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Negociaciones

Si París bien vale una misa, Venezuela bien vale una foto
Si París valió una misa para Henrique IV, Venezuela bien vale una foto de todos unidos que sirva de espejo a las mayorías de nuestro sufrido país. No cuesta nada intentarlo

 

@juliocasagar

Henrique IV era hugonote. Francia estaba deshilachada por las guerras religiosas que llegaron al colmo del espanto en masacres como la de San Bartolomé, cuando el Sena cambió de color y se tornó rojo con la sangre de los protestantes asesinados esa noche.

Hastiado de la guerra, Henrique IV llegó a la decisión política y personal de que la mejor manera de detener aquella insania era abjurando de su fe protestante y haciéndose católico. Henrique fue un buen gobernante. Fue quizás el primer monarca en ocuparse seriamente de su pueblo. Su programa social para la época quedo patentado en su deseo de “poner un pollo en el olla de cada campesino francés, cada domingo”.

Después de tanta atrocidad, definitivamente París bien valía una misa y Henrique no se lo dudó. Ahorró miles de vidas y sacrificios y se permitió un tiempo de paz que usó para hacer progresar a Francia.

Lo que nos deja como enseñanza este gesto es que, en la vida y en la política, hay momentos en los que las decisiones hay que tomarlas con la cabeza y no con el corazón.

Hoy la oposición venezolana se está enfrentado a una complicada decisión que puede resumirse así: en acuerdo con la comunidad internacional democrática e, incluso, con el visto bueno de aliados de Maduro, se ha echado a andar una nueva versión de la negociación que debería conducir a una salida política de nuestra crisis que ya lleva más de dos décadas.

Hay un consenso en los aliados de la democracia venezolana en que esa salida política adopte la forma de unas elecciones libres, justas y verificables para todos los mandatos públicos.

No obstante, todos sabemos que la Constitución y las leyes establecen que los cargos de gobernadores y alcaldes se vencen este año. Es más que evidente que el proceso de negociación, cuyos primeros encuentros se prevén para el próximo mes en México, definitivamente se prolongará en el tiempo, más allá de esta fecha prevista de elecciones.

La oposición sigue reivindicando que las elecciones deben hacerse conjuntas y que la salida debe ser integral. Sin embargo no ha tenido, hasta ahora, la fuerza para evitar que las elecciones programadas se lleven a cabo. De manera que no hay más salida que tomar una decisión con la realidad que hay.

Ciertamente, los avances de lo que pudieran ser las condiciones para unas elecciones libres e integrales son demasiado modestos; casi que podríamos decir que, hasta ahora, no se pueden catalogar de grandes concesiones del régimen o de grandes victoria nuestras. El panorama no es más que levemente mejor.

Ese “levemente mejor”, incluso no está determinado por esos avances, sino, a nuestro juicio, por dos hechos fundamentales: el primero es que los estudios de opinión comienzan a mostrar un incremento pequeño pero sostenido de la intención del voto entre los opositores; y, segundo, que la obtención de la tarjeta de la unidad con la que obtuvimos la resonante victoria en 2015 ha comenzado a estimular al activo de los militantes de las organizaciones y partidos opositores para participar en el proceso. No cabe duda que los más de 8000 cargos que estarán en juego son un aliciente para esos activistas y dirigentes de base que son los que han marchado, que han protestado y que siguen en el país en sus comunidades, vean una oportunidad de postular sus liderazgos en una competencia que, aunque dura y compleja, es un desafío para la mayoría de estos cuadros.

Quienes conocemos algo de la política local sabemos que ese activismo está en tensión; que tiene semanas trabajando en lo que mejor saben hacer, que es organizando la voluntad de la gente. Casi todos están persuadidos de que una ventana se está abriendo. Y que el tamaño de la misma tendrá que ver con la disposición que tengamos para tomar una determinación unitaria.

Es obvio que, hoy, una eventual campaña en Venezuela no sería una campaña normal. Lucharemos contra un régimen dispuesto a todo y que no concede ventajas. Una campaña que tampoco puede ser una fiesta insulsa, frívola y superficial. Si de algo serviría una campaña en las actuales circunstancias es para usarla de megáfono para movilizar y organizar la lucha por la recuperación de la democracia.

En esta tarea están haciendo su papel los dirigentes y militantes de las bases de las organizaciones. Los líderes nacionales de ellas deben estar a la altura, si al final resuelven participar. Deben saber que en sus manos está el bien más preciado a proteger hoy, que es la unidad de quienes queremos salir de esta pesadilla.

No basta decir que estamos unidos. Como la mujer del César, también debemos parecerlo. Activar en conjunto, presentarnos actuando en unión y hacerlo de cara al país es más necesario que nunca.

Si París valió una misa para Henrique IV, Venezuela bien vale una foto de todos unidos que sirva de espejo a las grandes mayorías del país sufrido que tenemos. No cuesta nada intentarlo.

No cuesta nada imitar a Ángela Merkel quien, saltando por encima de todas las diferencias, ha recorrido las zonas afectadas por unas trágicas inundaciones, tomada de la mano nada menos que con su rival Malu Dreyer; comunicando al mundo que hay momentos en que darse la mano, por encima las diferencias, es necesario. Y sobre todo, que es necesario que se vea y que se sepa.

La foto que hace falta

La foto que hace falta

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CLAVES | Lo que dejaron los procesos previos de negociación en Venezuela según WOLA
Existe la posibilidad de una nueva mesa de negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, liderada por Noruega, que podría instalarse en agosto de 2021 en México

El 30 de enero de 2019, el Consejo Europeo aprobó la creación de un Grupo Internacional de Contacto para Venezuela, que tendría como objetivo generar apoyo internacional para establecer un diálogo entre la oposición venezolana y Nicolás Maduro.

En marzo de 2019, la oposición y el oficialismo iniciaron una mesa de negociación para discutir el retorno de la democracia a Venezuela.

Estas reuniones fueron lideradas por el Centro Noruego de Resolución de Conflictos (NOREF) y se llevaron a cabo en Oslo y Barbados. La primera se realizó en Nueva Esparta y como resultado, se permitió el ingreso de ayuda humanitaria de la Cruz Roja Internacional a Venezuela. 

Sin embargo, estas negociaciones no llegaron a ningún acuerdo político que lograra destrabar la conflictividad en el país.  Por lo que, ante la posibilidad de una nueva mesa de negociación  liderada por Noruega que podría instalarse en agosto de 2021 en México, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus siglas en inglés) publicó un informe, desde el punto de vista de los participantes, sobre las conversaciones pasadas de Barbados y Oslo. 

El pasado 21 de julio, el presidente interino, Juan Guaidó, aseguró que la oposición está lista, como alternativa democrática y como gobierno encargado, para lograr una solución al conflicto a través de la mesa de negociación en México.

Además, reiteró que el gobierno de Nicolás Maduro es el que impide esta opción. “Esperemos que se logre una solución al terrible conflicto  que atraviesa Venezuela”, dijo durante una entrevista con RCN.

