Laureano Márquez, autor en Runrun

Laureano Márquez P.

De los límites del humor (I), por Laureano Márquez P.
El humor es una manera de ver e interpretar el mundo, en tal sentido esta al mismo nivel de la teología o la filosofía

 

@laureanomar

Un tema, sin duda, controversial es este de los límites del humor, que parece hacerse presente cada vez de manera más acuciante. Probablemente, que lo primero que conviene hacer, antes de entrar propiamente en la materia, es definir el objeto de cuyos límites se ha de hablar. Esto, de entrada, ya plantea un grueso problema, pues el humor es una de las manifestaciones culturales más complejas y difíciles de delimitar.

Con razón decía Jardiel Poncela, el célebre humorista español, que tratar de definir el humor era algo tan absurdo como tratar de pinchar una mariposa con un poste de telégrafos (para las nuevas generaciones: el telégrafo era una forma de comunicación que existió antes de los teléfonos celulares e internet. Era alámbrica, razón por la cual se necesitaban postes, es decir columnas circulares de madera colocadas en una sucesión apropiada para para realizar el tendido de los cables desde el emisor hasta el receptor).

Usualmente asociamos al humor con lo que mueve a la risa, a la hilaridad. Se le considera como una muestra de ingenio con un componente de sorpresa que nos mueve a la irrisión.

Pero también se le concibe como una manera de afrontar nuestra compleja existencia. Wenceslao Fernández Flórez dijo que «la gracia nos cautiva cuando lleva dentro una idea» y que «el humor es una actitud frente a la vida». Otros ponen el acento en el humorismo como recurso para afrontar la tristeza frente a las cosas del mundo, en lo que insistió Juan de Dios Peza al decir: «ay cuantas veces a reír se llora, nadie en lo alegre de la risa fie, porque en las almas que el dolor devora, el alma llora cuando el rostro ríe». El humor es una manera de ver e interpretar el mundo, en tal sentido esta al mismo nivel de la teología o la filosofía. En esta dirección apunta Aquiles Nazoa, al definir el humor como: «una manera de pensar sin que el que piensa se dé cuenta de que está pensando».

El humor se puede manifestar a través de una multiplicidad de medios y maneras: en la literatura, en la pintura y el dibujo, en el cine, en el teatro y –sin agotar la lista– más recientemente en las llamadas redes sociales, pasando por los monólogos de humor (el llamado stand up) que tanto auge han tomado en los últimos tiempos. En cuanto a las modalidades o tipología del humorismo, la enumeración es prácticamente inagotable: desde el llamado humor negro hasta el verde, pasando por la ironía, la parodia, la sátira, el sarcasmo, etc.

Con lo que llevamos dicho, ya el lector se estará haciendo una idea de la dificultad que entraña hablar de los límites de una cuestión de tanta complejidad, en el que cada conciencia se siente autorizada a colocar las reglas y límites que considera convenientes, mucho más en estos tiempos en los cuales ponerle líneas rojas al prójimo es nuestro deporte favorito.

Hablando de límites, este escrito llegó a los que manda la norma periodística. Así que vuelvo al título para colocar un numero uno romano y continuar la semana próxima.

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Pánico al futuro, por Laureano Márquez P.
Entre la generación de nuestros padres y la nuestra se ha dado un cambio radical de perspectiva vital: hemos pasado del miedo al pasado al pánico al futuro

 

@laureanomar

Una noticia alucinante: “Un sevillano acusado de maltratar a dos exnovias se cambia de sexo y pide indulto del gobierno» (de España). Aprovechando la posibilidad del cambio registral de sexo que existe en ese país, Milán (antiguo Antonio) podría evitar la pena de prisión que pesaba sobre ella cuando era él.

Solo reseño la noticia aparecida en la prensa como curiosidad y para aclarar que no será este el tema de este escrito, sino otro: el miedo al futuro. Resulta que entre la generación de nuestros padres y la nuestra se ha dado un cambio radical de perspectiva vital: hemos pasado del miedo al pasado al miedo al futuro.

