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ejecuciones extrajudiciales

Caracas Mi Convive Feb 02, 2022 | Actualizado hace 4 meses
Caracas, la ciudad de los huérfanos
El aumento de las ejecuciones extrajudiciales ha traído como consecuencia el aumento de la orfandad en el Área Metropolitana de Caracas

@miconvive

Los hijos de víctimas de ejecuciones extrajudiciales se convierten en afectados colaterales, objetos de este delito. Desde ese momento en adelante, su vida se verá obstaculizada con constantes barreras por no contar con la figura de alguno de los padres, sumado a las implicaciones emocionales de tener que lidiar con una pérdida tan trágica. Las relaciones personales, el sustento económico, la confianza en las instituciones de justicia y la escolaridad tienden a ser de las variables más afectadas en el entorno de los niños cuyos padres fueron ejecutados.

Durante el año 2021, Monitor de Víctimas registró un total de 76 ejecuciones extrajudiciales, las cuales han dejado un saldo de 73 huérfanos. Mientras que, en los casi 5 años de trabajo de Monitor de Víctimas, se ha podido contabilizar un total de 1309 jóvenes, menores de 18 años, que han quedado huérfanos a raíz de 984 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales.

2018 figura como el año en el que más niños quedaron huérfanos por presuntas ejecuciones extrajudiciales, con un total de 382 menores de 18 años huérfanos a raíz de 368 homicidios. Manteniéndose la tendencia de que por cada 10 ejecuciones extrajudiciales hay entre 9 y 11 huérfanos.

La orfandad tiene grandes repercusiones en la vida de los jóvenes. En la mayoría de los casos, los padres ejecutados representaban el único sustento económico con el que las familias contaban en el hogar.

Esto deja a la familia en una situación de crisis, en donde además toca lidiar con todas las repercusiones psicológicas que la ejecución tendrá en ellos.

A esta dura realidad se verá sometido el bebé de 3 años de José Gregorio Clemente. La familia Clemente, compuesta por la víctima, su esposa y su hijo, se encontraba caminando por El Paraíso el 12 de julio de 2021 cuando funcionarios de las FAES dispararon varios tiros dirigidos a sus costillas. Otra víctima inocente del Operativo Gran Cacique Guaicaipuro.

Los sucesos de una ejecución extrajudicial son trágicos y permanecen como un recuerdo muy oscuro en la memoria de los jóvenes. Perder a un padre de una manera tan drástica y violenta tiene mayores repercusiones psicológicas que perder a un padre en situaciones naturales.

Las consecuencias dependen de factores como la edad en la que el hijo presenció la muerte (si es que la vio o lo sacaron de su casa antes del suceso) de su padre o madre y cómo la familia decide afrontar el duelo. De 0 a 5 años los recuerdos no son tan precisos, y los familiares se pueden encargar de ello durante la crianza. Sin embargo, estos niños podrían manifestar sus preocupaciones, miedos y tristezas de una forma en la que, si no es bien atendida y a tiempo, las consecuencias a largo plazo podrían ser aun mayores.

Por otro lado, niños más grandes pueden recordar perfectamente y generar sentimientos relacionados con el dolor y la ira hacia los verdugos de su padre. La forma en la que se debe abordar el duelo de los niños siempre cambiará dependiendo de las circunstancias del suceso.

El resentimiento ahora se vuelve parte de la vida de estos hijos. Crecen con el sentimiento de que les arrebataron a alguien muy preciado. Perdieron a sus padres en manos de aquellos que juraron protegerlos.

Los operativos policiales han demostrado no ser eficientes en el control de la criminalidad; por el contrario, estos son funcionales a que ocurran hechos de uso desproporcionado de la fuerza como las ejecuciones extrajudiciales, lo que contribuye a nutrir el ciclo de violencia en la ciudad.

El duelo causado por las ejecuciones extrajudiciales es un proceso aún más difícil. Cerrar el ciclo resulta casi imposible, pues la falta de garantías para la obtención de justicia y la debilidad del sistema judicial empeoran el proceso para los familiares de la víctima.

El Estado no responde por los niños

La falta de institucionalidad y políticas públicas de protección a las víctimas solo empeora la situación. No existe apoyo por parte del Estado ni de las autoridades para ayudar a los jóvenes y a los familiares que quedan a su cuidado.

Los cuerpos de seguridad del Estado deben cumplir con sus funciones que es proteger y defender a todos los venezolanos. Respetar los valores institucionales y recuperar la confianza de las personas. Hacer cumplir la justicia según el margen de la ley y no según el juicio de aquellos con el poder.

En Caracas Mi Convive creemos que las políticas de mano dura implementadas por el gobierno no son efectivas para disminuir los índices de violencia, sino que su implementación solo empeora la situación social de Venezuela. Generan terror, pérdidas de personas inocentes y aun más desconfianza en las autoridades. La represión y el miedo infundido por estas políticas solo generan resentimiento y odio a las instituciones del país por las personas afectadas. Los derechos de las personas y en especial de los niños deben ser respetados y defendidos por cada uno de los órganos del Estado. Son derechos inalienables de todos los venezolanos.

