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88% de los jóvenes venezolanos quieren irse del país

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En 2013, 73% de los jóvenes venezolanos no tenía expectativas de emigrar, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Juventud  de ese año, realizada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello. Se señalaba además que  42% deseaba irse del país para mejorar económicamente y 32% para cursar estudios.

Tres años más tarde las expectativas juveniles han cambiado drásticamente y las razones para irse del  país son ahora más.

Un estudio del Departamento de Migraciones de la Universidad Simón Bolívar en 2016 señala que 88% de los jóvenes tiene intenciones de emigrar. “Me quiero ir” o “si puedo irme me voy” fueron las respuestas comunes de estos muchachos egresados de cuatro grandes áreas de estudios (Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales, Ingeniería Eléctrica y Ciencias Básicas) de las universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Monteávila y Simón Bolívar, de Caracas.

El objetivo del joven es tratar de ejercer su profesión o hacer un posgrado a través de becas. Canadá tiene más de 15.000 becarios venezolanos y no regresarán, dijo el profesor Iván de la Vega, quien dirigió la investigación del  Laboratorio Internacional de Migraciones. “La intención de migrar significa que algo muy grave está pasando en una sociedad”. Precisó que en términos generales la emigración en el siglo XXI se ha ido modificando. “Del patrón migratorio de 2010 que era calificado, ahora emigra todo tipo de venezolanos, y prefieren irse de cualquier modo antes que padecer la inseguridad y la escasez. Se están yendo a Guyana, Trinidad y Tobago, algo nunca visto”.

En Caracas los adultos están superando en número a los jóvenes porque estos se van al exterior, indicó el profesor Carlos Pino, coordinador de un equipo de estudiantes de sociología cuya tesis de grado, presentada en 2016, planteó que Venezuela se quedaba sin jóvenes. “Estos  emigran del país por la crisis económica y por las muertes prematuras en hechos asociados a la violencia”.

El año pasado 9.113 jóvenes con edades de entre 15 y 20 años, es decir, 32% del total de 21.643 personas con menos de 35 años,  y  11.676 con edades entre 21 y 35 (41%) murieron por la violencia. Fueron 27 cada día del año. De ellos, 854 tenían menos de 15 años, esto significa 2 menores de 15 años asesinados cada día,  de acuerdo con el estudio Las muertes violentas de la juventud, del Observatorio Venezolano de Violencia.

“Los jóvenes de Venezuela no están muriendo por la independencia de la patria, como ocurrió en esa batalla de La Victoria el 12 de febrero de 1814, sino en las calles y en el transporte público, víctimas del delito y la desprotección. Cada semana en Venezuela mueren más jóvenes víctimas de la violencia que los que fallecieron en la batalla que hoy se conmemora”, señala el OVV.

Cerca de 9 de cada 10 víctimas son varones. Son también pobres y muchos dejan a sus hijos huérfanos. Pero también 72% de los victimarios tiene menos de 35 años y casi la mitad tiene entre 20 y 24 años de edad. “Las dos grandes fuentes de integración a la sociedad, la educación y el trabajo, se han visto debilitadas como mecanismos de esperanza en el futuro”, dice el informe y destaca la brecha entre lo que el joven quiere y lo que puede alcanzar en un país en crisis. “Aunque la mayoría de los jóvenes persiste en el estudio y el trabajo honrado, a unos los tienta ingresar al mundo del delito y a otros abandonar el país”, indica la OVV que exige políticas y programas públicos que reconozcan a los jóvenes como sujetos de derechos y agentes fundamentales del desarrollo.

La puerta cerrada, por Gonzalo Himiob Santomé

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Les tocó su turno, y era de esperarse. Mucho se ha dicho que el problema de Venezuela va mucho más allá de las preferencias y diferencias ideológicas o políticas. Un régimen para el cual, desde sus inicios, la ideología no era más que un simple instrumento para el logro del poder, una falacia mil veces repetida y manejada además de una forma engañosa que jamás dejaba claro qué era lo que en realidad pretendía, necesariamente iba a prescindir de ella, y de quienes la profesan, cuando ya no le resultaran útiles.

