Nayib Bukele archivos - Runrun

Nayib Bukele

EFE Feb 18, 2024 | Actualizado hace 2 meses
Ratifican victoria de Bukele con más del 80%
Se convierte así en el primer presidente de El Salvador en ser reelegido

 

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de El Salvador ratificó la victoria de Nayib Bukele, del partido oficialista Nuevas Ideas (NI), en los comicios presidenciales del pasado 4 de febrero, con más de 2,7 millones de votos, equivalente al  84,6 % de respaldo electoral.

El ente electoral emitió el acta de escrutinio final de la elección de presidente y vicepresidente de El Salvador para el periodo 2024-2029, en la que ratifica los resultados de la elección.

En el documento, difundido la noche del sábado en las redes sociales del TSE y firmado por los cinco magistrados del ente, se señala que Nuevas Ideas tuvo un total de votos de 2.700.725 (84,6 %), el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) obtuvo 204.167 (6,40%) y la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) tuvo 177.881 (5,57%).

El partido de centro humanista Nuestro Tiempo, que participó por primera vez en los comicios presidenciales, obtuvo 65.076 (2,04%) y las formaciones Fuerza Solidaria y Fraternidad Patriota Salvadoreña (FPS) registraron 23.473 (0,74%) y 19.293 (0,60%), respectivamente.

A las elecciones del 4 de febrero fueron convocados 6.214.399 ciudadanos, votaron 3.268.466, con un nivel de participación de 52,60 %.

Se contabilizaron 15.064 abstenciones (0,46%) y 1.760 votos impugnados (0,05%), según los datos del Tribunal Electoral.

Bukele se convierte así en el primer presidente de El Salvador en ser reelegido, a pesar de la prohibición constitucional, desde que el país dejó una dictadura militar de varias décadas y entró en democracia.

El mismo domingo de las elecciones, durante una conferencia de prensa, el presidente se refirió al tema «Nosotros no estamos sustituyendo la democracia porque El Salvador jamás tuvo democracia. Esta es la primera vez en la historia que El Salvador tiene democracia, y no lo digo yo, lo dice el pueblo (…) La definición de democracia, la real, no la inventada por las élites, es demos y kratos, el poder del pueblo (…) El pueblo dice ‘queremos un régimen de excepción, queremos la política de seguridad del presidente’», dijo Bukele.

 

LEA.  Presidente Petro criticó expulsión de miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU

El Salvador decreta régimen de excepción para frenar alza de de homicidios: Hubo 76 asesinatos en dos días
El estado de excepción tendrá una vigencia de 30 días. El decreto suspende la prohibición de la intervención de las telecomunicaciones sin autorización judicial y se amplió el plazo de detención administrativa a 15 días
El aumento de los homicidios supone unduro golpe para el Gobierno de Bukele, que atribuye a su Plan de Control Territorial la acentuación de la baja de los homicidios en los últimos años, tendencia iniciada en el 2016

El Congreso de El Salvador decretó este domingo un régimen de excepción para tratar frenar un «incremento desmedido» de los asesinatos, que ha puesto en jaque la estrategia gubernamental de seguridad con 76 asesinatos en dos días, récord criminal en la historia reciente del país.

El Gobierno de Nayib Bukele pidió al Congreso decretar dicha medida a raíz de las «graves perturbaciones del orden público» generadas por las maras.

La medida fue aprobada con los votos de 67 diputados de 84 durante una sesión plenaria extraordinaria convocada por el líder de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, a solicitud del presidente Bukele.

Además, se suspendió la prohibición de la intervención de las telecomunicaciones sin autorización judicial y se amplió el plazo de detención administrativa a 15 días, cuando normalmente es de 72 horas.

Los diputados avalaron la suspensión de la libertad de asociación, derecho de defensa e inviolabilidad de la correspondencia.

«He sancionado y publicado en el Diario Oficial, el decreto de RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN, el cual entra en vigencia este mismo día y tendrá una validez de 30 días«, escribió el Presidente en su Twitter.

 

 

«Para la inmensa mayoría de personas, la vida continúa normal (…) Servicios religiosos, eventos deportivos, comercio, estudios, etc., pueden seguirse realizando normalmente. A menos que usted sea pandillero o las autoridades lo consideren sospechoso. Sin embargo, sí habrá algunos cierres focalizados y temporales en algunas zonas», agregó Bukele.

