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Opinión

Jose A. Guerra Jul 04, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La nueva reconversión monetaria
Si agregamos los catorce ceros que le han eliminado al cono monetario (3 en 2008, 5 en 2018 y seis en 2021), la tasa de cambio se ubicaría en Bs/US$ 222.540.600.000.000.000.000, cifra literalmente impronunciable

 

@JoseAGuerra

En 2006 comenzaron los estudios en el BCV para llevar a cabo una reconversión monetaria en Venezuela, la cual se inició el primero de enero de 2008, tras una intensa campaña de promoción durante 2007 para implantar el nuevo cono monetario, cuyo lema fue “un país fuerte, una economía fuerte, un bolívar fuerte”. En esa ocasión a la familia de billetes y monedas existente le eliminaron tres ceros. Esa reconversión monetaria se presentó por parte de algunos voceros del gobierno del entonces presidente Hugo Chávez como una medida para contener la inflación.

Conviene recordar que ante la avalancha propagandística del BCV presentando esa reconversión como la panacea a la inflación, varios economistas levantamos nuestra voz diciendo que si bien era procedente realizar la reconversión debido a la desactualización del cono monetario como resultado de la inflación, era una irresponsabilidad decir que esa medida en sí misma contribuiría a detener el alza de los precios.

El esfuerzo en términos de divisas sacrificadas para sostener artificialmente la tasa de cambio durante 2010-2012 estaba reventando la economía y era cuestión de tiempo para que se hiciera visible el colapso del modelo económico. De manera que cuando muere el presidente Chávez, en marzo de 2013, la bomba de tiempo que era la economía venezolana en ese momento absolutamente desajustada, solo esperaba por un activador para que la inflación reprimida hiciera explosión. Eso comenzó a suceder a partir de 2014, cuando la economía entra en un ciclo del cual todavía no ha salido de alta inflación primero e hiperinflación después en medio de una contracción sin precedentes de la actividad económica.

Comenzó entonces un proceso paulatino de emisión de billetes de mayor valor nominal, pero no en las denominaciones requeridas debido el alza acelerada de los precios. De esta manera, ya en 2017 el billete de mayor denominación apenas representaba céntimos de dólar; lo que claramente exigía otra reconversión monetaria, en vista de la renuencia de Maduro a adoptar un programa económico con un mínimo de sensatez para detener la hiperinflación.

Así, en agosto de 2018 se aplica la segunda reconversión monetaria, consistente esta vez en la eliminación de cinco ceros al cono monetario. Como ya era evidente que el bolívar fuerte había sido una ficción, al nuevo bolívar se le agregó el adjetivo de soberano. Nos tocó señalar que esa reconversión hecha en el aire, sin ningún programa económico que lo respaldara, correría igual suerte que la 2008, pero en menos tiempo. La hiperinflación desatada a partir de 2017, pero con virulencia en 2018, pulverizó el nuevo cono monetario. Llegamos a julio de 2021 y apenas tres años después se anuncia la tercera reconversión monetaria ante el hecho evidente de que el bolívar se ha convertido en una moneda inservible.

En esta ocasión estaría planteado la eliminación de seis ceros al como monetario.

Para que se tenga una idea de lo inflado que está la economía, la tasa de cambio al 2 de julio de 2021 se situó en Bs/US$ 3.225.406. Si la reconversión monetaria se aplicase el lunes 5 de julio, la tasa de cambio sería Bs/US$ 3,23. Sin embargo, si agregamos los catorce ceros que le han eliminado al cono monetario (tres en 2008, cinco en 2018 y seis en 2021), la tasa de cambio se ubicaría en Bs/US$ 222.540.600.000.000.000.000, cifra esta literalmente impronunciable.

Para Venezuela el tema de fondo no es hacer otra reconversión monetaria sino la necesidad de implementar un programa económico, preferiblemente consensuado, para abatir  la hiperinflación y reanudar el crecimiento de la economía. En cualquier caso, la discusión pertinente tendría que ser si se termina adoptando el dólar como moneda de curso legal, con todo lo que ello implica, o si se diseña una nueva moneda nacional en el contexto de un amplio programa de reformas económicas.

4 de julio de 2021

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Arde la Escuela de Estudios Políticos de la UCV

Dos bomberos sofocan el incendio en la EEPA-UCV. Foto: @MiguelBaroneVE en Twitter (Interv. por Runrunes).

Coincido con algunos en lo metafórico que resulta ver a la universidad venezolana en llamas y precisamente las instalaciones donde se estudia a la Política

 

@dhayanamatos

Quizás pueda sonar chovinista (de hecho, no dudo que en este punto lo sea), pero ese amor rayano en el paroxismo que sentimos quienes nos identificamos como ucevistas, solo lo he visto en esta dimensión en el caso de México con la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM. Allá incluso tienen un equipo de fútbol, PUMAS, que es el orgullo hasta de quienes odian ese deporte. Parecido a lo que sienten por la Virgen de Guadalupe inclusive quienes se califican como no creyentes.

