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Holocausto

En el In Memoriam 2022 recordarán al millón y medio de niños asesinados durante el Holocausto
En noviembre de 2005, la Asamblea General de Naciones Unidas, reafirmando que el Holocausto será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios, designó el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto
El espacio Anna Frank destaca la importancia de seguir concientizando  sobre el mayor acto de «discriminación, fanatismo y xenofobia» para que no se repita «la mayor masacre de la historia»
En el marco de la conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto -en el que fueron asesinados un millón y medio de niños- se exhibirá el documental «Una en un millón y medio», que narra el traslado y llegada de una niña de diez años a un campo de concentración y exterminio

 

Un millón y medio de niños fueron asesinados durante el Holocausto o la Shóa. En In Memoriam 2022, la figura y legado de Anna Frank les dedica esta edición de la conmemoración que se realizará el 27 de enero y durante todo el mes de febrero, con un abanico de actividades en todo el país para recordar el mayor acto de discriminación, fanatismo y xenofobia ocurrido a lo largo de la historia.

«El Holocausto fue un genocidio muy particular», explica Anita Figa, miembro de la Junta Directiva de Espacio Anna Frank, en una nota de prensa remitida a los medios.

«Los nazis persiguieron a personas judías con cuatro generaciones en ascendencia en 18 países de Europa y utilizaron una maquinaria industrial diseñada especialmente para aniquilar a los judíos. Es por eso que hay que seguir concientizando para que este tipo de actos no vuelva nunca más a suceder», consideró.

«Descubriendo a Anna Frank. Historias paralelas» es uno de los films que se puede descargar desde ya en esta dirección como parte de esta programación In Memoriam destinada a nunca olvidar. La vida de esta jovencita alemana escondida con su familia y otros judíos en un desván en Ámsterdam se revela con sus palabras y emociones.

En noviembre de 2005, la Asamblea General de Naciones Unidas, reafirmando que el Holocausto será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios, designa el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto.

En esta Resolución, la ONU insta también a que se elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto, con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el mundo.

La historia de Eva

Este año el evento central de In Memoriam se realizará en la sede de la Asociación Cultural Humboldt, el jueves 27 de enero a las 4 de la tarde.

En el acto intervendrá como orador de orden, Jürg Sprecher, embajador de Suiza en Venezuela; también contará con palabras del embajador Milos Alcalay, presidente de la Junta Directiva de Espacio Anna Frank, y del jefe de misión de la Embajada de Alemania.

En este marco se exhibirá el documental «Una en un millón y medio», el cual estará disponible en el canal de YouTube de Espacio Anna Frank.

Además se presentará un recital de un cuarteto de cámara a cargo del maestro Harold Yaakov Vargas, director, productor musical, docente y conferencista, con música judía de conmemoración y esperanza.

El documental Una en un millón y medio, (10 minutos) narra el traslado y la llegada de una niña de diez años, Eva, al campo de concentración y de exterminio de Auschwitz-Birkenau, relatados por su hermano mayor David Yisrael. Para un millón y medio de niños a los que se les truncó su vida sin motivo ni razón, este conmovedor documental es un llamado a la vida.

Esta vez participan en el In Memoriam 2022 como patrocinantes, las Embajadas de Alemania, Argentina, España, Italia, Francia, Países Bajos, Suiza y Polonia, así como la Asociación Cultural Humboldt, el Comité Venezolano de Yad Vashem, Unión Israelita de Caracas, CAIV, el Circuito Unión Radio, el Circuito Gran Cine y la Alcaldía de Baruta.

La conmemoración se extiende a febrero

Espacio Anna Frank tiene programadas más actividades que se efectuarán en febrero. Entre ellas, la proyección de la película Expediente Grüninger, que se presentará en la Concha Acústica de Bello Monte, con el apoyo de la Embajada de Suiza en Venezuela y el Circuito Gran Cine, el viernes 4 de febrero a las 5.30 p.m.

Este film versa sobre Paul Grüninger, un policía suizo quien se negó a acatar órdenes que consideraba contrarias a los derechos humanos. El funcionario rechazó cerrar la frontera a los refugiados judíos que llegaban desde Austria, anexionada en marzo de 1938 por el régimen nazi, y dejó pasar a todos los que pudo.

La programación continúa el sábado 5 de febrero a las 12 m con una tertulia vía Zoom, moderada por el Sr. Jürg Sprecher, embajador de Suiza en Venezuela y el historiador suizo Frederic Hayat del Cercle Carl Lutz, como moderador de la tertulia.

También, se realizarán funciones de Gran Cine Móvil en las plazas de Caracas, con el apoyo de Circuito Gran Cine y giras culturales, charlas y exhibición de películas en el interior del país.

