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República

Enredo ideológico-conceptual, por Antonio José Monagas

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Hacer proselitismo, no es nada complicado. La idea es animar la actitud necesaria para que el discurso se convierta en canal de aceptación de ideas expresadas. Incluso, hasta vacías de fundamentos. Pero además, para que lo manifestado alcance el propósito esperado, se necesita que la arenga se vea acompañada de ciertas actitudes que sensibilicen al prosélito o persona objetivo de la cháchara. En fin, pocas o ninguna son las razones necesarias que requiere la apertura del cauce ideológico que puede forjarse a partir de la palabra expuesta. No importa si el discurso prueba la exactitud conceptual de lo dicho. Lo que interesa desde un primer instante, es «marear» con un lenguaje político desaforado a quien puede aguantar tanta verbosidad sin respirar entre frase y frase.

Es lo que el actual régimen hace sin atender y entender los problemas que tanta promesa junta y sin razón de peso alguna, confunda o no a quien por inculto, iluso o sin oficio, pueda prestar o regalar su tiempo. Es precisamente lo que adelanta el gobierno central apoyado en la hegemonía comunicacional de la cual se vale para engatusar, engañar o adormecer con el perverso fin de imponer sus mentiras.

El proceso electoral encaminado a fraguar el fraude político para lo cual el régimen inventó sin justificación alguna la fatua y absurda idea de formalizar una Asamblea Nacional Constituyente, lo tiene ocupado en radiar y televisar diariamente la voz e imagen de todos los aspirantes a jugar al papel de «constituyentistas» al margen de lo cantinflérico de sus discursos. Las promesas expuestas por estos candidatos de bulto, se distancian no sólo conceptualmente de lo que los altos gobernantes saben que harán. Más, cuando lo que mueve los intereses e intenciones que volcarían en un nuevo texto «constitucional», son preceptos que pondría a estos funcionarios de marras fuera del alcance de la justicia, de auditorías o de investigaciones y exámenes que indaguen la verdad con base en criterios de elemental honestidad, transparencia jurídica y de consistencia hermenéutica.

Ni siquiera hay un mínimo acuerdo que deje ver alguna medida de ordenamiento discursivo entre las arengas pronunciadas al voleo por estos advenedizos de la política gubernamental. Pero lo peor de todo, es que los altos dirigentes en nombre del partido de gobierno que asumirán el control de la hipotética Asamblea Constituyente, manipularán -a su entero y grosero antojo- a tantos principiantes de lides legislativas. Y, por supuesto, con el único fin de cuadrar el desmantelamiento de la República a imagen del militarismo traidor que tiene tomado al país.

Así que el marco legislativo pretendido por esta onda de ilegitimidad e ilegalidad, valiéndose del poder que “por ahora” vulgarmente usufructúan, conculcaría más libertades y derechos civiles que los que hasta el momento, con reducida y apretada holgura, disfruta el venezolano. Aunque jamás, tan ortodoxo proyecto vulneraría las esperanzas de una sociedad que tanto como resistente, es insistente, corajuda y perseverante. Aún cuando todo lo que adversa tan fortalecido sentimiento, sea la utópica tramoya sobre la cual el régimen depara sus engaños. Por eso le interesa sostener el pensamiento de sus inicuos seguidores en medio de un demagógico y arriesgado enredo ideológico-conceptual.

Nos jugamos la República, por Orlando Viera Blanco

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“Los titubeos del pasado deben convertirse en lecciones aprendidas…”

 

La señora Tibisay Lucena anunció que la elección de los constituyentistas será el próximo 30/07/17. Dos elecciones ese mismo día. Sectorial y Territorial. ¡Que eficiencia! Pues nada. Es la hora de jugársela por Venezuela, por rescatarla o perderla. Punto de no retorno. O comprendemos el alcance de esta maniobra absolutamente inconstitucional o Venezuela entrará definitivamente en lo que jamás pensamos sería posible: el comunismo devastador del siglo XXI.

Aún prevalecen inconsistencias en la disidencia, que el gobierno aprovecha para rodar sus esquemas traposos. La gente sabe que hay distanciamientos en el liderazgo opositor. A pesar de enfrentar una lucha frontal y decidida tanto desde la AN como en lo internacional y en la calle, el fantasma del diálogo machacón, de una negociación soterrada o de emboscadas entre gallos y medianoche, típicas de los Rosales, Zambrano o Falcón, pueden generar un deslave en la oposición, que deje el camino suficientemente despejado para colar el congresillo constituyente. La insurgencia ciudadana-que no no ha cesado-es muy frágil a estos chascos. UNT apenas el domingo lo anunciaba públicamente. “Podemos protestar e ir a constituyente “(Coordinadora de UNT #veronicabrito 4/6/17). Pues sólo un frente nacional ciudadano y popular absolutamente unido y decidido a boicotear este anti histórico despojo republicano, podrá detener el pretendido totalitarismo constituyente. Estamos a un paso de que se decrete la entrada el último tramo de la Irán-chino-ruso-cubanización del país.

