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Medidas efectivas contra el odio, por Jesús María Casal

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En los últimos días ha estado en el tapete la retórica oficial en torno al combate contra el odio. El arsenal legislativo hasta ahora anunciado para enfrentar las campañas de odio supuestamente promovidas por la oposición no parece estar bien encaminado, pues parte de la descalificación del adversario y de la represión institucional como principal respuesta.

Es necesario, sin embargo, tomar iniciativas dirigidas a desterrar el odio como código habitual de la lucha política en Venezuela. Reconstruir la democracia implica reivindicar ese espacio público de debate en el que no hay verdades absolutas y admitimos la relatividad de nuestras opiniones, no por la ausencia de firmes convicciones o concepciones personales o de partido sino por la conciencia sobre la indispensable preservación del campo de deliberación, pugna dialéctica y contienda de propuestas programáticas y electorales en el que dicho sistema fructifica. La imposición de una sola ideología como válida, mediante la legislación, el discurso y la acción política, es la forma más despiadada de opresión y es fuente segura de indignación y de rencores entre las respectivas víctimas. Si en alguna materia es imperioso emprender una profunda rectificación en el país es justamente en la manera de entender y hacer la política. Hay que establecer un ámbito amplio y plural en el que concurran sin temor ni posiciones de ventaja las distintas maneras de comprender el Estado, la economía, la sociedad y la persona. Cuando este espacio desaparece, solo resta la dictadura y la guerra a muerte, la liquidación del adversario como enemigo existencial.
Medidas generales
Sin perjuicio de estas consideraciones generales, la situación nacional exige que nos refiramos a medidas concretas que puedan ser adoptadas para superar el odio.

En esta ocasión mencionaré algunas de las que pudieran tomar los órganos del Estado, sin un orden sistemático y sin pretender que no haya otros actores llamados a aportar soluciones:

a) Poner fin al uso de la jurisdicción militar para enjuiciar a civiles y proporcionar a las víctimas de las correspondientes detenciones la debida reparación; b) abandonar de inmediato la práctica de incomunicar por semanas o meses a personas perseguidas por razones políticas; c) respetar, igualmente, la Constitución y los derechos humanos en todos los casos de privaciones de libertad, trasladando al detenido ante el juez a más tardar a las 48 horas y permitiendo que desde el momento de la detención aquel tenga acceso a un abogado de su confianza; d) suprimir y condenar públicamente todo tipo de maltrato o tortura contra el detenido; e) pedir perdón a los familiares de quienes han fallecido en estos meses a causa del uso desproporcionado de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad, también cuando la reacción inicial de las autoridades fue construir una versión falsa de lo ocurrido, que los exculpaba; f) liberar a quienes están detenidos por razones políticas, empezando por los que han visto más afectada su salud en virtud de su reclusión; g) admitir que se han violado los principios de transparencia, igualdad y confiabilidad en la actuación del Consejo Nacional Electoral e iniciar una discusión nacional sobre los correctivos que deben aplicarse; h) enviar a la Asamblea Nacional los recursos que permitan pagar el salario de los diputados y cubrir la póliza de hospitalización, cirugía y maternidad de los empleados y obreros de la institución; i) proscribir las inhabilitaciones políticas, que están siendo utilizadas para sacar del juego a contendientes incómodos.
Un bálsamo
Acciones como estas serían un auténtico bálsamo purificador frente a la tentación del odio, cuyos principales promotores son los agentes de la injusticia o quienes la avalan u ocultan. Ninguna de las arbitrariedades señaladas justifica el odio, porque siempre pierde más el que comete la injusticia que el que la padece, y quien es presa del odio se degrada y pone en su corazón el germen de hechos futuros tan reprobables como los que le han ofendido.