El Espacio Anna Frank nace en el 2006 y conforme a sus valores y propósitos se adhiere una vez más a esta conmemoración mundial, con el fin de divulgar el significado y dimensiones de un crimen sin parangón en la historia de la humanidad: el Holocausto.

«Con ello, contribuye a evitar que hechos similares puedan repetirse en algún lugar del mundo. Asimismo, las diversas iniciativas que ha desarrollado a lo largo de estos años buscan sembrar en las mentes y los corazones el deseo de vivir como una gran familia, y el rechazo categórico de todo acto de discriminación, violencia e intolerancia. Para esta organización, combatir la indiferencia y preservar la coexistencia es un punto de honor», recalcan en la nota de prensa.

La guerra contra Occidente

La guerra contra Occidente

Orlando Viera-Blanco Feb 16, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Nunca más...

Instalación de Menashe Kadishman, consistente en 10.000 caras de hierro en la sala “el Vacío de la Memoria” del Museo Judío, Berlín, Alemania. Foto Marie Bellando M. en Unsplash

“Como Venezuela ninguna, Orlando», sentencia el embajador Brener. «No sientes un milímetro de discriminación, de rechazo; la gente es amable y afectuosa, la temperatura ideal y las oportunidades en cada esquina»

 

@ovierablanco

Recientemente entrevisté en nuestro espacio Enfoque global, al rabino Pynchas Brener, nuestro distinguido embajador de Venezuela en Israel. Siempre es un placer sentarse con uno de los rabinos más queridos de la comunidad hebrea venezolana, nacido en tierras polacas, quien migró a Perú con apenas 10 años, vivió en Lima por más de 20 años, luego en NY por otra década y más de 40 años en Venezuela.

“Como Venezuela ninguna, Orlando” sentencia el embajador Brener. “No sientes un milímetro de discriminación, de rechazo; la gente es amable y afectuosa, la temperatura ideal y las oportunidades en cada esquina”. Y le pregunté ¿entonces por qué nos ha sucedido todo esto? “Orlando, no lo sé…”, respondió con rostro triste, “pero lo que sí debemos saber es cómo salir de este atolladero”.

El concepto de familia

El pueblo de Israel ha sobrevivido a más de 3000 años de persecución. ¿Cómo? Desarrollando un prístino concepto de familia. En la unión familiar está la unidad de propósitos, la solidaridad, la identidad, la pertenencia, la lealtad, la confianza y el espíritu de sacrificio por el prójimo. Cuando los judíos fueron expulsados de Egipto, migraron como un solo pueblo, una misma entidad humana. Compartían destino, comida, refugio, coladas, abrigo, credo y acompañamiento continuo. Tu vida es mi vida, tu esencia es mutua, por lo que, mío es tu dolor.

Después del Holocausto, el pueblo judío dijo “nunca más sucederá”, y se ha ocupado de recordarle al mundo esta barbarie con justicia universal, testimonios, documentales, relatorías, museos, panteones, literatura y !celebrando la vida!

Lo más genuino y palmario de la crueldad del Holocausto lo evidencian las millones de voces de sobrevivientes que, habiendo emprendido vida en otras latitudes, le dicen al mundo cómo sus padres, hermanos, parientes fueron separados, torturados, liquidados y desplazados. Y cómo algunos pudieron escapar, salvar su vida aun en los campos de concentración o traslados como reses, y reemprender destino con éxito, con rigor, con aportes a la humanidad !en familia! Porque celebrar la vida es mostrar lo que han sido capaz de lograr, hacer y compartir sus sobrevivientes, como impronta de desarrollo humano.

El sentido familiar fue lo que hizo al pueblo judío resurgir de sus cenizas como ave fénix. Es el desprendimiento [deposition], asumir la vida del otro como propia. Es la empatía que genera en el ser humano pensante la decisión de corresponder. En la medida que cada uno de nosotros hemos socorrido a un hermano venezolano como lo haríamos con un padre, un hijo o un hermano, se han fortalecido nuestros vínculos. Y la gratitud se convierte en compromiso del cual nace la voluntad de cambio, de solidaridad y realización. Luego los triunfos son compartidos en familia, con amor y felicidad. Eso es hacer justicia.

Es la dinámica que vivió cada judío en los campos de concentración, donde eran convertidos -al decir del pensador español Segura- en desecho. Muchos más hubiesen muerto sin esa identidad, pertenencia y solidaridad cultural, ideológica, religiosa y humana. Sin esa convicción grupal no hubiese sucedido el florecimiento y consolidación social y económica que han logrado 14 millones de judíos en Israel, USA y el mundo. El desarrollo, la educación y abundancia, no se decretan. Se pactan porque se trabajan y se sienten inmensamente.