La gente sabe lo que supone un Estado comunal. El pueblo lo padece. Es un estado expropiado, criminal, robotizado, policial, desplazado, intransitable e inescapable, al servicio de un proyecto de agitación, desequilibrio y fractura institucional urbi et orbi, con la bendición de doctrinas radicales, fantasmales y tiranas. Pero  frente a esta amenaza el colectivo percibe órdenes cruzadas y agendas improvisas. «Acuerdos de cámara» sobre consultas constituyentes sin consenso. ¿Por qué estos desprendimientos?  Cuidado con los egos o la ignorancia…Ponen a la gente de periscopio en periscopio, improvisando marchas sin destino, razón u objetivo elocuente. Otros van al exterior y se colocan en sus enseradas basas, pero poco toman en consideración a la diáspora al menos para articular esfuerzos y compartir con ellos un café…En medio de fuego cruzado, muerte y desbordamiento, no se disipa un mensaje sólido que alerte que nos estamos jugando lo queda país, y todo el futuro.

Nadie duda el resteo y riesgo a fondo de la mayoría de los líderes políticos de Venezuela. Pero sin duda se ha abierto una brecha entre ellos que la opinión pública huele y le sabe mal. Un tufillo a quiebre e inadecuada competencia, en momentos que transcurre y se escurre el ultimo desmembramiento de estado que le queda a Venezuela. El llamado de la dirigencia política en este momento debe ser a una emergencia nacional que explique al país enfáticamente  por qué no es posible participar de este engendro constituyente, donde las bases comiciales están arregladas, los votos ya están contados y la nueva constitución está redactada. Es impostergable organizar la resistencia.

No caigamos en decir que “no debemos repetir el error del 2005, cuando dejamos los espacios libres de la AN”, y salir a votar una falsa constituyente. Tampoco aquello fue un error. El gazapo fue lo que se solicita y no prevalece. Falta de consistencia, agregación. Nobleza impoluta en la unidad. Si se hubiese armado una insurgencia inspirada y decidida desde el 2005 (cuando desde el RR se supo del ventajismo electoral defraudatorio de la voluntad popular), la Venezuela que despierta hoy en las calles hubiese parido otra república moderna y libre. Los titubeos del pasado deben convertirse en lecciones aprendidas. Necesitamos a nuestros líderes políticos, gremiales, sindicales, sociales y vecinales, juntos. Los empresarios los veo callados y taciturnos. Los sindicatos aislados. Los gremios dispersos…mientras la gente sigue presente, animada y dispuesta en su protesta, pero sin duda con la desesperanza latente que ve en los rostro de sus líderes.  ¡Cuidado!

La respuesta a la grave estafa republicana que pretende incapacitar al Estado debe ser determinante: No vamos sólo por la recuperación de la democracia y la libertad. Vamos por la defensa del territorio, de la nación, de nuestra identidad; de la restauración de sus instituciones, de la paz, de nuestra propiedad, de la vida misma. Para lograrlo el país debe plantarse todo, no por clivajes o sectores. Inspirarlo es dar el ejemplo con entrega, humildad y pasión denodada. La constituyente de Maduro no tolera análisis, ni más réplicas o explicaciones leguyeras. La constituyente usurpadora sólo admite resistencia, desobediencia y una disposición de lucha ciudadana como no la tuvo que confrontar el país desde su independencia.

No dudo que el pueblo quiere cambio y anhela un país de oportunidades. La gente está dispuesta a darlo todo. Hasta sus hijos ha sacrificado.  Pero también debe existir reciprocidad del liderazgo en renunciar y desprenderse  de individualidades. Nos jugamos la República. Lo demás vendrás después…

 

@ovierablanco

Una revolución liberal, histórica y humana, por Orlando Viera-Blanco

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“La lección es que el estatismo –peor si es pretor y corsario- lo que trae es pobreza, desorden, hambre y muerte.”

 

Hemos visto en las últimas semanas opiniones sobre la naturaleza del movimiento ciudadano que se desarrolla en Venezuela. Los análisis pretenden avizorar el desenlace. Nos llama la atención los “tratados” que se detienen en la organicidad de las concentraciones. Atención. No enfrenamos un evento electoral. Es un cambio histórico donde los análisis de tarima, son muy cortos. El desafío es mucho mayor: es la refundación de una república realmente liberal.

