Víctor Salmerón, autor en Runrun

Víctor Salmerón

Reapertura comercial con Colombia dispara el temor en la industria venezolana
Las variables que limitan a las empresas venezolanas las colocan en desventaja para competir. Distintos sectores pidieron un trato diferencial en materia de aranceles en la revisión del acuerdo Aladi, pero no obtuvieron la respuesta esperada

Por: Víctor Salmerón/@vsalmeron

 

Nicolás Maduro estrechó la mano de Gustavo Petro en el puente Atanasio Girardot el pasado 16 de febrero y descongeló las relaciones comerciales con Colombia. Si bien este paso ayudó a romper su aislamiento en la arena internacional, desató el nerviosismo en la debilitada industria venezolana.

Tras el colapso del Socialismo del Siglo XXI, Nicolás Maduro reforzó su permanencia en el poder con un giro hacia el libre mercado y tejiendo relaciones con el sector privado, pero esto no basta para que los empresarios venezolanos compitan con los productos colombianos en condiciones de equilibrio.

Sectores de la industria nacional han planteado en reuniones con representantes del gobierno que la desigualdad de condiciones es notoria, porque a diferencia de los empresarios colombianos, tienen poco acceso al crédito, impuestos elevados, inflación anual de tres dígitos, fallas constantes en el servicio de electricidad y difícil acceso a las materias primas.

Pero en un entorno en el que Nicolás Maduro encuentra reconocimiento y proximidad ideológica en la Colombia de Gustavo Petro y el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, la integración comercial recupera protagonismo.

La semana pasada, en un foro organizado por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), el ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, afirmó que “es muy probable que regresemos a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y al Mercosur”. Rebosando optimismo aseguró que “estamos preparados para ingresar con todos los hierros a la CAN”.

Venezuela abandonó la CAN en 2011 y en 2017 fue suspendida por tiempo indefinido del Mercosur por “ruptura del orden democrático”. En 2018 una larga lista de países, entre ellos la Colombia que tenía en la presidencia a Gustavo Duque, consideró fraudulentas las elecciones con las que Maduro se reeligió como presidente.

Comenzar a volver

Bajo los acuerdos de la Comunidad Andina, Venezuela y Colombia construyeron un mercado común con reglas claras sobre aranceles, competencia desleal, propiedad intelectual, salvaguardias, aduanas e instituciones para operar.

En 2006, Colombia y Perú firmaron convenios de libre comercio con Estados Unidos. En respuesta Venezuela anunció su retiro de la Comunidad Andina y se adhirió al Mercosur. El expresidente Hugo Chávez dijo que era un paso necesario para evitar que productos estadounidenses “triangulados” a través de Colombia ingresaran a Venezuela.

En 2011 Venezuela quedó formalmente excluida de la Comunidad Andina al concluir el plazo de cinco años para su retiro. Desde entonces entre Colombia y Venezuela solo existe el Acuerdo de Alcance Parcial 28 firmado bajo el paraguas de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).

Si bien este acuerdo permite el comercio entre ambos países en la práctica se redujo severamente porque Colombia, ante los problemas de pago de Venezuela y la pugnacidad política, optó por buscar otros mercados para la mayoría de sus productos mientras que Venezuela se hundió en una crisis sin precedentes que pulverizó su capacidad de exportar.

El pasado 16 de febrero, horas antes de que Nicolás Maduro estrechara la mano de Gustavo Petro, el ministro de comercio de Colombia, Germán Omaña y la vicepresidenta Delcy Rodríguez firmaron la modificación del acuerdo Aladi y quedó clara la intención de reimpulsar el intercambio comercial.

Luis Alberto Russián, presidente de la Cámara Venezolana-Colombiana (Cavecol) resume que, tras la revisión del acuerdo, los productos en los que Venezuela sigue siendo competitiva como ron, cangrejos, camarones y cacao podrán ser exportados a Colombia con cero arancel.

“La oferta exportable de Venezuela ahora goza de cero aranceles, Colombia aceptó que esto hacía falta para generar mayor equilibrio. La idea es reconstruir la relación”, dice Luis Alberto Russián.

Para el resto de los productos se establece una rebaja de aranceles de la misma magnitud para Colombia y Venezuela. Pero el problema, explican empresarios venezolanos, es la enorme disparidad entre las condiciones de cada país que los deja con mínimas opciones para exportar y con un alto riesgo de perder espacio en el mercado nacional.

La asimetría

El colapso de la economía controlada, el endeudamiento irresponsable y el financiamiento monetario del déficit, unido a la debacle de la producción petrolera, condujeron a una recesión de ocho años en la que el PIB de Venezuela se redujo 80%.

La industria de autopartes refleja el impacto de la crisis. Omar Bautista, presidente del gremio que agrupa a estos empresarios, explica que “en promedio la industria de autopartes está trabajando a 25% de su capacidad instalada. El ensamblaje de vehículos, uno de nuestros mercados, es prácticamente cero”.

La venta de repuestos a los tres millones de vehículos que circulan en Venezuela se enfrenta a la competencia desleal. “Una gran cantidad de comercios informales venden piezas importadas sin cobrar impuestos, más baratas, eso ha desplazado la venta de autopartes nacionales”, dice Omar Bautista.

El sector logró exportar el año pasado piezas por un valor de diez millones de dólares, la mayoría radiadores de aluminio, baterías y pistones de aluminio a Brasil, Colombia, Argentina e Italia.

La posibilidad de aumentar las exportaciones a Colombia, tras el reimpulso a las relaciones comerciales, luce muy difícil dada la debilidad de las empresas, el aumento de los costos por una inflación anual de 537% y el poco acceso al crédito por la descapitalización y las regulaciones que limitan a la banca venezolana.

Al contrario, las empresas colombianas se han fortalecido en los últimos años, no tienen restricciones de financiamiento para el capital de trabajo, cuentan con mejores servicios públicos y una inflación anual de 13%. Además, conocen bien el mercado venezolano.

La industria de autopartes solicitó que en la revisión del acuerdo Aladi Colombia le otorgara a los productos venezolanos una rebaja de aranceles superior a la que reciben los productos colombianos en Venezuela, pero se establecieron las mismas condiciones para ambos países.

“Colombia exporta más de 200 millones de dólares en autopartes cada año, su industria trabaja a 80% de su capacidad instalada. Hay una gran asimetría, pero en la revisión del acuerdo se colocaron las mismas preferencias arancelarias para los productos de ambos países cuando en realidad no tenemos las mismas condiciones” dice Omar Bautista.

“Planteamos que hubiese un tratamiento distinto para compensar la asimetría, pero no fue así. Nosotros no vamos a aprovechar ese acuerdo, creo que los colombianos sí lo van a aprovechar”, agrega.

El sector químico planteó que una lista de productos catalogados como sensibles, porque la pérdida de mercado nacional puede impactar severamente a las empresas, no tuviera ninguna rebaja de impuestos a la importación por un tiempo prudencial, pero en la revisión del acuerdo Aladi se les estableció una reducción de aranceles de entre 60% y 80%.

La lista incluía pegamentos, pinturas, lubricantes, artículos de higiene del hogar como detergentes, desinfectantes, cloro y productos de higiene industrial. Además, el sector químico pidió que se equiparen las condiciones para la compra de materia prima, un factor que favorece a las empresas colombianas.

Las empresas químicas de Colombia pagan un impuesto para importar materia prima desde terceros países de entre 5% y 10% mientras que las venezolanas pagan una tasa de entre 10% y 16%, algo que tampoco fue compensado en la revisión del acuerdo Aladi.

En seis meses

Atrás ha quedado el tiempo en que el comercio bilateral alcanzó cifras relevantes. En 2008, el año de mayor volumen, una Venezuela boyante compró a Colombia mercancías por 6.071 millones de dólares, principalmente alimentos, cuero y textiles. A su vez, le vendió bienes por 1.198 millones de dólares, en buena parte acero, hierro, aluminio y petroquímica.

Tras la decisión de Venezuela de privilegiar las compras al Mercosur y el cierre de la frontera, el comercio se redujo violentamente. Las estadísticas de Colombia indican que en 2021 solo exportó a Venezuela bienes por 331 millones de dólares e importó productos por 69 millones de dólares.

En 2008 las ventas a Venezuela significaron 16,2% del ingreso de Colombia por exportaciones y en 2021 apenas 0,7% después de un proceso en que sus empresas buscaron nuevos mercados como China, India y Turquía.

