Hugo Chávez archivos - Página 3 de 103 - Runrun

Hugo Chávez

España estudiará el jueves si entrega a exguardaespaldas de Chávez a EE UU por blanqueo
Después de que los tribunales españoles rechazaran entregar a Adrián Velásquez y a Claudia Díaz a Venezuela al considerar que la situación que atraviesa el país podría poner en peligro su integridad, ahora se revisará la solicitud de Washington

 

Quien fue guardaespaldas del expresidente venezolano Hugo Chávez, Adrián Velásquez, reclamado por Estados Unidos por un delito de blanqueo, se enfrenta este próximo jueves a una nueva vista de extradición en la Audiencia Nacional española, tribunal que hace dos años rechazó entregarle a Venezuela.

Detenido en diciembre pasado junto a su esposa, Claudia Patricia Díaz, que fue tesorera nacional de Venezuela, Velásquez se sentará ante el tribunal que debe decidir sobre la petición de las autoridades estadounidenses, apoyada por la Fiscalía de la Audiencia Nacional.

Según explica el ministerio fiscal en su escrito, apoya la entrega porque se cumplen los requisitos, como no existir motivación política tras la reclamación o no estar el delito prescrito, además de que los hechos se habrían cometido presuntamente en Estados Unidos y no son investigados en España.

Este proceso de extradición es independiente al de Díaz, quien también fue enfermera de Chávez y cuya vista se celebrará más adelante, informaron a Efe fuentes jurídicas.

Después de que la Audiencia rechazara entregar a ambos a Venezuela al considerar que la situación que atraviesa el país podría poner en peligro su integridad, ahora están reclamados por Estados Unidos por su presunta vinculación con una «estratagema corrupta en relación con el cambio de moneda extranjera efectuado por el Gobierno venezolano» desde 2008 hasta 2017.

Según la acusación, Raúl Gorrín, dueño y presidente del canal de televisión Globovisión, «efectuaba pagos corruptos a funcionarios del Gobierno venezolano, incluidos dos tesoreros nacionales (…) a fin de asegurarse una ventaja indebida en la obtención y retención del derecho de efectuar transacciones de cambio de moneda extranjera con tasas favorables».

Así, sospecha que pagó presuntamente millones de dólares a los extesoreros Alejandro Andrade y Claudia Patricia Díaz, y a Velásquez en beneficio de ella.

Para ocultar los pagos, Gorrín utilizó supuestamente cuentas de empresas ficticias, según el relato de acusación, que afirma que entre 2011 y 2013 ordenó pagos «de por lo menos 65 millones de dólares» y «también compró y pagó gastos relacionados con aviones privados, yates, mansiones, caballos campeones, relojes finos y una marca de diseñador de modas».

El empresario, al que la Justicia estadounidense considera prófugo, reside en Venezuela y fue acusado en agosto de 2018 como cómplice de «conspiración para lavado de dinero» y «lavado de dinero».

Por su parte, Andrade Cedeño, fue sentenciado a diez años de prisión y, como parte del acuerdo de declaración de culpabilidad, admitió que recibió más de 1.000 millones de dólares en sobornos de Gorrín y otros implicados.

Investigación ARI⎹ Compadres ideológicos del chavismo: un parentesco hasta que se rompa el negocio
La Alianza Rebelde Investiga (ARI), formada por Runrunes, El Pitazo y Tal Cual se une a Connectas, plataforma de periodismo de investigación de las Américas, para precisar qué hay detrás de las relaciones diplomáticas que Venezuela ha establecido en la última década con un grupo de particulares aliados que se sitúan entre los países más corruptos y menos democráticos del planeta 

 

Alianza Rebelde Investiga (ARI)

Desde los primeros años de su gobierno, el expresidente Hugo Chávez estrechó vínculos con algunos países “no alineados” que, además de estar ubicados a notable distancia geográfica de Venezuela, compartían el rechazo al “imperialismo norteamericano” heredado de la Guerra Fría. A medida que se iban deteriorando las relaciones con Estados Unidos y crecía el desprestigio internacional de Nicolás Maduro por sus prácticas antidemocráticas, el chavismo se fue acercando a naciones como China, Rusia, Turquía, Irán, Bielorrusia, Siria y  Corea del Norte en busca de socios no solo políticos sino también económicos.