Sé que algunos pensarán que lo dicho es pedir demasiado o discreparán del enfoque y alcance de lo planteado, pero es innegable que el mejor antídoto ante el odio no es la amenaza del castigo ni la invocación del amor como simple consigna (obras son amores y no buenas razones), sino los gestos honestos y palpables de reconocimiento y disposición al encuentro, que cuestan a quien los da, al tiempo que lo enaltecen, y que alivian y atemperan el ánimo de quien los recibe. La denominada Asamblea Nacional Constituyente, con todo el poder inmenso que dice tener, muestra toda su fragilidad al no haber sido capaz de dar un solo paso en esta dirección.

jesusmariacasal@gmail.com

El odio es como el crimen ... nunca paga, por Maria Andreina Muñoz-Tébar

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Pareciera que algunos no entienden cómo en un país el enfermarse, salir de casa a cualquier hora, o simplemente tratar de comer, vivir, es sinónimo de muerte.  

Increíble que sean si acaso  una veintena de mal llamados venezolanos (el cogollo oficialista) los hacedores de lápidas de tantas vidas.  

Un país que  años atrás fue uno de los principales productores de petróleo,  hoy debe inventarse un slogan como “La Venezuela Post-Petrolera”  para justificar robos multimillonarios.

La exportación de nuestro petróleo, de manera eficiente y sin corrupción, con todo y la baja en su precio,  dejando de lado los “regalos políticos” para asegurar aliados a un sistema causante del párrafo anterior, hubiese generado divisas suficientes para sembrar el campo y garantizarle la salud a quienes hoy la reclaman. No planificó el Comandante Galáctico los cuantiosos ingresos anteriores; además permitió que dilapidaran (y robaran) NUESTRAS divisas durante las “vacas gordas”.

Pero posterior a su muerte se instauró entre los seguidores de su “legado” el obviar las formas democráticas, el disfraz constitucional. La desfachatez ha inundado no solamente al Ejecutivo sino a la mayoría de los poderes. Basta saber si era esa su meta: lograr alcahuetas de una farsa dantesca.

Queriendo enfocarme en el objeto del presente artículo, tarea difícil cuando todo merece atención,  una ANC ilegítima, todo un fraude constitucional, pretende señalar a los ciudadanos lo que consideran verdad y moral. Pretenden mediante letra secuestrada darle significado especial al odio, siendo este un sentimiento,  ningún hecho, pero igual, con todas las subjetividades del caso, razón suficiente para enjuiciar y encarcelar a cualquier ciudadano. Las primeras presas del tal cacería serán, evidentemente, dirigentes políticos. Después caerán ciudadanos que osen pensar distinto.

Dicen que su razón de origen fue La Paz. Se pregunta una si pensaban en la paz de quienes acabaron con la estabilidad nacional. Más aún cuando una de sus recientes invenciones ha sido una ley “contra el odio” cuyo objetivo de “anteojito” es colocarle grillete de presidiario a los líderes que encabezan la golpeada oposición y restar mayores libertades a la opinión, la expresión del ciudadano.

Nunca podré avalar esa Asamblea Nacional Constituyente que pretende disfrazarse de pueblo. Por votos fraudulentos y por representantes sin ninguna voz (todo lo que emana de esa ANC proviene de máximo 20 integrantes de los 500 y dele de integrantes, el número exacto carece de toda importancia), resulta un adefesio creado para evitar el deseo de la mayoría: Un cambio.

Y ante esa “Ley contra el Odio” que darán ejecútese sin chistear, con todos los poderes vueltos “foca” ante evidente dictadura, solo me resta cuestionar lo siguiente.

ODIO AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

¿Por qué razón María Rojas debe esperar la llegada de un CLAP para poder al menos desayunar por una semana como Dios manda? Peor aún, ¿Qué desayuna entonces María por quejarse de no recibir el CLAP durante un mes y ser sacada de los “beneficiarios” de tan “loable” ayuda? ¿Terminará o no María odiando, con toda razón, cualquier slogan del presidente “obrero”?

