de la política cambiaria para apoyar el desarrollo del sector industrial y respaldar la competitividad internacional de las exportaciones no petroleras.

Más bien, con la dolarización se erradicaría la tendencia a la sobrevaluación que sufre una economía rentista y se propiciarían mejores condiciones para el desarrollo de un sector industrial exportador basado en ventajas competitivas auténticas.

Estas interrogantes son respondidas por Francisco Rodríguez en este nuevo capítulo de la serie “Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela”.

 

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Cómo celebrar el Día de Star Wars el 4 de mayo
Todos los 4 de mayo los fanáticos de La guerra de las galaxias celebran el llamado ‘Star Wars Day’. Aquí te decimos cómo aprovecharlo

 

@gonzalomjimenez

En 2011, en Toronto, Canadá, se celebró oficialmente por primera vez el Día de Star Wars, un festejo que desde entonces se conmemora cada 4 de mayo. Se eligió esta fecha por el juego de palabras en inglés (May 4th) con la famosa frase “May the Force with You” (Que la fuerza te acompañe) que decían los caballeros Jedi en la saga galáctica.

Cada Día de Star Wars muchas marcas hacen promociones y lanzan productos únicos para coleccionistas. Además, los parques Disney organizan eventos conmemorativos y el estudio Lucasfilm estrena algún video o proyecto especial.

La pandemia de covid-19 alteró estos planes, pero hay todavía varios eventos previstos que pueden disfrutarse en Internet. Aquí reunimos los más notables.

La plataforma Disney Plus estrena el martes 4 de mayo la serie animada Star wars: The bad batch (titulada en español La remesa mala). El programa es un spinoff de Star Wars: The clone wars, la popular serie animada emitida entre 2008 y 2002.

The bad batch trata sobre un grupo de soldados clones con alteraciones genéticas, que los dotó de habilidades diferentes a los de sus compañeros de armas. Este comando de cinco soldados se dedicaba a cumplir misiones peligrosas y, por sus diferentes cualidades genéticas, evitan ser controlados por el siniestro emperador Palpatine. La serie contará sus aventuras luego de concluida la llamada guerra de los clones.

Cómo celebrar el Día de Star Wars el 4 de mayo, por Gonzalo Jiménez
 The bad batch, que Disney Plus anunció estrenar el próximo 4 de mayo, es un spinoff de Star Wars: The clone wars, la popular serie animada emitida entre 2008 y 2002.

La página web de starwars.com posee una sección para fanáticos que incluye recetas inspiradas en los personajes de la saga (como galletas y sushi), manualidades (marcalibros, posavasos, piezas de decoración) y juegos de trivia para dedicar el Día de Star Wars en actividades relacionadas con La guerra de las galaxias.

La empresa danesa Lego creó una sección en su página web que reúne todas las ofertas disponibles del 1 al 5 de mayo. En 2021 Lego introdujo un nuevo modelo: una réplica del robot R2-D2, de 2.314 piezas y 31 centímetros de altura. El juguete para armar es una pieza de colección creada especialmente para celebrar los 50 años de la fundación de Lucasfilm, la empresa creada por George Lucas para producir la primera película de Star Wars (1977).

Réplica en Lego del robot R2-D2, de 2314 piezas y 31 cm de altura, creada para celebrar los 50 años de la fundación de Lucasfilm.

Como son muchas las páginas web que promueven rebajas en productos de Star wars durante los primeros días de mayo, starwars.com publica online una guía de ofertas que incluye libros, cómics, camisetas, peluches, juguetes, relojes, artefactos para el hogar, cámaras fotográficas y videojuegos, entre otros.

Disney planea lanzar 11 nuevas series de Star wars en los próximos tres años, lo que indica que el foco de la franquicia pasó de las películas en la gran pantalla a la plataforma de streaming de Disney Plus.

El éxito de la serie The Mandalorian (2019), de la que se han emitido dos temporadas, convenció a Lucasfilm de que las series eran el vehículo idóneo para mantener el interés de los fanáticos en Star wars.

