miedo archivos - Página 2 de 6 - Runrun

miedo

Elias Pino Iturrieta Abr 01, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Los dioses del miedo

Deimos (2016, 44 x 39 x 18 cm), bronce de Matteo Pugliese. Foto cortesía del artista, originalmente publicada en su web oficial matteopugliese.com.

@eliaspino

El historiador Gugliemo Ferrero considera que todas las civilizaciones son el resultado de una lucha tenaz contra el miedo. El miedo las ha formado a través del tiempo, asegura, y después propone la necesidad de analizar el vínculo hasta llegar a entendimientos profundos sobre el comportamiento de las sociedades. No es una idea que se deba subestimar en nuestros tiempos conmovidos por el pánico ante el coronavirus, y que trataremos de atender en escritos sucesivos. Ahora, para comenzar, haremos un boceto de las devociones religiosas que el miedo inspiró en los hombres de la antigüedad, a primera vista alejado o desaparecido en la actualidad.

Para los antiguos, el miedo era un castigo de los dioses. De allí la necesidad de relacionarse de manera adecuada con su influencia, de alejarse de ella o de provocar su presencia en el enemigo. Los griegos divinizaron a Deimos y a Phobos, representaciones del temor y del miedo, respectivamente, para que fueran benignos con ellos. En especial con sus ejércitos. Fueron entonces fundamentales las liturgias que trataron de evitar las rivalidades entre las dos figuras, sobre todo en tiempos de guerra. También desde épocas remotas el pueblo castrense de los espartiatas edificó un altar a Phobos, frente a cuya efigie ofreció sacrificios Alejandro antes de la batalla de Arbelas. Entonces aparecen muchos testimonios de este tipo.

Homero habla de Deimos y Phobos entrometidos en las hazañas de Troya, repartiendo entre los hombres el apocamiento y el coraje y cada vez más solicitados por los capitanes de la soldadesca. Tales potencias fueron romanizadas con los nombres de Pallor y Pavor, a quienes Tulio Hostilio consagró dos oratorios después de contemplar la derrota de sus soldados por las huestes albanas. Ordenó preces obligatorias postrados en sus aras, antes de presentarse en el campo de batalla. Las peleas se ganaban matándose los unos con los otros, desde luego, pero también debido a decisiones tomadas por las deidades desde su omnipotente pináculo. De allí el auge del culto griego a Pan.

Pan fue originalmente dios nacional de Arcadia. A la caída de cada día, según un arraigado relato que circulaba en campos y ciudades, se ocupaba de sembrar el terror entre los pastores, pero también en sus rebaños, hasta el punto de provocar calamidades y carestías sobre las cuales resultaba imposible el encuentro de explicaciones terrenales. En el siglo V los griegos lo convirtieron en una especie de patrono general (algo parecido a un Santiago Apóstol del futuro en la guerra de los cristianos españoles contra los moros), con un imponente santuario en la Acrópolis. La derrota de los persas en Maratón fue atribuida por los atenienses a la colaboración de Pan, como también otras hazañas que favorecieron a los griegos frente a los invasores. Así, por ejemplo, el desastre de Jerjes en Salamina. Pan hizo que los jefes de la flota de Jerjes recibieran órdenes contradictorias, y así confundieron sus movimientos hasta estrellarse en el caos, aseguraban en los templos y en la plaza pública.

Aunque fueron guerreros capaces de sembrar el espanto, o quizá precisamente por eso, para los antiguos mexicanos la preocupación no se centraba en ganar una batalla, sino en triunfar frente a los desafíos de la cotidianidad. Como, según sentían, no estaba en manos de los mortales atender el vaivén de la vida, prevenir el rumbo de las cosas, dedicaron templos y ofrendas a Tezcatlipoca, un poder que obraba según su antojo para hacer que las situaciones de la rutina se torcieran. Tezcatlipoca tenía un espejo para observar las conductas de las criaturas de la tierra, lo que obraban a diario, y para cambiarlas según los tirones de su humor. Los hombrecitos que no podían disponer de su destino pedían el favor del todopoderoso titiritero, quien lo movía en atención a su capricho y, a veces, para complacer a los fieles. Por ejemplo, para no pasar de la tranquilidad al desasosiego, de la bonanza a la pobreza, de la salud a la enfermedad. Era el dios de la ubicuidad del miedo, el timón de la incertidumbre insistente e inefable, tal vez la mayor confesión de las limitaciones de los seres humanos ante los retos de la realidad.