ODIO A LA CORRUPCIÓN

¿Cómo puede existir ley alguna que sancione a quienes encaren a aquellos personeros  que tengan responsabilidad directa en ingresos dispuestos a atender la desnutrición, el tratamiento del VIH , la diabetes, por solo mencionar alguno de los padecimiento en situación crítica actualmente?  ¿Cuánto se ha destinado a la rehabilitación de hospitales y cuántos de estos se encuentran en condiciones al menos “pasables”?

¿Puede entender un familiar de un trasplantando de riñón, ese que ha movido cielo y tierra procurando un remedio en Venezuela,  que el Ministro de Petróleo se encuentre saboreando el mejor “Steak” en tierra Imperialista? ¿Es eso Odio o Justicia?

ODIO A LA INEFICIENCIA

¿Se entiende que  una madre con un hijo de cuatro meses, sin leche de fórmula que ofrecerle,  termine encarando, repleta de impotencia,  a un(a) ministro de alimentación en un mercado comprando pequeñeces?  ¿Qué le diría un obrero a destajo de cualquiera de las obras estatales, ese que cobra menos de sueldo mínimo, “tercerizado”,  y se consigue al ministro de infraestructura con el carrito del auto mercado frente al cajero repleto carne de primera?  ¿Es eso Odio o Justicia?

ODIO A LA FALSEDAD

¿Podría explicarle alguien a Juan Bimba el motivo por el cual los hijos de innumerables dirigentes del socialismo del siglo XXI se encuentran en el exterior, cursando sus carreras de estudio, mientras su hijo perdió la vida al salir de una guardia en el hospital? ¿Cómo puede un simple funcionario de estado mantener  la vida y estudio de esos muchachos en el extranjero?  ¿Es eso Odio o Justicia?

Quiero creer lo que me comentara una amiga al expresarle mi desesperanza de un cambio. “Se trata de un sistema inviable que tendrá que caer, aunque no sepamos cómo ni cuándo”

Lo que si pido a gritos es que, llegado el momento, se promulgue una ley de tolerancia y en contra del odio, que promueva la real unidad entre venezolanos. Y que esa unidad signifique para pobres, clase media y ricos, mejor vida para todos, oportunidades.


AMOR POR LA SUPERACIÓN, gracias al trabajo honesto, calidad de estudio, meritocracia

AMOR POR LAS LIBERTADES para exigir, denunciar, comunicar, escuchar, ver, sentir.

AMOR POR VENEZUELA y sus ciudadanos. La tierra y el que la siembra. El habitante citadino y el rural. Que el que tenga mucho se ocupe por el que no tenga de más.

@dremunoztebar

Carlos Dorado May 21, 2017 | Actualizado hace 7 años
Violencia o diálogo, por Carlos Dorado

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Andrés Eloy Blanco en su hermoso “Coloquio bajo el olivo”, narró lo siguiente: “Por mí, ni un odio hijo mío, ni un solo rencor por mí, no derramar ni la sangre que cabe en un colibrí, ni andar cobrándole al hijo las cuentas del padre ruin; y no olvidar que las hijas del que me hiciera sufrir, para ti han de ser sagradas como las hijas del Cid”

Estamos como sociedad (en ambos lados), comenzando a transitar caminos de violencia impulsados por un odio acumulado, que pudiese llevarnos al abismo.

Esa violencia que engendra más violencia. Esa violencia justificada “en la supuesta justicia”, en la afirmación de “unos derechos” o en “la defensa de un futuro mejor”, sin darnos cuenta de que cuanto más la prolonguemos, más difícil les resultará a aquellos que la crearon, encontrar fórmulas que se conviertan en actos compensatorios no violentos, pudiendo terminar siendo un camino sin posibilidades de retorno.

Cuando se atribuyen todos los errores a los otros, y se creen irreprochables se está abonando la violencia. Estamos creando una cultura de la violencia; y las sociedades que la incentivan terminan viendo los actos violentos como actos valientes y heroicos por parte  quien los realizó; pero incrementando el odio -que es alimento de la violencia- en el que los sufrió; y éste tratará de realizar como respuesta, un acto todavía más violento y heroico. Ellos preparan y justifican su continuidad, y esto va creciendo sin control alguno. ¡Siendo el principal resultado de la violencia, la necesidad de emplear más violencia!