Pero volvamos a la “casa que vence las sombras” como señala la segunda estrofa del himno de la Universidad Central de Venezuela. Esa, más antigua que la República, la de los móviles de Alexander Calder, los murales de Fernand Léger, la del Pastor de Nubes de Jean Arp, la del Orfeón fundado por Antonio Estévez, la que diseñó Carlos Raúl Villanueva y fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Donde la “Tierra de Nadie” es de todas las personas. Donde estudiaron Jacinto Convit y José Gregorio Hernández; José Antonio Ramos Sucre, Uslar Pietri y Andrés Eloy.

De donde salieron las primeras mujeres graduadas universitarias en Venezuela: las hermanas Duarte (Agrimensura), María de Jesús Lión (Odontología), María Fernández Bawden (Farmacia) y Lya Imber (Medicina), como nos lo enseñó la doctora Isabel Zerpa (¡ucevista, por supuesto!) y otras mujeres que le han aportado tanto al país como Inés Quintero, Margarita López Maya, Adícea Castillo, Maritza Izaguirre, Elisa Jiménez Armas, Lilia Josefina Cruz Rodríguez y tantas más…

Esa, que nos formó a centenas de quienes hoy formamos la diáspora venezolana y nos hace sentir orgullo por lo que somos, por lo que aprendimos y nos enseñaron en sus aulas.

La UCV a quien Laureano Márquez (un politólogo ucevista prestado al humor, o un humorista politólogo, o como él se defina, aunque siempre ucevista) le escribió un Credo donde manifestó “la dicha que florece a la sombra de las horas azules del reloj (…)”. Sí, de ese reloj famoso que domina la plaza del rectorado, cerca de donde las chichas y el chichero también son una marca universitaria.

Ya resulta un lugar común señalar que la UCV pasa por el peor momento de su historia, por desidia propia y ajena.

Por una parte, sabemos que a los regímenes autoritarios, como el de Nicolás Maduro, no les conviene que la gente piense, opine, disienta, proponga, analice, debata, cuestione y critique lo que hacen los gobiernos, es decir, no les gusta la razón de ser de las universidades como centros productores de pensamientos e ideas plurales.

Corresponsabilidad de las autoridades universitarias

Por otra parte, no se puede ocultar la deficiente gestión de las autoridades universitarias. Y decir eso, no implica que no se tenga en cuenta los intentos por asfixiarla económicamente, por cortar esa autonomía por la que siempre se ha luchado; eso es innegable, pero no es lo único. Falta más por parte del equipo rectoral; más iniciativas, acciones que vayan más allá del enfrentamiento con el gobierno y se ocupen de los problemas internos. Alguien puede pensar que digo eso porque no soy yo la que tengo que dar la cara y es probable que tenga razón, pero también es cierto que en estas horas aciagas de la UCV se requiere un liderazgo sólido, que defina bien los propósitos y los intereses ucevistas.

Traigo todo esto a colación a propósito de lo que ocurrió el miércoles 30 de junio: el incendio de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos (de la EEPA como es conocida).

Si bien el incendio de cualquier instalación ucevista me entristece, en este caso aun más. No es cualquier escuela, es “mi escuela”, donde pasé tantos momentos increíbles aprendiendo y compartiendo con personas que hoy, después de más de veinte años, se cuentan entre mis amistades.

Desde ya manifiesto que no voy a pedir disculpas en caso de que a alguien le parezca una exageración o cursilería. Es probable que lo sea, pero sí sentí un gran dolor, un desgarro, una rabia inmensa de ver el fuego, a los bomberos universitarios sin agua y sin implementos para apagarlo, los mensajes por las redes pidiendo ayuda porque “la EEPA se quemaba”…

A lo que hay que agregar, como ya han señalado algunas personas, lo metafórico que resulta ver a la universidad venezolana en llamas y precisamente las instalaciones donde se estudia a la Política.

Miopía tuitera

Todo esto generó mensajes de apoyo y de rechazo. Entre ellos, quiero señalar uno de un influencer que se la da de analista político, quien parecía congraciarse con lo sucedido y manifestaba que estaba bien porque de la EEPA salía buena parte de quienes están en la actividad política.

Al leer esto, me acordé de un politólogo ucevista, el profesor Ángel Álvarez, quien fuera director del Instituto de Estudios Políticos (IEP) y mi jefe, famoso por sus comentarios inteligentes, llenos de ironía, que activan a la horda twitera que solo busca a quién atacar.

Y me acordé de él por varias razones. Una, porque como tantas otras personas estudiosas de la Ciencia Política, le explicaría al flamante “analista” que quienes estudiamos esta disciplina sabemos diferenciar lo que significa como objeto de estudio de lo que es la acción política. También le diría que probablemente su análisis político de influencer era mejor que el que podía hacer un humilde politólogo como Álvarez, especialista en temas electorales y con un PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame. ¡Vaya la ironía por delante!

En todo caso, esa confusión de “gimnasia con magnesia” del influencer solo es muestra de lo que la profesora Jacqueline Ritcher llamó en un trino “ignorancia supina” y me hizo acordar al padre Francisco Arruza (también soy ucabista), quien en clases de Lógica Jurídica en la UCAB cuando “metíamos la pata hasta el fondo”, siempre señalaba que en Oxford esas cosas no pasaban y que se trataba de “ignorancia crasa y supina”.