Un guía de alta montaña interpelado por el historiador Pierre Servoz hace unos años, respondió así: “Siempre se tiene miedo de la tormenta cuando se la oye crepitar. Se erizan los cabellos debajo de la boina”. “El miedo es normal y es de siempre”, escribió antes Sartre. Por consiguiente, la reacción reflejada en el imperfecto elenco de dioses que hemos visto no fue exclusiva de los antiguos. Nos habita hoy y mueve las plegarias.

El miedo al Apocalipsis

El miedo al Apocalipsis

El miedo a la mujer

El miedo a la mujer

El miedo a la peste

El miedo a la peste

El miedo a Gómez

El miedo a Gómez

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

El miedo a la noche

El miedo a la noche

El miedo y el mar

El miedo y el mar

 
 

@ArmandoMartini

 

Nos viene a la mente con sólo darle un vistazo a las noticias, prestar atención a la mímica oficialista, conversar con personas de diferentes niveles y sectores, comprobar situaciones disparejas que se producen. Pero no es la aprehensión convulsa habitual entre venezolanos frente a la inseguridad generalizada y violación de los derechos ante la arbitrariedad abusiva de cualquier prepotente dirigente o alcabala policial-militar. Es miedo en el oficialismo. Culillo en el castro-madurismo. Terror, pánico, consternación y sobresalto, en sus cercanías.

El miedo, emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o amenaza. Su origen se encuentra en el sistema límbico, donde residen las emociones. Obedece a un mecanismo hormonal que se desencadena en la amígdala central; está presente, es libre y se percibe. 

En cualquier ambiente de la vida nacional, se observa el culillo por las sanciones que hará correr como locos a politiqueros, cómplices cooperantes, cohabitadores, bolichicos, socios corruptos y todo aquel que se preste a las vagabunderías de la dictadura. Ya no lo pueden disimular ni esconder; les brota por los poros. 

¿Había visto alguna vez al usurpador con atuendo militar más allá de una gorra verde de cortesía? Pues ya lo tiene, con simbología de ramas y soles en las hombreras al estilo cubano, enorme ¿camisa? ¿guayabera? que cubre su inmensa -cada día más gruesa fisonomía- en Miraflores y Fuerte Tiuna se degusta mejor, y en abundancia sin límite que, el resto del país no disfruta. Chávez en sus tiempos cambió los tradicionales uniformes beige y verdes del Ejército por cortados a la medida rusa, hoy su heredero, como nunca ha sido militar, se hace un equivalente de Comandante en Jefe, quizás por vaivenes y desconciertos, para que no exista duda de quién manda.

Fíjense el alboroto montado por el diosdadismo-madurismo en Maiquetía para convertir al interino Presidente de regreso de una gira que turba y desasosiega a más de un rojo rojito nervioso, en víctima que escapa vencedor de las garras y agresiones de aquella señora que, junto con chillones vocingleros aeroportuarios, molestaban más que un pthirus pubis.

El lío que armó la Vicepresidenta sancionada al viajar a los Emiratos Árabes Unidos con el pretexto de ir a Turquía, haciendo escala ilegal e indebida en Madrid, violando el espacio aéreo europeo el cual le está prohibido ingresar; y se pregunta si todo el riesgo, que ha embarrado al Gobierno de Pedro Sánchez, El coleta Iglesias y el cid campeador chimbo, nada creíble de José Luis Rodríguez Zapatero, sólo superado en su nefasto gobierno por el actual populista, torpe y embustero.

Saque números y trate de sumar la avalancha de dólares cuya circulación libre y uso a voluntad son ilícitos, sobre los cuales el régimen, que ha destruido la economía y anda negociando en yuanes, rublos, euros y un invento llamado petro que busca difundir y nadie quiere, echa la mirada a un lado, se hace el loco y hasta servicios bancarios por la libre está permitiendo. Con miedo y enculillado, permite operaciones, pero no elimina leyes que las controlan, y en cualquier momento el castrismo liado y cleptómano expropia; además vende en escondrijos clandestinos el oro que le dejan pranes, garimpeiros, maltratadores y asesinos del medio ambiente. Las divisas escasean y se acaban, han dejado vacías las arcas del Banco Central de Venezuela.

No perder de vista del transporte público popular, para darse cuenta de la desconfianza de los resignados usuarios a empezar sus traslados en un vagón del Metro atiborrado, para terminar, caminando a oscuras en los tenebrosos túneles, se accidenta o se va la luz, como sucede con cada vez mayor frecuencia; caerse de cualquier “perrera” donde viajan muchos agarrados como pueden entre saltos por el pavimento roto, curvas y frenazos de conductores desconsiderados e imprudentes.