El día más violento de la historia reciente

El Salvador registró el sábado el día más violento de su historia reciente con 62 asesinatos en medio de una escalada iniciada el viernes, según confirmó la Policía Nacional Civil (PNC).

El alza de asesinatos de este fin de semana, atribuida a la pandilla Mara Salvatrucha (MS13), se cobró la vida de 76 personas en dos días, con los 14 del viernes.

La cifra más cercana a los 62 asesinatos del sábado es la de 51 homicidios en un solo día registrados en agosto de 2015, cuando el país vivió su año más mortífero tras el final de la guerra civil (1980-1992).

Este escenario supone un duro golpe para el Gobierno de Bukele, que atribuye a su Plan de Control Territorial la acentuación de la baja de los homicidios en los últimos años, tendencia iniciada en el 2016.

Para el director de la organización Acción Ciudadana, Eduardo Escobar, que el Gobierno haya tenido que pedir esta medida «muestra que su plan no es efectivo para detener el crimen».

«GUERRA CONTRA LAS PANDILLAS»

La ola de violencia llevó a las autoridades a declarar una «guerra contra las pandillas», como lo hizo el antecesor de Bukele en el gobierno, el excomandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén.

«No retrocederemos en esta #GuerraContraPandillas, no vamos a descansar hasta capturar y llevar ante la justicia a los criminales responsables de estos hechos», publicó la Policía en su cuenta de Twitter.

Esta etiqueta de «guerra» ha sido adoptada por funcionarios del Gobierno, como el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro.

La Policía y el Ejército intensificaron los patrullajes, según ha informado el Gobierno, la noche del sábado en todo el territorio para intentar controlar la ola de asesinatos.

Los elementos de Seguridad fueron desplegados en diferentes colonias populosas del país, en zonas de bares y, de acuerdo con información de la Policía, se han capturado a cuatro supuestos líderes de la pandilla MS13, señalados de «ordenar» la escalada de asesinatos que vive el país.

La mayoría de homicidios registrados el sábado fueron perpetrados en los departamentos de La Libertad (12) y San Salvador (9), según datos de la Policía.

HRW MONITOREA SITUACIÓN

El investigador Juan Pappier, que hace parte de la división para las Américas de Human Rights Watch (HRW), señaló la madrugada de este domingo que la organización «monitorea» con «preocupación» el aumento de los homicidios.

«El Salvador: estamos monitoreando, con preocupación, el grave aumento de homicidios en el país. Urge que el gobierno proteja a la población con medidas sostenibles y respetuosas de los DDHH», publicó Pappier en Twitter.

Apuntó que «la política de seguridad debe estar siempre dentro del Estado de derecho».

En noviembre de 2021, el país también registró un alza repentina de los homicidios que dejó más de 40 asesinatos en tres días.

En esos días, el presidente Bukele se pronunció sobre señalamientos de que la repentina alza y baja de los asesinatos de esos días estaba relacionada con una supuesta fractura de una «tregua» con las pandillas.

Bukele, sin entrar en detalles ni aportar pruebas, atribuyó anteriormente dicha alza de los homicidios a «fuerzas oscuras que están trabajando para que volvamos al pasado» y aseguró que «este Gobierno no lo va a permitir».

Estados Unidos señaló al Gobierno de Bukele de sostener negociaciones con las pandillas, por lo que sancionó en diciembre a dos funcionarios.

Analistas han indicado que algún quiebre en las supuestas negociaciones habrían generado anteriores alzas de asesinatos.

Con información de EFE

La mala salud de la democracia latinoamericana
La democracia latinoamericana sufre un franco desmadre. En la región, muchos personajes macabros no estarían gobernando sus países de no ser por los fracasos y vicios de sus predecesores

 

@AAAD25

En mi adolescencia, tuve ciertos complejos con mi identidad regional. Nunca llegué al extremo de odiar ser latinoamericano. Pero definitivamente tampoco me encantaba. Mi norte no era el norte literalmente, sino el noreste. No era Estados Unidos, sino Europa. Soñaba con la elegancia aristocrática de Londres o el orden y la eficacia de Berlín. Fue más o menos al principio de mi adultez cuando comencé a apreciar el ser latinoamericano. Quedé cautivado por la riqueza cultural de América Latina. Por su literatura, su música, su cine, etc. Pero mi afinidad cultural no me impide ver que esta región sigue teniendo problemas verdaderamente pesadillescos, como el subdesarrollo económico y un cúmulo de injusticias sociales.

