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Samuel González-Seijas May 08, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Ojos, pestañas, cejas

@lectordepaso 

Hoy, tal vez más que en otras ocasiones, más que en otras fechas que siempre pasan como quemando los calendarios; hoy cuando es el propio calendario el que se atasca y la dinámica diaria se evapora, hoy es cuando la mirada de la gente se ha vuelto el único lugar de reconocimiento humano.

La obligación de portar mascarilla protectora en estos días de cuarentena tiene su lado enriquecedor. Como nunca antes, me atrevo a decir, los ojos de los que topamos en la calle, o de aquellos que conocemos, se aceptan tan expresivos, tan habladores, tan penetrantes. Esa mascarilla inusual, de un azul de piscina, que nos envuelve medio rostro como si fuéramos un objeto estéril, por otra parte, y es mi asombro, nos pone frente a honduras mayores, que en la rutina no hubiésemos siquiera entrevisto.

En efecto, aun si la persona lleva lentes correctivos (si son de sol, pues ni modo) ese sobrante que sale de la tela protectora emite señales. Los párpados, el tabique nasal, el nacimiento de las cejas se convierten en un lugar y una memoria. He visto miradas que no son de este tiempo, miradas que escrutan, que asienten, que invitan, que corrigen, que se hacen casi de entrada cómplices. Todas esas miradas saben que compartimos un mismo padecimiento.

Los ojos parecen tener ahora la primera y la última palabra. Son ellos los que nos dicen lo que nunca quisimos escuchar. En ellos quizá estén los hilos necesarios para salir del laberinto. En una acera o en un pasillo veloz de algún supermercado, los ojos abren el paso, guían la suerte de transitar y de salir. Y lo logran con ese sabio tino del momento justo, en el que dos desconocidos se miran como si ataran cabos. «Yo te conozco, aunque jamás te había visto», «Qué extraño, me parece recordar ese brillo», «uff me encantó esa mujer/ me fascinó ese hombre»… Y así.

Margarita y Delia son dos mujeres que trabajan en la barra de una panadería que visito con frecuencia. Juro que nunca las había visto como ahora, detrás de aquella tela. Sus ojos profundos me imantan hacía un no sé dónde que me encanta. Margarita mira con oscuridades antiguas, como una cautiva de días medievales, que podría contar (¿tal vez cantar?) mil noches sin hablar. Delia, por su parte, ríe con los párpados y ordena las entregas del pan y de las compras a velocidades impensables hasta que detiene los ojos en ti y te derramas en agradecimiento y amistad que no tenías. Somos cómplices gratuitos, sin duda.

De modo que esta separación brusca e impensada tiene sus fisuras. Algo también inesperado sabe colarse por ellas. No todo es aislamiento, ni llanto, ni legítima queja. Por esos resquicios la vida sanguínea, imbatible, deseosa de seguir, saca la cabeza y, con picardía de saberlo todo hasta el cansancio, nos hace un guiño.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Impiden entrada a Venezuela al periodista experto en negociaciones John Carlin

EL PERIODISTA EXPERTO EN NEGOCIACIONES John Carlin no pudo ingresar a Venezuela este 7 de octubre pues fue declarado inadmitido en el país, por lo que se suspendieron los distintos eventos en los que iba a participar.

La información fue divulgada por el comité que organizó la visita de Carlin al país.

“Lamentablemente queremos informar que nuestro invitado John Carlin no pudo ingresar a Venezuela, fue declarado inadmitido y en consecuencia informamos a todos nuestros invitados a los distintos eventos, que los mismos se encuentran suspendidos”, se lee en un breve comunicado difundido por el comité.

La visita de Carlin a Venezuela tenía como objetivo producir en la sociedad civil y política venezolana una visión distinta sobre la base de las lecciones aprendidas en ambientes de conflicto. Al tiempo de entender lo que sucedió en otros países en contexto similares y emprender el camino de la despolarización social y política para el avance del país.

John Carlin (Reino Unido, 1956) es periodista, especializado en Política y Deportes, y escritor. Fue corresponsal en Sudáfrica para ‘The Independent‘ de 1989 a 1995. Actualmente vive en Londres y trabaja para el diario ‘El País‘. Es autor de ‘El factor humano’ (Seix Barral), libro en el que se basó la película ‘Invictus‘, de Clint Eastwood, sobre la final del Mundial de Rugby de 1995, que ganó Sudáfrica después de muchos años de boicot deportivo por el Apartheid.

 

Alberto Barrera Tyszka: “Maduro es un personaje para la tragedia”

Foto EFE

@AlejandroRHer

LA VOZ DE ALBERTO BARRERA TYSZKA es imprescindible para entender la Venezuela contemporánea. En sus obras de ficción, en sus artículos de opinión y otros textos periodísticos se puede rastrear la ruta de un país que se sucumbió al embrujo de Hugo Chávez y que hoy luce atrapado en un laberinto.

Su obra literaria le ha valido el reconocimiento de la crítica. Con la novela La Enfermedad obtuvo en 2006 el premio Herralde, mientras que en 2015 recibió el premio Tusquets Editores con la novela Patria o muerte, un relato cuyo telón de fondo es la Venezuela de un Chávez agonizante y unos personajes desconcertados por la escasa información sobre la salud del mandatario.

“Me interesa más saber por qué los venezolanos caímos en el hechizo de este tipo, qué hay en nuestra sociedad y qué hay en ese Chávez que funcionó. Por qué se dio esa relación de carisma tan impresionante”, reflexiona Barrera Tyszka. En 2004 había escrito junto a su esposa, la periodista Cristina Marcano, la obra Hugo Chávez sin uniforme, una aproximación biográfica al personaje que regía los destinos de los venezolanos y avanzaba hacia la construcción de lo que a la postre denominó el “Socialismo del Siglo XXI”.