Pregúntese cómo llega usted a su casa, sea un elegante apartamento, cajón de la Misión Vivienda o modesto rancho, sin saber si tendrá agua para bañarse, gas para cocinar la escasa comida, electricidad para saber por dónde camina o ver algo de televisión -sin contar las aburridas cadenas obligatorias de radio y televisión repletas de embustes, donde desfachatados prometen cualquier cosa y obras que nunca llegarán.

Eso para no escribir de lo que no es miedo sino certeza. No importa cuánto gane en su empleo, si lo tiene, hace años y por años más no podrá comprar completo ni gastar en nada que no sea el pequeño máximo que le alcance.

El miedo es libre, amenaza sin actuar hasta que revienta. Con el ultimátum del mundo occidental de no elecciones sin el cese de la usurpación, las sanciones a personas, bienes muebles e inmuebles, cuentas bancarias, organizaciones y un sinfín de etcéteras. Camaradas, es cosa seria, el miedo es como un volcán, que mucho alardea y nada pasa hasta que un día estalla. 

No hay reventón que por miedo no venga.

 

¿La última escaramuza roja antes del próximo miércoles 23/enero/19?

SI YA ANTES EL RÉGIMEN DE NICOLÁS MADURO pensó que la oposición democrática estaba deprimida, desvencijada, acabada, dividida y asustada con la represión desatada y los presos civiles y militares, hoy la visión tiene que ser otra. Por ello tan necesario estar informados de lo que se les ocurra tramar antes del 23 de enero, día en que se conmemoran 61 años del derrocamiento de la “penúltima” dictadura venezolana. La dictadura militar donde los “padrinos militares y civiles de Marcos Pérez Jiménez fueron los primeros en huir del país.

Aunque en sus conversas con los “emisarios o amigos” los mensajes enviados confirman que adentro del gobierno hay quienes -por temor o por orgullo- tratan de tender puentes y negar su radicalización eliminando la única institución existente elegida legal y democráticamente por la mayoría de los venezolanos en diciembre de 2015 como lo es la Asamblea Nacional. Historia sabida el acoso, las ilegalidades, las violaciones a la Constitución de 1999, la falsedad del desacato y la posición asumida por el ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia nombrado a dedo, a la carrera, días antes de que la anterior Asamblea Nacional con mayoría roja rojita terminara sus funciones. La calidad de los magistrados nombrados afloró recientemente con el escape a los Estados Unidos de uno de esos “magistrados exprés”, Christian Zerpa quien de entrada declaró la no existencia de autonomía de poderes, las designaciones apresuradas y la mayoría sin cumplir los requisitos de ley. Solo la obsecuencia, la entrega total a Maduro, como requisito “sine qua non” para ingresar al máximo tribunal de la República.

En medio de los miedos desatados en el alto gobierno por la respuesta que se va dando, a medida que pasan las horas, a los cabildos abiertos multitudinarios a nivel nacional y ante la posibilidad de que la convocatoria del 23 de enero rebase las expectativas, vuelven a pensar lo que desde el 2015 han considerado: disolver la legítima Asamblea Nacional y quedarse solo con la írrita asamblea constituyente, así en minúsculas.

Recordemos que el mundo entero, a excepción de los rojos aliados de Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Turquía, los Emiratos Árabes, México, El Salvador, una media docena de paisitos caribeños y africanos y los inexistentes “países”  de Osetia del Sur y Abjasia, ha reconocido como la única instancia gubernamental elegida legítimamente con los votos de los venezolanos a esta Asamblea Nacional.

Dentro del TSJ hay sigilo y hermetismo. Lo que se ha filtrado indica que la Sala Constitucional encargó al magistrado Juan José Mendoza Jover preparar una sentencia contra la Asamblea Nacional declarando inconstitucional todos los acuerdos por ella dictados estas semanas. Dicha Sentencia estaría en el Expediente Número 17-324. Entre los puntos considerados por el magistrado estaría declarar subversivo el planteamiento de que Nicolás Maduro sería desde el pasado 10/1/19 un presidente de facto. Igualmente dice el gobierno que también de facto sería un presidente designado por la Asamblea Nacional fuera el diputado Juan Guaidó u otra persona, parlamentario o no. Otros considerandos serían declarar que el desacato continúa, que los acuerdos son contrarios a la Constitución y las leyes, que se deben establecer las consecuencias de esos actos, remitir todo el expediente al Ministerio Público y declarar que no existe una directiva de la A.N. válidamente constituida. Los radicales siguen pensando en detener a Guaidó y varios diputados y dirigentes opositores. El incidente del SEBIN con el presidente de la Asamblea, calificado como un “falso positivo” por el mas poderoso miembro del PSUV, Diosdado Cabello, indica que los demonios internos andan desatados. La última idea roja rojita fue convocar para el mismo día, 23 de enero, varias concentraciones en los mismos sitios donde los demócratas convocaron con anterioridad. Nada original. Tienen 20 años haciendo lo mismo.