DDHH olvidados | El asesinato de Yorman Bervecia no ha avanzado de la fase de investigación después de cuatro años
El joven Yorman Bervecia fue asesinado en mayo de 2017 durante una protesta en Barinas contra el gobierno de Nicolás Maduro por cuerpos de seguridad del Estado

@ValeriaPedicini

Yorman Bervecia apenas tenía 19 años cuando una bala le quitó la vida. Un disparo le impactó el lado izquierdo del pecho mientras se encontraba en una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro en el estado Barinas. 

Era 22 de mayo de 2017 y la manifestación había sido convocada en conjunto por el movimiento estudiantil y sectores de la oposición, en rechazo a las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente. 

Aquel lunes en la mañana, la protesta en la urbanización José Antonio Páez, en Los Pozones, cerca de un destacamento de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), estalló. Efectivos de seguridad acompañados de civiles armados salieron a reprimir y disparar contra los manifestantes.

Yorman, que había decidido unirse a la concentración, fue impactado por una de las armas de fuego. Según testigos que se encontraban en el lugar, la bala provino del contingente de funcionarios militares. 

Al muchacho lo montaron en una moto y lo trasladaron a un ambulatorio cercano. A pesar de la acción, ya era tarde: no tenía signos vitales.

Yorman fue uno de los siete manifestantes que ese día fallecieron en Barinas producto de la represión de cuerpos de seguridad del Estado. Fue la víctima número 61 tras 52 días de protestas en el país.

Las investigaciones

El mismo lunes 22 de mayo de 2017 fue comisionado el Fiscal 1 de Barinas para investigar la muerte de Yorman Bervecia, según informara el Ministerio Público en su cuenta de Twitter. 

La fiscal María Di Lorenzo, encargada de las investigaciones en 2018, le notificó a Luz Cabeza, madre del joven, que el expediente se había perdido. 

Para Luz, eso solo significaba que la justicia por el asesinato de su hijo se alejaba más y más. “¿Quién garantiza que la reconstrucción del expediente corresponda con lo que se había recabado? ¿Qué clase de respuesta es esta? Nosotros no gozamos de un sistema judicial justo, un sistema político recto; todo está corrompido, monopolizado, secuestrado. Queremos que ocurra la reparación de daños ante las pérdidas humanas, que se limpie la memoria de nuestros hijos. Pretenden borrarlo todo y no es justo, tenemos derecho a que las futuras generaciones conozcan lo que pasó aquí y lo que sucedió con nuestros hijos”, expresó a la organización Justicia, Encuentro y Perdón.

Un registro llevado por Runrun.es contabilizó 157 muertos en el contexto de protestas de 2017. El Foro Penal Venezolano, en un reporte publicado en agosto de ese año, indicó que el número total de arrestos arbitrarios fue de 5341 y hubo al menos 4000 heridos. 

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) señaló a las autoridades del Gobierno de Nicolás Maduro de haber cometido múltiples violaciones de los derechos humanos, además de constatar el uso excesivo de la fuerza de funcionarios durante las manifestaciones. Asimismo, según el Acnudh, los agentes de seguridad son responsables de al menos 46 de las muertes, de las 124 investigadas por el Ministerio Público.

Según los tipos de lesiones registradas, la Acnudh determinó que el uso de la fuerza aumentó progresivamente: el abril, personal médico mostró que los afectados fueron tratados por intoxicación por gases lacrimógenos; en mayo, las heridas fueron por impacto de perdigones, metras o tuercas; en julio comenzaron a tratar heridas de bala.

El caso pasó a estar a cargo de Henry Rico, abogado responsable de la Fiscalía Primera del Ministerio Público en Barinas, quien le dijo que necesitaba tiempo para estudiar el expediente. 

Pero eso no ha significado ningún cambio. El caso de Yorman se paralizó. No hay investigaciones, no hay avances después de más de cuatro años de su fallecimiento. 

En 2020, Luz decidió emigrar. Entre las razones, estaban las intimidaciones que habría sufrido por parte de agentes estatales desde la muerte de Yorman. Así que hizo las maletas y se fue con tres de sus cuatro hijos a Perú, donde todavía reside. 

Cuenta que no ha sido un proceso fácil. Primero por el asesinato de su hijo y luego por todos los cambios que su familia ha tenido que enfrentar tras ese hecho que lo cambió todo. “Esto ha trastocado mi vida y la de mi familia. Pensé que sería él (Yorman) quien iba a enterrar mis restos, como es ley de vida”. 

Luz quiere justicia y limpiar el nombre de su hijo. “El gobierno lo ha tildado de terrorista, malandro, delincuente y guarimbero, términos ligeros que usan los funcionarios que nos atienden en la fiscalía, sin ningún respeto ni consideración a que somos los padres de esos muchachos que nos arrebató el Estado”.

 

HRW: Gobierno de Maduro es responsable de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas
HRW denunció que en Venezuela no ha habido justicia para las víctimas de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y torturas cometidas por cuerpos policiales
Reiteraron además que en Venezuela operan grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las Fuerzas Patrióticas de Liberación Nacional (FPLN) y grupos que surgieron tras la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), mayormente en estados fronterizos

La organización Human Rights Watch (HRW) señaló que el gobierno de Nicolás Maduro y sus fuerzas de seguridad han sido responsables de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas de corta duración.