Para la elaboración del informe, los autores de WOLA  realizaron extensas entrevistas con fuentes de la oposición venezolana y del gobierno de Nicolás Maduro, incluyendo varios miembros de ambos equipos de negociación que participaron en las conversaciones de Oslo y Barbados en 2019. 

De igual forma, consultaron a funcionarios de alto rango estadounidenses y a otros diplomáticos internacionales familiarizados con las negociaciones.

A continuación, algunas claves de lo que dejaron los procesos previos de negociación en Venezuela según este documento. 

Los equipos negociadores avanzaron discutiendo problemas intratables. Los negociadores del gobierno en Oslo y Barbados se negaron a aceptar una propuesta que involucrara que Nicolás Maduro saliera del poder y cediera este a un «Consejo de Estado», que supervisara las elecciones. Tanto la oposición como el gobierno discutieron la posibilidad de nuevas elecciones presidenciales, centrándose más en las condiciones electorales que en quien ocuparía el nuevo puesto del palacio presidencial.

Los miembros de ambos equipos de negociación desarrollaron un nivel de confianza y entendimiento mutuo. Mientras que ambos equipos mantuvieron firmes sus posiciones centrales, desarrollaron suficiente familiaridad con las limitaciones de sus contrapartes, lo que permitió plantear soluciones más pragmáticas a problemas difíciles.

Ambos equipos negociadores se enfrentaron a facciones de línea dura. Fuentes del gobierno de Maduro describen el rechazo de sectores resistentes a concesiones. Fuentes de la oposición sugirieron que la falta de progreso y el apoyo apático de EEUU redujo su capacidad para generar aceptación en su coalición.

Tanto el gobierno de Maduro como la oposición tenían alternativas para una solución negociada. La oposición señaló las conversaciones fallidas para afirmar que se necesitaba más presión contra la administración de Maduro y el hecho de que sostener las conversaciones pulió la legitimidad y la posición internacional del gobierno. El éxito en las negociaciones no fue adquirido por ninguna de las partes.

El gobierno de Maduro buscó aprovecharse de las divisiones dentro de la oposición para marginar a la parte liderada por Juan Guaidó y empoderar a una facción que era menos conflictiva. Cuando las conversaciones de Barbados empezaron a titubear, Maduro entabló un diálogo paralelo con partidos minoritarios de la oposición para ofrecer solo concesiones mínimas.

Estados Unidos fue percibido, por ambas partes, como indispensable para las negociaciones de 2019, pero las divisiones entre el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la administración de Trump y el Departamento de Estado complicaron la participación de EEUU en el proceso. Exfuncionarios y negociadores de la oposición señalaron tensiones claras como: los diplomáticos del Departamento de Estado apoyaron las conversaciones, pero los funcionarios del NSC solo las vieron como una forma de profundizar las divisiones chavistas.

La falta de voluntad de Estados Unidos para igualar la flexibilidad de la oposición con respecto a las sanciones le dio un poder que fue ejercido inútilmente. La idea negativa de la Casa Blanca de considerar aliviar las sanciones a cambio de nuevas elecciones mientras Maduro todavía estaba en el poder, dejó a los negociadores de la oposición con poco apalancamiento. Las nuevas sanciones estadounidenses, anunciadas en agosto de 2019, significaron una excusa para que Maduro paralizara las conversaciones, y que la oposición pusiera fin al proceso.

 

Recomendaciones para no fallar de nuevo

Ante los fallidos resultados de estas mesas de negociación, WOLA planteó en el informe algunas recomendaciones para futuros procesos de diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición. 

A continuación, algunas de ellas: 

-La mesa de negociación debe reestructurarse para incorporar aportes de un conjunto más amplio de actores. Las próximas negociaciones deberían tener una mayor paridad de género e incluir un espacio claro para consulta con organizaciones de la sociedad civil, grupos de derechos humanos y víctimas. La mayoría de los entrevistados estaban abiertos a la participación de la sociedad civil de manera indirecta, creyendo que podría servir para ampliar tanto los aportes como el apoyo a las conversaciones.

-Se considera que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega sigue siendo el mejor actor para facilitar futuras negociaciones. A medida que las negociaciones van avanzando, pueden requerir una participación más activa por parte de facilitadores para incluir propuestas de soluciones creativas a los obstáculos, y trabajar más libremente con los participantes para fomentar rutas futuras con otros actores internacionales.

-Publicar la agenda básica de cualquier negociación futura, y actualizar al público sobre su progreso, puede ayudar a inculcar confianza en el proceso, pero las conversaciones en sí deben ser confidenciales. Las negociaciones futuras deben ser informadas por el fallo de procesos previos, como las conversaciones UNASUR en El Vaticano en 2014, cuya transmisión creó incentivos perversos y redujo su eficacia.

-Una ruta hacia la reinstitucionalización, en lugar de un giro o punto de solución a la crisis de Venezuela, puede ser más apropiada. Las fuentes del gobierno de Maduro afirmaron que habitualmente están interesadas en una solución que va más allá de las elecciones que incluyan garantías para la convivencia política. Las fuentes de oposición describen una nueva apertura a un arreglo en el que las dos partes acordaron un plan a largo plazo basado en un acuerdo político para la reconstrucción de las instituciones, con incentivos como sanciones graduales y alivio de ellas adjunto a cada hito. Ambas partes requieren un enfoque a más largo plazo.

-Estados Unidos debería abandonar su enfoque de «todo o nada» para presionar, y dejar claro que el progreso en los puntos de referencia acordados puede conducir a un alivio gradual de las sanciones, que pueden revocarse en caso de incumplimiento. Fuentes de la oposición cercanas a las conversaciones de Oslo y Barbados indicaron una clara frustración con la falta de voluntad de la administración de Trump para ofrecer alivio de sanciones sectoriales, una demanda clave de los negociadores chavistas, a cambio de cualquier cosa adicional a la renuncia inmediata de Maduro.

 

Puedes leer el informe de WOLA completo aquí.

Persecución, negociaciones y elecciones
Las persecuciones obedecen a que en una dictadura del siglo XXI solo se acepta una pequeña dosis de disidencia para intentar guardar las apariencias, siempre que no ponga en peligro su usurpación del poder

 

¿Hay alguna relación entre las persecuciones recientes, la negociación entre el régimen y representantes de los demócratas, y las próximas elecciones? Según algunos, el objetivo de la dictadura es sabotear la negociación. Según otros es para desincentivar que los ciudadanos acudamos a votar. En ambos casos el argumento es que al régimen no le conviene negociar y que tampoco haya una votación masiva. Cabe preguntar ¿acaso las persecuciones, es decir los asesinatos, torturas y encarcelamientos son algo nuevo? ¿Podrían las recientes persecuciones impedir la negociación y desincentivar el voto?

¿A quiénes persiguen?