Lo  más cercano a la revolución liberal que avanza en Venezuela son las Revoluciones de 1848, también llamadas las Primavera de los Pueblos o años del despertar. Una oleada revolucionaria que detuvo la restauración de las monarquías y el predominio absolutista. Tras el Congreso de Viena (1814-1815), el legitimismo dinástico intentó restablecer los reinados desplazados por las Guerras Napoleónicas que instalaron Estados Liberales y confederados. Un retorno al Antiguo Régimen en un periodo de cambio socio económico, industrial, burgués  y capitalista, que no iba en términos evolutivos, con el surgimiento de una sociedad urbana, de clases medias profesionales  y universitarias que alumbro el concepto de masas y prole…

Venezuela va hacia un quiebre histórico. El tránsito del lumpen parroquial y relegado, al ciudadano repúblico (Dixit Garcia-Trevijano). No de participación democrática (demagógica), sino participante (y vigilante) de la constitución de una nueva era liberal. En tránsito del nihilismo al conocimiento. De lo ideológico a lo utilitario y progresista.  La del papá-estado al Estado censitario de estudio y superación. No es sólo  el fin de la era chavista sino de un modelo centralista, caudillista, repartito y feudal que se instaló desde 1810. El desafío es un salto hacia el establecimiento de un nuevo orden, moderno, descentralizado, federal; competitivo, productivo, innovador; apegado a la ley, la educación y la tecnológica. Es la refundación de una Republica  cuentadante de empoderamiento individual, de derecho y de justicia, siendo por cierto, el juez, el pilar de equilibrio del poder…

Es la entrada al siglo XXI en momentos que aún no escapamos del siglo XIX. Estamos en presencia de una verdadera revolución de un genuino movimiento de independencia, desde la clase obrera hasta la corporativa; desde  las amas de casa hasta los partidos, donde  tenemos que  construir una sociedad bien educada, en la que el valor del trabajo y el capital, no sean una contradicción dialéctica. La lección es que el estatismo -peor si es pretor y corsario- lo que trae es pobreza, desorden, hambre y muerte.

La Venezuela que se moviliza hoy en la calle, clama por dejar atrás más de 200 años de dominación caudillista, partidista, clasista y militarista, a la par de acabar con un gobierno-cuartel ¿Este inmenso desafío lo detiene acaso la falta de organización o estrategia? ¿Es tan simple? Creemos que no. La misión es una limpieza histórica del Estado contralor y del taita mandamás. Por lo tanto, no parará…

El desarrollo del telégrafo y el ferrocarril potenció la primavera de los pueblos de 1848. Hoy -2017- las redes sociales no dan tregua al abuso de DDHH. En 1848 las revoluciones populares fueron reprimidas por conservadores de corte positivista (republicanos pro gendarmes, dictaduras o gobiernos parlamentarios). Es famoso el discurso del Dip. español, Juan Donoso Cortes ‘En defensa de las dictaduras’ (1847), garante del Estado-Nación no monárquico. Ahora lo que toca es la democracia liberal, constitucional, segadora del Estado interventor y de botín petroclientelar … Si. La dosificación de la calle es necesaria (dixit JJ Rendón). Debe haber una agenda creativa de la resistencia pacífica. Pero nadie capitulará por un factor frecuencia. La gente va hacia un nuevo ideal ético: ¡Mi futuro sudo yo! Da la vida por ello. No más injerencia cubana, siria, iraní o rusa. No más saqueo republicano. No más impunidad. No más hambre por autoritarismos y limosnas. No más retórica. No más dogmas. No más cultos al taita a caballo…

La fase expansiva del capitalismo entró dos décadas después de 1848. El mundo se debatió entre dictaduras proletarias/bolcheviques y totalitarismos nazis/fascistas. Pero la democracia liberal se impone 150 años después. Venezuela resiste quedar en un Estado comunal-cual Comuna de Paris de 1871-por construir una Republica Liberal, moderna y de derecho. Un nuevo concepto de nación sobre la base de una identidad originaria, individual, innovadora; del ser educado, honesto, creador y participante de la vida pública o privada, no por un partido o milicia sino por condición censitaria, civil, vecinal y cívica. El fenómeno del cerco moral a corruptos del chavismo por el mundo, o apáticos a lo interno, lo evidencia … Es lo que Antonio Garcia-Trevijano Forte, llama la “libertad colectiva”, que no deja de ser la suma de la realización y el placer individual, por ética y  ciudadano.

El cambio histórico, liberal y humano en ciernes es profundamente cultural. Está cerca. No hay fatiga. Lo que hay es hambre de identidad, justicia y libertad. Hambre liberal y republicana inquebrantable por insaciable e irreverente. Falta poco.

 

@ovierablanco

La Asamblea Nacional y la Constitución de empresas mixtas petroleras por Luis Herrera Orellana

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La decisión No. 156 del 29 de marzo de 2017 (ver el texto aquí: https://goo.gl/2l0qx8 ), más que darle a la Sala Constitucional las competencias constitucionales de la Asamblea Nacional –lo que ya viene haciendo hace tiempo, al aprobar en lugar de la AN la ley de presupuesto de 2017 y la aplicación del Estado de Excepción-, tiene por finalidad permitir que el Ejecutivo Nacional contrate con empresas o gobiernos extranjeros en materia petrolera para constituir empresas mixtas en este sector sin aprobación previa de la Asamblea Nacional.