Por cierto, terminando de escribir esta nota leo lo que la colega María Elvira Salazar escribió tras su entrevista con Maduro en Miraflores. Una vez mas, los galimatías y las contradicciones perturban al presidente. Ella confiesa que la invitaron pues es republicana, conoce bien a Trump (fue su candidata a la Cámara de Representantes, aunque perdedora, en un distrito de Florida.) La ligaron a Fox News donde no ha trabajado y le pidieron hablara con Trump para que “por favor· reciba a Nicolás y puedan dialogar.

El miedo en Venezuela parece que saltó a la acera contraria. Prevenidos todos el 23 de enero. Es el próximo miércoles.

2019: En Miraflores cunde el miedo, pero... Por Orlando Viera-Blanco

«El régimen no le teme a la oposición. La oposición de la oposición ha resultado más eficiente e hiriente que el G-2 Cubano (buen entrenador). Y ellos ríen y se rascan la barriga»

NO OLVIDARÉ EL 2018. Fue un año crucial para quienes deseamos la restitución democrática y la libertad de nuestro país.  Un año en el que tuvimos la posibilidad real de salir de la era Chávez-Maduro, y se nos deslizó como agua entre las manos. Un año de lecciones creo no aprendidas que nos coloca en un piso arenoso y movedizo para visualizar salidas al menos inminentes.

MASIVO DIVISIONISMO.

No es un tremendismo. La oposición Venezolana no recuperará espacios de poder si sigue dividida, diseminada y enfrentada. Uno de los antivalores de la política es la propagación negativa de fuerzas vivas. Y si lo quieren ver desde la toma del poder contra la tiranía, la historia nos dice que sólo coronan quienes operan en bloque, organizada y disciplinadamente.  Desde el referéndum convocado por la sociedad civil el 16J 2017 comenzó a entretejerse una fractura muy peligrosa en términos operativos. No hablo de una división simplista entorno a lo electoral. Hablo de una fragmentación realmente ideológica, ciudadana y nocivamente cultural: “Ese no es mi p…, tu a mi no me j…, el culpable eres tu”. De ahí al discurso de colaboracionistas y traidores, un suspiro…

Pero la ingratitud ciudadana no es del todo inmerecida para algunos. Tenemos un tipo de oposición personificada por un liderazgo político pragmático, discursivo, desconectado con los ciudadanos que lucharon hasta dejar el pellejo en la calle. Son los pragmáticos que todo lo hablan, lo negocian, lo pactan soterradamente y muy grave: lo sabotean. Para ellos la política es la supervivencia propia. No de sus seguidores, que son muy pocos…Un segundo sector opositor sigue dando la pelea desde diferentes gradas; desde la AN, recorriendo el país, en el exilio, la opinión pública, el lobby internacional, desde una ONG o la ayuda humanitaria. Representa un grueso muy legítimo pero muy vulnerable de la oposición. Tiene gente que aún confía en sus líderes políticos pero con sentimientos encontrados que no les apetece seguir en pie. Son los desesperanzados, los desplazados, los idos, los decepcionados. Un tercer segmento es el llamado legalista, normativo, positivista, con una visión pura y dura de la política que no tolera le conjuguen ni por asomo el verbo votar…

Y un cuarto sector. Muy grave: el pueblo llano, indefenso, acéfalo de dirección y liderazgo empático. Aunque un el sector más silencioso es más numeroso. Sus tripas, sus deudos, sus penas y su miseria hacen un ruido ensordecedor que nadie ha sabido transformar en movimiento ciudadano. 20 años más tarde aún la oposición no ha sabido cortejarles, seducirles, persuadirles, atraparles ¿Por qué? Falta de amor, afecto, deferencia, presencia, caricia, mano en el hombro. Los líderes de la oposición se dedicaron a ser presidentes y cabezas de sus partidos en un país que perdió el formato republicano-sic. Y el pueblo lo sabe y lo resiente. Nadie se volcó a ellos…A redimirlos, a ganarlos, ayudarlos desde su tragedia. El liderazgo de oposición-aun recorriendo el país-diseñó una campaña electoral, no una cruzada humanitaria. Sin duda muchos opositores han sudado la gota gorda de pueblo en pueblo, de casa en casa, ¡pero no de corazón en corazón!. Y en esas prédicas voluntaristas el pueblo se cansó, se hartó, se marchó y al decir de Otero Silva, ha muerto…

MADURO Y OPOSICIÓN: SIN BASE POPULAR.