Sus artículos de opinión, publicados cada domingo durante años en El Nacional, y desde hace unos meses en Prodavinci.com, diseccionan la narrativa que construyó el chavismo, su deriva autoritaria y la actitud cada vez más de negación de la realidad. “El Gobierno decidió no ver la realidad, es una decisión política que tomaron, asumieron la negación claramente y poniendo la cara”, sostiene.

En una conversación de casi una hora y luego de tres tazas de café, Barrera Tyszka apunta que es “impresionante ver todo lo que ha entrado en la idea de normalidad de los venezolanos”. Aunque no tiene claro cómo será el final de la autoproclamada “revolución bolivariana”, anticipa que cuando Nicolás Maduro “no funcione más, su propio partido lo va a sacrificar para que continúe el proyecto con otra gente”.

-Hace poco usted escribió que el proyecto fundamental del Gobierno es el engaño, ¿Eso es sostenible?

-Uno de los grandes problemas que hay en el país hoy tiene que ver con el tema de la verdad, con saber qué es y qué no es verdad, que también tiene que ver con el tema de la información y las noticias. El oficialismo estratégicamente ha convertido al Estado en una máquina de producción de mensajes, pero el ciudadano común está indefenso ante eso. En este país todo tiene dos, tres y hasta cuatro versiones. En Venezuela la posibilidad de discernir y tener una verdad común para todos se perdió, fue devorada por la polarización.

-En un contexto así es muy fácil mentir día tras día…   

-Yo sí creo que una de las cosas que ha dejado clara el Gobierno es que se puede mentir y que desde la política se puede decir lo que sea, cualquier cosa, porque no importa. Esto produce una sociedad como la que tenemos hoy en Venezuela, que no tiene ningún sentido de la verdad, pero tampoco ningún sentido común porque todo tiene muchas versiones. Aquí no hay certeza sobre qué es falso y qué es verdad, por lo tanto nunca se sabe muy bien qué es real y qué no lo es.

-¿Esa ceguera llevará al país a un barranco?

-Sí, el Gobierno decidió no ver la realidad, es una decisión política que tomaron. Asumieron la negación claramente y poniendo la cara. El Gobierno pretende hacer creer que no es culpable de nada y es experto en trasladar las responsabilidades a los supuestos enemigos externos e internos, e incluso al propio ciudadano. El socialismo del siglo XXl es un modelo que sólo existe si tienes un barril de petróleo a $100, porque es un modelo político que depende de la riqueza, sólo es aplicable si eres rico, cosa que es terrible para un país

-¿Cómo se puede contrarrestar ese relato oficial?

-Chávez descubrió y entendió muy rápidamente la importancia de la comunicación y tenía como hacerlo porque fue alguien cuyo nacimiento político provino de un golpe militar que fue un fracaso, pero un azar de la comunicación, de 15 ó 17 segundos, lo convierte en un héroe. Por eso Chávez construyó una nueva hegemonía comunicacional y fíjate donde terminamos, es decir, el poder que tiene hoy el Estado en el control de los mensajes es asombroso, el Gobierno puede decidir qué es y qué no es noticia a través del control que tiene de los medios por los que se informa la gente. Por ahí el Gobierno tiene un control de lo que es verdad en Venezuela y eso es muy importante. Finalmente el Gobierno hizo y repitió lo que muchas veces en la cuarta república el poder hizo con la izquierda, la invisibilizó, la deslegitimó. El chavismo ha despojado a la oposición de cualquier legitimidad, por lo tanto no le permite nada, ni siquiera aparecer como noticia, sino siempre como una mentira.

-¿Entiende la oposición venezolana esa realidad?

-Es muy difícil ser oposición en Venezuela porque es enfrentarse al Estado y hasta la Fuerza Armada está en tu contra. Sé que la oposición ha tenido varias debilidades y que siempre hay agendas personales tratando de saltar y de sabotear la unidad, pero yo valoro más el esfuerzo titánico que han hecho para enfrentarse a esto. Lo que me preocupa es que la oposición pueda construir un proyecto de país que sea independiente del chavismo y que tenga códigos culturales nacionales y populares propios.

-La sociedad también parece haber perdido la capacidad de asombro…

-Eso tiene que ver con el sinsentido de todos estos años y la pérdida del sentido común. Es impresionante ver todo lo que ha entrado en la idea de normalidad de los venezolanos, ya nos parece normal que aparezca un tipo en televisión en un programa con el Presidente de la República hablando de matar a otro, nos parece normal que tres de los funcionarios más altos del régimen tengan cada uno un programa en la televisión del Estado, pareciera que todo entra de lo normal. Esto nos puede ayudar a entender cuál es la idea que los venezolanos tenemos de lo que somos nosotros mismos. Siempre hemos tenido la idea de que nosotros los venezolanos somos unos tipos guerreros, rebeldes, corajudos e incluso creemos que salimos a exportar la independencia y resulta que es realmente asombroso ver cómo nos hemos sometido a la dinámica de las colas, es decir, esos exportadores de independencia ahorita hacen cuatro horas de colas para que les den una bolsita con comida. Entonces, ¿Quiénes somos en realidad? Y eso tiene un poco que ver también con lo que asumimos con naturalidad y con normalidad.

-¿La sociedad, la gente, habrá aprendido algo de todo estos?