El holocausto venezolano

Venezuela hoy vive su propio holocausto en cámara lenta. Nos han ocupado física, ideológica, cívica y culturalmente. Nos han despojado de nuestra máxima riqueza, que es nuestro sentido familiar y ciudadano. Con el oro y el petróleo nos arrebataron nuestro orgullo, nuestro pasado glorioso, que es quedar vacantes de identidad. Han hecho basura nuestra épica como pueblo soberano, noble, generoso y socialmente movilizado.

Han barrido con nuestros símbolos permutando nuestra bandera por la cubana o la República Islámica y nuestro himno por «patria, socialismo o muerte”.

Nos han impuesto “el mar de la felicidad” y alianzas celestinas entre Moscú, Teherán, Damasco, Estambul y Pekín. Nos han hecho rendir cuenta, saludo y obediencia a guerrilleros, contrabandistas y falsos urogallos a cambio de limosnas en cajas de cartón. Mientras el pueblo muere de hambre y peste, unos pocos han construido su microcosmos entre bodegones, escoltas, vehículos blindados y noches estrelladas [muy cargadas de bebidas y exuberancias] en el Humboldt.

Sin duda Brener dio en el clavo. Hemos perdido el sentido de la familiaridad venezolana, que es perder el propósito común, el gran pacto por la vida, la libertad y la dignidad. Al ideal superior familiar por la paz y la justicia le adjudicamos gratuitamente nuestras sospechas.

Perdimos la noción de nación, por lo que con la hermandad rota y la cultura cuestionada, le hemos dado la bienvenida a la anomia.

La negación a nuestra nacionalidad es la negación a la unidad ciudadana. Sin ese sentido familiar el propósito no es común. Es peligrosamente individual, miope, separatista, aislado, frágil y fragmentario.

Volver a ser quienes fuimos

El rabino Brener terminó diciendo, con su acostumbrada sabiduría: “Los venezolanos tenemos que decir ‘nunca más’ y recuperar la república, que es recuperar el amor por nosotros mismos. Yo agregaría: nunca más los egoísmos, la impunidad, la injusticia, ni la banalidad. Nunca más ceder nuestra identidad, nuestra soberanía, el territorio y nuestra libertad. Nunca más delegar a otro[s] nuestros problemas sin participar en su solución, porque al final el endoso de nuestras calamidades habilita a los grandes impostores de la historia: reyezuelos y tartufos autoproclamados, donde su única familia son sus camarillas.

Gracias rabino por sus sabias palabras. En la nobleza familiar está el detalle; logro del vuelo digno y libertario como el del ave fénix…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Carolina Jaimes Branger Jun 22, 2020 | Actualizado hace 1 mes
“El Ceresole venezolano”

@cjaimesb 

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, el general Dwight Eisenhower visitó los campos de exterminio nazis. En su libro Cruzada en Europa relata que muchos de los oficiales no soportaron ver aquellos horrores. Sin embargo, él decidió que tenía que verlos para documentar absolutamente todo. El primero de los campos que visitó fue el de Ohrdruf, cerca del pueblo de Gotha, un anexo del campo de concentración de Buchenwald, el primero en ser liberado por los estadounidenses:

“Visité todos los rincones del campo porque sentí que era mi deber estar en una posición, desde entonces, para testificar de primera mano sobre estos hechos, en caso de que alguna vez creciera en alguna parte la creencia o la suposición de que la brutalidad en las historias de los nazis era solo propaganda. No solo visité los campos del horror, sino que tan pronto como regresé al cuartel general de Patton esa noche, envié comunicaciones a Washington y Londres, instando a los dos gobiernos a enviar de inmediato a Alemania un grupo aleatorio de editores de periódicos y grupos representativos de las legislaturas nacionales. Sentí que la evidencia debería presentarse inmediatamente ante el público estadounidense y británico de una manera que no dejara lugar a dudas cínicas».

Esa “duda cínica” de la que hablaba Einsenhower se presentó de nuevo. Esta vez en Venezuela y en boca del nuevo “rector suplente del CNE”, Luis Fuenmayor Toro, quien dijo, según Entorno Inteligente, que “la inexistencia del Holocausto está más que documentada. No hay sino que leer ‘La mentira de Ulises’, de Rassinier, ‘El Mito de los seis millones’, de Hoggan y el libro de Ilan Pappe, para saberlo. Holocausto hay hoy en Palestina; en vivo y en directo”.

Muchas personas levantaron sus voces de repudio, a las que uno la mía. La embajada de Alemania, el país de dónde salió la idea de la “solución final”, el exterminio de los judíos, le salió al paso. En un tuit del 16 de junio, expresa:

“Rechazamos de manera categórica cualquier relativización sobre el Holocausto perpetrado por el régimen totalitario nacionalsocialista y que costó la vida de seis millones de judíos europeos. Su negación, especialmente por parte de figuras públicas, no puede sino ser repudiada”.