Varios de los asiduos columnistas, todos ellos declarados chavistas y revolucionarios, del portal web www.aporrea.org han pasado a engrosar las filas de los estigmatizados, de los perseguidos, de los “traidores a la patria”. Poco falta, por más que siempre se hayan proclamado y hayan actuado consecuentemente como “seguidores del proceso”, para que las cúpulas del poder les llamen “escuálidos” o “lacayos del imperio”. Llama mucho la atención, porque son ellos los que nutren, algunos de ellos desde sus inicios, este espacio virtual que muestra como tarjeta de presentación, y así se lee textualmente en su introducción, su identidad “…con el proceso de transformación revolucionaria y democrática de nuestro país, Venezuela, con una visión que se extrapola al resto de la humanidad, en la perspectiva de la liquidación del sometimiento capitalista-imperialista y la construcción de sociedades libres, basadas en el poder de los trabajadores y el pueblo, sin explotación del hombre por el hombre…”.

¿Qué les pasó? Pues que no son ciegos, ni sordos, ni mucho menos mudos. Su pecado ha sido el mismo que el nuestro: Cuestionar y criticar los modos y maneras de quienes, en el poder, hace rato que le han dado la espalda al pueblo y se han ocupado de sus propios bolsillos y prebendas a costa de Venezuela. No han hecho más que relatar e interpretar, contra la disociada y obtusa narrativa oficial, la realidad que a todo nos abofetea, sin distinciones, todos los días.

No la deben tener fácil. Muchos nos hemos opuesto en su momento a Chávez, y ahora a Maduro, a través de nuestros escritos, incluso desde antes de que fueran gobierno, y ya conocemos de sobra lo que esto acarrea; pero no es este el caso de quienes (me los imagino ahora con un gesto en sus rostros de gran sorpresa y, además, de inmensa decepción) aunque no se cansaron de cantar loas a la “revolución” que hoy los traiciona, aunque celebraban la intolerancia oficial contra el que se atreviera a alzar la voz, siempre por supuesto que fuera contra “el otro”, ven ahora que la salsa represiva con la que el gobierno ha devorado durante tantos años a tantos opositores ahora también resulta buena para ellos. Quizás lo más doloroso sea, para ellos, darse cuenta de que la verdad es, y siempre ha sido, que el único “hombre nuevo” que interesa y que siempre ha interesado a las cúpulas del gobierno en Venezuela, desde la llegada de Chávez al poder, es el que sea siempre obediente, pusilánime y silencioso.

Podemos adelantar fácilmente, pues es un guion harto repetido, lo que les va a pasar si persisten en su línea crítica. Ya empezó con ellos la primera etapa del actuar intolerante: La despersonalización. Ya están dejando de ser, a los ojos del poder, seres humanos. La idea es que se les perciba como cosas, no como personas, por la sencilla razón de que con una persona no puedes hacer lo que te dé la gana, pero como las “cosas”, por el contrario, no tienen derechos, son prescindibles, sustituibles, y contra ellas sí se puede hacer cualquier cosa. Así ha sido siempre este Cronos oficialista, que tanto gusto le ha cogido a la carne de sus hijos. Para eso son, que no les quepa duda, las etiquetas. “Escuálido”, “apátrida”, “traidor”, “terrorista comunicacional”, y otros motes similares no son más que las palabras que, con premeditada intención, empezarán a sustituir sus nombres. Después comenzará la razzia: Las investigaciones, los seguimientos y los expedientes abiertos sobre cada uno de estos nuevos y supuestos “quinta columna” en el SEBIN o en la DGCIM. Luego vendrá, bajo cualquier excusa, la criminalización formal, de la mano de instituciones sumisas como la fiscalía o los tribunales penales, y no tardarán uno o dos de ellos en ser encarcelados, o forzados al exilio, para que “sirvan de ejemplo” a los demás. Y ya desde allí, yo que se los digo, no hay marcha atrás. Ya habrán sido estigmatizados como “enemigos de la patria”, y de ese calabozo, créanlo, no hay golpe de pecho que te saque.

Su sino es doblemente malo. Y esto lo afirmo con una profunda preocupación, no exenta de una angustiante decepción. Apenas tuve conocimiento esta semana de la situación que motiva esta entrega, expresé mi sentir en las redes sociales indicando que ya ni ser “revolucionario” te garantizaba salvación alguna si eras de esos que, incluso fieles al “proceso”, se atrevían hoy por hoy en Venezuela a alzar su voz contra el poder y sus manejos. Las reacciones, ahora del lado de la acera opositora, no se hicieron esperar. “¡Se lo merecen!” y “¡Eso les pasa por focas!”, soltaron algunos. “¡Qué se jodan!”, bramaron otros.