-Es muy difícil de precisar eso o saber hasta qué punto el venezolano ha aprendido o no. La gente piensa en términos de necesidad y economía, yo no creo que los venezolanos hayamos dado un salto cultural y ahora pensemos que el modelo chavista no sirve. Creo que más bien piensan que Maduro no es bueno, la gente quiere que se le resuelvan sus problemas concretos y que le cumplan algunas promesas. Yo creo que todavía seguimos en la dinámica populista. Chávez volvió a resucitar esos grandes sueños de que somos un país rico, que no hace falta trabajar porque la riqueza está ahí y solo hay que saberla repartir.

-En buena medida el relato oficial lo construyó Hugo Chávez a imagen de sí mismo…

-Chávez fue un liderazgo personalista que sólo deseaba ser querido y convertirse en el eje central de la sociedad. Chávez era el yo te doy, es una narrativa también basada en ese yo, en yo que establece una relación de afecto porque te estoy dando a ti. Acuérdate de cómo hablaba Chávez, Maduro trata de imitarlo pero todo le sale mal. La gente sentía que era Chávez el que se metía la mano en su propio bolsillo y le daba, eso reforzaba la idea de que por fin hay un pobre en el Gobierno y no hay que trabajar, sino que la riqueza está ahí y dependemos de un hombre bueno que nos la dé.

-Pero esa figura ya no está…

-A mí me interesa más saber por qué los venezolanos caímos en el hechizo de este tipo, qué hay en nuestra sociedad y qué hay en ese Chávez que funcionó. Por qué se dio esa relación de carisma tan impresionante. Chávez fue un populista, un militar, un tipo autoritario y sigo pensando que él sólo creía en los militares y despreciaba profundamente el mundo civil. Creo que Chávez reinventó el caudillismo latinoamericano con todos los elementos de la modernidad, y ahí incluyó a los medios, la cursilería. Chávez era un militar y a la vez un cursi. Es una imagen que a mí me sorprende mucho porque tiene el elemento de la autoridad militar sumado al showman y eso es un cóctel explosivo.

Hay una imagen que yo recuerdo y me parece sensacional, es un acto público, Chávez vestido de militar, cantaba una ranchera que llama “La gata bajo la lluvia”. Ese mismo hombre al que llamaban dictador, estaba con micrófono en mano cantando ´seré la gata bajo la lluvia y maullaré por ti´. Esa combinación explosiva y mediática produjo que Chávez fuera el personaje que fue. Tuvo riqueza, tuvo talento comunicacional, tuvo carisma y no tuvo ningún escrúpulo, y eso también es una combinación muy fuerte.

-Hoy se acabó la bonanza y a esa figura carismática la ha sucedido Nicolás Maduro…

-Maduro es un personaje para la tragedia. Él está ahí para recoger el fracaso de Chávez y administrarlo sin dejar a Chávez como culpable. Él es un presidente que aunque cambie el huso horario que Chávez modificó es incapaz de decir que el comandante hizo algo mal, él no vive en La Casona porque ahí vive una hija de Chávez. Maduro es un tipo que está ahí para proteger el nombre de Chávez para la posteridad, él es el gran guardián de Chávez para la posteridad, y si tiene que sacrificarse por eso, quizás lo haga. Es difícil saber el destino de Maduro, aunque todo parece indicar que en el momento en que ya no funcione más su propio partido lo va a sacrificar para que continúe el proyecto con otra gente.

-¿Por eso Chávez lo eligió como sucesor?

-A mi la pregunta de por qué Chávez eligió a Maduro me parece interesante, yo tengo la idea de que Chávez ya como enfermo terminal creía que podía sobrevivir a la operación, pero quedar quizás mal y eso probablemente pesó en su elección. Probablemente pensó de todos estos quién es el más leal si yo sobrevivo pero quedo choreto y dijo: es Maduro.  Maduro para Chávez representó la lealtad a su posteridad y eso pesó en su decisión, más que la cosa política.

-Usted ha dicho que Maduro renunció a la política para refugiarse en la fuerza, ¿Qué le resta a los ciudadanos en ese escenario?

-El venezolano primero está tratando de ver cómo sobrevive a la inflación, a la inseguridad y a la calle, antes de ocuparse de toda esta discusión que es más de la clase política. Por esto el venezolano está mucho más acorralado y claro que hay un problema de indefensión pero que empieza ahí en el sometimiento a la crisis económica, porque eso es una humillación. En el 2014 se desarrolló una política represiva por parte del Gobierno que ha definido los tiempos que vivimos hoy. Ahí el Estado se convirtió en un ente que genera miedo y que ha llevado a la ciudadanía a una situación de sometimiento voluntario frente a ciertas cosas.

-¿Por eso los militares ganan terreno en el Gobierno y en la vida nacional?

-Maduro está intentando darle una imagen de fuerza a su Gobierno porque no la tiene. Está poniendo a su lado a un uniformado que tiene armas, está en la calle y controla las colas. La está diciendo a la gente: no soy tan frágil.

-¿Cómo imagina el final de esta historia que es la Revolución Bolivariana?

-Primero me gustaría ver el final, que todavía no lo tengo claro, entonces no lo puedo imaginar, me gustaría que fuera sin violencia, pero a veces me cuesta, porque hemos vivido tantos años al filo de la violencia política, como al borde de un estallido que nunca llega, gracias a Dios, porque este es un país y una sociedad muy armada y donde se ha legitimado mucho la violencia a través del discurso político. Entonces tenemos todos los ingredientes, hay mucha yesca seca como para que prenda algo, pero yo creo que en los venezolanos de lado y lado hay gran temor a eso, a que se desate una violencia que no se pueda controlar. Por todo esto es que no tengo claro el final.    

El Nacional Ene 10, 2016 | Actualizado hace 8 años
Falleció el escultor Cornelis Zitman

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El escritor y escultor de origen holandés, Cornelis Zitman, falleció este domingo en Caracas a los 89 años.

