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Reconstruir

Para reconstruir un país su gente se renueva

@ArmandoMartini  

Venezuela ha sido profusa en grandes figuras, muchas exitosas en la construcción de circunstancias, pensamientos, conductas y nación. Los españoles produjeron, durante sus pocos más de 3 siglos de dominio, una sociedad dividida a rajatabla en clases sociales. Pero también una dirigencia de alta educación, sincronizada con su época, sentido de la oportunidad, espíritu de país y ciudadanía.

Fue ese género el que lideró un cambio drástico que hizo explosión y emergió en los primeros años del siglo XIX: Simón Bolívar, Andrés Bello, Simón Rodríguez, Germán Roscio, José Félix Ribas y otros tantos. No fue resultado de la casualidad, sino de un sistema pequeño en tamaño comparado con los virreinatos, pero enorme en formación y desarrollo del pensamiento e ideología.

Mujeres y hombres sacrificaron todo, fortuna y vida, para transformar la provincia colonizada en nación libre y soberana, ejemplo de América. Para ello se lanzaron a la beligerancia tras comprobar que la paz española solo les proveía leyes y sometimiento sin alternativa. La guerra destruye, lo sabían, estaban conscientes, pero no se desanimaron.

Retaron y vencieron la vergüenza de la obediencia sumisa y sin opciones, construyendo bases firmes para la expectativa de libertad, soberanía y nacionalidad.

De esa generación que lideró con pasión y entusiasmo la independencia de Venezuela y media Sudamérica, sobrevivieron unos pocos ciudadanos de pensamiento y reflexión densa. Sin embargo, también una marabunta de soldados exitosos en el combate que se consideraban con derecho a cobrar a través del poder, con la fuerza de sus espadas y codicia brutal de sus montoneras. Estos sobrepasaron la capacidad de los bien formados pensadores y legisladores. Y se montaron sobre cadáveres y prisiones de quienes querían diseñar una patria moderna, productiva, generadora de bienestar. Fue a esos depredadores a quienes, con sus mismas armaduras, sin la menor piedad, con astucia y paciencia campesina, eliminó, apresó y desterró Juan Vicente Gómez durante casi treinta años.

Sin embargo, Venezuela siempre ha sido productora de mentes y en el año 1928 había una nueva generación preparada y dispuesta a enfrentar la tiranía del chopo, las cárceles del olvido, las torturas, grilletes, la resignación y el miedo.

El miedo a Gómez

El miedo a Gómez

Salieron a la calle, pusieron cara, sufrieron exilio y presidio. Pero terminaron triunfando con la política moderna y nos dieron -con sus defectos- cuarenta años de democracia, prosperidad y dignidad. Hubo entre ellos un sector militar de superior preparación, que supo construir, pero tuvo aprensión a la libertad y fueron finalmente rechazados por un pueblo que había empezado a cuidar y querer la democracia, la libertad de pensar, actuar y decidir.

Errores humanos, descuidos, interpretaciones equivocadas y apetencia de sentir que el poder les pertenecía no por mérito propio sino por simples relevos pactados y automáticos, llevaron a los demócratas por herencia a perder la democracia. Ese sistema de libertades que los había hecho posibles.

Se adueñaron así del poder los que manipulan, exhibiendo armas, mintiendo sin pudor a una ciudadanía angustiada, atormentada en busca de soluciones. Y solo han logrado, en 20 años, una mezcla putrefacta de corrupción, miseria y desgracia.

Pero el país reacciona. Y así como la tiranía de los armados con la fuerza e incapaces de construir ha destruido al país, también ha venido naciendo y creciendo un pueblo diferente, dispuesto a la nueva y exigente batalla de construir una nación. No son los políticos habladores de pendejadas, comediantes de tribuna, perseverantes en abstracciones, que no rinden cuentas, ni cumplen la palabra empeñada; sino los venezolanos dignos, de buenas costumbres, profesionales, empresarios, técnicos, especialistas, obreros, y emprendedores listos para reconstruir una vez más a Venezuela.

Los ciudadanos de principios y valores jamás han contemplado rendirse ni negociar la democracia, menos deponer su libertad. Continuarán avanzando -a pesar de los cómplices cohabitadores- hasta lograr la victoria. Y allí está la inmensa mayoría sin dejarse vencer por las conveniencias egoístas, el desespero social, la crisis de salud, el hambre, la economía desmantelada y la inseguridad desmedida.