Y yo no podía dejar de pensar que ya se ha enseñoreado, en este país que hoy más que nunca nos necesita unidos, a todos, contra el enemigo común (representado por unos pocos, muy pocos, que nos dilapidan, persiguen y abusan), la que en 2010 denominé en mi libro “El Gobierno de la Intolerancia”, la “intolerancia inversa”, según la cual, a fuerza de ser nosotros, tantas veces, víctimas de la intolerancia oficial, terminamos a veces comportándonos, contra los que no comparten nuestras visiones, con la misma vehemente y fanática intransigencia que tanto daño nos hizo y nos hace.

Razón tenía Nietzsche cuando nos advertía que, si pasas mucho tiempo contemplando un abismo, llega un momento en el que el abismo te devuelve la mirada.

Pero no. No quiero que eventualmente salgamos de esta oscuridad para caer de nuevo, irremisiblemente, en otra igual de densa. No debemos concederle a la intolerancia y al desprecio a los demás, por sus posturas o ideas, esa victoria ¿No hemos tenido suficiente de eso ya? No son estos columnistas y colaboradores de Aporrea, por mucho que no estemos de acuerdo con su visión presente o pasada del país, nuestros “enemigos”. La realidad no discrimina. No son “los otros”. No hay un “ellos” y, allá lejos y después, un “nosotros”, hay un “todos”, aquí y ahora, y si algo nos hermana en este momento es que ya sabemos todos que el país, tal como va, está a punto de dejar de serlo.

El mal que desde el poder se infringe contra cualquier ser humano no deja de serlo solo porque ahora toca la puerta de quienes no ven las cosas como a nosotros nos gustaría que se vean. La intolerancia y la persecución como políticas de Estado son crímenes, sea quien sea el que los sufra. Pensar lo contrario es caer en un círculo vicioso en el que los abusos y las tropelías se reciclan, infinitos, a cargo de los mismos protagonistas (víctimas y victimarios) que lo único que hacen es intercambiar sucesivamente sus papeles en una obra que, ya lo deberíamos haber aprendido, mantiene entre nosotros la puerta cerrada y no nos permite luchar juntos contra el verdadero enemigo. Esa una obra que, de más está decirlo, no tiene final feliz.

 

@HimiobSantome

Bachaqueros cobran tres mil bolívares para obtener el Carnet de la Patria en Maracaibo

Cola Carnet de La Patria Maracaibo

El negocio llegó a la colas para obtener el Carnet de la Patria. Como en los supermercados, «bachaqueros» cobran tres mil bolívares por un puesto privilegiado en la larga fila que se hace en la Plaza Bolivar de Maracaibo para conseguir la identificación, según denunciaron ciudadanos que tienen tres días madrugando para registrarse.

La larga cola que le daba varias vueltas a la plaza el sábado, fue desviada hacia el frente del Teatro Baralt y llegaba casi a la iglesia Santa Bárbara. Organizaron en una sola cola a las personas con discapacidad y en otra a los adultos mayores.

Ayer el proceso inició a las 9.30 de la mañana y preveían trabajar hasta las 6.00 de la tarde con 20 máquinas y dos impresoras. El sábado trabajaron hasta las 8.00 de la noche. Uno de los coordinadores de la jornada dijo que ampliarían la atención a medida que llegaran más personas a hacer el registro.

Los solicitantes estaban molesta porque muchos no durmieron ni comieron bien desde la noche del jueves que estuvieron en cola para tratar de sacar el carnet. Se turnaron para cuidar los puestos y en la madrugada de ayer, domingo, fueron sorprendidos con un bus que arribó a la plaza con más de 30 personas que pretendieron tomar los primeros lugares porque los habían comprado, unos a dos mil y otros a tres mil bolívares.

