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Transición

¿Hacia dónde va la transición política? Por Antonio José Monagas

HABLAR DE TRANSICIÓN POLÍTICA en Venezuela, es incitar a recorrer todos los caminos posibles que se sobrepongan a ese país caracterizado por una situación política controlada por el advenimiento de una serie de equivocaciones formuladas sobe la insidia y el despotismo. Pero también, por la envidia y el egoísmo. 

Hablar de transición política en Venezuela, es salvar la brecha que se da entre un autoritarismo asociado a un militarismo salpicado de totalitarismo, y un ámbito de condiciones políticas delimitadas por el hecho que representa la consolidación de libertades y el definitivo afianzamiento de derechos humanos. Entendido esto, como la razón para avanzar hacia renovados estadios de desarrollo económico y social. 

La frase “Transición política” se convirtió en una causa política cuya fuerza renovó emociones nacionalistas. Siempre, apuntándole a legitimar condiciones que favorezcan la democratización del sistema político. Particularmente, cargadas de la fuerza necesaria para invocar las capacidades y potencialidades sobre las cuales es posible revertir distorsiones que han interrumpido el rumbo de la democracia. Pero asimismo, salvar aquellos obstáculos que detuvieron procesos de dinamización del fortalecimiento de la sociedad civil. 

Así que visto este problema desde la perspectiva de la crisis política venezolana, la ansiada transición de gobierno determinaría la orientación política sobre cuya fundamentación conjugaría esfuerzos entre el Estado y la sociedad que apuesten a superar los retos del desarrollo nacional. De esa manera, podrá dominarse el desastroso y amañado forcejeo que ha venido dándose, infortunadamente, entre la civilización y la barbarie. 

La resonante expresión que viene sonando fuertemente desde el 23-E, luego que el diputado Juan Guaidó estableciera la vía para recuperar al país de la dictadura imperante, pareciera ser la forma más expedita para actuar políticamente ante el curso de la distribución de responsabilidades que pautan el cambio de régimen político requerido para salir del estancamiento económico y social que hoy padece el país.

La estrategia política formulada entre fases: 1. Cese a la usurpación; 2. Gobierno de Transición; y 3. Elecciones libres, configuran el arreglo metodológico mejor pensado para resumir lo que compromete el proceso de lo que significa una “transición política”. Especialmente, la transición política por la que debe marchar el país político para así arribar a la necesaria democratización del sistema político nacional. 

De modo que la “transición democrática” que clama la vía política expuesta por la oposición venezolana, personificada por el presidente interino Guaidó, es la condensación operacional de lo que implica alcanzar un gobierno de transición. O sea, de la “transición política” que clama el fortalecimiento del Estado democrático y social de Derecho y de Justicia exhortado constitucionalmente. He ahí el concepto que destaca la realidad por la que atravesaría Venezuela en su ruta hacia la libertad.

En resumen, la “transición política” viene a ser un proceso de transformación cuyos actores dirigirán un proceso que no por complicado, no dejará de abordarse por todas las instancias comprometidas con el arribo de una realidad transparente que induzca el respeto necesario para erigir un verdadero pluralismo político.

Así que de lograrse que la referida frase movilice actitudes y decisiones sobre un curso político de concertación, no habrá duda alguna de la meta a la que llegará luego de iniciarse los momentos correspondientes a dicho proceso político. De ese modo, habrá plena seguridad y absoluta confianza de hacia dónde conducirá la “transición política” en Venezuela. 

Será entonces el exacto manejo de las variables, actores y agentes políticos quienes sabrán definir la ruta a trazar para después seguir el periplo trazado. En consecuencia, será posible y propio evitar que la incertidumbre amenace al aludido proceso toda vez que se actuaría con mesura y sin vacilación ante la pregunta de ¿hacia dónde va la transición política?

 

@ajmonagas

Alejandro Armas Jul 12, 2019 | Actualizado hace 3 semanas
¿Tiene sentido dialogar?

HENOS OTRA VEZ ANTE LA PALABRA que más polémicas agrias desata entre los opositores del régimen chavista: diálogo. Nuestro Caso Dreyfus, que nos divide en bandos antagónicos al parecer incapaces de, irónicamente, dialogar entre ellos con respeto y altura. Estamos obligados a ser “beatas colaboracionistas” o “guerreros del teclado mayameros”. Raro es conseguirse con una evaluación desapasionada de los intentos de establecer una negociación que ponga fin a la agonía venezolana. Pero el esfuerzo vale la pena y es lo que la edición presente de esta columna se propone.

Comencemos con una pregunta sencilla. ¿Es siquiera ético dialogar con la élite chavista? Uno de los cuestionamientos más recurrentes a las conversaciones es el enunciado de que “con criminales no se dialoga” (la palabra “criminales” puede ser reemplazada por cualquier variante que denote un delito específico). Vista desde una perspectiva moral convencional, el planteamiento es axiomático. En cambio, en nuestro contexto sucede algo distinto. La acción política, que naturalmente afecta a millones de personas con diversos intereses, tiene una moral propia que a veces exige sacrificios a la moral tradicional si con ello se consigue el bien común, como argumentó Maquiavelo. Además, en la política el poder es mucho más importante que el deseo, aunque el segundo sea justo y noble. Una ambición política enorme, como lo es un cambio de régimen fugaz y extremo, requiere un poder igualmente enorme. Nadie que se involucre en la política es ajeno a estas consideraciones sobre ética especial y capacidades. Hasta la mayor potencia militar del planeta y un gran promotor de la democracia liberal debe hacerlas. El ejemplo de las negociaciones entre Washington y Hanoi, al calor de los bombardeos de napalm y mientras el Vietcong cometía atrocidades, es a menudo citado (no es casual que Henry Kissinger haya sido un notable practicante de la realpolitik maquiavélica). Más recientemente vemos al gobierno de Donald Trump dialogando con los talibanes en Afganistán, aunque nadie ha olvidado el horror que estos fanáticos religiosos impusieron a sus conciudadanos en los años 90. En conclusión, dialogar con sujetos de naturaleza perversa puede ser ético en algunas circunstancias.