Y la política… Caramba, qué sucesión de calamidades es la política latinoamericana. La de mi, pese a todo, querida Venezuela es un caso particularmente dramático. Pero como lo conocemos bien y justo ahora estamos en una especie de lamentable limbo, a la espera de acontecimientos que nos muestren algo diferente y esperanzador, en esta oportunidad voy a salir de casa y a pasearme por el vecindario.

Es muy obvio que la última oleada de democratización, en palabras de Samuel Huntington, está en retroceso. Vaya que es una resaca fuerte. De esas que se llevan a naciones enteras y las sumergen en el mar del despotismo. Sucede en varios lugares del mundo, en mayor o menor grado. Bielorrusia tiene el deshonor de ser considerada “la última dictadura de Europa”. Pero muy pronto pudieran unírseles Polonia y Hungría para formar un triángulo de regímenes autoritarios en el Viejo Continente. En el Medio Oriente tenemos el caso de Turquía, que bajo la égida de Recep Tayip Erdogan está experimentando el peor descalabro político desde la dictadura militar de los años 80.

Pero tal vez en ninguna zona del planeta el desmadre sea peor que en América Latina. Cuando comenzó la última década del último milenio, parecía que la región estaba muy bien encaminada para ser un nuevo faro de democracia. La tormenta pinochetista se despejó en Chile. Cayó Stroessner. Centroamérica estaba en proceso de pacificación y democratización gracias a los Acuerdos de Esquipulas, fruto de los esfuerzos anteriores del Grupo de Contadora en el que Venezuela dijo “presente” (aquellos años cuando exportábamos democracia porque éramos una). Solo la dictadura castrista seguía firme. Claro, aparte del caso cubano hubo retrocesos, como los autogolpes en la Guatemala de Serrano y el Perú de Fujimori, así como la asonada del general Raoul Cédras en Haití. Pero en general el panorama era muy alentador.

¡Qué chasco nos hemos llevado, 30 años después! El putsch clásico se habrá vuelto una rareza pero, aunque Latinoamérica presenta atraso en varios frentes, no se ha rezagado para nada en la adopción de los nuevos mecanismos para socavar la democracia desde adentro, poco a poco.

TALITA CUMI

TALITA CUMI

Venezuela fue la primera en experimentar esta terrible enfermedad, más nociva aun que la covid-19. Desde entonces la tasa de contagio ha sido alta. Algunas naciones tuvieron una convalecencia exitosa. Pero la mayoría no. Hagamos un repaso crítico de los pacientes graves.

Comencemos con la América Central

Sin duda el caso más llamativo hoy es el de Nayib Bukele. Tal como señaló el director para el continente de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, el caudillo salvadoreño es como Hugo Chávez en su desmantelamiento de las instituciones republicanas, pero con el acelerador bien pisado.

Un Chávez millennial con destreza en el fino arte del «troleo» en redes sociales e intereses en bitcoin, y que en apenas dos años ha mandado a ocupar militarmente el parlamento para intimidar a legisladores opuestos, construido un poder judicial a su medida y logrado que se reforme la ley para permitir su reelección inmediata. Ah, y desestimado las críticas de Estados Unidos y otras democracias como “injerencia”. ¿Les suena familiar? Pero, para añadirle un toque de chapucería contemporánea, también culpa al bolsillo del magnate George Soros de estar detrás de sus detractores.

Justo al lado, en Honduras, Juan Orlando Hernández encabeza un régimen cuasi dictatorial, cuyas tropelías notablemente han pasado por debajo del radar de la opinión pública regional. Empezando por los vicios y resultados dudosos de los comicios que le dieron la reelección en 2017. Por no hablar de los escandalosos vínculos de su gobierno con el comercio de estupefacientes, cosa que recuerda a la narcopolítica colombiana o al narcorrégimen boliviano de los años 80.