HRW indicó en su reporte mundial del año 2021 que el gobierno venezolano también ha «encarcelado a opositores, juzgado a civiles en tribunales militares, torturado a detenidos y reprimido a manifestantes».

«La falta de independencia judicial ha facilitado que estos delitos queden impunes. Las autoridades judiciales han participado o sido cómplices de los abusos», aseguró Human Rights Watch.

Según el reporte mundial, la Misión de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas sobre Venezuela ha identificado «patrones de violaciones y crímenes que eran parte de un ataque generalizado y sistemático», lo que lleva a calificarlos como crímenes de lesa humanidad.

Continúa la persecución de opositores políticos

Durante 2021, el gobierno de Maduro encarceló a opositores políticos y los inhabilitó para postularse a cargos públicos.

Según informa Foro Penal, hasta el 25 de octubre, había 254 presos políticos en Venezuela.

«Aunque algunos detenidos fueron liberados o trasladados de centros operados por servicios de inteligencia a cárceles comunes, sigue habiendo una “puerta giratoria” y nuevos críticos son sujetos a procesos penales arbitrarios», reiteró Human Rights Watch.

Una de las detenciones más comentadas fue la de Freddy Guevara, miembro del partido Voluntad Popular, el 12 de julio de 2021. El Estado alegó que Guevara, junto con pandillas, había participado en un tiroteo con policías en Caracas, en La Cota 905. Fue acusado de terrorismo, atentado contra el orden constitucional, concierto para delinquir y traición a la patria.

Estuvo incomunicado en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) hasta el 15 de agosto y fue liberado tras la primera ronda de negociaciones en México, bajo la condición de que se presentara ante la justicia cada 30 días.

En 2020, la Oficina de la ACNUDH informó sobre «presuntos casos de tortura y maltrato» que incluían golpizas con tablas, asfixia con bolsas de plástico y productos químicos, simulacros de ahogamiento, descargas eléctricas en párpados y genitales, exposición a frío extremo y estar esposado por períodos prolongados.

«De las 15.756 personas detenidas arbitrariamente desde 2014, 9.406 habían recibido libertad condicional a julio de 2021, pero seguían sujetas a procesos penales, y 872 habían sido enjuiciadas en tribunales militares, según Foro Penal», indicó el reporte mundial de HRW.

De acuerdo a Human Rights Watch, en junio de 2021, la Oficina de la ACNUDH informó que seguían ocurriendo torturas, maltratos, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias.

Ejecuciones extrajudiciales y OLP

Human Rights Watch señaló que otra de las formas de violencia que se llevan a cabo en Venezuela son las ejecuciones extrajudiciales.

HRW aseguró que entre 2016 y 2019, funcionarios de cuerpos de seguridad asesinaron a más de 19.000 personas en casos de supuesta “resistencia a la autoridad”. En junio de 2021, la ACNUDH informó que, a pesar de una leve disminución, las muertes a manos de agentes de las fuerzas de seguridad continuaban.

«Muchas de estas muertes eran consistentes con patrones de ejecuciones extrajudiciales», señaló el reporte mundial de HRW.

De acuerdo a la organización, funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), un comando de policía especializado, han «matado y torturado a residentes de zonas de bajos recursos, sembrando el miedo y ejerciendo control social sobre estos sectores».

Human Rights Watch recordó que anterior a esto, se llevaron a cabo las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), redadas llevadas a cabo por fuerzas militares y policiales en comunidades populares entre 2015 y 2017. 

«De ellas surgieron denuncias generalizadas de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, maltrato de detenidos y desalojos forzados», afirmó la organización.

Grupos armados en estados fronterizos

La organización reiteró que en Venezuela operan grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las Fuerzas Patrióticas de Liberación Nacional (FPLN) y grupos que surgieron tras la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), mayormente en estados fronterizos.

HRW denunció que en Apure, estos grupos «usan métodos brutales para imponer toques de queda, prohibiciones de cometer delitos como violación sexual, robo y homicidio» y normas que regulan las actividades cotidianas.

«Estos actos casi siempre quedan impunes, y los residentes señalan que funcionarios de cuerpos de seguridad y autoridades locales a menudo actúan en connivencia con grupos armados», dijo la organización.

De acuerdo al informe de HRW, a partir de marzo de 2021, funcionarios de cuerpos policiales cometieron «abusos aberrantes contra residentes de Apure» durante un operativo contra una disidencia de las FARC conocida como Frente Décimo Martín Villa.

«El operativo resultó en la ejecución de al menos cuatro campesinos, detenciones arbitrarias, el procesamiento de civiles en tribunales militares y torturas contra residentes acusados de colaborar con grupos armados», indicó la organización.

Continúa la impunidad

HRW denunció que en Venezuela no ha habido justicia para las víctimas de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y torturas cometidas por cuerpos policiales con el conocimiento de las más altas autoridades del país.

La Misión Independiente de Determinación de los Hechos de la ONU informó en septiembre de 2021 que las autoridades judiciales han sido cómplices de los abusos al emitir órdenes de detención para arrestos ilegales y no proteger a las víctimas de torturas.