Los pragmáticos no representan un 5% de la oposición. Otros, los partidistas ex MUD; parlamentarios, exiliados, activistas de DDHH, factores de opinión, gremialistas, curas, encarcelados, no llegan a un 10% de preferencia. Los terceros-para algunos radicales y puristas-prefiero llamarles normativos, [Soy Venezuela, Bloques Constitucionales, Académicos, tecladistas] tampoco pisan un 10%. En otras palabras: la oposición venezolana ha quedado entramada en un 25% de aprobación, registro similar al de Maduro. El rechazo promedio (de todos): 80%. En datos netos más de la mitad de la población venezolana-80% de estrato popular, se encuentra acéfala de liderazgo, preferencia y dirección. Nada nuevo bajo el sol. Regresamos al mismo reparto que se sembró entorno a Chávez desde el RR 15 Agosto/2005…donde un sector popular no migra a la oposición por no encontrar identidad. El éxodo del Chavismo Madurismo no lo capitaliza ningún líder de oposición. Gravísimo. ¿Lección no-aprendida? Humildad. Sobran las palabras….

EL MIEDO ES LIBRE. PERO PELIGROSO.

El régimen no le teme a la oposición. La oposición de la oposición ha resultado más eficiente e hiriente que el G-2 Cubano (buen entrenador). Y ellos ríen y se rascan la barriga.  Pero si le temen inmensamente a dos factores: i.- Al pueblo incontenible, al hambre, al caos (que algunos piensan que es inducido y no lo es) y ii.- A la comunidad internacional. Dos actores que deben trabajar con un liderazgo unido que además se acerque mejor a las FFAA.

Entender estos factores y ejecutar la ecuación: pueblo, humildad, unidad, organización, FFAA y comunidad internacional, es ganar, es forzar desenlaces. El culillo de Maduro es que la oposición lo vea y lo aplique. ¿Lo hará? No tengo la menor duda que será el propósito y objetivo del 2019. El resto, como el home run, saldrá solo…

Para todos un feliz y próspero 2019 !En libertad! 

@ovierablanco

El miedo como recurso político, por Antonio José Monagas

¿TEMOR AL MIEDO, O MIEDO AL TEMOR? AUNQUE PUDIERAN PARECER TÉRMINOS que confunden actitudes, son condiciones que incitan situaciones distintas. Pues temor no es miedo y miedo no es temor. El temor implica un nivel de acato. Por su parte, el miedo infunde un tipo de acoquinamiento que lleva a esconderse o paralizarse ante el acecho de un poder capaz de dominar, apocar o devastar la temeridad como expresión de vida propia.

La política utiliza el miedo para arrinconar posturas que lucen incómodas a la vista de quien ejerce el poder. Por eso el poder, raya con el abuso. Por cuanto, quien lo detenta se apoya en sus efectos para imponer consideraciones y condiciones que, en medio de la jugada política que su afán de predominio le infunde, se sirve de las mismas para aporrear realidades, deformar razones, humillar esperanzas o amenazar procesos o composturas individuales o colectivas.

Afrontar provocaciones diarias o por doquier, que nunca dan tregua, es terriblemente angustioso y agotador. El miedo llega a convertirse en un arma de doble propósito. No sólo preparada para lastimar o lacerar. También para herir de muerte a quien se atreva a desafiar su capacidad de intimidar. De ahí que el ejercicio de la política, vista con el ánimo de ocupar el espacio por encima de toda ventaja posible que pueda estimarse desde una posición rival, es una conspiración permanente.

Es cuando el miedo se torna en la violencia necesaria mediante la cual quien lo provoca, termina fungiendo como una especie de verdugo o de incendiario de ilusiones validadas y justificadas por el derecho a vivir en libertad. Así que ante lo que una escena así puede representar, es necesario mirar la política como el medio cuyo ambiente puede tentar al político o al gobernante a actuar desde el plano de sus debilidades. Eso lo hace tan peligroso como quien pueda reaccionar intempestivamente ante cualquier contingencia que azore su humanidad. Quizás, fue la razón para que Ludwig Borne, escritor alemán, señalara que “el hombre más peligroso, es aquel que tiene miedo”. Y de ello, obviamente, no escapa ni siquiera quien se arrogue la tenencia del poder.

