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Carlos Andrés Pérez

Claves | 31 años del 27F: de fiesta rebelde a discreta celebración
Desde los tiempos de Hugo Chávez, febrero fue considerado como un mes de revolucionarios. El Caracazo, una intentona golpista, la juramentación de Chávez como presidente y los natalicios de Zamora y Sucre forman parte del Febrero Rebelde oficialista

Para el chavismo, el segundo mes del año es de celebraciones, tanto así que es considerado como Febrero Rebelde. Esto fue una iniciativa de Hugo Chávez con base en una serie de sucesos históricos que ocurrieron en febrero.

A propósito de conmemorarse 31 años de uno de los hechos más resaltantes de la historia contemporánea de Venezuela ocurrido en febrero, El Pitazo te presenta las claves del mes rebelde oficialista.

El Caracazo. El 27 de febrero de 1989 se produjo una explosión social que tuvo su origen en la ciudad de Guarenas, cuando la población de la localidad salió a protestar en contra del aumento del pasaje, luego que el día anterior se había incrementado el costo de la gasolina. Todo esto como parte de una serie de medidas económicas del entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

En los alrededores del sector conocido como Menca de Leoni, los manifestantes quemaron autobuses, cerraron calles, formaron barricadas y luego vinieron los saqueos. Estas protestas se replicaron en casi todo el país.

De acuerdo con cifras reconocidas por la fiscalía, 276 personas murieron durante las protestas del 27 y 28 de febrero de 1989. Este estallido social contó con el protagonismo de una población que se encontraba en descontento por la situación económica del país, pero también por los escándalos de corrupción de la época.

 

A pesar que «El Caracazo» fue un movimiento social donde ni los partidos políticos ni militares disidentes tuvieron algún tipo de participación, el chavismo decidió apropiarse de un hecho tan resaltante en nuestra historia al punto de que en febrero de 2007 decretaron el cambio de nombre de la urbanización Menca de Leoní en Guarenas a 27 de Febrero. Una medida que generó el rechazo de los habitantes del sector popular donde se presentaron los primeros hechos de la implosión social de 1989.

Intento de Golpe de Estado de 1992. El 4 de febrero de 1992, el entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías, junto con Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Miguel Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta, ejecutaron un intento de Golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez.

Entre las causas mencionadas por los militares para atentar contra la investidura presidencial se encontraban: el descontento de los rangos bajo y medio de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares, las políticas neoliberales implementadas en el país y la gestión política y económica de Carlos Andrés Pérez, estas dos últimas fueron parte del motivo también de El Caracazo.

Este intento de golpe de Estado no consiguió sus objetivos, los militares sublevados fueron enviados a prisión, pero dos de ellos, luego de conseguir su libertad, se dedicarían a la política: Francisco Arias Cárdenas y Hugo Chávez Frías.

Primera presidencia de Chávez. El 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez Frías se juramentó por primera vez como presidente de Venezuela. En un acto llevado a cabo en el Palacio Federal Legislativo, donde juró delante de Dios y de la patria sobre “una moribunda Constitución” que iba a impulsar las transformaciones democráticas necesarias para obtener una Carta Magna “adecuada a los nuevos tiempos”.

La identificación de Hugo Chávez con líderes de la historia de Venezuela también sería parte de la celebración de Febrero Rebelde.

 

Natalicio de Ezequiel Zamora: Cada 1° de febrero se celebra el nacimiento de uno de los líderes militares de la Guerra Federal, Ezequiel Zamora, quien propugnaba la reforma agraria a favor de las clases campesinas.

Natalicio del mariscal Antonio José Sucre: Cada 3 de febrero se celebra el nacimiento de uno de los protagonistas de la independencia latinoamericana, el Gran Mariscal de Ayacucho, quien destacó por su participación en numerosas victorias en los campos de batalla.

De un Febrero Rebelde ostentoso a una discreta celebración

En los tiempos de Hugo Chávez y gracias a la bonanza petrolera, las celebraciones del Febrero Rebelde eran ostentosas: desfiles y cierres de avenidas marcaban la agenda.

En 2015, Nicolás Maduro se refirió a febrero como un mes histórico, rebelde y revolucionario en un intento de rememorar las celebraciones de su antecesor; sin embargo, en los últimos años los festejos han decaído hasta llegar a un discreto feriado municipal, este jueves 27, para conmemorar un estallido social en el que el chavismo no fue protagonista.

Fuente: El Pitazo

Asdrúbal Aguiar Nov 30, 2019 | Actualizado hace 3 semanas

Sacudirle a Venezuela la cultura caudillista, la del capataz político, costó mucho a la democracia, entre 1959 y 1999. Deja, sin embargo, resabios, en las cúpulas del partidismo, tanto que resucita al apenas iniciarse el siglo XXI, pero con una desviación perversa.

El general Juan Vicente Gómez, andino y acotado, cuya impronta como déspota de un gobierno de letrados marca la primera mitad de nuestro pasado siglo, hecha los dientes mirando a las montañas. Mira hacia el cielo y sabe de límites, como el permanecer en el poder hasta que Dios mande. Pero respeta, por ende, los sacramentos, las formas de urbanidad, las reglas que curan contra el caos social y aseguran la amistad civil.

