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Esas largas notas de voz de vos, por Reuben Morales

TODOS TENEMOS UN AMIGO especializado en enviarnos notas de voz de Whatsapp que duran algo así como 5:46. Fenómeno ante el cual, la Organización Mundial de la Salud debería declarar ya mismo una pandemia. De hecho, si Manuel Carreño estuviese vivo, ya hubiese incluido en su “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras”: “Una nota de voz de Whatsapp no debe exceder el minuto”. Pues estemos claros: si duran 0:59, son como una prenda de ropa a 9,99. Obviamente cuesta 10, pero uno igual cae en el truquito mental y la compra.

Sin embargo, le ayudaremos a combatir este horrible mal ante el cual, aún, no se puede escapar como en YouTube; donde puedes acelerar la velocidad del video y verlo en la mitad del tiempo. ¿Cuándo Whatsapp creará algo similar? Por ello, le brindaremos estrategias para saber cómo lidiar con esas notas de voz que duran algo así como 5:46.

Lo primero es saber identificar cuándo viene una. Si usted toma su teléfono y observa que un contacto de su Whatsapp dice “Grabando audio… Grabando audio… Grabando audio”, ¡prepárese! Se viene el equivalente a una cadena de Chávez condensada en una sola nota.

Cuando llegue la grabación, que en efecto dura 5:46, no se estrese. El segundo paso es saber a qué se debe la duración. Por un lado, es porque seguramente abundan muchos “eeehhh” y “aaaahh” de la persona divagando entre ideas. Si no es eso, es la persona subestimándole y repitiéndole la misma información varias veces y de forma distinta, como: “Entonces ya sabes: cuando llegues, me llamas. Necesito me eches un ring apenas estés allí. Eso es bajándote del carro y llamándome”.

Como tercero, juegue a lo siguiente: imagine que su amigo tiene un podcast y ése es el nuevo episodio. Si no, piense mal y asuma que su amigo tiene una alianza secreta con los malandros de la zona y justo planificó inmovilizarlo por 5:46 minutos para que puedan robarlo fácilmente.

Cuarto: prepare bien la ocasión. Antes de oír esos 5:46, sírvase un trago, abra una bolsa de maní y siéntese en una silla cómoda. Llegó el momento de escuchar la nota. Con cada segundo escuchado, sabemos que usted morirá lentamente por dentro. De hecho, aprovechamos para pedirle a esos científicos expertos en saber cuánto tiempo de vida quita un cigarrillo, averiguar cuántos días de vida pierde uno por cada nota de voz larga escuchada en Whatsapp.

Para terminar, como usted desea vivir plenamente sin malgastar su precioso tiempo, entonces preste atención a este gran consejo de vida que lo vacunará de toda nota de voz larga en whatsapp. Le va a dar “play” a la nota de voz. A su amigo le llegará el respectivo doble “check” azul de que la está escuchando. Inmediatamente deténgala. Ahora grabe una nota de voz diciéndole a su amigo: “Pana, disculpa, por alguna razón tu nota de voz no se escucha nada. Salen esos 5 minutos 46, en silencio. ¿Me la puedes volver a grabar?”. Repita cuantas veces sea necesario y listo. ¡Adiós amigo especializado en enviarnos notas de voz de Whatsapp que duran algo así como 5:46!

 

@ReubenMoralesYa

Chequéamelo ganó el Hackatón de Fact Checking

CHEQUÉAMELO, UNA PLATAFORMA ALOJADA EN LA NUBE que ayudará a los periodistas a gestionar mensajes verificados, fue el ganador del Hackatón de Fact Checking que se realizó este fin de semana en la Academia Wayra, en Caracas.

El evento fue una iniciativa de la alianza de medios Runrun.es, Tal Cual y El Pitazo, organizado por SDI Consultores y Chicas Poderosas Venezuela, bajo el patrocinio de la Embajada Británica.

La solución tecnológica galardonada permitirá a los medios de comunicación venezolanos que deseen suscribirse, recibir mensajes virales que envíe la ciudadanía vía redes sociales, SMS y Whatsapp y, una vez que los verifiquen, calificarlos y reenviarlos a los usuarios por los canales que ingresaron al sistema.

El equipo ganador está integrado por los periodistas Vanessa Moreno, Jeanfreddy Gutiérrez, Shari Avendaño, Yorman Guerrero, la diseñadora Gina Domingos, el desarrollador Carlos Vizcaya y el estudiante universitario José Alejandro Molina.

