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Runrunes de Bocaranda | De la independencia de Angola a la entrega del Esequibo (I)
La decisión de Chávez de no perseguir el disputado territorio Esequibo se enmarca en el cumplimiento de una promesa hecha por Castro a Guyana, que fue decisiva en las victorias africanas de Cuba
Fidel sabía cómo masajearle el ego a Chávez. Para eso había millone$ y además el compromiso con el fallecido presidente de Guyana, Forbes Burnham, de cumplirle la “Promesa Esequiba”. Algo que solo sabía, además de él, el canciller venezolano
El artículo, que consta de dos partes, ofrece un relato detallado de las historias entrelazadas de Cuba, Venezuela, Guyana y Angola, destacando la influencia de la ideología comunista y la dinámica personal entre Chávez y Castro. La decisión de Chávez de no perseguir el disputado territorio Esequibo se vio influida por los lazos históricos de Castro con dirigentes guyaneses

 

Este exhaustivo artículo explora y profundiza los tras bastidores históricos de la participación de Cuba en las guerras de Angola y en los vínculos ideológicos entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Comienza destacando la profunda admiración de Chávez por Castro, remontándose a su primer encuentro en La Habana y a las consecuentes decisiones políticas que siguieron.

La narración se desplaza luego a la extensa campaña militar de Castro en Angola, conocida como «Operación Carlota», apoyada por la Unión Soviética y China, que desempeñó un papel fundamental en la lucha de Angola por la independencia y tuvo repercusiones de gran alcance en el panorama político mundial.

La obra descubre también el papel crucial, aunque a menudo pasado por alto, de Guyana en el apoyo a las misiones cubanas en África, revelando cómo la decisión de Chávez de no perseguir el disputado territorio Esequibo se vio influida por los lazos históricos de Castro con dirigentes guyaneses. Esta decisión se enmarca en el cumplimiento de una promesa hecha por Castro a Guyana, que había sido decisiva en las victorias africanas de Cuba.

Además, el artículo ofrece una visión del mundo de la correspondencia bélica y la cobertura mediática durante estos tiempos tumultuosos, reflexionando sobre la evolución del periodismo de guerra y los retos a los que se enfrenta la divulgación de estas complejas historias al público mundial.

En resumen, este artículo ofrece un relato detallado de las historias entrelazadas de Cuba, Venezuela, Guyana y Angola, destacando la influencia de la ideología comunista y la dinámica personal entre líderes como Chávez y Castro en la configuración del panorama político de América Latina y África.

HUGO CHÁVEZ Y LA OBSESIÓN QUE SENTÍA POR FIDEL CASTRO

Como bien lo destaqué en el diario El Universal teniendo mi columna Runrunes dos veces por semana en ese periódico –cuando era libre y del sector privado– y luego en nuestro portal www.runrun.es en mi sección Los Runrunes de Bocaranda, detallé cómo Hugo Chávez, embelesado como nuevo presidente de Venezuela, en una reunión en La Habana (por invitación de Fidel Castro) con el presidente de Guyana Barrat Jagdeo, aceptó la petición del presidente cubano, hecha varias veces y en distintos escenarios donde se encontraron, de no reclamar más el territorio disputado en agradecimiento a Guyana por el compromiso suyo con el entonces presidente guyanés Forbes Burnham, quien “con su apoyo fue imprescindible para ganar la Guerra de Angola”. Ya Chávez sentía esa cercanía ideológica con el marxismo de Castro mucho antes de su primer encuentro con el caudillo cubano en La Habana.

Recuerdo la invitación que Castro nos hizo a un grupo de 8 periodistas a viajar a La Habana, días antes de la elección venezolana, teniendo un encuentro que duró desde las 6 de la tarde de un viernes hasta las 6 de la mañana del día siguiente. Allí enfatizaba que no tenía interés en meterse en Venezuela, dejando muy claro que admiraba a Chávez por su tesón y compromiso “con su país natal”.

Yo trabajaba para Venevisión y quien era mi jefe, Oscar Yanes, me pidió tomar el primer avión que saliera a Venezuela para llegar antes que el resto de los colegas y presentar mi recuento. Conseguí un avión vía Costa Rica y así logré la primicia de mostrar al aire parte de la conversa con Fidel. Antes presenté el “tubazo” con el audio en Unión Radio apenas llegando a Caracas. Les revelo que el caudillo cubano, cuando me quise despedir de él por la mañana, me sorprendió diciéndole a sus escoltas que él mismo conduciría un jeep para llevarme al aeropuerto. Y así lo hizo. Mi reporte lo presenté en el noticiero meridiano Lo que pasa en el mundo, apenas llegué a la estación en Colina de los Caobos.

Esa tertulia con Fidel duró toda la noche. Yo le llevé tres libros que le enviaba el colega Alberto Garrido, compañero de VV. Lo agradeció y me puso su autógrafo en el cartón de identificación mía en la mesa de la reunión. También me dio una caja de tabacos Cohiba para entregársela a mi primo Simón Alberto Consalvi, periodista, escritor y diplomático, pues “yo sé lo que le gustan”. Castro nos contó su experiencia con Chávez visitando su terruño en Sabaneta de Barinas. Admiraba que “un hombre de extracción popular asumiera el poder en un país petrolero tan importante y a pleno esfuerzo propio”. 

En una de sus “ocurrencias” se levantó de la silla y nos mostró un par de botas de cuero que le había hecho un zapatero de Sabaneta de Barinas, por encargo de Hugo, y que le habían resultado comodísimas. Igualmente nos compartió unos dulces que “se habían traído de una reunión en uno de los países europeos de la llamada Cortina de Hierro y que tenían ‘cuatro semanas en su nevera’”, pues nunca pensó que el encuentro duraría medio día y no había ordenado comida para los invitados.