En 2022 comenzó a elevarse el intercambio comercial gracias a que se permitió el paso de camiones por los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, tras siete años de cierre parcial y tres de cierre total.

Las estadísticas oficiales de Colombia indican que en 2022 sus exportaciones a Venezuela aumentaron 90% y sumaron 632 millones de dólares mientras que sus importaciones se elevaron 39% y representaron 96 millones de dólares.

El diario colombiano Portafolio indica que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia espera que este año continúe el crecimiento y estima que el intercambio comercial se ubique entre 1.600 y 1.800 millones de dólares, mientras que la Asociación Nacional de Comercio Exterior colombiana (Analdex) proyecta 1.200 millones de dólares.

No obstante, hay temas sobre la mesa como crear medios de pago rápidos y confiables en Venezuela, algo en lo que trabajan los banqueros de ambos países. Por ahora, las sanciones de Estados Unidos han dejado a Venezuela sin bancos corresponsales, pero a través de las sucursales de bancos venezolanos en el exterior está fluyendo el dinero.

Javier Díaz, presidente de Analdex, dijo a Portafolio que los puntos relevantes para que el comercio siga aumentando son los siguientes: «Un sistema de pagos, los pasos fronterizos, el acuerdo de promoción y protección de inversiones, la profundización del Acuerdo de Alcance Parcial 28 y la admisibilidad sanitaria”.

Difícilmente el comercio retornará a lo que fue, pero en el mediano y largo plazo es una opción para que las empresas venezolanas, capaces de exportar, aumenten sus ingresos y el uso de la capacidad instalada.

No obstante, en el corto plazo la competencia con Colombia amenaza con dar un golpe extra a la industria venezolana. El acuerdo Aladi será revisado en seis meses. Los empresarios esperan obtener protección.

BCV diseña plan para contener el desplome del bolívar
El bajo nivel de las reservas internacionales y la falta de confianza en la moneda atentan contra la posibilidad de estabilizar el tipo de cambio
En las últimas dos semanas el Banco Central desembolsó 310 millones con los que logró detener el encarecimiento del dólar

 

Por: Víctor Salmerón/ @Vsalmeron

 

La semana pasada el directorio del Banco Central de Venezuela (BCV) se reunió con representantes de la banca para explicar las medidas con las que intentará contener el colapso del bolívar que se tradujo en el encarecimiento del dólar, la disparada de los precios y el declive de las ventas.

El primer paso consiste en un inesperado incremento de la oferta de dólares a fin de acabar con el atraso en el desembolso de las divisas y tratar de calmar las expectativas sobre una constante depreciación de la moneda.

A partir del tercer trimestre del año pasado las sanciones a la banca rusa entorpecieron el flujo de dólares que recibe el gobierno por la venta de petróleo en Asia. Esto se tradujo en un retraso en la entrega de los dólares en el mercado oficial: las empresas pagaban por las divisas, pero las recibían tres o cuatro semanas más tarde.

Normalmente el Banco Central coloca en el mercado alrededor de 50 millones de dólares a la semana y en las últimas dos semanas desembolsó 310 millones con los que logró satisfacer la demanda, detener el encarecimiento del dólar y acabar con el atraso.

Un elemento que ha potenciado el efecto del incremento en la oferta de dólares es que hay menos demanda de divisas porque los contribuyentes están almacenando bolívares para cancelar el impuesto sobre la renta.

“La agresiva intervención cambiaria del Banco Central superó la capacidad de absorción del mercado. Los bancos tardan varios días en vender lo que antes les llevaba pocas horas”, dice la consultora Síntesis Financiera en su reporte Briefing Financiero.

El representante de una entidad financiera, quien acudió a la reunión con el directorio del Banco Central, explica que además el plan contempla mantener la oferta de dólares en un rango de 250 a 300 millones al mes y no desbocar la emisión de bolívares.

En este sentido la idea es que al menos la mitad del gasto del sector público se financie con la recaudación de impuestos, algo que se traduciría en una relativa dosificación en la cantidad de bolívares que emite el Banco Central para financiar al gobierno.

Los venezolanos perdieron la confianza en la moneda y tan pronto el gobierno inyecta bolívares para pagar salarios o deudas con sus proveedores, inmediatamente aumenta la demanda de divisas y se encarece el dólar. Como los comercios y las empresas calculan sus costos en dólares rápidamente hay un efecto en la mayoría de los precios.

La urgencia del gobierno por tratar de ganar credibilidad es clara: hace cinco meses los venezolanos compraban un dólar con ocho bolívares y hoy necesitan 24,3 bolívares; de acuerdo al Observatorio Venezolano de Finanzas, la inflación acumula un salto de 166% en los últimos cuatro meses y Ecoanalítica señala que las ventas se contrajeron 17,5% en enero de este año respecto a enero de 2022.

Eduardo Fortuny, director de la consultora Dinámica, considera que las autoridades buscan “dejar en claro cuál es el camino que tratará de seguir el gobierno: estos son los dólares que tengo, este es el financiamiento monetario que voy a utilizar. Si el signaling le funciona baja la aversión al riesgo; es una herramienta política importante”.

Pocas balas

Un elemento a tomar en cuenta es que las reservas internacionales, el tanque de divisas que el Banco Central utiliza para ofertar dólares a la economía, se ubica en mínimos históricos tras la venta de buena parte del oro y el ínfimo monto del efectivo.

El Banco Central indica que las reservas suman 9 mil 425 millones de dólares al cierre del 25 de febrero, pero esta cifra incluye 5 mil 189 millones de dólares en derechos de giro, que no puede utilizar porque el Fondo Monetario Internacional no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro y 31 toneladas de oro bloqueadas por el Banco de Inglaterra.

El resultado es que el monto disponible es de 2 mil 500 millones de dólares que en su mayoría son el valor de las pocas barras de oro que permanecen en las bóvedas del Banco Central. La porción en efectivo no supera los 600 millones de dólares.

La debilidad es evidente. Tras el aumento en la oferta de divisas de las últimas semanas las reservas internacionales registran una pérdida de 497 millones de dólares en los primeros dos meses de este año.

Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, indica que la tendencia del dólar seguirá siendo al alza: “No veo la posibilidad de una normalización. El nivel de las reservas internacionales es muy bajo y nadie quiere mantener bolívares porque la inflación es muy alta y el valor de los bolívares desaparece de la noche a la mañana”.

“Cualquier disponibilidad de bolívares bien sea por gasto público o actividad crediticia se va al dólar, entonces tienes una demanda potencial de dólares muy elevada y una oferta muy restringida. El gobierno está entrampado”, agrega Pedro Palma.

Síntesis Financiera indica que “la estrategia cambiaria del Banco Central requiere más ingresos petroleros” y explica que la caída de las reservas internacionales “denota el alto costo de la intervención cambiaria como instrumento antiinflacionario”.

Llenar el pote

Durante el primer semestre del año pasado, el Banco Central logró estabilizar la cotización del dólar y potenció la imagen de una economía en recuperación, pero el escenario cambió en el segundo semestre a medida que la producción petrolera se estancó y Rusia le quitó mercado a los barriles de Pdvsa en China.

La caída de los ingresos en dólares acabó con la estabilidad cambiaria. Eduardo Fortuny señala que el gobierno «sabe que su enfermedad es la falta de dólares y los está buscando debajo de las piedras”.

El primer paso consistió en lograr que Estados Unidos, que aplica sanciones por considerar ilegítimas las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió en 2018, le permitiera a Chevron aumentar sus operaciones en Venezuela y elevar la producción de petróleo.

La producción de Venezuela promedió 716 mil barriles diarios en 2022 y la producción de Chevron, que actualmente es de 90 mil barriles diarios, debería aumentar hasta un promedio de 200 mil barriles diarios en el resto del año según fuentes del sector petrolero.

Pero todavía el camino no luce despejado. Michael Wirth, presidente ejecutivo de Chevron, dijo a agencias de noticias esta semana que en Venezuela “esperaría que fuéramos despacio” debido al riesgo político.

Eduardo Fortuny indica que el gobierno cuenta con petróleo almacenado que intentará colocar vía Chevron sin el descuento que sufre al vender barriles en Asia al margen de las sanciones y busca que Estados Unidos otorgue licencias a otras empresas petroleras como Repsol y ENI.