No serán los políticos anodinos, serviciales, encubridores de siempre. Triunfarán los coherentes, estadistas que visualizaron y han tenido la razón, el coraje de no ceder a la ignominia castro-venezolana. Los jóvenes -no los mediocres que fueron brillo, hoy comprados y en subasta-, los capacitados para deliberar, planificar, luchar por la democracia, libertad, con sus derechos y deberes como banderas. Están listos e impacientes. Ya no esperan más.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

La idea de Venezuela, por Laureano Márquez

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La política es tan antigua como el hombre, tan esencial a su constitución, que nada menos que Aristóteles consideró que la mejor definición de hombre era la de “zoon politkon”, es decir, animal que vive en comunidad con otros animales. Comunidad viene del latín “communitas” y es mucho más que un grupo de personas viviendo juntas o en cercanía, se trata de un grupo de seres humanos unidos por valores, por reglas y principios, por ideas sobre el bueno, lo justo, en definitiva, orientada a la búsqueda de eso que suele denominarse el bien común. El bien común logra tener tanta fuerza en el seno de una verdadera comunidad, que a veces los ciudadanos perjudican su propio interés individual, en aras de  este bien superior. De allí las personas que llegan incluso hasta perder la vida por su comunidad o por salvar a otros y a las que consideramos héroes. De esto último tenemos noticias recientes los venezolanos en  el doloroso sacrificio de tantos jóvenes.

En su celebrado libro “De animales a dioses: breve historia de la humanidad”, el historiador israelí Yuval Noah Harari, señala que el ser humano logró constituirse en manadas mucho mas numerosas que la de otros animales. Manadas complejas que  fueron esenciales para la supervivencia de la especie y que se pudieron consolidar gracias a la existencia, dentro de la manada, de una narrativa compartida capaz de aglutinar a sus miembros de una forma en la que otras especies no pudieron.

Venezuela realmente no existe independientemente de nosotros. Es un concepto, un conjunto de ideas que une a una manada de seres humanos que poblamos cierto espacio territorial. Sin humanos no hay Venezuela. Las cosas existen porque las pensamos, el entendimiento constituye su objeto, que diría Kant (mal explicado, pero no importa: Kant nunca será bien explicado).

Lo mas grave del tiempo que vivimos es la destrucción de la idea. De esa idea de Venezuela de la que tenemos el peor concepto sus pobladores; de la idea de bien común, que consideramos inexistente en este estado de sospecha colectiva en el que vivimos todos y en el que la palabra “traidor” tiene altísima cotización; de la idea de libertad y democracia, pervertidas hasta el punto de que en ellas se fundamenta -en un alarde de cinismo pocas veces visto en la historia universal- su propia aniquilación. La manada está en estampida, huye de la muerte. El primitivismo se instaló en nuestro destino.

Desde el régimen chavista se  ha intentado destruir física, moral y espiritualmente a esa idea que solemos llamar Venezuela. Sus líderes envilecieron la vida colectiva, la colmaron  de ruindad, delito, perversión, asesinato, tortura, robo, en definitiva de todo aquello que atenta en contra de la idea de comunidad. Convirtieron la política en un atraco al país entero, al atraco del antecesor se suma el linchamiento actual de los rehenes, que somos la sociedad toda, linchamiento que asume diversas modalidades. En esta lotería de desolación y muerte en que nos hemos convertido, algunos solo toman consciencia cuando la maldad toca directamente a su puerta o cuando pasan a ser de cómplices de la perversión, a víctimas del mismo monstruo que contribuyeron a crear.

Urgente es reconstruir, reelaborar, esbozar una idea de Venezuela como comunidad espiritual. Debatir los valores que la sustentan. Fundamentar esa idea del bien común que -en honor a la verdad- tenemos tan  poco asumida. La idea de Venezuela debe ser creada en la cabeza de la gente, para que se concrete en el mundo real, para que se constituya como objeto de nuestra vida común. Los dos procesos son simultáneos, pero hay una precedencia lógica de la idea. Para esto es indispensable detener la destrucción. Menester es reconocer, con dolor y humildad que en este punto no hemos podido por ninguna de las vías intentadas. Sin desmerecer los logros de las luchas opositoras, menester es afinar la estrategia, comunicarla bien, diseñarla con el conocimiento documentado de que no hay freno ni ético, ni político, ni jurídico, ni moral para el poder que nos oprime.

Una nueva idea de Venezuela en su diversa complejidad es indispensable, es la única forma de vencer a la ancestral barbarie que nos rige.

 

@laureanomar 

Frenar la dictadura, reconstruir el país, por Roberto Patiño

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Con la imposición de la constituyente el madurismo busca generar un marco legal para su régimen de dictadura, que encadene Venezuela a su modelo de hambre, violencia y empobrecimiento. Irresponsablemente, la jugada lleva al país a una escalada de enfrentamiento violento. Esta situación exige de los venezolanos el enorme esfuerzo de enfrentar una violencia que viene desde el propio Estado. También, el impedir que esta violencia se expanda y se desborde, afectándonos a todos y generando condiciones para el mantenimiento del régimen en el poder.