Ningún “nido de comunistas”

Pero allí no se queda la cosa. También se ha venido indicando desde el día del incendio que la EEPA es un “nido de comunistas”, para desprestigiar lo que allí se enseña. Y quiero hablar un poco de mi experiencia como estudiante de esta carrera.

Cuando era estudiante, las materias que cursé y el pénsum de estudio era multidisciplinar y bastante amplio. Por ejemplo, veíamos Economía en varios semestres y estudiamos a John Maynard Keynes, Friedrich Hayek y por supuesto a Karl Marx. Por cierto, en el último curso de Economía del décimo semestre, teníamos que leer El capital completo. Conservo rayados mis tres tomos de esta obra de una edición del Fondo de Cultura Económica. También recuerdo con mucho cariño y respeto a Jesús Guerra, el profesor que impartía el último curso, no solo por lo que me explicó del materialismo histórico sino por su don de gente. En definitiva, estudiamos el marxismo, pero también las corrientes liberales. En este último caso, no solo desde la economía sino desde la filosofía política. Recuerdo haber cursado un par de seminarios sobre John Rawls.

Docencias memorables

Pero aprovechando que estoy recordando cosas de la EEPA, no puedo dejar de hablar de mi gran maestra, mi querida y admirada Magaly Pérez Campos, profesora de Historia de las Ideas Políticas Modernas, que con su manera de dar clases incentivaba el estudio por este tema. Fui su pasante con otros compañeros y compañeras cuando se preparaba para su concurso de oposición para ingresar al IEP. Siempre le estaré agradecida por todo lo que me enseñó.

Unos años después, cuando hacía una maestría en Ciencia Política fuera de Venezuela, me preguntó un compañero de clases cómo yo, “subdesarrollada” (no con esas palabras claro está), estaba tan actualizada en las corrientes teóricas modernas si venía de un país atrasado (tampoco con estas palabras), le contesté como se merecía, pero en el fondo de mi corazón agradecí a Magaly Pérez Campos por lo que me enseñó.

También recuerdo a Luis Salamanca, profesor de Historia de los Movimientos Sociales Contemporáneos, quien nos enseñó La Marsellesa. Mi mente vuelve a esa época y me veo sentada en un pupitre cantando “Allons enfants de la Patrie… Le jour de gloire est arrivé…”.

Las clases de Elena Plaza de Historia de Venezuela también eran magistrales. La memoria me juega una mala pasada, pero creo que en esa época se ganó un premio de la Fundación Polar.

Me vienen a la mente mi primera clase en la EEPA con Henry Georgette, que fue excelente desde el comienzo; las de Estructuras Internacionales con Carlos Romero y un general que fumaba como una chimenea, no me acuerdo su nombre; las de Estadística con Germán Campos y Bertha; Teoría Política con Pedro Guevara; las de Organización con Ana Ortuño y Eduardo Pozo (hablar de Pozo me pone una gran sonrisa en los labios porque disfrutábamos tanto de sus salidas que estaban por encima del bien y del mal); me acuerdo cómo me jactaba de que “jamás” le llevé un café a Leandro Area, el de Psicología Social (sus clases eran a las 7 de la mañana y siempre alguien le llevaba un café) porque yo no iba a “jalarle” a nadie.

Víctima de la «izquierda caviar»

Otra, a quien no olvido, es a la profesora de Sociología, de nacionalidad italiana; se había graduado en La Sorbonne y casado con un venezolano. Era brillante, muy buena profesora, pero con esas actitudes de “izquierda caviar” que juzga sin saber la realidad de las demás personas. No me quería porque yo había entrado por prueba interna y no por el CNU, además, mi pecado no quedaba allí: yo estudiaba dos carreras a la vez y mi peor delito, la otra, Derecho, la estudiaba en la UCAB, en una universidad privada. Me imagino que, en su mente, yo formaba parte de la clase alta venezolana; si me hubiese preguntado, le hubiese contado que mi mamá era maestra y mi papá manejaba un camión, vendía queso llanero, pero que él decía que en mi casa podía faltar plata para comida, pero jamás faltaría para comprar un libro.

Esa profesora tenía un método particularmente sádico para entregar las calificaciones de los exámenes. Empezaba por quien tenía la mayor calificación, la decía públicamente y terminaba con quien tuviera la peor. Ya cuando nombraba a quienes sacaban 11 o 10, a quienes no había nombrado, comenzaban a sudar, estaban en la lista de aplazados. A mí me pasó la primera vez, cuando ya iba por 08, internamente me preguntaba ¿qué hice yo en ese examen?, mientras ella seguía con su tortura. Terminó de dar las calificaciones y no me nombró, le dije que yo faltaba y me respondió que hablábamos al final de clase, lo que hicimos.

Me dijo que mi examen estaba muy bueno y, palabras más, palabras menos, quería saber de quién me había copiado. Tal y como lo cuento. Así que ante una persona prepotente me sale ser prepotente y media, le contesté que, según su argumento, yo me estaba copiando desde preescolar y tuve que confesar que estudiaba en la UCAB. A partir de este día, siempre me llamaba la atención porque me sentaba en las últimas filas de la clase y no adelante con el séquito de admiradores.