En efecto, en su parte dispositiva, esa decisión concluyó que “4.1.- Sobre la base de la omisión inconstitucional declarada, esta Sala Constitucional resuelve que no existe impedimento alguno para que el Ejecutivo Nacional constituya empresas mixtas en el espíritu que establece el artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, a cuyo efecto el Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de Energía y Petróleo, deberá informar a esta Sala de todas las circunstancias pertinentes a dicha constitución y condiciones, incluidas las ventajas especiales previstas a favor de la República. Cualquier modificación posterior de las condiciones deberá ser informada a esta Sala, previo informe favorable del Ministerio de Energía y Petróleo”.

Cabe suponer que al Ejecutivo Nacional le urge celebrar algunos contratos en materia petrolera, tal vez para mantenerse al día con sus obligaciones de deuda internacional, y dado que según la Constitución y la propia Ley Orgánica de Hidrocarburos, para celebrar contratos para constituir empresas mixtas en el sector petrolero, debe contar con la aprobación previa de la AN para que sea válido ese contrato, y la AN actual no le dará esa aprobación debido a la ruptura del hilo constitucional ocurrida en el país, pues el Gobierno ha pedido a la Sala Constitucional que lo libere de ese requisito, y como es costumbre desde al menos 2004, la Sala lo ha complacido.

Para ello, la Sala Constitucional apela a la existencia de un supuesto desacato por parte de la AN como Poder Público respecto de –inconstitucionales- decisiones por ella dictadas con anterioridad en contra de la autonomía constitucional del Poder Legislativo, y la supuesta omisión legislativa derivada de ese desacato, esto es, la imposibilidad de que la AN ejerza válidamente sus funciones y competencias, mientras se mantenga en desacato, es decir, mientras no obedezca a la Sala Constitucional.  

Ahora bien, es falso que la AN esté en desacato y que exista una omisión legislativa imputable a aquélla. En Venezuela no existe ninguna norma jurídica que establezca lo siguiente: “Si la Asamblea Nacional se niega a cumplir con una sentencia de la Sala Constitucional, incurrirá en desacato, y quedará automáticamente impedida de ejercer sus competencias y funciones hasta que no cumplan con la sentencia”. No existiendo una norma tal en el ordenamiento jurídico del país, no existe desacato, y menos omisión legislativa, ya que la AN puede y debe ejercer sus competencias y funciones constitucionales, entre las que está el aprobar o no la celebración de contratos de interés nacional, siendo un ejemplo de este tipo de contratos el convenio que se celebre con otro Gobierno o empresa extranjera para constituir empresas mixtas en materia petrolera.

Entonces, estando la AN en pleno ejercicio de sus funciones, ¿qué es lo que debe hacer el Ejecutivo Nacional para contratar válidamente la creación de una empresa mixta en materia petrolera? Pues cumplir con lo que establece el artículo 150 de la Constitución vigente, según el cual “la celebración de los contratos de interés público nacional requerirá la aprobación de la Asamblea Nacional en los casos que determine la ley. No podrá celebrarse contrato alguno de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeras o con sociedades no domiciliadas en Venezuela, ni traspasarse a ellos sin la aprobación de la Asamblea Nacional”, lo cual es ratificado por el artículo 33 del Decreto-Ley Orgánica de Hidrocarburos, según el cual “La constitución de empresas mixtas y las condiciones que regirán la realización de las actividades primarias, requerirán la aprobación previa de la Asamblea Nacional”.

Por si hay dudas, eso fue exactamente lo establecido por la Sala Constitucional en una decisión de 24 de septiembre de 2002, en la que “interpretó” el artículo 150 de la Carta Magna (puede verse la decisión aquí: https://goo.gl/WlMw4S).

¿Qué pasa si se contrata la creación de una empresa mixta sin cumplir con la exigencia constitucional y legal de la aprobación previa de la Asamblea Nacional? Pues el contrato así celebrado es nulo, no puede surtir sus efectos, y por tanto no obliga a la República a cumplir con las obligaciones que de él deriven, siendo únicamente responsabilidad personal de quienes suscriban ese contrato inconstitucional e ilegal el responder ante el Gobierno o empresa extranjera por la irregularidad cometida, pero en ningún caso el Estado venezolano, la República, cuya Asamblea Nacional, como Poder Legislativo constitucional y democrático, no autorizó la celebración del mismo.