“Hay que añadir que el gobierno está en proceso de retomar el control del arco minero que perdió a manos de distintas facciones y espera que se implemente el fondo de ayuda humanitaria que acordó en las negociaciones de México por 3.200 millones de dólares”, dice Eduardo Fortuny.

Otro elemento a considerar es que analistas del sector energético contemplan un alza en el precio del petróleo por el incremento de la demanda tras la reapertura de la economía china, hasta hace poco maniatada por las restricciones para combatir al Covid.

El escenario

Todo apunta a que el gobierno podría contar con un mayor ingreso de dólares en el segundo semestre del año, pero no es posible regresar a la estabilidad cambiaria del primer semestre de 2022.

Consultoras y entidades financieras proyectan un dólar en alza. Ecoanalítica contempla que el tipo de cambio oficial culmine el año en 60 bolívares por dólar mientras que Latin Focus indica que en promedio, las estimaciones de 18 firmas y bancos como Oxford Economics y Credit Suisse, esperan que el dólar culmine en 59,7 bolívares.

Eduardo Fortuny explica que Dinámica contempla que el dólar cierre este año en 62,50 bolívares: “Necesitas más divisas para desacelerar el deslizamiento del tipo de cambio y esas divisas, si se materializa la estrategia, llegarán a finales del primer semestre y en el segundo semestre”.

La inflación pincha la burbuja del optimismo en Venezuela
La disparada de los precios y el colapso de la moneda instalan un clima negativo. El estudio de opinión pública de Consultores 21 indica que las emociones más recurrentes en la población son angustia, desilusión y enojo

Por: Víctor Salmerón/ @vsalmeron

 

Al aflojar el control de la economía Nicolás Maduro dio alas a la idea de que era posible una Venezuela más normal, menos asfixiante, sin escasez ni mercados negros, con algo de estabilidad, donde mejorar ya no era inconcebible. Pero se disipa la burbuja.

El último estudio de opinión pública de Consultores 21, soportado por entrevistas realizadas entre el 22 de noviembre y el 11 de diciembre de 2022, refleja el clima negativo. Ante la pregunta: ¿la economía venezolana se está recuperando?, el 75% de los venezolanos se muestra en desacuerdo.

El ánimo ya no es el de un país que respira. El estudio determina que las emociones más recurrentes en la población son angustia, desilusión y enojo. La visión de un futuro más amable se difumina tras la vuelta al vértigo de precios que escalan velozmente, el colapso de la moneda e ingresos precarios.

Durante el primer semestre del año pasado, quienes se sumaban a la idea de la normalización tenían a mano que la inflación se había desacelerado notablemente, que la cotización del dólar se movía lentamente y que el consumo renacía desde el foso; pero hay un giro relevante.

En el tercer trimestre de 2022 el bolívar comenzó a hundirse frente al dólar y la inflación dejó atrás el tiempo de la desaceleración. El impacto se sintió con fuerza en los últimos meses del año y el consumo pisó el freno.

La consultora Dinámica analiza la medición que hace la firma Atenas y explica que “al acumular la variación de consumo semanal y descontarle los ajustes de precios registrados en el mismo período, observamos una disminución del número de unidades promedio adquiridas por los hogares durante los últimos tres meses del año”.

Ingresos y aspiraciones

Teresa Vargas trabaja como manicurista en una peluquería y dice que su ingreso está alrededor de 180 dólares al mes: «A veces es menos porque cobro un porcentaje por los clientes que atiendo. A duras penas cubro lo básico y cada vez con más dificultad”.

De acuerdo con Consultores 21, en promedio, el ingreso total de los hogares en Venezuela, que incluye salarios, bonos que reparte el gobierno y cualquier otro tipo de remuneración, es de 213 dólares al mes al cierre del cuarto trimestre de 2022.

Visto por estratos el ingreso promedio de los hogares de la clase popular, que incluye grupos muy heterogéneos, es de 193 dólares al mes y en la clase media, empobrecida de manera brutal en los últimos años, es de 266 dólares al mes.

El ingreso varía notablemente de acuerdo a la zona del país. Mientras que en la capital, en promedio, los hogares cuentan con 252 dólares al mes, en Guayana, donde el declive de las industrias básicas es catastrófico, el promedio es de 95 dólares.

El estudio revela lo poco que ganan los venezolanos respecto a sus aspiraciones. Ante la pregunta: ¿cuántos dólares cree usted que le hacen falta para cubrir los gastos mensuales mínimos de su familia?, los hogares de clase baja, en promedio, afirman que necesitan un ingreso de 519 dólares al mes y los de clase media aspiran a 614 dólares.

Miguel Gutiérrez trabaja en el departamento de marketing de una compañía que fabrica envases y explica: «Digo que soy de clase media pero mi ingreso y el de mi esposa no nos permite cambiar el automóvil que tenemos desde 2008 o irnos de vacaciones.  Nos alcanza para los gastos de alimentación y servicios, debemos tres meses de condominio”.

El temblor

Al apartarse de los postulados del Socialismo del Siglo XXI y dar espacio a la iniciativa privada, el gobierno logró que reaparecieran los productos en los mercados, mientras que las empresas comenzaron a pagar bonos en dólares a los trabajadores. La producción de petróleo dejó de caer y la economía, que se redujo durante todo el período 2014-2021, tocó piso y comenzó un incipiente crecimiento.

El comercio y los servicios para la pequeña capa de alta renta, con ahorros en dólares y los mayores ingresos, se nutrió de nuevos restaurantes de lujo, bodegones repletos de productos importados y tiendas con ropa de marcas reconocidas. A la par, el gobierno cantó victoria y comenzó a hablar de una nueva era signada por la recuperación.

Pero tras los efectos rápidos y positivos de la eliminación de los controles afloró la inestabilidad de un gobierno que cubre buena parte del gasto con la emisión de dinero; de la desconfianza en la moneda y la constante compra de dólares, de la falta de reservas para estabilizar el tipo de cambio y de empresas poco productivas que pagan bajos salarios.

En junio de 2022 los venezolanos compraban un dólar con 5,5 bolívares y hoy necesitan 24 bolívares. La inflación, que se desaceleró hasta un dígito bajo al mes, hizo erupción por la depreciación de la moneda y en los últimos cuatro meses acumula un salto de 166% según el Observatorio Venezolano de Finanzas

La narrativa

En medio de la creciente inestabilidad el gobierno mantiene el discurso victorioso. El 10 de febrero Nicolás Maduro afirmó que el crecimiento de la economía venezolana «perfila proyecciones positivas, con un modelo postpetrolero que comienza a surgir”.

En la Serie del Caribe, recién finalizada, la administración de Nicolás Maduro inauguró un moderno estadio de beisbol que se asemeja a los de equipos de Grandes Ligas y la narrativa se centra en destacar el crecimiento de la economía, dejando a un lado que lo hace desde una base muy precaria.

El crecimiento de la economía en 2022 aún no tiene cifras precisas pero los gráficos del gobierno afirman que “será de aproximadamente 15%”, sin duda una buena noticia pero que por sus características está muy lejos de ser el umbral de una era de prosperidad.

El Banco Central oculta los datos, pero consultoras consideran que durante la gran recesión de 2014-2021 la economía venezolana se redujo en torno a 70%, como si un hombre de cien kilos comenzara a pesar treinta kilos. El crecimiento de 15% significa que este hombre enflaquecido aumentó su peso hasta 34,5 kilos: sigue muy lejos de parecerse a lo que fue.

El ilusionista

La precariedad del ingreso se siente con más intensidad en la administración pública. El gobierno no ajusta los salarios desde marzo de 2022 y en el caso de los maestros, un gremio que comenzó el año protestando en las calles, el salario base equivale a 15 dólares.

Economistas coinciden en que solo con una mayor disponibilidad de dólares el gobierno logrará revitalizar el optimismo y alejar la percepción de crisis, pero el margen de maniobra es limitado: la producción de petróleo es la cuarta parte de lo que era antes de la llegada del chavismo al poder y las sanciones limitan el uso de algunos activos.

Organismos internacionales y una larga lista de países considera ilegítimas las elecciones con las que Nicolás Maduro se reeligió en 2018 y mantienen sanciones que, por ejemplo, impiden que el gobierno haga uso de los Derechos Especiales de Giro que el Fondo Monetario Internacional repartió a sus miembros.

No obstante, en el segundo semestre del año, podría haber una mejora en la caja. La licencia otorgada a Chevron por Estados Unidos le permite aumentar sus operaciones en Venezuela y se espera un alza en la producción petrolera.