Solo un ser despreciable puede decir esas cosas. Y suponiendo que fuera cierto que hoy en Palestina exista un holocausto, como él dice, no significa que en el pasado no los hubo. El hecho de que hoy existan injusticias, genocidios, y otros horrores no borra los anteriores. Un amigo mío dice que él es “el Ceresole venezolano”. La verdad es que la comparación con el conocido antisemita y asesor de Hugo Chávez viene como anillo al dedo.

Yo pasé un mes en Israel en 2011. Y puedo decir con propiedad que los palestinos dependen de los israelíes. Trabajan con y para ellos. Si no estuvieran los israelíes, los palestinos fueran muy, muy pobres. Y espero que algún día lleguen a un acuerdo de dos países, dos gobiernos, una capital. Pero… ¿negar el Holocausto?… ¿Negar esa página negra de la historia de la Humanidad cuando todavía hay sobrevivientes y existe documentación de absolutamente todo?… Definitivamente, el fanatismo es uno de los pilares de la estupidez.

Aplaudo el tuit de la Embajada de Alemania y las reacciones de rechazo de tantos sectores de la sociedad. Y me preocupa que un individuo como Fuenmayor Toro sea “parte” del CNE o de cualquier otra institución. Porque si niega el Holocausto, puede hacer cualquier otra cosa (y si los rumores que sobre él circulan son ciertos, ya ha hecho unas cuantas).

¡Qué asco siento!

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Editorial, por la verdad del Holocausto

Monumento Homenaje al Holocausto, Berlín, Alemania. Foto Jplenio en Pixabay.

Hemos decidido retirar todos los artículos de Luis Fuenmayor Toro de los servidores de Runrun.es por la negación del Holocausto que este columnista sostiene, y que ha defendido reiterada y públicamente desde su cuenta de Twitter.

No podemos aceptar la negación de una de las peores violaciones a los derechos humanos de la historia de la humanidad, como lo fue el genocidio perpetrado por los nazis en nombre de una supuesta supremacía aria. Al negar Fuenmayor la existencia del Holocausto, desconoce el sufrimiento de polacos, rusos, húngaros y judíos.

En sus palabras desensibiliza la tragedia de millones de personas que sucumbieron ante un régimen totalitario y xenófobo. Y plantea una discusión basada en datos falsos y verdades torcidas para montar una narrativa antisemítica.

Nuestros valores no están alineados con los de este columnista. Y aunque creemos firmemente en la libertad de expresión a toda costa, no podemos darle tribuna a quien busca torcer la verdad para justificar, así sea por omisión, el asesinato de millones de personas inocentes.

Basta un viaje a Auschwitz-Birkenau para ver las cámaras de gas que cobraron miles de vidas, junto con los registros del crematorio. Revisar los documentos sobre el conocimiento de Hitler acerca del exterminio sistemático de judíos, polacos y otros gentilicios en la llamada “Solución Final”. Basta con ver y leer el diario de Anne Frank y oír los testimonios de los sobrevivientes. Negar que esto sucedió es un golpe a la verdad, a la historia y a la sensibilidad humana. Y pretender basar esa negación en autores cuestionados, que desestiman todas las pruebas documentales existentes para justificar su antisemitismo, es una burla al lector. Sobre todo ante un tema tan doloroso para la humanidad entera como el Holocausto.

Promover la negación de la existencia del Holocausto es un terrible testimonio de la intolerancia de nuestros tiempos. Y personas que apoyan esta línea de pensamiento no están en sincronía con los valores de nuestro medio, que premia la búsqueda de verdad por sobre todas las cosas. Por lo que rechazamos la manipulación de los hechos para alinearlos con falsas y peligrosas ideas que dividen, señalan y atacan a minorías solo por su raza, religión, orientación sexual, nacionalidad, entre otras cualidades.

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

Elias Pino Iturrieta Jun 10, 2020 | Actualizado hace 1 mes
El miedo a los judíos

Monumento al Holocausto. Berlín, Alemania. Foto Chiaravi / Pixabay.

@eliaspino 

El miedo a los judíos es uno de los sentimientos predominantes de la cultura accidental desde fines de la Antiguedad, de arduo tratamiento porque va unido a demostraciones de odio que traspasan la precaución que prevalece cuando las sociedades topan con comunidades a las cuales consideran como perjudiciales, o como amenazantes por las características y las intenciones que supuestamente las distinguen.

Sea por el temor que produce su peculiaridad, o por las manifestaciones de repulsión que conducen a reacciones sanguinarias, estamos ante uno de los fenómenos más estremecedores de la historia de Occidente.

Las referencias mayores sobre el asunto se encuentran con Hitler y con el Holocausto de la raza judía que promovió junto con sus brutales secuaces, pero son apenas el testimonio de una conducta remota y masiva que incumbe a todas las civilizaciones europeas, y a sus sociedades tributarias.