Léase bien: en algunas circunstancias, lo cual nos lleva al caso específicamente venezolano, ya superada la cuestión general. En efecto, las experiencias ajenas no implican que sea correcto dialogar con el chavismo hoy. Si estamos dispuestos a negociar con el régimen pese al sinfín de hechos por los que es responsable, la única excusa es que por esa vía se llegará al bien común, que en este contexto es la transición democrática para Venezuela. Pero eso es especular. Aunque muchos aparentemente tienen el don de la clarividencia, pues afirman sin temor a equivocarse lo que va a ocurrir, el autor de estas líneas reconoce, muy avergonzado, no contar con tales facultades. Me tomo la libertad de hablar por todos quienes no gozamos de las habilidades de Casandra y digo pues que nos es imposible saber si una negociación puede precipitar la transición que tanto nos urge.

Afortunadamente, aunque no podemos ver el futuro, sí podemos ver el pasado. En tal sentido, el panorama no es nada alentador. Diálogos hubo en 2014 y 2017 que no se tradujeron en ninguna ganancia para la causa democrática. El régimen siempre estuvo indispuesto a hacer concesiones que comprometieran tu permanencia en el poder y solo accedió a liberar a varios presos políticos, cuyas celdas pronto fueron ocupadas por otros. Por ello, es totalmente razonable ser escéptico sobre la ronda actual. No obstante, para hacer una comparación completa es indispensable tener cuenta las circunstancias que rodearon las experiencias pasadas y contrastarlas con las de hoy. Hay varias diferencias importantes.

Es indiscutible que el régimen atraviesa actualmente un cúmulo de dificultades sin precedentes. La más notable sin duda es la presión internacional. Si bien una parte sustancial de la comunidad internacional acompañó los procesos de diálogo anteriores, nunca antes la inmensa mayoría del mundo democrático había desconocido la legitimidad del régimen chavista. Los ingresos de la elite gobernante se han visto afectados enormemente por sanciones que comprometen su capacidad para vender los recursos naturales que controlan (petrolíferos, auríferos, etc.). Las exportaciones de dichos recursos han sido en las últimas dos décadas una de las mayores fuentes de fondos, si no la principal, para distribuir entre los miembros de la cúpula y los entes que la mantienen en el poder (sobre todo las FF.AA.). Sencillamente, gobernar Venezuela podría dejar de ser el oficio extractor de riqueza que ha sido hasta ahora. Y sus beneficiarios tienen pocos sitios atractivos en donde invertir, debido a las sanciones individuales.

Mientras tanto, un régimen que ha desechado la legitimidad democrática para imponerse mediante la represión y el miedo está sufriendo deserciones importantes en las FF.AA. y sus organismos de inteligencia, los principales responsables de las maniobras coercitivas. Es obvio que no reina la calma en los cuarteles. De lo contrario, no habría tanto oficial detenido y acusado de conspirar. En abril ni más ni menos que el jefe del servicio civil de inteligencia, él mismo un militar, le dio la espalda al régimen y se convirtió en pieza clave de un alzamiento que, aunque fracasó, fue el más grave que el chavismo ha experimentado desde 2002. Cabía esperar una limpieza profunda del Sebin para purgarla de cualquier elemento sospechoso luego de una falla tan grande. Aun así, un par de semanas más tarde se produjo la fuga de Iván Simonovis, uno de los presos políticos más notables, que era custodiado por el Sebin. El mismo prófugo ha dicho que agentes de seguridad colaboraron con su huida.

Nada de esto estaba presente en 2014 o en 2017. La incertidumbre sobre su futuro rodea a los miembros del grupúsculo en el poder. Incertidumbre que es la madre del miedo, aunque frente a las cámaras haya esfuerzos (no siempre exitosos, por cierto) de lucir inmutable. No es descabellado suponer que, impulsados por temores a un desenlace peor, los cabecillas del régimen vean en una salida negociada el camino indicado.

Ojalá la historia terminara aquí, pero no es el caso. La elite chavista bien pudiera atrincherarse, esperar mantener bajo control el descontento entre los ejecutores de su voluntad y resistir los efectos de las sanciones aunque ello represente una pérdida enorme en sus tratos y en su calidad de vida. Por lo tanto, confiar ciegamente en que las nuevas circunstancias precipitarán una transición negociada es ingenuo. Con semejante falta de garantías, queda en el aire la pregunta sobre la conveniencia o inconveniencia de las negociaciones. Considerando todo lo anterior, opino que reabrir ese canal solo tiene sentido si se articula con las diferencias formas de presión internacional, bien sea para crear consenso entre los aliados sobre la indisposición del régimen ha hacer concesiones y así alentar la consideración de otras vías, o emplear hipotéticas formas de presión que no conozcamos para obtener concesiones.

Desde luego, la articulación exige cohesión estratégica con los aliados internacionales y sobre todo con aquellos con mayor capacidad para presionar. Por eso preocupa que recientemente ha habido manifestaciones de frustración con las conversaciones por parte de dos aliados de primer orden: los gobiernos de Estados Unidos y Colombia. La semana pasada John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump y uno de los funcionarios más públicamente pendientes de Venezuela, afirmó en un tuit que “no puede haber diálogo de buena fe con Maduro”. En cuanto a Bogotá, este domingo Marta Lucía Ramírez, vicepresidente colombiana, cuestionó la reanudación de las negociaciones, también vía redes sociales. Al cabo de unas pocas horas borró el tuit. Si no lo hizo por decisión propia, ello indica que el presidente Iván Duque (único por encima de Ramírez en la jerarquía ejecutiva) no comparte su punto de vista o al menos ve imprudente expresarlo. Igualmente, si tenemos en cuenta que Trump más de una vez se ha opuesto a sus asesores de política internacional, el mensaje de Bolton no necesariamente refleja lo que su jefe tiene en mente. Empero, ambas señales preocupan.

Cualquier desavenencia en torno al diálogo podría aclararse mediante la ronda de consulta con líderes internacionales anunciada por Juan Guaidó hace dos semanas, sin que se haya vuelto a mencionar nada al respecto en público desde entonces. Son discusiones como esas las que permiten hallar un lugar para el diálogo en la estrategia para lograr el cambio, o cerrarlo definitivamente.

