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Ex presidentes latinoamericanos condenaron persecución a David Smolansky

Expresidentes IDEA Observadores Consulta Popular

 

Los ex presidentes latinoamericanos y miembros del grupo IDEA  Jorge Quiroga (Bolivia), Andrés Pastrana (Colombia) y Laura Chinchilla (Costa Rica)  se pronunciaron contra la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que separó a David Smolansky como alcalde electo de El Hatillo.

El ex presidente Pastrana aseguró que mientras Nicolás Maduro promete elecciones regionales ya van más de 12 alcaldes opositores presos, perseguidos o inhabilitados.

Por otro lado, Laura Chinchilla, se solidarizó y rechazó la arremetida de la dictadura contra Smolansky. Mientras que el ex presidente boliviano, Jorge Quiroga, afirmó: “La dictadura ahora persigue al alcalde David, un joven político brillante, valiente y alma de la protesta popular en la calle”.

Smolansky, quien asumió el cargo luego de ganar las elecciones municipales de 2013 en las que recibió 44% del respaldo vecinal se ha destacado por llevar una gestión transparente, esta que lo ha llevado a tener una de las tres mejores valoradas en toda Venezuela. Ha pasado más de una semana desde que el TSJ, lo sentenciara a 15 meses de prisión, lo inhabilitara políticamente y lo separara de su cargo por permitir que los ciudadanos protestaran pacíficamente en el municipio.

Smolansky  divulgó un video desde la clandestinidad, en el cual resume el asedio del que ha sido víctima y el esfuerzo que ha realizado en El Hatillo por llevar una gestión eficiente durante estos años y medio al frente de la alcaldía.   «Maduro me quiere encarcelar desde hace 3 años. No hay dictadura que salga sin resistir. Seguiré luchando», aseveró Smolansky.

De igual forma, el responsable nacional adjunto de Voluntad Popular relató en una carta publicada en el diario chileno El Mercurio cómo fueron sus últimas horas antes de recibir la sentencia y aseguraba que en Venezuela todo el que piensa distinto a la dictadura «tiene un número».

Smolansky es el alcalde número 12 de la oposición que es separado de su cargo por permitir protestas en su jurisdicción.

Venezuela implosiona: Estos ciudadanos tuvieron que huir desesperados

VenezolanosenValencia

Tamara Taraciuk Broner | The Washington Post

Los problemas de Anacelis Alfaro empezaron a fin del año pasado en la plaza principal de Barquisimeto, la apacible capital del estado de Lara, en Venezuela, a orillas del río Turbio. Alfaro, de 51 años, se dedicaba a organizar eventos para una universidad privada y era además activista del partido político Voluntad Popular. Un día soleado, en diciembre pasado, el partido festejó su aniversario en la plaza de esa localidad. Alfaro fue la oradora principal del evento, y en su discurso destacó el rol de las mujeres en la política, mencionó el encarcelamiento arbitrario del líder opositor Leopoldo López e instó a mantener la esperanza en períodos de adversidad. Disfrutó de la jornada, se puso al día con activistas de otros estados y luego se fue a su casa sin saber que su vida, como la conocía hasta entonces, había terminado.

Al día siguiente, un tribunal penal dictó órdenes para allanar las viviendas de dos activistas del partido en busca de “carteles y pancartas” y “cualquier otra evidencia de interés criminalístico”. Sin saber que su apartamento figuraba en la lista, ese fin de semana Alfaro viajó al estado vecino de Carabobo para visitar a unos amigos. Por ello, cuando la policía apareció en el pequeño departamento que compartía con su madre, de 79 años, sólo esta última estaba allí para presenciar la requisa y responder a las preguntas sobre dónde se encontraba Alfaro.

Aunque la orden judicial no especificaba el delito que se le atribuía, un amigo con contactos en el gobierno le advirtió a Alfaro que no regresara a su hogar. Los agentes que habían interrogado a la otra activista durante dos días le preguntaron insistentemente dónde se encontraba Alfaro. Pasó una semana escondida en casa de amigos, hasta que la convencieron de huir del país. Un amigo fue a buscar su pasaporte, y Alfaro tomó un vuelo a Buenos Aires donde, tras meses de trámites para regularizar su documentación y buscar empleo, encontró trabajo en un restorán de comida rápida en la capital argentina, exiliada por el delito de disentir. “Me sentí una cobarde”, dijo Alfaro cuando me reuní con ella en un café. Pero, añadió, “presa no serviría de nada”.