Soy firme creyente de que el buen juicio, el intelecto, el diálogo, los principios y valores no requieren de violencia, más bien; funcionan mejor ante la total ausencia de la misma. Estoy convencido de que esto es lo que reclama la gran mayoría del país que aspira a vivir en paz.

Por ley histórica, un perdón puede ser un error; pero una venganza es fuente de infelicidad. La conciliación siempre ha sido el terreno sobre el cual los pueblos pueden construir un futuro digno y duradero. Yo pertenezco por convicción y talante a una mayoría de ciudadanos que desean hablar un lenguaje moderado, de concordia y conciliación. ¡Los impulsos tendientes a crear o acentuar divisiones deberían ser atemplados y reemplazados por el espíritu de conciliación!

¡Hay que dialogar! Si la primera vez fue un fracaso, todos sin excepción estamos sufriendo las consecuencias del mismo. El diálogo fue el problema, pero también es la solución. Hoy más que nunca tenemos que tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos, que estoy seguro que no es ni la violencia, ni el odio, ni el totalitarismo.

Un diálogo donde el poder de uno no se convierta en derecho. Donde haya igualdad, respeto y cumplimiento de lo acordado. Donde ninguna de las partes tema a la arbitrariedad y al poder del otro. Donde encuentren medios para llegar a una solución y no excusas. Donde el objetivo común sea: ¡Vivir en un país en paz y con futuro!

Si fracasamos en lograr dialogar y conciliar para que haya justicia, paz y libertad estamos fracasando en todo y dejándole vía libre a la violencia. Tenemos que lograr lo imposible y hacerlo posible, ya que no podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que los creó.

Por encima de todo y primero que todo somos Venezolanos, y tratar de anteponer los intereses de unos, las ambiciones de otros, a través de la violencia, puede ser un camino peligroso; y el remedio puede ser peor que la enfermedad.

 

cdoradof@hotmail.com

Dic 02, 2016 | Actualizado hace 7 años

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El populismo en Iberoamérica ha adoptado una desconcertante amalgama de posturas ideológicas. Izquierdas y derechas podrían reivindicar para sí la paternidad del populismo, todas al conjuro de la palabra mágica “pueblo”. Populista quintaesencial fue el general Juan Domingo Perón, quien había atestiguado directamente el ascenso del fascismo italiano y admiraba a Mussolini al grado de querer “erigirle un monumento en cada esquina”. Populista posmoderno es el comandante Hugo Chávez, quien venera a Castro hasta buscar convertir a Venezuela en una colonia experimental del “nuevo socialismo”. Los extremos se tocan, son cara y cruz de un mismo fenómeno político cuya caracterización, por tanto, no debe intentarse por la vía de su contenido ideológico sino de su funcionamiento. Propongo diez rasgos específicos.

 

1 El populismo exalta al líder carismático. No hay populismo sin la figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo. “La entrega al carisma del profeta, del caudillo en la guerra o del gran demagogo ¬recuerda Max Weber¬ no ocurre porque lo mande la costumbre o la norma legal, sino porque los hombres creen en él. Y él mismo, si no es un mezquino advenedizo efímero y presuntuoso, `vive para su obra’. Pero es a su persona y a sus cualidades a las que se entrega el discipulado, el séquito, el partido”.