La EEPA, una ventana a la pluralidad

Bueno, me extendí contando algo que me marcó, pero la idea era hablar de mi experiencia en la EEPA, además, ligada con mi paso como investigadora contratada por el Instituto de Estudios Políticos. Allí compartí con Rodolfo Magallanes, Gabriel Guerón, con el profesor Ángel, Magaly Pérez Campos, Estrella, Mirtha, con otras personas quienes, como yo, comenzábamos… Veíamos desde lejos a los grandes maestros como Diego Bautista Urbaneja y Miriam Kornblith, nos contaban las historias de García Pelayo, Juan Carlos Rey…

También llegué a participar (en calidad de oyente, estaba para aprender) en unos conversatorios maravillosos donde estaban Arturo Sosa, José Virtuoso, las investigadoras y los investigadores del IEP, a veces había personas invitadas y, quienes estudiábamos, lo veíamos como una oportunidad de poder estar escuchando a las maestras y a los maestros.

Y tenían distintas posturas ideológicas, comunistas, socialistas, liberales, nini, cada quien con su visión del mundo y su forma particular de enseñar. Eso es, era y será para mí la EEPA, una ventana al conocimiento, a la pluralidad y creo que, aunque la infraestructura física esté quemada, existe y existirá en la experiencia de vida de quienes transitamos por los pasillos de ese galpón.

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Humano Derecho #202 con Jessika Ramírez, de Calles Moradas
«Queremos hacer de los negocios una red de puntos morados de la ciudad, o espacios donde se defienda a las mujeres del acoso callejero»

 

@_humanoderecho

¿De qué va Calles Moradas? ¿Qué condiciones deberían reunir las calles para que la mujer se sienta más segura? ¿Qué cosas se deberían cambiar en los consejos municipales o en la legislación actual para hacer de la ciudad un espacio más seguro? Conversaremos de estos y otros temas con Jessika Ramírez de Calles Moradas, quien nos hablará acerca de todos los temas relacionados con sus proyectos.

Calles Moradas es un proyecto que busca convertir las calles de Caracas más seguras para las mujeres. Actualmente están implementando una red de negocios que ayuden a dar apoyo a quienes estén sufriendo algún tipo de violencia dentro de los espacios públicos.

La idea, comenta Jessika Ramírez, es “hacer una red de negocios de comercios y que cada representante de estos negocios sea capacitado con las herramientas para atender a mujeres que han sido víctimas de acoso callejero”.

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

Más contenido en humanoderecho.com

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Juan E. Fernández Jul 04, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Aprendiendo argentino

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

La verdad, sigo adaptándome a esta nueva vida en el sur. Buenos Aires es una ciudad maravillosa donde te encuentras un abanico de personas y de posibilidades. Gente de todas partes del mundo y de todo tipo confluyen aquí. Si usted cree que para conocer Buenos Aires, o mejor dicho la Argentina, con hablar español le basta, déjeme decirle que no es tan así.

Una de las cosas que me ha costado es el idioma. Sí, el idioma argentino. El primer choque cultural lo tuve cuando vi “Bife de chorizo” en el menú de un tarantín de comida (bueno sí, en un restaurante, lo que pasa es que quiero ponerle drama al cuento)”. Pues resulta que no es de chorizo sino de carne, es un filete. Acá comer es una proeza, pero no porque falte la comida, sino porque, por lo general, los alimentos tienen nombres que no corresponden a su realidad.

Escuche amigo lector, si usted lee en un menú “sándwich de vacío” ¿qué le viene a la mente? Un pan sin relleno ¿verdad que sí? Pues resulta que acá el vacío es un corte de carne característico del asado argentino. Para los venezolanoparlantes, el vacío es la falda de res.

Otro de los platos que me ha causado impresión es el “pollo arrollado”. Cuando lo vi escrito en el menú me pareció cruel que mataran al pollo poniéndolo en la mitad de la calle… llamé al dueño y lo encaré. Pues resulta que pollo arrollado en argentino es pollo enrollado o cordon blue de pollo.

Con el café es otro problema. Acá le dicen cortado y la primera vez que pedí uno el tipo me preguntó: ¿cortado? Y yo contesté: ¿Mire, si yo lo estoy pagando completo por qué me va a dar la mitad? No, y la verdad he pasado hambre, dígame en el desayuno. Acá hay unos cachitos (porque esa vaina es un cachito) de hojaldre que llaman “facturas”. Pues antes de descubrir lo que eran, todos los días peleaba con el panadero porque nomás al entrar el tipo me preguntaba ¿cuántas facturas quieres?

Yo lo veía con mala cara, y seguía mi camino, hasta que un día le dije:

–Hágame una sola factura, o factúreme solo lo que me coma, pero no ande usted ofreciéndome facturas de más, porque no se las pienso pagar.

En fin, por ahora me estoy manteniendo solo con choripán, que es el único alimento argentino (o por lo menos que he descubierto) que es realmente lo que dice ser, chori: chorizo y pan: pan = pan con chorizo.

En general ya le voy agarrando la caída a esta lengua latina, algo complicada.

Seguiremos informando.