Además de las ya mencionadas The bad batch y The Mandalorian, Disney Plus prepara una miniserie sobre Obi-Wan Kenobi, con Ewan McGregor y Hayden Christensen; Ahsoka, centrada en el popular personaje de la guerrera Ahsoka Tano, interpretada por Rosario Dawson; The book of Boba Fett, con el famoso cazarrecompensas en rol protagonista; y Andor, basada en los espías de las fuerzas rebeldes en su lucha contra el Imperio, con el actor mexicano Diego Luna.

Se comenta que Disney Plus podría estrenar por sorpresa el 4 de mayo, por el Día de Star Wars, una nueva serie animada, titulada Star wars Detours.

Por ahora ninguna de estas series tiene una fecha definida de estreno en Disney Plus, aunque hay rumores de que la plataforma podría estrenar por sorpresa el 4 de mayo una nueva serie animada titulada Star wars Detours, concebida por Seth Green y Matthew Senreich, los creadores de la comedia animada Robot Chicken en el canal Cartoon Network.

Los exitosos cien primeros días de Biden son una muestra de lo que viene

@lecumberry

Cuando Joe Biden asumió como presidente, Estados Unidos estaba empantanado en un estado de desorden y crispación, con su liderazgo mundial cuestionado. La caótica respuesta de la administración anterior a la pandemia de COVID-19 había expuesto una vulnerabilidad inédita para la reputación planetaria de eficiencia que tradicionalmente ha  caracterizado al sistema de gobierno de los Estados Unidos. La insurrección postelectoral del 6 de enero, promovida por el expresidente Trump y sus acólitos de extrema derecha, conmocionó a los líderes del mundo, mientras hacía salivar a tiranos, dictadores y toda esa dirigencia hostil a los valores de la democracia, el Estado de derecho y la justicia, que Estados Unidos siempre ha encarnado y defendido.

Estados Unidos “está de vuelta”

Transcurridos cien días del descrito pandemónium, la administración Biden-Harris ha devuelto a Estados Unidos a su posición medular en el liderazgo planetario, al demostrar la combinación eficiente y deslumbrante de liderazgo compasivo, voluntad política, apego a la ciencia, activos de atención médica y logística para convocar la campaña de vacunación más impresionante que el mundo haya visto en respuesta al coronavirus.

Consciente de que la pandemia, además de sus implicaciones económicas sin precedentes, desnudó las desigualdades, el presidente Biden enfiló su mayoría política en el Congreso para aprobar el Plan de Rescate de América, que ha proporcionado 1,9 billones de dólares en ayuda económica a desempleados, familias de clase trabajadora y pequeñas empresas, así como medidas de estímulo económico diseñadas de manera concienzuda para garantizar una rápida recuperación de la economía de EE. UU. Logro que en estos cien días se hizo palmario al restaurarse 1,3 millones de puestos de trabajo (de un conjunto aun mayor que debe ser rescatado), y al posicionarse para un crecimiento económico anualizado proyectado sin precedentes, del 6,4 % del PIB, el mayor incremento de la actividad económica en décadas. Amigos de todo el mundo han expresado, de muy diversas maneras lo que es un hecho ya visible para el planeta: “Estados Unidos, definitivamente, ha vuelto”.

Dos planes de futuro

El presidente Biden habló esta semana, en sesión conjunta del Congreso, para exponer, más allá de las conquistas de los cien días inaugurales, su audaz visión y agenda para el futuro inmediato. En su discurso -que las encuestas de CBS situaron en un rango de aprobación del 80 % de los espectadores-, Joe Biden, quien estaba en su zona, y quizá en uno de sus mejores desempeños de oratoria en años, propuso la más transformadora y trascendente agenda socioeconómica que los Estados Unidos de América han perseguido desde Franklin Delano Roosevelt.

El presidente dio prioridad a dos leyes integrales: el America Jobs Plan, una inversión en infraestructura dura y blanda (o social) de 2,3 billones de dólares para los próximos ocho años, que rehabilitará y actualizará carreteras, puentes, aeropuertos y puertos, así como ferrocarriles. El ambicioso plan de infraestructura eliminará las tuberías de plomo en todas las comunidades de Estados Unidos para llevar agua limpia a la totalidad de hogares y escuelas, mejorará la red eléctrica y construirá estaciones de carga de vehículos eléctricos en toda la geografía del país, con objeto de posicionar a los EE. UU. en la economía verde y de corregir las consecuencias negativas del cambio climático.