Es importante que Gobiernos y empresas extranjeras tengan claro que toda contratación con el Ejecutivo Nacional de Venezuela en materia de empresas mixtas petroleras, sin contar con la aprobación previa de la Asamblea Nacional, no será fuente de obligaciones para la República, es decir, no obligará al Estado venezolano a pagar deudas o cumplir con otras obligaciones derivadas de esa contratación, y que ningún tribunal extranjero o arbitraje internacional reconocerá la existencia de obligaciones derivadas de esos contratos, ya que ni el Ejecutivo Nacional ni tales Gobiernos o empresas extranjeras pueden desconocer la Constitución venezolana, la competencia del Poder Legislativo Nacional y la soberanía popular, con base en una decisión, la No. 156, tan antijurídica como ilegítima, desde que el TSJ no es un tribunal independiente e imparcial, sino un órgano controlado políticamente por el Gobierno Nacional, tal y como está demostrado tanto en el Informe del Secretario de la OEA sobre la situación de la democracia y los derechos humanos en Venezuela, como en el libro El TSJ al servicio de la Revolución.  

 

@LuisAHerreraO

Apuntes para dialogantes, por Asdrúbal Aguiar

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Es explicable que los venezolanos, por víctimas del narco-régimen que nos secuestra, medremos todos, hoy, en una línea de supervivencia. Todos a uno somos presas de la trinchera, que nos libra de los disparos mientras apenas imaginamos cómo salvar nuestras vidas. Lo que vale, incluso, para quienes bregan tratando de dirigir a un colectivo muy arisco y desconfiado. De allí la incertidumbre nacional. Todos a uno nos miramos en el ombligo y vemos neutralizadas nuestras fuerzas de lucha a la manera de quienes le tiran golpes al viento.

En pocas palabras, ni el secuestrador logra domeñarnos como colectivo, salvo para agredirnos a diario con espíritu de sevicia, ni la oposición formal – por electoral – alcanza sujetarnos como nutriente constante de su actividad política; pues al no ser conjunto social y en nuestra liquidez, apenas coincidimos como apostadores desesperados por el cambio, como cuando le entregamos a ésta el dominio de la Asamblea Nacional.

Cabe pues, ensayar críticamente y como autocrítica, una revisión de nuestro panorama. Por lo visto, cuando menos desde abril de 2002 – en mi caso desde 1999 – tirios y troyanos hemos aplicado distintas terapias para contener la deriva autoritaria marxista y resolver sobre nuestra anomia, y los resultados, pasados 18 años, siguen siendo negativos. O la medicina no es la adecuada, o el diagnóstico es equivocado, o ambas cosas a la vez; o los pretendidos médicos de la nación somos tan inexpertos como un “médico cubano”.

Lo constatable, si miramos hacia atrás para encontrar algún punto de partida, como Estado y sociedad incipientes o en forja, cabe señalar que durante la primera mitad del siglo XX nos hacemos república militar alrededor de los cuarteles. Todos a uno, entonces, aspiramos a que las peonadas nos llamen Coronel o General. Y mal que bien contamos con un arraigo, que le pone freno a nuestro nomadismo originario.

En la medida en que la población crece y se educa, ese molde se rompe. Lo sustituye otra narrativa, distinta a la de la fuerza y elaborada a lo largo de una generación (1928-1959); que si bien no disminuye el peso del Estado lo equipara al de una sociedad articulada alrededor de los partidos civiles y del sueño democrático. Son éstos los nuevos elementos de la identidad ciudadana. Y así casi que concluye nuestro único siglo, el siglo XX, el de nuestra real existencia como república.

Pasada otra generación bajo la llamada república civil, a partir de 1989 cede tal identidad partidaria y el país se hace hilachas. Se cuece paulatinamente como tal y en medio de la violencia que les propia, y que salta en escalera, pues ya ni los cuarteles logran dominarnos y la adhesión que concitan los partidos desaparece.

La república con sus poderes y mediadores se tornan para lo sucesivo en franquicias. Derivan en cascarones vacíos, acaso útiles sólo para sostener en pie lo único que aprendemos los venezolanos desde nuestra hora germinal, como chopos de piedra o militares profesionales o bajo firmes liderazgos civiles de fuerza caudillista, a saber, votar, una y otra vez, y tener puestos.

No hay espacio para argumentar ahora el por qué, otra vez, nos hicimos rompecabezas, salvo para subrayar que llegada la globalización y caído el Muro de Berlín la territorialidad política y sus cárceles de ciudadanía ceden en el Occidente. Todos pasamos a la desnudez y mutamos en “babeles” de ex ciudadanos.

No por azar, Carlos Andrés Pérez se distancia de su partido socialista de afiliación para resolver sobre nuestra anomia, con técnicos calificados a su servicio. No por azar Rafael Caldera habla del rompecabezas, se separa de su partido humanista cristiano y se empeña en una reforma constitucional, que los partidos matan en el camino “para no hacerle ese favor”, arguyen.