Además, en las negociaciones con la oposición, se acordó el uso de activos que permanecen congelados a fin de crear un fondo que inyecte recursos para atender a la población en pobreza crítica.

Para Nicolás Maduro es prioritario revivir la percepción de mejoría en el año previo a las elecciones presidenciales previstas para 2024. La incesante propaganda que el gobierno difunde a través de su hegemonía en los medios de comunicación ha tenido efecto, pero aún la mayoría de los venezolanos culpa al gobierno de la crisis.

Consultores 21 indica que ante la pregunta ¿cuál considera usted que es la principal causa de la crisis económica que está atravesando Venezuela?, el 55% señala la mala gestión del gobierno, 15% a las sanciones, 16% a la “guerra económica” y 11% al “sabotaje de la oposición”.

 

En once años el BCV vendió 81% de sus reservas de oro
El exiguo nivel de las reservas internacionales y el insuficiente ingreso de divisas se traducen en pocos dólares para estabilizar el bolívar

 

 

En agosto de 2011 el expresidente Hugo Chávez recibió la propuesta del entonces presidente del Banco Central, Nelson Merentes y de Jorge Giordani, quien estaba al frente del Ministerio de Finanzas, de traer a Venezuela en un “plazo máximo de dos meses” las barras de oro que formaban parte de las reservas internacionales de la nación.

La urgencia, como afirmó el gobierno en avisos de prensa después de aprobada la medida, se debía a que el oro, depositado en bancos extranjeros como JP Morgan, Barclays, BNP Paribas y Standard Chartered, corría peligro por “la crisis del sistema capitalista”.

La narrativa se centró en que la economía de Estados Unidos se tambaleaba y crecía a un ritmo muy bajo, mientras que la zona euro era muy riesgosa por el elevado endeudamiento de Portugal, España e Italia.

Once años después, las reservas internacionales, el tanque de divisas que el Banco Central utiliza para pagar importaciones, cancelar la deuda de la república y ofertar dólares a la economía se ubica en mínimos históricos tras la venta de buena parte del oro y el ínfimo monto del efectivo.

En agosto de 2011 el país tenía en el exterior 211 toneladas de oro y otras 154 en las bóvedas del Banco Central, en Caracas, para un total de 365 toneladas. El balance del Banco Central al cierre de 2022 refleja que actualmente solo existen 69 toneladas lo que se traduce en una caída de 81% y en la merma de gran parte de los lingotes que el país conservó desde 1950.

Tras no ahorrar durante el tiempo de los altos precios del petróleo, un corrupto control de cambio, cuatriplicar la deuda externa, sufrir una catastrófica caída de la producción petrolera y el impacto de las sanciones de Estados Unidos, la columna vertebral de las reservas internacionales está disminuida.

En marzo de 2021 Julio Borges, en su rol de delegado del entonces presidente interino Juan Guaidó, denunció la venta de oro a Rusia, Mali y los Emiratos Árabes Unidos.

Al cierre de 2022 las reservas internacionales suman 4 mil 800 millones de dólares, de los cuales, 3 mil 910 millones de dólares corresponden al oro, 832 millones a dólares en efectivo y 67 millones a otros activos de poco valor.

En sus estadísticas el Banco Central añade a las reservas 5 mil 121 millones de dólares que corresponden a Derechos Especiales de Giro que el Fondo Monetario Internacional repartió a sus miembros, pero que la administración de Nicolás Maduro no puede utilizar.

Organismos internacionales y una larga lista de países considera ilegítimas las elecciones con las que Nicolás Maduro se reeligió en 2018 y mantienen sanciones que limitan la capacidad de maniobra del gobierno.

Un detalle importante es que a fin de utilizar el oro como garantía para recibir préstamos, el gobierno dejó en el exterior parte de los lingotes y, de las 69 toneladas que el Banco Central incluye en las reservas, 31 toneladas están en manos del Banco de Inglaterra que no reconoce a Nicolás Maduro como presidente.

Aparte de las reservas el Banco Central y el gobierno cuentan con las divisas que aportan las exportaciones petroleras, pero tras años de pésima gerencia, corrupción rampante y las sanciones de Estados Unidos, la producción se ha estancado en torno a 700 mil barriles diarios, la cuarta parte de lo que era antes de la llegada del chavismo al poder.

Para aumentar el ingreso de dólares la administración de Nicolás Maduro recurre a la explotación frenética de oro en el Arco Minero del Orinoco desatando un proceso de deforestación y ríos contaminados. A pesar de esta desordenada y costosa estrategia la inestabilidad y la vulnerabilidad de la economía no cesan.

Bolívares derretidos

El ínfimo nivel de las reservas que el Banco Central está en capacidad de utilizar, el más bajo en términos nominales desde septiembre de 1974 y el reducido flujo de divisas, se traducen en pocos dólares para intervenir en el mercado cambiario. Al mismo tiempo, el gobierno le pide al Banco Central que lo financie creando bolívares.

El resultado es un ciclo vicioso en el que la moneda se hunde y los venezolanos se empobrecen: cuando los bolívares que el Banco Central entrega al gobierno ingresan a la economía rápidamente son utilizados por las empresas y los particulares para comprar dólares y, como la oferta es muy pequeña, el bolívar se deprecia continuamente.

Macroconsultores precisa que el año pasado el dinero creado por el Banco Central, en buena medida para financiar al gobierno, creció 563% y el colapso de la moneda es notorio: la primera semana de octubre de 2022 los venezolanos podían comprar un dólar con 8 bolívares en el mercado oficial y hoy necesitan 23,6 bolívares.

En Venezuela, donde las empresas y los comercios calculan costos y precios en dólares, la pérdida de valor del bolívar respecto al dólar tiene impacto inmediato: como los precios están fijados en dólares, rápidamente se comienza a pedir más bolívares por los productos y servicios.

Otro factor a tomar en cuenta es que aparte de elevar la demanda de dólares, la inyección de bolívares por parte del Banco Central se traduce en más bolívares detrás de pocos productos, una dinámica que también impulsa los precios. El resultado es que el país se asoma al precipicio de la hiperinflación.

Según la definición clásica un país se hunde en la hiperinflación cuando los precios aumentan 50% en un mes y según el Observatorio Venezolano de Finanzas la inflación de enero fue de 39,4%, un nivel que enciende las alarmas. El Banco Central oculta las estadísticas oficiales.

José Guerra, exgerente del Banco Central y diputado en el parlamento elegido en 2015, afirma que “si el Banco Central continúa creando dinero al ritmo en que lo está haciendo para financiar al gobierno el país está en riesgo de caer en la hiperinflación”.

El cohete

Gracias a la licencia otorgada a Chevron para que amplíe sus operaciones en Venezuela se espera que la producción petrolera aumente a lo largo del año y que el Banco Central cuente con algo más de caja para incrementar la oferta de dólares, pero las proyecciones apuntan a un dólar que seguirá escalando.

El reporte de enero de Focus Economics, que reúne las proyecciones de distintos bancos y consultoras como Torino Capital, UBS y Oxford Economics, indica que en promedio se espera que el dólar culmine este año en 44,6 bolívares.

Algunas consultoras están ajustando sus proyecciones en vista del entorno actual. En su informe de la semana pasada Dinámica prevé que el dólar culmine este año en 62,50 bolívares en el mercado oficial y en 64 bolívares en el mercado paralelo.

Los trabajadores públicos, que cobran salarios en torno al equivalente a 20 dólares al mes, comenzaron el año protestando en las calles y el gobierno evalúa conceder un bono indexado al dólar.

La idea en estudio es que el bono contra la guerra económica que comenzaron a recibir trabajadores públicos, jubilados y pensionados, por montos equivalentes a 30, 20 y 15 dólares se ajusten de acuerdo al aumento en la cotización del dólar.

Síntesis Financiera afirma en su reporte Briefing Financiero que de concretarse la indexación del bono, para tratar de aplacar las protestas, el gobierno tendrá que recurrir a la emisión de bolívares del Banco Central.

“Con ingresos fiscales ordinarios insuficientes, luce imposible financiar la indexación de las remuneraciones sin recurrir al Banco Central”, dice el reporte y añade que “la indexación exacerbaría la espiral de inflación- devaluación, pero es imposible pensar en mantener niveles de remuneración tan precarios”.