Mientras Venezuela se transforma en un Estado policial, cientos de miles de personas huyen de las enormes dificultades económicas y la persecución. Venezuela fue históricamente un lugar que acogió a inmigrantes, incluidos muchos que escaparon de las dictaduras latinoamericanas de las décadas de 1960 y 1970. (Las llegadas desde Argentina, Chile y Uruguay aumentaron un 800 % durante ese período, y en esta ola estuvieron también mis padres, que huyeron de Buenos Aires días antes del golpe militar de 1976). Ahora el flujo circula en la dirección contraria, y los países de la región están viendo cómo devolverles el favor.

En los últimos meses, he entrevistado a decenas de personas de la nueva diáspora venezolana, incluidos profesionales, estudiantes y miembros de comunidades indígenas que se fueron del país en avión, como Alfaro, o que lo hicieron viajando varios días en autobús, o incluso a pie. Se fueron en busca de alimentos o tratamiento médico, o intentando protegerse de la persecución política. La cantidad de permisos de residencia temporaria otorgados a venezolanos en Argentina ha aumentado en más del doble desde 2014, y llegó a 35.600 en mayo de 2017, según las autoridades inmigratorias argentinas. Chile aumentó más de cuatro veces las visas otorgadas a venezolanos en los últimos años, de 1.463 en 2013 a 8.381 en 2015. En lo que va de 2017, Perú ha recibido más de 10.000 solicitudes de venezolanos que piden permanecer en el país, según dijeron autoridades inmigratorias a Human Rights Watch.

En 2014 Venezuela ocupaba el sexto lugar en la lista de países cuyos ciudadanos solicitaban permisos legales para permanecer en Uruguay, pero trepó súbitamente al primer puesto este año, según dijeron las autoridades a Human Rights Watch. Brasil todavía debe procesar miles de solicitudes de asilo de ciudadanos venezolanos, y el año pasado llegaron a Estados Unidos más solicitantes de asilo procedentes de Venezuela que de ningún otro país (cerca de 18.000, según informes de prensa).

Cada una de las personas que entrevisté permite entender mejor la magnitud del colapso político y económico del país.

Pablo López, de 23 años, miembro de la comunidad indígena venezolana Warao, se vio obligado a cruzar la frontera hacia Brasil por el hambre que sufría en Venezuela. Cuando lo entrevisté en febrero, dormía en las calles de una ciudad fronteriza brasileña junto con otros 100 miembros de su comunidad. Hombres, mujeres y niños vivían, cocinaban y comían en condiciones absolutamente insalubres. López ganaba USD 1,40 por hora cargando camiones. Otros miembros de su comunidad vendían artesanías o mendigaban en la calle. Todos aquellos con quienes hablé afirmaron que su situación en Brasil era mejor que en Venezuela.

Ludiskel Mass, una maestra de escuela quien fue activista estudiantil del partido opositor Un Nuevo Tiempo, de 32 años, se vio obligada a dejar el país para tratarse por cáncer. En 2015, en su ciudad de origen, Maracaibo, los médicos le dijeron que el sangrado vaginal que sufría probablemente se debía a un quiste, pero que no tenían los insumos para brindarle un diagnóstico adecuado. Dos amigos le pagaron el viaje en autobús a Lima, donde, según me dijo, llegó luego de un viaje de seis días. En Perú, los médicos pudieron diagnosticarla y someterla a una cirugía exitosa para extirpar un cáncer uterino. Un año después, logró llevar a sus hijos de 11 y 12 años a Lima.

Alfaro no duda de que estaría presa si no hubiera huido. Muchos activistas —los poderosos y conocidos, así como también otros de bajo perfil— han sido perseguidos, detenidos o amenazados con ser encarcelados desde que ella huyó. El Foro Penal Venezolano, una organización sin fines de lucro, estima que hay cerca de 400 presos políticos y afirma que, desde abril, la justicia militar ha procesado a más de 460 civiles, sobre los cuales no tiene competencia.