Ni hablar de Nicaragua. La situación es horrenda. El clan de Daniel Ortega y Rosario Morillo resultó ser tan autoritario como el de los Somoza. La cacería de candidatos opositores, en unas elecciones presidenciales que ya lucían terriblemente injustas, ha sido como una película de terror. Fueron por uno tras otro. Al periodista Carlos Chamorro lo obligaron a exiliarse (¿rencores no superados por la derrota que le propinó su madre, Violeta Barrios de Chamorro, a Ortega en los comicios de 1990?). El último atropello fue una orden de detención contra Sergio Ramírez, uno de los mejores escritores contemporáneos en lengua castellana, otrora camarada de Ortega luego decepcionado por la deriva tiránica del sandinismo.

Pasemos ahora al Caribe

El castrismo sigue siendo el castrismo aunque no haya ningún Castro a cargo. Miguel Díaz-Canel dejó eso bien claro cuando ordenó reprimir salvajemente las mayores protestas vistas desde la Revolución cubana. En cuanto a Haití, como ha ocurrido a lo largo de casi toda su historia, alterna entre dictaduras e inestabilidad política, combinando a veces las dos cosas. La crisis desatada por los intentos de Jovenel Moïse por prolongar su mandato terminó con su asesinato, lo cual solo provocó más incertidumbre en un contexto de pobreza extrema y catástrofes naturales.

Sudamérica

En Suramérica hay que temer por los Andes centrales. Perú acaba de elegir a Pedro Castillo, un populista caricaturescamente burdo, como presidente. Su ideario es un híbrido entre el socialismo marxistoide y nociones propias del Paleolítico sobre los roles de género y otros asuntos sociales. Su discurso sobre los inmigrantes indocumentados, entre los cuales hay cientos, quizá miles de venezolanos, no es muy distinto al de Donald Trump, lo cual no impide que la izquierda posmoderna de los países desarrollados lo aplauda solo por su discurso anticapitalista.

Y aunque haya bajado el tono ñángara con respecto a su campaña, las señales de alarma persisten. Por ejemplo, un proyecto de ley presentado por su partido ha sido denunciado por el Instituto Prensa y Sociedad como amenaza directa a la libertad de expresión, con la excusa de que los medios son un servicio público. Si les recuerda a la Ley Resorte con la que el chavismo empezó a censurar, es porque en efecto se parece.

Cruzando el lago Titicaca, en Bolivia, el regreso del Movimiento al Socialismo al poder parece ser un caso típico del mismo cachimbo con otro nombre. Evo Morales tal vez perdió su liderazgo, pero su sucesor al frente del MAS y nuevo jefe de Estado, Luis Arce, no luce mucho mejor. El MAS ha estado más enfocado en vengarse de la oposición, luego de ser apartado temporalmente del poder, que en resolver los problemas del país. No seré yo quien niegue los crímenes  del gobierno provisional de Jeanine Áñez. Pero quienes la condenan solo a ella y sus colaboradores, omitiendo un contexto en el que el MAS tiene sus propios delitos que precipitaron la crisis, hacen gala de una hipocresía muy descarada. Áñez entregó el poder a sus enemigos a sabiendas de lo que le podían hacer. ¿Evo Morales hubiera hecho eso?

Por último, tenemos el caso de Brasil. En lo que va de siglo XXI, Jair Bolsonaro ha sido el único líder de un movimiento populista de derecha que ha llegado al poder. Se equivocan los que dicen que Bolsonaro ya es un dictador. No ha llegado tan lejos… Aún. Pero su talante antidemocrático es muy obvio y, como el populismo suele ser vehículo para transiciones autoritarias, es necesario estar muy atentos a los acontecimientos en el gigante del sur.

Brasil ha tenido una de las peores epidemias de covid-19 en todo el mundo. La economía está en aprietos, con un desempleo de casi 15 % y una inflación creciente, la cuarta más alta en Latinoamérica, tras Venezuela, Argentina y Haití. No sorprende que el índice de aprobación de Bolsonaro se haya desplomado. Su respuesta, de cara a una posible derrota en las elecciones del próximo año, ha sido desprestigiar el sistema electoral brasileño y advertir sobre tramas de fraude, en la misma tónica de Trump pero en un país con instituciones mucho más débiles que las estadounidenses. Es espeluznante pensar en cómo pudiera terminar eso.