En la instauración y empleo del miedo como recurso político de gobierno, se inspiró el fascismo. Más luego, el populismo propio de las dictaduras que han acosado realidades políticas durante el siglo XX y en lo que ve de siglo XXI. Así se tiene que Venezuela es un triste ejemplo de lo que el factor miedo ha inducido todo gobierno de corte opresor y represivo, al momento de desgarrar esperanzas y ultrajar derechos humanos.

Después que Venezuela vio nacer hombres de la talla moral de Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello, mutó su génesis política. Su naturaleza comenzó a desestimar su talante creador. Se desfiguró su carácter. Sus tierras se prestaron para sembrar resentimientos que se valieron del miedo para cosechar envalentonamientos que las dictaduras padecidas, convirtieron en forma de desprecio hacia valores libertarios. Sólo que el esfuerzo de hombres dignos, revirtió algo de lo que el miedo históricamente inculcó. Sin embargo el empeño tiránico por torcerle el destino que merece la nación venezolana, siguió azuzando realidades. Sobre todo, cuando gobernantes capciosos vieron y entendieron el miedo como recurso político.

 

@ajmonagas

Sembrar el miedo, por Marianella Salazar

SIEMPRE SE HA ENGAÑADO EN ESE CONJUNTO de promesas, decretos, sanciones, planteamientos falaces y venganzas  que llamamos política. Este es un régimen en el que las mentiras forman parte de la moral revolucionaria, sin embargo, no consigue mayores adhesiones ante una realidad que es contradictoria, como es el caso de los presos políticos torturados y “suicidados” en esos temibles cuerpos de seguridad,  cuyos crímenes y torturas son encubiertos  con miles de argucias.

Desde la antigüedad las mentiras acostumbradas en el temible arte de gobernar a los pueblos se ocultaban, se disfrazaban de verdades, y se le cortaba la lengua al que decía que el César no era Dios.

Tarek William Saab, el fiscal designado por la ilegítima asamblea nacional constituyente,  en medio de una de sus recurrentes crisis existenciales amenazó a quienes insistan en desmentir el suicidio del concejal Fernando Albán y  advierte que lo está evaluando: “Los que dicen la versión contraria y no la han demostrado son personas que están mintiendo y eso ante la sociedad tiene consecuencias”.

El excéntrico ex defensor de derechos humanos  deshoja la margarita: o les corta la lengua y las manos a los que denuncien el crimen, para que no puedan agarrar un teclado y expresarlo por las redes, o los entierra vivos en “la Tumba” del Sebin.

Todo es posible en esa mente entrenada en el fisicoculturismo, y como un César caricaturizado afirma que mentir sobre un hecho los colocará en una situación muy delicada: “Si tú no tienes pruebas sobre algo que ocurrió, pero sigues insistiendo en que eso es así, eso es un delito”. Entonces,  todos a fingir, las nuevas mentiras consistirán en manifestarse contra las evidencias que aumentan cada vez más y  hay que hacerlo mientras la realidad es visible y no coincide con la versión oficial.

Nadie quiere estar preso por decir verdades. Los que hemos sobrevivido a Chávez y a Maduro sabemos que aquí permanentemente se produce una escenificación; que los censores, los pelotones de ejecución que hacen vida en los cuerpos de seguridad del Estado, lo único que prometen son torturas o balas.

El que tenga miedo puede irse del país, exiliarse, meterse en la clandestinidad o callar (“calladitos se ven más bonitos”, Diosdado dixit), si es que quiere quedarse para obtener los CLAP o cobrar los bonos de la miseria otorgados por las misiones. No hay resignación en la población, se trata de sobrevivencia y de miedo parejo.

Rata de dos patas

Todo lo que sucede en Venezuela adquiere dimensiones bíblicas, el desastre financiero, la insoportable hiperinflación, el desabastecimiento y los fenómenos naturales ofrecen la visión de un país devastado. Los apagones eléctricos que dejan a medio país sin corriente ni luz durante horas, cuyas causas son la incompetencia,  falta de mantenimiento y la corrupción, pero el gobierno se empeña en negarlo y  acusa a los partidos de oposición de sabotaje, algo imposible de perpetrar en instalaciones militarizadas.

Ahora el ministro Motta nos cuenta una versión digna de un documental televisivo y es que en Venezuela se están produciendo apagones que sin los animales no se darían: iguanas, rabipelados, culebras y roedores  serían los verdaderos  responsables de la crisis eléctrica. Qué gran contribución haría Animal Planet desviando sus cámaras hacia los nidos y madrigueras de ratas electrocutadas  en instalaciones de Corpoelec, o hacia los sacrificios de animales que hacen algunos funcionarios en Sorte o en Tinaquillo, que han creado una cultura de la muerte, algo  que conoce muy bien la destituida fiscal Katherine Harrington, habitué de un  fundo en Tinaquillo donde  se practican esos rituales religiosos. ¡Ay Señor, líbranos de todo mal!