El grupo recibirá como premio un financiamiento que les permitirá terminar de desarrollar la plataforma, en un término de seis meses, hasta ponerlo en línea y al servicio de medios de comunicación y de los ciudadanos.

El jurado de este evento estuvo conformado por César Batiz, director de El Pitazo; Nelson Eduardo Bocaranda, director de Runrun.es; Víctor Amaya, editor de Tal Cual,  la diseñadora Daniela Dávila, el desarrollador José Huerta y Seymar Liscano, activista del Laboratorio Ciudadano de No Violencia Activa

De la microeconomía a influenciadores
La propuesta de Chequéamelo compitió con otros cinco proyectos, también con posibilidades de ser implementados: MaríaCheck, un bot que responde a los usuarios preguntas de microeconomía de manera automatizada y con información verificada; InfluCheck, que sirve para detectar y verificar los tuits de influenciadores que son tendencia en las redes sociales; PanasCheck, una aplicación web responsiva que permite a una red de infociudadanos y corresponsales cargar evidencias geolocalizadas sobre un contenido sospechoso; Zoom al Concejo, que es un portal web en el que se mostraría la verificación de la gestión de los concejales municipales. Por último, DobleCheck, un buscador web y un repositorio de chequeos realizados por medios venezolanos y extranjeros.

Esta iniciativa de los medios aliados será repetida este año en Maracaibo y Puerto Ordaz, con el fin de ofrecer esta posibilidad de formación a periodistas y estudiantes de las regiones. Los interesados pueden estar atentos a las redes sociales de @sdinnovación y @poderosasve

Filosofía Zen para llamadas de Whatsapp, por Reuben Morales

 

Comunicarse con un fallecido jugando a la ouija es más estable que mantener una llamada de whatsapp. Los niveles de rabia generados por estas llamadas pueden ser comparables a cuando uno está enjabonado y se va el agua. Por eso le traemos un pequeño tratado de filosofía Zen para encarar una llamada de whatsapp. Recuerde: se enfrenta a una tecnología capaz de enfurecer al mismo Dalai Lama. Por ello, cuando vaya a hacer una llamada de whatsapp, comience por tomar un té de valeriana, haga yoga y medite una hora.

 

Lo primero es imaginarse que mantendrá una conversación con un niño de 5 años. Usuario de llamada de whatsapp que se respeta, siempre pone la llamada en altavoz y habla mientras hace otra cosa. Por tanto, usted en verdad hablará con la mitad del cerebro de la otra persona.

 

Segunda recomendación: baje su nivel de exigencia al mismo nivel de cuando piensa comer en un terminal de autobuses. Va a satisfacer una necesidad corporal básica. Si usted está pensando hablar por whatsapp mientras mantiene su laptop pegada al wifi, prende la cámara para hacer videollamada y además camina por toda la casa, usted está en drogas. Es como exigirle a Maduro que hable inglés. ¿Qué cree usted? ¿Qué vive en el Halcón Milenario de Han Solo? ¿Qué está dentro del traje de Iron Man? Entienda algo: su router de internet por poco no dice “Fisher Price”.

 

Tercera sugerencia: haga su vida alrededor del router de la casa. Una llamada de whatsapp solo corre a la perfección si usted es siamés del router. ¡Y no se aleje! Si la llamada es del exterior, podría estar en juego una remesa.

 

Ahora, si usted es una persona que no puede quedarse quieta mientras habla por whatsapp, le tenemos otros tips, pues usted está a punto de entrar a la dimensión de los mosaicos auditivos.

 

En primer lugar envíele un correo electrónico a la persona a quien llamará por whatsapp. En éste escriba una lista de los temas a tocar en la llamada, el orden y la duración de las intervenciones de cada quien, cual asamblea de la ONU. Si no lo hace, llame, pero entonces siga esta otra recomendación: ¡Jamás llame a una persona que no se calla! Tratar de interrumpirla mientras habla por whatsapp generará más confusión que la ropa de Maluma. Sea sensato y llame a alguien que haga pausas cada cuanto. Déjela hablar y hablar hasta que ella misma exclame: “¿Estás ahí?”. En ese momento sabrá que es su turno.