@AAAD25

La difícil transición pacifica y democrática ante el muy poderoso dinero sucio venezolano, por Nelson Bocaranda

ESTE ARTÍCULO EDITORIAL DE The Washington Post conecta con un profundo trabajo de dos catedráticos estadounidenses Douglas Farah y Caitlyn Yates de IBI Consultants para la National Defense University. Nos da luces sobre la complejidad del tejido criminal montado durante los gobiernos de Chávez y Maduro en estos 20 años de “revolución bolivariana”.

Me interesó, y por eso lo comparto con nuestros lectores, pues pareciera servir, con datos reales y precisos, para ir definiendo la terrible y posible denominación de Venezuela como  “Estado Forajido”. Prende las alarmas a todos los niveles globales. Angustia compartida ante una difícil transición pacífica. Preocupa a los países vecinos y mucho más a los “socios” involucrados. Algunos ya detectados, otros ya comprometidos cantando y los terceros listos para el “bel canto” , bien de uniforme o de civil:

 

La verdaderes razón por la cual Maduro sobrevive: el dinero sucio

 

En Venezuela, la administración de Trump necesita retroceder. Los venezolanos son los perdedores en el conflicto político entre el gobierno y la oposición, y Estados Unidos lo está empeorando. (Joshua Carroll, Kate Woodsome / The Washington Post)

 

Por Jackson Diehl, sub-director de la página Editorial de The Washington Post

12 de mayo de 2019.

“Cuando se les pidió que explicaran por qué sus esfuerzos por derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, se han quedado cortos, los funcionarios de la administración de Trump suelen citar la influencia siniestra de Cuba y Rusia, que dicen ha endurecido la resistencia del régimen. De lo que no hablan tanto es un factor posiblemente más importante: el Cartel de los Soles. Ese término colorido se refiere a la red de tráfico de drogas que cada año transporta cientos de toneladas de cocaína colombiana desde los aeródromos venezolanos a América Central y el Caribe para su distribución final en los Estados Unidos y Europa, y eso incluye a algunos de los funcionarios de mayor rango en el régimen de Maduro. Estos hombres no se aferran al poder porque son verdaderos creyentes en el socialismo, o por su lealtad a Vladimir Putin y Raúl Castro. Se aferran porque, a pesar de la implosión económica de Venezuela, todavía están cosechando millones, y es probable que se encuentren encarcelados en Venezuela o los Estados Unidos si se alejan de su país. El tráfico de cocaína es solo una de las muchas actividades delictivas en las que está inmersa la élite de la «revolución bolivariana» de Hugo Chávez. También hay minería ilícita de oro y hierro; ventas fraudulentas de petróleo; los beneficios de las importaciones de alimentos y medicinas; y el comercio de divisas corruptas. Maduro y todos los que están cerca de él, incluyendo a su esposa, su No. 2 y los ministros del Interior y de la Industria, están a su altura.

Aunque tanto el gobierno de Trump como los defensores extranjeros de la extrema izquierda de Maduro prefieren describir la crisis venezolana en términos políticos, la realidad es que el régimen es menos un gobierno, mucho menos socialista, que una pandilla criminal. Eso tiene dos consecuencias que complican su eliminación.

Primero, el dinero que está obteniendo de la actividad criminal está sirviendo como un apoyo que le permite sobrevivir a las sanciones de los Estados Unidos.

Quizás lo más importante es que la contaminación tóxica en casi todos los altos funcionarios hace que sea mucho más difícil seguir las fórmulas habituales para una transición pacífica, incluida la creación de un gobierno de transición y la amnistía para aquellos que renuncian.

El colapso de la economía regular de Venezuela ha creado una grave escasez de alimentos, agua, medicinas y energía, y ha provocado que más del 10 por ciento de sus 30 millones de personas huyan del país. Sin embargo, los ingresos ilícitos que se están derramando para la camarilla de Maduro parecen estar aumentando. Un reciente informe de CNN dijo que los vuelos de drogas desde Venezuela habían aumentado de aproximadamente dos por semana en 2017 a casi todos los días en 2018; citó a un funcionario de los Estados Unidos diciendo que este año se habían realizado hasta cinco vuelos por noche. En el 2018, se calcula que se traficaron a través de Venezuela 265 toneladas de cocaína colombiana, con un valor de venta de $ 39 mil millones, según el informe.

Otro nuevo estudio preparado para la Universidad de Defensa Nacional por Douglas Farah y Caitlyn Yates encontró que incluso mientras el régimen de Maduro vendió 73 toneladas de oro en Turquía y los Emiratos Árabes Unidos el año pasado para recaudar efectivo, sus reservas crecieron en 11 toneladas, el resultado probable de la minería ilegal de oro, incluso por grupos rebeldes colombianos con sede en Venezuela y aliados con el régimen. Esas ventas podrían haber recaudado cerca de $ 3 mil millones, más que suficiente para financiar las fuerzas de seguridad y los grupos paramilitares aún leales a Maduro.

Farah y Yates describen el régimen venezolano como parte de una red regional que denominanEmpresa Criminal Conjunta Bolivariana, un «consorcio de estados criminalizados y actores no estatales». Identificaron 181 individuos y 176 empresas en 26 países vinculados a la actividad criminal venezolana. Gracias a esta empresa, dicen, “el régimen de Maduro no se ha derrumbado y puede que no durante un período de tiempo significativo… «La capacidad de la red para adaptarse y diversificar su cartera criminal significa que el dinero continúa fluyendo hacia los cofres del régimen».

En teoría, la oposición venezolana, el gobierno de Trump y otros que buscan sacar a Maduro podrían resolver perdonar todo esto. La oposición ha hablado sobre la amnistía para los líderes militares que denuncien el régimen y la semana pasada, el Departamento del Tesoro levantó las sanciones al jefe de inteligencia de Venezuela luego de que desertara el 30 de abril.

Sin embargo, como cuestión práctica, es difícil imaginar a la mayoría de la mafia de Maduro simplemente alejándose del poder. Al menos dos de sus capos han sido acusados por grandes jurados federales de los Estados Unidos. Otro, el ex general Hugo Carvajal, desertó a España el mes pasado, y fue encarcelado rápidamente en una solicitud de extradición de los Estados Unidos. Se enfrenta a cargos federales de contrabando de cocaína.