«Los jueces permitieron que hubiera demoras procesales significativas e interfirieron con el derecho de las personas a elegir sus propios abogados», reiteró la Misión de la ONU.

El Ministerio Público informó que, entre agosto de 2017 y mayo de 2021, 716 funcionarios fueron acusados de delitos vinculados con violaciones de derechos humanos, 1064 fueron procesados, 540 detenidos y 153 condenados.

Según HRW, la Misión de Determinación de los Hechos señaló algunas discrepancias en las cifras proporcionadas por las autoridades venezolanas y concluyó que no había evidencia de que las autoridades estuvieran realizando investigaciones para determinar la responsabilidad por abusos en los niveles superiores de la cadena de mando.

Crímenes sin Castigo | Ejecuciones con maquillaje
Desde el Gobierno intentan cambiar la narrativa en torno a las muertes a manos de policías y militares. De un plumazo, desaparecieron los casos de resistencia a la autoridad

 

@javiermayorca

El 14 de enero, el director de la policía judicial, comisario general Douglas Rico, informó a través de sus redes sociales sobre los hechos que desencadenaron la muerte de Giovanny Antonio Milla Godoy.

Este hombre, apodado Giovanny Caracas, fue caracterizado por el jefe policial como un “peligroso criminal” del estado Trujillo. En específico, era buscado por el homicidio de Juan Francisco Gutiérrez Hernández, un comerciante de 36 años de edad, conocido en Valera como Juan Chalero. El 25 de octubre de 2021, informó el Diario de Los Andes, un grupo armado entró a la venta de repuestos para motocicletas que él regentaba en la avenida Bolívar y lo acribilló sin llevarse ni un tornillo. De allí que, para Rico, este fue el resultado de un sicariato, un asesinato por encargo.

Este caso quizá quedaría sepultado junto con otros cientos que suceden en todo el país, en los que individuos responsabilizados por ciertos delitos mueren en supuestos enfrentamientos con efectivos de cuerpos uniformados, civiles o militares.

Pero, en lo referido a Giovanny Caracas, hubo un detalle llamativo. De acuerdo con el jefe de la policía de investigación del país, el incidente ocurrió en el contexto de lo que denominan una “intervención legal”.

No era la primera vez que el funcionario acudía a esta expresión. El 12 de enero, hizo lo mismo al reportar sobre un supuesto intercambio de fuego entre agentes de la institución y Mario Antonio Navas García, Cuchito, en el sector La Pica de Palo Negro, estado Aragua. Al abundar en detalles sobre este suceso, afirmó que fueron colectados un vehículo y una pistola “en el lugar de la resistencia”.

Ese mismo día, 12 de enero, las unidades encargadas de recopilar y sistematizar las estadísticas en las policías de alcance nacional recibieron una escueta orden, según la cual a partir de ese momento todos los casos que anteriormente eran catalogados como “resistencia a la autoridad” serían conocidos como “intervención legal”.

Este parecería ser un detalle netamente burocrático. Pero no lo es. Hasta 2021, las estadísticas de criminalidad eran elaboradas exclusivamente en torno a delitos.

Los principales eran desde luego los homicidios, las lesiones personales, los secuestros, las violaciones sexuales, los robos y los hurtos de todo tipo, y la “resistencia a la autoridad”, que es una de las acciones ilícitas contra la cosa pública. El Código Penal la describe como el uso de “violencia o amenaza para hacer oposición a algún funcionario público en el cumplimiento de sus deberes oficiales”.

Bajo el paraguas de la “resistencia a la autoridad” tradicionalmente han colocado los homicidios perpetrados por funcionarios de cuerpos policiales o militares. En algunos de estos casos, ciertamente, el agente o militar puede ser eximido de culpa al comprobarse, mediante investigación del Ministerio Público, que actuó en legítima defensa, ya sea propia o de terceros. Pero la gran mayoría de los expedientes oculta el resultado de actos alevosos, perpetrados con ventajismo. Este ha sido uno de los puntos que mayor interés ha suscitado en cuerpos internacionales de defensa de los derechos humanos.

De acuerdo con cifras conocidas extraoficialmente, entre 2018 y 2021 fueron reportadas 18024 muertes por “resistencia a la autoridad”. Se debe aclarar que no todos los expedientes sobre este delito finalizan con el deceso del supuesto investigado. A fin de cuentas, se trata de personas que se oponen a los dictados de algún funcionario. En el estado Vargas, por ejemplo, imputan este delito a los gestores de todo tipo que reviran cuando son detectados por la Guardia Nacional en el interior del aeropuerto.

Pero estas son excepciones. El 95,6 % de los casos de “resistencia a la autoridad” instruidos en 2020 incluyó la muerte de alguna persona a manos de efectivos policiales o militares. En 2021, nueve de cada diez expedientes (90 %) catalogados como “resistencia a la autoridad” finalizaron con al menos un cadáver en la morgue.

Tarde o temprano, toda esta mortandad con barniz de legalidad llamaría la atención de los organismos que velan por los derechos fundamentales.

No solo ha sucedido aquí. También en lugares tan diversos como México y Filipinas, donde los cuerpos de seguridad se hicieron tristemente famosos por su accionar en la “guerra contra las drogas”.