 

Aunque hay llamadas de whatsapp peores: cuando ambas personas se están moviendo con sus respectivos celulares. Esa llamada se corta tanto, que uno termina jugando un crucigrama auditivo. Palabra que dure un segundo, vaya después de “voy a buscar el” y antes de “de zapatos”… ¡Claro!… ¡La palabra “Par”!… ¡Correcto!… ¡Voy a buscar el par de zapatos!

 

Pero no todo es culpa de uno. A veces se puede estar en medio de una llamada de whatsapp donde todo fluye de maravilla. De ésas donde uno se inspira y empieza a echar un cuento y habla… y habla… y habla… hasta que de repente suena “tu, tu, tu”… Sí… a la otra persona le entró una llamada de verdad.

 

Ese momento cuando te dejan hablando solo, es más humillante que tener sexo en medio de un racionamiento de agua, que de golpe la pongan y haya que pararse a llenar los tobos. Por ello tomas una determinación: trancas la llamada. Entonces whatsapp te presenta una encuesta: “¿Qué tal te pareció la llamada?”. Uno busca la opción que dice “&%$·&%&)(/^*?”, pero no aparece.

 

Dichos acontecimientos te obligan a retirarte de por vida del mundo de las llamadas de whatsapp. Ellas y tú no nacieron el mismo día. De ahora en adelante solo mandarás notas de voz. Por ello te envalentonas y mandas la primera. Grabas uno… dos… tres minutos… y cuando comienzas a cerrar la idea, lo peor. Entra una llamada de whatsapp y te corta la grabación. Entonces respiras… tomas un sorbo de té de valeriana… contestas la llamada… y todo vuelve a empezar.

 

@reubenmorales

 

Los grupos de Whatsapp de los entes públicos son utilizados para “invitar” a los funcionarios a votar y registrarse para dejar constancia de que participaron en los comicios presidenciales

 

@pppenaloza

 

Un funcionario de Cancillería admite que ya está harto. A las 3 de la tarde de este domingo 20 de mayo ya le había escrito el jefe, la asistente del jefe y hasta un compañero de la oficina. El mensaje que todos repetían era el siguiente: “Compatriotas, al ejercer tu voto envía un mensaje con tu número de cédula al 242839”.

¿Y qué quiere decir ese número 242839? Fácil: Chávez. El remate del oficialismo comienza en los grupos de Whatsapp de las instituciones del Estado. Espacios que se crean para compartir asuntos de trabajo y que en fechas de elecciones se convierten en un instrumento para presionar a los empleados públicos.

“Apreciados compañeros, como parte del trabajo que llevará a cabo la Sala Situacional instalada en el MPPRE (Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores) a propósito del proceso electoral del 20 de mayo, debo reportar la cantidad de votos ejercidos por parte del Despacho, de manera que mucho agradezco que una vez que ejerzan su derecho al sufragio por favor lo hagan saber por esta vía”, invitan cordialmente en otro grupo de Casa Amarilla.

La movilización no se limita a taxis, motos, buses y rústicos. La revolución echa mano de todo lo que tiene a su alcance para tratar de derrotar la abstención y garantizar la continuidad del presidente Nicolás Maduro. Partiendo de esa premisa, el carnet de la patria y el Whatsapp se ha convertido en otro vehículo para empujar a los electores hacia las urnas.

Mientras cocinaba el almuerzo de este domingo y conversaba con sus hijos, la maestra de una escuela ubicada en el oeste de Caracas recibió una exhortación similar. “¡Buenos días, compañeros! Por lineamientos de la Secretaria de Educación Distrital, las personas que voten por favor enviarme apellido y nombre, cédula de identidad y código del carnet de la patria”, le saltó desde la pantalla del celular.

En un tono más angustiante, una representante de la Fundación Programa de Alimentos Estratégicos (Fundaproal) lanzó una nota de voz que clamaba al cielo: «Camaradas, fíjense, la gerencia Consultoría Jurídica y Comunicación está completamente en cero. A esta hora, 11 de la mañana, eso es grave, eso es crítico. La gerencia Formación Liberadora, la gerencia Administración, la gerencia Operaciones están por debajo del 20%. Camaradas, situación crítica a las 11 de la mañana, ya a mediodía deberían ser irreversible los resultados, porque ya debería haber movilización suficiente, no llegamos al 24% nacional, ¡por favor!”.