La política de este régimen es intentar perpetuarse en el poder aterrorizando a todos los sectores. Por eso atropellan a quienes defienden su propiedad, a articulistas que critican, a jueces que no se doblegan, a periodistas que informan la verdad, a políticos que luchan para restablecer la democracia, a   defensores de derechos humanos que denuncian las injusticias, a tuiteros que divulgan abusos, a manifestantes que protestan por la escasez de productos y servicios, a militares considerados peligrosos y a quienes realizan labor social.

Seleccionan a representantes de cada sector. Algunos muy conocidos, otros no tanto. Actúan como terroristas. Para perpetrar sus fechorías, los esbirros armados con fusiles cuentan con la colaboración de esbirros de toga y birrete, es decir de fiscales y jueces.

¿Les importa algo?

¿Acaso les importó dejar morir a Franklin Brito, quien solo pedía que le dieran un pedazo de papel reconociendo su derecho sobre una pequeña parcela? ¿Acaso les importó asesinar a cientos de ciudadanos durante manifestaciones pacíficas, entre ellos a José Manuel Vilas, Evangelina Carrizo, Maritza Ron, y a los jóvenes Génesis Carmona, Juan Pablo Pernalete y Rubén González? ¿Acaso les importó asesinar a ciudadanos presos como a Juan Carlos Sánchez, al capitán Acosta Arévalo y a Fernando Albán? ¿Acaso les importó torturar a la jueza Afiuni y a otros cientos de presos políticos? ¿Acaso les importó detener a miles de ciudadanos, civiles y militares, sin ninguna prueba, entre ellos a la tuitera Inés González, al comunicador social Roland Carreño, al defensor de derechos humanos Javier Tarazona, al dirigente político Freddy Guevara y al teniente coronel Igbert Marín, estos  últimos cuatro actualmente secuestrados en las ergástulas del régimen? ¿Acaso les importan los cinco millones y medios de venezolanos que tuvieron que huir del país en búsqueda de seguridad y de mejores condiciones de vida? ¿Acaso les importa la hiperinflación y la escasez de gasolina, diésel y gas? 

La negociación

A ciencia cierta nadie sabe si el régimen cederá en lo fundamental, como es permitir elecciones regionales acordes con normas internacionales de transparencia y la realización del referendo revocatorio presidencial sin trabas para la recolección de firmas, así como soltar a los presos políticos. Si no fuesen talibanes entenderían que está en su interés ceder, pero quizá se mantendrán en sus trece. Debemos apostar que sean ellos quienes se pongan en evidencia, una vez más, ante la comunidad internacional. Nada perdemos los demócratas con permanecer en la mesa el tiempo que sea necesario. Cierto que el régimen quiere ganar tiempo, pero nosotros no tenemos otra opción a mano.

Las elecciones regionales

Las elecciones tendrán lugar. A las mismas acudirá el sector rojo, los alacranes colaboracionistas y también los nuestros. ¿Cuántos de estos últimos? En estos momentos no se sabe. Hay argumentos válidos tanto para abstenernos, como para votar. El principal argumento para no votar es que eso sería reconocer al Consejo Nacional Electoral que no es independiente y a una Asamblea Nacional que lo designó y que no es legítima. Quienes quieren votar alegan que como los demócratas somos una mayoría aplastante, no importa el sesgo del CNE, siempre y cuando tengamos testigos en todas las Mesas.

Voy a votar

Voy a votar

Lo sensato sería esperar a ver si la presión internacional logra condiciones electorales acordes con estándares internacionales. Si no se logran, la dirigencia tendrá que decidir si de todos modos convocará a votar. Un punto para considerar es que, nos guste o no, ya hay candidatos en la calle que son de oposición. También, evaluar si los ciudadanos se guiarán por lo que digan los políticos. Además, si no presentamos candidatos buenos apoyados por todos, el régimen no necesitará hacer trampas. 

Las persecuciones son de vieja data y obedecen a que en una dictadura del siglo XXI solo se acepta una pequeña dosis de disidencia para intentar guardar las apariencias, siempre que no ponga en peligro su usurpación del poder.

Solo tienen relación con las negociaciones y con las elecciones en la medida en que los demócratas comamos casquillo. Quizá sea oportuno parafrasear a Churchill: “negociar y votar son las peores opciones, excepto todas las demás”.

Como (había) en botica

No estamos de acuerdo con la posible extradición de Rafael Ramírez Carreño, expresidente de Pdvsa. Hay suficientes motivos, pero en la Venezuela actual no tendría un juicio justo, como el que tiene derecho todo ciudadano. Tenemos que ser consistentes.

Solidaridad con los pueblos de Cuba y Nicaragua que exigen democracia. 

Estudios sobre Petróleos de Venezuela y la industria petrolera nacionalizada 1974-2021, es otra importante contribución del distinguido jurista Allan Brewer-Carías. Está disponible en su blog.

El coronel Rubén Darío Bustillos acaba de publicar Guerra entre narcos: el holocausto venezolano. Contiene importante información, está en Amazon. Para quienes gustan de las novelas, el abogado José Luis Méndez publicó Techos rojos, también en Amazon.

Lamentamos los fallecimientos de Alba Carreño de González, Richard Rojas, Antonio Briceño Ruíz y Norbis Africano, compañeros de Gente del Petróleo y de Unapetrol

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

20/7/21

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Las condiciones: el eterno dilema de la política
Eso que llaman las ‘condiciones objetivas’ para el cambio está dado de sobra y desde hace mucho tiempo. El nivel de vida de los venezolanos es ruinoso y no ha dejado de deteriorarse

 

@juliocasagar

El aforismo: “la política es el arte de lo posible”, no es más que la versión, en ese terreno, de la ancestral limitación humana de no poder hacer siempre lo que se quiere sino lo que se puede.

No obstante que todo eso sea cierto, no lo es menos que la política también es el arte de trasformar la realidad y no necesariamente adaptarse a ella.

Para lograr este objetivo de cambiar las cosas, los liderazgos se valen de dos herramientas: una es la voluntad y otra la organización; o dicho de una manera más plástica y quizás más poética: se valen de la voluntad organizada.

Uno de los activistas más eficaces en el diseño de la lucha por la trasformación social y la toma del poder político es un señor que, pese a todas sus promesas de redención social, terminó engrosando la galería de los tiranos de la humanidad, se trató de Vladimir Uliánov, conocido en los bajos fondos de la política como Lenin.

El personaje de marras logró diseñar un método de conquista del poder asignándole un papel a la táctica y uno a la estrategia y, además, construyendo una organización de profesionales, afincada en el seno  del pueblo, que fue el partido bolchevique. No se lo pensó dos veces y participó en las elecciones de la Duma zarista, una suerte de remedo de parlamento imperial y con unas deplorables condiciones  antidemocráticas para su elección, solo para que su partido creciera y para llevar sus ideas a todas partes.