Argentina

Argentina

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Antonio José Monagas Jul 03, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Tiempos de ignorancia
Los tiempos de ignorancia explican la persistente destrucción de las universidades, centros de cultura y medios de expresión

@ajmonagas

Se se viven tiempos de ignorancia, no significa que se padece de una total ausencia de conocimiento. Lo que no se tiene, o no existe, es la voluntad para aprender de los contenidos que exponen las situaciones vividas para convertirlas en condiciones de progreso y desarrollo. Por eso puede decirse que en Venezuela se viven tiempos de ignorancia. Con el agravante de que la ignorancia no para de transformarse en hechos, por lo que es peligrosamente infinita.

Pero cabe preguntarse, ¿por qué aflora la ignorancia en tiempos del siglo XXI, cuando sería obvio convivir con realidades que apuesten a todo lo contrario? Aunque suelen escucharse opiniones que justifican la ignorancia, cuesta aceptarla. La desfachatez y la obstinación envuelven a tan obtusas experiencias.

¿Por qué las realidades se prestan a jugarles espacio a tan grave contrariedad? Sucede que la ignorancia es apegada a la súplica humillante de dinero, poder y odio. Y esto la hace presumir más cercana del ejercicio político que cualquier otra enfermedad emocional del hombre.

Por dicha causa, la política, en su rancia praxis, prefiere al ignorante que al sabio, que al intelectual, que al estudioso. No solo porque este es cuestionador y prefiere la reflexión de cara a lo que percibe; sino porque el ignorante, al actuar como una veleta ante el viento, no pregunta. Solo acepta lo que mejor puede recibir sin hacer cuestionamientos que aturdan sus neuronas.

Por eso se dice que la ignorancia es atrevida. El ignorante cree saberlo todo, sin comprender ni aceptar que no sabe nada. O no más que lo que oye de las malas e improvisadas y retorcidas lenguas. Tal situación ha permitido deducir que un vulgar populista o politiquero es un gran manipulador de la oscuridad donde esculpe las realidades.

La ignorancia es peligrosa, toda vez que su ejercicio es emprendido por rapaces politiqueros para quien la intolerancia, en asociación con la envidia, es el instrumento preferido en la elaboración y toma de las decisiones.

La ignorancia en la política

Para un ignorante en el ejercicio político, cualquier cosa que cruce su pensamiento sin siquiera conocerlo, por mínimo que sea, es causal de rechazo. Solamente por el pírrico hecho de desconocer sus fuentes y esencia. Es la desgracia de vivir atrapados entre ignorantes con poder político.

Es ahí donde la ignorancia juega el primordial papel de manutención del status quo sobre el cual trabaja la politiquería desde su postura populista en plan de revancha contra el conocimiento. Y por tanto contra el desarrollo y las libertades.

He aquí una de las razones que explican la persistente destrucción de las universidades, centros de cultura y medios de expresión. Así como la persecución a organizaciones pro derechos humanos.

El peligro mayor deriva de aquellas decisiones promovidas por la ignorancia, personificada en algún alto funcionario gubernamental con el resentimiento potenciado. En Venezuela, muchos de los problemas que han abultado la crisis política desde el mismo momento en que adquiere fuerza la emergencia humanitaria, descansa en la ignorancia. Y en dirigentes que, pecando de insolentes, presumen manejarse bajo atribuciones que les confieren los altos cargos públicos, para derruir la institucionalidad del Estado y desvirtuar la idiosincrasia de la población.

Toda esta situación ha llevado a que Venezuela ande entre la anomia y la anarquía que corre por sus calles. Mientras que la ignorancia busca anclar su nave en las estribaciones de su territorio político, social y económico.  Tal es el impudor de la ignorancia y de sus agentes, que pudiera hablarse de la teoría del “ignorante atrevido”. Sobre todo, en el caso venezolano donde la ignorancia parece ocuparlo todo.

De manera que en aras de una descripción que resuma la razón de lo que tiene a Venezuela en desvergonzado y rápido retroceso, es delinear una posible teoría a partir de la cual podrían probarse las numerosas hipótesis de dicho mal.

Una primera concepción de esta posible ley, podría trazarse bajo las siguientes palabras: la sola idea que anima al hombre a aprender a diario, lo lleva a reconocer a cuanta ignorancia puede temer.

En el fondo esta conciencia es la causa que lleva al conocimiento a imponerse a la ignorancia y a su narrativa. Sobre todo, al entender que mientras la ignorancia es ámbito preferido de charlatanes y falsos predicadores, de la infamia y el sectarismo, el conocimiento puede empoderarse de los espacios abandonados por la apatía.

Acá en Venezuela todo se desmorona, cada día transcurre entre situaciones jamás concebidas. Es como una realidad donde los dinosaurios siguen vivos. Sin duda que son tiempos desesperados: tiempos de ignorancia.

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Del fin de los “protectores” al Estado comunal
Eliminar a los ‘protectores’ pero llevar el Estado comunal a su máxima expresión no representa ningún cambio. Al menos no para bien

 

@AAAD25

Uno de los problemas de ser el jugador débil en un juego político perverso es que las excusas para la participación a veces son desmentidas, no por quienes se retiraron del tablero debido al hartazgo ante la trampa, sino por el propio jugador fuerte. El que pone las reglas y las cambia de acuerdo a cada coyuntura para ser siempre el ganador, y que por tanto no necesita excusas para jugar.