La insolvencia

El exiguo nivel de las reservas internacionales y lo reducido del ingreso petrolero implican que Venezuela tendrá que reestructurar la pesada deuda en dólares que no paga desde 2018. Los atrasos en el pago de capital e intereses por la deuda en bonos del Estado suman 48 mil millones de dólares al cierre de enero de este año.

El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello calcula que el monto de la deuda por bonos, préstamos de China y los casos pendientes y sancionados en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), suma 200 mil millones de dólares.

“Los niveles absolutos y relativos que ha alcanzado la deuda del sector público hacen imposible la sostenibilidad de las finanzas públicas en Venezuela. Es obvio que el país debe afrontar un proceso largo y complejo de reestructuración y negociación de esta deuda, pero esto solo es posible en un contexto de estabilidad política e institucional” dice el Instituto.

Chevron y alza del petróleo: ¿Un respiro para Maduro?
A lo largo del año el gobierno contará con más recursos, pero en lo inmediato enfrenta el desafío de aplacar la protesta de los trabajadores y contener la inflación

Víctor Salmerón/ @vsalmeron

El colapso de la moneda, la aceleración de la inflación y las protestas por los bajos salarios en el sector público elevan la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, pero todo indica que progresivamente ganará capacidad de maniobra gracias al aumento de la producción de petróleo y al alza en los precios del barril.

La escalada en los precios del petróleo, consideran analistas, vendrá de la mano del incremento de la demanda por la reapertura de la economía china, hasta hace poco maniatada por las restricciones para combatir al Covid. Al mismo tiempo, se espera menos oferta de crudo por el impacto de las sanciones a Rusia tras su invasión a Ucrania.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) explica en su informe de enero de este año que el escenario más probable es que se desarrollará un «déficit sustancial de crudo durante toda la segunda parte de 2023 a medida que la demanda avance a toda velocidad”.

El barril Brent, el crudo marcador, se cotiza en torno a 80 dólares y Goldman Sachs contempla que alcance los 110 dólares en el tercer trimestre, mientras que los analistas de UBS esperan que el precio “supere los 100 dólares en los próximos meses”.

El petróleo es la principal fuente de dólares de la administración de Nicolás Maduro y el alza en el precio del barril se combinará con el incremento de la producción, gracias a que el gobierno de Joe Biden otorgó una licencia a Chevron, la multinacional estadounidense, para que aumente sus operaciones en Venezuela.

Estados Unidos, al igual que una larga lista de países, considera ilegítimas las elecciones de 2018 en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente y mantiene vigentes sanciones que limitan el comercio de petróleo con Venezuela, así como las operaciones de las empresas estadounidenses y extranjeras.

 

La producción

Chevron tiene una participación minoritaria en cuatro empresas en las que está asociada con Pdvsa, la compañía de petróleo del estado venezolano: Petropiar, Petroboscán, Petroindependencia y Petroindependiente. En el pasado, Chevron financió parte de las operaciones de estas empresas y Pdvsa tiene una deuda por pagarle.

Aunque no se conoce en detalles el contrato firmado entre Chevron y Pdvsa, se sabe que la empresa estadounidense invertirá y aumentará la producción en las compañías en que son socios. Luego exportará el petróleo a Estados Unidos y una parte de los beneficios ingresarán a la caja del gobierno venezolano.

La información entregada por el gobierno a la OPEP indica que la producción de Venezuela promedió 716 mil barriles diarios en 2022 y fuentes petroleras calculan que para finales de este año Chevron estará produciendo unos 300 mil barriles, con lo que la producción aumentaría hasta una cifra cercana al millón de barriles.

Gustavo García, execonomista jefe de la División Fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo, indica que esto sería entre el tercer y cuarto trimestre: «Lo más probable es que, en promedio, la producción de Chevron se ubique entre 150 mil y 200 mil barriles diarios”.

La caja

Para exportar petróleo al margen de las sanciones la administración de Nicolás Maduro recurre a intermediarios que revenden el crudo en Asia con un descuento considerable, pero Chevron podrá ofertar los barriles extraídos en Venezuela a precios de mercado.

Gustavo García señala que como no se conoce el contrato firmado por Chevron, para calcular un aproximado del ingreso, asumió que Pdvsa recibirá la mitad de los beneficios a un precio de 80 dólares el barril para el crudo venezolano.

De acuerdo con este ejercicio, a través de Chevron, el gobierno recibiría este año alrededor de 2 mil 200 millones de dólares, una cifra que en las actuales circunstancias proveería oxígeno porque ayudaría a disminuir el severo desequilibrio en las finanzas del Estado.

“El centro de gravedad de la política económica es la situación fiscal”, dice Gustavo García y explica que como existe una enorme brecha entre el ingreso y el gasto, el Banco Central financia al sector público emitiendo una gran cantidad de bolívares.

El Banco Central utiliza los bolívares que crea para financiar a Pdvsa y luego Pdvsa transfiere dinero al resto del sector público. Una vez este dinero ingresa a la economía genera presión inflacionaria porque se traduce en más bolívares detrás de pocos productos o en una demanda de dólares que propicia la depreciación de la moneda.

A la par de que emite bolívares para financiar al gobierno el Banco Central vende dólares a través de la banca, pero es un monto muy pequeño respecto a la demanda y por tanto el bolívar no deja de hundirse. En enero de 2022 un dólar costaba 4,5 bolívares y hoy cuesta 22 bolívares en el mercado oficial.

El auxilio

Para colocar los números en contexto, Gustavo García precisa que con el ingreso que recibiría a través de las operaciones de Chevron el gobierno podría duplicar el monto de dólares que el Banco Central vende en el mercado cambiario.

“Además, si utiliza los bolívares que recibirá por la venta de los dólares para ajustar los salarios de los trabajadores públicos y las pensiones, no habría un efecto inflacionario considerable. No estaría emitiendo dinero adicional, los bolívares vendrían de los bancos, son bolívares que ya están en el mercado”, dice Gustavo García.

Desde su punto de vista, en este escenario, “el gobierno pudiera hacer un aumento que seguramente no va a ser lo que los empleados públicos y pensionados aspiran, podría llevar el salario mínimo en torno a 50 dólares y con un poco de habilidad alejarse del peligro de regresar a la hiperinflación, aunque seguirá habiendo una inflación elevada”.

El gobierno no ajusta los salarios desde marzo de 2022 y el salario mínimo, que es equivalente a las pensiones, solo representa seis dólares. En el caso de los maestros, un gremio que comenzó el año protestando en las calles, el salario base es de 15 dólares.

El Observatorio Venezolano de Finanzas precisa que en diciembre la inflación fue la más alta en veinte meses y se ubicó en 37,2%, una magnitud que encendió las alarmas. Según la definición clásica, creada por el economista Philip Cagan en 1956, un país se hunde en la hiperinflación cuando los precios aumentan 50% en un mes.

El riesgo es que el gobierno siga emitiendo dinero al mismo ritmo en que lo viene haciendo para aumentar el gasto en mayor proporción. El financiamiento del Banco Central al sector público aumentó 898% al comparar 2022 con 2020” advierte Gustavo García.

Un factor a tomar en cuenta es que otras empresas petroleras como Repsol y ENI están presionando a Estados Unidos para que les otorgue una licencia similar a la de Chevron. Además, es probable que Chevron asuma un rol más activo en el mediano plazo.

“Tengo la impresión de que el contrato con Chevron, por la forma en que está redactada la licencia, implica que Chevron va a entrar como proveedor de servicios para aumentar la producción en los campos petroleros que están por completo bajo control de Pdvsa”, indica Gustavo García.

En este escenario considera que en 2024 la producción petrolera continuaría aumentando hasta una cifra en torno a 1 millón 300 mil barriles y el gobierno estaría en condiciones de aumentar el salario mínimo y las pensiones hasta los 100 dólares.

“Esto es un escenario donde los problemas de Venezuela no se van a resolver, podría haber mayor estabilidad en la tasa de inflación y el tipo de cambio si estos supuestos se materializan, pero sigue siendo un escenario mediocre”, dice Gustavo García.

 

El corto plazo

Los trabajadores del sector público han tomado las calles y presionan por un ajuste en el salario. El ingreso mínimo legal, que aparte del salario incluye un bono de alimentación, equivale a 8 dólares y aumentarlo en el corto plazo representa un desafío para el gobierno.

La consultora Síntesis Financiera indica que el costo mensual de la nómina del sector público, incluyendo pensionados, equivale a 2,45 millardos de bolívares que al tipo de cambio oficial actual equivalen a 111 millones de dólares.