Tampoco tuvo reparos en aceptar que los enemigos de su país lo sacaran del exilio en Suiza, lo embutieran en un tren blindado y lo despacharan a Petrogrado. Sabían los alemanes que su presencia en Rusia desestabilizaría al gobierno de los zares y debilitaría su esfuerzo bélico. Dicho y hecho. Lenin desembarcó en abril, en la propia estación se dispara un mitin y despliega las llamadas “Tesis de Abril”; lanza la consigna: fuera los ministros burgueses del gobierno y todo el poder a los soviets. El mandado estaba hecho. Eso, como dijimos, ocurrió en abril, y en octubre ya era dueño de “Todas las Rusias”, como Catalina la Grande.

Este señor que habría sido un brillante guionista de Juego de tronos, sabía cómo se asaltaba y cómo se administraba el poder; cómo se concebían y se ejecutaban las alianzas y cómo se avanzaba paso a paso hacia el objetivo. Fue él, justamente, quien diseñó la tesis de la necesidad de que concurrieran las condiciones objetivas con las subjetivas para que fuera exitosa la tarea de conquistar ese poder.

Las condiciones objetivas hacen referencia a la situación material de vida de las grandes mayorías. Él postulaba que para que hubiera un cambio, estas deberían ser penosas e insoportables para la gente.

Las condiciones subjetivas tenían que ver con el grado de organización de las mayorías, su nivel de conciencia y la dirección política.

Esta fórmula se las explicó a sus partidarios de esta forma parabólica:

“Para que haya la revolución se necesita que los de arriba no puedan seguir gobernando como antes; que los de abajo no quieran seguir siendo gobernados por los de arriba; que la mayoría de los del medio se pongan del lado de los de abajo y que haya una dirección política que guie a los que quieren un cambio”.

¿Y cómo se come esta ensaladilla rusa en Venezuela? ¿Cómo se lee el tema de las condiciones objetivas y las subjetivas que son necesarias para un cambio por aquí en estos lares?

Veamos

Eso que llaman las “condiciones objetivas” está dado de sobra y desde hace mucho tiempo. El nivel de vida de los venezolanos es ruinoso y no ha dejado de deteriorarse.

En efecto, un marciano desembarca mañana en nuestro país y seguramente vaticinaría que el régimen de Maduro no duraría ni tres días con esa situación. Sin embargo, eso no es lo que va a pasar en tres días. ¿Por qué?

Aquí caemos en el tema de las condiciones subjetivas:

El nivel de conciencia de los venezolanos para luchar por ese cambio, que en algunos momentos fue altísimo, ha sido destruido por la falta de éxito de las iniciativas para salir del régimen. Lo más parecido a nuestro estado de ánimo es (de nuevo los rusos) una montaña rusa. En ocasiones percibimos como cercano un desenlace y en ocasiones caemos en barrena y lo vemos lejano.

El nivel de organización de los ciudadanos ha sufrido igualmente un descalabro: los partidos políticos han sido desmembrados; han perdido contacto con la gente; están perseguidos. Las organizaciones civiles igualmente. Llegamos a tener un voluntariado de más de 700.000 personas que hacían colas para inscribirse para colaborar con el gobierno interino en sus inicios y ya no ni hay rastro de ello.

De manera que, entonces, podemos concluir que aunque los de arriba no pueden gobernar como antes, los de abajo no quieren seguir siendo gobernados por los de arriba y la inmensa mayoría de los del medio están igual que los de abajo, falta, sin embargo, el nivel de organización y la dirección política que nos conduzca al cambio.

Si esto es así, se supone que el liderazgo político nacional debería estar trabajando en eso. Para ello, desde esta ventanita de papel, sugerimos lo siguiente:

1. Trabajar en la unidad teniendo en cuenta que es un reclamo nacional pero que debe ser explicada. Hay que decir que la “unidad” tiene sus límites y sus fronteras. Que no podemos recibir a cualquier bicho con uñas; que los alacranes ya eligieron su camino y están del otro lado. Y que, excluyéndolos a ellos, los que quedamos deseando un cambio debemos actuar en unión a pesar de nuestras diferencias y no pretender matrimonios de velo y corona, ni unidades quiméricas.

2. Esta sinergia unitaria debería abordar las negociaciones auspiciadas por la comunidad internacional con una posición común.

3. Hay que asumir que los tiempos de la negociación y los de las elecciones regionales no coincidirán. Es imperioso aclarar las condiciones aceptables para participar y tener una posición común clara. Sobre este particular es necesario decir que este acontecimiento solo podría ayudar a crear condiciones favorables al despertar opositor si se logra un entendimiento que pueda volver a entusiasmar a nuestro votante natural y que contribuya a volver a ganar confianza en el valor del voto como instrumento de  lucha. Es cierto que tanto partidos, como sectores sociales han venido evolucionando hacia ello, pero aun no es suficiente. Falta la foto de familia; buenos candidatos con perfil de seguir la lucha hasta el objetivo final y compromiso del liderazgo de mantener el esquema de entendimiento.

No todo será miel sobre hojuelas, nunca lo será en una dictadura, pero la actual coyuntura podría permitirnos dar un paso en la dirección correcta. Aún quedan muchos más, pero, como dice la sabiduría china, “una gran marcha comienza con un paso”.

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La unidad de nuestros tormentos

@juliocasagar

Hace unos meses escribíamos en una nota, y ahora lo confirmamos: hay palabras con las que no se puede pelear en el centro del ring porque te noquean. Palabras como: paz, amor, convivencia, diálogo, entendimiento y unidad son alguna de ellas.

Tienen una carga semántica que le dan valor por sí mismas. No necesitan ponerse al lado de otras, ni adjetivarlas. Tienen buena prensa, buena reputación, son atractivas y la gente las acepta como buenas.

La nota de hoy tiene que ver con una de esas palabras. Una que nos atormenta: unidad. Reconocemos que no es fácil tratar de hacerle una disección para separar sus cosas buenas o malas porque, repetimos. Casi todas sus connotaciones son buenas.

En el caso de Venezuela, el tema de la unidad para enfrentar a Maduro, es un tema de primera importancia y lo es porque aunque pareciera evidente y de perogrullo que teniendo el régimen una evidente minoría de aceptación entre los venezolanos que no llega al 15 %, el otro 85 % que le adversa no se ha podido articular para desalojarlos del poder.

Una de las razones por las cuales hay que examinar el término unidad, es que ha sido evidente que Maduro ha logrado poner como operadores de sus planes políticos a una parte de quienes en algún momento se presentaron como sus opositores. La mayoría de ellos siguen presentándose como gente de oposición y algunos, incluso, no se ahorran críticas a los disparates de Miraflores. Por supuesto que ello forma parte del plan. Si no hablaran como oposición, no servirían a esos propósitos. Como decían los abuelos “chirulí se coge con chirulí”

La línea entre ellos y el resto de la oposición no es fácil de trazar y cometeríamos enormes injusticias si nos erigiéramos en el juez de delitos de opinión para arrogarnos la prerrogativa de decir quién es  puro y quién no lo es, como lo hacían los tribunales nazis que decretaban la pureza racial aria.

