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La Casona

Carolina Jaimes Branger Ago 10, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Doña Blanca

Blanca Rodríguez de Pérez, ex primera dama de Venezuela (1926 – 2020). Foto El Nacional

@cjaimesb

Ha muerto Doña Blanca. La mujer que resistió con valor y dignidad el ataque de las fuerzas golpistas en 1992 en La Casona, acompañada solamente por una tía anciana, su hija Carolina, que es ciega, y dos de sus nietos pequeños. Mi amigo Pedro Berroterán escribió en su muro de Facebook que “fue valiente cuando debió serlo…

“¡Si a usted le faltan pantalones, a mí no!”, se le oyó gritar durante el asedio a La Casona en 1992. Rendirse no estaba en sus genes”.

Claro que no estaba en sus genes: era tachirense. Cuando Mario Iván Carratú, jefe de la Casa Militar, le pidió que abandonara La Casona, se negó rotundamente. Y desde la madrugada participó en el auxilio de los heridos, sin importar a qué bando pertenecían.

Esa misma mujer visitó a sus vecinos para constatar los daños a sus propiedades. Y se ocupó personalmente de que les fueran canceladas las reparaciones.

Cuando fue primera dama en la primera presidencia de su marido, Carlos Andrés Pérez, sería víctima de burlas. Como toda burla, estas fueron exageradas, necias y, sobre todo, sin sentido. Decían que era “campurusa” (como si ser “campuruso” fuera malo… cuando ella nació más de la tercera parte del país lo era); y, encima, era mentira: su familia era una de las más notables de Rubio, estado Táchira.

Sin embargo, ella las sobrellevó con humor, paciencia y dignidad. Y esa misma dignidad con la que llevó su vida, acabó con aquellas burlas.

Asumió su trabajo frente a los Hogares de Cuidado Diario y frente a la Fundación del Niño, como sus antecesoras –y luego sus predecesoras- lo hicieron. Porque si algo bueno tuvimos en Venezuela, fueron primeras damas… hasta 1998.

Doña Blanca pasó por la humillación en mayo de 2013 de que Nicolás Maduro se negara a firmarles el pasaporte a ella y a su hija Carolina, quien estaba ciega a consecuencia de un cáncer y debía viajar a Estados Unidos para seguir un tratamiento. Pero eso no la amilanó. Como buena gocha resistió ésa y otras injusticias.

Después de su paso en la primera oportunidad como primera dama, fundó el Banco de Sillas de Ruedas, Bandesir, que ha ayudado a tantísimos venezolanos necesitados de un apoyo para movilizarse y, así, tener una segunda oportunidad.

Su vida personal la mantuvo contra viento y marea fuera del dominio público. Pasó por la pena de ver morir a su hija Thaís. Se armó de valor para acompañar a su hija Carolina en su lucha contra el cáncer y contra su ceguera. Sufrió estoicamente la cárcel de su marido, el exilio, allanamientos…

Ha muerto una venezolana valiente. Ha muerto una venezolana buena. Y, sobre todo, ha muerto una venezolana digna. Gracias por todo, doña Blanca. La recordaremos con admiración y con cariño.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

A la historia de La Casona le faltan los presidentes

 

La Casona, la residencia  de los presidentes de Venezuela, ha vuelto a abrir al público luego de dos décadas privatizadas por una familia. Ahora tiene horarios de visitas y guías, cual museo. Y es ese el espíritu del recinto que le imprime el ministro Ernesto Villegas: una casa museo que honra a Aquiles Nazoa, nadie sabe bien por qué. Tanto, que el recorrido obvia lo más importante del lugar: haber albergado en sus muros el poder presidencial, la historia contemporánea de la democracia y, también, los miedos de aquel asalto golpista de 1992

 

Por Gabriela Rojas y Victor Amaya

No hacía falta tres recorridos para aprenderse el resumen histórico que acompaña las visitas guiadas en La Casona presidencial, ahora rebautizada como Casona Cultural Aquiles Nazoa. Sin embargo, tres veces pudimos caminar de nuevo por esos recién aireados pasillos, luego de cruzar los jardines que «las infantas» habían convertido en patio de juegos y jolgorios, según relatos de los vecinos del lugar que aún recuerdan la música a todo dar.

La primera vez fue a pocos días de su reapertura al público el 13 de diciembre de 2019, una inauguración que fue presentada como un logro de la «revolución» ante la misma gestión que cerró sus puertas y la sumió en un largo hermetismo de casi 20 años. No olvidemos que en tiempos de «la cuarta», la residencia oficial de la Presidencia de la República permitía visitas guiadas en días específicos de la semana para que grupos organizados pudieran conocer el recinto.

La segunda visita de TalCual fue en pleno asueto navideño para ver si los jóvenes guías habían tomado confianza y aprendían mejor el brevísimo guión que acompaña cada estación. Y la tercera vez, durante los primeros días de enero, para ver si con el nuevo año había una identidad más clara de este espacio.