Puede continuar leyendo la nota de Aylen Bucobo en La Verdad

Caraqueños pierden en promedio un mes al año por el tráfico

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En diciembre fue presentado el proyecto de factibilidad técnico-económica del TransMetrópoli-BTR (siglas en inglés de Bus de Tránsito Rápido), parte del Plan Caracas en Movimiento, que data de 2009, el cual comprende la implementación de un sistema de transporte masivo superficial con la construcción de corredores viales que conecten la ciudad de este a oeste.

“El estudio de factibilidad demostró que conductores y pasajeros pasan aproximadamente 740 horas anuales en colas. Es evidente la necesidad de presentar soluciones que disminuyan los tiempos de traslado”, informó Eddy Luz Cristiani, presidente del Instituto Metropolitano de Transporte.

Siga leyendo esta nota de Jesús Barreto en El Nacional

Ciudadanos denuncian que dinero depositado en BCV no ha sido transferido a sus cuentas

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Las caras largas de los usuarios eran el denominador común en la cola ante la sede del Banco Central de Venezuela en Caracas. Acudieron a la entidad a reclamar el compromiso incumplido de que les transfirieran a sus cuentas el monto equivalente a los billetes de 100 bolívares depositados en el instituto emisor.

La fuerte presencia de guardias nacionales no fue impedimento para expresar el disgusto. “Esto es una burla, después de 13 días no he recuperado mi dinero”, afirmó José Holmedo, que depositó el 16 de diciembre 67.500 bolívares en billetes de 100 después de estar en cola entre las 6:00 de la mañana y las 7:00 de la noche.

En la taquilla del BCV le dijeron que en 72 horas tendría la suma en su cuenta personal en la agencia de un banco público, en Catia. “Todos los días voy y recibo la misma respuesta: no esta en el registro, y poco efecto tiene que les enseñe el certificado que me dieron en el BCV. No soy rico, pero necesito esos reales”, manifestó.

Emilio Rivas, residente en Guarenas, contó que el sábado 17 de diciembre hizo una enorme cola (llegaba hasta la avenida Panteón) desde las 3:00 am hasta las 12:45 pm para canjear 20.000 bolívares. “El plazo de 72 horas ha pasado con creces y en el banco privado donde tengo la cuenta me informan que no hay depósito. Lo mío es poco, pero me imagino los problemas que está pasando la gente que llevó grandes sumas de dinero”, indicó.

Durante la espera, la gente se molestó con dos polinacionales que ingresaron al BCV sin hacer cola y mostrando sin rubor fajos de billetes de 100. A los pocos minutos, salieron con billetes de otra denominación.

Continúa leyendo la nota de Ana Díaz en El Nacional

Venezolanos hacen largas colas para depositar billetes de Bs. 100

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Miles de venezolanos se formaban el martes en enormes colas fuera de los bancos para deshacerse de sus billetes de 100 bolívares, el de mayor denominación, luego que el presidente Nicolás Maduro decretó su salida de circulación.

 

«Es ridículo», se quejó Isabel Hernández, una ama de casa que esperaba en una extensa fila de un banco en Caracas. «Tengo desde las 7 de la mañana aquí y no he podido depositar nada».

 

Como Hernández, muchos venezolanos habían acumulado billetes de 100 bolívares para poder realizar sus pagos, en medio de una crisis de efectivo agudizada por la inflación más alta del mundo y constantes fallas en los terminales de puntos de venta POS.

Hasta el jueves, ellos podrán cambiar sus billetes en la banca pública y privada. A partir del viernes, iniciará un plazo de 10 días para seguir con el proceso pero sólo en las oficinas del Banco Central de Venezuela (BCV), de acuerdo a la norma publicada en la Gaceta Oficial que circuló el martes. Según cifras oficiales, la mayoría de los billetes en circulación son de 100 bolívares, por lo que analistas y opositores consideraron que la medida complicaría aún más el manejo de efectivo. «Esto es un caos, estoy angustiada, no sabemos a dónde vamos con este Gobierno», dijo Gilda Morillo, una economista desempleada fuera de un banco en la ciudad occidental de Maracaibo, donde testigos de Reuters presenciaron riñas entre clientes por hacerse de un lugar en la fila, a pesar de las fuertes medidas de seguridad desplegadas por el Gobierno. Muchos acudieron a las agencias bancarias llevando bolsos, maletines y hasta cajas repletas con fajos de billetes de 100 bolívares, cada uno equivalente a apenas 0,15 dólares al cambio oficial y 0,025 dólares a la tasa paralela.  