Hay que decir que muchos de estos personajes macabros no estarían gobernando sus países de no ser por los fracasos y vicios de sus predecesores. Bukele es la respuesta de los salvadoreños al bipartidismo corrupto que había tenido las riendas desde el fin de las guerras civiles en la pequeña nación. Castillo acaso hoy sería un mero sindicalista local si todos los presidentes electos peruanos desde los 90 no se hubieran ensuciado las manos manejando dineros públicos. Y Bolsonaro tal vez nunca hubiera dejado de ser un diputado ruidoso pero inofensivo si los gobiernos del Partido dos Trabalhadores no hubieran destacado por su cleptocracia y mediocridad.

Pese al tono sombrío de este artículo, quiero cerrar con una nota optimista. No todo en la política latinoamericana es un horror. Hay esperanza en varios rincones. Guillermo Lasso y Luis Lacalle Pou están mostrando desde Ecuador y Uruguay, respectivamente, una centroderecha liberal prometedora. Luego de un año de tumultos, los extremistas no han tomado el control de Chile, como algunos temieron. Espero que veamos más buenas noticias políticas en la región, aunque sea más tarde que temprano.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas May 07, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Bukele y el fantasma de Carl Schmitt

@AAAD25

El caudillo es un arquetipo tan asociado con América Latina que la palabra ha sido asimilada por varios idiomas en el castellano original. No hay género literario más latinoamericano que la novela de dictador. Sin embargo, al contrario de lo que muchos asumen, los latinoamericanos no estamos culturalmente predispuestos a salivar por un tirano carismático. Es más bien una cuestión de entorno material. Dado que el populismo tiende a distinguir entre un «pueblo noble» y una «elite corrupta», las desigualdades socioeconómicas que alientan el resentimiento de las masas empobrecidas son una gran ayuda. Por lo tanto, América Latina, con sus desigualdades muy marcadas y a menudo injustas, ha sido siempre tierra fértil para el populista.

Caudillos de esa índole abundan en la historia regional y la lista de momento no tiene fin, impregnando hasta a las últimas generaciones de políticos latinos. Para muestra el señor Nayib Bukele, el presidente millennial de El Salvador.

Pese a su juventud, el populismo caudillesco de Bukele es más bien vetusto. Marca todas o casi todas las casillas en el viejo manual del populista: triunfó en medio del hastío con la clase política bipartidista que había dominado su país por generaciones, es intolerante a la crítica, tiene un ego desmedido y plantea resolver los problemas de su nación (que no son pocos ni fáciles, ciertamente) mediante acciones de mano dura con poca o nula consideración hacia los afectados. Seguramente varias de estas características les recordarán a otros políticos, como Hugo Chávez o Donald Trump. No en balde pareciera que entre venezolanos opositores, huérfanos de liderazgo ante el estancamiento de nuestra dirigencia disidente, se repite con el peculiar centroamericano la atracción lograda por el exmandatario de Estados Unidos, aunque en menor escala, hay que decir.

Y bueno… Qué deprimente. Se confirma una vez más que muchos de nuestros conciudadanos no han aprendido gran cosa de la experiencia chavista. Que todo el tiempo están necesitados de un «taita», de un ser que haga del pater familias de la sociedad, ordenándola en todos los aspectos como si de un conjunto de niñitos tontos e indefensos se tratara. El embrujo de los mandamases abusivos perdura. Es una maldición que arrastramos al menos desde José Tomás Boves. Es tan fuerte que si nadie en Venezuela satisface la necesidad, lo buscamos afuera.

De los extranjeros, nadie ha llenado el vacío tanto como Trump. Pero ahora él está en una especie de vida ermitaña postpresidencial, con pocas apariciones en público. Sigue ejerciendo una influencia considerable sobre la política de su país y sobre todo en el seno de su partido. Pero, sin el micrófono de la Casa Blanca y con su presencia en redes sociales altamente restringida, para los venezolanos Trump bien pudiera estar encerrado en un monasterio budista en el Tibet. Entonces, la «trumpmanía» venezolana se ha desinflado poco a poco. En cambio, la sed de liderazgos autoritarios sigue haciendo lo suyo. Y Nayib Bukele, con sus prendas hipster y gorra echada hacia atrás, se aparece a esos menesterosos con una cava llena de cervezas bien frías.

Bukele ha estado haciendo barrabasadas desde que llegó a la presidencia.