El 16 de julio, más de siete millones de venezolanos participaron en un plebiscito informal organizado por la oposición con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, universidades y cientos de voluntarios. Al participar, manifestaron que se oponían a la propuesta del presidente Nicolás Maduro de formar una Asamblea Constituyente con partidarios del gobierno. Cerca del 10 % lo hizo desde el exterior. (Dos semanas después, Maduro avanzó igualmente con su plan, y conformó una Asamblea Constituyente que tendría poderes de una amplitud alarmante, definidos de manera muy imprecisa, por tiempo indeterminado).

Ya sea porque huyen de la escasez más terrible, o porque temen ser encarceladas, ninguna de las personas que entrevisté sentía que tenía alguna opción que no fuera irse del país. En la Venezuela de hoy, no quedan instituciones independientes en pie para controlar al poder ejecutivo. El Tribunal Supremo de Justicia, que se convirtió en un anexo del Palacio de Miraflores cuando, en 2004, el entonces Presidente Hugo Chávez copó esta institución con adeptos, desde entonces ha validado una y otra vez medidas que socavan la democracia venezolana y vulneran derechos fundamentales. Recientemente, el Tribunal despojó a la Asamblea Nacional de sus facultades legislativas, y en vez de insistir en que Maduro observara la constitución, el tribunal apoyó su propuesta de reescribirla. También desestimó todos los recursos presentados por la Fiscal General Luisa Ortega, que anteriormente fue leal al régimen y ahora ha empezado a hablar abiertamente contra el gobierno. A su vez, el Consejo Nacional Electoral no celebró las elecciones regionales que, por mandato constitucional, debían realizarse en 2016, y postergó un referéndum revocatorio contra Maduro, hasta que la justicia canceló la iniciativa definitivamente.

El gobierno de Maduro ha usado su monopolio del poder para detener y perseguir penalmente a críticos, inhabilitar a opositores para postularse a cargos públicos —y de paso también encarcelarlos—, detener o expulsar a periodistas y sacar del aire a canales de televisión. Miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas, junto con grupos armados partidarios del régimen, han reprimido brutalmente manifestaciones masivas contra el gobierno, provocando decenas de muertos y cientos de heridos, y deteniendo a miles de personas.

Hernán González, de 40 años, me dijo poco tiempo atrás en Montevideo que huyó de Venezuela cuando la Guardia Nacional mató a su hermano Pablo. Durante años, él y su familia habían sido chavistas incondicionales, pero habían dejado de apoyar al régimen por las largas filas para conseguir alimentos y la malnutrición, y en las elecciones legislativas de 2015 votaron por la oposición. Una noche en noviembre de 2016, según contaron testigos a González (no es su nombre verdadero), mientras Pablo jugaba al dominó con amigos en la acera cerca de su casa, fue detenido por miembros de la Guardia Nacional. Más tarde esa noche, el cuerpo de Pablo apareció en un hospital, y miembros de la Guardia Nacional dijeron a González que su hermano había muerto en un “enfrentamiento”. El cuerpo estaba cubierto de contusiones y tenía un orificio de bala en el pecho.

El gobierno también ha negado la crisis humanitaria, producto en gran medida de la crisis económica, y no ha permitido que llegue asistencia internacional que se encuentra disponible. La escasez de medicamentos, insumos médicos y alimentos es tan severa que cada vez más personas como López y Mass, que no pueden alimentar a sus familias o recibir atención médica básica, se ven obligadas a irse del país. Y el ciclo de represión y negación gubernamental continúa. La ministra de salud fue despedida días después de que anunciara un drástico aumento, durante 2016, en las estadísticas de mortalidad materna, mortalidad infantil y malaria.