 

*Con información de Reuters

Las 9 perlas del oficialismo sobre el hambre, las colas y escasez

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La escasez de productos básicos, las colas y el hambre llevan tiempo formando parte de la realidad de todos los venezolanos, o al menos de casi todos. Incluso cuando un país como Corea del Norte recomienda a Venezuela hacer esfuerzos para mejorar la producción de alimentos y garantizar el abastecimiento en el EPU, algunos políticos, diputados y demás personalidades adeptas al Gobierno parecen abordar la situación desde una perspectiva distinta. A continuación las nueve mejores –y poco digeribles– «perlas» sobre el hambre, las colas y la escasez en 2016.

 

«Pero cuando uno defiende la revolución, cuando uno está convencido de que nuestra razón de vida en la política es servir ¡Si nos toca hacer colas las hacemos, y las hacemos con gusto! Porque se trata precisamente de no dejar torpedear el proceso del proyecto bolivariano”

– Piedad Córdoba, 25/11/2016.


 

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«El pueblo no tiene hambre, en algunos sectores existen antojos y caprichos, pero no hay hambre»

– Hermánn Escarrá, 16/06/2016.


 

“Yo no veo a este país dejando una cola para comprar pollo, carne y harina para ir a hacer una cola para votar»

– Eustoquio Contreras, 15/09/2016.


Por allá pasamos por una cola y había gente que saludaba y gente molesta diciéndonos cosas, está bien la recibimos, tienen razón pero lo que le decimos es: no nos vamos a rendir, nosotros vamos a luchar por lo que creemos, por nuestra idea que es una idea justa”

– Elías Jaua, 11/08/2016.


“Esto no tiene que ver con la política, menos con la democracia y mucho menos con el hambre

– Aristóbulo Istúriz, 16/06/2016.


 

“La derecha dice que el pueblo está protestando por hambre. Hambre se pasaba aquí en la cuarta república

– Diosdado Cabello, 15/06/2016.


“Hay un proceso de escasez. En Venezuela hay hambre pero de paz y de justicia, sin embargo, el venezolano sigue teniendo su ingesta, aunque no en los volúmenes en la época de bonanza del compañero Chávez … pero el pueblo está haciendo esfuerzos importantes para mantener su dieta”

– Wilmar Castro Soteldo, 13/06/2016.


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“Venezuela ha importado productos como para alimentar a tres países”

– Delcy Rodríguez, 05/05/2016.


“Para nosotros no hay escasez. Para nosotros lo que hay es amor, lo que hay es patria

Jorge García Carneiro, 25/01/2016.


 

 Para recordar…

“Sale de su casa, viene con su bolsita, compra y se va para su casa… eso es la revolución, lo que nuestro presidente Maduro ha ordenado, así que vamos a disfrutar de estas colas sabrosas para el vivir, viviendo”

– Jacqueline Faría, 03/10/2015

 

Venezolano se escribe con “V” de víctima, por José Vicente Carrasquero

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Me encuentro escribiendo mi artículo semanal. En la pantalla de la computadora me aparece el aviso de Twitter que notifica el artículo de este domingo de Leonardo Padrón. Le doy al link y sufro la historia descrita por este insigne escritor que sabe como nadie retratar la tragedia que viven muchos venezolanos. Es la desventura de Marcelo Cravato y el artículo, si no la ha leído, lo encontrará en el siguiente enlace: http://www.el-nacional.com/opinion/Pais-carcel_0_947905446.html

Me vino a la memoria una conversación que sostenía el viernes en la noche con un distinguido profesor de ciencia política de la Universidad Carlos III. En mi opinión, el académico español que mejor domina el tema venezolano. Más allá de nombres y eventos, este apreciado amigo tiene una profunda comprensión del momento político que vive nuestro país.

Le decía al colega que él debía ver a los venezolanos como víctimas de un gobierno que decidió desde que llegó al poder dividirnos entre buenos y malos. Los que lo seguían y quienes le adversaban. Para los primeros, mientras se pudo, algunos privilegios para los segundos persecución y ausencia absoluta de a quien recurrir ante las permanentes injusticias de un régimen que parece estar administrado por un ejército de ocupación más que por compatriotas.