La oposición prêt-à-porter acaba de experimentar esta triste consecuencia de su condición cuando Nicolás Maduro anunció la eliminación de los “protectores” estadales y municipales, aquellos personajes designados por la elite chavista para fungir como poder ejecutivo paralelo en jurisdicciones donde los candidatos del régimen salieran derrotados electoralmente.

Para justificar su mantra de que hay que “competir” siempre en las elecciones sin importar condiciones o resultados y como si se tratara de un mandato deontológico, la oposición prêt-à-porter repetidas veces desestimó semejante burla a la voluntad ciudadana, planteando que en realidad los gobernadores y alcaldes ajenos al PSUV tienen más poder que los “protectores”. Maduro echó por tierra esos malabares argumentativos cuando sentenció esta semana “que mande quien gane” a partir de noviembre. Otra maniobra más para ilusionar a las democracias del mundo con una supuesta recapacitación, a ver si así proceden al levantamiento de sanciones.

Sin embargo, no vale la pena esperar a que aquellos señores admitan la invalidez de sus excusas. Al contrario, ya algunos están celebrando como gran logro el fin de lo que ellos mismos hasta hace nada caracterizaban como insignificante. Pero, al margen del descaro, ¿estamos realmente viendo un gran avance hacia el regreso del voto libre?

Me temo que en el mejor de los casos ello sigue luciendo improbable. Porque mientras el chavismo promete acabar con los protectores, retoma la imposición del llamado “poder popular”, que no es otra cosa que la reorganización administrativa del Estado siguiendo lineamientos comunales. Comunas, consejos comunales, un parlamento comunal y, más recientemente, ciudades comunales. Para quienes genuinamente no lo recuerdan o fingen amnesia, estos entes están contemplados en un conjunto de “leyes del poder popular” aprobadas por la entonces roja rojita Asamblea Nacional en 2010. Por razones tal vez estratégicas, el chavismo congeló por más de una década el desarrollo pleno de las estructuras comunales, limitándose a la creación de consejos comunales y comunas sin extenderlos por toda la superficie nacional ni convertirlos en el reemplazo de gobernaciones y alcaldías (aunque sí han fungido como instrumentos de clientelismo y control social). Pero ahora han indicado que quieren ir más allá en esa dirección.

Créanlo o no, hay voceros de la corriente de opinión “voto o nada” desdeñando las implicaciones del desarrollo del Estado comunal como estructura administrativa paralela a las gobernaciones y alcaldías.

Según ellos, los consejos comunales, comunas, etc. son solo unas nuevas instituciones que la oposición debe conquistar con su voto, como cualquier otra. Lo que omiten por ignorancia o cinismo es que todo el “poder popular” por diseño está construido para funcionar siguiendo directrices del chavismo, sin importar quienes lo integren. No goza de la autonomía política y administrativa que en teoría tienen los entes regionales y locales contemplados en la Constitución (digo “en teoría” porque, siendo sinceros, el régimen se ha encargado de socavar considerablemente la autonomía de gobernaciones y alcaldías).

Basta con revisar la legislación pertinente. Por ejemplo, el artículo 5 de la Ley Orgánica de Comunas define a las mismas como “espacios socialistas”, cuya funcionalidad debe estar en concordancia con el “Plan de la Patria”. Asimismo, los artículos 7 y 8 de la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal dispone que el gobierno nacional sea el coordinador y financista de los “proyectos socioproductivos” (las iniciativas económicas del Estado comunal), de nuevo exigiendo concordancia con el Plan de la Patria. Me permito aclarar que no me tomo como algo literal todo este vocabulario marxistoide. Esa es la fachada ideológica para cualesquiera que sean los intereses de la elite gobernante en un momento dado, verdaderamente socialistas o no. Así que, pese a toda la retórica sobre comunas, el resultado no necesariamente será como París en 1871.

Esta es la verdadera esencia de la “democracia participativa”. No importa que traten de darle sustento filosófico en la idea atávica de democracia ateniense, en la asamblea soberana rousseauniana (concebida para comunidades pequeñas como la Ginebra natal del pensador) o en la “democracia radical” de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Al final, la ilusión de las masas en pleno legislando sin intermediarios es desdibujada por un liderazgo centralizado que establece los márgenes férreos para la acción política de dichas masas.

En nuestra realidad práctica ello supone que eliminar a los “protectores” pero llevar el Estado comunal a su máxima expresión no representa ningún cambio. Al menos no para bien. Ni siquiera si las gobernaciones y alcaldías desaparecieran del todo para dar paso a comunas y ciudades comunales. Porque el régimen seguiría contando con una estructura alterna para la administración del territorio, sea cual sea el resultado de elecciones regionales y locales.

Ya hemos visto los límites de otros pretendidos gestos de recapacitación del régimen para cambiar malas opiniones afuera. Hay dos rectores del CNE ajenos al PSUV, pero cuando uno de ellos denunció un vicio harto conocido en el sistema, voceros del régimen lo desestimaron y hasta reprendieron. A la catatónica MUD le reactivaron su tarjeta electoral, en teoría asociada al G4, pero la Contraloría General reafirmó ipso facto las inhabilitaciones de militantes prominentes de esos partidos. Así que lamentablamente mi visión para el corto plazo sigue siendo pesimista, aunque me encantaría estar equivocado.