Zitman llegó a Venezuela en su juventud y fue en el país que comenzó a dedicarse a la escultura.

En 1951 recibió el Premio Nacional de Escultura de Salón, en 1967 se galardonó con el Premio de Escultura «Julio Morales Lara», XXV Salón Arturo Michelena, en 1976 obtuvo el Premio «Henrique Otero Vizcarrondo», Salón de Artes Plásticas y en 1981 el Premio de Adquisición del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

El escultor tuvo varios exposiciones en la Galería de Arte Contemporáneo, Museo de Arte Contemporáneo, Sala del Trasnocho Cultural.

Muchas gracias, también por Vicente Díaz

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Hay seres que nacen para dejar huella, para transformar lo que tocan. Teodoro es de esos. Ha hecho de todo, y en todo ha cambiado todo.

En plena Guerra Fría, cuando la pesadilla nuclear gravitaba sobre el futuro del planeta, y los bloques más poderosos militares amenazaban con destruirse, y destruirnos, Teodoro desde las propias filas del comunismo denunció al totalitarismo soviético cuyos tanques acabaron con los siete meses de liberación y esperanza de la Primavera de Praga.

Rompe con el Partido Comunista y funda el MAS, junto al legendario Pompeyo Márquez, ese otro guerrero épico de la historia contemporánea, cautivando de inmediato la imaginación de buena parte de la juventud política y de la intelectualidad venezolana, quienes veían por fin amalgamarse la posibilidad del cambio social con los valores más caros de Occidente: libertad, democracia y progreso.

Como guerrillero volvió locos a los órganos de seguridad que nunca alcanzaron a mantenerlo en prisión por mucho tiempo al protagonizar las fugas más audaces que se conozcan: la del Hospital Militar, cuando bebió sangre para vomitarla y engañar a sus captores fingiéndose moribundo y así poder descolgarse varios pisos por sábanas amarradas. O la de cuartel San Carlos, a través de un largo túnel excavado para que pudiera escaparse junto con Pompeyo y Guillermo García Ponce.

Como economista, se graduó con honores y terminó ocupando la más alta responsabilidad en la conducción económica de la nación, dejando como ministro una huella imborrable al convertirse de hecho en la cabeza visible y más lúcida del gobierno de Caldera.

Su estilo áspero y frontal le ha valido no pocos enemigos por enfrentar decididamente y sin cuartel al proyecto político de Chávez pero también al golpe de Estado de abril de 2002, y locuras de algunas corrientes opositoras como convocar una huelga en pleno proceso de negociación, cantar fraude sin pruebas en 2004, o boicotear  la elección de 2005.

En su faceta de escritor, varios de sus libros han marcado un antes y un después en la reflexión política nacional, integran acervo cultural del pensamiento político latinoamericano, y se convirtieron en parte  de la chispa que encendió el debate irreverente en la izquierda europea en contra de las atrocidades del socialismo marxista entronizado en el régimen totalitario soviético. Sus titulares  y editoriales en El Mundo, primero, y en TalCual después con aquel memorable “Hola Hugo”, han reinventado el periodismo de opinión, convirtiéndose en referencia orientadora de la oposición democrática.

Teodoro se ha codeado y ha sido amigo de lo más destacado del mundo político, cultural e intelectual del hemisferio. Le acaban de otorgar otro premio, de los más destacados en el mundo periodístico.

Es un orgullo para Venezuela. Hoy está demandado, perseguido, impedido de salir del país, bajo un malévolo régimen de presentación. A sus 83 años de edad, en lugar de hacerle una estatua han intentado arruinarlo y acabarlo. Pero no se deja. Allí está.

Durante mi estadía en el CNE nunca perdí oportunidad para consultarlo. Muchas gracias.

Hoy lo que le han hecho a Teodoro, lo repiten contra los medios que no se han dejado comprar. A El Nacional tratan de quebrarle las rodillas escamoteándole el papel y demandándolo junto con La Patilla.

Tengo profundas diferencias con las líneas editoriales y estilo de periodismo de La Patilla y El Nacional. Pero es su estilo, su derecho. Ojalá hubiesen cada vez más estilos y líneas editoriales diversas que enriquecieran la forma de ver las cosas y estimularan el pensamiento crítico. Todo lo contrario.  Por eso hay que agradecer a los accionistas, directivos, periodistas y trabajadores de esos medios indispensables su tesón y  compromiso para impedir que en Venezuela la única verdad sea la verdad oficial. Muchas Gracias, también.

 

@VicenteDz

El Nacional

Condenado escritor chino de 81 años por criticar al jefe de propaganda del Partido Comunista

Condenado

 

El escritor chino de 81 años, Tie Liu, veterano crítico del régimen, fue condenado este miércoles a dos años y medio de cárcel y a una multa, según su abogado, mientras Pekín endurece su represión contra los disidentes.

Un tribunal de Chengdu, en la provincia de Sichuan, en el sureste, condenó al intelectual a dos años y medio de prisión por «gestión de una empresa ilegal», indicó a la AFP su abogado y amigo, Liu Xiaoyuan.

Los jueces suspendieron, sin embargo, la sentencia durante cuatro años, lo que le permitirá evitar la cárcel si no infringe la ley en ese periodo.

Tie Liu, cuyo verdadero nombre es Huang Jing, también deberá pagar una multa de 30.000 yuanes (unos 4.790 dólares).

La policía detuvo al escritor en su domicilio de Pekín en septiembre y lo encarceló por «provocar querellas y suscitar problemas», una acusación que las autoridades chinas emplean, últimamente, con frecuencia para acallar a los intelectuales e internautas críticos con el Partido Comunista.