No por azar, el tercer hombre de esa agónica transición que se inicia en 1989, Hugo Chávez, una década después ofrece como salida lógica y oportuna la constituyente, y en mala hora se hace traición y engaño. Prefiere sobreponer su personalismo autoritario esquizofrénico, a la manera del monstruo que se alimenta del desencuentro social, disimulándolo tras su carisma.

Al morir, llegado Nicolás Maduro, a quien la Providencia le niega todo ángel o virtud, la realidad sigue allí y se hace palmaria. Más que al principio, casi pasada otra generación, todos a uno de los venezolanos nos descubrimos sin affectio societatis. Somos un gentío al garete.

En síntesis y como enseñanza, cabe decir que los ejercicios de diálogo realizados en las tribunas y entre quienes las ocupan – si cabe la comparación – no podían tener otro alcance que el de los pactos entre quienes, cómodos y en sus sillas, arreglan a conveniencia los resultados de una carrera de caballos que aún no comienza. La cuestión es que los jinetes contratados no dominan a los caballos y éstos, suerte de pueblo fuera de madre, corren dispersos sobre la pradera. Nada ni nadie lo atrae, por ahora.

 

 

correoaustral@gmail.com

Son lo mismo, por Gonzalo Himiob Santomé

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Trump es al partido republicano lo que Chávez y Maduro son a la izquierda mundial. La comparación parece extraña ¿Qué pueden tener en común dos furibundos anticapitalistas, que al menos lo son o lo fueron de la boca para afuera, con uno de los más notorios y famosos representantes del capitalismo más salvaje? ¿Cómo se enlazan dos adalides del supuesto “antiimperialismo” con el candidato del partido más decididamente conservador del “imperio mesmo”? Vamos a tratar de responder estas inquietudes.

En primer lugar, los tres son absolutamente populistas. Tanto Trump como Chávez y Maduro no andan más que pendientes de ver que es lo que “cala” en la masa, por grotesco o incivilizado que sea, para usarlo como herramienta para aumentar los niveles de interés general sobre sí mismos. No tienen sustancia, así que se focalizan en la polémica, en la atención que les gana el ánimo pendenciero y de matoncito de barrio. Tanto Chávez en vida, como ahora Maduro y también Trump, han manejado su imagen de manera tal que se les asocie, o al menos así lo creen ellos, con el pueblo llano, o con las expectativas más arraigadas de los más numerosos. Chávez invirtió miles de horas y millones de dólares en la promoción de su imagen como populachera y hasta soez. Era el “pata en el suelo” que de arañero pasó a presidente de la república, lo cual de alguna manera lo “igualó” a una gran masa poblacional que se vio inmediatamente retratada en las formas y maneras de “el comandante” y que de inmediato quiso ser como él. Maduro también se afana en eso, aunque sin el mismo éxito. No ha llegado a decirle a Cilia que “le va a dar lo suyo” pero si se le ve cada vez que se puede “echando un pie” con su señora, y mostrando, o mejor dicho, tratando de mostrar, dotes de músico en instrumentos que no domina. También se le ve soltando de cuando en vez, deliberadamente, algún gazapo verbal, solo para que de inmediato pongamos nuestra atención sobre él. Trump, por su parte, encarna la quimera del “sueño americano”. Está podrido en dinero, goza de inmensos lujos que nosotros, los simples mortales, no alcanzamos ni a imaginar y hasta se gasta una esposa, y varios amores previos que, por bellas, son la envidia de cualquiera ¿A quién no le gustaría vivir así? Se hace ver como más patriota que todos los demás norteamericanos juntos y muestra un estilo de vida farandulero y de derroches que no hacen más que restregarle, continuamente, su inmensa riqueza y su desparpajo al pueblo norteamericano en la cara, pero eso, en esta “Civilización del Espectáculo” (como la califica, acertadamente Vargas Llosa) no es problema. Parafraseando a Wilde, que hablen mal o bien, pero que hablen de ti. Esa es su consigna.

En segundo lugar, todos son unos grandes maestros del terror. En serio, Stephen King o Lovecraft no son más que unos niños de pecho al lado de estos señores. Trump ha estructurado toda su campaña sobre el manejo de los temores más arraigados del grueso de la población norteamericana. Ha atacado a la inmigración, llegando a afirmar que podría deportar a 11 millones de inmigrantes y hasta ha propuesto levantar un muro entre EEUU y México. Se metió también con los musulmanes, a los que les prohibiría, según él, la entrada a EEUU; ha dicho que la tortura es “poca cosa”, y que métodos como el “ahogamiento simulado” son válidos y hasta llegó a afirmar que es tan popular, que podría ponerse a dispararle a gente en Nueva York y que eso no le costaría ni un voto. Chávez era muy parecido. A los adecos y copeyanos les freiría las cabezas en aceite, a la oposición, y esto lo dijo varias veces, la “pulverizaría”, y a los manifestantes había que darles, según sus palabras de “revolucionario pacífico, pero armado”, “gas del bueno”. Maduro no se queda atrás, amenaza, insulta, confronta. A los opositores que acudirán a la “Toma de Caracas” esta semana les advierte que les tiene lista “una sorpresita” (esperemos que no sea como la emboscada de abril de 2002) y un poco más “a la callada”, arrastra más de 5000 arrestados, varios asesinados y decenas de torturados durante las protestas contra su gobierno desde 2014. Chávez y Maduro, además, se la pasan mencionando al “coco” de la supuesta “guerra económica”, de las “conspiraciones de la derecha” y de la inminente (aunque llevan años en eso) “invasión extranjera”, y son especialistas en inventar supuestos intentos de magnicidio que al final no se demuestran jamás.