Desde que el chavismo llegó al poder, los venezolanos en general han estado sometido a unos niveles de violencia nunca vistos. Una que se manifiesta de maneras diversas. Baste decir que desde 1999 hasta hoy en Venezuela han ocurrido más de doscientos mil asesinatos. Según estudios muy serios del Observatorio Venezolano de la Violencia, más del noventa porciento de esos crímenes han quedado impunes.

A estas doscientas mil víctimas de la violencia criminal permitida y muchas veces fomentada por el gobierno chavista, se suman las personas que han quedado lisiadas o perjudicadas física y/o psicológicamente por unos depredadores que solo ven en sus semejantes presas de las cuales vivir y saciar su sed de asesinar. Es muy sospechoso que el gobierno se haya mostrado crecientemente incapaz e indolente ante el auge de los asesinatos.

Como con un fuero especial, los delincuentes han incrementado el número de secuestros. Yo mismo fui víctima de uno en el que amenazaron con matarme muchísimas veces. La denuncia ante la policía al final quedó solo como un asunto de trámite para que el seguro me pagara el vehículo. Nadie investigó, nadie hizo averiguaciones posteriores.

Aun recuerdo la conversación con mis captores. Desde el principio me llamaban profesor. Me preguntaron que por qué criticaba tanto al presidente. Me contaron que ellos trabajaban pero que el dinero no les alcanzaba para cubrir las necesidades de su familia. Que el presidente había dicho que si la gente tenía necesidad podía robar. Por la forma como se comunicaban entre ellos y como estaban vestidos, pienso que eran policías. Muchos años después no he superado del todo el trauma, el único aliciente es el haber sobrevivido.

La cantidad de víctimas de los gobiernos del chavismo se cuentan por millones. Los de los últimos años han incluso llamado la atención de los organismos internacionales. Muertes por enfermedades erradicadas hace décadas como la malaria o la difteria. Muertes por cáncer de niños que no pudieron ser tratados por la ausencia de medicinas y equipos necesarios. Muertes diarias de personas que no consiguen el medicamento que le controla la tensión o los niveles de azúcar en la sangre. Muertes por ataques de epilepsia por ausencia de drogas adecuadas que además resultan muy baratas. Lo más grave, personas que mueren de hambre en un territorio que flota sobre las reservas probadas de petróleo más grandes del universo.

Son víctimas de este gobierno miles de pensionados y jubilados que desde hace más de un año no reciben el dinero para su manutención en el exterior. Un infame ministro se atrevió a decir que no había ninguna deuda con este sector y que las trasferencias se habían realizado. Son víctimas los estudiantes a los cuales se les autorizaron los recursos para cursos en el extranjero y han tenido que organizarse para tratar de sobrevivir. En contraste, cientos de boliburgueses exhiben groseramente sus riquezas en el exterior. Alguno impúdicamente se deja ver en su camioneta Mercedes Benz del año en la Gran Vía de Madrid.

Son víctimas de esta cúpula podrida quienes esperan en largas colas en búsqueda de alimentos, quienes deben presentar una partida de nacimiento para comprar pañales o leche materna. Son víctimas los recién nacidos colocados en cajas cartón en un hospital al tiempo que un desalmado gobernador chavista dice que eso se soluciona decorando la cajita.

Son víctimas de la dictadura que nos somete por la fuerza, ese ejército de presos políticos que pagan cárcel sin condena, sin juicio, sin que les asista derecho alguno. El pecado de algunas de estas personas fue haber ayudado a otro, o haberle ofrecido un poco de comida a personas que protestaban. Uno de ellos se suicidó en una mazmorra del régimen ante la impotencia por el irrespeto sus derechos humanos.

Como si fuese poco, el aparato de medios del gobierno es usado para tratar de someter al escarnio público a venezolanos que se oponen a la dictadura. Los fanfarrones y payasos que dirigen estos programas no tienen moral alguna para erigirse en críticos de nadie. Sin embargo lo hacen, a pesar de estar señalados algunos de alcohólicos, drogadictos y otros de traficantes de drogas.

El venezolano es víctima de una terquedad que se empeña en mantener un modelo económico empobrecedor y hambreador del pueblo. Todo parece estar llegando a su final. En estos momentos hace falta mucha sindéresis. Ojalá sepamos tenerla.

 

@botellazo