El año pasado ordenó a militares ocupar la Asamblea Legislativa, en una jugada brutal de presión para que sus diputados aprobaran un préstamo solicitado por el ejecutivo y objetado por la cámara. Ya entonces, de cara al hecho sensacional que dio la vuelta al mundo, se pudo ver a venezolanos aplaudiendo a rabiar. Ahora, los partidarios de Bukele son mayoría en la asamblea, tras unas elecciones parlamentarias, y su primera acción al instalarse en sus curules la semana pasada fue destituir a varios magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

¿Por qué? Pues resulta que los jueces habían intentado reducir los poderes que Bukele ha estado acumulando con la pandemia de covid-19 como excusa. Así que el presidente que se toma selfis en la ONU ya demostró de lo que es capaz cuando la legislatura se le opone. Tan pronto eso dejó de ser un problema para él, apuntó su cañón al poder Judicial. Someter todo al ejecutivo es la meta.

La división de poderes es uno de los fundamentos más sacrosantos de la república, y de la democracia moderna, que necesariamente es constitucional y republicana. Es ella la garantía de que el poder del Estado no podrá ser aplicado por un solo ente, que pudiera verse fácilmente tentado a ejercerlo de manera arbitraria y corrupta. Locke fue el primer pensador relevante en darse cuenta y plantear que el Estado debía estar dividido en dos poderes. Uno para redactar leyes y otro para ejecutarlas. Esto ocurrió en el contexto del triunfo del parlamentarismo y la monarquía constitucional en Inglaterra a finales del siglo XVII y supuso una ruptura radical con el paradigma absolutista predominante entonces en Europa, formulado antes por Bodin y Hobbes, y que se mantuvo vigente en el continente hasta la Revolución francesa y las rebeliones burguesas de la centuria siguiente. Montesquieu agregó al dúo de Locke un tercer poder, el judicial, encargado de interpretar las leyes. La trilogía resultante fue encarnada en la Constitución de Estados Unidos, la más antigua de las repúblicas aún en pie e inspiración de buena parte de las repúblicas subsiguientes.

En el extremo de la filosofía política opuesto a Locke, Montesquieu y la tradición de la democracia liberal se halla Carl Schmitt, el jurista infamemente asociado con el Tercer Reich. A Schmitt le irritaban la separación de poderes y, sobre todo, los procesos lentos y comprometedores de negociación entre facciones, propio de entes colegiados como los parlamentos. En su lugar, exaltó las virtudes de un régimen dictatorial capaz de actuar sin restricciones de ningún tipo cuandoquiera que lo juzgue necesario. Las asambleas legislativas en este esquema solo son válidas si están en perfecta concordancia con el líder que encabeza el gobierno, y con el pueblo del que se supone que dicho líder es un reflejo, muy en el sentido de la «voluntad general» rousseauniana. De más está decir que ello reduce las legislaturas a apéndices inútiles.

Los postulados de Schmitt influyeron considerablemente en entusiastas del populismo contemporáneos, como Chantal Mouffe, quienes han tratado de purgarlos de sus elementos totalitarios y adaptarlos a la democracia (a mi juicio, sin éxito). En cambio, teóricos como Nadia Urbinati reconocen el populismo como el peligro para la democracia que realmente es. En Democracia desfigurada, esta última teórica señala que los líderes populistas, una vez que se montan en la locomotora del gobierno, buscan concentrar poder en manos del ejecutivo, en detrimento de los demás poderes. El resultado puede ser el debilitamiento o destrucción del orden constitucional.

En Venezuela, Hugo Chávez se estrenó en la presidencia alardeando de sus supuestos dotes de estadista democrático, con el aumento de los tradicionales tres poderes a cinco en la Constitución que encargó a sus partidarios como un traje a la medida. Pero su verdadera intención quedó pronto expuesta, cuando su movimiento político empezó a llenar los tres poderes no electos (el judicial, el ciudadano y el electoral) con militantes de su causa.

TALITA CUMI

TALITA CUMI

En cuanto a la Asamblea Nacional, mientras estuvo bajo control chavista, abandonó sus funciones de legislar y hacer contraloría con independencia de los intereses de Miraflores. La exmagistrada Luisa Estela Morales, en un triste intento por dar sustento filosófico a esta concentración de fuerza en el ejecutivo, desestimó la separación de poderes, alegando que entorpece el buen funcionamiento del Estado. Un comentario que echó por tierra 300 años de teoría política republicana y democrática.