No se muda de Caracas a Maracay sin antes asegurarse que se ha reformado, para ello, a la Constitución. Y al concluir cada mandato no permanece siquiera un minuto más en el ejercicio del poder. Lo traslada al presidente de la Corte Federal o al del Consejo de Gobierno, mientras sale por una puerta e ingresar por la otra para juramentarse.

Ese andamiaje de ataduras o acotamientos ha saltado por los aires. Su disolución actual ocurre a la luz del día, más por la jactancia de ensoberbecidos que por deberes de transparencia; pues hasta se forjan fraudes a la legalidad o se falsifican documentos a conveniencia, como el de la muerte de Hugo Chávez o los que expide como baratijas la inefable Sala Inconstitucional.

El poder se ejerce a trompicones, en abierta colusión con la ilegalidad y la indecencia. Modela conductas y mentes bajo clara inspiración cubana, a lo largo de las últimas dos décadas. Aplana, incluso, la sobriedad característica de nuestra tradición caudillista.

 

¿A cuenta de qué viene esta perorata?

Leo recién la carta de despido de nuestro embajador en Colombia, Humberto Calderón Berti, hombre de Estado y reconocida trayectoria. En el pasado maneja con probidad y experticia al país petrolero que somos, y hasta preside a la OPEP. Su adversario político, Carlos Andrés Pérez, incluso le nombra Canciller de la República para atenuar la crisis democrática que se lo engulle.

La remoción de un diplomático es normal en el oficio, si se sabe hacer y con tacto. Ninguna relación hace con los cambios rutinarios de la burocracia. Me deja estupefacto, así, la razón que se alega en el caso de Calderón: el cambio de la política exterior por el encargado presidencial. Obvia, el redactor de tan insólita carta, que tal política es de Estado y no de gobierno, es de base constitucional y esencia permanentes. Es inmodificable, salvo en sus énfasis, exceptuándose al régimen usurpador de Nicolás Maduro.

Mal cabe el argumento obsecuente que algún parlamentario avanza, para decir que en democracia no hay empleos públicos por derecho, como lo pretendiera Evo Morales en Bolivia. ¡Y es que obvia el mal ejemplo de sus pares, atornillados como propietarios de partidos – piezas de museo – desde hace dos décadas y algo más, en algunos casos! Son los resabios a los que aludo, matizados por la ruptura corriente de los cánones para la convivencia sana y el respeto ajeno.

Lo ocurrido con Calderón es muy serio, salvo para los narcisistas digitales. Se ha comprometido a la nación y al prestigio del mismo gobierno parlamentario de Juan Guaidó. Trastorna los esfuerzos para la solución de la tragedia que lleva a cuestas Venezuela. No se midieron las incidencias sobre el gobierno ante el cual estaba acreditado, Colombia, que al paso sufre de manera gravosa al clan narco-criminal que tiene como vecino.

 

Cuando se decide nombrar a un embajador, no se olvide esto, antes de hacerlo el gobierno que le acredita consulta al gobierno de destino, al que le envía los antecedentes del candidato. Ha de ser aceptado por éste y de allí que se le dé o no el plácet. Su remoción concita, inevitablemente, iguales efectos bilaterales que han de cuidarse.

Pero vuelvo al principio, al desenfado en los modos que, si bien es propio de la fluidez dentro del llamado ecosistema imperante, no puede llegar a tanto como lanzar sobre la ruleta a los asuntos vitales del Estado; sobre todo si se admite que el cese de la usurpación planteada en Venezuela ha de implicar un cambio de mentalidad, no una simple modificación de políticas públicas o de titularidades de cargos que se asignan a discreción de un conciliábulo clientelar.

En mi larga proximidad al espinoso mundo de la diplomacia, durante cuatro décadas de enseñanza y varios años de servicio exterior e internacional, dos aprendizajes me acompañaron. Los dejo a beneficio de inventario. No son consejos, pues no los doy a quien no me los pide.

El país perdió y vio achatado su territorio, o sufre de agresiones por potencias extranjeras, más por los desplantes y la falta de sensatez de algunos de nuestros gobernantes, sobre todo de los parlamentarios, que por obra de nuestras debilidades nacionales.

 

Desde cuando puse mi primer pie en la Casa Amarilla – era un estudiante menor de edad – y voy al encuentro del canciller de Venezuela, Ignacio Iribarren Borges, firmante del Acuerdo de Ginebra que destruyen los errores a mansalva del chavismo, entendí el compás del ambiente y de sus procederes casi vaticanos. Tanto que, en 1979, el presidente Luis Herrera, metafóricamente me los explica cuando ejerzo como Vicecanciller provisional de otro gran veterano, José Alberto Zambrano Velazco: “La política exterior, querido Asdrúbal, no da votos, los quita todos cuando se yerra o se la hace depender de los enconos”.

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La hora de la madurez, por Asdrúbal Aguiar

ESCRIBO A MENUDO SOBRE la destrucción de la república y la ruptura del tejido de la nación en Venezuela, resumiendo su circunstancia. Y destaco su urgencia de patria, “donde el pueblo es libre como debe serlo”, diría Miguel J. Sanz, uno de nuestros padres fundadores.

Agrego hoy que no muere la soberanía, fuente de la democracia y su legitimidad, cuando sus diputados son secuestrados; pues soberano es el pueblo, incluso hecho hilachas. Mientras resuene la voz de algún venezolano, adentro o afuera, como hijo de la patria lo que “le toca es ser propicio a ella”.

