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#EnPocasPalabras | Democracia por petróleo
Tras el permiso a Chevron, Eni y Repsol, la expansión del levantamiento de las sanciones depende de la democratización que el gobierno venezolano esté dispuesto a emprender

 

La invasión de Ucrania y la consecuente reacción de los países de Europa occidental suspendiendo gradualmente la compra de hidrocarburos a Moscú como castigo, y para liberarse de la dependencia de Rusia, han causado un fuerte aumento de los precios petroleros mundiales. Además ha cambiado el panorama energético, incluyendo las perspectivas futuras para Venezuela.

Al ablandar las sanciones a Venezuela el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha abierto de nuevo el futuro petrolero de nuestro país otorgando a las empresas Chevron de los Estados Unidos, Eni de Italia y Repsol de España el permiso de explotar sus yacimientos venezolanos y exportarlo.

Esta oferta fundamental, sin embargo, es atada a la condición de que el petróleo de la Eni y Repsol se envíe a países europeos que necesitan reemplazar los hidrocarburos rusos. Y la expansión del levantamiento dependería de la intensidad del proceso de democratización que el gobierno venezolano esté dispuesto a emprender.

En otras palabras, sería un trato de democracia por petróleo.

Los Estados Unidos, que se han establecido como mayor productor mundial de hidrocarburos, superando hasta a Arabia Saudita, no necesitan nuestro petróleo. Pero les serviría poder controlar los precios para consolidar su liderazgo y dictar condiciones que favorecen a Washington y sus aliados.

Entre los aparentes beneficios de este cambio es que Washington va a poder empujar Rusia a un lado y se entendería directamente con otros productores del Medio Oriente y África.

Hacia un millón de barriles diarios

Al asegurar esta meta, Washington también volvería a jugar un papel importante dentro de la esfera política del Caribe, Centro y Sur América, donde ha perdido influencia debido a su negligencia en los últimos decenios.

Este acercamiento ha caído inicialmente muy bien en el entorno del gobierno venezolano. De hecho, Washington reconoce a Nicolas Maduro como jefe de Estado sin volver a cuestionar cómo ha renovado su cargo de presidente.

Miraflores no está muy de acuerdo con el reconocimiento que Biden sigue dándole a Juan Guaidó. Pero parece haber aceptado la razón de que Washington no quiere ser la autoridad que decida la legitimidad de los dos.

Tal como subraya el experto petrolero venezolano Rafael Gallegos, miembro del equipo que al principio del siglo llevó a la empresa estatal PDVSA a su gran auge, la propuesta de Biden permitiría a Venezuela recuperar gradualmente su potencial productivo. Y, de paso, solucionar gran parte de sus problemas económicos.

Para empezar, Gallegos estima que el Estado venezolano debe apuntalar este proceso inyectando de 2 a 3 millardos de dólares de aquí a fin de año; ello mantendría estable el precio del dólar y evitaría una hiperinflación. Según su cálculo, el levantamiento inicial de las sanciones permitiría que la producción petrolera alcance el millón de barriles diarios dentro del plazo de un año.

Es obvio que otros potenciales acuerdos con países como Turquía, Argelia e Irán, que Maduro tanto publicita, no prometen mayores resultados; son más que todo para dar la impresión que Venezuela no cuenta solamente con Estados Unidos y Europa.

Los subsiguientes acuerdos dependen de las medidas que tome el gobierno para mejorar la seguridad jurídica, casi inexistente para inversionistas extranjeros. Así como de su disposición para garantizar elecciones libres en un próximo futuro.

¿Capitalismo autocrático?

En general, dentro de los círculos económicos y de la oposición del país, no existe mucho optimismo. Se considera que lo mejor que puede esperarse de esta apertura con los Estados Unidos es el abandono del presunto ideal del “socialismo del siglo XXI” y la adopción de un capitalismo autocrático. Se tiene la esperanza de que esta medida intermedia sea aceptada tanto de parte de “los ángeles” como por “el diablo”.

Esto es equivalente a ubicar a Venezuela en el limbo de esos países cuyos gobernantes quieren mantenerse en el poder por muchos años, vivir una vida privilegiada y amasar riquezas; no importe que a mala pena logren que los reconozcan como líderes de “dictasuaves” en lugar de dictaduras.

Los expertos alegan que bien otros resultados se podrían esperar si el país volviera a un sistema más democrático y se dedicara a sacarle el mejor provecho no solamente a la industria petrolera, sino también a los tantos recursos que ofrece el Arco Minero, explotado actualmente por todo tipo de grupos irregulares.

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