En apariencia, se trata de alianzas ideológicas pero en realidad están movidas por intereses pragmáticos. “Venezuela y sus actuales aliados no son disímiles, son aliados ideológicos, aliados en la desgracia y aliados en la oportunidad que esto representa”, afirmó María Alejandra Aristeguieta, exembajadora del gobierno interino venezolano en Suiza, entrevistada para este reportaje que revela el intenso intercambio comercial entre estos países que, contradictoriamente, se distinguen por imponer más trabas formales a los negocios según el índice del Banco Mundial.

A lo largo de dos décadas, Venezuela ha firmado 1237 convenios, tratados y acuerdos de cooperación por un monto que ronda los $173.000 millones, aunque la opacidad que rodea estos negocios impide conocer la verdadera magnitud de los montos transados.

La relación de Venezuela con estos gobiernos autoritarios, con altos índices de corrupción y cuestionada violación de derechos humanos también se fundamenta en la experticia para sortear las sanciones económicas de Estados Unidos, un sistema financiero alternativo de los circuitos internacionales, la laxitud de los controles financieros y jurídicos así como la debilidad institucional que promueven actividades ilícitas y el apoyo en organismos multilaterales para protegerse mutuamente en el escenario internacional.   

Lea el reportaje Compadres ideológicos del chavismo: un parentesco hasta que se rompa el negocio, realizado por los medios de ARI en alianza con Connectas haciendo clic a la imagen:

DDHH olvidados | María Lourdes Afiuni, la “presa personal de Chávez”
María Lourdes Afiuni fue detenida de manera arbitraria, recluida en el INOF, enjuiciada y condenada tras haber ordenado la libertad bajo fianza del banquero Eligio Cedeño

 

@ValeriaPedicini

 

La mañana del jueves 10 de diciembre de 2009 parecía igual al resto. La agitación de las primeras horas era la habitual en la casa de María Lourdes Afiuni: levantarse temprano, vestirse sobre la marcha con una taza de café en la mano, intercambiar palabras con sus padres o su hija, ver los minutos que faltaban para salir hacia el Palacio de Justicia, en el centro de Caracas. 

Lo que la jueza venezolana no sabía es que horas después tomaría una decisión que cambiaría su vida. No sentía un mal presagio, solo una ligera angustia porque sabía que no la esperaba un caso sencillo. 

Afiuni era la titular del Tribunal 31 de primera instancia en funciones de control del Circuito Judicial Penal del área metropolitana de Caracas. Esa mañana tenía la audiencia preliminar de un preso por el cual el entonces presidente Hugo Chávez se decía que tenía un interés personal. 

El polémico expediente del banquero Eligio Cedeño tenía 15 días en sus manos, tiempo en el que había estudiado todas las 278 piezas y se había percatado que estaba lleno de vicios e irregularidades. 

Al indagar en la acusación, no encontró elementos de culpabilidad con respecto a los tres delitos que le imputaban al empresario venezolano. Sabía que, si las circunstancias no variaban, tenía que dictar un sobreseimiento de la causa o una nulidad por todas las violaciones constitucionales que tenía el caso. 

La jueza llegó justo a tiempo a los tribunales. Ahí estaban los abogados de la Procuraduría General y de la defensa, pero no los representantes de la Fiscalía. Minutos después, fueron registrados sus ingresos al Palacio, pero no se dirigieron a la sala prevista para la audiencia. 

A los fiscales los ubicaron en el piso de los tribunales de ejecución. Para Afiuni, que estuvieran en un sitio inusual y no presentándose para la audiencia, significaba que se estaban escondiendo. Dio un lapso de espera hasta las 11:30 de la mañana. 

Llegada la hora, se trasladaron a la sala para dejar constancia de que los representantes del Ministerio Público no se habían presentado, así que no se podía llevar a cabo la audiencia. 

Pero la audiencia de Cedeño le pidió a Afiuni que se pronunciara sobre una medida cautelar en razón de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la que señalaban que su detención era arbitraria e instaba a juzgarlo en libertad.