Todos los nacidos antes, durante o después de las guerras, en el caso de los europeos, o en tiempos de dificultades y pobreza, en el caso latinoamericano (es decir siempre), vivieron su vida con el temor al retorno de las tragedias vividas en el pasado. Quien esto escribe creció en Maracay, en un hogar en el cual cuando uno dejaba comida en el plato, se la obligaban a comer porque en España había habido una guerra civil en la cual «¡se pasó mucha hambre». Yo crecí con la convicción de que no hay que dejar nada en el plato, sea poco o mucho lo que te sirvan. El sobrepeso con el que crecí tiene nombre y apellido: Francisco Franco Bahamonde, el mismo que mantuvo flaquitos a los de la generación anterior.

Del miedo al pasado de nuestros padres, a los que nos tocó ser partícipes de un tiempo de progreso material y técnico, nos ha invadido un miedo al futuro: la inquietud de qué será de nosotros y de nuestros hijos, no solo en materia tecnológica, sino también con tantos «avances» sociales, culturales y antropológicos. Esto nos agobia y nos quita el sueño. Los cambios tan acelerados en todas las áreas del quehacer humano nos desconciertan y anticipan en nosotros un porvenir babélico.

Uno imagina un futuro en el que se suprimirán los embarazos y los partos, al menos en los países tecnológicamente avanzados. A los bebes volverá a traerlos la cigüeña desde París. Probablemente se conciban y formen en «gestadores» diseñados para sustituir el embarazo femenino, donde los nuevos seres humanos se desarrollen sumergidos en líquido amniótico y placenta artificial donde se les moldeará, quizá, con una sexualidad neutra, como las muñecas y muñecos con los que jugaban nuestras hermanitas, que no tenían nada debajo que permitiera determinar su sexo, más allá de la apariencia exterior.

El «avance» en las comunicaciones y las redes sociales privilegiarán un mundo virtual por encima del real; los defensores del planeta podrían llegar incluso a proponer el aniquilamiento de humanos perjudiciales al ecosistema; los derechos de los animales serán superiores a los derechos humanos y probablemente las mascotas sean artificiales, como en Blade Runner; habrá superestaciones espaciales controladas por inteligencia artificial, como en 2001 Una odisea del espacio; las máquinas terminarán siendo dueñas de nuestro destino con el desarrollo de la IA, como en Terminator, y al final del mundo acabará gobernado por gorilas, como en El planeta de los simios (bueno, creo que esta parte ya llegó hace tiempo).

San Pablo, poco antes de su martirio, le escribe una carta a Timoteo (no Zambrano, el otro) en la que se lee esa frase bíblica a la que tanto se recurre cuando vemos cosas asombrosas: «¡…y vendrán tiempos peores!». Pero en esa elocuente carta del «apóstol de los gentiles» se dicen otras cosas que vienen a cuento para cerrar del tema de hoy:

«… habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella… los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados».

Por eso, de cara al futuro, San Pablo da Timoteo un consejo que nos tocará emular: «persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste».

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Como perros y gatos, por Laureano Márquez P.
Tom Peters es un inglés de 32 años que se percibe dálmata. Ladra, come comida para perros y en sus ratos libres trabaja como humano para sostener su costosa vida de perro
La palabra transespecie no aparece en el Diccionario de la Lengua Española, pero pronto tendrá que incorporarse porque cada vez son más las mujeres y hombres que se sienten animales

 

@laureanomar

Vivimos tiempos complejos, por decirlo de la manera más neutra, en los que se diluye fácilmente la distinción entre verdad y mentira. Para ser más claros: si veinte años atrás hubiese circulado la noticia de un hombre que se cree perro, actúa como perro y se viste de perro o de una madre arremetiendo contra un veterinario porque se niega a atender a su hijo que se siente gato, todo el mundo haría sabido que se trataba de una noticia falsa propia del Día de los Santos Inocentes. Y es que, en aquellos tiempos, incluso los locos tenían cierta mesura en su desquiciamiento.