La firma precisa que si el ingreso mínimo legal aumenta hasta el equivalente a 30 dólares, el costo mensual de la nómina en bolívares se elevaría en 257%, en 491% si aumenta hasta el equivalente a 50 dólares y en 1.075% si aumenta hasta el equivalente a 100 dólares.

“Estos incrementos en el gasto fiscal ilustran el desafío de política económica que enfrenta el gobierno. En primer lugar, está el reto de financiar ese mayor gasto con ingresos ordinarios petroleros y no petroleros, sin recurrir al financiamiento monetario del Banco Central”, explica Síntesis Financiera.

Añade que “el Banco Central enfrentará una presión mayor en el control de la liquidez monetaria y la defensa del bolívar descansando esencialmente en la venta de divisas en efectivo”.

El auxilio proveniente del aumento de la producción petrolera y el alza del petróleo llegará progresivamente y difícilmente será suficiente para satisfacer las aspiraciones de los trabajadores del sector público. En lo inmediato aplacar la protesta, enfriar la inflación y regresar a un clima de normalización es el gran reto de Nicolás Maduro.

¿Qué implica el plan del gobierno para aumentar el crédito en la banca?
El aumento de los préstamos indexados tendrá un efecto limitado como fuente de financiamiento e impactará al  mercado cambiario, la banca y las empresas

Víctor Salmerón / @vsalmeron

En medio de una severa escasez de financiamiento que limita el incipiente crecimiento de la economía, el gobierno aplica un plan para impulsar el crédito a las empresas que impactará a la cotización del dólar, presionará a los bancos y tendrá resultados modestos.

La estrategia consiste en incrementar desde 10% hasta 30% la porción de los depósitos en dólares que los bancos pueden usar para prestar, pero con una serie de condiciones que tendrán consecuencias.

Como la administración de Nicolás Maduro quiere forzar el uso del bolívar, la debilitada moneda nacional que nadie atesora, los bancos venderán los dólares en el mercado cambiario oficial y prestarán los bolívares que reciban.

Los créditos serán indexados: el banco presta bolívares pero fija la deuda en dólares. Por ejemplo, registra en sus libros un crédito a tres meses de plazo por diez dólares y entrega al cliente 207 bolívares porque el tipo de cambio oficial es de 20,7 bolívares por dólar.

Si en tres meses el tipo de cambio oficial aumentó, como podría suceder, hasta 30,7 bolívares, el cliente tendrá que pagarle al banco diez dólares pero al nuevo tipo de cambio, es decir, tendrá que cancelar 307 bolívares.

Esto pone en marcha distintos efectos. Síntesis Financiera calcula que si los bancos se deciden a prestar todo lo que pueden venderían 300 millones de dólares en sus mesas de cambio, durante los próximos tres o cuatro meses y aumentaría la oferta de divisas en el mercado oficial.

La mayor oferta de dólares ayudaría a contener la cotización del dólar en el mercado oficial pero hay que tomar en cuenta que el monto no es muy relevante. Los 300 millones de dólares que podrían vender las entidades financieras equivalen a lo que vende el Banco Central en cinco semanas.

También, es probable que crezca la demanda de dólares. Tesoreros explican que como el monto a pagar por el crédito se incrementa en la medida en que aumenta la cotización del dólar, la manera de disminuir el riesgo es comprar dólares.

“El crédito es indexado, yo tengo que pagar más bolívares si el tipo de cambio aumenta, entonces la forma que tengo de disminuir el riesgo de un salto en la cotización del dólar es comprar dólares con los bolívares del crédito y trabajar con las divisas”, dice el tesorero de una empresa de alimentos.

Este potencial aumento de la demanda le restaría impacto al incremento de la oferta de dólares, por lo que operadores cambiarios son cautos al momento de calibrar el efecto que podría haber en el tipo de cambio durante las próximas semanas.

El desbalance

En la acera de los bancos hay un tema crucial con los créditos indexados: venden dólares de sus clientes, prestan bolívares a las empresas y las empresas le pagan el préstamo con bolívares. ¿Cómo reponen los dólares de sus clientes?

Los bancos no pueden comprar dólares en el mercado oficial por lo que se les podría generar un desbalance en el que habría pocos dólares para respaldar los depósitos en divisas de los clientes.

“Como está planteado el tema hay que ser cuidadoso con el monto a prestar, estar seguro de que se va a seguir captando dólares para evitar un descalce importante”, dice el presidente de un banco.

La idea es que el banco reponga los dólares que vendió para prestar con nuevos depósitos de dólares, pero se trata de una situación poco estable porque siempre habrá una porción de los depósitos que no estará cubierta.

El año pasado los bancos estaban autorizados a utilizar 80 millones de dólares para créditos indexados y solo utilizaron 30 millones porque la mayoría de las entidades financieras consideró que había un riesgo elevado en el proceso.

Los bonos

El gobierno contempla otra modalidad para aumentar el crédito bancario que consiste en que las empresas le vendan bonos en dólares a los bancos, pero al igual que con los créditos indexados hay una serie de detalles a tomar en cuenta.

Lo primero es que es necesaria una reforma legal porque los bancos, salvo que lo hagan a través de los fideicomisos, no están autorizados a comprar bonos de empresas. Solo pueden adquirir los bonos que están emitidos o avalados por el Estado.

El tema aun está en discusión pero se estudia la posibilidad de que, con parte de los depósitos en dólares que podrán utilizarse para créditos, los bancos compren los bonos de las empresas una vez se arregle el tema legal.

Banqueros explican que aún no está claro si el gobierno permitirá que los bancos compren bonos en dólares utilizando directamente los dólares o si los obligará a vender las divisas y a utilizar bolívares como en el caso de los créditos indexados.

“Hay una gran indefinición, no se sabe si se trataría de bonos en dólares que el banco va a poder comprar con dólares directamente y que al vencimiento del bono la empresa pagará también con dólares. Este sería el esquema adecuado pero no está definido”, dice un banquero.

La sequía

Aparte de los créditos indexados, el financiamiento está muy restringido. Para la administración de Nicolás Maduro es crucial tratar de estabilizar el tipo de cambio y para evitar que haya más bolívares para comprar dólares obliga a los bancos a dejar bajo llave 73 de cada 100 bolívares que tienen en depósitos.

La consecuencia es que pocas empresas tienen financiamiento y la mayoría tienen que trabajar con el dinero propio para comprar materia prima o maquinaria, algo que limita la producción y el crecimiento.

De acuerdo con datos de Global Scope, al cierre de diciembre, el total de créditos en la banca equivalía a 737 millones de dólares, una cifra enana si se toma en cuenta que de acuerdo con Conindustria, el gremio que agrupa a la manufactura privada, el sector necesita financiamiento por el orden de cinco mil millones de dólares que serían utilizados como capital de trabajo.

Las familias también sienten la restricción a través del mínimo financiamiento al consumo. Las tarjetas de crédito, en su mayoría, tienen poca utilidad porque no cubren la compra de un par de zapatos, un mercado y mucho menos algún electrodoméstico.

“Mi MasterCard es prácticamente inservible. En este momento tengo un límite que al tipo de cambio oficial equivale a catorce dólares. Evidentemente tengo que arreglármelas sin la herramienta del crédito para cubrir mis gastos”, dice el abogado Enrique Castillo.

El desequilibrio

Banqueros y empresarios consultados consideran que la mejor opción es permitir que los bancos presten directamente en dólares y abrirle la puerta a una mayor dolarización de la economía: los venezolanos ahorran en dólares, usan el dólar para fijar los precios y en una parte relevante de sus transacciones.

Además, una porción importante de los depósitos de la banca está en dólares pero el gobierno ha frenado el proceso impidiendo los préstamos en dólares y las transferencias en divisas a través de la banca.

El plan del gobierno es forzar a un mayor uso del bolívar, pero tras ocho años con inflación de tres dígitos o más, tan pronto ingresan bolívares a la economía, las empresas y los particulares buscan deshacerse de ellos comprando dólares o cualquier cosa.

A pesar de la asfixia del crédito, la falta de confianza en la moneda y la constante emisión de dinero para cubrir el déficit en las cuentas públicas se traduce en una demanda de dólares que supera la oferta.

A comienzos de 2022 los venezolanos podían comprar un dólar con 4,5 bolívares. Hoy necesitan 20,7 bolívares si van al mercado oficial o 22,5 bolívares si acuden al mercado paralelo.