Algunos líderes de la oposición y gobiernos extranjeros esperan negociar una administración de transición que incluya figuras del régimen. Pero, como dijo la veterana activista de la oposición María Corina Machado a The Post, “no se puede tener a los capos de la droga. . . no puede haber individuos que formen parte de la mafia en el tráfico de oro, el tráfico de petróleo y el tráfico de gasolina o las mafias de alimentos ”. Eso, por desgracia, puede excluir a casi todos los que tienen el poder de lograr un cambio pacífico en Caracas”.

 

Hasta aquí el editorial.

 

El detallado trabajo del que habla Diehl elaborado este mes de mayo por Douglas Farah y Caitlyn Yates, de IBI Consultants,LLC para la National Defense University, es contundente en su investigación. Las pesquisas incluyen desde movimiento de dinero en diferentes monedas y en variados países hasta las empresas fachadas, las ventas de oro, la distribución de las comisiones, los negocios en países amigos del régimen venezolano, y otros elementos que podrían servir para declarar a Venezuela un “estado forajido” con la contundencia de los hallazgos de ilícitos criminales de tipo muy variado. La investigación estuvo en parte financiada por la National Defense University a través del Instituto de Estudios de la Seguridad Nacional. En una aclaratoria inicial enfatizan que el reporte no representa la visión de la Universidad, el Departamento de Defensa o cualquier otro ente del gobierno estadounidense.

Estos son los tres párrafos introductorios:

“En 1998, el pueblo venezolano eligió a Hugo Chávez, iniciando un movimiento regional conocido como la Revolución Bolivariana.

En un esfuerzo por aislar a los Estados Unidos y promover su «Socialismo para el proyecto político del siglo XXI”.

Chávez consolidó sistemáticamente el poder en la rama ejecutiva. A su vez, transformó a PDVSA, la compañía petrolera nacional venezolana, en una empresa regional multimillonaria que opera en concierto con líderes políticos simpatizantes,

élites económicas y organizaciones criminales. Mientras Chávez dirigió el proyecto, fue ayudado por el liderazgo político en Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Surinam y El Salvador. En los últimos 20 años, esta red criminal creció para abarcar varias docenas de personas y cientos.

de empresas de fachada. Nicolás Maduro luego heredó este régimen criminal en 2013 después de

la muerte de Chávez. Veinte años después del inicio del proyecto político, la red abarca todo el mundo, desde El Salvador a los Estados Unidos, desde Rusia a Hong Kong, y a través de varios paraísos financieros en el medio.

Sin embargo, incluso después de que Estados Unidos sancionó a cientos de personas y entidades por cargos como el narcotráfico y el lavado de dinero, Maduro continúa sirviendo, de facto, como el líder de Venezuela.  Los resultados de este régimen criminal culminaron en una economía venezolana que se contrajo más del 50 por ciento, mientras que al menos el 10,5 por ciento de la población venezolana ahora vive como refugiados. En otros países. Esta crisis cada vez más visible impone enormes costos a los vecinos regionales.

Mientras tanto, los fondos lavados ilícitamente socavan el estado de derecho y la democracia, causan estragos sobre las economías legales, fortalecen los regímenes autocráticos corruptos y crean espacios donde las redes criminales organizadas transnacionales prosperan. Si bien la dinámica de las actividades delictivas conjuntas en Venezuela se mantiene prácticamente sin cambios, el régimen de Maduro está sintiendo cada vez más la presión doméstica e internacional para el cambio de régimen.

Este informe destaca la escala de lo que llamamos la “Empresa Criminal Conjunta Bolivariana”. Aquí nosotros resaltamos algunas de las tipologías criminales utilizadas por la red y exploramos el impacto más amplio de las acciones de esta red. El informe recopila el trabajo de campo realizado durante cinco años en 11 países y aumenta este análisis cualitativo con investigación de código abierto y análisis de datos.

Por último, argumentamos que la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana no es una entidad única, sino una red de empresas aliadas, estructuras regionales e individuos históricamente vinculados que operan en todo el globo. A menos que la red sea atacada desde múltiples puntos simultáneamente, la alianza , sobrevive y se transforma en una operación más dispersa y sofisticada”.

El profundo trabajo de investigación incluye las ventas falsas de petróleo venezolano, las Compras Cíclicas de Activos Fijos, la Minería Ilegal, los Proyectos de Infraestructura Falsificados y las Transferencias Banco a Banco, El Impacto Humano y Económico, las Conclusiones y el detalle de las múltiples fuentes utilizadas en tan enjundiosa investigación durante cinco años.

CONCLUSIONES: Este informe destaca la interconexión de diferentes actores y mecanismos económicos que facilitan la resistencia de la empresa, aunque actualmente en un estado debilitado. La “Bolivarian Joint Criminal Enterprise” es una estructura única basada en la participación directa del Estado en el comportamiento criminal, operando en múltiples esferas económicas y jurisdicciones de aplicación. Este portafolio criminal se basa en el apoyo de entidades estatales, empresas lícitas y grupos delictivos organizados.

El resultado es una compleja operación criminal que socava el Estado de Derecho, la Democracia, la Gobernanza y las alianzas de Estados Unidos en todo el hemisferio occidental.

La estructura bolivariana ha demostrado ser resistente y adaptable, con múltiples capacidades redundantes. Operacionalmente, cuando se presiona una faceta de la red criminal, la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana es experta en trasladar operaciones a nuevas áreas o encontrar nuevos aliados, a menudo alimentando las diferentes fortalezas y conexiones de la historia compartida de la Empresa y sus objetivos comunes. El gobierno de los Estados Unidos ha emprendido recientemente un esfuerzo más holístico y unido para enfrentar a estos actores criminales, dando resultados significativos.

Los esfuerzos para canalizar algunos de los fondos que fluyen desde PDVSA y la estructura bancaria bolivariana al legalmente reconocido gobierno interino de Guaidó, y fuera de las manos del régimen de Maduro, es innovador y necesario.

Pero, como dijo el ex comandante del USSOUTHCOM, el almirante James Stavridis: “se necesita una red para luchar contra una red ”.