De manera que para no hacer ese papel de cazador de brujas, hay que asumir que hay gente que aunque tenga posiciones que directa o indirectamente benefician a Maduro, ellas son producto de su manera de ver las cosas y que algunos de ellos proceden de buena fe. Lo razonable sería entonces que la línea roja de separación que hay que trazar es con aquellos que ostensiblemente vendieron su primogenitura por un plato de lentejas; aquellos que resolvieron traficar con sus conciencias por unos cuantos euros que contaban detrás de las puertas de los baños y que son descaradamente agentes del régimen y sus colaboradores confesos.

Con ellos no hay unidad posible. Ellos ya escogieron su campo y cuando hablemos de esa unidad en los siguientes párrafos de esta nota, el tema no tiene nada que ver con ellos. Sencillamente no hacen falta, que se queden donde están.

Para el resto de los venezolanos, esa inmensa mayoría del 85 % de nuestros compatriotas y para el liderazgo que eventualmente lucha por conducirla es que van las recriminaciones, sugerencias y entrepituras que siguen, porque, por más vueltas que le demos el asunto, será indudablemente necesario que actuemos juntos para terminar con la pesadilla.

Veamos entonces:

Que nadie está diciendo que tenemos que jurarnos amor eterno y casarnos de velo y corona. Que ya sabemos que no somos iguales, que pensamos distinto en muchas cosas. Nadie nos está pidiendo que sellemos un pacto de sangre, ni siquiera que forjemos un acuerdo por los siglos de los siglos.

Lo que está pidiendo a gritos la gente es que nos entendamos, no a pesar de nuestras diferencias, sino con nuestras diferencias. Es que actuemos unidos porque tenemos un objetivo común que es salir del régimen que nos mal gobierna.

Es obvio que las diferencias son necesarias e indispensables para que avancen los procesos. Si no hay debate, si no hay discusión, todo se pudre como el agua estancada.

La dialéctica y el movimiento están en el origen de la existencia de todas las cosas. El organismo más pequeño que es la célula, se divide a diario y compite con otras para asegurar su existencia, pero llega un momento que tiene que convivir para formar un tejido y tiene que trabajar junto con otras células para que ese tejido forme un órgano y para que ese órgano desarrolle su función. No por esa cooperación deja de ser un organismo vivo e independiente.

Repitámoslo: hoy lo que nos pide a gritos la sociedad venezolana no es que dejemos de ser quienes somos; o que hipócritamente nos digamos que somos la misma cosa cuando no lo somos.

Lo que nos pide a gritos la sociedad venezolana martirizada, es que nos pongamos de acuerdo para desarrollar una política unitaria para enfrentar a Maduro y a su minoría.

Como ya dijimos, no es comprensible que un régimen, que no tiene más del 15 % de apoyo popular, se mantenga en Miraflores porque hay pequeñas y parroquiales diferencias; que por cálculos subalternos o simplemente por falta de miras, no nos ponemos de acuerdo para transitar un periodo de tiempo con una posición común y liderar la gran mayoría de los venezolanos, es 85 % de compatriotas que no quieren a Maduro.

¿Y sobre qué debemos ponernos de acuerdo? Pues para lo que todo el mundo decente y civilizado nos apoya: lograr una salida política.

Para tratar de conseguir ese objetivo se ha puesto sobre la mesa un nuevo proceso de negociaciones auspiciado por el reino de Noruega, que cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, Canadá y de la Unión Europea. ¿Entonces? ¿Por qué buscamos a Dios por los rincones?

Lo que tenemos que hacer es definir unos mínimos aceptables para ir a esa mesa de negociaciones. ¿Cuáles podrían ser esos mínimos? (y disculpen la entrepitura) Lo primero, lo esencial, tendría que ser la promoción de condiciones para atender la dramática y cada vez peor situación humanitaria, no solo la que deriva de la pandemia, sino la que se ha agravado por la inflación, y el caos de los servicios como el agua, la luz y el gas.

Concertarnos para hacer frente y proponer soluciones de emergencia es de primera necesidad y luego, y entrando en el terreno político, obviamente que ese acuerdo debería tratar:  libertad de los presos políticos, civiles y militares; regreso de los exiliados; habilitación de los inhabilitados; compromiso de elecciones limpias con observación internacional adecuada y un cronograma que establezca dilucidar todos los mandatos pendientes de elegir. Las fechas podrían discutirse.

¿Es todo esto muy difícil? No pareciera. Ciertamente, si sobre eso nos ponemos de acuerdo, podremos ir en mejores condiciones para negociar con la dictadura. No son cosas originales, en realidad es lo que se ha venido planteando desde hace un tiempo. Es una versión comprimida del decálogo aprobado por la AN para ir a las elecciones del 6D.

Esto tiene que ponerse sobre la mesa pronto y hay que presionar para que sepamos rápidamente cual es la respuesta del régimen sobre esas propuestas. Cuando las conozcamos deberemos abrir un debate para saber si las aceptamos o no las aceptamos.

Lo más importante es que podamos decidir conjuntamente lo que hay que hacer. Si el régimen logra batirnos al detal; si tiene éxito en dividirnos para que unos hagan una cosa y otros hagan otra (sobre todo de cara a las elecciones regionales) nos enfrentaremos a la peor de las derrotas.

Ninguno de los discursos sobre “recuperar espacios” “organizar y movilizar en medio de la campaña”, y otras afirmaciones parecidas, van a funcionar.

El régimen se saldrá con la suya. El votante natural de la oposición se quedara en su casa. No importa cuán brillante, cuan chévere, cuán buena nota sean los candidatos. Si no accionamos unidos quienes verdaderamente adversamos a Maduro, no habrá vida.

Bien nos valdría recordar a Benjamín Franklin, sabio por muchos títulos y razones y quien debió enfrentarse a la amarga realidad de la desunión de sus compañeros de ruta, y quien tuvo que recordar a sus contemporáneos: “O ACTUAMOS JUNTOS, O NOS COLGARAN POR SEPARADO”

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Mandela, beisbol y Venezuela

@juliocasagar

El año 1991, Nelson Mandela visitó Venezuela y estuvo un par de días en Valencia, donde recibió el doctorado honoris causa de nuestra alma mater, la Universidad de Carabobo. Como era natural, fue igualmente reconocido por el Gobierno de Carabobo con su más importante condecoración y fue huésped del gobernador, junto con su esposa Winnie.

Mandela fue alojado, como correspondía, en una suite del Hotel Intercontinental. El gobernador Henrique Salas Romer le ofreció allí un almuerzo y tuvo la gentileza de invitarme, junto con Asdrúbal González, secretario de Cultura y Jacobo Salas Romer, su hermano. De manera que fue un almuerzo íntimo e inolvidable.