La palabra transespecie no aparece en el Diccionario de la Lengua Española, pero pronto tendrá que ser incorporada porque cada vez son más las mujeres y hombres que se sienten animales. La cosa se complica, además, porque puedes sentirte un animal real (un perro o un gato), también un animal imaginario (un dragón o un unicornio azul) e, incluso, una mezcla de animales, como aquel legendario «cochitigre» de Zapata.

Hace poco, apareció por las redes una conferencia de un transespecie que se siente pez. Lo que no se entiende, por ejemplo, es qué hace un pez dando una conferencia, cuando tendría que estar recostadito en un plato, junto a unas zanahorias que se perciben papas. Nano, por ejemplo, y no sabe muy bien uno como decirlo, es una joven sueca que se percibe como gato (o vaya usted a saber si se trata de un gato que se percibe como joven sueca), que manifestó, desde temprana edad, la posesión de condiciones claramente felinas, como ver nítidamente de noche, escuchar el más mínimo ruido, gruñirle a los perros, andar en cuatro patas y, lo que suena mucho más llamativo según su propia confesión: «ama jugar con su cola».

Tom Peters es un inglés de 32 años que se percibe dálmata. Ladra, come comida para perros y en sus ratos libres trabaja como humano para sostener su costosa vida de perro, pues incluso se alimenta de comida para perros que, como todo el que tiene mascotas sabe, es mucho más cara que la comida para gente.

En los breves instantes en que le toca ser humano, se dedica a trabajar como técnico de sonido. Sin duda, es el oficio ideal para cualquier perro pues, como se sabe, el oído de estos animales (con perdón) está hiperdesarrollado. La comprensiva esposa de Peters lo saca de paseo y lo lleva a programas de televisión y se detiene junto a los arbolitos y postes para lo que ya se sabe. Tener un marido perro debe tener unas ventajas increíbles, no solo porque hay escuelas de perros y les dan educación, sino también porque a la hora de las chiquitas, si se pone galante y atrevido con alguna perrita, la dueña lo puede mandar a castrar y sanseacabó.

No sé si después de este escrito seré crucificado en las redes acusado de maltrato animal, que es un delito mucho mayor que el maltrato humano. No faltará quien diga que he cometido ambos. En todo caso, uno nació y creció en tiempos aburridísimos en los que no pasaba nada y se malacostumbró.  Hay una supuesta maldición china, atribuida a Confucio, que reza: «ojalá que vivas en tiempos interesantes».

Si hay un tiempo interesante es, sin duda, este. Y les confieso algo: yo me percibo Confucio.

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Los zombis despiertan, por Laureano Márquez P.
Parece que se han hallado hasta siete virus zombis inactivos atrapados en los hielos de Rusia (lo cual le da a uno un sustico adicional)

 

@laureanomar

Una inquietante noticia aparece en los titulares de esta semana: «Los zombis despiertan de nuevo para convertir al mundo en una pesadilla». Inicialmente podría creer uno que la información se refiere a la llamada «droga zombi», que en los Estados Unidos ya ha causado miles de muertes. Se trata de una droga que combina el fentanilo, un «potente opioide agonista sintético» (tranquilo, lector que yo quedé igual que usted), con otras sustancias o medicamentos, produciendo severas alteraciones del sistema nervioso y un conjunto de daños cerebrales que terminan convirtiendo a sus consumidores, literalmente, en zombis.

Sin embargo, la noticia no se refiere a esta tragedia, sino a otra, también preocupante que tiene que ver con el calentamiento global que va derritiendo el hielo en la casa de Santa Claus. Resulta que existe una capa de hielo llamada permafrost, que, como su nombre sugiere, es permanente, eterna, por decirlo desde nuestra efímera condición. Al derretirse esta capa deja al descubierto un suelo que puede tener hasta 650.000 años oculto bajo el hielo. Quedan entonces al desnudo restos orgánicos que han estado cubiertos durante miles de siglos. Esto incluye no solo huesos y valiosos colmillos de marfil de mamut, sino también algunos virus que han permanecido allí dormidos durante miles de años. 