La clave para combatir esta red, argumentamos, es la integración de las autoridades y las capacidades

en todo el gobierno de los Estados Unidos, y en colaboración con socios de confianza como Colombia, para abordar el alcance de la Red Bolivariana. Este enfoque incluye la combinación de recursos y autoridades de los departamentos de Hacienda, Estado, Justicia, Seguridad Nacional y Defensa, junto con la Comunidad de Inteligencia para enfrentar los múltiples nodos de la “empresa”. Sin embargo, abordar la “Empresa Criminal Conjunta Bolivariana” también requiere respuestas de los actores en países más allá de Venezuela y abrazar en conjunto un compromiso más sólido y a largo plazo con políticas alineadas con naciones socias en el hemisferio occidental. Como los impulsores ideológicos de la revolución bolivariana. han sido ampliamente desacreditados, recientemente esta es una oportunidad para que Estados Unidos se comprometa audazmente con la región y abordar el alcance y la complejidad que esta empresa criminal hoy abarca.

 

* Aquí el enlace con el trabajo que en sus 20 páginas incluye gráficos en detalle de las conexiones globales actualizadas. Incluyen PDVSA, las compañías fachadas, los activos millonarios, la corrupción de funcionarios del régimen, los traficantes de oro, las falsas refinerías de oro usadas para venderlo en el mercado internacional, el mercado de oro en Dubai, las organizaciones traficantes de oro, las inversiones falsas de PDVSA, bancos locales, bancos corresponsales, bancos de terceros países con cuentas personales y presión a vecinos por éxodo de refugiados.

 

https://www.ibiconsultants.net/_pdf/maduros-last-stand.pdf

Narices de cierta oposición viscosa y adherente, por Armando Martini Pietri

CUANDO CAMBIÓ LA DIRECTIVA DE LA Asamblea Nacional, cumpliendo pactos acordados, nadie podía imaginar que un joven ingeniero de Vargas se convertiría en referente opositor nacional e internacional.

El madurismo, consciente de que su popularidad y pueblo, no eran tales, por asesoría castrista, veterana en cinismo, procacidad, experta en desastres, aconsejó acelerar la toma de posesión, certificando un proceso electoral que dieron por bueno y la oposición por fraudulento.

Fue oportunidad para adversarios tradicionalistas, expertos en egoísmos, veteranos en fracasos y el siniestro régimen madurista, hallaran motivo, un nuevo dirigente que castro-maduristas y opositores cohabitantes consideraron de poca trascendencia, pieza de breve duración. Observen la diferencia entre reconocer al contrario y enfrentarlo, o querer gobernar con él ofreciéndoles perdón, borrón y cuenta nueva.

Cuando Juan Guaidó juró la Presidencia, los bandos desconcertados, temerosos susurraron, ese no era el acuerdo, pero a cambio, las masas recibieron ampolla de ánimo y esperanza, sin rabos de paja, ni compromisos. Los parlamentarios a los lados del nuevo mandatario arrugaron ceños convulsos, subidas de tensión, transpiraron copiosos, pero la gente desplegó alegría y grandes sonrisas. Nueva bandera de enarbolar, defender, lo mismo pensaron Washington y otras capitales del mundo, sobretodo porque el madurismo no ha dado razones para defenderlo, más allá de las deudas con Moscú y Pekín, la conveniencia geopolítica que el rico amplio territorio venezolano ofrece a terroristas de acá cerca y de allá lejos.

Fue un error precisar hechos y fechas, que llevaron a dos inmensos fracasos: el ingreso aparatoso -frustrado- de ayuda humanitaria el 23F, y el melodrama tragicómico del 30A. En ambos casos Guaidó quedó mal, la oposición peor. El madurismo, como misterioso y cruel tirano militarismo donde no se sabe, quién manda, quedó como lo que es, autocracia con megáfonos frente a los micrófonos y titiriteros en la oscuridad.

Pero en esta oportunidad alguien pensó un poco más, elaborando una estrategia posiblemente más eficaz. Que comienza por aceptar, no es un régimen con muerte anunciada, sino un mal Gobierno con un mandatario decidido por ser obediente sin pensar en su eficiencia, a quien ahora hay que cambiar; se ha convertido en un jarrón que, si bien atrae miradas y odios, está atravesado, es un obstáculo, un estorbo.

Un elemento considerado, dotar de nuevos héroes a los competidores, mártires que atraigan, generen fervores, pero incapacitados para ser útiles. No se toca a los que pueden llamar demasiada atención en países y gobiernos claves, se acosa e incluso arresta activistas que dirigen pequeños grupos, transformándolos en víctimas a los cuales se puede rezar, sin capacidad de hacer milagros, presos e incomunicados.

Otro mecanismo a utilizar, sacar de sus tumbas a mocosos sospechosos sin nada que perder y mucho que ganar, excandidatos presidenciales que avalando lucieron compitiendo sin esperanzas, insignificantes, olvidados y desprestigiados, exdirigentes de izquierda fracasados durante medio siglo, hermano de militar conservador antichavista viejo para molestar -aunque sospechoso de haber amparado a Chávez derrotado-, cristianos, sargentos, socialistas, bolichicos y oportunistas, que puedan crear una simulada oposición coautora, diferente, dialogadora, con alharacas de heroísmos inventados, siempre ávida de financiamiento clandestino, diálogos públicos y secretos -Noruega-, que les permitan llegar a la solución tramposa, engañosa de la cual tánto se habla. Descabezan el parlamento, rebanándolo, dejando sin respaldo al presidente encargado; un Tribunal Supremo de Justicia usurpador, parcial e indigno compromete responsabilidades de los diputados en la comisión flagrante de delitos, -jamás será suficiente advertir lo que significa el desprecio a la judicialización de la política-. Por si fuera poco, toman control fáctico de las instalaciones legislativas, pero desesperados buscan obligar un proceso de dialogo, que algunos convalidan disfrazados en secreto.

Pretender una transición, quizás con Guaidó, pero con partes dependientes o relacionadas con el castrismo venezolano, es la búsqueda desesperada. Si Washington perdona un general chavista, jefe de inteligencia política, puede aceptar otras figuras, montar un Gobierno cívico militar, chavista que, a la vez antichavista, y evitarse una guerra, dedicando sus esfuerzos a causas más lejanas e importantes.