Esta violencia se materializa no solo en una brutal represión, que ha cobrado la vida de más de 50 personas desde el inicio de las protestas a comienzos de abril y ha herido a miles y encarcelado ilegalmente a cientos más.  Está presente en la actuación de grupos paramilitares, que el gobierno ha ejecutado en complicidad con la GNB y PNB, sembrando el terror no solo en las marchas sino también en comunidades y poblaciones de todo el país. El régimen genera focos de anarquía, saqueo y hostigamiento en comunidades, en los que se estimula la presencia de la criminalidad, como los sucedidos en El Valle.

Bajo un discurso falso y grotesco, que justifica estos desmanes como la defensa de logros sociales frente a enemigos y conspiraciones, esta violencia también es aplicada de forma menos evidente en diversos  sectores sociales. Utilizando necesidades básicas de alimentación o seguridad personal como herramientas de sometimiento y chantaje en operativos como los CLAPs, por ejemplo, que condicionan la entrega de comida a la imposición de lealtades. Otros como las OLP vulneran derechos humanos y llegan a la ejecución sumaria y la tortura, convirtiendo en verdaderas zonas de guerra a comunidades enteras y criminalizando a las víctimas. Metodología, por cierto, que el gobierno ha reproducido de forma casi idéntica con la protesta y los manifestantes desarmados, a quienes estigmatiza como “terroristas” o “grupos insurgentes”.

Violencia también constituye el bloqueo informativo y la presión a los medios que el gobierno ha venido aumentando, pretendiendo invisibilizar el descontento popular y ocultar su ya evidente condición de dictadura.

Derrotar esta violencia, en todas sus expresiones, es derrotar a la dictadura a la que defiende y representa.

Un primer paso en este sentido es el logro de una participación activa de todos en la protesta, con la conciencia de la diversidad que conforma al inmenso país que actualmente está repudiando a la dictadura. Más del 80% de los venezolanos se oponen al régimen de Nicolás Maduro y esta indiscutible mayoría reúne a diferentes sectores de la sociedad que se ven afectados en todos los niveles por el modelo fallido y destructor del gobierno. Si bien todos padecen los rigores de la crisis alimentaria y de medicamentos, de la violencia del Estado y criminal, de la crisis económica e inflacionaria, cada grupo tiene características y puntos de vista particulares, y experimentan la misma tragedia desde ámbitos y experiencias propias.

Es un 80% en el que conviven comunidades populares y clase media, sectores empresariales, gremios, partidos políticos, medios de comunicación, sectores del chavismo traicionados, miembros disidentes del Estado y las fuerzas armadas y policiales, y un larguísimo e importante etcétera. El reconocimiento de esta diversidad en el marco del respeto, la tolerancia y la empatía,  posibilitarán el encuentro de puntos en común y necesidades coincidentes, para generar acuerdos y maneras de organización; es allí donde reside una gran alianza de amplia base que permita detener a la dictadura de Nicolás Maduro.

La cohesión de esta inmensa fuerza es necesaria, además, para el enorme reto de reconstrucción del país que esta generación de venezolanos debe enfrentar. La vuelta a la democracia es sólo el primer paso para el inicio de un proyecto de salida a la crisis y desarrollo que sólo puede ser exitoso con la participación efectiva de todos.

La protesta en las calles, se sucede en cada vez más lugares de Venezuela. Individuos y grupos están produciendo nuevas formas de manifestación y reclamo. El momento actual nos pide entonces encuentro y cohesión de todas estas diferentes fuerzas sociales que hacen vida en el país, para enfrentar la violencia que la dictadura escala con la constituyente en pos de mantenerse en el poder. La fuerza de la resistencia debe sumar al hecho innegable de ser mayoría, el establecimiento de uniones y alianzas efectivas y articuladas entre quienes la conforman.

El logro de esta condición representa  el establecimiento de fuerza nacional imparable con la que imponernos a la dictadura y recuperar al país.

 

No seremos como ustedes por Brian Fincheltub

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No lo busquen, no traten de provocarlo, será inútil, no seremos como ustedes, no usaremos el poder como instrumento de venganza o revancha política, no vendremos con facturas, a perseguir y a humillar. Su era de abuso y odio se acabó, si ustedes pretenden seguir en ese camino, el pueblo los seguirá castigando y estamos seguros les pasará por encima, porque somos más los que queremos diálogo y entendimiento para solucionar los graves problemas que enfrenta el país.

No mientan más, aquí nadie llegó a destruir, sino a reconstruir lo que ustedes destruyeron. Esta nueva mayoría no puede quitarle nada a un país que prácticamente lo ha perdido todo. Ha perdido la tranquilidad, la paz, la calidad de vida y sobre todo ha perdido la capacidad de entenderse. Venimos a recuperar el poder de la palabra que ustedes degradaron, pisotearon y suplantaron por el insulto y la descalificación.