Parece que se han hallado hasta siete virus zombis inactivos atrapados en los hielos de Rusia (lo cual le da a uno un sustico adicional).

Lo inquietante es que se trata de virus desconocidos de los que se ignora el alcance que podrían tener en los seres humanos. Y como «el picado de culebra cuando ve bejuco tiembla», para nosotros que acabamos de salir de una pandemia por uno de esos bichos raros, es un asunto digno de tener en cuenta, el de estos descubrimientos, aunque el titular de El País de España resulte un pelo exagerado.

Y hablando de pelos, uno de estos virus zombis apareció, por cierto, en el pelo de un mamut. Y como el de los colmillos de marfil prehistórico, puede ser un gran negocio, nada tendría de raro que ambiciosos aventureros excaven esa «nueva tierra», y en busca de billete encuentren también un «nuevo» virus.

Del concepto zombi, cuyos orígenes se remontan al vudú haitiano y que consistía en resucitar a un muerto para convertirlo en esclavo a disposición de quien le ha devuelto al mundo de los vivos, rescatamos esta última idea de esclavitud, de las drogas o de los virus. Atentos pues.

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El progresismo, por Laureano Márquez P.

Caricatura de Pedro León Zapata (1929 – 2015 †)

En la práctica, algunos regímenes, autodenominados progresistas, se han valido de la democracia para desmontarla, de la idea de la redistribución de la riqueza para acabar con ella y generar nuevas oligarquías sustentadas en la corrupción

 

@laureanomar

La idea de «progreso», pero, sobre todo, el llamado «progresismo», se ha convertido en la ideología de moda de nuestro tiempo. Unos lo usan como etiqueta para autocalificarse de gente o movimiento político de avanzada, de garantes de prosperidad y bienestar para el género humano, mientras catalogan de retrógrados y fascistas –uno de los apelativos de descrédito político que ha cobrado más fuerza en los últimos tiempos– al resto, no porque el resto esté necesariamente contra el progreso, sino porque, en muchos casos, lo entiende de una manera diferente a la imperante. Como contraparte, la idea de progreso, que parece consustancial al género humano y a su evolución histórica, cuando se asocia al progresismo aludido, ha comenzado a asustar y ahuyentar a un gran número de ciudadanos.

Etimológicamente, la palabra progreso viene del latín y en esta lengua significa «avance». Está asociada a lo bueno: progresa el sol en el transcurso del día, las raíces de las plantas cuando se fortalecen, progresan los niños en su crecimiento, los atletas en sus marcas, progresa la ciencia cuando descubre algo nuevo y útil para la humanidad, etc. El progreso nos orienta hacia un fin: las plantas a los frutos, los niños a la madurez, los atletas a las medallas y la ciencia a nuestro bienestar.

Aquí tenemos ya una connotación ética del término: de alguna manera implica esfuerzo, pero también el avance hacia una situación mejor. Marchar rumbo a un abismo, por ejemplo, no es progresar, y aunque parezca absurdo, se dan muchos casos, especialmente los acantilados de la política. Dicho de otra manera, el progresar supone que lo nuevo no constituya un trastorno, sino el transitar a un ser más y mejor, buscando la perfección. Aquí ya nos metemos en grandes problemas, en el terreno hostil de los desacuerdos.

Uno de los dilemas que plantea la idea de progreso es si este es constante y continuado a lo largo de la historia o si, por el contrario, se interrumpe e incluso se «desprogresa» en determinados momentos. En el terreno político se identifica tradicionalmente el progresismo con la búsqueda de un modelo político inclusivo, igualitario, democrático, defensor de los derechos civiles y promotor de una distribución equitativa de la riqueza que conduzca a la igualdad. En la práctica, algunos regímenes, autodenominados progresistas, se han valido de la democracia para desmontarla, de la idea de la redistribución de la riqueza para acabar con ella y generar nuevas oligarquías sustentadas en la corrupción.

El pacifismo progresista ha terminado –en algunos casos– apoyando revoluciones violentas que cercenan los derechos humanos. La idea de inclusión progresista, nacida en su momento para dar respuesta a la intolerancia frente a la diversidad, llevada a extremismos radicales, termina volviéndose intolerante frente a determinadas diversidades.