El Estado Mayor Político Petrolero cumplió su palabra y comenzó a cazar posibles votantes desde temprano en Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y el Ministerio de Petróleo y Minería. Runrunes publicó este 17 de mayo un mensaje que ese comando de campaña difundió por Whatsapp a la nómina de esos organismos, donde resaltaban que registrarían la participación escaneando el carnet de la patria en el sitio https://empp.me. “Se debe masificar el link en nuestras bases trabajadoras, asumiéndolo como mecanismo de seguimiento al voto en tiempo real, a cuyo efecto cada centro electoral debe tener un personal que escanee el carnet de la patria. Del mismo modo, debe enviarse en mensaje de texto, el número de cédula  de cada trabajador, al 242839 (CHAVEZ)”, indicaban.

La funcionaria de Cancillería y la educadora no pensaban participar este domingo en las presidenciales, pero al final no descartaban acudir a las urnas para evitar represalias. Eso sí, aclaraban que ya en secreto y sin Whatsapp de por medio apoyarían al candidato opositor Henri Falcón.

Más y más arquetipos whatsappenses, por Reuben Morales

 

En el artículo anterior, titulado “Arquetipos whatsappenses”, invité a los lectores a contribuir por si encontraban más patrones de personalidad en la principal red de chateo del mundo. Los aportes fueron muy buenos. Aquí se los comparto.

 

LA TÍA: es la Deepak Chopra del whatsapp. En esto coincidieron la escritora Paula Cosentino y los lectores Suveli Martínez, Yusmery Solórzano y Eduardo Yanez. La tía manda imágenes “positivas” para animarte, fotos de la familia, oraciones católicas, chistes, vírgenes, mensajes de autoayuda y lo infaltable: Piolín deseándote los buenos días. También están las tías “corresponsales de CNN”. Siempre envían las “últimas” primicias: “Maduro cayó”, “American Airlines reparte pasajes gratis” y “Bill Gates va a repartir su fortuna” (las mismitas que circulaban por el PIN de Blackberry). La youtuber “Karla Al Cuadrado” nos recuerda: “Cuando chateas con ellas, su whatsapp siempre dice ‘escribiendo…’ (como por tres horas) y cuando finalmente llega el mensaje, es un monosilábico ‘ok’”. Lamentablemente las tías son familia, ¿no? Provoca hacerlas parte de otro arquetipo whatsappense: el bloqueado.

 

EL FANTASMA DE WHATSAPP: es quien no se manifiesta nunca en el grupo y luego pide resumen de la conversación. Así me lo hicieron saber Paula Cosentino, Ana María Mieres y Daniel Pavlovich. A pesar de ello, la amiga Tithax Haze se pronunció públicamente en mi facebook defendiendo su condición de fantasma: “Yo soy de las silentes. Me da fastidio, pero en los grupos en los que estoy no me puedo salir porque envían información del trabajo y de las clases. Lo más que escribo es ‘gracias’… ¡Ja, ja!, perdón”… Perdonada. Espero no te boten.

 

EL INTOLERANTE: es quien ante cualquier ligera controversia en un grupo de whatsapp toma la determinación más radical: se sale del grupo. Claro, después pide le sigan contando las novedades del chat. Si eso sucede, cóbrele.

 

WHATSAPPERO CON SÍNDROME DEL PULGAR FATIGADO: éste soñaba con ser locutor o policía con radio. Sus notas de voz nunca bajan del minuto. ¡Y cómo friegan la vida! Por alguna extraña razón las notas de voz no pueden escucharse mientras uno camina o maneja. No. Para oír una nota de voz debemos paralizarnos en medio de la calle hasta tanto no termine. Si usted es uno de estos whatsapperos, por favor hable claro y proyecte. Nada como pegarse al teléfono por tres minutos para deducir sus susurros y después terminar con un piercing de celular en el pabellón de la oreja. Por cierto, la lectora Betty de Castro nos recuerda: si este whatsappero llega algún día a chatear, solo lo hará con emojis. Eso es cierto. ¡Gracias, Betty! Para ti, éste emoji… XD

EL SÁDICO: según la comediante Flor Sanabria a éste lo identificas pues siempre coloca el monito con los ojos tapados para suavizar una propuesta indecente (como una foto de su pene, para lo cual whatsapp ya debería crear es un orangután).

 

EL PITUFO: siempre te deja en azul, pero no lo dejes en azul tú. Podría ser motivo de la Tercera Guerra Mundial. ¿Vio, Betty De Castro? Coloqué su aporte. No la dejé en azul.