El escritor pasó 20 años en los campos de reeducación por oponerse a Mao Zedong, el fundador del régimen, publicando unas memorias prohibidas por la censura. El régimen lo rehabilitó, sin embargo, en los años 1980.

Para su esposa, la última detención de Tie Liu se debe a un ensayo reciente en el que criticaba al jefe de la propaganda del régimen, Liu Yunshan.

Viceversa entrevista a Sergio Ramírez: “El caudillo es un engendro de la sociedad rural”

 

SERGIO RAMIREZ

Via www.viceversa-mag.com

NUEVA YORK: Sergio Ramírez es protagonista y testigo histórico del devenir del siglo XX en Latinoamérica. Político y escritor, hoy día encuentra en la contemplación su mayor fortaleza. Podríamos decir que en su voz y a sus ojos, ya nada lo sorprende fácilmente: ha vivido. Con esa misma sabiduría, recorre el estado del continente en sus distintos ámbitos. Habla quien fuera vicepresidente de Nicaragua durante cuatro años y también el autor de una obra narrativa que incluye “Margarita, está linda la mar” ganadora del Premio Internacional de Novela Alfaguara en 1998. Su pasión definitiva son las letras. Diariamente atiende la devoción por la palabra con esa calma que lo caracteriza. Ganador del segundo Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, encuentra en la misma realidad latinoamericana todos los elementos que hacen maravillosa a la literatura. Reflexivo, analizando sin pasiones (y en la distancia) los hechos, tuvimos ocasión de conversar con él durante su visita al Instituto Cervantes de Nueva York.

 ¿Cuándo empezó a sentir la necesidad de narrar historias?

Cada vez me convenzo más de que esto es un don, que se convierte en necesidad o se expresa a través de la necesidad. Uno se siente compelido a escribir lo que va formando en la cabeza como historia que contar.  Eso implica la necesidad de explicarle a alguien lo que yo he concebido. Me parece que esta mecánica tan simple proviene de la narración, narrar con la convicción de que lo escrito nadie más lo ha dicho y que a otros puede interesar. Es un acto esencial de comunicación. Creo que en literatura existe una escritura que no necesita de este receptor: la poesía mística. El receptor es una divinidad de Dios, no otro ser humano. Y a lo mejor solo por accidente conocemos la poesía de San Juan de La Cruz o de Santa Teresa de Jesús que no estaba destinada a nosotros, sino a comunicarse con las alturas. Pero la literatura terrenalmente pura, va destinada siempre a otros.

Trae a colación la idea de que: “solo se debe escribir cuando se siente esa íntima necesidad”

Eso lo decía Singer, el acto de la escritura es una imprescindible necesidad de comunicarles a otros lo que uno siente. Desde que leí esa frase no he hecho más que identificar lo que yo mismo siento, igual que lo hizo Borges.

¿Hubo alguna lectura fundamental en su infancia que usted quisiera igualar al punto de leer y decir: “yo quiero ser esto, yo escribiré…”?

Pues yo no comencé a escribir o a leer buscando una necesidad de estilo, sino buscando las historias. En mi infancia fui, más que nada, lector de cómics. Generalmente cuando a un escritor le preguntan sus lecturas de infancia comienza con Salgari, la verdad es que yo no leía Salgari,  escuché a Salgari en una radionovela llamada “Tamakún, el vengador errante”. Me formé entre los cómics y las radionovelas. Para mí los héroes, eran los héroes de los cómics. Después entré en la lectura. Empecé a leer a Dumas, leyendo “Los tres mosqueteros”.

¿Y algún otro tipo de influencia de formación artística como el cine?

El cine es otro elemento muy importante para mí, igual a las radionovelas y los cómics. Yo estuve muy vinculado al cine desde niño. A los 12 años, mi tío que era dueño de un cine, me nombró “operador oficial” y esto me permitió seguir el cine como una aventura continua y como una escuela de formación de técnicas de narrar. No es que yo a esa edad estuviera conscientemente aprendiendo técnicas de narrar, pero después lo que tenía en la cabeza me sirvió para estructurar la narración.

¿De qué estaba encargado en el cuarto de proyección? ¿Ponía la cinta?

Todo, porque yo estaba solo en la caseta. A través de una escalera vertical subía la maletita de los 14 rollos o una cajita de madera donde llegaban consignadas las películas. Generalmente, como venían de otro cine de los alrededores, había que rebobinarlas. Empezaba por allí y luego ejecutaba la técnica de desmontar el rollo cuando se quemaba o cuando la proyección se aturdía. Tuve la habilidad suficiente para cumplir en un minuto la operación de rebobinar, cortar, pegar, devolver al carrete y echar a andar el aparato. Todo eso lo aprendí junto con la habilidad de ver por la ventanilla del proyeccionista, que es una tercera ventanilla. Eso me hizo ver una película muchas veces. Las veces que se proyectara debía verla, sin descuidarme.

Ese operario es de alguna forma “el primer narrador” de esas tramas, porque a partir de lo que hace, empieza a contarse la historia…

Sí. Yo aprendí el arte de narrar en el cine: cómo empezaba una película, cómo se abría el plano general para mostrar un pueblo, del pueblo se pasaba a las calles y de las calles a las casas. Eso después lo revisé en Balzac, que hace lo mismo. Él empieza con un plano general de una casa, hasta que entra a los aposentos interiores.

¿Por ahí llegó el cine negro americano?