Mucho más allá de la infraestructura tradicional, la administración Biden-Harris busca expandir el acceso a Internet de banda ancha a todos los rincones del país, mejorar el sistema de salud y garantizar la atención a las personas mayores y otras poblaciones vulnerables, lo que se conoce como “infraestructura blanda o social».

La otra pieza de legislación promovida por el presidente es el Plan para las Familias Estadounidenses, que supone 1.8 billones de inversiones a largo plazo para, entre otras cosas esenciales, expandir la educación universal, incluida la educación preescolar gratuita, y dos años de educación superior gratuita en colegios universitarios comunitarios.

Economía “desde abajo hacia arriba”

El jefe del Estado dejó claro que su proyecto es fiscalmente sostenible. De hecho, lo es. En respuesta adelantada a los conservadores que muy probablemente denunciarán una “agenda socialista” (a lo que es un plan profundamente popular y enfocado en las prioridades de la gente), así como a quienes hablan de deuda y déficit, Biden estableció que «la economía de goteo hacia abajo nunca ha funcionado» y que es hora de hacer crecer nuestra economía «desde abajo hacia arriba y desde el medio hacia afuera». Los billones de dólares necesarios para estos planes plurianuales provendrán de la introducción de la equidad en nuestro sistema fiscal. Quienes trabajamos conectados con las complejidades de los impuestos y las finanzas públicas, así como magnates con comprensión de la realidad social,  entre quienes se cuenta al icónico Warren Buffet, sabemos que este llamado a la justicia tributaria es necesario y factible.

Lo primero que debe resaltarse del plan fiscal es que ninguna persona con menos de 400.000 dólares anuales de ingresos verá subir sus impuestos. Entre las varias lagunas que se deben corregir en nuestro sistema de impuestos corporativos, como lo propone el presidente Biden, se destacan tres reformas:

1. Revertir los injustificables recortes de impuestos de Donald Trump a las grandes corporaciones más ricas y personas con mayor fortuna e ingresos al nivel que teníamos antes, sin que antes tuviesen esos niveles de imposición un impacto negativo en el crecimiento económico y las inversiones privadas. Por otro lado, la justicia fiscal se devolverá a la ley cambiando la forma en que se gravan actualmente las ganancias de capital. Las ganancias de capital en los mercados de valores han sido gravadas a la mitad del impuesto nominal aplicable a la renta ordinaria que, además de la erosión de los ingresos fiscales, crea un sistema en el que se privilegia la especulación en los mercados de Wall Street sobre las nuevas inversiones, la expansión operativa y las ganancias producto del esfuerzo e innovación de empresas o particulares. De hecho, muchos inversores hoy en día tienen todos los incentivos para extraer excedentes de los ingresos comerciales o industriales ordinarios y mudarse al mundo de las bolsas de valores, en lugar de invertir o reinvertir en sus empresas o nuevas empresas, con la consecuente creación de más empleo y oportunidades.

2. La otra reforma de equidad fiscal propuesta por el presidente es la de cambiar las disposiciones del código que crean la base impositiva aplicable a las transferencias intergeneracionales, a través de fondos fiduciarios utilizados por los estadounidenses más ricos. Lo que sucede es que la riqueza representada en acciones u otros activos se pasa de una generación a la otra, y en cada momento de la transferencia de propiedad, los beneficiarios obtienen el beneficio de valorar sus acciones y activos al valor de mercado vigente (definida como “base imponible aumentada”), en lugar del costo realmente pagado por el inversor original (conocido como “base imponible transferida”). Si se venden las acciones o activos, la ganancia es mínima (además de gravarse con tipos reducidos preferenciales); o con una planificación sofisticada, los beneficiarios pueden monetizar las ganancias no realizadas a través de préstamos de largo plazo que serán pagados con los ingresos por dividendos (también gravados con tasas reducidas), lográndose así una transmisión masiva de riqueza masiva durante varias generaciones, con implicaciones fiscales mínimas.