En 1810, a falta de Fernando VII y dada su traición nos dimos una Junta. Al caer la Primera República, traicionado Francisco de Miranda por los suyos, la empresa de la independencia no cede. Y cuando las espadas de la libertad pretenden conservar el poder a costa de nuestra libertad, José Antonio Páez nos da una república. La dibujan, por su encargo, los representantes del pueblo, los ilustrados sin armas. A las armas les exige respetar a la soberanía, al propio pueblo.

En ese ese ir y venir, como es propio de la historia humana y consecuencia de sus miserias, salvo para quienes la reducen a causas y efectos, nos hemos movido los venezolanos a lo largo de los años.

Nuestra república civil se inaugura mediante un pacto tácito con el mundo militar. En el trabajan con denuedo, primero, en 1958, el presidente y profesor Edgar Sanabria, quien sucede a la cabeza de la Junta de Gobierno al almirante Wolfgang Larrazábal. Luego, Ramón J. Velásquez, secretario del presidente Rómulo Betancourt desde 1959, pues este es refractario a los militares por el desenlace de los sucesos del 18 de octubre de 1945.

Velásquez logra le apoyen y le ayuda la circunstancia, la ocupación preferente de los hombres de armas en la defensa del país ante la agresión armada de los cubanos. Y llegada la pacificación, venidos los perdones y las amnistías, que los inaugura Raúl Leoni y concluye como esfuerzo Rafael Caldera, a partir de 1969, el desafío es ingente: ¿Qué hacer con los militares, para bien y para mal nuestros árbitros históricos, en tiempos de ruptura institucional?

Se les ocupa, así, en su formación democrática e incorpora al desarrollo nacional, como lo prescribe la Constitución de 1961. Se les hace universitarios, se les facilitan los grados y posgrados en las universidades civiles, incluidas las extranjeras. Hasta se les cruza en su formación, como paso previo al generalato, con el mundo civil y empresarial, en el ámbito de los Altos Estudios.

La fractura que sufre el mundo militar en 1992 no es, pues, peccata minuta. Que sean más de seiscientos los oficiales superiores y subalternos “universitarios” quienes la provocan, representa un grave traspiés para la nación, dada su historia.

Eso lo entiende a cabalidad Carlos Andrés Pérez. Luego de evaluar a fondo el asunto se empeña en la reunificación afectiva y efectiva de los militares, a contrapelo de algunos de sus colaboradores civiles. Decide la política de perdones e inicia los célebres sobreseimientos. Dicta decretos y restablece su comando alrededor del mundo castrense. Pudo alzarse y no lo hizo, por ser un demócrata cabal. Paradójicamente, lo tumban los civiles.

Velásquez, que viene de atrás, que conoce bien y en sus entrañas nuestro dilema existencial, sostiene el proceso pacificador y los sobreseimientos. Los faltantes se los pasa a Rafael Caldera, advirtiéndole del otro golpe que, no obstante, cocina ahora el Alto Mando. Y con firmeza y sin desplantes este alcanza a revertirlo – es parte junto a Betancourt de la escuela de Puntofijo – y se gana, inevitablemente, el odio de los relegados. La república se sostiene.

Caldera cierra la política de pacificación – prometida por los candidatos que compiten junto a él y debatida por el Congreso electo de 1993 – con un detalle que lo separa de sus antecesores: A los comandantes del 4F les quita el uniforme y les aleja del comando militar.

Siendo el presidente más débil de la democracia, atrapado por el vendaval de la crisis financiera venida de atrás, tampoco lo tumban los militares. Pérez, Velásquez y Caldera, cumplen, como estadistas, con Venezuela.

¿Que eran árbitros los militares? Sí, desde siempre. ¿Qué fue el precio que nos impuso Simón Bolívar desde 1819? Es una verdad como la catedral. Tanto que, para designar a Velásquez como presidente provisional, una vez salido Pérez, los diputados los consultan. Aquellos rechazan el nombre de Carlos Delgado Chapellín. El diálogo entre el poder civil y Fuerte Tiuna es, como antes, la constante.

Faltaría explicar lo que sólo puede entenderse leyendo a J.B. Vico: “il corso e ricorso” de la historia, que es elíptica, a saber, que son los civiles y sus élites los que ungen a un exmilitar como candidato – en las encuestas el último hasta febrero de 1998 – y es el pueblo mayoritario, en ejercicio de su soberanía, que no le pertenece a ningún gobernante ni le da licencia para escoger a sucesores, quien lo hace mandatario.

La cuestión es que el arbitraje de los militares los ha llevado hasta el secuestro actual de la soberanía. Y lo crucial es saber cómo se forja un diálogo leal y creíble entre los universitarios de uniforme y los del parlamento, para restablecer los equilibrios perdidos. Las amnistías de éstos ya no les bastan como en el pasado.

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Diario2001 Feb 27, 2019 | Actualizado hace 5 años
El Caracazo llega a 30 años sin culpables

EL AUMENTO DEL PRECIO DE LA GASOLINA A 2,75 BOLÍVARES la de alto octanaje el día anterior, fue el detonante. El programa de medidas macroeconómicas llamado el paquetazo, anunciado por el presidente Carlos Andrés Pérez 11 días antes, desató el 27 de febrero de 1989 la masacre de civiles que hoy, 30 años más tarde, sigue mostrando la más cruel morosidad del Estado: Aún no se determina el número real de asesinados ni la identidad de muchos de ellos ni a los responsables.