Los países de la región que acogen a venezolanos han abierto una válvula de escape —aunque pequeña— en medio de la crisis. Pero el exilio no es una solución permanente. El problema son las políticas y las prácticas abusivas del gobierno de Maduro. Desde que miles de venezolanos salieron a las calles a principios de abril en protesta por el autoritarismo creciente, el régimen ha respondido con represión feroz. Miembros de las fuerzas de seguridad han disparado municiones antidisturbios a quemarropa contra manifestantes, han arrollado con vehículo blindado a manifestantes, han golpeado brutalmente a personas que no mostraron resistencia y han irrumpido en las viviendas de presuntos opositores. Las fuerzas de seguridad también han detenido arbitrariamente a cientos de manifestantes, transeúntes y críticos.

Los líderes de la región deben redoblar la presión para que Maduro fije una fecha en la cual se celebren elecciones libres y justas, bajo una rigurosa supervisión internacional. Deben seguir exigiendo a Maduro que termine con la represión, libere a todos los presos políticos, juzgue crímenes que constituyen violaciones de derechos humanos, restablezca la independencia judicial, devuelva a la Asamblea Nacional sus potestades y permita la llegada de asistencia humanitaria internacional. Deben imponer sanciones dirigidas contra funcionarios clave y transmitir elocuentemente el mensaje de que quienes cometan abusos serán indefectiblemente llevados ante la justicia, cuando se restablezca la independencia judicial en Venezuela.

Las personas que están encarceladas por disentir, aquellas que vuelven a sus casas de las filas para comprar pan con las manos vacías y quienes ven como deteriora su estado de salud a causa de enfermedades prevenibles merecen que así sea. También lo merecen los exiliados que ansían regresar a su país.

Alfaro se está habituando a Buenos Aires. Disfruta de caminar por la ciudad, algo que no podía hacer en su país, donde hay altísimos índices de criminalidad. Se hizo amiga de muchos venezolanos que han migrado a Argentina, y si bien se sentía agradecida de haber aprendido un oficio en el rubro gastronómico a esta altura de la vida, está más contenta ahora que encontró un empleo que le permite usar su encanto caribeño vendiendo joyas en una tienda de Buenos Aires. Colabora con miembros de la oposición venezolana que viajan a Argentina y coordinó uno de los centros en Buenos Aires donde el 16 de julio se celebró el plebiscito de la oposición, y por eso sabe que está contribuyendo a restablecer la democracia en Venezuela. Pero, muy en el fondo de su corazón, extraña su país y se siente privada de ejercer sus derechos. “Eventualmente voy a volver a mi país para ayudar a reconstruirlo”, me dijo Alfaro mientras juntábamos nuestras cosas para irnos del café.

Voluntad Popular denuncia uso de tribunales militares para juzgar a sus activistas

JuanAMejías

 

El coordinador nacional político encargado de Voluntad Popular, diputado Juan Andrés Mejía, denunció la utilización de la “justicia” militar como brazo ejecutor del “Plan Siembra” contra los dirigentes y activistas de la tolda naranja, montaje mediante el cual se pretende desarticular la lucha pacífica de calle del partido político y la detención de sus activistas.
“Hace 2 meses atrás, nuestro coordinador nacional Freddy Guevara advirtió sobre el ‘Plan Siembra’ y sabíamos que lo que está ocurriendo iba a pasar. El principal autor de este plan es Tareck El Aissami, quien fue designado para amedrentar y perseguir a la dirigencia política. El 11 de enero fue detenido el diputado Gilber Caro junto a Stayci Escalona; el pasado 22 de abril fue el turno de uno de nuestros activistas de El Valle, Aldo Rosso; el 10 de mayo se llevaron al profesor Sergio Contreras por el simple hecho de tener un megáfono y apoyar una concentración en La Candelaria, fue juzgado por un tribunal militar, y este domingo apresaron al también profesor universitario Jorge Machado, coordinador nacional de organización de Voluntad Popular, inventando una vinculación con el financiamiento y organización de los ataques vandálicos que se han generado durante las protestas convocadas por la Unidad Democrática”.