Pedían una medida menos gravosa, ya que llevaba dos años y 10 meses en la cárcel sin siquiera haber llegado a una audiencia preliminar. Para esa decisión no era necesaria la presencia de los fiscales. Su defensa argumentó que el retardo procesal era una pena anticipada. 

Así que Afiuni, basando su decisión en las normas procesales penales del país y en un informe del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, le dio una medida privativa de libertad bajo presentación y prohibición de salida del país a Cedeño. 

Cuando se disponían a sacar copias de la acta firmada para que fueran entregadas a las partes, aparecieron los fiscales. Pero ya era tarde: la jueza les dijo que la decisión ya estaba tomada y, si querían, tenían tres días para apelar. La defensa de Cedeño preguntó varias veces si el banquero podía retirarse y la respuesta siempre fue sí. 

Minutos después de haberle dado la libertad condicional, efectivos de seguridad allanaron la sede del tribunal y entraron al despacho de Afiuni para decirle que estaba detenida, junto a todo el personal del tribunal. Algo que no había ocurrido en 50 años de democracia. 

Los funcionarios alegan que actúan por órdenes superiores. Afiuni fue aprehendida sin orden judicial, sin que se le informara el motivo de la detención ni la autoridad que la había ordenado. Fue esposada, la montaron en unas camionetas negras con vidrios ahumados y la llevaron hasta el Helicoide, sede del Sebin.

Al día siguiente de su detención, el fallecido presidente Chávez calificó a la jueza de “bandida” y exigió una condena de prisión de 30 años, la máxima pena que se impone en el país, por haber “facilitado la fuga” de Cedeño. 

«Yo exijo dureza contra esa jueza (…) Habrá que meterle pena máxima. ¡30 años de prisión pido yo a nombre de la dignidad de un país! Le dije a la presidenta del Tribunal Supremo, a la Asamblea Nacional, habrá que hacer una ley porque es mucho más grave un juez que libera a un bandido, que el bandido mismo», agregó el mandatario», dijo en cadena nacional de radio y televisión

Afiuni fue presentada en tribunales y fue imputada con los delitos de corrupción propia, favorecimiento para la evasión, asociación para delinquir y abuso de autoridad. La fiscal general para ese momento, Luisa Ortega Díaz, declaró que Afiuni habría actuado de manera ilegal y en desconocimiento de la ley al otorgar la libertad condicional a Cedeño.

El 17 de diciembre fue trasladada hasta el Instituto de Orientación Femenina (INOF), ubicado en Los Teques, donde se encontraban numerosas mujeres a las que ella había juzgado y sentenciado por delitos como infanticidio, robo y narcotráfico.

María Lourdes Afiuni se convirtió en uno de los principales ejemplos del deterioro de la institucionalidad venezolana. Su caso permite mostrar la ausencia de independencia del sistema de administración de justicia venezolano, así como también la falta de separación de poderes y los abusos en los que incurren los funcionarios de seguridad del Estado. 

La jueza fue recluida en una celda de cinco por cinco metros. No la dejaban recibir sol y sus visitas eran severamente controladas, restringidas y, en ocasiones, prohibidas. 

En el INOF, el miedo por lo que pudiera ocurrirle era constante. En la prisión fue objeto de diversas torturas, amenazas de muerte, conatos de atentados y violencia sexual. Sus órganos sexuales, vejiga y ano estaban destrozados y un seno estaba necrosado por las patadas que le dieron durante una golpiza. En el libro escrito por el periodista Francisco Olivares, Afiuni relató que fue violada por sus carceleros, quedó embarazada y abortó. 

Por todas estas razones, su salud física y mental se vio comprometida, sobre todo al habérsele negado en principio el derecho a la asistencia médica. 

El grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria consideró, en una carta remitida al Gobierno venezolano, que el encarcelamiento de la jueza era “arbitrario”, por lo que pidieron su liberación inmediata. Asimismo, Human Rights Watch y Amnistía Internacional denunciaron las condiciones “inhumanas” de la prisión de Afiuni. 

A principios de 2011, la fiscal Luisa Ortega Díaz recomendó dar arresto domiciliario a Afiuni tras inspeccionar el centro de reclusión donde estaba detenida. En junio de 2013, se pidió una medida menos gravosa y la jueza obtuvo libertad condicional con prohibición de salida del país, de hablar a los medios de comunicación internacionales y nacionales y de utilizar sus redes sociales.