Pero en el caso venezolano, esta revisión desde afuera comenzó a propósito de conflicto político, puesto que también los fallecimientos de opositores y personas críticas o incómodas al Gobierno ocasionalmente han sido ocultados bajo el rótulo de “resistencia a la autoridad”. El primer informe de la Misión de Determinación de Hechos de la ONU afirmó que el Gobierno de Maduro sigue un “claro patrón” en este sentido, al tratar de colocar las ejecuciones extrajudiciales como casos en los que las personas ofrecieron alguna oposición a las fuerzas policiales o militares.

Este documento fue emitido en septiembre de 2020, y ocasionó enorme revuelo. Más allá de las fronteras, sirvió como una especie de antesala para las decisiones que luego fueron emitidas por la fiscalía ante la Corte Penal Internacional. Y fronteras adentro, el régimen se ha visto obligado a implantar un conjunto de cambios, en una clara estrategia de control de daños.

“Ellos (en el Gobierno) están muy asustados con el tema de la Corte Penal Internacional. En algunos casos, han hecho maquillajes. Pero en otros los cambios han sido reales”, afirmó el abogado y activista de derechos humanos Marino Alvarado.

Junto con el Centro Gumilla, Alvarado hizo una evaluación de la información pública sobre muertes por resistencia a la autoridad. Concluyó que a partir de la divulgación del informe ya referido (septiembre de 2020) los totales han ido en franco descenso.

Otro hecho concreto en esta materia ha sido el desmantelamiento casi total de la Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional (FAES), señalada como la unidad que más acudía a las tácticas de “mano dura”. Esta había sido una recomendación de la alta comisionada de DD. HH. de la ONU, Michele Bachelet. Sin embargo, aclaró que la FAES todavía tiene algunos reductos en Caracas y Lara.

Hasta aquí los cambios reales. La implantación de otro nombre a los casos de “resistencia a la autoridad” entra según este experto en el área de lo cosmético.

“Esto parece un interés para generar una predisposición. De entrada, le dan “legalidad” a una intervención que pudo ser irregular. Quieren darle visos legales a muertes que pueden ser arbitrarias. Y si eso es así, ¿para qué las van a investigar? Ya de por sí los casos que se conocían como resistencia a la autoridad no eran investigados”, afirmó.

El régimen de Maduro ha dado varios pasos con el propósito de tomar las riendas de la narrativa en torno a los temas de seguridad, aprovechando la aparente quietud implantada a punta de cuarentenas. La imposición de esta nueva forma de designar el accionar letal de los cuerpos de seguridad vino precedida de otras medidas. De repente, las estructuras armadas no estatales comenzaron a ser conocidas como TANCOL, un acrónimo por “terroristas armados, narcotraficantes de Colombia” que acuñó el gobernante a partir del 30 de septiembre, cuando intervino en el aniversario del Comando Estratégico Operacional de la FANB. No es de extrañar entonces que, en los próximos días, algún funcionario obsecuente intente ganar puntos al divulgar los resultados de una “intervención legal contra una peligrosa TANCOL”.

Breves

√ Las autoridades venezolanas están decididas a no perseguir el comercio ilegal de oro. De acuerdo con cifras conocidas extraoficialmente, durante 2021 fueron iniciadas en el país casi 260 investigaciones sobre el tráfico ilícito de metales preciosos o considerados “estratégicos”. Pero ninguna de ellas tuvo que ver con las redes criminales que se nutren del oro extraído del arco minero del Orinoco.

Cuando se va al detalle de estos casos, encontramos que generalmente se trata de pequeños rateros o personas sin oficio, encontradas in fraganti cuando presuntamente sustraían cables de cobre, tubos abandonados en algún terreno de Petróleos de Venezuela, o que transportaban chatarra sin la venia de los policías y militares de turno. Nada de oro. Un informe publicado en septiembre de 2021 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calculó que en Venezuela se producen anualmente unas 75 toneladas del metal aurífero. De ellas, solo la mitad estaría entrando a las bóvedas del Banco Central de Venezuela. El resto representa lo que describieron en ese estudio como “flujo disperso”, que por definición es ilegal, y nutre las finanzas de “personas políticamente expuestas” (PEPs), estructuras armadas no estatales como las megabandas, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otros grupos terroristas.

El hecho de que semejante tráfico pase desapercibido para las autoridades formales es indicador de que, por lo menos, estamos ante una “ceguera voluntaria”, lo que viene a ser una forma de complicidad.

Esta ausencia de control tiene consecuencias. De acuerdo con el último informe del Observatorio Venezolano de la Violencia, tres de los cinco municipios con las tasas más elevadas de muertes no naturales están en las zonas mineras de Bolívar. El Callao es el más notable, con 511 por cada 100.000 habitantes. El tráfico de metales preciosos, junto con el de drogas ilícitas, alimenta los conflictos armados. Sucedió en Sierra Leona con los diamantes, en Colombia con las esmeraldas, y ahora lo vemos aquí. Nadie aprende por la experiencia ajena.