 

2 El populista no sólo usa y abusa de la palabra: se apodera de ella. La palabra es el vehículo específico de su carisma. El populista se siente el intérprete supremo de la verdad general y también la agencia de noticias del pueblo. Habla con el público de manera constante, atiza sus pasiones, “alumbra el camino”, y hace todo ello sin limitaciones ni intermediarios. Weber apunta que el caudillaje político surge primero en las ciudades-Estado del Mediterráneo en la figura del “demagogo”. Aristóteles (Política, V) sostiene que la demagogia es la causa principal de “las revoluciones en las democracias”, y advierte una convergencia entre el poder militar y el poder de la retórica que parece una prefiguración de Perón y Chávez: “En los tiempos antiguos, cuando el demagogo era también general, la democracia se transformaba en tiranía; la mayoría de los antiguos tiranos fueron demagogos”. Más tarde se desarrolló la habilidad retórica y llegó la hora de los demagogos puros: “Ahora quienes dirigen al pueblo son los que saben hablar”. Hace 25 siglos esa distorsión de la verdad pública (tan lejana de la democracia como la sofística de la filosofía) se desplegaba en el ágora real; en el siglo XX lo hace en el ágora virtual de las ondas sonoras y visuales: de Mussolini (y de Goebbels), Perón aprendió la importancia política de la radio, que Evita y él utilizarían para hipnotizar a las masas. Chávez, por su parte, ha superado a su mentor Castro en utilizar hasta el paroxismo la oratoria televisiva.

 

3 El populismo fabrica la verdad. Los populistas llevan hasta sus últimas consecuencias el proverbio latino “Vox populi, vox dei”. Pero como Dios no se manifiesta todos los días y el pueblo no tiene una sola voz, el gobierno “popular” interpreta la voz del pueblo, eleva esa versión al rango de verdad oficial, y sueña con decretar la verdad única. Como es natural, los populistas abominan de la libertad de expresión. Confunden la crítica con la enemistad militante, por eso buscan desprestigiarla, controlarla, acallarla. En la Argentina peronista, los diarios oficiales y nacionalistas ¬incluido un órgano nazi¬ contaban con generosas franquicias, pero la prensa libre estuvo a un paso de desaparecer. La situación venezolana, con la “ley mordaza” pendiendo como una espada sobre la libertad de expresión, apunta en el mismo sentido; terminará aplastándola.

 

4 El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. No tiene paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El erario es su patrimonio privado, que puede utilizar para enriquecerse o para embarcarse en proyectos que considere importantes o gloriosos, o para ambas cosas, sin tomar en cuenta los costos. El populista tiene un concepto mágico de la economía: para él, todo gasto es inversión. La ignorancia o incomprensión de los gobiernos populistas en materia económica se ha traducido en desastres descomunales de los que los países tardan decenios en recobrarse.

 

5 El populista reparte directamente la riqueza. Lo cual no es criticable en sí mismo (sobre todo en países pobres, donde hay argumentos sumamente serios para repartir en efectivo una parte del ingreso, al margen de las costosas burocracias estatales y previniendo efectos inflacionarios), pero el populista no reparte gratis: focaliza su ayuda, la cobra en obediencia. “¡Ustedes tienen el deber de pedir!”, exclamaba Evita a sus beneficiarios. Se creó así una idea ficticia de la realidad económica y se entronizó una mentalidad becaria. Y al final, ¿quién pagaba la cuenta? No la propia Evita (que cobró sus servicios con creces y resguardó en Suiza sus cuentas multimillonarias), sino las reservas acumuladas en décadas, los propios obreros con sus donaciones “voluntarias” y, sobre todo, la posteridad endeudada, devorada por la inflación. En cuanto a Venezuela (cuyo caudillo parte y reparte los beneficios del petróleo), hasta las estadísticas oficiales admiten que la pobreza se ha incrementado, pero la improductividad del asistencialismo (tal como Chávez lo practica) sólo se sentirá en el futuro, cuando los precios se desplomen o el régimen lleve hasta sus últimas consecuencias su designio dictatorial.

 

6 El populista alienta el odio de clases. “Las revoluciones en las democracias ¬explica Aristóteles, citando «multitud de casos» son causadas sobre todo por la intemperancia de los demagogos”. El contenido de esa “intemperancia” fue el odio contra los ricos; “unas veces por su política de delaciones… y otras atacándolos como clase, (los demagogos) concitan contra ellos al pueblo”. Los populistas latinoamericanos corresponden a la definición clásica, con un matiz: hostigan a “los ricos” (a quienes acusan a menudo de ser “antinacionales”), pero atraen a los “empresarios patrióticos” que apoyan al régimen. El populista no busca por fuerza abolir el mercado: supedita a sus agentes y los manipula a su favor.