En definitiva, parte de los problemas sociopolíticos que genera en la actualidad la idea de progreso y el progresismo, tienen que ver con las contradicciones que se producen entre las buenas intenciones motivadoras y los imprevistos resultados negativos de sus acciones. Por poner solo un ejemplo, lo que le sucedió hace poco al progresismo español, que ha aprobado una ley conocida popularmente como «Ley del sí es sí», formalmente Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Esta norma, concebida, entre otras cosas, para castigar con mayor severidad los delitos de agresión sexual, eliminado la distinción entre abuso y violación (en ello estaría uno de sus avances), terminó –al cambiar las penas según la categoría del delito– reduciendo las penas de 1157 agresores sexuales de los cuales 115 han sido excarcelados (según datos acumulados hasta el mes de julio de 2023).

Bueno, no sé por qué me metí en un tema tan serio y complejo. Toda esta reflexión surgió porque al leer que todos los medios definen al nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, como un progresista y como el picado de culebra cuando ve bejuco tiembla, no deja uno de sentir un sustico solidario. En todo caso, al investigar un poco más profundamente al personaje, nos encontramos con un académico de amplia formación filosófica y de gran experiencia política, especialmente en el terreno de la diplomacia. De modo que cabe ser optimista en torno a que el calificativo de progresista que se le atribuye termine significando un auténtico progreso de Guatemala hacia el bienestar y la felicidad de su pueblo.

De todas maneras, rosas, por si acaso hay malas interpretaciones, finalizo aclarando mi posición sobre el asunto con una frase que se me acaba de ocurrir: Yo no estoy contra el progreso si existiera un buen consenso. Errores no corrigen otros eso es lo que pienso.

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En busca del tiempo perdido, por Laureano Márquez P.
Hace más de 5300 años Ötzi, murió asesinado. En todo este tiempo transcurrido, ese animal que somos, en el fondo, no ha cambiado tanto

 

@laureanomar

Entre todos los asuntos que destacan esta semana, hay uno que invita a una reflexión profunda sobre el ser humano. Tiene que ver con Ötzi, un hombre que falleció hace más de 5300 de años. Fue descubierto en los Alpes italianos en 1991por unos turistas de esos que les gusta la aventura. Es la momia más antigua preservada en hielo. Hasta ahora se creía que se trataba de un hombre de color blanco y larga cabellera, pero las investigaciones del Instituto Max Planck de antropología evolutiva de Alemania, ha ofrecido nuevas luces sobre el ancestral congénere.

Parece que su piel era de color oscuro, similar a la que presenta el cuerpo momificado, también se determinó que era calvo y que procedía de Anatolia (en la actual Turquía).

Es decir, el fenómeno de las migraciones humanas es tan antiguo como el hombre mismo. Parece, pues que todo lo que se dijo en un principio de este misterioso «hombre de hielo» no tiene que ver con los recientes descubrimientos.

Es inevitable que, ante un descubrimiento antropológico de tal magnitud, le vuele a uno la imaginación: ¿qué pensaría Ötzi al momento de su muerte? Evidentemente no pudo haber imaginado su fama y trascendencia. Probablemente ni siquiera en su cabeza estaba ese concepto. Un campesino de Anatolia que llegó hasta los Alpes, uno más, convertido en testimonio de nuestros orígenes. Hemos escudriñado su ADN y no extrañaría que My heritaje le haya encontrado ya parientes vivos. Es increíble, él está en nosotros tanto como nosotros en él. En definitiva y, a fin de cuentas, somos, de los animales que pueblan este planeta, el único con capacidades intelectuales, somos sapiens, aunque ciertos especímenes se empeñen en convencernos de lo contrario.