La reunión del miedo y el odio tiene origen doctrinal, un asunto sobre el cual se debe insistir debido a que no han faltado las explicaciones que la atribuyan principalmente al sentimiento popular. Para las autoridades cristianas los judíos representan el Mal Absoluto. Son los responsables del pecado más grande que pudo haber cometido la humanidad desde su creación: el Crimen de Deicidio.

Una conjura de la casta sacerdotal, una conspiración de sinagogas, condujo a la crucifixión del Hijo de Dios mientras la sociedad de entonces se hacía la desentendida, pecado y complicidad sin enmienda que han de trasmitirse de manera automática a los descendientes de la estirpe para que los expíen mediante apartamiento severo y, si es necesario, con la muerte. Tal interpretación, derivada de interpretaciones parciales de los evangelios y filtrada en los primeros concilios de la cristiandad, provoca  conductas que se convierten en tendencia abrumadora de las sociedades europeas, y en traslado de prejuicios después de los descubrimientos  geográficos de la época moderna.

Las autoridades laicas anteriores a la formación de los estados nacionales igualmente fomentan la persecución, como deslinde necesario para el control político que requerían. La determinación de lugares específicos de domicilio y de impuestos especiales, hasta llegar a prohibirles el ejercicio de oficios propios de la gente principal y, en ocasiones, a imponerles una indumentaria que los discriminara, acompañó el empeño de los documentos canónicos que los fulminaban.

Como eran miembros de una religión distinta, no podían quedar bajo la jurisdicción eclesiástica sino cuando atacaban el culto oficial o lo pervertían, motivo que condujo a la vigilancia puntillosa de conversos, judaizantes y “marranos”, probables animadores de herejías cuyo control, habitualmente desalmado, finalmente quedó en manos del Tribunal del Santo Oficio. Sin dependencia directa de las mitras ni de la sede romana, sino como despacho creado por el poder civil y financiado por sus arcas, la Inquisición podía hacer que la tierra temblara cuando perseguía y castigaba a los que “marraban” la fe de Cristo.

Por añadidura, las crisis económicas, las pestes y la pobreza hicieron que la gente común los convirtiera en objeto de su rencor. La relación de los judíos con el comercio y su participación descollante en pequeños y grandes manejos de usura que no estaban reñidos con la idea ancestral que tenían y tienen de la moral, hicieron que las muchedumbres hambrientas y embrutecidas los culparan de sus estrecheces y organizaran numerosos progroms sobre cuyas crueles devastaciones abundan testimonios desde 1300, por lo menos.

Los resentimientos de la población se cebaban con los israelitas, a quienes atribuían ritos satánicos, brujerías, sacrilegios y crímenes tan horrendos como el asesinato de niños recién nacidos.

Falsedades, en general, que permitían el asalto de los ghetos y la rapiña de las propiedades procedentes del trabajo de sus moradores, codiciadas por la plebe que no tenía dónde caerse muerta y a la cual despreciaban las aristocracias lugareñas. Fueron tan pavorosos los progroms durante la Edad Media, pero también en el Renacimiento y en lo posterior, que en no pocas ocasiones tuvieron que intervenir los obispos, y hasta el papa de turno, para impedir su recrudecimiento. Los púlpitos pueblerinos alimentaron  los sentimientos hostiles, hasta el extremo de acusar a las juderías de realizar conjuras nacionales e internacionales sobre cuya existencia todavía se insiste en nuestros días.

Para entender la profundidad y la genuinidad del miedo mezclado con odio que hemos esbozado, conviene recordar que las relaciones entre cristianos y judíos, con anterioridad a los progroms, fueron apacibles. Antes del siglo XI apenas se encuentran vestigios de un antijudaísmo popular. En la Alta Edad Media controlaron un amplio sector del comercio internacional, con el acuerdo o la sociedad de las autoridades gentiles. No fue entonces infrecuente el trato de los maestros de las universidades cristianas con eruditos adheridos a la fe mosaica. En las  cartas reales, los israelitas eran considerados como hombres libres que hablaban la lengua materna de las regiones en las cuales habitaban, y frecuentaban sitios públicos y hasta casas señoriales sin mayor impedimento. El miedo y el odio surgieron después, pero vinieron para quedarse.

El miedo a los musulmanes

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Los rumores y el miedo

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Los dioses del miedo

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Alejandro Armas Abr 26, 2019 | Actualizado hace 3 semanas
La banalización de la tragedia

NO PUEDO CREER QUE ESTÉ ESCRIBIENDO ESTE ARTÍCULO. Parece mentira que casi ocho décadas después de que el naufragio de la República de Weimar culminara con el ascenso de Hitler al poder uno que tenga que estar recordando a otros cuáles fueron los horrores del nazismo. Cada 27 de enero, cuando se celebra el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, no falta quien diga que es ridículo y fastidioso insistir en algo que “todo el mundo ya sabe”. Pues no. Cada vez hay más señales de que estos esfuerzos deben ser redoblados. Los chalecos amarillos que han hecho estragos en los Campos Elíseos están acosando a hebreos franceses. Este Domingo de Resurrección un grupo de personas quemó a un “Judas” claramente identificado como un judío ortodoxo en una localidad polaca. Son solo dos ejemplos.