Recordó el carácter irregular e inconstitucional de las detenciones de cada uno de los miembros de la tolda naranja, quienes han sido presentado ante instancias militares cuando son civiles. “Aldo Rosso fue detenido cuando llegaba a su casa, solo llevaba un coala y ahora pretenden alegar que llevaba cientos de uniformes militares. El profesor Sergio Contreras, quien fue detenido en una manifestación pública, llevaba solo un megáfono en la mano, este instrumento le ha dado mucho miedo al gobierno, porque le temen a la verdad. Ahora ellos dicen que, dentro de ese megáfono, Sergio tenía explosivos. El también profesor Jorge Machado formaba a nuestros jóvenes estudiantes y pretenden acusarlo de rebelión militar e incitar al odio con un megáfono. Su verdadero delito es hablar por la verdad, con valentía y liderar a un pueblo que quiere cambio. Hoy pretenden presentar a los tribunales militares en Fuerte Tiuna a otro joven activista del municipio sucre. Todos ellos han sido presentados ante la justicia militar bajo los supuestos delitos de rebelión militar, incitación a la violencia, sustracción de armamento militar y traición a la patria ¡Son unos absurdos y nadie les cree!”.
A juicio de Mejía, el Ejecutivo ha perdido el control que tenía sobre los tribunales civiles y el Ministerio Público, y por eso ha tenido que recurrir a los militares que responden directamente a Nicolás Maduro, Comandante en Jefe de las FANB y Tareck El Aissami. Resaltó que este tipo de acciones son completamente inconstitucionales, por lo que exigió a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, fijar una posición firme en contra de estos juicios ilegales y establecer responsabilidades contra los funcionarios públicos que tengan algún tipo de vinculación.
“El régimen utiliza la justicia militar para perseguir a la oposición y a Voluntad Popular; pero, si algo tenemos claro es que no vamos a retroceder porque el gobierno tenga la intención de encarcelarnos. Nuestro líder Leopoldo López tiene más de tres años presos, pero nosotros seguimos aquí, dando la cara y llevando su mensaje por toda Venezuela. Si creen que con la violencia van a impedir que el cambio llegue al país, se equivocan.»
El parlamentario alertó que la diputada por el estado Táchira, Gaby Arellano y la activista de Voluntad Popular, Ana Karina García, pudieran ser blanco de esta “olla podrida” del régimen denominada Plan Siembra, por presunta vinculación en las fuertes protestas que se han registrado en la entidad andina. Asimismo, informó que las detenciones a miembros del partido  se han triplicado desde el pasado 1 de abril, fecha en que iniciaron las protestas antigubernamentales a nivel nacional.

*Con información de nota de prensa

Trabajadores de Empresas Polar denunciarán en la Defensoría del Pueblo detención arbitraria de empleados

polar

 

 

Los trabajadores de Polar exigieron este martes la liberación de Layra Parra, gerente del Centro de Distribución de Yaracuy, además del cese a las persecuciones y detenciones arbitrarias por parte del gobierno.

Más de 23 trabajadores de Empresas Polar han sido detenidos arbitrariamente en los últimos meses por cuerpos de seguridad del Estado. Durante una rueda de prensa en el Centro Empresarial Polar, los afectados relataron su experiencia a los medios de comunicación y a los aproximadamente mil trabajadores que acompañaban a sus colegas, resaltando los abusos y atropellos vividos durante los procedimientos. Con pancartas y consignas apoyaban los asistentes y clamaban por el justo trato a Empresas Polar, el acceso a divisas para su producción y el cese de la persecusión gubernamental.

Los trabajadores anunciaron que presentarán una solicitud formal a la Defensoría del Pueblo para que investigue los casos de atropellos que han sufrido, y de no ser atendidos por las autoridades venezolanas, llevarían su caso a instancias internacionales, aseguraron en el evento donde 80 instalaciones de Polar de todo el país se encontraban escuchando por videollamada.

También exigieron la libertad de Layra Parra, la gerente del Centro de Distribución de Yaracuy quien cumple hoy 13 días detenida, a pesar de que el pasado lunes 12 le fue otorgada la libertad bajo fianza.