Pero en las tres oportunidades, la historia se repitió. Un recuento oficial lleno de baches, imprecisiones, caletres juveniles, pero en especial de omisiones. La más obvia es que en los relatos que son narrados a los visitantes se borraron los nombres de los presidentes que habitaron esta casa, básicamente la historia clave y diferenciadora de la residencia oficial de los Jefes de Estado venezolanos desde su decreto oficial en 1964 y que tuvo como primeros inquilinos a la familia Leoni desde la noche del 19 de marzo de 1966.

En cualquier parte del mundo, una visita a un edificio similar pasa por entender que allí se asienta la historia política y del poder de esa nación. Lugar donde ocurren recepciones, encuentros internacionales, registro de momentos históricos, acuerdos fundamentales. Pero en Caracas nada de eso es reflejado en el recorrido. Después de todo, la visión que está imprimiendo la gestión del Ministerio de Cultura encabezado por Ernesto Villegas es una meramente museística, si acaso.

Cualquier visitante con más de 30 años o algo de cultura general es capaz de corregir los errores y completar las confusiones en las fechas, nombres y detalles históricos que tratan de hilar los guías desde que dan la bienvenida.

Lee más sobre esta nota en TalCual 

Ley de Amnistía a militares y policías: Unos la quemaron, otros la rompieron y pocos prometieron leerla

DIAMETRALMENTE OPUESTAS FUERON LAS RECEPCIONES de la Ley de Amnistía y Garantías Constitucionales en los puestos militares y policíales de La Carlota, en Caracas.

Mientras que en el módulo de la Policía Nacional Bolivariana fue recibido el documento entregado por los vecinos de La Carlota, Campo Claro y Santa Cecilia, en el Cuartel General de Brigada Arturo Sánchez ubicado en La Casona presidencial rompieron y tiraron las copias de la Ley de Amnistía.

Ignorando el llamado de los vecinos, los portones del cuartel militar de La Casona nunca se abrieron por lo que los vecinos debieron meter, cual carteros sin buzón, el documento por la ranura inferior de la entrada. Los uniformados respondieron rompiendo la ley y tirando los pedazos de papel a la calle. Una de las vecinas optó por leerla en voz alta el contenido de la legislación que garantizaría los derechos de los militares que se apeguen a la Constitución y desconozcan a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.

En cambio, en la sede de la PNB de La Carlota, los vecinos de la parroquia si pudieron entregar la Ley de Amnistía. El comisionado agregado Charlie Marín recibió el documento sosteniendo su posición institucional. Declarándose apolítico,  dijo que leería el documento para poder opinar con propiedad.

En El Paraiso y Petare la quemaron

En la sede de la zona 43 de la GNB, ubicada en el Paraíso, quemaron el documento que contiene la Ley Amnistía, mientras que un comando de Petare hicieron lo propio.

En la Comandancia General de la Armada Bolivariana en San Bernandino, vecinos y diputados hicieron entrega de la Ley. «Con miradas nos dijeron que querían estar al lado del pueblo», aseguró el diputado Ismael León.

En Nueva Esparta, Lara, Guárico, Anzoátegui y Trujillo entregaron la Ley Amnistía luego de efectuar asambleas populares y cabildos abiertos.

 

 

 

Con información de Lisseth Boon 

Ene 30, 2017 | Actualizado hace 5 años
Intentaron robar La Casona presidencial en La Carlota

DOS RÁFAGAS DESPERTARON A LOS VECINOS DE LA CARLOTA, Caracas, en la madrugada del lunes 30 de enero de 2017. Aproximadamente a la 1:40 am, se escucharon fuertes detonaciones en los alrededores de La Casona presidencial, declarada zona de seguridad militar. La razón: un intento de robo por parte de tres sujetos que lograron entrar a la residencia patrimonial custodiada por uniformados y se dieron a la fuga.

La primera versión sobre un posible ataque a La Casona fue descartada porque la residencia no es habitada por figuras del alto gobierno, según los testimonios recogidos en un recorrido de Runrun.es por la zona. El intento de robo fue confirmado por agentes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) que cuenta con un módulo de vigilancia en la avenida principal de La Carlota y prestaron apoyo en la madrugada del lunes a los soldados apostados en las garitas de la residencia.

Se presume que los ladrones intentaban sustraer armamento militar. Se escaparon corriendo y tanto policías como militares no alcanzaron a atraparlos, según testigos.

Por ser zona de seguridad militar, en La Carlota no suelen registrarse tiroteos a diferencia de otras zonas residenciales de Caracas. Desde la asonada del 4 de febrero de 1992 no se escuchaban este tipo de detonaciones en la urbanización donde se encuentra la casa presidencial.

Ni la presidencia de la República ni el Ejército se han pronunciado sobre este evento.