Sin embargo, hay casos más sutiles en los que se pone de manifiesto falta de sensibilidad hacia los sufrimientos por los que han pasado los descendientes de Jacob (hablo metafóricamente, pues soy agnóstico). Eso es lo que ocurre cuando personas que no son objeto de ningún tipo de persecución se refieren a sus detractores como “nazis”, “neonazis” o algún otro término derivado del nacionalsocialismo, y se identifican ellos mismos con las víctimas del Holocausto. En Venezuela es harto conocida la caracterización de los opositores a los regímenes de Chávez y Maduro como “fascistas” y, aunque en menor medida, como “nazis”. Maduro ha comparado incidentes en los que miembros de la elite gobernante son increpados en público con el trato que el Tercer Reich daba a los judíos. Si mal no recuerdo, en una ocasión la televisora pública equiparó estos episodios con la Noche de los Cristales Rotos. Nada que sorprenda. Después de todo, el chavismo sostiene que sus problemas diplomáticos en América Latina son una especie de reedición del Plan Cóndor, lo cual supone una falta de respeto absoluta a la memoria de quienes fueron asesinados en aquel baño de sangre.

Mucho más inesperado es ver que un dirigente opositor abuse del recuerdo del Holocausto. Hace casi dos semanas, circuló en redes sociales la imagen de un “tuit” emitido por Henrique Capriles, en el cual el exgobernador de Miranda se refirió a otros opositores, con los que ha tenido desencuentros amargos, como “secta neonazi”. El mensaje habría sido borrado poco después de su publicación. Si bien es cierto que imágenes de tuits falsos aparecen a cada rato, hasta donde sé Capriles no desmintió que aquel fuera de su autoría.

Sé muy bien que todos los días Capriles es objeto de ofensas, algunas de ellas bastante soeces y viles. No obstante, me cuesta imaginar un político de su talla que no pase por eso. Un dirigente no puede reaccionar ante sus críticos comparándolos con los adeptos de Hitler. Ni siquiera si esos críticos se rebajan al nivel de zafios. A quienes solo lo cuestionan tiene que responder con argumentos que desarmen dichos cuestionamientos, siempre que esto sea lógicamente posible, y de lo contrario, reconocer el error o, al menos, guardar silencio y reflexionar. A quienes le gritan vulgaridades, lo mejor es ignorarlos, o llamarlos como lo que son: neandertales. Nazis, jamás.

Naturalmente, muchos opositores que no son precisamente admiradores de Capriles se sintieron ofendidos. Hay, empero, un detalle. El grupo al que el dirigente de Primero Justicia ha llamado antes “secta” incluye a unos cuantos venezolanos que han abrazado un conservadurismo bastante marcado. Las redes sociales han sido canal para sus diatribas contra los blancos predilectos del conservadurismo occidental: el islam, el movimiento Lgbti y, por supuesto, las feministas. En una oportunidad anterior, esta columna examinó la furia conservadora contra el feminismo, la cual hoy vuelvo a traer a colación debido a la forma alegre en que se refiere a sus militantes con la odiosa expresión “feminazi”. Quienes se sintieron aludidos por el tuit de Capriles pero se divierten igualando a las feministas con los integrantes del difunto Nsdap no tienen nada que reclamar.

Parece que, como en la misa, es justo y necesario repasar cuáles fueron esos delitos usados como referencia en el siglo XXI para describir actitudes opuestas a las propias. Me voy a limitar a las cifras del genocidio, pues por razones obvias de tiempo y espacio no puedo elaborar un catálogo de todos y cada uno de los crímenes. Los nazis masacraron a alrededor de seis millones de judíos en doce años. El grueso de la matanza ocurrió en los apenas tres años comprendidos entre la Conferencia de Wansee (cuando se decidió la “solución final”) y la liberación de los campos de extermino por los Aliados. Estamos hablando de aproximadamente dos tercios de la población hebrea en el Viejo Continente. En Polonia, donde los nazis construyeron Auschwitz, Treblinka y otros sitios cuyos nombres hoy son sinónimos de horror, más o menos 90% de los judíos fue eliminado.