 

EL PRESIDENTE DE “ASOMIGRA”: esta joya me la pasó el humorista Elvis Vílchez y la cito tal cual. “En los grupos de gente que no se conoce entre sí (tipo ‘Venezolanos en Burundi’, por dar un ejemplo) pasa algo interesante. El administrador es el venezolano que tiene más tiempo viviendo en Burundi y se permite poner las reglas para hacerse sentir como indispensable. Sin su ayuda, no podrías vivir en Burundi. Cuando algún integrante del grupo no está de acuerdo con alguna de las normas y lo expresa, aparece la legión de defensores del administrador y le hacen la vida imposible al quejón hasta que éste se arrecha y se sale y forma otro grupo llamado  ‘Venezolanos en Burundi 2’”.

 

De esta forma concluye esta saga de “Arquetipos whatsappenses”. A quienes contribuyeron, muchas gracias. Pienso recompensarles. Lo haré agregándolos a mi nuevo grupo de whatsapp.

 

@reubenmorales

 

Una vez tomé un taller de Creación de Personajes con la genial Rosa Clemente. En éste, ella nos dijo: “Los personajes fuertes vienen de los arquetipos griegos. Los arquetipos son patrones de personalidad que se repiten durante la historia de la humanidad. Cuando los estudien, verán reflejados allí a miembros de su familia o amigos. Lo bueno de los arquetipos es que te permiten entender que la gente es como es y así la aprendes a tolerar”. Si jamás me hubiese topado con esta explicación en la vida, ya me hubiese suicidado tomando Baygón frappé. Ahora, años después, recurro a las enseñanzas de mi bella Rosa para tolerar a los tipos de usuarios del whatsapp. Le dedico tantas horas al día a esta bendita aplicación, que se me hizo indispensable clasificar a los whatsapperos para no terminar mandando mi celular a Rusia para que lo usaran de balón en el mundial. Aquí les dejo esta taxonomía para así contribuir con su paz mental.

El administrador de grupo: es un CEO frustrado. Si “administrador de whatsapp” fuese un cargo más relevante, ya lo hubiese colocado en la biografía de sus redes y en su hoja de vida. Es una especie de “grupofílico”. Cuando necesita hablar con dos o más persona a la vez, crea un nuevo grupo de whatsapp y le pone el adjetivo de “temporal” (lo cual se traduce en mínimo dos semanas). Estos administradores de grupos de whatsapp muchas veces se creen presidentes de Corea del Norte: “En este grupo no se puede vender nada, ni compartir porno, ni echar chistes groseros, ni publicar noticias, ni mandar notas de voz de más de un minuto, ni escribir fuera de horarios decentes”. Lamentablemente uno depende tanto de este grupo para vivir, que termina acatando la regla más implícita de todas: “No te puedes salir del grupo”. No obstante, este administrador no sabe que siempre termina recibiendo un golpe de Estado con la canallada máxima del mundo del whatsapp: los miembros crean un grupo paralelo sin decirle nada. Éste nuevo grupo por lo general celebra la renovada democracia con una Junta de Gobierno de múltiples administradores en donde todos gobiernan bajo un mismo lema: hablar mal del administrador anterior.

El procastinador digital: es quien ya asumió el whatsapp como una forma moderna de correo electrónico. Cuando el procastinador recibe un mensaje suele decir: “Ahorita lo leo”. ¡Tenga cuidado! Esas palabras son un mantra maligno. Cuando uno enuncia la frase “Ahorita lo leo”, dicho mensaje automáticamente pasa a los archivos secretos de la CIA para no ser visto nunca más.

El pone tarea: es quien se fue a vivir a otro país. Uno se alegra de su nueva vida, disfruta sus nuevas fotos en instagram y hasta se emociona de verlo haciendo lo que no pudo en su país de origen. Sin embargo, toda esa alegría se derrumba cuando el susodicho le manda a uno el siguiente mensaje: “Amigos, ya no usaré más este número. Por favor guarden mi nuevo número: +34-787-354-63-82”. Ahí, a uno se le activa el procastinador y dice: “Ahorita lo agrego”. Resultado: más nunca vuelves a hablar con esa persona.