El sábado 15 de enero, la Zona Operativa de Defensa Integral del estado Apure (Zodi 31) informó sobre la llegada de refuerzos a las tropas acantonadas en la 92 Brigada Caribes del Ejército, con sede en Guasdualito. La decisión fue tomada ante el evidente brote de violencia que abarca tanto al departamento de Arauca como al estado llanero venezolano, y que suma ya más de cuarenta fallecidos. De ellos, por lo menos diez en territorio nacional. Apure se ha transformado en un territorio en disputa por grupos armados, como sucede en Bolívar y el sur de Monagas. Frente a lo cual la FAN pareciera ser un actor disminuido, con poco qué decir o hacer. En este caso, los protagonistas son el Ejército de Liberación Nacional y las disidencias de las FARC lideradas por Gentil Duarte (FARC-EP), la misma facción que en marzo de 2020 mantuvo rehenes a ocho militares venezolanos. Esta violencia se hizo notoria desde diciembre, cuando el ministro de la Defensa colombiano Diego Molano confirmó las muertes en Apure de quienes para el momento eran segundo y tercero al mando de la otra gran disidencia de las FARC, conocida como Nueva Marquetalia.

Se trata de Hernán Darío Vásquez y Henry Castellanos, respectivamente conocidos como Paisa y Romaña. Por el primero el gobierno colombiano ofreció 3000 millones de pesos en recompensa, unos 800.000 dólares al cambio actual, mientras que por Romaña el Departamento de Estado de EEUU puso sobre la mesa 2,5 millones de dólares. A pesar de lo declarado por el funcionario neogranadino, en Venezuela no existen registros ni confirmaciones oficiales sobre lo ocurrido con estos sujetos. Una situación similar a la planteada con Seuxis Paucías Hernández, alias Jesús Santrich, supuestamente ultimado en Zulia en mayo de 2021.

Al momento de cerrar esta columna, nos envían un parte elaborado por la Zodi 45 (Carabobo), el 18 de enero. Según esta minuta, la policía municipal de Los Guayos reportó que la estación de servicio ubicada en la carretera que une a esa población con Guacara fue tomada desde horas de la mañana por miembros de un colectivo autodenominado “Movimiento social y revolucionario para la defensa chavista”. Estos individuos asumieron las funciones que anteriormente eran ejercidas por militares. A las 9 a. m., continúa el parte, se presentó en el lugar un mayor del Ejército, quien admitió que había solicitado la colaboración a este grupo, a quienes catalogó de “cooperantes”. Ante esta admisión de lo sucedido, los agentes municipales se retiraron del lugar. La información sobre lo sucedido en esa gasolinera fue remitida a Crímenes sin Castigo en atención a lo afirmado en la entrega anterior, sobre las tendencias que veríamos este año en materia de seguridad ciudadana. Una de ellas, relativa a la mayor presencia de los colectivos armados en labores de vigilante, anteriormente ejercidas por uniformados.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Control Ciudadano: El CICPC es el más letal de los órganos de seguridad, seguido por la GNB y PoliCarabobo
En el mes de diciembre, 11 estados del país aparecen reseñas de personas asesinadas en presuntos enfrentamientos con cuerpos de seguridad del Estado

 

Este jueves, 6 de enero, Control Ciudadano contabilizó 51 ejecuciones extrajudiciales en el mes de diciembre, siendo el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) el organismo de seguridad con el mayor número de ejecuciones realizadas en presuntos enfrentamientos con delincuentes. A este le siguen la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía de Carabobo (PoliCarabobo).

Según el registro que publicó Control Ciudadano, el CICPC fue responsable de 16 asesinatos, la GNB (8), Comisiones mixtas (8), PoliCarabobo (7), Sipez (4), PNB (2), Sip PMC (2), Polisur (1), Polilagunillas (1) y PoliAragua (1). 

El análisis de los datos que adelanta mensualmente Control Ciudadano con información recopilada en los medios de comunicación, afirma que cada vez más se están involucrando las policías estadales y las policías municipales en esta práctica que parece ser una política de Estado. 

«En diciembre, PoliAragua, PoliCarabobo y PoliMiranda, pero también las policías de los municipios Guaicaipuro, Lagunillas y PoliSucre, entre otras, estuvieron involucradas en presuntos enfrentamientos, cuyos resultados también arrojaron asesinatos de personas», se lee en el informe.

Control Ciudadano advirtió que la participación de comisiones mixtas de policías y militares, sin determinarse claramente la línea de mando u oficial responsable de la operación, dificulta la determinación de responsabilidades, en caso de violaciones a los derechos humanos.

Sobre esto, Rocío San Miguel, presidente de Control Ciudadano, señala que “Esto forma parte de la llamada unión militar-policial que se pregona como nueva política de seguridad, cuya actuación en el mes de diciembre dejó un saldo de 08 fallecidos”.

La investigación también señaló que en 11 estados del país aparecen reseñas de personas asesinadas en presuntos enfrentamientos con cuerpos de seguridad del Estado, concretamente en: Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Carabobo, Guárico, Miranda, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa, Trujillo y Zulia. Siendo Miranda, Carabobo, Zulia, Trujillo y Bolívar, los cinco estados con la mayor incidencia de casos.

Control Ciudadano afirmó que los asesinatos cometidos por policías y militares, en el marco de operativos de seguridad en Venezuela, son pocas veces investigados o juzgados a pesar de que la mayoría de los casos  tienen características de ser ejecuciones extrajudiciales, «estimulándose un ciclo de impunidad que alienta la práctica, en un contexto de violencia cada vez mayor en el país».