Parra fue apresada por defender la justa distribución de productos, afirma Keny Hernández, trabajador de Yaracuy. La gerente de Polar se negó a ceder 259 toneladas de harina a la gobernación para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), ya que dejarían desatendidos 11 estados, afectando a casi 12 millones de personas. Además, el mes anterior ya habían concedido 345 toneladas de harina. El trabajador se pregunta sobre la producción de la planta procesadora de harina precocida que hay en Yaracuy, llamada Bravo Cacique, con capacidad de procesar 600 toneladas del producto. “¿Dónde está esa harina que no se ve aquí?”.

Por otro lado, uno de los detenidos relató la situación irregular vivida en la instalación de Acarigua, donde llegó una comisión de la Inspectoría del Trabajo acompañada de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y detuvieron a cinco trabajadores y cuatro vigilantes.

En aquella ocasión, la GNB se impuso en la entrada de la sede con una grúa –y su gancho en el candado del portón– para exigir la presencia del encargado de la planta, quien no se encontraba allí en el momento. Luego de entrar, cuando la situación empezó a desarrollarse de manera irregular, el trabajador decidió grabar lo que estaba ocurriendo, motivo por el cual fue detenido y golpeado con su propio casco de seguridad mientras estaba siendo arrastrado a “la perrera”, el vehículo donde transportan a los criminales.

Historias de detenciones e irregularidades de Maracaibo, Barcelona y demás lugares relatadas vía telefónica se sumaron a las de los trabajadores de Yaracuy, rodeados de pancartas donde se leían consignas como: «Nosotros no somos delincuentes, solo queremos seguir produciendo para el país».

Los trabajadores reunidos hicieron llamados a las autoridades gubernamentales, a la Defensoría del Trabajo y al ministro de Trabajo Oswaldo Vera pidiendo el cese de las persecuciones, atropellos y detenciones arbitrarias. «El ministerio de trabajo está para proteger a los trabajadores. ¿Acaso no somos trabajadores por estar dentro de esta empresa?», se preguntó uno de los empleados de Polar.

IPYS Venezuela: Funcionario militar intimidó a periodista a través de Twitter

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El domingo 11 de septiembre de 2016, Remigio Ceballos Ichaso, jefe del Estado Mayor Conjunto del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb), escribió mensajes directos e intimidatorios a la cuenta personal de Twitter de Maolis Castro, periodista en el portal web Armando Info y colaboradora del diario El País (España) en Caracas.

Ceballos Ichaso escribió estos mensajes a la periodista el mismo día que se publicó un reportaje en el portal web Armando.Info, firmado por Maolis Castro y titulado “Los expedientes ocultos de un edecán de Chávez”, en el que se señala al militar por estar involucrado en presuntos hechos de corrupción durante su gestión en la Primera Brigada de la Infantería Marina CN. Manuel Ponte Rodríguez de la Armada. El trabajo periodístico se respalda en dos expedientes administrativos disciplinarios filtrados y testimonios de militares, subordinados entonces a Ceballos Ichaso, que confirmaron su presunta vinculación con irregularidades administrativas dentro del componente militar.

Castro relató a IPYS Venezuela que luego de la difusión, a través del portal web, el contralmirante Ceballos Ichaso empezó a seguir su cuenta personal (@Maoliscastro) para escribirle el domingo, entre la 1:23 y 1:24 pm (hora de Caracas), desde su cuenta oficial de Twitter (@CeballosIchaso) dos mensajes privados: “Todo eso es falso no me importa” y “Todo en esta vida se paga el tiempo de Dúos (sic) es perfecto”.

La periodista también indicó que en varias oportunidades le solicitó una entrevista con Ceballos Ichaso para conocer su versión sobre las denuncias, pero no hubo respuestas.

Publicado en IPYS Venezuela

Acusan a Maduro ante la OIT por hostigamiento a empleados públicos

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Las centrales obreras integrantes de la Unión de Acción Sindical y Gremial acusaron al presidente Nicolás Maduro de acoso laboral ante la Organización Internacional del Trabajo en un informe que consignaron en esa instancia, y en el cual describen y señalan sus declaraciones a favor de despedir a quienes firmaron para apoyar un referendum para revocar su mandato.