Mario Whatsapp Llosa: cuando esta persona responde, uno dura cinco minutos leyendo “escribiendo… escribiendo… escribiendo…” cuando de repente, ¡PLAM!… cae ese bloque de texto. Usted le da con el dedo para abajo, para abajo y para abajo hasta toparse con la ya famosa frasecita azul que dice “Leer más…”. Esa pequeña frasecita desencadena en uno un pensamiento muy particular que se resume en la siguiente frase: “Tengo mejores cosas que hacer. Jódete”. Y allá termino esa biblia… en los archivos secretos de la CIA.

Estos son los arquetipos whatsappenses encontrados hasta ahora. Si tiene más, hágamelos llegar. Pero antes de despedirme, le pido un favor. Como ve, este artículo cumple con la cualidad de ser tan largo que le podría aparecer el textico azul de “leer más”. Por eso, si quiere hacerle una maldad a alguien, no me deje en visto. Cópielo ya mismo en su whatsapp y mándeselo al administrador de su grupo.

 

@reubenmorales

Psuv usa sede de Pdvsa para carnetizar a empleados
El llamado Estado Mayor Político Petrolero utilizó la sede de la compañía pública en La Campiña para registrar a los trabajadores que accedieron a la “invitación” de sumarse a las filas del partido de gobierno

 

@pppenaloza

PETRÓLEOS DE VENEZUELA (PDVSA) atraviesa la peor crisis de su historia, azotada por los escándalos de corrupción, la caída en la producción y el descontento entre sus empleados. Pero la revolución ya encontró la fórmula para mejorar el clima laboral: imponer una jornada de carnetización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las propias instalaciones de esta compañía del Estado.

“En este abril de batalla y victoria, el Estado Mayor Político Petrolero invita a todos los trabajadores y trabajadoras a la jornada de carnetización del PSUV. Esta jornada de carnetización es parte de una fase importante de renovación, que servirá para optimizar los registros digitales de la organización y agilizar la movilización de la maquinaria electoral”, reza un mensaje que enviaron esta semana por Whatsapp a la plantilla de la empresa.

La jornada en cuestión se desarrolló entre martes 10 y miércoles 11 de abril en la antesala del auditorio de Pdvsa La Campiña, piso 1. “Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer, preparaos al combate y contad con la victoria ¡Juntos Todo es Posible! ¡Juntos Podemos Más!”, cierra la cadena con el eslogan que está utilizando el presidente Nicolás Maduro en su campaña por la reelección.

Luego de compartir la “invitación” a sumarse a las filas rojas, en los grupos de Whatsapp corporativos se recordaba a los trabajadores que para completar la inscripción debían registrarse en la página web del PSUV.

“En esta jornada no se vio mucho entusiasmo, la participación no fue masiva”, comenta un trabajador de Pdvsa La Campiña, haciendo la salvedad de que en esta ocasión la convocatoria “no se realizó por los canales oficiales de la empresa, sino a través de Whatsapp”. Sin embargo, calcula que el miércoles al mediodía observó a unos 200 compañeros inscribiéndose en el partido.

El funcionario, que prefiere mantener su nombre en reserva, considera que algunos colegas acuden por convicción y otros por temor a represalias. “Ahorita hay mucho movimiento en Recursos Humanos con jubilaciones, renuncias y despidos, y corren rumores de que tras las elecciones presidenciales del 20 de mayo podría hacerse una depuración tomando como referencia a los carnetizados”, advierte la fuente consultada.

El artículo 13 de la Ley contra la Corrupción señala: “Los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política o económica alguna. En consecuencia, no podrán destinar el uso de los bienes públicos o los recursos que integran el patrimonio público para favorecer a partidos o proyectos políticos, o a intereses económicos particulares”.

Ese mismo texto legal, en su artículo 70, sanciona con prisión de uno a tres años al “funcionario público que abusando de sus funciones, utilice su cargo para favorecer o perjudicar electoralmente a un candidato, grupo, partido o movimiento político”. En el caso de que un funcionario utilice bienes del patrimonio público “para fines contrarios a los previstos en las leyes”, la pena de cárcel puede alcanzar los cuatro años, según el artículo 56 de la Ley contra la Corrupción.

Se multiplican

“Hoy 12 de abril a las 12 en punto del mediodía llegamos al carnet número 5 millones, ya van 5 millones de carnetizados del PSUV”, informó Maduro desde el estado Nueva Esparta, donde inauguró la planta desalinizadora Boca de Pozo. “Buena noticia Venezuela, hemos llegado a 5 millones de carnetizados, rumbo a 6 millones, rumbo al 20 de mayo”, fecha de los comicios presidenciales, subrayó el mandatario venezolano.