Es por esto que la organización hizo un llamado al Ministerio Público para que en todos los procedimientos realizados por órganos de seguridad del Estado y componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), se adelanten las investigaciones correspondientes, que permitan determinar responsabilidades de ser el caso.

DDHH olvidados | La masacre de El Ripial sigue impune
En la masacre de El Ripial fueron ejecutadas extrajudicialmente cinco personas en el estado Apure por parte de la FANB y FAES

@ValeriaPedicini

Luz Dey Remolina, Emilio Ramírez, Ehiner Yafran Anzola Villamizar, Jeferson Uriel Ramírez y Julio César Jiménez. Los primeros cuatro eran parte de una misma familia. El quinto era panadero. Todo eso conjugado en pasado. 

El 25 de marzo de 2021 fueron asesinadas, presuntamente, por funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y de Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), pertenecientes a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), tras ser acusados de ser “guerrilleros”.

Las cinco ejecuciones extrajudiciales se perpetraron en la zona fronteriza de Apure. Las víctimas fueron llevadas con signos vitales al barrio 5 de julio de La Victoria. Pero aparecieron muertos en El Ripial

Vecinos de la zona han contado que se trató de un falso positivo en el que se asesinaron a estas personas para aparentar “eficiencia en el conflicto armado contra grupos armados irregulares” que se registró en Caracas en marzo de 2021. 

Según organizaciones defensoras de derechos humanos esta masacre se asemeja a la de El Amparo, registrada el 29 de octubre de 1988 cuando 14 pescadores fueron asesinados con el mismo propósito de aparentar una acción militar exitosa contra la subversión. 

“Pareciera que se quiere reeditar la masacre de El Amparo, un hecho similar donde las Fuerzas Armadas asesinaron a civiles y luego pretendieron decir que eran guerrilleros», indicó Javier Tarazona de Fundaredes a una entrevista en TalCual en mayo de 2021. 

Sin un registro  de las detenciones, allanamientos o los falsos positivos, es difícil tener cifras oficiales. “Llegan a las casas y sacan a los hombres, los golpean. Incluso hay personas que los han sacado, los han detenidos y les han puesto tiros de gracia”. 

Además de la ejecución de las 5 personas, perpetrada por presuntos funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la PNB, se han procesado denuncias de detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones forzadas, desplazamientos forzosos y allanamientos arbitrarios. 

Violaciones que pueden constituir crímenes de lesa humanidad

Las organizaciones Fundaredes, Provea y Fundación El Amparo condenaron a dos meses de haber ocurrido la masacre que el fiscal general designado por la constituyente, Tarek William Saab, no haya presentado avance de las investigaciones que dijo se iniciaron dos días después del suceso.

“A la fecha no hay ninguna información pública sobre el resultado del trabajo de esta dicha comisión. Un silencio absoluto que genera dudas sobre la voluntad de investigar las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Apure”, expresaron las organizaciones.

Al día siguiente de lo ocurrido, el fiscal designado por la ANC Tarek William Saab anunció que envió una comisión del Ministerio Público para investigar la masacre luego de que los familiares de las víctimas y organizaciones de derechos humanos realizaran la denuncia.

Por medio de su cuenta en Twitter dijo que en aras de “esclarecer los hechos” ocurridos en El Ripial se había enviado una comisión de la Dirección General de Protección de Derechos Humanos y la Unidad de Criminalística del Ministerio Público para practicar diligencias y experticias de investigación.

A la fecha no hay ninguna información pública sobre el resultado del trabajo de esta dicha comisión. Tarek William Saab sigue en silencio, así como el Defensor del Pueblo, Alfredo Ruíz.Un silencio absoluto que genera dudas sobre la voluntad de investigar las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Apure. 

“Hasta el momento en los sucesos de Apure, el defensor del Pueblo guarda un silencio que estremece. Así lo hizo con la masacre de La Vega. ¿Callará nuevamente? Las omisiones también generan responsabilidad ante los crímenes de lesa humanidad”, indicó Marino Alvarado, coordinador de Provea. 

Ninguno de los presuntos responsables ha sido procesado.

Entre los señalamientos del defensor de derechos humanos, menciona que se debe abrir una investigación a la cadena de mando. “Debe investigarse a quienes accionaron el gatillo, quienes dirigieron y los altos mandos militares que coordinaban las operaciones”. 

“El lamentable silencio hasta ahora mantenido por quien dirige el Ministerio Público justifica aún más las investigaciones que adelanta la Misión de Determinación de Hechos de Naciones Unidas y la Fiscalía de la Corte Penal Internacional sobre los crímenes de lesa humanidad ocurridos en Venezuela en los últimos años. La no actuación del sistema de justicia en el país impone la necesaria actuación de las instancias y mecanismos internacionales”, afirmó Provea. 

Control Ciudadano: 73 personas murieron en manos de policías y militares durante el mes de noviembre
La práctica de ejecutar presuntos delincuentes se ha convertido en una política de Estado, según la organización

 

La Asociación Civil Control Ciudadano contabilizó 73 personas fallecidas a manos de policías y militares solo en el mes de noviembre.