El documento, además de una carta dirigida a Guy Rayder, director de la OIT, es suscrito por representantes de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Unión Nacional de Trabajadores, Confederación de Sindicatos Autónomos y Central General de Trabajadores. En el texto denuncian las violaciones del gobierno de los convenios 87, 98 y 111 sobre libertad sindical, contratación colectiva y no discriminación, respectivamente.

“Las declaraciones gubernamentales, y especialmente las presidenciales, han sido pronunciadas y difundidas por todos los medios posibles con el fin de inocular un sentimiento profundo de temor en los que aún no han sido despedidos, para que no protesten de ninguna manera ni apoyen el referéndum”, dice el documento.

Menciona el despido de cientos de funcionarios por firmar a favor del revocatorio, entre ellos 200 del Seniat y otros 40 de la Fundación del Niño, con los testimonios de varios afectados como María Eugenia Barrios, María Gabriela Subero, Ramón Salas, María Teresa Martínez y José Luis Ramos, este último presidente del Sindicato de Seniat-Lara.

Sigue leyendo esta nota de Ana Díaz en El Nacional

Trabajadores de Polar piden frente al Ministerio de Trabajo materia prima y cese de acoso

Trabajadores Polar

La mañana de este jueves un grupo de trabajadores de Empresas Polar se reunió frente a la sede del Ministerio del Trabajo, en el centro de Caracas, para entregar un documento donde exigen la entrega de materia prima y el acceso a dólares preferenciales para la producción de alimentos.

También protestaron por la persecución gubernamental que han sufrido los trabajadores en los últimos meses, que ha dejado detenidos y posteriormente liberados bajo régimen de presentación a varios gerentes de diferentes plantas en el país.

Uno de las empleados de la empresa, Manuel Campos, llamó la atención sobre el hecho de que las detenciones se han hecho sin tener pruebas, por lo que los detenidos luego han sido puestos en libertad.

Otra empleada, Cherly Peña, comentó que “todo ha sido con la presencia arbitraria de organismos como el Sebin y no se justifican las acciones cuando al llegar nos consiguen trabajando”.

En el estado Carabobo los trabajadores también se reunieron ante la Inspectoría del Trabajo para demandar el cumplimiento de las condiciones que permitirá a Polar continuar la producción.

*Con información de Su Noticiero

Ecuador: Correa reactiva persecución judicial contra periodista y asambleísta por pedir investigación

fernandoVilla

 

La Fiscalía del Estado está a pocas horas de emitir una nueva instrucción fiscal contra el ex legislador de Pachakutik, Cléver Jiménez y el periodista Fernando Villavicencio, a petición del presidente Rafael Correa. De esta nueva acción judicial, fueron notificados Emilio Álvarez y Edison Lanza, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, a través del abogado Ignacio Boulin Victoria, quien a nombre de Villavicencio, solicita se observe la conducta del gobierno de Ecuador.

El documento ingresado vía electrónica a la CIDH en Washington, señala: “Por medio del presente, envío para su información recientes hechos relativos a la situación de Fernando Villavicencio, uno de los beneficiarios de las medidas cautelares 30/14, otorgadas contra el Estado de Ecuador. El Sr. Villavicencio ha sido nuevamente atacado por el Presidente Correa, quien además ha incitado a los fiscales a perseguirlo penalmente, violando las medidas cautelares vigentes.“

En una acción de evidente intromisión del Ejecutivo en la Fiscalía, la formulación de cargos es preparada con rapidez por la asesora fiscal Elizabeth Gaibor conjuntamente con los abogados de la Presidencia, Diego Guarderas y Pedro Espinosa, luego que el presidente Rafael Correa llamó la atención a esa entidad, en su enlace 467 del 19 de marzo de este año.

El pedido de Correa fue una reacción a las declaraciones del 14 de marzo, en las que Fernando Villavicencio junto al precandidato presidencial Guillermo Lasso, anunciaron la conformación de una comisión de la verdad que fiscalice la administración de  Rafael Correa.