Un hombre de hace 5300 años. Para el tiempo del universo, es una insignificancia, pero para nosotros una eternidad. Ötzi murió asesinado. En todo este tiempo transcurrido, ese animal que somos, en el fondo, no ha cambiado tanto. En muchos lugares del planeta sigue siendo la misma bestia primitiva sin piedad ni compasión por sus semejantes. Inevitable, frente al camarada Ötzi, preguntarse: ¿Qué seremos dentro de 5300 años? Es decir, en el nanosegundo que sigue, para los estándares del universo.

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La biblioteca de Oscar Yanes, por Laureano Márquez P.
Yanes habla con tanta familiaridad de los tiempos pretéritos, que uno comienza a sospechar que él estuvo allí, vibrando, no solo con la llegada del hombre a la luna, sino más allá

 

@laureanomar

El pasado viernes 28 de julio se inauguró, en la sede del Palacio Arzobispal de Caracas la Biblioteca Oscar Yanes. Una iniciativa apoyada por el cardenal Baltasar Porras y en la que Ligia Yanes, la viuda de Oscar, ha puesto tanto empeño, clasificando y organizando la numerosa cantidad de libros que componen la mencionada biblioteca. El acto, organizado por el Museo Sacro de Caracas y el Archivo Histórico Arquidiocesano contó con la hermosa participación de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chacao. Además de la impresionante biblioteca, se inauguró una exposición dedicada a diferentes momentos de la vida del ilustre Chivo Negro, que estará abierta las próximas semanas.

A quien esto escribe, le correspondió el honor de pronunciar unas breves palabras ese día. Ignorante yo de las formas protocolares para aludir a los cardenales, apelé a Google, que todo lo sabe, y realicé esta búsqueda: «¿Cuál es el tratamiento que se le da a un cardenal?». Y este fue el resultado de mi consulta: «aplicar una bolsa de hielo sobre el cardenal lo antes posible» y «aplicar cataplasma de sal sobre el cardenal». Me pareció una recomendación un tanto extrema y ya estaba yo rumbo al mercado para comprar la bolsa de hielo y la sal, cuando caí en cuenta de la palabra cardenal en castellano tiene varias acepciones: entre ellas, efectivamente como príncipe de la iglesia, pero también como «mancha amoratada que sale en la piel luego de un golpe o lesión». Así que resuelta la confusión comience simplemente agradeciendo a S. E. R. Baltasar Enrique Cardenal Porras.

Dice el escritor Carlos Ruiz Zafón: «cada tomo, cada libro que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él». De modo que nuestra querida Ligia Yanes les entrega a los lectores caraqueños no solo el alma de su amado esposo, sino también el alma de aquellos que constituyeron la de Oscar. ¿Y qué mejor espacio para que tanta alma repose junta que este lugar sagrado del Palacio Arzobispal?

Un libro es tantos libros como lectores alcanza, así que convertir una biblioteca privada en una biblioteca pública es un acto de amor.

Transitar por esta biblioteca permitirá al lector conocer a Oscar Yanes al conocer los libros que marcaron su vida. Una vida plena de actividades de la más diversa índole, en las supo marcar rumbos, alcanzando siempre éxito y reconocimiento.

Se inicia en el periodismo, pasión que sostuvo durante toda su vida, como reportero, como articulista, como hombre de medios, como corresponsal de guerra, como entrevistador de las más relevantes personalidades literarias, intelectuales y políticas de su tiempo (entrevistó a Truman, a Dalí, a Papini a Nasser, entre otras celebridades. Hizo una reveladora entrevista a Armando Reverón en la que este no desmiente su locura mientras afirma con profunda lucidez teológica y pictórica que Dios está en la luz). Fue un auténtico pionero del periodismo en Venezuela.

En la televisión tuvo Oscar una destacada carrera como productor y conductor de programas, siempre de altísima sintonía, baste recordar «Así son las cosas» o la polémica «Silla caliente». Era un genio inventando frases que se hacían rápidamente populares con su particular manera de decir las cosas. Pero, por encima de todo, Yanes fue un intelectual que supo desentrañar con ingenio y gracia la manera de ser de nuestro pueblo, su idiosincrasia, lo que le llevó también a tener destacada participación en la política nacional, vinculado al pensamiento socialcristiano.