De la recuperación económica, necesaria para Estados Unidos, pueden encargarse empresarios con dinero suficiente y capacidad sobrada, incluyendo sectores de enormes dimensiones que habrán de privatizarse total o parcial, petróleo, agua, telecomunicaciones, electricidad, acero, aluminio, oro, diamantes, coltán y otros rubros, arrancándolos de las garras castristas incompetentes, de nuevos ricos, narco-guerrilleros, militares, políticos corruptos, y demás abruptos.

Los abandonados, no caben en ninguna parte, por eso resienten su pequeñez, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, Iris Varela, Pedro Carreño, Freddy Bernal, Aristóbulo Istúriz y muchos otros conocen, presienten su inexorable futuro carcelario. Pero como suele decirse popularmente, todo en la vida es negociable, quienes deben estar nerviosos son los que dependen y puedan ser permutables.

@ArmandoMartini 

La anhelada transición se convirtió en un negocio de transacción, por Armando Martini Pietri

VENEZUELA SE HA TRANSFORMADO EN BELIGERANCIA, dimes, diretes, declaraciones a granel, mensajes por twitter a diestra y siniestra, entre la tiranía comunista, castrista, socialista e impresentables aliados, y ciudadanos libres, demócratas, acompañados por la comunidad internacional.

El país parece un pastel apetecible del que todos quieren un pedazo. La izquierda trasnochada, enratonada, fracasada, con la patética iniciativa repugnante del Foro de São Paulo, compite por influencia y dominio. Es un todo contra todos. Incluidos nauseabundos bolichicos, sinvergüenzas enchufados, bandidos, farsantes, y demás alimañas que pululan. O, si se prefiere, un “todos con todos por si acaso”. Según se comenta insistente, actores del dinero sucio definen la política de transición-transacción, expertos depredadores, no tienen paz con la miseria.

Apesta el sentido de realidad de ciertos políticos. La transición mutó en transacción. Episodio oscuro, tendrá que aclarase.

Amaneciendo el 30 de abril las redes sociales enloquecieron, con el madrugonazo que sorprendió el sueño del usurpador, de su entorno inmóvil y turulato. A pesar del fracaso, -repetido el fiasco del 23F- pues no logró su objetivo, sirvió para develar fisuras y secretos tanto del lado oficialista como de sectores opositores y quienes aparentan serlo. ¿O acaso no parecía que ambas partes cada uno adivinaba por su lado? Los hechos se imponen, el autoengaño impide ver lo que está a la vista.

De ser ciertos chismes, comentarios públicos, revelaciones, reuniones entre amigos, entendidos, especuladores, habladores de pendejadas y sabihondos, el Presidente encargado encabezaría un gobierno de transición en una transacción acordada con ilustres integrantes de la lista OFAC, Office of Foreign Assets Control -Oficina de Control de Activos Extranjeros, organismo de vigilancia financiera dependiente del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos-, y sería acompañado por mandos militares bolivarianos, en gritos anti-imperialistas, socialistas y chavistas. Se mantendría la “justicia revolucionaria”, cómplice de torturas, aprehensiones ilegales, violaciones a los Derechos Humanos, con una larga lista de abusos y vejámenes ciudadanos, para otorgarle piso jurídico y legal al arreglo clandestino, marginando, desconociendo y desechando sin rubor ni pudor, con absoluto descaro institucional al Tribunal Supremo de Justicia legítimo, al cual mantienen alejado y acosado. Escenario chapucero e insólito de transición-transacción. Para los involucrados, parece más como cambiarse el apellido y no, él cambio profundo exigido por la ciudadanía, suponiendo las intenciones, imposible de ser buenas, de los que permanecían en el pacto. Solo convenientes y hasta que necesiten trasmutar. Un cambio gatopardo.

Coexistir o no con el comunismo castrista madurista no es cuestión de ser o no demócratas, sino de sentido común. La política está obligada a la ética y moral. Imposible platicar de justicia, libertad, democracia, y al mismo tiempo convalidar que tengan cabida quienes destruyeron un país para controlar. Es complicado e indecente una transición, convertida en transacción con bandoleros imponiendo condiciones, exigiendo cuotas, es inmoral e incivil. Resulta vergonzoso observar cómo la MUD/Frente Amplio, justifica semejante asociación contra-natura que significa un régimen que ha masacrado a sus ciudadanos. ¿Quién les otorgo la prerrogativa, derecho y autorización?

¿Cómo no preguntarse por qué se frustró? El Presidente interino manifestó que, por incumplimiento de la palabra, no se pudo concretar la salida del usurpador. ¿Traiciones en la repartición de negocios, fuerzas y cargos dentro de la mafia gobernante saliente y entrante? ¿Qué pito tocaba un preso domiciliario en todo esto? ¿Por qué el reconocido mandatario se prestó a esta comedia?, o ¿acaso desconocía el plan transaccional? ¿Quiénes estaban al corriente del enredo y torpezas, los cuenta conmigo, pero después, los sí voy pero tienes que darme más? ¿Fue una acción unilateral de pocos?

Hay los que se alivian, suena feo, de cierta forma se consuelan que no haya funcionado. El miedo a la justicia no es otra cosa, que el terror a la verdad. No vamos a tener un mejor país con quienes lo destruyeron en puestos claves. Triste, lamentable y doloroso, algunos respiran tranquilos que está farsa de transición-transacción, especie de asociación para delinquir, no se concretó en una junta conformada por desfachatados, lo cual hubiera sido afrenta inaceptable para una sociedad digna y decorosa.

¡Qué mal están quedando todos aquellos que propusieron el exabrupto! La destemplanza es tal que muchos, al conocerla, decidieron separarse y diferenciarse. Venezuela quiere y merece mejor. La continuidad socialista es, por decir lo menos, un despropósito.

No parece creíble que Estados Unidos y aliados comulguen, aprueben este patuque repugnante y mal oliente. Sería como aceptar a los verdugos de jóvenes muertos que ofrendaron sus vidas en búsqueda de libertad. No existe explicación posible. Sin embargo, la duda está, ¿el gobierno estadounidense ve esto como solución? Los sin escrúpulos llegan al límite de negociar hasta con el mal.

La soberbia y ego no pueden saciarse garantizando impunidad y sacrificando oportunidades. Pero de esas cosas que en la vida sorprenden, el intento fallido nos salvó, involuntariamente, sin saberlo, de otro desastre quizás peor. Y por insólito que pueda parecer, son buenas noticias. Quienes no deberían estar contentos, además de la población que sufre y padece esta ignominia, son los cuadros medios de las Fuerzas Armadas, ésos a los cuales tanto se llama y amnistía, ¿ingenuo o desesperado?