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#ConversasDeEconomía | Subsidios y gratuidades se pagan con impuesto inflacionario
¿Por qué es crucial la autonomía del BCV para erradicar la hiperinflación y recuperar el signo monetario nacional? ¿Por qué los subsidios generan impuesto inflacionario? Ronald Balza, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCAB, responde estas y otras preguntas en nuestras #ConversasDeEconomía

 

@victoralvarezr

Al Banco Central de Venezuela se le critica que emita dinero sin respaldo para financiar el déficit de Pdvsa, Corpoelec, Hidroven y muchas otras empresas públicas que no generan ingresos ni siquiera para pagar la nómina. Esta inyección desmesurada de dinero en una economía castigada por una prolongada contracción se ha convertido en el principal factor propagador de la hiperinflación, la cual también devora el poder adquisitivo de los ingresos fiscales.

Nominalmente da la impresión de que el gobierno gasta mucho. Pero en términos reales, por la disolución del poder de compra del bolívar, termina gastando poco. En condiciones de hiperinflación, la desincronización entre el momento en el que se causan los impuestos y el momento en el que se recaudan sentencia que el poder adquisitivo del ingreso fiscal también se disuelve.

¿Qué medidas fiscales o monetarias habría que tomar para superar el círculo vicioso en el que cae un gobierno deficitario al financiarse con emisión monetaria que atiza la hiperinflación y disuelve aun más el gasto público en términos reales?

¿Por qué que se le atribuye tanta importancia a la autonomía del Banco Central para erradicar la hiperinflación y recuperar el signo monetario nacional?

El artículo 320 de la Constitución habla de un Acuerdo Anual de las Políticas para coordinar y armonizar las políticas fiscales, cambiarias y monetarias. Y, sobre esta base, lograr estabilidad de los precios, un crecimiento económico sostenido, el equilibrio en la balanza de pagos y la generación de empleo estable y bien remunerado. Sin embargo, Venezuela ostenta la siniestra triple corona de ser el país con la mayor contracción económica, la mayor hiperinflación y la mayor tasa de desempleo del mundo.

¿Qué ha pasado con la Coordinación Macroeconómica? ¿Quiénes son los responsables de diseñarla y ejecutarla? ¿Qué responsabilidad le toca a cada organismo para superar los problemas de escasez, hiperinflación y desempleo que azotan al país? ¿Cómo hacer para retomarla?

En los últimos años las premisas relativas al PIB, inflación, tasa de cambio y precios del petróleo no se han cumplido. El gasto público supera ampliamente los precarios ingresos fiscales. Pareciera que está más que clara la necesidad de llevar a cabo un ajuste fiscal y una reforma tributaria para corregir el déficit estructural de las finanzas públicas, erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario, estabilizar la economía y echar las bases para un proceso de crecimiento económico sin inflación.

Sin embargo, a los programas de ajuste suele atribuírseles un impacto antipopular al sincerar las tarifas de los servicios públicos, eliminar los subsidios, aumentar el precio de la gasolina, privatizar empresas del Estado deficitarias y liquidar entes públicos, con la consiguiente reducción de la burocracia.

En una economía exhausta y una sociedad empobrecida luego de varios años de contracción económica e hiperinflación, estas medidas de ajuste suelen ser muy mal recibidas por la población. Se convierten de hecho en el detonante de estallidos sociales que abortan los programas de ajuste económico.

¿Cuál es el margen de maniobra que realmente existe para llevar a cabo ese ajuste fiscal? ¿Por dónde se puede recortar el gasto y por dónde se pueden aumentar los ingresos? ¿Cómo hacer para que los costos de este ajuste no lo paguen los sectores más vulnerables de la población?

En el debate económico nacional, unos afirman que Venezuela ha dejado de ser un país petrolero; mientras que responden que, mientras haya petróleo en el subsuelo, seguiremos siendo un país petrolero y lo que hay que plantearse es superar la cultura rentista. Todos coinciden en que la declinante renta petrolera ya no puede ni podrá pagarlo todo y que la economía venezolana ya no será dinamizada por el motor del gasto público. Esta cuestión plantea la compleja tarea de la diversificación productiva y la ampliación de la base de recaudación fiscal.

¿Cuáles son los cambios en la naturaleza de los ingresos fiscales que sustentan este debate entre Venezuela postpetrolera o Venezuela postrentista? ¿Cómo se ha comportado el ingreso fiscal de origen petrolero versus los ingresos derivados de los impuestos que pagan los contribuyentes? ¿Por qué se habla del agotamiento del rentismo y la necesidad de avanzar hacia una nueva cultura tributaria? ¿Para superar el rentismo es necesario eliminar los subsidios a la electricidad, agua, gas, telecomunicaciones, combustibles? ¿Tendremos que pagar más impuestos? ¿Está preparada Venezuela para superar la cultura rentista?

Para responder a estas preguntas vamos a terminar la conversación que iniciamos con el profesor Ronald Balza (@RonaldBalzaG), decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el marco de la serie “Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela”.