La lista oficial de muertos es aún de 276 fallecidos aunque los hechos apuntaron a más de 1.500, ocurridos en buena parte durante los días 28 de febrero y 1 de marzo en pleno toque de queda. Los disparos indiscriminados se enseñaron contra zonas populares residenciales como El Valle, Antímano y Petare.

«Este es uno de los casos en América Latina que mayor cantidad de tiempo ha tardado en tener el gesto humanitario de identificar los restos de víctimas encontrados en fosas clandestinas y entregarla a sus familiares”, afirma la abogada Liliana Ortega, fundadora de la Comité de Familiares de Víctimas del Caracazo.

Lo sabe Maritza Romero Castro, hermana de Fidel Orlando, un obrero de la construcción de 24 años de edad, quien recibió un tiro de FAL en el estómago cuando se encontraba cerca de su casa, en Baruta, el 27 de febrero en la tarde. A pesar de que fue llevado por familiares al hospital Pérez de León y luego a la morgue de Bello Monte, tres días después, para la autopsia de rigor, su cuerpo fue lanzado a La Peste y sus restos siguen sin aparecer.

“Cuando llegamos a la morgue mi otro hermano entró y vio tres pilas de cadáveres; pudo identificar a Fidel y lo colocó en la mesa de autopsia para que se la hicieran y poder llevarlo a la funeraria que ya habíamos pagado. El funcionario nos dijo que lo enviarían allá en la noche, pero el cadáver nunca llegó. Cuando regresamos a la medicatura en la mañana siguiente para ver qué había pasado, el médico nos dijo que se lo habían llevado al Cementerio del Sur. Y vimos que no éramos los únicos que reclamábamos”, relata Romero, una de las fundadoras de Cofavic.

30 años de angustia 

Transcurridos 30 años, ella sigue exigiendo la justicia interna que no consiguió. Durante un año, la hermana de Fidel junto a otros familiares de víctimas del Caracazo durmió en La Peste para vigilar que no movieran los restos humanos. “Mi mamá que entonces tenía 87 años de edad se encadenó en Miraflores. “Sacaron 68 cadáveres pero solo identificaron 3;  mi hermano quedó en el nicho».

Lo único que, según dice, lograron en ese entonces fue la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en 2002, que ordenó la indemnización de más de 120 familiares de víctimas que correspondían a 44 casos; pero no la recuperación del cuerpo de Fidel “y allí siguen”.

En 2016, la fiscal general Luisa Ortega Díaz, junto con una comisión multidisciplinaria, exhumó los restos que quedaban en La Peste. “Fue una parodia que además se hizo a espaldas de los familiares, de Cofavic. Los cadáveres se los llevaron, no fueron identificados y se perdieron. Hoy día no sabemos dónde están”, asegura Romero, quien recuerda que la fiscal María Cristina Vispo, líder del equipo del Ministerio Público asignado, la conminaba a “dejar del dolor de una vez” y a hacerse la prueba de ADN. “Le dije que no hasta que no llegaran los peritos internacionales”.

Tampoco en 30 años ha tenido acceso al expediente que reposa en el tribunal 13 de juicio, el cual no ha iniciado el enjuiciamiento de los acusados Ítalo del Valle Alliegro, exministro de la Defensa; Luis Fuentes Serra, ex segundo comandante de la PM; Virgilio Ávila Vivas, exgobernador de Caracas (fallecido); y Freddy  Maya Cardona, ex jefe del comando regional No. 5  de la GN

«En el caso del Caracazo no ha habido un solo tribunal venezolano que haya dictado sentencia definitiva sobre los hechos», señala Ortega, quien sostiene que el suceso no pasa. «Tiene vigencia por las demandas sociales y por la crisis de derechos humanos que aún existe. También sigue pendiente la modificación de toda la normativa interna que permitió que ocurrieran los hechos del Caracazo: desde el plan Ávila hasta el uso desproporcionado de la fuerza pública, indica Ortega. «La violencia policial y militar excesiva la vimos en el 2014, en el 2017 y ahora en 2019, por lo que este tema sigue siendo de preocupación en la agenda de DDHH”.

«Me siento defraudada, hoy no sabemos dónde llevar una flor», dijo la hermana de Fidel quien junto a otros parientes acudirán a la misa en la Iglesia Candelaria, a las 10:00 am, que cada año se realiza para orar por todas las víctimas.

Violencia sin parangón

Ninguna de las protestas  con fallecidos y heridos que dejó la represión policial en 2014 y 2017  tiene similitud alguna con el Caracazo, afirma la defensora de derechos humanos Liliana Ortega.  “No son comparables y son muchísimas las razones”.  Las enumera:

1.- La primera y la más destacable es los crímenes ocurrieron en momentos distintos. La violencia del 27F fue durante la suspensión de garantías constitucionales, y las otras no.

2.- Ese día la mayoría de las muertes se dieron cuando las protestas estaban cesando, es decir, después de los saqueos, y no durante las manifestaciones como las posteriores.

3.- Gran parte de los disparos de balas de fusiles automáticos livianos, por parte de militares y policías durante el Caracazo, fueron indiscriminados contra zonas  de residencia como El Valle, Antímano, Petare.