Yanes habla con tanta familiaridad de los tiempos pretéritos, que uno comienza a sospechar que él estuvo allí, vibrando, no solo con la llegada del hombre a la luna, sino más allá: ¿Quién era, si no, ese Yáñez Pinzón que viene con Colón? O, más tarde, por los lados del 19 de abril, que lo encontramos nuevamente bajo el nombre de Francisco Javier Yanes. Encaramado en el balcón del pueblo de la época, afirman las malas lenguas que amordazó a Madariaga, quien supuestamente era firme partidario del Capitán General D. Vicente de Emparan y Orbe. Le quitó la sotana y se la puso. Cuando el representante español consultó a las masas sobre su permanencia en el poder, Yanes, desde atrás, mandó señales que el pueblo descifró exhaustivamente.

Lo volvemos a encontrar en aquel fatídico año del 1813, esta vez haciéndose pasar por caudillo realista, natural de las Islas Canarias. En esa oportunidad lleva hasta al propio Bolívar a la silla caliente y le hace preguntas incómodas: Libertador… explique lo de Manuelita… ¿Es o no es usted un gurrumino? …No me guabineeé… ¡me está guabineando!…

Oscar Yanes nos legó una extensa obra escrita (no paró de escribir desde que su padre le regaló la primera Remington). En sus libros encontramos esas historias divertidas e insólitas que entretejen los grandes momentos del país. Historias vinculadas a la vida cotidiana de la gente, a sus afanes, ilusiones, también al folklore y a las supersticiones, que definen la identidad venezolana, porque siempre fue un intelectual de esos que brotan de las raíces más profundas de un pueblo y se nutren de sus vivencias.

Tuvo la oportunidad de seguir de cerca –y no pocas veces como protagonista– los grandes acontecimientos políticos del país, y en su obra nos deja simpáticos relatos de los intríngulis de esos momentos.  En sus últimos años, Oscar Yanes cerró su ciclo vital –para suerte nuestra– vinculado al humor y a los humoristas, quienes tuvimos el placer de oír de sus propios labios, con su inconfundible estilo, hilarantes historias.

En el Palacio Arzobispal, como un libro abierto disposición de los lectores, queda su alma, dispuesta a transmitir sus vibraciones a quien quiera adentrarse en ella.

Chúpense esa mandarina… Así son las cosas.

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Caracas física y espiritual, por Laureano Márquez P.
La Caracas física y espiritual que habitamos, ha determinado el carácter de su gente, los afanes del país, su siempre insatisfecha esperanza de avance

 

@laureanomar

Con este título publica Aquiles Nazoa en el año 1967 un libro dedicado a la, otrora denominada, ciudad de los techos rojos, de la que siempre fue amante fiel, a la par que conocedor de su historia, su cultura y de manera muy particular, del carácter de su gente. Nos presenta en la obra una visión de la ciudad cargada de detalles, de ternura y de esos pequeños relatos que arman el rompecabezas de lo que somos. Lo hace, además, con esa prosa ingeniosa y poética con la que su pluma lograba sacar a la luz nuestra más íntima y graciosa manera de ser. Sin duda, una obra capital para desentrañar el alma de nuestra ciudad.

Caracas celebró esta semana su 456 aniversario y para conmemorarlo –además de dedicarle un programa de Divagancias con doña Inés Quintero como invitada de lujo– nos dimos una escapada al corazón de la ciudad, con otro de sus enamorados, @rodrigocapriles. Iniciamos nuestro recorrido en la Casa de Estudio de la Historia de Venezuela, conocida también como Casa Veroes, por su ubicación en la homónima esquina caraqueña. Es un lugar de larga tradición histórica, desde su inicial edificación como colegio jesuita en 1761, pasando por diversos usos y remodelaciones, hasta convertirse en residencia de la familia Mendoza. Hoy día es un remanso de paz en el corazón de la ciudad, además de albergar un centro de estudios de nuestra historia con muy valiosa documentación sobre el tema.