El caos en Venezuela ya no es un tema sólo venezolano, es regional, mundial. El madurismo se ha convertido en un problema sin fronteras y sus líderes en malqueridos. Hay una coalición decidida a todas las opciones para erradicar al comunismo castrista. Parece acordado y decidido. ¿Creen que militares darán su vida y carrera por cuestionados, desconocedores del compromiso, significado de la palabra empeñada y faltos de compromiso?.

@ArmandoMartini

 

Mike Pompeo: El momento de la transición es ahora

El secretario de Estado americano, Mike Pompeo, hizo publico la tarde del sábado 4 de mayo de 2019 un mensaje través de su cuenta de Twitter en el que asegura que el gobierno estadounidense estará acompañando al pueblo venezolano en cada paso en su búsqueda de democracia y libertad.

«El momento de la transición es ahora», expresó Pompeo en un vídeo publicado sólo en inglés.

«No más hambre, no más niños sin medicinas, no más represión. Estados Unidos se mantiene firmemente con ustedes en su lucha…Ustedes pueden hacer que sus instituciones, su ejército y sus líderes cumplan con los estándares más altos y exigir un retorno a la democracia», dice el secretario mientras los seguidores de Juan Guaidó marchaban hacia los principales cuarteles de Venezuela para exigir que cese el apoyo militar a Nicolás Maduro, quien llamó a las fuerzas armadas a prepararse ante un eventual ataque de Estados Unidos.

 

La transición se machaca, por Sebastián de la Nuez
Es cierto: la transición en Venezuela comenzó el 10 de enero y eso no tiene vuelta atrás. Desde el exilio o la diáspora, la transición también se construye y se desarrolla en busca de un mejor país, el país posible. En esto, Madrid es un buen ejemplo

 

EN ESTOS DÍAS EL ANALISTA Michael Penfold escribió que “la transición no es posible decretarla, sino que es necesario acordarla”.

¿Eso será así? ¿Eso ya no fue acordado, en las calles, por el país? Penfold, en la línea de Rodríguez Zapatero y del Grupo Prisa (o sea, del PSOE de Pedro Sánchez), dice que la transición no se ha iniciado en Venezuela porque no existe en el país una alternativa “que sea lo suficientemente apetecible para aquellos factores internos que la puedan precipitar”.

No es por nada pero esta gente del Iesa siempre ha vivido, pese a su excelencia académica, como quien dice meando fuera del perol. Es inolvidable un artículo de Moisés Naím de 2002, en El Nacional, donde decía que Hugo Chávez caería por su propio peso debido a las medidas económicas que adoptaba entonces. ¡En 2002! Busquen el artículo.

A la transición hay que considerarla, de común acuerdo tácito o expreso, en marcha. Si no, no hay vida. Si hay transición, hay sentido de la inminencia, movilización y pensamiento práctico. La transición se discute, se reflexiona, se vocea, se machaca y se vuelve a machacar hasta hacerla realidad cotidiana, futuro en presente.

Madrid es un escenario principalísimo como espejo y reclamo de la tragedia venezolana. El otro día pasé por un mall en el extrarradio y allí estaba la tienda de lentes de moda Hawkers, del bolichico Alejandro Betancourt. Dan ganas de patearle las vidrieras, es verdad. Tengo familiares que trabajan en el sector inmobiliario: la oleada inmigrante venezolana, la que llega con real, ha hecho que suban los alquileres de los edificios y el costo de los pisos (apartamentos) en general. No es que lo digan los telediarios, que también lo dicen —incluyen a los millonarios chinos también—, es que resalta con la contundencia de los hechos. “Me llegó uno el otro día y me preguntó por un piso que le gustó mucho pero que ya estaba comprometido con un cliente que había llegado primero. Se lo dije y me preguntó que por cuánto, que él pagaba el doble y por adelantado”.

Eso no fue en el exclusivo barrio de Salamanca, reducto predilecto de la boliburguesía. Fue en un suburbio. Cuando me lo contaron pensé: “Carajo, el venezolano no tiene compón. No escarmienta”.

En Madrid habrá un interesante encuentro el 27 de este mes, “T de Transición”, en el Círculo de Bellas Artes, promovido por el inquieto activista cultural Guillermo Barrios, quien regenta un sitio llamado Cesta República, verdadera sede artística de los venezolanos en España. Lleva aquel evento el subtítulo “De la experiencia española a la Venezuela de hoy” pero en verdad quienes llevarán la voz cantante allí son los españoles y los venezolanos se limitarán a la relatoría. De todos modos es una tremenda oportunidad de tomar nota y comparar. Desde el exilio, luego, tendrá que verse cómo se mastica la transición criolla, la cual tiene, por naturaleza, originalidades frente a la española que va de 1975 a 1982. Empezando por la propia idea que encierra su denominación, Transición a la Democracia. En Venezuela es, o debe ser, Transición a la Recuperación de la Democracia puesto que varias generaciones llevan tatuada en su fuero interno la vivencia que va del 58 al 98, de modo que el bache chavista será, históricamente hablando, eso precisamente, un bache o escollo (precipicio cloacal, si prefieren) superado en el largo camino en pos de la civilidad republicana que arranca en 1830.

La transición venezolana implica, entonces, un nítido ejercicio de memoria: allí, en el espejo retrovisor, hay fundamentos y haberes espléndidos. Los españoles volteaban hacia atrás y lo que veían, con horror, era una Guerra Civil y un millón de muertos.

Donde hay mucho de semejanza entre los casos de España y Venezuela es en los miedos. La gente siempre tiene miedo a dar un buen salto.

En todo caso, solo queda aplaudir iniciativas como la del sábado 27 en el Círculo de Bellas Artes, sobre todo porque allí estará una eminencia como el historiador Santos Juliá. Es un seminario que parte de una premisa: debe pensarse y proyectarse la reconstrucción del país más allá de lo que concierne estrictamente a la gestión de lo político y económico; por eso plantea el universo de lo simbólico.  