3. Finalmente, algunos conservadores aducirán que un aumento en los impuestos (que en realidad se trata de revertir los arbitrarios recortes de Trump) podría poner a Estados Unidos en desventaja frente otros países que tienen una carga tributaria nominal más baja. Olvidan, quienes argumenten esto, que en algunos de esos países también existe el Impuesto al Valor Agregado, además del Impuesto sobre Sociedades. Pero lo más importante es que, al observar la carga fiscal, el analista debe sumergirse en la tasa impositiva efectiva y no en la nominal que pagan los diferentes sectores de la economía.

Las investigaciones no partidistas muestran que las tasas impositivas efectivas, que pagan las grandes corporaciones en todos los sectores, así como las personas más ricas de Estados Unidos, están en promedio por debajo del 10 % (y en algunos casos tan bajas como 5 % o menos), lo que convierte a Estados Unidos en el país desarrollado con la carga fiscal más baja del mundo para aquellos con mayor capacidad contributiva.

Por lo tanto, hay un espacio significativo para una equidad fiscal que financie unas inversiones públicas que crearán riqueza con equidad para todos los estadounidenses.

Estimaciones sólidas indican que las transformadoras inversiones en un plazo de ocho años, propuestas por el presidente Biden, pueden financiarse con su reforma tributaria y, además, estas inversiones fomentarán un mayor crecimiento económico, ampliarán la base impositiva y empoderarán a la clase media y las pequeñas empresas; y, sin duda, pondrán a los Estados Unidos a la vanguardia de la innovación en la economía de transición hacia la energía limpia.

Como inmigrante proveniente de América Latina, donde la desigualdad y las inequidades en la economía han promovido un populismo destructivo o regímenes socialistas, me resulta evidente que el mejor camino es abrazar una visión como la presentada por el presidente Biden, cuya gran consecuencia será el fortalecimiento de democracia.

No de menor relevancia será otra repercusión prevista, cual es la de que la ciudadanía trabajadora y de clase media refuerce su confianza en la promesa de movilidad ascendente postulada por el capitalismo y la economía de mercado. De lo que se trata es de que el sistema brinde los mecanismos de recompensa de la iniciativa individual y del trabajo duro, no solo de la riqueza.

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Los crecientes peligros del periodismo venezolano

@AAAD25

Si leyeron mi artículo anterior en este portal, sobre los nuevos peligros que corre la sociedad civil en Venezuela, tal vez repararon en que mencioné a los medios de comunicación como la única parte de esa sociedad civil que corre riesgos a un nivel similar al de las organizaciones no gubernamentales, las cuales fueron el foco de la columna. Si entonces no hablé más sobre las tribulaciones de los medios, es porque quise reservar el tema para un artículo aparte, que están leyendo justo ahora. Me pareció que lo ameritaba. No solo por razones personales (es mi gremio), sino por las consecuencias para el país entero.

Sé que es un lugar común aburrido a estas alturas, pero sin prensa libre no hay democracia, y los lugares comunes aburridos no tienen por qué ser falsos.

En efecto, esta verdad es otro de los miles de problemas que embargan a Venezuela hoy. Uno de los más graves. Partamos del hecho de que democracia no hay. Entonces, volviendo al axioma que abre este párrafo, ¿para qué molestarse? Bueno, el detalle adicional es que sin una prensa independiente también es más difícil restaurar la democracia perdida. Para empezar, si nadie se encarga de dar a conocer los abusos cometidos desde el poder, naturalmente el público se encuentra con menos razones para la denuncia y la protesta. Asimismo, la disidencia organizada pierde mecanismos para convocar manifestaciones. Y así, la lista de razones sigue.