 

7 El populista moviliza permanentemente a los grupos sociales. El populismo apela, organiza, enardece a las masas. La plaza pública es un teatro donde aparece “su Majestad el Pueblo” para demostrar su fuerza y escuchar las invectivas contra “los malos” de dentro y fuera. “El pueblo”, claro, no es la suma de voluntades individuales expresadas en un voto y representadas por un parlamento; ni siquiera la encarnación de la “voluntad general” de Rousseau, sino una masa selectiva y vociferante que caracterizó otro clásico (Marx, no Carlos sino Groucho): “El poder para los que gritan `¡el poder para el pueblo!”.

 

8 El populismo fustiga por sistema al “enemigo exterior”. Inmune a la crítica y alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos expiatorios para los fracasos, el régimen populista (más nacionalista que patriota) requiere desviar la atención interna hacia el adversario de fuera. La Argentina peronista reavivó las viejas (y explicables) pasiones antiestadounidenses que hervían en Iberoamérica desde la Guerra del 98, pero Castro convirtió esa pasión en la esencia de su régimen: un triste régimen definido por lo que odia, no por lo que ama, aspira o logra. Por su parte, Chávez ha llevado la retórica antiestadounidense a expresiones de bajeza que aun Castro consideraría (tal vez) de mal gusto. Al mismo tiempo hace representar en las calles de Caracas simulacros de defensa contra una invasión que sólo existe en su imaginación, pero que un sector importante de la población venezolana (adversa, en general, al modelo cubano) termina por creer.

 

9 El populismo desprecia el orden legal. Hay en la cultura política iberoamericana un apego atávico a la “ley natural” y una desconfianza a las leyes hechas por el hombre. Por eso, una vez en el poder (como Chávez), el caudillo tiende a apoderarse del Congreso e inducir la “justicia directa” (“popular”, “bolivariana”), remedo de una Fuenteovejuna que, para los efectos prácticos, es la justicia que el propio líder decreta. Hoy por hoy, el Congreso y la judicatura son un apéndice de Chávez, igual que en Argentina lo eran de Perón y Evita, quienes suprimieron la inmunidad parlamentaria y depuraron, a su conveniencia, el Poder Judicial.

 

10 El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. El populismo abomina de los límites a su poder, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la “voluntad popular”. En el límite de su carrera, Evita buscó la candidatura a la Vicepresidencia de la República. Perón se negó a apoyarla. De haber sobrevivido, ¿es impensable imaginarla tramando el derrocamiento de su marido? No por casualidad, en sus aciagos tiempos de actriz radiofónica, había representado a Catalina la Grande. En cuanto a Chávez, ha declarado que su horizonte mínimo es el año 2020. ¿Por qué renace una y otra vez en Iberoamérica la mala hierba del populismo? Las razones son diversas y complejas, pero apunto dos. En primer lugar, porque sus raíces se hunden en una noción muy antigua de “soberanía popular” que los neoescolásticos del siglo XVI y XVII propagaron en los dominios españoles, y que tuvo una influencia decisiva en las guerras de independencia desde Buenos Aires hasta México. El populismo tiene, por añadidura, una naturaleza perversamente “moderada” o “provisional”: no termina por ser plenamente dictatorial ni totalitario; por eso alimenta sin cesar la engañosa ilusión de un futuro mejor, enmascara los desastres que provoca, posterga el examen objetivo de sus actos, doblega la crítica, adultera la verdad, adormece, corrompe y degrada el espíritu público. Desde los griegos hasta el siglo XXI, pasando por el aterrador siglo XX, la lección es clara: el inevitable efecto de la demagogia es “subvertir la democracia”.