Hace exactamente cinco años, en abril de 2012, en los albores de la que sería la última campaña electoral del difunto presidente Hugo Chávez, la organización inició una jornada de inscripción destacando que en ese momento contaba con 7 millones 157 mil 479 militantes. “Todo el que ha deseado ser militante del PSUV, pues llegó la hora de hacerlo”, llamó en ese momento  Jacqueline Faria, directiva del partido.

Ahora se proponen entregar 6 millones de identificaciones y a este ritmo todo es posible. El primer vicepresidente de la organización, Diosdado Cabello, indicó el 26 de febrero que habían “llegado a 1.169.357 carnet del PSUV entregados, casi 200 mil por día”. El proceso comenzó oficialmente el 17 de febrero. Un mes después, el 19 de marzo, el constituyente actualizó al dato: “arribamos nada más y nada menos que a la cifra de 3 millones 438 mil 250 carnetizados (…) de los cuales 1 millón 500 mil 552 son  hombres y 1 millón 937 mil 698 son mujeres”.

Una semana más tarde, el 26 de marzo, Cabello declaró que “hemos arribado a 4 millones 207 mil 576 militantes con carnet en mano”. Y ahora Maduro afirma que llegaron a la meta que se habían trazado por la siguiente razón: “¿Por qué 5 millones de carnet? (…) Porque cada militante que tenga el carnet va a buscar a un votante, va a buscar a un compatriota más para llegar a los 10 millones de votos”, explicó el 9 de marzo.

En poco menos de dos meses, el PSUV dice haber coronado la cumbre de los 5 millones de afiliados. Esto equivale a 625 mil inscripciones por semanas y casi 90 mil por día. Para eso instalaron sus puntos rojos en las plazas Bolívar y también en Pdvsa.

Si pagaran por usar las redes, sería millonario, por Reuben Morales

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Me siento en la computadora para escribir el artículo de esta quincena. De repente el teléfono me pita. Es Facebook recordándome el cumpleaños de un amigo. ¡Qué bueno! De inmediato entro a felicitarlo. Para no quedar mal con mis otros amigos, busco quién más está cumpliendo años de mis contactos y también paso a dejarles la felicitación en su muro. Reviso mis notificaciones por no dejar. Me etiquetaron en una foto. Es una tía que lo hizo en una foto del sagrado corazón de Jesús. De inmediato me meto en las configuraciones para eliminar la opción de que me etiqueten en fotos. Luego me quedo viendo los estados de mis amigos… y más estados… y más estados…

De repente suena el Whatsapp. Es un amigo mandando una cadena para pedir un medicamento urgente. Coloca el mensaje muy largo y sin su contacto. Por tanto lo reescribo como si fuera de él, con su nombre y número de teléfono. Lo copio y lo pego en mi perfil de Facebook. Ahora me meto en Twitter para pegarlo en mi estado, pero resulta ser un mensaje demasiado largo. Le comienzo a borrar palabras para abreviarlo a lo más importante. Ya está listo. Sin embargo no me sé el usuario de Twitter de mi amigo para que le escriban directamente. Voy y le escribo de vuelta por el Whatsapp para que me lo dé.

Mientras espero su respuesta, en el grupo de Whatsapp de mis grandes amigos, se salió alguien. Abro la conversación para ver por qué se salió. Nos ponemos a hablar. Vuelvo al Facebook a buscar su perfil a ver qué le picó. Ahora abro su Instagram para ver qué más dice. Me meto en sus historias. Veo la primera, la segunda, paso para la tercera, sigo para la cuarta…

Me salgo de las historias. Ahora veo el corazoncito de abajo y me doy cuenta. Veinte personas le dieron “like” a mi última foto. Además me escribieron dos comentarios. Me meto en la foto. Los leo. Les doy corazoncito. Luego les respondo. De repente veo mi buzón de mensajes privados. Me escribió alguien. Me meto. Alguien respondió a la historia que publiqué. Es una mujer, pero no la conozco. Veo la foto, pero es muy pequeña para percibir quién es. Me meto en su perfil a ver si está buena, pero tiene candadito. Vuelvo a mi perfil. Veo que un amigo mío guindó unas historias. Me meto a verlas. Le comento una. Luego veo algo. Un famoso está transmitiendo en vivo y me meto a verlo.