Te invitamos a ver la segunda parte de esta entrevista en el video de YouTube Subsidios y gratuidades indebidas se pagan con impuesto inflacionario:

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Roberto Patiño Jun 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Nos vemos en la cancha
Jhonder y Carlos son apenas dos nombres entre muchos líderes sociales que reconstruyen, desde las bases, el tejido social de un verdadero poder popular que lucha por la convivencia

 

@RobertoPatino

Durante todos estos años que hemos podido acompañar y apoyar el trabajo de las comunidades a través del esfuerzo de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive, aprendimos que la violencia en los sectores populares es un proceso mucho más complejo que el reportado en las notas de sucesos. Es una situación donde los vecinos quedan a merced de pequeños grupos armados que secuestran la paz de los ciudadanos, empleándolos como escudos humanos ante un Estado incapaz de garantizar una mínima dosis de convivencia.

En comunidades pacíficas y trabajadoras, la acción de bandas criminales no solo enluta a las familias y les arrebata el derecho a la paz, sino que les va recortando espacios de convivencia, creando una nueva cartografía donde los vecinos son confinados por los códigos impuestos por la violencia.

Derecho a la paz

Derecho a la paz

Esta realidad nos ha llevado a desplegar, junto con nuestros vecinos, líderes y amigos, proyectos donde, a través de la recuperación de los espacios deportivos, se puedan reconstruir las relaciones de confianza en la comunidad ganando, de manera gradual, el pulso a las restricciones que impone la intimidación del crimen.

Ya son quince las canchas reconstruidas en Caracas, un esfuerzo que va más allá del cemento, la cabilla y la pintura. Se trata de  una iniciativa de articulación y organización de las comunidades, un proceso de estudio, trabajo, formación, que ha logrado colocar a la cancha en el rol que le corresponde: un lugar donde comienza la vida del barrio, donde nacen los proyectos comunitarios, donde debutan y crecen los nuevos liderazgos de una ciudad donde sus ciudadanos están convencidos de la necesidad del cambio y que creen en los valores de la democracia, el emprendimiento y la solidaridad.

Con esta experiencia forjada con la fuerza de una comunidad que insiste en recuperar su calidad de vida, se dio inicio a la Tercera Edición de la Copa Convive, un evento deportivo de baloncesto y futbol de sala, que ha logrado convocar a más de 400 jóvenes, entre los 9 y 21 años, que competirán en los espacios intervenidos y recuperados por Caracas Mi Convive.

Nos vemos en la cancha, por Roberto Patiño. Foto Roberto Patiño
La Copa Convive busca restaurar, desde las bases, el tejido social y empoderar a las comunidades. Foto @MiConvive

El objetivo, nos dice Jhonder, uno de los promotores de la Copa y líder involucrado en este proyecto, es visibilizar la organización de las comunidades, celebrar el esfuerzo de unos vecinos “que están demostrando que, cuando somos mejores ciudadanos, ganamos todos”. Es por eso, nos explica, que en esta edición no solo se premiarán las habilidades deportivas de los equipos, sino que habrá un reconocimiento especial a los “campeones de la convivencia”, un baremo, con criterios técnicos muy bien definidos, que medirá el espíritu deportivo de los atletas, el comportamiento de las barras deportivas y el apoyo de la comunidad a sus equipos; en definitiva, un premio a todos aquellos que se esfuerzan por ser mejores ciudadanos.

El deporte en los sectores populares es una de las vías, nos dice Carlos González, facilitador de los talleres de prevención de la violencia y líder social de El Valle, “para evitar que otros jóvenes sean seducidos por el poder que otorga el formar parte de una banda criminal; es un modo de incidir en la autoestima de los chamos y una forma de alcanzar a toda la familia”.

“Cuando un chamo está en la cancha”, nos dice, “hay una madre que no está preocupada por la vida de su hijo».

Tanto Jhonder como Carlos reconocen que el deporte no es la única forma para superar el cáncer de la delincuencia, pero no dudan en considerar que es una manera de luchar contra la violencia, “sin disparar un solo tiro”, acota Carlos, quien nos confiesa que ha quedado sorprendido por la acogida que ha tenido esta iniciativa en las comunidades. “Si ahora contamos con el apoyo de los muchachos, de entrenadores, de árbitros certificados, de líderes deportivos de 12 de las 22 parroquias que hay en Libertador, ¿tú te imaginas lo que podremos hacer el próximo año?”, se pregunta Jhonder a pocas horas de iniciarse el primer juego de la Copa.

Jhonder y Carlos son apenas dos nombres entre muchos otros líderes comunitarios, entrenadores, promotores deportivos, madres, padres y muchachos, que han emprendido un camino complejo, y quizás el menos llamativo, para hacer frente a la violencia, una vía que reconstruye, desde las bases, el tejido social de un verdadero poder popular que lucha por la convivencia pacífica. Este entusiasmo que sentimos a cada paso que nos lleva a la Copa Convive, nos confirma la vitalidad de una sociedad fuerte, organizada que, al luchar por el cambio, crea una energía que nos convierte a todos en ganadores antes de empezar el partido. 

#NosVemosEnLaCancha.

*Director de Alimenta La Solidaridad y Caracas Mi Convive

robertopatino.com

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