 

@EnriqueKrauze

Maduro: Abogados preparan demanda contra Ramos Allup por insania

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En un contacto telefónico con el programa de la periodista Esther Quiaro y el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, en Radio Miraflores, el jefe de Estado, Nicolás Maduro, reveló que un grupo de abogados y sociedad civil prepara una demanda por insania e instigación al odio contra el presidente del Parlamento, Henry Ramos Allup.

“Un grupo de juristas, abogados que quieren la paz y el diálogo y ven con preocupación como este señor se ha empeñado en envenenar de odio y división al país. Ya basta”, dijo.

“Hay que seguir haciendo esfuerzos para ir construyendo un país donde se respete la Constitución, las leyes. Tenemos que hacer una gran campaña para promover los valores y la cultura del respeto, de la convivencia”, manifestó.

Maduro se comunicó con Radio Miraflores para recordar el atentado terrorista en el que murió el fiscal del Ministerio Público, Danilo Anderson, ocurrido hace 12 años.

“Esos gays que mataron”, por Carolina Jaimes Branger

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Yo no sé cómo se va a resolver en el mundo el tema de los extremistas musulmanes, porque cada vez que lo pienso me parece más complicada su solución. Agradezco no estar en el lugar de quienes tienen que tomar decisiones, porque me declaro en absoluto incompetente.

Pero si eso es difícil resolver, lo que parece imposible de hacerlo es la insensibilidad humana. Me he quedado sin habla ante la reacción de algunas personas por hechos como los que sucedieron en la discoteca de Orlando.

Primero, porque casi todos los medios de comunicación reseñaron que “un grupo de gays fue asesinado en una discoteca”. ¡Caramba, señores! ¡No fueron “unos gays que mataron”! ¡Fueron seres humanos, punto! ¿O es que los gays no son seres humanos? ¿Por qué estrechar la noticia al grupo masacrado? Estrechar el criterio es propio de mentes estrechas. ¿Qué importa que hayan sido gays? Eso no lo hace ni más ni menos trágico. Han podido ser blancos, negros, amarillos. Han podido ser altos, bajos, ricos, pobres. Aquí estamos frente a una tragedia humana, y como humanos deberíamos condolernos y preguntarnos qué podemos hacer para que no suceda más. El pésame no es sólo para la Comunidad LGBTI. Es para toda la Humanidad.

Segundo, porque si bien (y esto es un alivio) hubo un rechazo mayoritario, las reacciones de ciertas personas, sobre todo en el Twitter, me hicieron temblar. Por rabia y por miedo. Por su contenido lleno de odio y sectarismo y por constatar que hay personas que en pleno siglo XXI piensan que hay otras personas que merecen ser exterminadas, simplemente porque son “distintas”. ¿Y qué es ser “distinto”? ¡Todos somos distintos y que vivan las diferencias!  Estas actitudes me preocupan, en particular en Venezuela, porque en un país tan polarizado, con gente que piense así, cualquier cosa puede pasar.

Y en este tema de la homofobia, siempre pienso en la película American Beauty, en la que el militar homófobo resultó ser homosexual y como en un espejo, rechazaba lo que veía reflejado. Estoy segura de que muchos de los que hicieron comentarios tan radicales y tan insensibles son homosexuales que no han podido salir del clóset.

Hubo comentarios como el de una tuitera que había celebrado que mataran a homosexuales que ante las críticas que le llovieron, insistió: “así como ustedes pueden ser gays sin problema alguno, deben aceptar que las personas homofóbicas tienen todo el derecho de serlo”. También hubo respuestas brillantes, como “tenerle fobia a un ser humano no es un derecho”. Y ése es el punto medular: una cosa es la antipatía, el estar en absoluto desacuerdo, y otra es la fobia. Otros comentarios, como el de otra tuitera que comentó algo como “si sólo fueron gays, no se perdió nada” suscitaron tantas respuestas contrarias que a la autora del infortunado comentario no le quedó más remedio que cerrar su cuenta de Twitter. Me imagino que ya habrá abierto otra, con otro nombre, para seguir diciendo estupideces. Pero me alegró la reacción masiva de indignación.

