#EspañaEnAméricaSinLeyendas | ¿Una América violada y envilecida? - Runrun
#EspañaEnAméricaSinLeyendas | ¿Una América violada y envilecida?
A partir de este artículo, iniciaremos una serie de escritos sobre la presencia de España entre nosotros que pretende apartarse de los aludidos estereotipos

 

@eliaspino

La pregunta que ahora se utiliza como título encuentra respuesta cercana y célebre en los reclamos que hace poco hizo el presidente López Obrador al rey de España y a los representantes de su gobierno. López Obrador les ha solicitado disculpas por la dominación de tres siglos que sus antecesores ejercieron en México, debido a que fue una acumulación de oprobios de la cual no solo resultó la aniquilación de una cultura trascendental, sino también el holocausto injustificable de millones de seres humanos.

No ha sido un requerimiento solitario, como todos sabemos. Se ha expresado en otras naciones de Hispanoamérica mediante el derrumbe de representaciones de los protagonistas de la conquista armada y de símbolos de la civilización trasladada desde la península. Quizá el gobierno venezolano fue uno de los precursores de este tipo de reacciones. Durante el mandato de Chávez se permitió y festejó la destrucción de una estatua de Cristóbal Colón, llevada a cabo por unos manifestantes convertidos en vengadores de una historia urgida de reivindicación.

Estatua de Cristóbal Colón, en Caracas, derribada por oficialistas el 12 de octubre de 2004, luego de un «juicio sumario…», aplaudido por Chávez.

Son reacciones que no deben pasar inadvertidas, debido a que también han ocurrido en el seno de la sociedad española. No pocos de sus voceros han considerado la expansión de la antigua Corona en las llamadas Indias como una ventaja indigna, y se ha llegado al caso de auspiciar una campaña contra el proceso efectuado en ultramar después de 1492. Tal campaña llegó al extremo de promover, hasta ahora sin éxito, la destrucción o la modificación de un monumento tan famoso como el que se levanta en el puerto de Barcelona para honrar al Almirante. No se podían celebrar las glorias del adelantado de un genocidio, fue uno de los argumentos usados por los candidatos a iconoclastas.

De ese punto de vista surge la idea de valorar de manera tendenciosa las creaciones de las sociedades americanas que no tuvieron contacto con España hasta finales del siglo XV, para llegar al extremo de fabricar un mundo ideal que fue mancillado por la maldad de unos coraceros extraños y voraces. En consecuencia, una simplificación orientada a magnificar los hechos de las comunidades llamadas prehispánicas apuntala la simplificación precedente, que advierte en la expansión española el resumen de una maldad sin paliativos. La supuesta existencia de una etapa dorada a la cual siguió la oscuridad impuesta por un imperio fanático y prepotente, pretende fundamentar la conducta de quienes se presentan como adalides de una visión progresista de la historia hasta rebasar los límites de la lógica cuando piden al presente que se arrepienta del pasado, cuando exigen al hijo que expíe los pregonados pecados de sus padres.

Un cobro de cuentas tan anacrónico depende de la ignorancia de los políticos proclives a las reformas, o a producir cambios radicales, porque solo tienen nociones superficiales de la evolución de sus sociedades. Como apenas manejan datos sobre las cosas sucedidas cuando ellos vienen al mundo, o como piensan que la historia de sus contornos empieza cuando se suscriben sus individuales partidas de nacimiento, ventilan unas nociones aparentemente ajustadas a unos hechos sobre los cuales campea la supina orfandad de su pensamiento. En esa pobreza de información y de formación intelectual, pero también en la facilidad de rellenarla o disimularla con consignas, se puede encontrar el motivo de su detracción de la civilización mudada a América; pero también en la influencia de una corriente más explayada y popular, establecida a través de los siglos: la leyenda negra de España.

La leyenda negra de España fue fraguada por los poderes rivales de los siglos XV y XVI –Inglaterra y Francia, especialmente–, a través de masivas campañas de imprenta para menoscabar el predominio del rey católico en Europa y su establecimiento en las colonias americanas, cada vez más amenazante para ellos. Perfeccionada por los intereses de la reforma protestante y por el generoso presupuesto que la sostenía, la Leyenda Negra se convirtió en un instrumento de mentiras, tergiversaciones, exageraciones y manipulaciones capaz de superar el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días.

Fue una de las orientaciones descollantes de la modernidad, debido a los impulsos que la Ilustración le dio. Vino como anillo al dedo a los autores de la Independencia hispanoamericana, criollos en su mayoría, que olvidaron su procedencia del tronco peninsular para meterse a insurgentes. Les llovió del cielo a los positivistas de la segunda mitad del siglo XIX hispanoamericano, empeñados en una cruzada de la civilización afrancesada contra la barbarie que en mala hora transportaron tres lamentables carabelas. También ha sido uno de los artefactos más socorridos de los revolucionarios de los siglos XX y XXI, en nuestras repúblicas y en la misma España, necesitados de que algo explote. Pese a que poco o nada hay de cierto o de verosímil en sus mensajes, la Leyenda Negra de España llegó y llega a un masivo conjunto de destinatarios dispuestos a jurar por sus contenidos especiosos y maliciosos.

¿Por qué el futuro se muestra tan crítico de la conquista española de América, mientras observa con indiferencia, y a veces con admiración, los sojuzgamientos llevados a cabo en el mismo vecindario y en la misma época por los ingleses, los portugueses, los franceses y los holandeses? No estamos ante una pregunta trivial. A partir de este artículo, iniciaremos una serie de escritos sobre la presencia de España entre nosotros que pretende apartarse de los aludidos estereotipos. Tratará temas concretos en cada entrega, procurando versiones equilibradas sobre las características del proceso del cual venimos desde la llegada de un tipo singular de europeos y que seguramente fijó los rasgos esenciales de nuestra sensibilidad colectiva. Gracias a las soflamas de unos políticos como López Obrador y Chávez, no se escribirá sobre antiguallas.