Nayib Bukele claramente está de acuerdo con la juez retirada. Los restos mortales de Schmitt podrán estar enterrados en algún lugar de la Renania, pero su espíritu vive y ahora ha brotado de las lavas del volcán Izalco para hacer estragos en la América Central. Así como en la película de Frank Capra Mr. Smith fue a Washington, herr Schmitt fue a San Salvador a asesorar a su presidente. No deben sorprender a nadie las coincidencias entre Bukele y el chavismo.

Lo desconcertante y deprimente es que venezolanos opuestos al régimen se proclamen encantados con las mañas del mandatario salvadoreño y fantaseen con imitarlas en nuestro país.

Por retruque, terminan dándole la razón a Luisa Estela Morales. Queda claro nuevamente que en el seno de la oposición hay personas que no quieren que el chavismo siga mandando, pero tampoco quieren la restauración de la democracia. Habrá que lidiar con eso cuando llegue el momento de una transición. No quiero ver al fantasma de Schmitt otra vez por acá.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Presidente salvadoreño pide a otros países expulsar a diplomáticos de Maduro
La representación diplomática venezolana dejó ese país la noche del lunes, luego de que el mandatario salvadoreño ordenara su expulsión la noche del sábado

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pidió este martes a los países que no reconocen a Nicolás Maduro como gobernante de Venezuela que expulsen a sus representantes diplomáticos.

«Hacemos un llamado e invitamos a los demás gobiernos democráticos, que también han desconocido al régimen de Nicolás Maduro, a que expulsen a las sedes diplomáticas de un régimen que ustedes mismos desconocen», dijo el mandatario salvadoreño durante una conferencia de prensa.

Bukele, de la derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), indicó que la expulsión del cuerpo diplomático de Venezuela acreditado en El Salvador fue un «acto de coherencia» tardío y señaló que «es una incoherencia» que el resto de países, sin precisar sus nombres, mantengan la representación de Maduro pese a no reconocerlo como presidente.

La representación diplomática venezolana dejó El Salvador la noche del lunes, luego de que Bukele ordenara su expulsión la noche del sábado.

El Gobierno venezolano aplicó este domingo el principio de reciprocidad y ordenó la expulsión de los diplomáticos de El Salvador acreditados en el país petrolero, según informó el ministro venezolano de Exteriores, Jorge Arreaza.

Por otra parte, Bukele sostuvo que no solo expulsó a los representantes de Maduro, sino que invitó a su país a los delegados del líder opositor venezolano y jefe del Parlamento, Juan Guaidó, para «poner más presión internacional sobre el régimen».

«Nosotros reconocemos al presidente encargado de Venezuela (Guaidó) para que pueda convocar a elecciones libres y democráticas. Si los venezolanos escogen a Maduro, aunque no quisiéramos, lo aceptaríamos», acotó Bukele.

Por su parte, el presidente Maduro calificó de «traidor y pelele del imperialismo» a Bukele y señaló que «da vergüenza ver cómo se derrite frente al imperialismo una persona que llegó a la Presidencia con alguna esperanza para el pueblo salvadoreño».

Bukele rompió así con el apoyo que las administraciones del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) brindaron a Maduro y a su antecesor, Hugo Chávez.

El actual presidente salvadoreño calificó a Maduro de «dictador» y decidió no invitarlo a su toma de posesión del pasado 1 de junio.

Julio Borges pide a la comunidad internacional replicar medida de El Salvador contra el régimen
El comisionado por el presidente interino Juan Guaidó aseguró que respalda la medida tomada por el gobierno de El Salvador de expulsar a los representantes del régimen de Nicolás Maduro

Julio Borges, designado como comisionado de Relaciones Exteriores por el presidente interino Juan Guaidó, pidió a los países que apoyan la presidencia interina replicar la medida de El Salvador de expulsar a los representantes del régimen de Nicolás Maduro.

«Respaldamos la medida tomada por el gobierno de El Salvador de expulsar a los representantes del régimen; pedimos que sea replicada por todos los países que reconocen a la Asamblea Nacional, y al presidente encargado Juan Guaidó», dijo en Twitter.

 

Guaidó también expresó, por la misma red social, su agradecimiento al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, por el «espaldarazo a la causa venezolana» que, consideró, «aísla más al régimen de Maduro».