De repente me llega un mensaje de Whatsapp. Alguien vende lechugas. Inmediatamente me meto en Dolar Today para ver el precio y tener criterio a la hora de regatearle. Ahora abro la calculadora de la computadora. Le resto quinientos a ver en cuánto queda el monto de Dolar Today. Ahora me quedo viendo las noticias de este portal. ¡Qué bolas! El Coco Sosa guisó con unos contratos. Se me viene la idea de que la noticia debería ser: “Apareció el primer chavista catirito ojos azules” (aunque fue yerno de quien se creía el negro más afrodescendiente del África, o sea, Chávez). Pienso: “Esto es un tuit”.

Me meto en el twitter. Tuiteo eso. Ahora veo qué es trending topic. Leo #FelizLunes y se me pasa la calentura. Me pongo floriciento y escribo algo lindo acompañado de #FelizLunes (convencido de que con este granito de arena, en algún lugar del mundo alguien del Estado Islámico se abrazará con un gringo y lograremos la paz mundial).

De repente, veo. No se sube el tuit. Espero… espero… espero… veo las barritas de señal y qué raro: se cayó el internet. Le doy a la barrita de señal del escritorio de Windows con el botón derecho del mouse para que el mismo sistema lo arregle. Espero unos segundos. Ya me respondió el amigo que busca medicamentos dándome su usuario de twitter. Lo copio, lo voy pegar en el tuit que dejé pendiente de mi amigo y me acuerdo. No hay internet. Me levanto, voy a la sala donde están el módem y el router y desenchufo todo. Cuento en mi mente hasta 10. Vuelvo a enchufarlo. Mientras el internet revive, voy a la cocina y me sirvo un vaso de agua. Me lo bebo. Vuelvo a la computadora. Me siento.

Ya hay internet. Subo a twitter el mensaje de mi amigo que busca medicamentos. Debo hacer otra cosa, pero no recuerdo qué es. Pienso, pienso, pienso… ¡Ajá! Subir el tuit de #FelizLunes… ¡Listo! Había otra cosa… ¿Qué era?… ¿Qué era?… ¡Ajá!… Preguntar por el precio de las lechugas de mi amigo en Whatsapp. Le escribo, me da el monto en seguida y mira vale… están a buen precio. No tengo para comprarlas. Llamo a mi papá rápido y le digo que están ofreciendo lechugas y que si las compramos entre los dos. Me dice que sí. Le respondo a mi amigo y le digo: “Yo mismo soy”. Ahora me meto en la página del banco de mi papá y le hago la transferencia a mi amigo. Luego me meto en mi cuenta y le hago la transferencia de la mitad a mi papá para dejar las cuentas claras.

Ya todo está listo. Ahora me llega un mensaje de texto de CNE. Me eligieron miembro de mesa. Me acuerdo de que el fin de semana trabajo en Margarita. Me meto en la página del CNE y llamo para avisarles.

Comienzo a cerrar ventanas de mi escritorio de Windows. Alguien me escribió por privado de Facebook. Me meto. Le respondo. Ahora me llega un correo de la gente de Gmail preguntándome si fui yo quien intentó abrir mi correo desde una computadora ubicada a 20 kilómetros de mi casa. Me asusto. ¡Alguien me quiere vaciar las cuentas del banco! Recuerdo qué hice el fin de semana. ¡En efecto!, fui yo quien abrió mi correo desde casa de un amigo. Voy a ver qué debo responderle a Gmail y me dicen: “Si en efecto fuiste tú, no respondas nada”. Gracias, Gmail. Te pareces a mi mamá cuando decía: “¿Quién quiere más tajadas?”. Uno respondía, emocionado, “¡YO!”. Y mi mamá decía: “Puedes pararte a buscarlas. Están en la cocina”.

Ahora sí. Ya terminé todas mis diligencias virtuales. Cierro el navegador de internet. Mientras lo hago, recuerdo que me senté frente a la computadora para algo, pero ya no recuerdo qué. Me quedo bloqueado. Me agarro el mentón para recordar. Comienzo a preocuparme. Estoy en blanco. ¿Tendré Alzheimer prematuro? De repente, ¡pop!… ¡Mi cerebro me escupe la información! Me senté a escribir mi artículo. ¡Verdad! Ahora mi suegra me toca la puerta. “Ya está servido el almuerzo”. Ni modo. Además ocupé todo el documento escribiendo esto. Disculpen la dispersión. El artículo queda para la próxima quincena.