No seremos como ustedes, nosotros no entenderemos el poder como un cheque en blanco, sino como un ejercicio de responsabilidad, donde el pueblo nos vigila y espera no lo defraudemos. Atrás quedará esa actitud de pandilla, donde una mayoría quería aplastar a la minoría, dejarla sin voz, sin rostro, borrarla del hemiciclo. Ustedes, hoy minoría, podrán participar, tendrán derecho a expresar sus ideas, pero con el respeto que merece el hemiciclo, porque eso será un asunto fundamental a recuperar: el respeto al otro, a las instituciones, a las reglas del debate.

No venimos a competir a ver quién ofrece más, en esta grave crisis económica y social que vive el país solo el trabajo productivo nos puede sacar del foso en el que ustedes nos metieron. Aquí se necesita proteger al trabajador, pero también al empresario que quiera producir, invertir y hacer de lo nuestro lo primero. Sabemos no hay miedo a trabajar, que el venezolano no se muere de hambre porque le gusta ganarse lo suyo con esfuerzo, porque entiende que lo regalado no sabe igual.

No usaremos el chantaje como arma de dominación, lo positivo se hará política de Estado, para que nadie más, llamase como se llame, juegue con la necesidad del pueblo. Sus campañas de terror se caerán solas, cuando las primeras leyes aprobadas por la nueva Asamblea Nacional les den la propiedad de sus casas a los beneficiarios de la Misión Vivienda, beneficio de alimentación a los abuelos y continuidad a las misiones sociales, hoy desmanteladas, inauditables.

No seremos como ustedes, porque Venezuela votó por algo diferente a lo vivido durante 17 años. Tenemos un gran compromiso, pero sabemos que entre todos lo vamos a lograr, porque hoy hay una mayoría que no representa solo a la oposición, sino a todo aquel que quiera rescatar a Venezuela ¡Vamos a lograrlo!

 

@BrianFincheltub

Encontacto@brianfincheltub.com

 

Candidata Manuela Bolívar propone reconstruir el país desde la Asamblea Nacional

Tienen menos de 35 años y son candidatos a diputados en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Runrunes presenta una serie de los jóvenes que apuestan por hacer cambios en el país desde el poder legislativo.

Los candidatos #PalaANconmenosde35 respondieron un cuestionario que resume lo que será su propuesta y sus intenciones como parlamentarios.

La segunda entrega de esta serie es la candidata Manuela Bolívar.

(Haz clic en los círculos rojos para conocer las respuestas del candidato)

Vea también las propuestas de otros candidatos:

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Mar 24, 2015 | Actualizado hace 9 años
Un ejemplo igual a Venezuela por Julio Borges

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En octubre de 2004 un incendio iniciado en el piso 34 de la Torre Este de Parque Central terminó convirtiéndose en un siniestro de gran magnitud, debido a las deficiencias en el sistema contra incendios, la falta de acceso a agua y otras increíbles fallas de seguridad urbana. Solo la lluvia terminó de sofocar naturalmente el incendio. El gobierno prometió reparar el edificio y ponerlo pepito para 2007. Al llegar ese año dijeron que la cosa se iba a tardar hasta el 2009, y todavía los estamos esperando. Solo Dios sabe cuántos miles de millones de bolívares se han lanzado a ese elefante blanco, sin que se note ningún avance. En 2013 hubo un incendio en la Torre Oeste y esta semana hubo otro en el piso 39 del edificio Tajamar, en las instalaciones donde funcionaba Fundarte. El Presidente de la República ordenó una «profunda» investigación del incidente, que correrá seguramente la misma suerte de todas las investigaciones anteriores.

Las torres de Parque Central fueron desde su inauguración en 1979, hasta el año 2003, los edificios más altos de América Latina, íconos de la arquitectura moderna en la región. Hoy ocupan el lugar número 15, desplazados por modernas edificaciones en Chile, Panamá y México.

Instituciones

Para que no se sigan botando los reales de todos los venezolanos, necesitamos instituciones contraloras al servicio del país, capaces de investigar sin preferencias ni parcialidad alguna los distintos proyectos llevados a cabo por las distintas ramas del Poder Ejecutivo nacional y regional. Este cambio solo es posible conformando una nueva Asamblea Nacional plural, representativa del nuevo sentir del país, en sintonía con sus principales problemas y prioridades. Estamos comprometidos con ese cambio.

Este pequeño ejemplo es Venezuela. Una metáfora de cómo la desidia, el descuido y la mala administración ha convertido uno de los países con más recursos del mundo, en una Venezuela sin servicios, sin infraestructura, destruida y sin funcionar.

En este momento histórico, lo que nos toca: unir, reconstruir y transformar a nuestra Venezuela en un país de paz, justicia y oportunidades para todos.

@Julioborges

El Universal