Yo veía tradicionalmente dos clases de cine: el cine americano que a su vez se divide en cine negro, tipo Humphrey Bogart con el “Halcón Maltés” y cine musical. Estamos hablando del cine que está colocado entre la guerra mundial y los años 50. Todavía era un cine de divertir a la gente en los frentes de guerra, o a los que se habían quedado atrás en la retaguardia. De ahí salen todos los musicales que me fascinaban. Luego el cine western, las comedias como “Costello y Hardy”. Luego estaba el cine mexicano. El cine ranchero, el cine de la comedia, el cabaret. También llegaba el cine europeo, que luego desapareció de las salas de proyección en América Latina. Yo pasé Bergman, Antonioni… ¡Llegaban esas películas! Cine japonés como Kurosawa con “7 Samurais” y Rashomon. La gente iba a ver esas películas. 

Casi todos los grandes escritores de Latinoamérica tienen una gran novela sobre “su” dictador. Asturias, García Márquez, Vargas Llosa, cada uno con su obra respectiva. Desde donde estaba usted, en Nicaragua, ¿sintió la necesidad de reflejar la condición de lo que pasaba con Somoza?

Desde el punto de mira de mi infancia, yo empecé a ver la figura de Somoza el viejo, fundador de la dinastía.  En primer lugar, un niño no se pregunta sobre la alternabilidad democrática. Lo que atrae es la figura central que está allí presente. Sobre todo porque yo venía de una familia partidaria de Somoza por liberales. Su figura era una presencia continua en mi casa, entre mis abuelos, mi familia. El viejo Somoza tenía mucho carisma. Era un contador de chistes. Mis tíos llegaban siempre contando y repitiendo los chistes que contaba cuando pasaba por el pueblo. Yo conocí a Somoza desde muy niño, lo vi. Eso formó en mí el atractivo por la figura del dictador, desde un punto de vista simpático con respecto a su presencia continua.

Para mí empieza el contraste cuando llego a la universidad en el año 1959. Los estudiantes estaban en la calle protestando todos los días contra Somoza y así empecé a ver el otro lado suyo: al represor. Me sumo al movimiento estudiantil y en esa misma época, el ejército dispara contra los estudiantes. Durante esa manifestación matan a cuatro jóvenes, dos de ellos compañeros de banca míos. Mi visión cambió radicalmente.

Empieza esa realidad frente a la opresión totalitaria, ¿cómo se empezó a involucrar con sus compañeros, organizarse en plena formación intelectual?

Ocurre un momento elemental en mi vida: asumirme opositor para siempre contra la dictadura y la figura del dictador. Lo asumo y esa fue la manera como abordé al viejo Somoza en mi novela “Margarita, está linda la mar”. Desde la perspectiva de mi atracción personal por él, pero ya colocado en mi consciencia como este dictador cruel que se quedó con el poder después de tanto tiempo. Dentro de mí mismo yo podía hacer un juicio sobre lo que era la figura de Somoza, el poder que heredó a sus hijos y lo que fue por entonces la dinastía que terminó siendo derrocada por la revolución.

¿Cuándo Chávez aparece en la escena política venezolana, lo ve trazar rasgos comunes con personalidades como la de Somoza? ¿se parecían?

Cuando me enfrento con la figura de Chávez, a quien nunca conocí, ya voy curado en salud. Para mí Chávez –no podría decir que es un impostor, porque no tengo cómo compararlo– representaba la figura tradicional que yo tenía del hombre fuerte, el caudillo. Ya Chávez era una mala repetición para mí. Ya vi esa película. De Correa ni se diga, son figuras desgastadas. Somoza pertenece a mi infancia, pertenece a una Nicaragua rural, pero yo cuando veo la figura de Chávez en Venezuela me digo: Chávez en Venezuela, un país que vivió una experiencia democrática tan larga… ¿cómo es posible? El caudillo es un engendro de la sociedad rural. Engancha con la creencia mágica del todopoderoso, el que todo lo puede, el que nunca falla y puede dispensar todos los bienes.

¿Por qué la región ha tenido estos líderes a través de todo el siglo con distancia? En retrospectiva, país a país, estos “hombres fuertes” parecen el mismo.

El molde generador sigue siendo el mismo: la estructura social de nuestros países. Entre Venezuela y Nicaragua hay una gran distancia. Nicaragua es un país crudamente pobre. Venezuela está envuelto en un aura de riqueza: petróleo, la petroquímica, las grandes represas eléctricas, sistemas de carreteras ultramodernos de los años cincuenta, los grandes proyectos pantagruélicos de Pérez Jiménez… Uno piensa que con Pérez Jiménez Venezuela se urbanizó, pasó a ser una sociedad urbana. Pronto se descubre que no es así, porque si no, no hubiera sido posible que existiera un Chávez. ¿De dónde venía? de un pequeño pueblo, de la ruralidad. ¿Y a quiénes arrastra primero? A quienes creen en la existencia del caudillo porque pertenecen a esa esencia rural. Es decir, él es el llanero que toma el Palacio Presidencial. Canta joropo y viene del campo. Así entra al Palacio de Miraflores. La tensión entre pobres que viene del campo y la minoría rica no ha desaparecido, es algo que se da por sentado. El caudillo aprovechó para echar a los pobres contra los ricos y contra el fracaso de un sistema que ya no funcionaba. Porque también la astucia política y la inteligencia política están en aprovecharse de esos fallos estructurales de los sistemas democráticos que se agotan en la corrupción. Para repetir lo mismo, obviamente, pero bajo otro aura, otro recurso retórico que tiene su propia cuerda.

Ahora la amenaza radica en regímenes que llegan con el voto y mantienen instituciones, poderes públicos, pero no contemplan disidencias. El que esté en su contra, lo está en contra del país y de la tradición patria: no puede haber un contrario.