El chavismo siempre entendió el poder de la comunicación. Por eso se planteó no solo hacer que su voz sonara en todos los rincones del país, sino que además no suene ninguna voz que lo contradiga. El mayor arquitecto conceptual de esta política, por cierto, es un señor que se cansó de la «revolución bonita» hace muchos años y se retiró a otras tierras, de esas donde das Kapital, en el alemán original hace de las suyas, para el inmenso pesar de los desgraciados que viven allá. Vaya perlita nos dejó. La bautizaron «hegemonía comunicacional» y básicamente consiste en la pretendida necesidad de que sea el Estado venezolano la fuerza dominante en la comunicación masiva nacional para así promover ciertos «valores» que contrarresten los contenidos «negativos» en los medios tradicionales.

Pero como en Venezuela el Estado fue fusionado con el partido gobernante, el resultado no es una plataforma genuinamente pública, y por lo tanto plural, sino un aparato de propaganda partidista.

La axiología socialista es una vez más la fachada para los intereses de la elite gobernante. Lo que sea que ella desee es lo que tiene que imponerse en la opinión pública, y para eso están los medios del Estado a su disposición. Es la hegemonía de Gramsci (de quien tomaron el nombre) pero, como apuntó un especialista en la materia cuyo nombre por desgracia hoy no recuerdo, puesta de cabeza. La sociedad no toma el control del Estado, sino al revés.

Ah, pero puede suceder que el público no esté interesado en aquel mensaje. Bien sea por falta de afinidad con el emisor o por simple aburrimiento. El propio Hugo Chávez se quejaba de que su gobierno tenía «medios públicos sin público». Ergo, si el escenario ideal de una población adicta a la comunicación oficial era inalcanzable, había que lograr la segunda mejor alternativa: una población sin acceso a fuentes de comunicación opuestas a la oficial. Así que la otra cara de la hegemonía comunicacional es restringir tanto como sea posible las voces disidentes.

La primera víctima fue la televisión. Fue escogida como tal por ser a principios del siglo XXI el medio más usado por los venezolanos para informarse. Las televisoras tuvieron que someterse a la autocensura o terminar como RCTV. Luego les tocó el turno a las emisoras de radio. La lista de cerradas por Conatel da para líneas y líneas en el papel. Hablando de papel, a los diarios no les fue mucho mejor. El monopolio estatal de la importación de papel periódico dejó sin el más elemental de los insumos a un sinfín de medios impresos.

En todo el mundo la transición del periodismo textual a la web, con sus patrones de consumo y modelos de negocios tan distintos, ha sido en general traumático. Pero en Venezuela esa movida tuvo que hacerse de manera especialmente brusca y accidentada porque la alternativa era la desaparición total.

Esto me lleva al más contemporáneo asunto del periodismo digital venezolano. La web 2.0 se volvió el refugio para el oficio reporteril independiente. Aparte de medios físicos tradicionales como El Nacional, hubo un estallido de nuevos medios únicamente digitales, como El Pitazo, Efecto Cocuyo, Crónica Uno y aquel que usted lee justo ahora.

No digo, por supuesto, que haya sido fútil buscar el asilo digital. Pero su alguien creyó que el régimen no intentaría acallar igualmente este nuevo periodismo, pues qué ingenuo. Los bloqueos a páginas web de periodismo independiente por servidores venezolanos no son una novedad. La Patilla lleva años lidiando con ellos. Pero recientemente ha habido una oleada de bloqueos muy preocupante. Incluye a sitios web como los de Armando Info y Efecto Cocuyo. Ocurre en un país con rezago tecnológico severo, donde muy pocas personas, incluso entre las activas en internet, saben lo que es un VPN.

A todo lo anterior debemos agregar los riesgos personales que corren los periodistas venezolanos por hacer su trabajo. Esto tampoco es nuevo pero, de nuevo, se ha agravado considerablemente en los últimos años. Hay un patrón de señalar a periodistas con acusaciones endebles e imponerles algún castigo judicial. Los casos de Luis Carlos Díaz y Darvinson Rojas son solo dos de los más destacados. Aunque las sanciones impuestas han sido laxas si se las compara con las sufridas por políticos y militares presos, siguen siendo una arbitrariedad enorme, con el propósito de inducir la autocensura.