Por último, todos ellos le han hecho un daño inmenso a los movimientos políticos o ideológicos a los cuales, supuestamente, se adscriben. Primero Chávez, y ahora Maduro, han destruido cualquier posibilidad real de que el socialismo, y mucho más el comunismo, sean opciones políticas viables en Venezuela, al menos a corto y a mediano plazo. Es la consecuencia de usar y abusar de las ideas como si fuesen panfletos. Por su parte, Trump, ha dejado muy mal parados a los republicanos ¿Cómo estos señores, conservadores, almidonados y en general más serios que un revólver, educados en las más prestigiosas universidades, pudieron permitir que un peligrosísimo bufón como Trump llegase a las elecciones como su abanderado? Si pierde, los convertirá en el hazmerreír de su país, y si gana, Dios no lo permita, estoy seguro de que no pasará un día de su mandato sin que les dé motivos para arrepentirse de haberlo apoyado. Tras este desliz encopetado, escríbanlo, les va a costar mucho levantar cabeza.

@HimiobSantome

Jul 18, 2016 | Actualizado hace 8 años
Venezuela después de Maduro ( I ) por Armando Durán

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La posición de Nicolás Maduro como presidente de la República se ha hecho insostenible. Con el añadido demoledor de que no está en condiciones de revertir la extrema fragilidad de su liderazgo, condición imprescindible para enfrentar con cierto éxito y un mínimo de dignidad los desafíos electorales por venir.

Esta imposibilidad es la gran verdad del momento político actual. Y la razón de que Maduro y sus lugartenientes, tras el desconcierto inicial provocado por la aplastante derrota del oficialismo el 6-D, hayan desconocido por completo la lección y las consecuencias que se desprenden de aquel descalabro y reaccionaran con extrema violencia para cerrar a cal y canto cualquier posible salida democrática a la crisis antes del próximo mes de enero. Ahora, la desesperación que reina en el chavismo obliga a ver la salida de Maduro del Palacio de Miraflores con otros ojos, pues como todos sabemos, si se produce después de esa fecha fatal, cuando un cambio de presidente y de gobierno ya no entrañaría forzosamente una brusca interrupción del proyecto político que puso en marcha Hugo Chávez con su intentona golpista del 4 de febrero de 1992, luce más que aceptable y conveniente la opción de sacrificar “revolucionariamente” a Maduro con la dialéctica intención de salvar lo que en este punto del hundimiento sin remedio se pueda salvar.

A estos términos se reduce hoy por hoy la difícil ecuación política de Venezuela. La cual a su vez sería la causa de que fórmulas perfectamente democráticas, la iniciativa de Luis Almagro en la OEA para aplicarle al gobierno Maduro el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, por ejemplo, o la solicitud opositora de convocar este mismo año un referéndum revocatorio de su mandato presidencial de acuerdo con el artículo 72 la constitución, hayan sido discretamente descartadas por Estados Unidos, América Latina y la Unión Europea. Un rechazo que responde al interés de respaldar el falso diálogo coordinado por Ernesto Samper y José Luis Rodríguez Zapatero para darle a Maduro, a su gobierno y al régimen el oxígeno que necesita si se pretende que llegue con vida, sin estallido social ni golpe militar, a febrero del año que viene. Este es el objeto de la mediación de la comunidad internacional en el conflicto venezolano y el motivo incluso para aceptar que se le concedan al general Vladimir Padrino López superpoderes que de hecho lo convierten, al menos por ahora, en el más probable sucesor de Maduro en la Presidencia de la República.

Imposible saber qué habría ocurrido si la noticia de las reuniones clandestinas de representantes del gobierno y la oposición en República Dominicana a finales de mayo no se hubiera filtrado a la prensa. Desvelado aquel misterio, sospechoso porque a santo de qué tanto secreto, puede afirmarse que ese diálogo fue condenado desde ese mismo instante al fracaso. Aunque en realidad ello no significa gran cosa, pues su objetivo real nunca fue alcanzar un acuerdo concreto entre el gobierno y la oposición para solucionar la crisis, sino montar un artificioso mecanismo con la finalidad de correr la arruga de la crisis y facilitar que la inevitable transición de Venezuela hacia otro sistema político y otro modelo económico se produzca lo menos traumáticamente posible, a lo largo de un controlado período de tres años, con Padrino López al mando, que  culminaría con las elecciones generales previstas para diciembre de 2019.