Y esto es solo lo que les tocó a quienes impusieron portar una estrella amarilla en el pecho. Los nazis también asesinaron sistemáticamente a: miembros del pueblo roma (despectivamente llamados “gitanos”, eslavos, hombres homosexuales, testigos de Jehová, militantes de la oposición (sobre todo comunistas) y personas consideradas “incurablemente enfermas”. En total, la persecución nazi acabó con unas 17 millones de vidas, según cálculos del Museo del Holocausto (en Washington).  Diecisiete millones de asesinatos. Eso es más de la mitad de la población de toda Venezuela. Pudiera ser incluso dos tercios, considerando la estampida migratoria de los últimos años.

Espero que quede claro lo que quiero decir. Aunque los adversarios de un político se ensañen verbalmente contra él , no hay que equipararlos con los perpetradores de semejante hecatombe. Asimismo, si a usted le molesta que las mujeres exijan las mismas oportunidades y derechos que los hombres, pues esa es su prerrogativa. Pero llamarlas “feminazis” es una barbaridad. Por supuesto, no caeré yo en lo mismo ni diré que el uso a la ligera de “nazi” y sus derivados es comparable con actos antisemitas como los relatados en el primer párrafo. Sin embargo, una falta menor no deja de ser una falta. Los abusos lingüísticos comentados hoy degradan el recuerdo de la shoah (la “destrucción”, como en hebreo llaman al Holocausto) , aunque esa no sea la intención de sus emisores.

Nietzsche lamentó, en El nacimiento de la tragedia, la eliminación del justo equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre lo racional y lo irracional, en las artes a partir de lo que el filósofo teutón consideró la decadencia del teatro griego con Eurípides. Desafortunadamente, otra tragedia, una muy real, está siendo banalizada hoy. Si no se llama la atención al respecto, podríamos estar muy pronto en una bacanal de bajas pasiones que tome las riendas del discurso político. Mientras, fanáticos religiosos masacran a cristianos en iglesias de Sri Lanka. Mientras, un degenerado asesina a musulmanes en una mezquita Nueva Zelanda. Mientras, un racista mata a judíos en una sinagoga de Pittsburgh. Mientras, los verdaderos nazis y sus verdaderos equivalentes siguen en lo suyo.

 

@AAAD25 

En Memoria de Hillo Ostfeld, por Milos Alcalay

HilloOstfeld

 

Todavia estamos impactados con la triste noticia de la partida de ese gran hombre que fue Hillo Ostfeld, uno de los mas destacados miembros de la comunidad judía venezolana. La desaparición de este sobreviviente del Holocausto deja un profundo vacío. Las instituciones de la Comunidad Israelita llevan su sello en los mas variados campos: el humano, el institucional, el idealista, el solidario. Como Filantropo, entregó generosamente una constante y generosa contribución. Fue respetado por su sabiduría y por sus consejos. Como Empresario fue un exitoso gestor; como padre y abuelo forjó una linda familia con Klarita su compañera de vida -quien estuvo a su lado en todo- . Ambos eran sobrevivientes, y al mismo tiempo militantes de la verdad convencidos de que debían contar sus pesadillas para que sirvieran de esperanzas al ser conocidas por las jóvenes generaciones de venezolanos, a quienes les quisieron transmitir las consecuencias del horror del odio totalitario  del nacional socialismo del Siglo XX que asesinó a 6 millones de judíos.  Para dar su propio testimonio como sobreviviente y desmentir las tesis negacionistas, escribió libros, dio entrevistas, ofreció conferencias y recorrió incansablemente diversas Universidades del país, tanto en la capital, reuniéndose con universitarios de la Católica, Metropolitana, Simon Bolivar, quienes escuchaban emocionados sus vivencias para enfrentar la muerte a cada paso, o en el interior de la República. En la Universidad de Los Andes de Mérida, sus intervenciones fueron tan impactantes que  se creó de manera permanente la Cátedra de Estudios sobre el Holocausto que lleva su nombre como señal de admiración.

En mi misión como Embajador de Venezuela en Rumania, antes de ir a mi destino visite al entonces Presidente de la CAIV. Hillo me dio los mejores consejos de como vincularme con su amigo el legendario Rabino Moshe Rozen, o con el Académico judío Nicolae Cajal, y de allí los inmensos puentes que pude tener con la Rumania Post Ceauseuscu. Durante la visita oficial del Presidente Ion Iliescu a Venezuela, fue fundamental su apoyo. Luego, como Embajador de Venezuela en Israel, su aporte  fue inmenso y se dio en ambos sentidos. No solo durante sus visitas a Israel, pude constatar sus buenas relaciones con Presidentes, ex Presidentes, Primeros Ministros, Parlamentarios, Alcaldes, sino que también en Caracas, Klarita y él eran anfitriones permanentes al recibir en su casa a los mas destacados personajes de la vida Israelí. Mencionar los nombres de los ilustres homenajeados no seria justo porque se trata de los mas reconocidos y dejaría a muchos fuera. Pero lo que más resaltaría de Hillo, es su amor por Venezuela. Sus expresiones de admiración por lo que Venezuela representa para él y para miles de exilados que encontraron los brazos abiertos a sus nuevos ciudadanos, y en respuesta de agradecimiento siempre manifestaron respeto e identidad. Gracias Hillo.