El gobierno mantendrá su estrategia. El pasado cinco de diciembre la vicepresidenta y ministra de Finanzas, Delcy Rodríguez, sostuvo un encuentro con empresarios y afirmó: “Nuestra política monetaria está dirigida a consolidar y fortalecer al bolívar”.

 

La nueva Venezuela: una economía enana centrada en el comercio

La nueva Venezuela: una economía enana centrada en el comercio
Los datos oficiales sobre importaciones y exportaciones desnudan la fragilidad y las limitaciones del incipiente crecimiento que comenzó en 2022

 

Víctor Salmerón/ @vsalmeron

 

Un exultante Nicolás Maduro afirmó en la Asamblea Nacional que en 2022 la economía de Venezuela tuvo el mayor crecimiento de América Latina y el Caribe. Lo escuchó un país que dejó atrás la época de la escasez y el declive generalizado pero donde la mayoría vive una sofocante realidad de empleo precario, salario exiguo y expectativas limitadas.

Las cifras que mostró Nicolás Maduro, aparte de señalar el fin del período de caída, desnudan el crecimiento incipiente de una economía enana, centrada en el comercio a base de importaciones con poca participación de sectores clave para la diversificación y el empleo como la industria y la construcción.

El crecimiento de la economía en 2022 aún no tiene cifras precisas pero los gráficos del gobierno afirman que “será de aproximadamente 15%”, sin duda una buena noticia pero que por sus características está muy lejos de ser el umbral de una era de prosperidad.

El Banco Central oculta los datos pero consultoras consideran que durante la gran recesión de 2014-2021 la economía venezolana se redujo en torno a 70%, como si un hombre de cien kilos comenzara a pesar treinta kilos. El crecimiento de 15% significa que este hombre enflaquecido aumentó su peso hasta 34,5 kilos: sigue muy lejos de parecerse a lo que fue.

La importación

Maduro afirmó que el crecimiento vino acompañado de un “impacto de diversificación de la economía» que no habíamos tenido en años.  Pero las importaciones indican que predomina la compra de productos para el comercio, una actividad de baja productividad mientras que la industria adquiere poca materia prima para procesar y usa una pequeña parte de su capacidad.

El desarrollo de la industria manufacturera es un vehículo para que los países evolucionen desde actividades simples con mínimo valor agregado hacia la elaboración de productos más complejos que reportan mayores ingresos e incrementan la capacidad para exportar.

Además, en la medida en que las empresas manufactureras aumentan la producción, absorben a trabajadores que están en sectores menos productivos.

Los datos oficiales indican que las importaciones del sector privado suman nueve mil millones de dólares en 2022, un tercio del monto de 2013, el año previo al inicio de la gran recesión y 70% corresponde a la compra de productos para el comercio. 

La adquisición de materia prima, que en 2013 representó 58% del total, en 2022 solo tiene un peso de 20,8% y la mitad corresponde a la compra de cereales como maíz y trigo. La compra de maquinaria y equipos solo representa 9% de las importaciones del año pasado.

El entorno

Luigi Pisella, presidente de Conindustria, el gremio que agrupa a la manufactura privada, explica que la competencia de los productos importados y factores como la elevada carga de impuestos y poco uso de la capacidad instalada impactan al sector, pero vislumbra mejoras en el corto y mediano plazo.

“Estamos utilizando 38% de la capacidad instalada, esto nos resta competitividad, nos hace más costosos porque los gastos fijos se distribuyen en poca producción. Colombia y Brasil, por ejemplo trabajan a 80-82% de su capacidad instalada”, dice Luigi Pisella.

Añade a la lista un tipo de cambio sobrevaluado y la exoneración de impuestos que favorecen la importación, aunque destaca que ha habido avances. “Está disminuyendo la sobrevaluación de la moneda y la exoneración de impuestos disminuyó desde 7.000 productos a 1.500. Además ya no están exonerados al 100% sino que pagan 90% por la nacionalización e IVA”.

“El otro factor que poco a poco se va a ir corrigiendo es el tema de los tributos, hoy los tributos son tan altos que son trasladados al consumidor y eso encarece nuestros productos. Pero la tendencia es que vaya disminuyendo la importación y se sustituya por producción nacional”, dice Luigi Pisella. 

Un factor clave es que para que esto ocurra tiene que haber una mejora en los servicios públicos. “Vas a necesitar más electricidad, más gasolina, más agua”, indica Pisella.

Las exportaciones

En un entorno de baja producción industrial, las exportaciones no asociadas al petróleo si bien crecen desde el foso de 2021 siguen siendo precarias y se concentran en rubros de poco valor agregado como ron, cacao y camarones.

Maduro admitió que se trata de un aumento de poco impacto. “En 2021, el primer año del renacimiento, comenzamos con exportaciones no tradicionales de 522 millones de dólares y este año hemos llegado a 1.314 millones. Cifras modestas en la dirección correcta”.

En 1998, el año previo al que el chavismo llegara al poder, las exportaciones no petroleras del país reportaron 5.500 millones de dólares y 3.150 millones en 2013, el año previo al estallido de la crisis.

La producción petrolera, bajo el impacto de años de pésima administración, corrupción rampante y las sanciones de Estados Unidos que considera fraudulentas las elecciones presidenciales de 2018, se mantiene estancada en 686 mil barriles diarios, un nivel ínfimo respecto a los 3,2 millones de barriles diarios que producía el país en 1998.

El empleo

Eleazar Ramírez tiene 35 años y explica que hasta 2018 trabajó en una empresa que elaboraba tubos de plástico. «Pero me quedé sin empleo, así que ahora trabajo en una cadena de tiendas de electrodomésticos como vendedor. Quisiera volver a tener un empleo como el que tuve, ganaba más y me sentía mejor, pero hay que sobrevivir”, comenta.

La gran recesión provocó un cambio sustancial en el empleo. La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) indica que en julio de 2022 la industria manufacturera solo empleaba a 1,5% de los venezolanos que trabajan y la construcción 3,5%. El empleo se concentra en comercio, transporte, la administración pública y actividades por cuenta propia.

En septiembre la medición del Observatorio Venezolano de Finanzas señaló que la remuneración promedio de los gerentes que laboran en el sector del comercio y los servicios de la Gran Caracas se ubicó en 278 dólares, 176 dólares los profesionales y 116 dólares los obreros.

Economistas coinciden en que un factor determinante del salario es la productividad, el valor en dinero que los trabajadores producen en una hora de trabajo y la evidencia apunta a que el empleo se concentra en actividades poco productivas con un techo bajo para las remuneraciones.

El consumo

Con las manos vacías tras el colapso de la economía socialista, Nicolás Maduro eliminó en la práctica el control de cambio y el control de precios a la vez que permitió la libre circulación del dólar. Este viraje acabó con la escasez, desaceleró la inflación y permitió el repunte del consumo que beneficia al comercio.

Las empresas y los comercios, con más ingresos por la dolarización, aumentaron la remuneración a los trabajadores que si bien sigue siendo baja, llegó a estar en un sótano más profundo y las remesas también han ayudado al crecimiento del consumo, sobre todo de alimentos básicos y productos de cuidado personal.

Pero la inflación sigue siendo muy elevada y se aceleró notablemente en el segundo semestre de 2022. No hay cifras oficiales pero el Observatorio Venezolano de Finanzas indica que en diciembre la inflación fue de 37,2% y cerró el año en 305%, una magnitud que impacta la expansión del consumo.

Las reformas

Tras ocho años de caída al fin hubo un cambio en la tendencia; pero sin reformas que consoliden el crecimiento y permitan avanzar a altas tasas por largo tiempo Venezuela corre el riesgo de permanecer con una economía enana incapaz de generar prosperidad para la mayoría.

Analistas indican que es necesario un acuerdo político que permita aliviar las sanciones, obtener financiamiento internacional, renegociar la deuda externa y fortalecer las instituciones para impulsar la inversión.

Un aspecto a tomar en cuenta es que la banca venezolana está descapitalizada y es incapaz de financiar una expansión de la economía, por lo que es muy probable que sea necesario un proceso de fusiones y aportes de capital para mejorar su capacidad.

Ecoanalítica precisa que aun haciendo las cosas bien y creciendo a altas tasas, se necesitará tiempo para regresar a un país que se parezca al que existía antes del colapso.