El proceso judicial de María Lourdes Afiuni se había iniciado en 2012, pero fue el 16 de mayo de 2019 que se celebró la audiencia de juicio. Sin prueba alguna, el juez Manuel Antonio Bognanno condenó a la jueza a cinco años de prisión por el delito de “corrupción espiritual”. Para ellos, a pesar de no haber dinero a cambio de la liberación de Cedeño, Afiuni aplicó medidas cautelares como un “acto de placer”. El 8 de noviembre de 2020, la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia ratificó la condena. 

Laureano Márquez P. Ago 03, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Venezuela va al psicólogo
Me fui con ese nuevo caudillo militar, pero fue peor el remedio que la enfermedad, los países no tienen fondo. Él vino ofreciéndome más democracia y acabó con ella

 

@laureanomar

–Cuéntame, ¿qué te trae por aquí? –inicio el terapeuta.

–Uff, ¿por dónde comienzo? Bueno, lo primero que me gustaría decir es que mi vida está llena de contradicciones: lo tengo todo para ser feliz, pero estoy deprimida, triste, ansiosa. Tengo tierras fértiles para agricultura y ganadería, pero no hay ganado ni agricultura; tengo las reservas petroleras más grandes del planeta, pero vivo sin combustible; represas hidroeléctricas increíbles, pero no hay electricidad; tengo lugares espectaculares para el turismo, pero no viene ni un alma.

–¿Y por qué crees que te sucede todo eso que me cuentas?

–No lo sé. Creo que todo es producto de muchos desórdenes que se han acumulado a lo largo de años.

–Háblame un poco de tu infancia.

–Bueno los primeros 300 años los pase con mi madre, España.

–¿Cómo fue tu relación con ella?

–Una relación complicada de amor y odio. De ella heredé muchas cosas, algunas buenas, otras malas. Mi cultura, mi lengua, mi administración, mis instituciones, pero también recibí maltratos que me impedían desarrollarme con libertad, su providencialismo, su improvisación, su individualismo y su astucia, que yo transformé en viveza criolla. Por eso decidí separarme de ella y me fui a vivir independiente.

–¿Y te fue mejor cuando te separaste de tu mamá?

–Bueno, las cosas no sucedieron como las había soñado. Fue una separación traumática, violenta. Me casé con los militares para librarme de ella, pero después ya no era mi mamá, sino los militares los que me maltrataban y no había forma ni manera de sacármelos de encima. A cuenta de que yo no estaba preparada para ser libre, hicieron conmigo lo que quisieron. Cada vez que aparecía un caudillo, yo volvía a tener nuevas esperanzas, pero que va.

–¿No te fue bien con ninguno?

–Bueno, con alguno que otro mejoré un poco. Es verdad que poco a poco fui cambiando. Algunas cosas marcharon mejor, pero eso no justifica. Hasta que un día, cansada de tanto maltrato, me dije: “no aguanto más, aquí hay que poner orden y leyes”.

–¿Y eso cuándo fue?

–En 1958. Logré librarme de los militares y me dejé llevar por gente civil, algunos estudiantes, otros doctores. Gente que me conocía bien y quería para mí un destino mejor. Y lo tuve: mejoró mi sanidad, mi cultura, mi nivel de vida. Me volví moderna, me adueñé de mis riquezas, eduqué a mi gente, tuve nuevas ciudades, represas, siderúrgicas, líneas aéreas y mucha gente que venía de todos partes a vivir conmigo a progresar conmigo. Yo avancé y tuve un florecimiento como nunca en la historia.

–¿Y qué pasó entonces?

–Pues la relación se fue deteriorando, yo me fui cansando. Muchas cosas ya no funcionaban bien. Hubo falta de equidad, de justicia. Una mezcla de muchas cosas motivo ese cansancio: corrupción, irrespeto a las leyes, abusos, mala administración.

–Aja, ¿y qué hiciste?

–Bueno, tonta de mí, apareció un nuevo caudillo militar, de esos con los que tantos malos ratos había pasado, pero pensé que este era distinto: hablaba bonito, parecía tener buenas intenciones, preocupación por los más pobres y sin pensarlo dos veces, como pensé que estábamos tocando fondo, me fui con él.