En el citado enlace sabatino, el mandatario llamó la atención a la fiscalía para que impulse una nueva instrucción fiscal: “Es gravísimo el tema del hackeo y no sé porque no ha avanzado esa instrucción fiscal, como un ciudadano mas exijo celeridad en la justicia, se está demorando la justicia, tuvimos un hackeo, gravísimo, a las cuentas de la presidencia, del asesor jurídico, se han hecho investigaciones, se tienen fuertes indicios pero todo está paralizado, por favor, como un ciudadano mas, si pueden acelerar un poquito –han pasado hace tiempo los tiempos legales para la investigación fiscal, este caso, cómo un ciudadano cualquiera tiene derecho a recibir justicia oportuna, nuestras cuentas fueron hackeadas, hay fuertes indicios de quién lo hizo y todavía no se hacen las acciones del caso”.

El hackeo al que se refirió el presidente Correa se fundamentó en los violentos actos realizados por el Estado la noche del 26 y madrugada del 27 de diciembre de 2013, cuando elementos de elite de la policía ingresaron a la fuerza y allanaron la vivienda de Villavicencio. Los agentes de la fuerza pública se llevaron computadores, tablets, teléfonos celulares y documentación. El operativo se ejecutó en presencia de sus dos hijos menores y su esposa, y durante el allanamiento no se le permitió contar con la presencia de su abogado defensor.

Simultáneamente, dentro del mismo “Acto Urgente“ y en ausencia del Legislador Jiménez, fue allanado su despacho en la Asamblea Nacional. Al día siguiente el operativo se cumplió en el domicilio del Asambleísta. Los allanamientos fueron pedidos por la Presidencia de la República y ordenados por el Juez de la Corte Nacional Jorge Blum y el Fiscal General, Galo Chiriboga.

Horas después del hecho el Presidente Rafael Correa reveló a los medios de información que tenía en sus manos las evidencias encontradas tanto en la casa de Fernando Villavicencio, como en las oficinas de la Asamblea Nacional y el domicilio del entonces legislador Cléver Jiménez. El Presidente Correa atacó públicamente a Villavicencio acusándolo de hackear su cuenta de correo electrónico y otras de varios funcionarios del gobierno, durante meses, y aseguró -sin demostrarlo- que en el allanamiento a su domicilio se habrían encontrado “cosas terribles“, pruebas contundentes del espionaje de alto nivel.

Pero los pronunciamientos de Correa solo confirmaron la violación del debido proceso, la vulneración de la cadena de custodia, al haber accedido a las supuestas pruebas, que debían permanecer bajo custodia exclusiva de la Fiscalía.

Luego el asesor jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, confirmó la falsedad de sus acusaciones, al afirmar que quien había hackeado los emails de la Presidencia, había sido la compañía petrolera Chevrón.

La fiscalía nunca determinó la existencia de un delito en el supuesto hackeo, de hecho el presidente Correa aseguró que el entonces asambleísta Jiménez “no podía encender una computadora”. Pero la fiscalía debe cumplir con las órdenes de Correa y para perseguir nuevamente a Jiménez y Villavicencio se ha inventado la supuesta figura penal de “uso indebido de información” al haber revelado documentos sensibles de la presidencia.

Hoy el gobierno pretende acusar a Jiménez y Villavicencio de difundir supuesta información reservada. Pero, de hacerlo se les puede revertir la situación, toda vez que tendrían que procesar a diario El Telégrafo y su director Orlando Pérez, quienes obtuvieron de forma fraudulenta los correos electrónicos de la ex asambleísta Martha Roldós, con el agravante de que ellos sí difundieron los emails íntegros, algo que Jiménez y Villavicencio jamás hicieron.

El supuesto hackeo se basó en la información que Cléver Jiménez, en el estricto derecho  de sus actividades como legislador, solicitó a la Procuraduría General del Estado sobre un posible conflicto de intereses en la contratación del estudio jurídico internacional Foley Hoag para defender al Ecuador. Foley Hoag también defendió los intereses de Chevron en Birmania.

El pedido de Correa a la fiscalía tiene como objetivo evitar que Jiménez y Villavicencio participen en las elecciones de 2017. La emisión de una instrucción fiscal y la acusación de un juez penal los inhabilitaría para participar como candidatos a cualquier cargo de elección popular.