@AliasMalula

El Nacional 

El círculo del miedo en Venezuela, por Asdrúbal Aguiar

 

El miedo hace parte de nuestra especificidad como venezolanos. Ninguno lo acepta, pues ofende o resta honor, pero es obvia la apelación popular constante al padre bueno y fuerte, al gendarme o líder mesiánico de factura bolivariana, prohijador en la orfandad, quien nos encarna, en un contexto de amenazas y de males que él mismo, paradójicamente, crea y recrea para no dejar de ejercer su rol tutelar.

El miedo, así, condiciona hasta el comportamiento de las élites e impide, en el momento actual, un desenlace que reconduzca al país sobre el sendero de libertades que aún sigue pagando con sangre, tinta de nuestra historia. Es el enemigo que vencer.

En el mundo medieval el miedo es ley. Hordas de hambrientos asesinan en búsqueda de pan, tanto como huyen del extranjero por considerarle portador de enfermedades mortales. La imagen no es extraña en la Medellín de Pablo Escobar, o en la Venezuela de Nicolás Maduro, que viven bajo el miedo, en la anomia, controladas por el crimen asociado que doblega al andamiaje del Estado para sus fechorías.

No por azar, entre 1996 y 2000 emigran 2.040.000 colombianos, y nuestros compatriotas frisan una suma algo superior para el año corriente.

Oswaldo Payá, asesinado por la satrapía comunista, en mensaje que dirige a sus compañeros de la IDC, comenta su experiencia y recuerda que en una sociedad como la cubana se llega a un punto en que no se ven caminos o se cree que no los hay: “El régimen cierra las puertas del futuro y dicta la sentencia de la continuidad de la opresión a escala de eternidad … encaminada a sembrar la desesperanza. Esas dos componentes, represión y mentira son esencia de la cultura del miedo en que ha estado sumergido nuestro pueblo durante casi cinco décadas”, concluye.

El miedo cuando se agrava y degenera en angustia, paraliza, es decir, es incertidumbre total porque la mentira se hace política de Estado. Nadie confía en nadie. Es insumo del comportamiento colectivo, e impide ponerle rostro preciso al propio miedo y controlarlo. Es la represión arbitraria sin que el ciudadano sepa porqué y de donde le llega, acaso a manos del mismo Estado o de los criminales que dominan en su territorio, o por la ayuda que les prestan víctimas potenciales para salvar sus pellejos.

En el pasado remoto la conducta transparente y regida por valores es fuente de seguridad; asaz algo miedosa en lo íntimo dada la creencia de que se pierde el Paraíso por los pecados mortales. Mas ahora, en plena era de la globalización, cuando se defiende la muerte de Dios y el todo vale como en Zaratustra – libro de cabecera de Hugo Chávez al borde de su muerte –  hasta los “buenos” están dispuestos a negociar con el demonio, con el terrorismo, con el narcotráfico, para sobrevivir. Lo aspiracional democrático se reduce a mediocre seguridad o falsa existencia. Y las víctimas que sufren y se resisten a acomodarse se preguntan ¿dónde está Dios?, gritan que resucite otra vez.

Entre tanto, los victimarios – piénsese en los autores del acto terrorista que derrumba las Torres Gemelas de Nueva York o en el Maduro de la Masacre de El Junquito – se inmolan. Creen liberar sus miedos individuales arreciando con la maldad. Creen poner distantes los castigos que merecen por sus maldades sumas. Los unos piensan que irán al cielo y serán premiados con ninfas. Los otros imaginan viajar hasta la Isla de la felicidad, al paraíso comunista, o alcanzar que sus víctimas les perdonen sus pecados a cambio de una vida inútil e intrascendente, a la manera de los Rodríguez Zapatero y sus compinches.

La Venezuela sufriente pide a bocajarro, instintivamente, una vuelta a lo adánico. Demanda la presencia del padre tutelar en su agonía. Anhela como ayer al caudillo, al gendarme necesario, al traficante de ilusiones, al provocador de terrores, pero en los extraños y no solo en los extranjeros.

Nuestro siglo XIX, no por azar, se lo dividen José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco, y más de la mitad del siglo XX, lo secuestran Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Los otros jefes, en sus interregnos, son sus amanuenses.