En tiempos de Guerra Fría: la gran faena africana de Fidel Castro con el apoyo de la Unión Soviética y China

Comencemos por decir que para los años 1975–1991 los medios de comunicación comenzaban sus transmisiones globales vía satélite. No fue sino muchos años después de que los llamados “corresponsales de guerra” hicieron su aparición a pesar de que ya en la II Guerra Mundial, los periodistas de EE. UU. y algunos países europeos habían logrado esas transmisiones desde los campos de batalla en imágenes, no en vivo sino diferidas y grabadas en cintas de celuloide. El videotape fue posterior, nace en 1956 y es una cinta magnética.

Por ello, mucho de lo que aquí relato les parecerá demasiado lejano en el recuerdo colectivo. No había esa instantaneidad que luego conocimos. Uno de sus manifestaciones más recordadas fue la transmisión en vivo por CNN (en inglés) de la llamada Guerra del Golfo Pérsico. Yo era “ancla” en Venevisión y tuve que traducir en simultáneo al español, por 12 horas continuas, la señal que llegaba desde Irak. Menciono esto pues no estábamos acostumbrados a presenciar guerras en vivo.

Sin embargo, las próximas guerras a cubrir vendrían en transmisiones con más tecnología satelital, pero también con algo de más recato mediático ante las dramáticas escenas de dolor y muerte. Escribiendo esta nota veo en mi TV las escaramuzas de parte y parte entre judíos y palestinos que abruman y duelen.

Fidel Castro en África y su cercanía con Guyana

Esta campaña militar tuvo el seudónimo de “Operación Carlota” y fue la intervención militar cubana en el marco de la Independencia de Angola. Duró desde 1975 hasta 1991. Poco se transmitieron, ni siquiera en diferido, las diferentes situaciones que estuvieron al mando del propio Fidel. Reseño a continuación las muy variadas escaramuzas bajo el mando de Castro que pasaron cuasi desapercibidas en el mundo debido a estar localizadas en solo una parte de África y no tocar intereses más alejados en otras capitales mundiales.

EL ENCUENTRO CHÁVEZ / FIDEL

Chávez, en aquella reunión, cumplía así su objetivo desde al menos un par de décadas atrás. Fidel Castro representaba el ejemplo que quiso seguir desde que conoció las andanzas de quien fue su ídolo hasta su muerte. Su primer encuentro en La Habana con el “Caballo”, (apodo del caudillo cubano entre sus allegados de confianza), fue para él la culminación de un sueño que por años creyó imposible. El Caballo lo captó desde el primer momento. Sabía que podría pedirle lo que quisiera, tenerlo a su lado, ser su guía y ductor en el manejo de su presidencia en Venezuela y que el barinés se sentiría más agradecido que él.

Fidel, después de que Chávez lo invitó a su terruño natal, no hacía más que recordarle lo “bien que me sentí en tu casa, con tus padres y hermanos, comiendo criollo y viendo el futuro que tienes por delante”. A su vez, el presidente Hugo se creía líder, no de América Latina, sino de todo el mundo. Y Fidel sabía enfáticamente cómo masajearle su ego. Para eso había millone$ y además el compromiso con el fallecido presidente de Guyana, Forbes Burnham, de cumplirle la “Promesa Esequiba”. Algo que solo sabía, además de él, el canciller venezolano.

Runrunes de Bocaranda De la independencia de Angola a la entrega del Esequibo (I)
Fidel Castro y Forbes Burnham, 1971.

Eso permitió que unos meses más tarde “el barinés” se sintiera milmillonario con un Tesoro nacional abultado, lleno de oro por miles de kilos en el Banco Central y deseoso, con ese poder sorpresivo, de acabar con todos los vestigios de la llamada Cuarta República. No se daba cuenta de que al hacer eso indiscriminadamente estaba acabando a su vez con el país más rico del hemisferio sur.

La debacle en medio de la parranda de dinero, corrupción, negocios con constructoras transnacionales (Odebrecht entre ellas) y recién venidos (o vestidos) sin preparación alguna que se convirtieron en ricachones manejando por primera vez (y sin escrúpulos la mayoría de ellos) ingentes sumas del erario patrio. ¿Acaso la reciente purga en PDVSA no es un efecto de aquello? ¿Dónde está El Aissami y los otros mil involucrados en la milmillonaria corrupción descubierta y promocionada como una “limpieza ética”?

¿EL EGO ADORMECIDO?

Chávez se inspiró en lo que le repetía Fidel, primero a sus oídos y luego en arengas públicas: “Vas a ser admirado eternamente como el nuevo libertador de Suramérica y otras geografías”. De inmediato una veintena de dirigentes de igual número de países se le acercaron para contar con su apoyo y a su vez usufructuar préstamos baratos de Venezuela, cuya mayoría nunca fueron pagados en su totalidad.

Si acaso unas primeras cuotas y luego todo en rojo (rojito). Las pruebas abundan. Cuba, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Centroamérica, México, Guatemala y Panamá, entre otros. Hasta desde Sudáfrica pidieron esos créditos blandos. En el Caribe, no solo préstamos sino inversiones donde algunos ministros y dirigentes rojitos aún mantienen propiedades (casas y hoteles) bajo el nombre de testaferros (¿San Vicente y Las Granadinas?). La danza de los millones alcanzó hasta PDVSA, otrora una de las principales cinco empresas petroleras del mundo. (Hoy con más de mil exfuncionarios o socios de negocios acusados de robo bajo la presidencia de Tareck El Aissami, pero sin ninguna información de montos o condenas o negociados para seguir libres). Ni en los tribunales dan información al respecto.