No te olvides de que el nacimiento de un sistema se basa en grandes vacíos de poder y en grandes vacíos sociales. Si ves el caso de Venezuela, el “Pacto de Punto Fijo” estaba totalmente agotado, la corrupción era evidente, la gente clamaba por un cambio y alguien les propuso ese cambio. Cuando Chávez es electo por primera vez, muchos sectores van a votar con toda confianza porque representaba eso. Yo desde el principio me dije: ¿cómo se puede confiar en alguien cuyo prestigio proviene de un golpe de Estado? ¿Cómo la gente puede ir masivamente a votar por alguien que falló en dar un golpe de Estado? Mala o buena la democracia, pero era un golpe de estado. Allí hay un gran vacío.

Vamos al caso de Bolivia; en Bolivia el sistema político ha venido fracasando continuamente, entre gobiernos mediocres, efímeros, golpes de estado, falta de gobernabilidad. De repente llega alguien que sienta las bases de la estabilidad con un discurso bastante estrafalario. Reivindica los recursos naturales, el gas, multiplica el producto interno bruto porque multiplica los ingresos del país que se estaban fugando de manera injusta. Bueno, ese es su prestigio. ¿Y para qué le sirve ese prestigio? Para buscar quedarse. Ahí viene el gran mal del latinoamericano. Entonces los votantes bolivianos son votantes rurales también, que creen en que una sola persona puede ser el remedio a todos los males. El caudillo es capaz de solucionarlo todo. No importa que maneje los tribunales de justicia, el consejo que cuenta los votos, la fiscalía, policía, fuerzas armadas, no importa. Se trata de un juego de espejos muy peligroso.

¿Siente que se está jugando progresivamente a la desinstitucionalización en el hemisferio?

Sin duda. Yo lo veo en Nicaragua. Las instituciones han sido reducidas, liquidadas, no funcionan sino a través de las órdenes de la familia presidencial. La gente que representa a las instituciones se somete de manera servil a ese manejo personal. Son solo una camisa sucia que se quitan y se ponen. Las mismas personas mantienen esta red de sumisión y fidelidad a la figura del caudillo. Este proceso de desinstitucionalización es muy grave porque solo queda el cascarón vacío de lo que debería ser la institucionalidad, por la cual venimos luchando desde la independencia. Se ve que hemos progresado realmente muy poco. Claro que hay países donde la institucionalidad funciona. Uruguay o Chile, donde a pesar de una larga dictadura militar, la tradición de las instituciones recuperó su peso.

¿Es realmente una amenaza la reelección indefinida para la democracia? ¿O es una opción más que el sistema debe contemplar?

Yo creo que es una amenaza porque lleva al deterioro siempre. A mí no me pueden confundir con el discurso de que puede haber un presidente bien intencionado que estando cuatro o cinco periodos en el poder, se va a conservar puro con respecto a las instituciones, va a fortalecerlas y vigilar la transparencia del gasto público, la credibilidad de la función pública. Todo eso es una falacia porque la continuidad en el ejercicio del poder deteriora. Nadie se queda en el poder tanto tiempo para beneficiar a las instituciones sino para personalizar el poder. Eso está a la vista en la historia de América Latina por donde la queramos ver.

¿En qué países siente usted que hay una propuesta frente a esa plaga de mala gestión y adoctrinamiento?

Para mí todo comienza por el ejercicio electoral verdadero. Eso no es todo, pero para mí es un requisito esencial. Que un gobernante sea electo legítimamente, con los votos contados. Si eso se maniobra, se falsifica, ya todo el edificio empieza a fallar. Pongo de ejemplo un país tan grande como Brasil. Si se cuentan bien los votos, se cuentan bien los votos. ¿Qué hay corrupción? Hay muchísima corrupción, claro que sí. Todavía la educación institucional, la educación cívica del país no ha llegado al punto en que las instituciones que controlan la corrupción sean más fuertes que los corruptos. Pero bueno, la democracia funciona. Hoy hubiera sido posible que Dilma perdiera las elecciones, esa hubiera sido la decisión popular, la alternabilidad cura cualquier tentación de quedarse en el poder. ¿Neves lo hubiera hecho mejor que la señora Rousseff? Ese es otro problema, el problema es que el voto es bien contado y si la gente canta alternabilidad, vamos a la alternabilidad.

¿Cómo siente que avanza el proceso de pacificación en Colombia?

Yo creo que Santos está haciendo todo lo que tiene que hacer para lograr que haya paz en Colombia. No creo en quienes se ponen en contra del proceso de paz, que creen en la guerra o que necesitan de la guerra. Todo proceso de este tipo es muy complicado y yo aspiro a que este proceso de paz culmine. Las acusaciones contra Santos son porque le da preeminencia a la otra parte de la guerrilla que son unos “asesinos, contrabandistas de drogas”, etc. En un proceso de paz verdadero no se puede calificar de antemano al adversario. Si yo te descalifico, ¿entonces con quién me voy a sentar? Además falta la segunda parte para la cual los colombianos tienen que estar preparados. Que en una mesa de negociación para llegar a resultados verdaderos tienen que hacerse concesiones verdaderas. Cuando dos partes se sientan, alegan que no van a ceder un milímetro y terminan cediendo mucho. Si una sola cede, entonces no hay negociación.

¿Esta segunda parte tendría que ver con la incorporación a la vida política de estos grupos?

Hay algunas cosas que van a asustar a los incautos, porque uno en la mesa de negociaciones deja un brazo, deja una pierna, sale con una muleta, pero con el acuerdo de paz firmado.

¿Usted lo siente posible?