Llegado el siglo XXI Hugo Chávez hace de la república su botín, con igual ánimo, y lo logra. Al morir sobreviene la explosión del desorden. Los causahabientes tanto como los otros aspirantes a sucederlo, desde la acera apuesta, aún no calzan sus zapatos. Hacen el esfuerzo y es lo que les preocupa. Son los señores feudales, dueños únicos insustituibles de sus haciendas políticas, también desde hace 20 años.  

A ninguno le interesa ponerle rostro al miedo o definirlo y por ello hablan de autoritarismo, de democracia iliberal o deficiente, no competitiva, omitiendo desnudar al mal absoluto. Ninguno se atreve a romper el círculo vicioso del miedo, liberar las cadenas mentales que inhiben al ciudadano para ejercer con madurez su soberanía, pues todos a uno son, al fin y al cabo, la causa de nuestros miedos históricos, recurrentes.

En buena hora ese miedo y su círculo vicioso está por romperse, obra de la desesperación.

@asdrubalaguiar

correoaustral@gmail.com

Miedo y hambre: instrumentos de control social, por Alberto Ray

Hambre_2

Se entiende como control social al conjunto de regulaciones o normas, tanto formales como informales que rigen en una sociedad, y que tienen como objetivo mantener el orden establecido. El control social per se, no es negativo, pues bien entendido y practicado, favorece el desarrollo y minimiza los conflictos.

Existe, sin embargo, una línea fina en este ejercicio de control porque la frontera entre la acción reguladora del Estado y la práctica coercitiva o autoritaria de los gobiernos es tenue y borrosa, más aún, en regímenes que se alejan de los valores democráticos. Un caso emblemático de control social ocurrió en Venezuela en el año 2004 cuando la población opositora al gobierno de Chávez, recolectó más de 3 millones de firmas para activar un referéndum revocatorio del mandato presidencial. Tales rúbricas, luego se filtrarían convirtiéndose en la tristemente célebre lista de Tascón, utilizada como mecanismo sistemático de exclusión e intimidación en las relaciones de los ciudadanos con el Estado.

La situación se agrava cuando el control social se lleva más allá de los derechos políticos, poniendo en riesgo al individuo en sus necesidades primarias como la alimentación o la seguridad.

Para nadie es un secreto que Venezuela vive en estas horas un tipo de control social similar a los propuestos en doctrinas comunistas del siglo XIX, y luego vividos en China, La Unión Soviética o Cuba.  Está concebido para “aplanar” al ciudadano, colocándolo en el nivel más básico de subsistencia, restringiendo por acción u omisión el acceso a los alimentos y oprimiéndolo a través de la acción violenta del delito.

Este tipo de control, además de intimidatorio, alcanza al individuo en su línea de sustentación, como ya lo demostró Abraham Maslow, en su Teoría sobre la Motivación Humana de 1943 y su famosa pirámide de las necesidades.

Si bien el control social se manifiesta de múltiples formas, este se hace crítico cuando pulsa al ciudadano en sus zonas de superviviencia. Las amenazas continuadas desde el poder que, además de odio, dejan ver intenciones violentas sobre la población civil, traducidas en discursos virulentos, colectivos armados, agresiones callejeras, milicias y unidades de batalla son instrumentos de una política sistemática de sometimiento a través del miedo.

El miedo es un arma clásica del autoritarismo porque limita la voluntad coartándola desde dentro. Su poder nace precisamente de la conexión irracional con el instinto de mantenernos con vida frente a las adversidades. De allí, la efectividad en el control social.

Algunas teorías psicológicas señalan que el miedo es una puerta que abre las vulnerabilidades del individuo, haciéndolo manipulable. De la misma forma, el hambre y la escasez doblegan la voluntad ablandando la integridad y dignidad del hombre.

Pareciera, sin embargo, que todo control social basado en el hambre y el miedo lleva en su seno la semilla de su propia destrucción. El ser humano, en su búsqueda incesante por espacios de libertad transforma el sometimiento en energías indetenibles de cambio. Son procesos complejos y en ocasiones, más prolongados de lo que podemos soportar, pero a la larga se materializan dejando grandes lecciones de madurez a las sociedades.

El 22 de octubre de 1978, Juan Pablo II inauguraba su pontificado. Desde la plaza de San Pedro, pronunció su recordada exhortación: “no tengáis miedo” y que dio la vuelta al mundo. En su país natal Polonia, dominado por aquél entonces por el comunismo soviético, retumbaron aquellas palabras en el movimiento obrero católico liderado por Lech Walesa, que 10 años más tarde se convertiría en el enterrador de las doctrinas marxistas e inspirador de los más grandes cambios políticos del Siglo XX.

@seguritips