Se trata, sin duda, de una compleja y muy controversial hoja de ruta, que además de la libertad de todos los presos políticos y los reajustes necesarios para devolverle gradualmente estabilidad política y racionalidad a las estructuras del Estado y la sociedad en el marco de un proceso político diferente, tendría que garantizarle un futuro aceptable al chavismo como movimiento político y a Cuba que estos cambios no afectarían significativamente el flujo de la asistencia económica, financiera y petrolera de la que depende su supervivencia material desde octubre del año 2000. Sobre estos fundamentos, endebles y permanentemente transitorios, comienza estos días a construirse la Venezuela que vendrá después de Maduro.

 

@aduran111

El Nacional 

República Petrobananera de Chafarotes, por Ibsen Martínez

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En Venezuela suele hablarse, entre opositores al régimen chavista, de un ser tan mitológico como Fafner (guardián del tesoro de los nibelungos), el dragón de la Cólquide, el mochuelo de Atenea o el unicornio: me refiero al llamado “militar institucionalista”.

¿Ha existido éste alguna vez? ¿No será ya una especie irremisiblemente extinta, como el tigre de Tasmania, el pájaro Dodo o la quagga, singularísima cebra surafricana cuyo último ejemplar murió en 1844?

El relato canónico sobre el militar institucionalista venezolano alude infaltablemente a un también mitológico “descontento de los cuarteles”, al proverbial “malestar de la oficialidad joven” y otras melodiosas martingalas con que se arrulla a los tontos en los mentideros de Miami.

En su versión más sonada, la leyenda del descontento cuartelario tiene su fuente en una señora que trabaja en los servicios de mecánica dental del Hospital Militar cuya sobrina, casada con un maestre técnico de la Fuerza Aérea es, a su vez, muy amiga de un señor muy serio que trabaja en la tasca del Círculo Militar y por eso está muy enterado.

Bueno, este señor muy serio es quien dijo que los institucionales andan “arrechísimos” y que en los baños de Fuerte Tiuna aparecen anónimos pasquines pegados con engrudo que dizque recogen un larvado descontento contra los asesores militares cubanos y el cártel de los narcogenerales. Hay variantes más sofisticadas, pero, ¡ay!, teñidas de esa obsesión cartográfica del militarismo latinoamericano, que afirman que en las remotas aguas de Guyana, sobre la fachada atlántica del territorio en reclamación del Esequibo, flota el casus belli que podría desencadenar una reacción de los institucionales que pondrá fin al actual estado de cosas. Lo único cierto, sin embargo, es un creciente y sostenido predominio uniformado en el ámbito de lo civil, ya de suyo convenientemente desinstitucionalizado por Hugo Chávez.

Contando generales retirados y activos, el gobierno de los estados y alcaldías, tanto como el alto funcionariado del Estado, está integrado abrumadoramente por militares de alta graduación que no hablan ni actúan precisamente como juristas expertos en Derecho Constitucional. Tengo para mí que la sublimación de la intentona de Chávez en 1992 como fecha patria, las golpizas que efectivos de la Guardia del Pueblo propinan impunemente a manifestantes y reporteros, los saqueos tutelados por esa misma guardia, la injerencia militar en la fijación administrativa de precios, el contrabando de gasolina, el narcotráfico y, por supuesto, también ese soñar con un militar “institucionalista”, forma todo parte de una misma añeja antropología venezolana que comenzó para nosotros en 1830. Vivimos desde hace tiempo un avatar más del militarismo de chafarotes que el historiador Manuel Caballero creyó, erróneamente, superado en 1904. Tanto así, que Nicolás Maduro, pese a las jinetas de su guayabera de tonos oscuros que buscan semejarse a las de un generalísimo, luce, ¡pobre diablo!, como un rehén de su gabinete verde olivo.

Para ilustración de algún que otro lector que se haya rascado la cabeza al leer el título de mi bagatela, finalizo copiando las acepciones que de la palabra chafarote y unos de sus derivados, trae el Diccionario de Americanismos de la Asoción de Academias de la Lengua Española.Chafarote: Machete tosco; militar ignorante y grosero.

Chafarotero: Que admira o simpatiza con los militares.

Toda la cháchara opositora sobre militares institucionalistas es, pues, en el fondo, chafarotera.

Por elemental principio civilista, a los demócratas venezolanos sólo nos queda el voto. Si está usted de acuerdo conmigo, entonces sumamos dos más a quienes procuran desalojar a Maduro de Miraflores ganando un referéndum revocatorio antes de fin de año.

@ibsenmartinez

El País ES