Sí, yo siento que se ha avanzado en las partes que son más sensitivas. Yo creo que lo más delicado ahí siguen siendo las garantías para los desarmados, porque alguien tiene que terminar entregando las armas y no va a ser el Estado, tienen que ser los rebeldes. Y al entregar las armas, tienen que tener garantía de sus vidas, de su seguridad y de sus derechos políticos, de su participación política, de organizarse, de presentarse como candidatos.  Sin eso no hay acuerdo.

¿Cómo ve usted el proceso dentro de Cuba? ¿Hacia dónde cree que pueda ir la próxima dirigencia política en la Isla?

En primer lugar, lo que habrá necesariamente en Cuba es un cambio generacional. La gerontocracia que gobierna Cuba por ley natural va a desaparecer, ellos lo saben. Fidel siempre habla mucho de la naturaleza, de las leyes de la naturaleza. No creo que los relevos que aparecen como visibles en este momento, sean los verdaderos relevos. ¿Quiénes van a gobernar Cuba? Yo no lo sé, pero ahí están ya. Que va a haber un entendimiento con la otra Cuba que está afuera, lo habrá necesariamente. Habrá una composición de inversiones extranjeras. Los primeros que van a llegar a invertir en Cuba son los hijos o los nietos de los antiguos exiliados, tendrán que entenderse con la otra Cuba, nadie va a eliminar a nadie. Todo va a ser el fruto de un acuerdo mutuo.

Quizás el sistema no va a cambiar radicalmente, pero va a cambiar. Van a haber muchas más aperturas de las que hasta ahora se han observado. No veo en Cuba la posibilidad de un sistema como el de China, con una economía de mercado y un gobierno de un solo partido. Estamos en América Latina, no estamos en el Asia profunda donde los sistemas arcaicos milenarios de autoridad única han perdurado siempre. Aquí tenemos otro ambiente político. Entonces los cambios de economía de mercado que necesariamente van a ser introducidos en Cuba, van a traer necesariamente cambios en cuanto a la participación política.

Usted que lo conoció, ¿encuentra a Fidel Castro dentro de esta lista de carismáticos irresistibles?

Sí, Fidel es otra cosa muy distinta. Yo a Chávez no lo conocí. Pero Fidel nunca fue un chapucero, es un hombre que sabía a fondo lo que estaba haciendo. Y así como tú decías antes, administraba su carisma. Él sabía el poder de su propio carisma o su poder de encantador de serpientes. Es un hombre muy educado, muy culto, gran lector. No es un chafalote cualquiera. Él era dueño de sus propios poderes.

¿Qué quedará de las propuestas que la Revolución Cubana hizo en un momento determinado?

Nada porque la situación interna de Cuba dominó mucho su actuación internacional. Es decir, la crisis de los misiles, la alineación con el sistema soviético, que era muy extraña –hasta los mismos cubanos lo sabían–  a la naturaleza del ser de los cubanos… después la diseminación de la guerrilla del Che, eso pasó a la historia. ¿Cuántos años hace que Cuba no levanta un dedo para ayudar a un guerrillero en América Latina? Muchísimos años, por lo menos treinta. El panorama va a ser muy diferente. Ahora las relaciones con Cuba son naturales para todo el mundo en América Latina. En las Naciones Unidas solo Estados Unidos e Israel se quedan apoyando el bloqueo contra Cuba. Hay que prepararse para los cambios que vendrán, van a ser muy profundos.

¿Usted creyó en algún momento en la “Literatura comprometida”?

Pues sí, en algún momento cuando yo era adolescente, creía que la literatura estaba al servicio del pueblo, al servicio de un cambio histórico. Yo con el tiempo me volví escéptico. Entendí que es muy difícil que la literatura cambie a una sociedad o que sirva como bandera para cambiar un sistema político. Me fui convenciendo de que la literatura para poder transmitir un mensaje, cualquiera que sea, tiene que ser buena literatura. Cualquier compromiso de uno, debe ser escribir como Dios manda, escribir buena literatura, si es que esa literatura va a transmitir algún mensaje. Pero asumir el presupuesto de que la literatura es un instrumento de cambio, cualquiera que sea esa literatura, no funciona. Porque si un mal libro nadie lo va a leer, ¿qué mensaje puede transmitir?

Debe estar comprometida con la libertad del arte, el buen hacer…

Sí, es lo primero. Lo demás se da por derivación. Un buen libro transmite un mensaje aunque el escritor no se lo proponga. Si uno va a hablar de la realidad tal como la ve, esa descripción de la realidad o esa interpretación de la realidad, algún mensaje va a llevar. Eso yo lo aprendí leyendo a Dostoyevski, uno de los mayores infortunios, de las mayores injusticias, están ahí en su obra. Pero él nunca proclama que está denunciando injusticia, simplemente las describe y uno se queda con esa sensación de estorbo porque ha presenciado una injusticia. Esa es la verdadera literatura.

Usted  siente como un don la literatura en su vida. ¿Cómo es actualmente su relación con el acto de la escritura?

Yo personalmente lo asumo con mucha felicidad. El hecho de que yo me siente en las mañanas y encienda la computadora completamente solo en mi estudio con la tranquilidad personal de que nadie me perturbe… eso para mí es motivo de felicidad. Algunos asumirán el proceso creativo con dolor y lo respeto mucho. Se puede escribir en distintas condiciones, desde la miseria, desde la extrema pobreza… Yo no vivo en esa situación. No soy ningún millonario, pero yo tengo los medios justos para poder escribir. Vivo de mi trabajo, entonces me regocijo mucho de poder ejercer mi oficio en soledad y tener asegurado el tiempo para poder hacerlo. Me siento muy privilegiado de poder tener ese espacio para escribir lo que quiero y así aspirar a dejar una herencia literaria en mi país y en mi lengua.