En un momento antes del almuerzo, Mandela observaba, por una de las ventanas, los aledaños del hotel que está enclavado en una muy verde localidad de la ciudad. Enfrente hay un campo deportivo y, a los lejos, se observaban unos niños practicando béisbol. Me le acerqué y de inmediato me pidió que le explicara brevemente cómo se jugaba aquel deporte, que sin duda alguna está emparentado con el cricket que los británicos llevaron desde Inglaterra hasta su Sudáfrica natal.

Menuda tarea. Ya es difícil explicar en español cómo se juega al béisbol. Hacerlo en el idioma más hablado del mundo, que es el inglés mal hablado (así lo dice García Márquez), fue una tarea titánica.

Le advertí que se necesitan años para entender bien el juego, pero sobre todo para comprender sus reglas, la manera como se anotan las jugadas y sobre todo la estrategia. Político portentoso como era, me hizo detener en la estrategia. Le expliqué, y escuchó interesado, que a diferencia del fútbol y el básquet, que son deportes dinámicos con la pelota siempre en movimiento, el béisbol permite pausas y diálogo entre los jugadores y el mánager para ajustar las jugadas. También le interesó mucho la analogía del béisbol con el ajedrez.

No obstante, su sorpresa e interés aumentaron cuando le expliqué que en este deporte se permitía “robar” una base que no te había correspondido en la jugada con la que te embasaste. Para un venezolano que sabe jugar truco, un juego de cartas donde se pueda hacer trampas “legalmente”, es obviamente mucho más fácil entenderlo que para un sudafricano que hereda las flemáticas tradiciones deportivas de la Gran Bretaña. Aun así, traté de explicarle en qué consistía. Le divirtió mucho, al punto de que al despedirse me dijo: “Me encantó lo de robar bases”.

Es sobre el robo de base donde queremos detenernos. Luis Aparicio, nuestro Hall de la Fama, e insigne maestro de este arte peloteril, decía con muchísima propiedad: “la base no se le roba al cátcher, la base se le roba al pitcher”. En efecto, esta jugada es básicamente de sorpresa. Es una incidencia que el cátcher está viendo de frente, de manera que a él no es fácil sorprenderlo. El pitcher es quien da la espalda al corredor. Si este es hábil, se puede situar en la “zona ciega” del lanzador, puede estudiar sus movimientos y pegar el brinco inicial, que es el más importante. El cátcher puede tener buen brazo, y eso es una desventaja para el corredor; pero, cuando tira a la base, ya el 80 % de la jugada esta consumada.

En Venezuela, un país de jugadores de truco y de grandes robadores de base, no es fácil entender cómo nos ha sido complicado “cogerle el tiempo al pitcher”.

La oposición ha pasado mucho tiempo pendiente del cátcher y no del pitcher. Sus posiciones se han hecho extremadamente previsibles y, por ello, cada vez más, perdemos opciones para jugar por el banderín de la liga. Pareciera que nos conformamos con participar en la ronda eliminatoria y la inercia termina gobernándonos. Muchos jugadores se sienten bien en su “zona de confort”, bateando el average promedio de .250 y esperando la próxima temporada con la esperanza puesta de quedar en el roster.

En muchas notas anteriores, hemos hablado de la importancia de las emociones en la política y cómo tocar la tecla adecuada con políticas, imágenes, iniciativas, puede obrar el prodigio de volver a movilizar las conciencias.

Hoy día, lograr esto es capital para la oposición. Es necesario volver a lograr las fotos de la unidad; es necesario volver a poner en la agenda propuesta  políticas que nos devuelvan la iniciativa y el entusiasmo. No es verdad que, porque la gente esté en modo supervivencia, deje de luchar. De hecho, las grandes convulsiones sociales que han logrado trasformaciones de calado suelen lograrse en medio de penosas condiciones sociales y políticas.

La foto que hace falta

La foto que hace falta

Entonces, hay que dejar de ser tan previsibles y tan apostadores a que las cosas se arreglen solas. Maduro (lo hemos anotado muchas veces) es una ínfima minoría en el país. Su poder depende solo de la fuerza (que no es poco), pero se beneficia de su capacidad de dividirnos y de negociarnos al detal.

Hoy, estamos en un momento privilegiado de sorprenderlo. De regresar a un planteamiento audazmente unitario.

Es del domino público que nuestros aliados internacionales propician una nueva ronda de negociaciones. Vamos a aprender de los errores de antes y agudicemos la inteligencia, saliendo de allí y, entre nosotros, con un acuerdo que no se esperen. Que nos permita sorprenderlos, que los deje con la bola en la mano y a nosotros con un corredor más cercano al home, con la carrera del triunfo.

No es tan difícil, como para robar la base, solo hace falta decisión, jugar caribe, un manager con confianza en su corredor y un buen brinco cuando el pitcher inicie el “windup”.

Nota bene: al concluir estas líneas, Juan Guaidó ha comparecido ante los medios y ha abierto el camino para una jugada audaz. ¡Acompañémosle!

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Eddie A. Ramírez S. May 18, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Liderazgo y negociaciones
El Acuerdo de Salvación Nacional presentado por el presidente Guaidó puede ser la base de la unión y reconciliación. No perdamos la oportunidad

Cuando un equipo deportivo pierde varios partidos, pocos se molestan en indagar sobre las causas. De inmediato, los fanáticos descalifican al director técnico, obviando que a veces las derrotas son consecuencia de no disponer de recursos para contratar mejores jugadores. Alguien tiene que ser la cabeza de turco para desahogar la frustración. ¿Será este el caso de nuestro liderazgo político y de los liderados? ¿Debemos sustituirlo porque no ha logrado cumplir la promesa de sacar al usurpador Maduro? ¿El fracaso ha sido por ineptitud de los líderes o por fortalezas del usurpador? ¿Juan Vicente Gómez, Chapita Trujilo, Tacho Somoza, los Castro y otros se mantuvieron varias décadas en el poder por culpa de la oposición o porque contaron con una Fuerza Armada y un poder Judicial sumisos, y una población sometida por el terror?

Rechazo a Maduro

Las encuestas son contundentes. El rechazo a Maduro supera el 80 por ciento. Él ha pagado los errores de Chávez con las expropiaciones y estatizaciones, además de su ausencia de carisma y errores propios, quiebre de todas las empresas estatizadas, así como el desastre de los servicios de electricidad, salud, educación e infraestructura por ineptitud y corrupción, además de la hiperinflación.

Poca aceptación del liderazgo opositor

Lo anterior explica el gran rechazo a Maduro. Pero ¿cómo entender la poca aceptación del liderazgo opositor? Moisés ofreció la Tierra prometida. Tardó 40 años, pero salvo un pequeño intento de motín, el pueblo respetó su liderazgo. En nuestro caso, cometimos el error de permitir que Chávez se apoderara de las instituciones con la Asamblea Constituyente de 1999. Ese error es responsabilidad de algunos de los dirigentes actuales, pero no de los más jóvenes como Guaidó, María Corina y Leopoldo López. Quizá esa poca aceptación se deba a que tenemos la tendencia a no evaluar las fortalezas del régimen, a que el hábito de la persistencia no está muy arraigado, a la desesperación por la difícil situación socioeconómica, a cierta inclinación a descalificar por cualquier motivo, a que le prestamos atención a cualquier improvisado en política y a que las redes sociales nos convirtieron a todos en opinadores.