En el caso venezolano hay que poner de bulto lo siguiente: uno, enfrentar la espantosa corrosión de los valores del venezolano, ese elemento no debe despreciarse porque no hay transición hacia nada si los valores se revelan podridos en el comportamiento cotidiano.

Segundo, el desmontaje del aparato de mitificación es impostergable porque la propaganda chavista ha contaminado o tergiversado desde la Historia patria hasta la iconografía de las calles de ciudades y pueblos.

Tercero, valorar el rol de los medios de comunicación. Ahí hay tela para cortar. La transición se documenta, se difunde y se sustenta en experiencias dignas de ser narradas.

Todo eso debe formar parte del asunto. Un asunto que ya está en marcha y es irreversible, digan los que digan Michael Penfold y Rodríguez Zapatero.

 

@sdelanuez

www.hableconmigo.com

LA DESARTICULACIÓN DE UN ESTADO CRIMINAL – lo es Venezuela – y cualquier esfuerzo para una transición que lo devuelva a los espacios de civilidad, dentro de las complejidades de aquél y mientras permanece, implica un duro y complejo proceso. No se pueden despachar en tres meses 20 años de articulación de fuerzas por el mal absoluto, como las que secuestran a los venezolanos y tienen su origen en los pactos de 1998 entre Hugo Chávez y el fundamentalismo islámico, y de 1999, con la narco-guerrilla colombiana. Fidel Castro y su organización mafiosa, a la sazón, sin los mediadores en la ominosa circunstancia.

Cuento ya con una edad generosa y una generosa experiencia de Estado que me libran de arrebatos u obsecuencias fútiles. No es que carezca de pasiones, y la mía es Venezuela. No es que sea inmune a las rabietas y mortificaciones cuando las cosas no salen como deben ser, o con la velocidad que demandan las urgencias impostergables: el hambre y la inanición de todo un pueblo del que somos dolientes y parte. Soy sensible y sufro la agonía de los venezolanos. Por ello mismo estoy obligado a la prudencia, a sostener los nervios en medio de la tempestad y para dejar mi modesto aporte, desde mi aprendizaje, a fin de que todos y no unos pocos náufragos podamos alcanzar un puerto seguro.

Aprecio que Juan Guaidó, a quien le doblo la edad y es parte de la generación de relevo político que cada 30 años fractura a la historia patria, cuenta con esa acendrada virtud. Es propio del galeno ser prudente, sobrio, constante, estar exento de tristezas, saber llevar sosiego y esperanza a sus pacientes, para recuperarlos. Guaidó, espero no equivocarme, es un fiel discípulo de Séneca, para quien “el que es prudente es feliz, bastando la prudencia para dar felicidad al hombre”.

¿A qué me refiero?

Todas las preguntas que en buena lid nos hacemos hoy los venezolanos, encuentran alguna respuesta en el Estatuto que rige la Transición a la Democracia, adoptado el 5 de febrero. Y todos reaccionamos frente a lo que a diario le acontece a Guaidó y nos acontece, sin leer el Estatuto. El mismo obliga y también le fija límites y condiciones a Guaidó, como encargado de la Presidencia. No se olvide que no hay nada más peligroso que un gobernante – he allí nuestra actual tragedia – quien, a sí mismo, se considera gendarme del pueblo y con licencia para hacer y decidir a su arbitrio, por encima de la ley.

¿Por qué Guaidó no nombra ministros o se retarda para invocar lo que ya avanza antes de haber formalizado su pedido a la comunidad internacional, a saber, la responsabilidad de protegernos? El Estatuto tiene las respuestas y además marca sus tiempos. Lo que sí es cierto y definitivo es que las cosas no son más como lo eran ayer. 2015 es el punto de inflexión. La oposición, en un momento de desplome de los ingresos petroleros y de quiebra en los servicios públicos, distraída la dictadura en sus negocios criminales, logra colarse hasta el “centro” de su poder. Controla la mayoría calificada de la Asamblea Nacional. Hasta el día anterior ocupa espacios locales y sin recursos, sin incidencia en la estabilidad de aquella.

No por azar, si hasta entonces simula los sacramentos de la democracia, después le da un golpe a la mesa. Acaba con lo básico en toda democracia, con las elecciones y con el parlamento. 2016, 2017 y 2018 son los años de preparación de la transición. 2019 es el de su despegue, el de mayor aliento para independizar otra vez a Venezuela y devolverle el sosiego y bienestar. Son irrelevantes, esta vez, las resistencias o diferencias habidas dentro de la propia oposición al momento de diseñarse y definirse el liderazgo reclamados por dicho proceso. Hasta ayer éramos un poder opositor virtual. Hoy es diferente. Somos el gobierno legítimo. Desafiamos con talante a la usurpación criminal.

Ayer depende la oposición de los mendrugos que le da el régimen, previo sometimiento y bajo humillación. Hoy, como gobierno, la oposición de ayer es reconocida por el mundo occidental y éste, a su vez, le ha cortado el oxígeno al oprobio de la narco-dictadura. La oposición como gobierno, hoy día juega sobre el tablero del poder mundial y la partida de ajedrez avanza.  Tiene oportunidades. Vive y vivirá riesgos, y su desenlace que es propio, es igualmente ajeno, pues median intereses distintos y visuales particulares, inevitablemente, entre los mismos gobiernos extranjeros involucrados.

Son nuestros los tiempos del dolor y el sufrimiento, más urgidos, interpelan a diario. Son breves, pero no tanto, los tiempos de los países a quienes desestabilizamos con nuestra tragedia humanitaria. Pero no son muy veloces los de quienes observan nuestra agonía a miles de kilómetros y nos piden prudencia, para que la solución sea de vida y no negocio para las funerarias o el comercio de las armas.

Se trata, por lo dicho, de un proceso muy difícil, pero que no se paraliza. Juegan todas las opciones y tendrá su final esperado. No sabemos los costos.

Mal pueden olvidar los responsables de la transición, sin embargo, lo ya dicho. Son el rostro del gobierno y, como tal, están sujetos al duro y acre escrutinio público democrático. Y para ser distintos, están obligados a explicar sin cansarse, a razonar sin irritarse, a sumar, a convencer, a escuchar, recordando siempre que la voz del pueblo es la voz de Dios y que ningún profano puede pretender encarnarla más.

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