«Es parte de la presión internacional que nos tiene que encontrar en las calles», aseguró Guaidó.

La noche del sábado el gobierno de El Salvador ordenó la expulsión del cuerpo diplomático de Venezuela acreditado en el país centroamericano y le dio 48 horas para que abandonen el territorio.

«El gobierno de El Salvador expulsa al cuerpo diplomático del régimen de Nicolás Maduro, siendo coherente con las reiteradas declaraciones del presidente Nayib Bukele, en las que no se reconoce la legitimidad del gobierno de Maduro», dijo en un comunicado el gobierno salvadoreño.

En el mismo documento, el gobierno de Bukele expresó que «reconoce la legitimidad del presidente encargado, Juan Guaidó, mientras se realicen elecciones libres en concordancia con la Constitución venezolana».

EFE

Guaidó: El Salvador dio un espaldarazo a la causa venezolana
El mandatario interino agradeció al presidente Nayib Bujele por su apoyo a la presidencia encargada y a la «lucha de toda Venezuela»

El presidente encargado Juan Guaidó calificó como un «espaldarazo a la causa venezolana» la decisión del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de expulsar al cuerpo diplomático del régimen de Nicolás Maduro de ese país.

A través de su cuenta de Twitter, Guaidó compartió el comunicado publicado por Bukele donde informaba sobre la expulsión de los funcionarios de la embajada de Venezuela en El Salvador.

«El Salvador ha dado un espaldarazo a la causa venezolana y aísla más al régimen de Maduro. Es parte de la presión internacional que nos tiene que encontrar en las calles», escribió Guaidó.

 

Maduro calificó este domingo de “traidor y pelele del imperialismo” a Bukele, tras ordenar la expulsión de los diplomáticos venezolanos acreditados en su país.

Bukele reaccionó pidiéndole respeto a Maduro: “Más respeto, señor Nicolás Maduro. Habla de un presidente electo democráticamente, a diferencia suya”.

Más tarde, el presidente salvadoreño hizo una importante aclaratoria en su cuenta de Twitter: “Se me olvidó mencionar que nuestro gobierno no había nombrado ni un solo funcionario en nuestra embajada en Venezuela”.

Nayib Bukele pide respeto a Maduro por llamarlo traidor y pelele
El presidente de Venezuela había arremetido contra su homólogo salvadoreño después de que este ordenó expulsar a los diplomáticos venezolanos acreditados en su país.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pidió a Nicolás Maduro que lo respete después de que lo llamó «traidor y pelele del imperialismo», tras la decisión del mandatario centroamericano de expulsar al cuerpo diplomático de la nación suramericana.

«Más respeto, señor Nicolás Maduro. Habla de un presidente electo democráticamente, a diferencia suya», expresó Bukele en su cuenta de Twitter.

El mandatario agregó que «en El Salvador, sin estar sobre mares de petróleo, un rollo de papel higiénico no nos cuesta el salario de un mes».

Maduro calificó este domingo de «traidor y pelele del imperialismo» a Bukele, quien el sábado ordenó expulsar a los diplomáticos venezolanos acreditados en su país.

«Da vergüenza ver cómo se derrite frente al imperialismo una persona que llegó a la Presidencia con alguna esperanza para el pueblo salvadoreño», dijo Maduro en la clausura del «Encuentro Antimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo» que se celebra en La Habana.

Maduro aseguró que «ningún mequetrefe va a separar a los pueblos de El Salvador y Venezuela» y advirtió: «El que se mete con nosotros se seca, y se secará Bukele».

El gobierno de Maduro aplicó este domingo el principio de reciprocidad y ordenó la expulsión de los diplomáticos de El Salvador acreditados en Caracas, según informó el ministro de Exteriores, Jorge Arreaza.

Según un comunicado publicado por el gobernante salvadoreño en sus redes sociales, la expulsión del cuerpo diplomático venezolano acreditado en El Salvador responde al desconocimiento de «la legitimidad del gobierno (del presidente de Venezuela, Nicolás) Maduro», y al reconocimiento como presidente encargado del país del jefe del Parlamento, Juan Guaidó.

En reiteradas ocasiones, Bukele se ha pronunciado en contra «del régimen de Maduro», hasta el punto de que decidió no invitarle a su toma de posesión, el pasado 1 de junio.

Con información de EFE