No tengo dudas de que este problema se va a profundizar. En parte de la arremetida contra la sociedad civil relatada en el artículo anterior. Desde enero se habla de un “diálogo de paz” en Venezuela. La ”paz” de la sumisión, claro está. Y sin embargo, al periodismo venezolano no le queda más que seguir informando. Tampoco tengo dudas de que así será.

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Carlos Nieto Palma Abr 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
¿Prohibida la solidaridad?

@cnietopalma

Con el “Registro Unificado de Sujetos Obligados ante la Oficina Nacional contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo”, asentado en la Providencia Administrativa 001-2021, el régimen de Nicolás Maduro creó un arma jurídica contra las ONG. Forjó la misma a través del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, y fue publicada en la Gaceta Oficial N° 42.098, del 30 de marzo de 2021. La misma apunta a todas las personas naturales o jurídicas de carácter no financiero, las cuales deben inscribirse en un registro antes del 1 de mayo de 2021. Y subraya la participación de las organizaciones no gubernamentales (ONG), cuyo trabajo debe ser vigilado y supervisado.

Esta persecución oficial a las ONG no es nueva. Desde hace varios años se mantiene la amenaza de crear una “Ley de Cooperación Internacional”, con el fin de controlar los fondos que recibimos las organizaciones para hacer nuestro trabajo.

Las organizaciones no gubernamentales somos del desagrado absoluto de la dictadura porque, en nuestros diversos pronunciamientos, informes o declaraciones, mostramos al mundo la realidad que se vive en Venezuela. Sin filtros, mi maquillaje alguno. Es claro que esto le desagrada al régimen y ahora, con esta Providencia Administrativa, pretende controlar y vigilar de cerca lo que hacemos. Pudiendo, en determinados casos, calificarnos de terroristas.

Entre los detalles que establece esta nueva normativa persecutoria es que entreguemos en detalle los beneficiarios de nuestro trabajo, convirtiéndonos en una especie de los existentes “patriotas cooperantes”. Estos son sapos o informantes aliados a la dictadura que se encargan de vigilar y delatar lo que determinadas personas incómodas al régimen hacen en su vida cotidiana.

Con este control que se nos pretende aplicar, buscan vigilar nuestro trabajo, que generalmente se basa en ser solidarios con la gente que nos necesita y ayudar a los demás, sobre todo en estos momentos de emergencia humanitaria compleja que vivimos los venezolanos.

En días pasados, más de 700 organizaciones de la sociedad civil venezolana suscribimos un documento en donde, entre varias cosas, establecemos que “la providencia coloca en grave amenaza a todas las personas que se encuentran bajo el deber de amparo provisto por las organizaciones de la sociedad civil y el cual sería vulnerado con la aplicación de esta medida».

«Se obliga a revelar información personal que puede poner en peligro sus vidas, integridad, seguridad, libertad y subsistencia en el actual contexto venezolano, violando sus derechos a la protección, la asistencia, la confidencialidad y la privacidad. Las organizaciones estamos comprometidas a resguardar tales derechos en cualquier circunstancia, incluyendo evitar riesgos de delación, estigmatización y abusos de discriminación o privación de acceso a bienes y servicios esenciales, como ha venido ocurriendo durante los últimos años”.

En el caso de Una Ventana a la Libertad, organización de la cual soy su fundador y actual coordinador general, desde hace ya 23 años trabajamos en la defensa y promoción de los hombres y mujeres privadas de libertad. Les damos asesoría jurídica, denunciamos las constantes violaciones a los derechos humanos sufridas por este grupo vulnerable y marginado de la sociedad; apoyamos a sus familiares y últimamente, junto con la organización Proyecto Once Trece, damos atención médica a grupos de reclusos de Caracas, Miranda, Vargas, Nueva Esparta y Zulia.

¿Puede este trabajo de ayuda al prójimo, y solidaridad con los más necesitados, considerarse un acto de terrorismo? Tal parece que para el régimen dictatorial de Venezuela sí. Además de las muchas cosas que nos ha prohibido, ahora también pretende prohibirnos la solidaridad.

Instagram: @carlos_nieto_palma

cnietopalma@gmail.com

La sociedad civil en la mira

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