¿Qué hacer?

Un grupo de distinguidos ciudadanos está asomando la atractiva idea de realizar una consulta popular para legitimar el liderazgo. ¿Aceptarán los dirigentes medirse? ¿Estará interesado el ciudadano común en esa consulta? ¿Es el momento oportuno? 

 Posible negociación

Existe una duda razonable de que el régimen acepte negociar o que diga que sí, pero no ceda ni un ápice. Sin embargo, no es razonable que de inmediato algunos opositores se opongan a emprenderla.  ¿Qué se esgrime? 

1. Los moralistas: argumentan que con malandros no se negocia.  Respetamos a quienes defienden esta posición idealista, pero cabe preguntarles qué es peor, si negociar con bandidos o dejar que gran parte de la población sufra penurias.

2. Los escépticos: alegan que como los anteriores intentos fracasaron, este también fracasará y solo sería legitimar al régimen. Evidentemente, este es un argumento poco racional. Si así fuese, nunca habrían terminado las guerras.

3. Los ilusos: predican que hay otras vías, como la insurrección popular y la intervención regional. Quienes hemos estado durante muchos años en protestas de calle y hemos visto caer a valientes jóvenes y no tan jóvenes, estamos claros que esas protestas tienen sus límites en tiempo, espacio e intensidad; en cuanto a la intervención regional, está demostrado hasta la saciedad que ningún país está dispuesto a enviar sus soldados para acatar el compromiso de proteger.

4. Los optimistas: predican que una cosa es el Alto Mando corrupto y otra el resto de la oficialidad. Cierto que existe esa diferencia, pero es bueno recordar que desde que se creó el Ejército, solo el 18 de octubre de 1945 hubo un alzamiento exitoso sin intervención del Alto Mando. Es posible y deseable, pero es una incógnita que no depende de los civiles, ni de los militares retirados.

5. Los cazagüiro: están agazapados esperando cualquier traspiés del liderazgo para criticar.

 Lo sensato

Pareciera que lo sensato es no descalificar a nuestra dirigencia, a pesar de sus puntos débiles. Esperar, con todas las dudas, que haya una negociación positiva. Se conoce que hay conversaciones y que Maduro y su combo están pidiendo cosas inaceptables. Era de esperar. Cuando se inicia una negociación, las partes exigen todo, para ir cediendo gradualmente. Capriles y Eduardo Fernández no han debido reconocer de inmediato a este CNE y Picón y Márquez no han debido aceptar ser rectores, ya que eso nos debilita en la negociación.

Como dice Beatriz García, coordinadora nacional de Gente del Petróleo, “la oposición está activada, pero dividida, cada grupo se cree dueño de la verdad. No permitamos que el régimen logre su objetivo”. Si se quiere avanzar, las partes deben ir cediendo, aunque el régimen es el que tiene que ceder más, pues es quien ha violado la Constitución. El Acuerdo de Salvación Nacional presentado por el presidente Guaidó puede ser la base de la unión y reconciliación. No perdamos la oportunidad.

Como (había) en botica

Con el asalto del régimen al periódico El Nacional se le dio otro zarpazo a la libertad de expresión y a la propiedad privada. Nuestra solidaridad con su director y personal.

El secuestro de los generales retirados Ovidio Poggioli y Jorge Zedán Abudey es otra arbitrariedad por la que tendrá que responder Padrino López.

Diosdado Cabello hizo el ridículo al amenazar con llevar la guerra a territorio colombiano. La realidad es que la guerrilla de la FARC asesinó y secuestro a soldados venezolanos por una pésima operación de la Fuerza Armada de Maduro, Padrino y Ceballos.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Informe Otálvora: Movimientos para retomar negociaciones Guaidó - Maduro

La ministra de Exteriores de Noruega Ine Marie Eriksen reunida con el Secretario de Estado Mike Pompeo el 19DIC18 en Washington. Foto: Departamento de Estado.

Diversas gestiones internacionales estarían produciéndose para reiniciar las negociaciones entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro.

El diputado vicepresidente de la Asamblea Nacional Stalin González y el también negociador Fernando Martínez Mottola habrían viajado a Washington alrededor del 15OCT19. Previamente Martínez habría visitado Madrid donde habría sostenido contactos con el gobierno español. En la capital estadounidense durante esos días también habría estado una delegación noruega encabezada por Dag Nylander quien ejerce como director de la sección “Paz y Reconciliación” en el Ministerio de Exteriores de Noruega. Nylander ha sido el responsable de motorizar las negociaciones entre Guaidó y Maduro promovidas por Noruega y que fueron suspendidas el 07AGO19 tras varios encuentros celebrados en Oslo y Barbados. La delegación noruega llegó a Washington con el propósito de sostener encuentros de bajo perfil con los enviados de Guaidó y con el Departamento de Estado de EEUU. Según fuentes no oficiales consultadas en Washington, Noruega procura que EEUU apoye una nueva ronda de negociaciones entre Guaidó y Maduro. Fuentes consultadas en Caracas, conocedoras de los procesos de negociación, aseguraron que el tema de esa hipotética nueva ronda sería definir los términos para celebrar elecciones generales (presidenciales adelantadas y parlamentarias) durante el año 2020.

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Desde que las negociaciones celebradas en Barbados fueron suspendidas, la cancillería noruega ha enviado emisarios a Caracas para reuniones tanto con representantes de Maduro como de Guaidó. Ninguna de las tres partes se ha manifestado sobre una posible reanudación de las negociaciones.

El Departamento de Estado de EEUU, consultado por este Informe, no se pronunció sobre posibles encuentros con venezolanos o noruegos sobre la reanudación de las negociaciones. Gustavo Marcano, quien forma parte del equipo diplomático de Guaidó en EEUU con cargo de “ministro consejero”, fue visto junto a Stalin González el día 15OCT19, lo que hace suponer que la presencia del negociador en Washington era una actividad oficial del gobierno interino de Venezuela.  