@milosalcalay

Cofavic: Holocausto nos recuerda que se debe romper silencio y contrarrestar el odio

CADA 27 DE ENERO, la Unesco convoca a recordar a las víctimas del Holocausto y António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, cree que sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación.

Esa es la verdadera lección que se debe aprender de la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado de seis millones de judíos y de otros grupos considerados con “inferioridad racial”: los romaníes (gitanos), los discapacitados y algunos pueblos eslavos (polacos y rusos, entre otros), presos políticos, comunistas, socialistas, los testigos de Jehová y los homosexuales, por parte del régimen nazi y sus colaboradores.

En efecto, en febrero de 2006 el canadiense Paul E. Marek, nieto de Checoslovacos que huyeron de su país antes de la invasión nazi, publicó un artículo titulado “¿Por qué la mayoría pacífica es irrelevante? Allí refirió que llegó a conocer una familia que partencia a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, que poseían industrias y fincas, y a quienes en una ocasión les preguntó cuántos alemanes eran verdaderos nazis. La respuesta dada fue: “Muy pocas personas eran nazis en verdad, pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos… Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración”.

Aún después de esta reflexión y de millones de víctimas que dejó el Holocausto, pareciera que una mayoría pacífica, la “mayoría silenciosa”, ha sido intimidada por una minoría fanática durante muchos años.

De allí la importancia de mantener presente las lecciones de cada tiranía o forma de gobierno en la que el gobernante tiene un poder total o absoluto, no limitado por unas leyes, especialmente cuando lo obtiene por medios ilícitos, y abusa de él.

Irina Bokova, directora general de la Unesco entre 2009 y 2017, señaló durante un discurso en memoria del Holocausto que la historia de ese genocidio, perpetrado durante la Segunda Guerra Mundial, no pertenece solamente al pasado. Es una historia viva, que nos concierne a todos, cualesquiera que sean nuestras distintas procedencias, culturas o religiones.

Recordó con tristeza que después del Holocausto judío se han producido otros genocidios, en varios continentes y se preguntó ¿cómo el ser humano puede extraer mejores enseñanzas del pasado? “La barbarie cometida por el régimen nazi no fue sólo contra 20 millones de personas, fue un crimen contra la humanidad entera; por lo tanto, los testimonios de las víctimas nos dejan lecciones para ser compartidas y aprendidas por todos”.

De hecho, después de los crímenes perpetrados por el régimen nazi, fueron creados diferentes organismos internacionales destinados a salvaguardar la vida, la justicia y la dignidad del ser humano; entre ellas, la CorteIDH, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional; también surgió un nuevo enfoque en los códigos de ética médica, la acuñación, entre otros, de los conceptos “crimen de guerra” y “crimen de lesa humanidad” en el Derecho Penal Internacional y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como permitió el desarrollo posterior del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, hoy por hoy consolidado en el cuerpo jurídico internacional.

Este hecho histórico también dejó en evidencia que el ser humano es capaz de cometer los peores crímenes, y que en los seres humanos está la semilla del bien y del mal. Y para evitar que el mal, el odio y la discriminación se propaguen y germinen, es responsabilidad de todos como individuos, pero en especial de las autoridades gubernamentales, líderes políticos, sociales, religiosos, formadores de opinión, universidades, escuelas, centros culturales profesores, y toda la sociedad civil impulsar y apoyar proyectos educativos que ayuden a cumplir este objetivo y pueda consolidarse una sociedad basada en los valores democráticos.

Bokova está convencida de que la historia de los sobrevivientes de los diferentes genocidios no debe ser mirada como un hecho trágico del pasado, sino como el testimonio latente de una historia “viva”, colmada de valiosas enseñanzas y lecciones para la actual y las futuras generaciones, acerca de la necesidad de romper el silencio y contrarrestar el antisemitismo, la intolerancia, el prejuicio, el odio y la discriminación.

Cree Bokova que la educación sigue siendo el último bastión que protege al mundo de nuevas amenazas y es en ese ámbito donde la misión de la UNESCO alcanza su máximo significado.

Cofavic, por su parte, tiene dentro de su misión institucional la promoción y el fortalecimiento del respeto de los derechos humanos como una forma de contribuir a la consolidación de la democracia, mediante la lucha contra la impunidad, la educación, la investigación y la difusión del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

A lo largo de su historia, Cofavic ha desarrollado programas especializados en materia de educación de derechos humanos con comunidades, jóvenes y funcionarios públicos, para contribuir al fortalecimiento de las instituciones y promover la exigibilidad de derechos humanos entre la población.