4.- Los crímenes ocurrieron no solo el 27F sino también los días 28F y 1 de marzo.

5.- En el Caracazo no  se observó pérdida de credibilidad en las instituciones del sistema de justicia, como ahora.

6.- La mayoría de familiares de las victimas del 27F fueron funcionarios públicos que formularon sus denuncias ante la Fiscalía e inclusive las hicieron públicas, sin ocultar sus rostros ni nombres,  a través de los medios de comunicación. “Los niveles actuales de hostigamiento no se vieron en aquellos días”.

7.- La impunidad y la opacidad de la información sobre la violencia se han agudizado en los últimos años.

Hubiese preferido otra muerte … por Orlando Viera-Blanco

 

“Como no soy un acumulador de resentimientos, no supuse que todos actuábamos así y que las diferencias y los duelos políticos nunca serían duelos a muerte. Supuse que la política venezolana se había civilizado y que el rencor y los odios personales no determinarían su curso. ¡Me equivoqué!…”

El 4 mayo DE 1993–hace 25 años-la CSJ decidió el ante juicio de mérito de CAP, Jefe de Estado. La ponencia estuvo a cargo del Magistrado Gonzalo Rodríguez Corro. 9 magistrados votaron a favor y 6 salvaron sus votos. Una condena que no sólo sentenció a Pérez sino al país entero. Una conjura impulsada por “los notables”, desde cuyo pedestal-puro y moralista-ellos o sus vástagos aun pretenden dar lecciones de ética y política. Cuánta hostilidad, reconcomio y arrogancia comportó la salida de Pérez. Aun flota. Aun la padecemos.

La denuncia fue hecha por José Vicente Rangel. El 11 de Marzo de 1993, el Fiscal General Ramón Escovar Salóm solicitó el ante juicio de mérito ante la CSJ. La solicitud también incluía a los ex ministros Alejandro Izaguirre y Reinaldo Figueredo Planchart y a otros funcionarios. Dos días después un grupo de notables respaldaron al Fiscal General. Caldera a la cabeza. Uslar en la retaguardia y toda una rebelión de náufragos (Dixit Mirtha Rivero), que jamás le perdonaron a Pérez ser presidente dos veces.

 

CALDERA Y SU CHIRIPERO

El cuadro político era otro. Caldera se hizo candidato del MAS y otras organizaciones que adoptaron el mote: “EL CHIRIPERO”. COPEI se dividió y nace “CONVERGENCIA”. Osvaldo Álvarez Paz derrota la maquinaria de Eduardo Fernández y se alza con la denominación copeyana. Claudio Fermín se impuso al caudillo Alfaro Ucero, derrotando a su candidato Carnero Lauría como aspirante por AD, y Andrés Velásquez de la CAUSA R, sorprendía como fenómeno electoral. El presidente del Senado Octavio Lepage cubrió el interinato por un mes, al tiempo que el Congreso Nacional elegía como presidente provisional al historiador Ramón J. Velásquez. La noche del 20 de Mayo Pérez se dirige al país y lanza su presagio: “Hubiese preferido otra muerte”, y concluyó: “(…)quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo no tengan motivos para arrepentirse”.

Caldera asumió el poder tras su victoria electoral en Diciembre de 1993. Más tarde sobreseía a Hugo Chávez Frías de su leva de armas. Se cerraba el ciclo de la conjura política de mayor envergadura de la era democrática, mordida de poder que nos conduciría como un tren desenfrenado a los tiempos de mayor crispación social, política y económica que haya conocido la república. Tiempos de tempestades anunciados por Pérez como el peor retroceso histórico desde nuestra gesta de independencia. Una involución republicana nacida de una profunda mezquindad e inmadurez política que hoy pagamos todos con el precio de la devastación indiscriminada.

Vale decir que a partir de este antecedente, le queda muy grande muchos notables-de antes y de ahora- acusar a las nuevas generaciones políticas de colaboracionismo y traición.

LA HUMILDAD. LECCIÓN NO APRENDIDA

 

El antejuicio de mérito de CAP sin duda significó el precedente inmediato perverso que abonó el camino a la llegada de Hugo Chávez Frías. Pérez lo advirtió… ‘De ganar Chávez Venezuela entrará a una dictadura violenta, de asesinos y facinerosos de la cual será muy difícil salir.’ Palabras proféticas por apocalípticas pero además devastadoras de cara al conocimiento que tenía Pérez de todos los entornos minados de inquina y sed de venganza. No sólo de una izquierda trasnochada, sino peor, de  “colinas y  tepuyes”  indigestos. Y esta falta de nobleza y humildad en el entendimiento del poder y la política es la que nos mantiene como perro que se muerde la cola en un laberinto de miseria, sangre y anarquía.

Pérez predijo, cito: “Como no soy un acumulador de resentimientos, me equivoqué al suponer que todos actuábamos así y que las diferencias y los duelos políticos nunca serían duelos a muerte. Supuse que la política venezolana se había civilizado y que el rencor y los odios personales no determinarían su curso. Me equivoqué.” No hay que ser un letrado para concluir que nada hemos aprendido de esta lección de quiebre y fracturas históricas provocadas porduelos políticos a muerte como sentenció Pérez. Y como extirpe marca por la huella perenne de la irreverencia y la intemperancia, seguimos patinando en esta historia de miserables y desplazados que se repite una y otra vez desde arriba hasta abajo, hoy día en todos los sectores.