Si Venezuela creciera a un promedio anual de 9,5%, la tasa de mayor expansión de su historia alcanzada en el período 1920-1949, le tomaría trece años regresar a la economía que tuvo en 1998 y 18 años a la de 2013.

 

Venezuela: ¿En camino a otra hiperinflación?
El aumento de los precios se aceleró de manera notable y se encienden las alarmas. Queda en evidencia la precariedad del plan de gobierno para controlar la inflación

En diciembre de 2021 Venezuela logró salir de la hiperinflación que estalló a finales de 2017 y la administración de Nicolás Maduro comenzó a hablar de “recuperación económica”, pero crece el temor a un nuevo ciclo de aumento descontrolado de los precios.

Según la definición clásica, creada por el economista Philip Cagan en 1956, un país se hunde en la hiperinflación cuando los precios aumentan 50% en un mes y sale cuando transcurren doce meses en los que aumentan menos de 50%.

El Banco Central oculta las cifras desde octubre, pero mediciones de consultoras y organismos como el Observatorio Venezolano de Finanzas indican que los precios están aumentando a tasas que bien pueden ser el preámbulo de otra hiperinflación.

El Observatorio Venezolano de Finanzas precisa que en diciembre la inflación fue la más elevada en veinte meses y se ubicó en 37,2%. Macroconsultores no mide la inflación general, pero sigue de cerca el precio de una canasta de alimentos básicos y los resultados son preocupantes.

La medición semanal de la canasta, compuesta de harina de maíz, harina de trigo, pasta, aceite, leche en polvo, arroz, atún enlatado, azúcar y granos indica que, en promedio, el precio aumentó 44,8% en diciembre.

Los venezolanos conocen los estragos que causa un aumento meteórico de los precios. En la hiperinflación pasada, la capacidad de compra del salario se hundió, la pobreza se multiplicó, la emigración alcanzó niveles inéditos y tan solo en 2018 los precios aumentaron 130 mil por ciento.

Si bien una hiperinflación suele ser un evento caótico en esta oportunidad, de concretarse, podría ser menos virulenta porque no hay precios represados como en el pasado y el mercado, aunque con muchas imperfecciones, está operando. 

Las causas que explican la aceleración de la inflación se resumen en déficit en las cuentas del gobierno, falta de confianza en la moneda y depreciación del bolívar.

Gobierno en rojo

Tras no ahorrar durante el boom de altos precios del petróleo, expropiar empresas que hoy generan pérdidas, pésima administración de Pdvsa, sufrir el impacto de las sanciones de Estados Unidos, una caída brutal en la producción de petróleo y la recaudación de impuestos, los ingresos del gobierno cayeron estrepitosamente.

Para cubrir parte del gasto, la administración de Nicolás Maduro recurre al Banco Central, que crea dinero para financiar a Pdvsa, la empresa petrolera del Estado. 

El economista Hermes Pérez, profesor de la Universidad Metropolitana y exfuncionario del Banco Central, explica que al cierre de 2022 el financiamiento a Pdvsa supera 19 veces al resto del dinero base creado por el Banco Central.

Una vez este dinero ingresa a la economía a través de las distintas tuberías del gobierno genera presión inflacionaria porque se traduce en más bolívares detrás de pocos productos o una demanda de dólares que propicia la depreciación de la moneda.

“El financiamiento con emisión de dinero del Banco Central comenzó a repuntar desde mayo del año pasado y es mayor, en proporción a la base monetaria, al que existía cuando comenzó la hiperinflación en 2017, esto es preocupante”, dice Hermes Pérez.

Los problemas de caja del gobierno se agudizaron en el segundo semestre del año pasado por la caída en los precios del petróleo y la mayor competencia de los barriles rusos en el mercado asiático.

El gobierno se financia con dinero que emite el Banco Central a pesar de que dejó de pagar la deuda por los bonos en dólares emitidos por el Estado.  En 2022, por capital e intereses, debió desembolsar 9 mil millones de dólares y en total la deuda pendiente, que en algún momento tendrá que ser reestructurada, suma 85 mil millones de dólares.

Repudio a la moneda

El dinero requiere confianza en el gobierno y las instituciones que lo respaldan y en Venezuela la fe en la moneda está rota. Tras la constante pérdida de capacidad de compra del bolívar, las empresas y las familias buscan deshacerse de él lo antes posible comprando dólares o cualquier cosa.

En la economía conviven el bolívar y el dólar pero mientras el bolívar circula y cambia de manos rápidamente, el dólar se emplea para ahorrar, fijar los precios y en una parte relevante de las transacciones.

Esto se traduce en que tan pronto el gobierno realiza pagos en bolívares rápidamente este dinero se dirige a la compra de dólares o en demanda de bienes y servicios. La presión no es mayor porque la administración de Nicolás Maduro aplica un salvaje recorte de gasto en las pensiones y el salario de los trabajadores públicos.

Además, para evitar que los bancos presten bolívares que puedan emplearse para comprar dólares, obliga a las entidades financieras a mantener bajo llave 73% del dinero que gestionan.

Caída del bolívar

A comienzos de 2022 los venezolanos podían comprar un dólar con 4,5 bolívares. Hoy necesitan 18,8 bolívares si van al mercado oficial o 20,6 bolívares si acuden al mercado paralelo. Este hundimiento del bolívar es el resultado de una demanda de dólares que supera por mucho a la oferta.

En los últimos doce meses el Banco Central vendió alrededor de 4 mil millones de dólares para abastecer al mercado oficial pero este monto fue insuficiente para estabilizar el tipo de cambio. En Venezuela, donde las empresas y los comercios calculan costos y precios en dólares, la pérdida de valor del bolívar respecto al dólar tiene impacto inmediato.

José Guerra, exgerente del Banco Central, director del Observatorio Venezolano de Finanzas y diputado en la Asamblea Nacional elegida en 2015, afirma que la devaluación se transfiere inmediatamente a los precios «porque los precios están fijados en dólares, rápidamente se comienza a pedir más bolívares por los productos y servicios”.

Añade que en un entorno donde se tiene la percepción de que el gobierno y el Banco Central son incapaces de evitar la constante depreciación del bolívar los precios reciben un impulso extra por las expectativas negativas: la inflación del pasado impacta en la inflación del futuro.

“No es solo a cuánto está el dólar hoy, también influyen las expectativas de cómo va a estar el dólar mañana. Las empresas y los comercios tienen que reponer sus inventarios”, dice José Guerra.

El tanque de dólares que tiene el Banco Central para vender en el mercado se encuentra en mínimos históricos. Las reservas suman cinco mil millones de dólares de los cuales más de tres cuartas partes son barras de oro.

El plan inexistente

En un trabajo publicado por el Fondo Monetario Internacional, The Modern Hyperinflation Cycle: Some New Empirical Regularities, el economista José Luis Saboín analiza los distintos episodios de hiperinflación en el mundo con una base de datos de hasta 62 variables para 196 países y detecta rasgos comunes en la medicina para abandonar por completo la enfermedad.

Básicamente, los ciclos hiperinflacionarios terminan cuando “las cuentas fiscales se aproximan al equilibrio y el crecimiento del dinero base disminuye sustancialmente, aumenta de forma importante la capacidad exportadora e importadora, disminuye la carga de la deuda externa y se detiene el nivel estrepitoso de la devaluación de la moneda” concluye José Luis Saboín.

Agrega a la lista factores estructurales como que las libertades económicas «aumentan» y hay una «mayor estabilidad en el gobierno”.

Venezuela está lejos de un plan que reúna estas características, por ahora. El gobierno de Nicolás Maduro ha aplicado un precario ajuste que está colapsando y consiste en recorte de gastos, sobre todo en salarios y pensiones; restricción del crédito bancario y venta de dólares para tratar de estabilizar el tipo de cambio.

Aun si el país no ingresa al túnel formal de la hiperinflación todo indica que seguirá padeciendo incrementos de precios que impiden la estabilidad, golpean la capacidad de compra de los consumidores y limitan el crecimiento de la economía.

En 2021, de acuerdo con los datos del Banco Central, la inflación fue de 686% y en 2022, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas, 305%, con una notable aceleración en los últimos cuatro meses con variaciones de dos dígitos.

Hermes Pérez advierte que “la definición de Philip Cagan es un número arbitrario. Lo cierto es que con una inflación mensual de 30% se está ante incrementos muy elevados que pueden ser exponenciales. Esto es muy preocupante”.

 

Advierten que Venezuela podría entrar de nuevo en hiperinflación en 2023