Por allí seguimos a la catedral, una modesta iglesia del sencillo poblado que comenzó siendo Caracas, mucho antes de convertirse en capital de provincia y luego de la capitanía colonial. Allí reposaron los restos del Libertador y siguen los de sus padres y esposa. Un grupo escultórico lo recuerda con un polémico Bolívar despojado de ropas, orante ante la tumba, porque un militar sin uniforme es simplemente un hombre, como cualquier otro, sin los atributos de grandeza y gloria, con su dolida humanidad al desnudo.

Frente a la catedral, la inicial Plaza Mayor en la que se supone que Diego de Losada fundó la ciudad como Santiago de León de Caracas, por Santiago (25 de julio) y por la planta caracas (bledo o pira) de la que conseguían también alimentó a las tribus Toromaimas que habitaban el valle a la llegada de los conquistadores, planta que todavía crece por los rincones de la ciudad. La Plaza Mayor, originalmente sede del mercado de la ciudad y luego plaza de armas, pasa a ser, desde tiempos de Guzmán Blanco, la plaza Bolívar con la conocida estatua ecuestre del Libertador, replica de la que se encuentra en Lima y obra de Adamo Tadolini, célebre escultor italiano y realizada en Alemania. La inauguración de un espacio, que había sido nombrado de tantas maneras, con el que sería su nombre definitivo, honrando la memoria del padre de la patria, fue todo un acontecimiento para la capital en cuyo embellecimiento puso Guzmán tanto empeño como estatuas suyas y edificaciones con su nombre. El viaje de la estatua no estuvo exento de aventuras: Bolívar y su fiel Palomo naufragaron en Los Roques y Guzmán mandó un buque a rescatarlos. Hasta como estatua supo el Libertador sobreponerse a naufragios.

La capilla de Santa Rosa de Lima es otro de los lugares emblemáticos de Caracas. Ubicada en el actual Palacio Municipal, es la cuna en la que nació la república. Ese espacio, que se ve gigantesco y repleto de diputados en el pincel de Juan Lovera, es un pequeño templo, silencioso y tranquilo, ausente del caos exterior, pero que en el fragor de los tiempos que antecedieron al 5 de julio de 1811, lo fue de intenso debate y sampablera (para usar otra palabra caraqueña). Por lo que cuenta Juan Uslar, no faltaron los abucheos radicales lanzados desde el balcón del público, cuando algún discurso se asomaba contrario a la pretendida voluntad soberana,

El Palacio de las Academias, que encabeza los títulos universitarios de todo ucevista, dado que allí funcionó por vez primera la Universidad Central de Venezuela antes de mudarse a su actual sede de la ciudad universitaria, es otro ícono de la ciudad; como el parque El Calvario con sus jardines, monumentos y su celebre escalinata; también el Arco de la Federación, rematado por una efigie de Falcón que nos recuerda a Páez;  o la urbanización El Silencio con las reminiscencias arquitectónicas coloniales que puso en ella Villanueva (¡qué apellido para un edificador de ciudades!); sin duda, las gemelas torres perezjimenistas, emblema de la ciudad moderna que el dictador quería construir.

Todo ello, y una larga lista de templos, teatros, murales y no pocos restos de la Caracas de antier, como el Museo Sacro, el Capitolio Federal, el Panteón y tantos otros sitios de interés, conforman la Caracas física y espiritual que habitamos, que ha determinado el carácter de su gente, los afanes del país, su siempre insatisfecha esperanza de avance, progreso y ese anhelo de ciudadanía virtuosa que añoraba el más célebre de los caraqueños.

Cada aniversario de la ciudad en la que han acontecido buena parte de los sucesos centrales de nuestra historia nos confronta, al encontrarnos los espacios físicos que le han ido dando forma, con nuestro destino, con los sueños de sus fundadores coloniales y republicanos; también con nuestros propios sueños. Detrás de esta Caracas física, late la memoria de la Caracas espiritual que nos define y a la que también definimos nosotros en nuestro transitar de cada día. Permita Nuestra Señora de Caracas, protectora de la ciudad, que nuestro paso por ella contribuya a engrandecerla.

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