NI VENCIDO NI DERROTADO.

Así se despidió Pérez desde Miraflores, al abandonar el cargo de Jefe de Estado en Mayo de 1993. Un mensaje corto pero contundente y reflexivo: “pido a mis compatriotas que entiendan estas reflexiones no como expresión nostálgica o dolida de quien se siente vencido o derrotado. Mis palabras son una convocatoria a la reflexión de mis compatriotas sobre los duros tiempos que nos esperan… ojalá que nos sirva la lección de esta crisis. Que se inicie una rectificación nacional de las conductas que nos precipitan a impredecibles situaciones de consecuencias dramáticas para la economía del país y para la propia vigencia de la democracia que tanto sacrificio ha costado a nuestro pueblo”.

Lamentablemente no hemos reflexionado ni rectificado nada de nada. Las alegóricas penurias que alertó Pérez llegaron para quedarse. Pues nada. Parafraseando su prédica al tiempo de su caída:  “Venezuela toda hubiese preferido otra muerte”

@ovierablanco

Democracia enferma de odios, por Asdrúbal Aguiar

La renuncia de Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia del Perú, dado el nuevo cerco que le tiende su Congreso para destituirlo, debe leerse a la luz de lo que afirma en su discurso de toma de posesión su vicepresidente, Martín Vizcarra: “Lo que ha sucedido debe marcar el punto final de una política de odio y confrontación, que no ha hecho otra cosa que perjudicar al país”.

Tres hechos destacan y habrán de valorarse sobre este desenlace que pondrá a prueba a la democracia moral en ese muy querido país: Uno es el perdón que le otorga PPK al expresidente Alberto Fujimori, luego de purgar 10 años de cárcel y ser pionero del vaciamiento que sufren las democracias de la región al apenas inaugurarse el siglo XXI; lo que da lugar, en 2001, a la adopción de la Carta Democrática Interamericana. El otro, la prohibición de asistir a la Cumbre de las Américas impuesta por PPK a Nicolás Maduro, dictador venezolano quien tira a la basura los estándares de toda democracia decente. El último, muy pedagógico, la misma renuncia, en un contexto de gobernantes y políticos que no creen en la alternabilidad.

Más allá de lo cierto o no de las acusaciones que se le hacen a PPK, una víctima más de la cadena de corrupción global que instaura la empresa brasileña Odebrecht de manos del patrón del Foro de Sao Paolo y propulsor del socialismo del siglo XXI, Lula Da Silva – a punto de su condena – lo cierto es que se trata de hechos anteriores a su elección, o que involucran a terceros que lo apoyan.

El pueblo peruano, no obstante, le elige su gobernante. ¿Desconocía acaso esos antecedentes que abochornan a sus congresistas? ¿Los omitieron éstos como debate necesario durante la campaña electoral, incurriendo en grave corrupción y atentando contra la transparencia?

La experiencia de PPK trae al caso la que sufriera Carlos Andrés Pérez en Venezuela, a finales del siglo XX. Fue expulsado del poder a través de mecanismos “constitucionales” – ¿desviándoselos y en fraude? – por haber usado dineros de los gastos secretos del Estado a fin de apuntalar la democracia nicaragüense. En lo sustantivo, el hecho apenas sirvió para provocar la ruptura abrupta en la continuidad de un quinquenio constitucional por terminarse, empujando al país hacia la inestabilidad y sucediéndole, más tarde, el lodo putrefacto en que ahora se encuentra.

El mesianismo y el argumento a mano de de la lucha contra la corrupción derivan, como se constata, en un “sistema” perverso, en una asociación criminal narcoterrorista que empuja a la corrupción hasta el paroxismo. Lo que es peor, el comportamiento cínico de Maduro, no se ha hecho esperar. Ataca a PPK y celebra su renuncia, siendo uno de los mayores beneficiarios de la Odebrecht.

En ese flujo y reflujo de la corrupción, que al ser política es de la ciudad y también del entorno social que la forma, parece llegada la hora de poner la cuestión sobre la mesa e interpelar a los políticos y también a la misma sociedad.  Son los ciudadanos de a pie quienes eligen a esos presidentes tachados por la corrupción, y son sus representantes quienes los destituyen, de ordinario cuando se desatan las pasiones, mengua la utilidad, mientras no aparezca otro gendarme, como Hugo Chávez.

En Perú no se salva ninguno, como parece. Fujimori asume su gobierno luego del nido de corrupción que representaría el mandato de Alan García. Y a Fujimori – excepción del honorable presidente de la transición que fuera el fallecido Valentín Paniagua – le suceden Alejandro Toledo y Ollanta Humala, arquetipos de la insurgencia indígena, en aceras opuestas, tragados por el ostracismo.

La solución chavista y revolucionaria, en su día, fue proscribir constitucionalmente el financiamiento de los partidos. Y el pueblo lo aplaudió: ¡Que se vayan todos! Al cabo, sobrevive sólo el movimiento político que apoya hoy a la dictadura; que de tanto en tanto comparte pequeñas canonjías para asegurarse su total y corruptor dominio.

El tema es grueso y complejo, por lo visto.