En estas actitudes están las semillas de los genocidios. Odios irracionales e infundados que llevan a las más abyectas decisiones. Eso pasó con los judíos durante el régimen nazi y ha vuelto a pasar al menos una docena de veces en otros lugares después de eso. Nos cuesta aprender a los seres humanos. Los animales matan por necesidad, los humanos por el gusto de matar. ¿Quién es más animal? ¿Qué hacemos con esas semillas? ¿Las regamos para que crezcan y nos atenemos a las consecuencias, o dejamos que se sequen?…

 

@cjaimesb

VIDEO A propósito del Día contra La Homofobia, hazte esta pregunta: ¿mejoras o empeoras el país?

 

Los extremos los hemos vivido constantemente en Venezuela y parecen no aportar nada a nuestra sociedad. Por el contrario, evidencian que el odio es estéril y que todos somos importantes para construir el país. Este video pretende que reflexionemos sobre esos extremos que nos son tan familiares para tocar un tema importante: la unión entre personas del mismo sexo. Desde la Ley del Amor y ProVene, fundación Probono Venezuela lanzan esta campaña en el Día Internacional Contra la Homofobia, acompañado con la etiqueta #YoAprueboElAmor.

Venezuela ¿Qué más te pueden quitar? por Brian Fincheltub

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Venezuela ¿Qué más te van a quitar? Te han quitado la alegría, esa que te hacía sonreír cada mañana, que te iluminaba el rostro y la mirada. Esa con la que respondías aun en los momentos difíciles, riéndote de ti misma. Te arrancaron la camaradería y te sembraron la desconfianza. Quizás fueron las lágrimas las que te borraron la sonrisa, las que desdibujaron tu rostro y convirtieron tu expresión en piedra. Que difícil es seguir viéndote con la mirada perdida y un semblante oscuro. 

Qué más te van a quitar cuando te han robado lo más básico: La paz. Te arrebataron la tranquilidad, tú más que nadie sabes que hoy no vives; sobrevives. En esa lucha todos te llevan por delante, te atropellan, algunos con el agua al cuello tratan de hundirte más para mantenerse a flote. El terror se apoderó de ti, sabes que esto no es vida, ni tratando de asumirlo como normal, porque llorar un hijo asesinado cada cinco minutos no es normal, no es humano, no es vivir ¿Qué más te pueden quitar que no sea el miedo? 

Hasta la “papa” te la quitaron, no es que antes todo fuese color de rosa, pero al menos el pabellón no te faltaba en la casa, tu cartón de huevos, tu kilo de pasta. Comer pabellón en la actualidad se convirtió en un lujo, no hay arroz, la carne no se consigue ni en fotos y las caraotas parecen caviar de lo caras que están. El estomago te vuelve a sonar, la arepa se puso cuadrada, cuando tienes para el relleno no lo consigues y cuando llega no tienes para comprarlo o se acaba antes de terminar la cola ¿Qué más te pueden quitar que no sea el hambre? 

Te han separado de los tuyos, hicieron que muchos escaparan buscando un futuro mejor. Destruyeron tu familia, la desintegraron. Construyeron muros que hoy no te dejan ver a la cara al otro, que impiden que nos reconozcamos en la diferencias. Esta es la mayor destrucción que te han podido hacer en 17 años: el odio. 

Pero frente a todo lo que te han robado, hay algo que te mantiene de pie, luchando, sin rendirte, sin entregarte: La esperanza. Con ella no hay razones para temer al cambio, a lo que hay que tenerle miedo es a que sigas como estas hoy: sin futuro, sin seguridad, sin progreso, sin calidad de vida. Juntos te vamos a salvar Venezuela y a partir de ese momento te devolveremos todo lo que te han quitado, con esfuerzo, con honestidad, con valores, con el orgullo en el pecho de ser tus hijos.

 

@Brianfincheltub

Encontacto@brianfincheltub.com