Según Control Ciudadano, la cifra de muertos pueden, en su mayoría, ser calificadas como ejecuciones extrajudiciales, con la presunción de la violación del derecho a la vida, la integridad personal y el debido proceso.

Según el registro que lleva la organización, el estado Sucre fue la entidad que más muertos o ejecuciones extrajudiciales registró durante el mes de noviembre con 23 casos. Le siguen Zulia (12), Monagas (6), Caracas (6), Miranda (6), Aragua (3), Bolívar (3), Carabobo (2), Barinas (2) y Falcón (1), Guárico (1) y Táchira (1). 

La presidenta de Control Ciudadano, Rocío San Miguel, señaló que “la regla de empeñamiento de los cuerpos de seguridad de Estado y de la FANB, en procedimientos de seguridad, parece ser “disparen a matar”, lo cual no es solo violatorio de la Constitución, sino que además aumenta los niveles de violencia en la sociedad”.

Fuerza mortal en aumento

Control Ciudadano afirma que el uso de la fuerza mortal para combatir la delincuencia parece ir en aumento en Venezuela, con lo cual, la legítima defensa en el ejercicio de la autoridad, parece desvirtuada, traspasando los límites legales.

Entre los organismos involucrados en ejecuciones extrajudiciales, Control Ciudadano señala que la Guardia Nacional Bolivariana aparece señalado en el 40 % de los casos, la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y Policías Regionales en 33%, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas en 27%, siendo menor la participación de otros órganos del Estado como el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

 

*Puede leer también: #MonitorDeVíctimasCaracas | Muere hombre en Plaza Venezuela en presunto enfrentamiento con el Cicpc

 

Control Ciudadano destaca que los asesinatos cometidos por policías y militares pocas veces investigados o juzgados a pesar de que la mayoría de los casos tienen características de ser ejecuciones extrajudiciales.

Llamado al Ministerio Público

La Asociación Civil, en su nota de prensa, hizo un llamado al Ministerio Público (MP) para que todos los casos de ejecuciones extrajudiciales en donde hayan estado involucrados los órganos de seguridad del Estado y componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), sean investigados y se permita determinar las responsabilidades de los casos. También a que se establezca un fondo financiero que permita reparar a las víctimas indirectas (familiares).

Codehciu denuncia 54 presuntas ejecuciones extrajudiciales en Bolívar
Los datos de Codehciu arrojaron que Caroní es el municipio con más casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales con 18

La Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) reportó que, entre enero y julio de 2021, se registraron 54 presuntas ejecuciones extrajudiciales en el estado Bolívar.

«Los hechos que revelan vulneraciones al derecho a la vida y a la integridad de los ciudadanos marcan un patrón de violencia y uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad», señala la ONG.

De acuerdo con el reporte de Codehciu, del periodo que monitorearon, mayo y julio fueron los meses más violentos.

Este monitoreo, que inició en 2018, «tiene como base la defensa de los derechos humanos y lo consagrado en el Protocolo de Minnesota sobre la Investigación de Muertes Potencialmente Ilícitas, documento de carácter internacional que sirve como norma para  lograr justicia sobre estas muertes».

Según el monitoreo, hubo cuerpos nacionales, estatales, municipales, y en ocasiones actuaciones mixtas, «involucrados en presuntas ejecuciones extrajudiciales durante los primeros siete meses del año».

 

La Policía Nacional Bolivariana (PNB) es el órgano que contabiliza más víctimas con 24. Le sigue el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) con 10.

Asimismo, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) arrojó una cifra de 6 personas ejecutadas. Las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y la Dirección de Investigaciones Penales (DIP) de la PNB registraron 3 ejecuciones cada uno.

Por último, la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) registró una víctima.

Con respecto a los cuerpos estatales y municipales: el Servicio de Investigación Penal de la Policía del estado Bolívar (Sipeb) registró 6 personas ejecutadas. Y mientras la Policía del Estado Bolívar (PEB) ejecutó a 5, Patrulleros de Caroní contabilizó solo un caso.

En los últimos meses la organización alertó sobre 2 personas asesinadas por grupos paramilitares.

Alertas

Codehciu alertó que las muertes de personas privadas de libertad son consideradas potencialmente ilícitas, ya que en los centros de reclusión es donde el Estado ejerce mayor control sobre sus vidas.

La afirmación anterior también la complementa lo que describe el Protocolo de Minnesota.

También, la ONG alerta sobre un caso ocurrido en los calabozos de la coordinación policial de Guaiparo, donde un hombre murió bajo custodia del Estado.

Los datos de Codehciu arrojaron que Caroní es el municipio con más casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales con 18. A este le siguen: Piar con 15; Angostura del Orinoco con 7; El Callao con 5; Padre Pedro Chien con 3; Cedeño con 3; Sucre con 2 y Roscio con 1 caso.

«Codehciu hace énfasis en la importancia de reconocer las ejecuciones extrajudiciales como violaciones de derechos humanos. El Estado venezolano está en la obligación de investigar estos hechos para que los familiares de las víctimas consigan justicia y reparación, además debe haber garantía de no repetición», agregan.

Nota de prensa