Francisco de Mirada, pide ayuda a los banqueros británicos para emanciparnos. De otra forma no lo hubiese intentado. Simón Bolívar, durante su tragedia previa a la muerte, acude a su banquero para que le auxilie y vivir con decoro su posición de expresidente. José Antonio Páez, opta por cogerse al país, lo hace el botín de sus soldados. Y, salvando las distancias, Chávez se alimenta, viniendo de la inopia, con los dineros de la banca española; para no señalar los del establishment de Washington o los que le enviaran libios e iraquíes, en 1998.

La reflexión, aun así, exige deponer los odios, como lo propone el nuevo presidente peruano. En Venezuela, hacia 1964, Rómulo Betancourt esgrime que, afirmadas en la lealtad a la democracia, mantuvo estrechas relaciones con Rafael Caldera. Piensa en Venezuela, a pesar del reclamo que le hacen sus compañeros del partido AD: “Me propuse acabar con la saña cainita”, tan arraigada en la política vernácula.

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Los notables, por Orlando Viera-Blanco

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“La notabilidad seguía siendo el fantasma de caminos empedrados. Poco después del 4F/1992, un juicio amañado destituyó –como eco de peticiones notables- a Carlos Andrés Pérez …”

El 10 de agosto de 1990 un grupo de notables publicó una carta dirigida a CAP/PDR, y a los senadores y diputados al CN. Afirmaban que “Venezuela atraviesa una peligrosa situación política, económica y social, desarrollada por mecanismos en la orientación del Estado y la vida nacional desde 1958, que no corresponden a las necesidades de desarrollo económico y social, ni a los objetivos fundamentales de la reorientación política y económica que ocurre en el mundo”. Dos años después del notable emplazamiento, amaneció de golpe. ¿Notabilidad perdida? ¿Políticos detrás de los notables? ¿Notables detrás de los políticos? ¿Políticos y notables detrás de una conjura?

Los notables proponían “hacer efectiva la participación popular; lograr una economía productiva para una sociedad más libre y justa; reforma del sistema electoral (uninominal); democratización de los partidos políticos; independencia del Poder Judicial; promulgación de un cuerpo legal sustituto del actual que de forma inconexa, incompleta, y contradictoria, define y castiga los delitos de corrupción administrativa” Planteamientos acertados, muy valiosos, preñados de buenas intenciones, pero que despertaron un monstruo insaciable de venganza. Vivíamos en una sociedad partidizada donde “los notables” habían perdido influencia y afinidad con la clase política. Aquellas advertencias notables, agitarían un minotauro de mil cuernos, nada oculto en las cavernas de un Estado minado de un “peligroso bipartidismo clientelar y rentista”… Firmaron aquel manifiesto: Arturo Luis Berti, Alfredo Boulton, Miguel Ángel Burelli Rivas, María Teresa Castillo, Jacinto Convit, Tulio Chiossone, José Román Duque Sánchez, Arnoldo Gabaldón, Ignacio Iribarren, Eloy Lares Martínez, Ernesto Mayz Vallenilla, Domingo F. Maza Zavala, José Melich Orsini, Hernán Méndez Castellanos, Pastor Oropeza, Pedro A. Palma, Rafael Pizani, Carlos Guillermo Rangel, José Vicente Rangel, Alfonzo Ravard, Elías Rodríguez Azpúrua, Isbelia Sequera Segnini, José Santos Urriola, Arturo Úslar Pietri, Martín Vegas … Una declaración que sirvió de divisa para que un grupo de aventureros intentara más tarde sendos golpes de Estado, centila que nos  condujo a la era más celestina  y violenta de nuestra historia republicana.

 La notabilidad seguía siendo el fantasma de caminos empedrados. Poco después del 4F/1992, un juicio amañado destituyó-como eco de peticiones notables-a Carlos Andrés Pérez. Hoy se sabe la línea notable, política y judicial que corrió aquella sentencia desde la CSJ al CN, pasando por notables despachos blancos, verdes y de cámaras (o camarillas). La Democracia venezolana caía en un despeñadero. Caldera-político de notorias y soberbias reservas, dardos soterrados, tableros difusos y trepadas chiriperas-llega al poder con su mar de fondo, un discurso sinuoso proclamado desde el extinto CN en 1992, después del golpe de Chávez…Los notables también vestían fachas proletarias. Ahí sacaba la nariz Aristóbulo, que pronto se hizo de la Alcaldía de Caracas. Caldera-hecho presidente-sobresee a Chávez, siendo Miquelena-notable ex líder sindical-quien abona su camino a Miraflores con otro pelotón de Notables intelectuales, educadores, banqueros y religiosos que pronto el caudillo hizo polvo. Era la sombra del notable que no tolera el príncipe. ¿Ahora cuántos notables envenenados de antipolítica, vuelven a poner la expectativa de cambio radical en cien, cuando la realidad de lograrlo es cero?