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En la que pudiera ser su última visita a Latinoamérica en condición de Ministro de Exteriores de España, Josep Borrell viajó a Cuba y Colombia en un periplo que arrancó el 15OCT19. Borrell debería asumir el 01NOV19 el cargo de Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea por lo que su visita a La Habana se produce a dos aguas entre su actual cargo y su inminente nueva posición. Aparte de su reunión de trabajo con el canciller cubano Bruno Rodríguez, Borrell fue recibido por Miguel Díaz-Canel y su encuentro fue reseñado con gran despliegue en la primera plana de los periódicos Granma y Juventud Rebelde. Borrell prometió continuar desde el alto cargo en la UE su línea de rechazo “a la aplicación extraterritorial de las leyes de EEUU”, es decir a las sanciones que el gobierno Trump ha implementado contra el régimen cubano incluyendo la aplicación de la Ley Helms-Burton como parte del paquete de presión sobre el eje castrochavista. Borrel, en su condición de jefe de la diplomacia española, se ha mostrado contrario a la aplicación de sanciones económicas contra el régimen venezolano afirmando que prefiere las de tipo individual. Borrell igualmente confirmó un inminente y polémico viaje del rey Felipe VI a La Habana, el cual había sido ofrecido por Pedro Sánchez en su visita del 2018 a Cuba. La reanudación de las negociaciones entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro amparadas por Noruega habría sido un tema incluido por Borrell en sus conversaciones con el régimen cubano, según fuentes de la oposición venezolana. 

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Tanto el Departamento de Estado de EEUU como el aparato diplomático de Guaidó ha estado enviando numerosos mensajes públicos o reservados a la Unión Europea promoviendo una ampliación de las sanciones europeas contra el régimen de Maduro. En una carta fechada el 11OCT19 cuyo texto no ha sido hecho público, Julio Borges, el “Comisionado para las Relaciones Exteriores” de Guaidó, se dirigió a los veintiocho ministros de exteriores de la UE informándoles sobre las razones para la paralización de las negociaciones Guaidó-Maduro y pidiéndoles aumentar la presión sobre el régimen chavista. La llegada de Borrell pudiera significar una reducción de esa presión a juicio de varios operadores internacionales de la oposición venezolana.

Aunque desde Managua, Borrell ha recibido fuertes ataques por parte de Daniel Ortega quien lo acusa de actuar en alianza con EEUU. Ortega ha desatado insultos contra el español a raíz de la aprobación el 14OCT19 por el Consejo de Relaciones Exteriores de la UE de las normas para sancionar a altos jerarcas del régimen sandinista. El marco legal “establece la posibilidad de imponer sanciones específicas e individuales a personas y entidades responsables de violaciones o abusos de los derechos humanos o de la represión de la sociedad civil y la oposición democrática en Nicaragua, así como a personas y entidades cuyas acciones, políticas o actividades menoscaben de otro modo la democracia y el estado de Derecho en Nicaragua”. El 16OCT19 durante un acto de recepción de nuevos embajadores ante su gobierno, Ortega afirmó que “es una vergüenza para Comunidad Europea tener al frente de la política exterior a un personaje como Borrell, ¿Con qué seriedad se podrá hablar con Borrell?, no tiene el mínimo tacto de alguien que parece más bien enloquecido en la forma que habla, en la forma en que despotrica”.

Por cierto, Borrell incluyó en su periplo una visita el 19OCT19 a la ciudad de Cúcuta en la frontera de Colombia con Venezuela, para conocer de primera mano el impacto de la crisis migratoria venezolana en esa zona.

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En paralelo al Foro de Sao Paulo, la izquierda latinoamericana está procurando estructurar un nuevo ente referencial denominado Grupo de Puebla. Creado el 14JUL19 en Puebla, México, tiene entre sus fundadores a un grupo de políticos “socialistas” de Latinoamérica y España entre los cuales aparece el mexicano Cuauhtémoc Cárdenas, los argentinos Alberto Fernández (candidato presidencial actual), Jorge Taiana y Felipe Solá, los chilenos Marco Enríquez-Ominami, Alejandro Navarro y José Miguel Insulza, los brasileños Lula da Silva, Dilma Rousseff, Fernando Haddad y Aloizio Mercadante, los colombianos Ernesto Samper y Clara López, el paraguayo Fernando Lugo, Rafael Correa y Gabriela Rivadeneira por Ecuador, el dominicano Leonel Fernández y el español José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros. El PT brasileño, el kirchnerismo argentino, el correismo ecuatoriano, los socialistas chilenos conforman el epicentro de la operación.

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Según su primera declaración, el Grupo de Puebla se propone “construir un nuevo proyecto común aprendiendo de nuestros errores y recuperando nuestra vocación de mayorías y de gobierno”. Algunos de sus voceros ya adelantan un giro en la política continental hacia la izquierda basado en las próximas elecciones argentinas del 27OCT19 para las cuales el candidato kirchnerista cuenta con ventaja en las encuestas.

El Grupo de Puebla se mostró particularmente activo, mediante la difusión de comunicados de ataque al gobierno de Lenin Moreno, durante las violentas escenas vividas en Ecuador en las dos primeras semanas del mes de octubre. Gabriela Rivadaneira, una de las fundadoras del grupo, ingresó a la Embajada de México en Quito el 12OCT19 para solicitar asilo político. El gobierno de Ecuador señaló a los seguidores de Rafael Correa congregados en el “Movimiento Revolución Ciudadana” de haber estimulado la violencia callejera en Ecuador.

El Grupo de Puebla buscaría compensar, en cuanto a presencia en los medios, la acción del grupo de expresidente democráticos que conforman la “Iniciativa Democrática de España y las Américas” y que congrega nombres como Fernando Henrique Cardoso, Oscar Arias, José María Aznar, Felipe González, Laura Chinchilla, Sebastián Piñera, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez, Jorge Quiroga, Eduardo Frei entre otros, el cual es coordinado por el venezolano Asdrúbal Aguiar.

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El 16JUL15, el entonces presidente de Ecuador Rafael Correa, anunció que su Ministro de Exteriores Ricardo Patiño, abandonaría por un plazo de dos meses su cargo oficial. Durante esos meses Patiño tendría la tarea de organizar el aparato de acción callejera para el partido Alianza País controlado entonces por Correa. El propósito de Correa era crear mecanismos para movilizar grupos organizados hacia las calles de Quito para proteger el palacio presidencial y enfrentar violentamente a potenciales grupos opositores. Desde los “centros de la Revolución Ciudadana” Correa aspiraba a movilizar a más de diez mil militantes en un lapso de dos horas. 

El 01OCT19, Lenin Moreno anunció el fin del subsidio estatal a los combustibles como parte de un programa de ajuste económico. La medida generó dos vertientes de movilizaciones en contra. Movimientos indígenas centrados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas desplegaron su usual esquema de acción de protesta con una marcha hacia Quito. En la capital ecuatoriana y en otras poblaciones se registró el accionar de grupos claramente organizados, desvinculados del movimiento indígena, que mostraban tácticas de combate urbano en sus enfrentamientos con cuerpos policiales y militares desplegados por el Gobierno. Según la versión oficial ecuatoriana, los grupos violentos estaban directamente vinculados con el correismo.

Ricardo Patiño, el organizador del aparato de acción callejera del correismo, se encuentra fuera de Ecuador desde el mes de abril de 2019 y actualmente es beneficiario de la condición de asilado político en México. Un tribunal ecuatoriano le sigue proceso por “ instigación a la violencia contra el Estado”.

 

@ecotalvora

Tomado de Diario Las Américas