Una matriz perversa, muy notable, engominada y rabiosa, ha ocupado el espacio público demonizando el voto, martillando salidas encumbradas, purgadas y épicas, donde los muertos-por cierto-no los ponen ellos. Notables que musitan la palabra traición con trepidante licencia y ligereza a la par de hacer alarde de un notable individualismo, ansioso de micrófono y figuración, que incluso glorifica la “astucia” del gobierno. ¿Quién traiciona a quien cabría preguntar? ¿Qué causa defienden propiciando la fractura de la oposición? […] ¿Qué hace una activista de DDHH atacando indiscriminadamente a la clase política de oposición, cuando en sus manos exhibe incidencias de torturas contra líderes de esa misma oposición? ¿Qué hacen grupos hacedores de matrices, arengando insurgencias armadas que no están dispuestos a encarar? ¿Qué hacen rasgándose vestiduras desde YouTube aquellos que llaman felones a líderes de oposición, cuando jamás tragaron gas del bueno? Sin duda lo que hacen es Notabilizarse. ¿Quién pierde? El pueblo…Porque los notables cuando abren las cajas de Pandora y sueltan los diablos, ya se han ido, contemplando cómodos desde sus sillones de satén, como el leviatán los devora todo, mientras ellos teclean, chillan y beben café…

 ay otros notables- al decir de Weber-que usan su sabiduría, academia y posición socioeconómica, para liderar movimientos memorables. Su conciencia está lejos de favorecer al tirano (dixit Alexandre Millerand ex presidente de la III República Francesa), siendo que en la historia de la humanidad, son ellos los que notablemente-desde agencias electorales con el pueblo en la calle-derrotaron la más elevadas pretensiones autoritarias, imperiales, gusaneras y patrioteras del hombre…

@ovierablanco

La ley del odio, por Elías Pino Iturrieta

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La frase de Chávez ante la muerte de Carlos Andrés Pérez resume una manera de expresar sentimientos destructivos destinada, por desdicha, a establecerse en la vida venezolana. Ningún hombre público del pasado había descendido hasta un ataque tan vil a un político que dejaba de estar entre nosotros, por mucho que se pudiera reclamar de sus pasos como gobernante. Quien busque en los anales de las diatribas de la política durante las horas más borrascosas del país, no topará con una expresión tan asquerosa. Quizá en lo que habitualmente se conoce como bajos fondos de la sociedad pudiera sonar la expresión soez con el propósito de atacar a un adversario, aun en el caso de que ese adversario ya no pudiera responder, pero jamás había sucedido en la tribuna para que lo escucháramos todos. “Yo no pateo perro muerto”, dijo cuando se le pidió un comentario sobre el deceso de quien fuera dos veces presidente de la República.

Pero no estamos ante un hecho aislado. Estaba en el interés de Chávez la división de la ciudadanía para llevar a cabo con mayor facilidad su objetivo de dominación. De allí que se aficionara a los improperios, a través de los cuales pretendía señalar la existencia de un género deplorable de venezolanos, los que se resistían a su hegemonía, que solo merecían el látigo de las descalificaciones groseras. No ahorró adjetivos vulgares para disminuir la valía de los líderes de la oposición, ni para atacar a la gente del pueblo que seguía sus mensajes. Fue así como nos vimos metidos en un tipo reiterado de taxonomía, ventilada hasta el desenfreno y distinguida por la acumulación de vocablos obscenos, cuyo propósito no era construir una distinta forma de vida, sino destruir la existente a golpe de mandarria. Como carecía de argumentos dignos de atención, apeló a los sentimientos primarios de los venezolanos, se dedicó a sacarlos de los intestinos de los destinatarios para generar una distancia proveniente de pulsiones elementales que, una vez salidas del organismo de cada quien y sumadas a las que expulsaban los cuerpos de los semejantes, podía funcionar como sillar de su proyecto.

Como no todo había sido felicidad en el pasado, encontró plataforma para la promoción del rencor. Los muchos desencantos creados por la democracia representativa podían convertirse en un desfile de abominaciones si se abultaban con paciencia en el laboratorio. De las promesas incumplidas se podía sacar una cosecha de aborrecimientos que apenas necesitaba de un hábil y taimado labrador. El plan fue seguido por los representantes de los altos poderes del Estado y por los activistas de la “revolución” para que la aversión como herramienta de lucha política formara parte de la cotidianidad. Por consiguiente, en épocas de paz como la que se han vivido desde 1958, apenas estorbadas por capítulos contados de violencia, jamás el odio se convirtió, como en la época presidida por Chávez, en palanca capaz de mover multitudes. Pero el odio es piedra que va y viene, cuchilla envenenada que se devuelve. Nadie lo monopoliza para que marche únicamente en la dirección proyectada por su fundador, para que solo destruya a un tipo único de individuos. Retorna, no solo porque alguien cometió el horror y el error de sacarlo de su oscura cueva, sino también porque el inventario de las fallas del pasado se puede usar en el cálculo de los delitos y los desaires del oficialismo en la actualidad. El monstruo animado y desatado por Chávez tiene reversa, para cuidado de sus promotores originarios y para desdicha de toda la sociedad. El “perro muerto” está ahora en las alturas del poder.

Habrá captado el lector que no se niega aquí la existencia de sentimientos destructivos en el seno de la población que sufre los desastres de la actual dictadura. ¿Por qué? Porque se manifiestan con frecuencia, y porque no pueden desaparecer de buenas a primeras. El odio es la herencia más pesada de Chávez debido a que lo usó para su beneficio y ahora es, en no pocos casos, resorte de los opositores a su sucesor. Solo pasará con el correr de los tiempos, si la providencia se apiada de la república del futuro. De momento, el pronóstico es negro, porque la “Ley contra el Odio”, que pretende imponer una constituyente fraudulenta para servicio de Nicolás Maduro, lo hará más parte de nosotros.

epinoiturrieta@el-nacional.com