–¿Qué tal te fue?

–Como decimos en criollo, fue peor el remedio que la enfermedad, los países no tienen fondo. Él vino ofreciéndome más democracia y acabó con ella.

TALITA CUMI

TALITA CUMI

Aseguró que traería justicia y la sometió a sus caprichos. Dijo que habría libertad progreso y honestidad y terminamos presos, arruinados y siendo una de las naciones corruptas del mundo. Bueno y aquí estoy, atrapada sin saber cómo librarme de esta situación. He acudido a varios especialistas, pero la verdad ninguna terapia me funciona. ¿Qué hago?

El psicólogo miró el reloj y dijo:

–Bueno, por hoy es suficiente, ya se nos terminó el tiempo. Seguimos en una próxima sesión.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Jaua dijo que no lo dejaron participar en elecciones internas del PSUV
El dirigente chavista manifestó que acata la decisión de la Dirección Nacional

«Por razones de estricta coyuntura política, no se me autorizó a participar (en las elecciones internas de) el 8 de agosto», afirmó el exministro de Educación Elías Jaua, quien en un video publicado en su cuenta de la red social Twitter, explicó las razones de que su nombre no figure entre los postulados a candidato a gobernador del estado Miranda.

El dirigente chavista, quien forma parte de la Dirección Nacional del PSUV, pero ha estado alejado de esa instancia desde que fue removido de su cargo al frente de la cartera de Educación, resaltó que todo proceso interno tiene un reglamento y el que rige actualmente el del partido establece que es la Dirección Nacional la que autoriza a sus integrantes a participar de dichos procesos.

«Un abrazo bolivariano y chavista  a todos ustedes compatriotas militantes del PSUV En todo el país, quería felcitarlos por la jornada del pasado 27 de junio de este 2021 donde expresaron de manera nítida  una voluntad a favor de una manera de hacer política que sea incluyente, que respete la dignidad humana y el protagonismo popular y esté conectada con anhelos, luchas y esperanzas de nuestro pueblo», expresó Jaua.

Unidad programática

Jaua envió un saludo a los militantes del partido en el estado Miranda que postularon su nombre «e irrumpieron de manera victoriosa» en la jornada del 27 de junio, en la cual se registraron diferentes trifulcas y denuncias de fraude y manipulaciones.

«Les agradezco su voluntad, valentía, cariño y valoración», acotó el exministro.

Jaua expresó que acata la decisión de la Dirección Nacional y que siempre estará dispuesto a contribuir a la unidad programática del chavismo en torno a los fundamentos políticos ideológicos a los que los convocó Hugo Chávez, como son, precisó, la democracia participativa y protagónica, la independencia nacional y soberanía económica, así como la igualdad social y la ética política, entre muchos otros.

«Yo les agfradezco inmensamente y les digo con la letra de la canción de calle 13, vamos caminando, aquí se respira lucha, vamos por el camino de Chávez», culminó el dirigente.

Paulina Gamus: “Yo no me dediqué a la política para hacerme rica sino para que me reconocieran”
Abogada graduada en la Universidad Central de Venezuela, Paulina Gamus se dedicó a la política activa durante más de 30 años desde Acción Democrática. Fue concejal, parlamentaria y ministra. Hoy, a sus 84 y sobreviviente del covid, nos recibe en su casa, un apartamento sobrio y discreto en Caracas, para esta conversación en que repasamos momentos de su vida y del país

@diegoarroyogil

 

Un mar de elocuencia y de carácter. Cruza el umbral de la puerta que conecta las habitaciones con la sala de su apartamento y pregunta “¿Ya llegaste?”, como si estuviera acostumbrada a recibir a un invitado que sin embargo está en su casa por primera vez y que nunca, hasta ahora, ha conversado con ella en persona. Saludo de pandemia: codo con codo. “Siéntate donde tú quieras –dice–, puede ser en cualquiera de esas dos sillas, que son cómodas”. Aunque prefirió que no se le hicieran fotos para ilustrar esta entrevista porque, según ella, no anda de buen look, tres horas antes, con ocasión de reconfirmar este encuentro, la llamada telefónica la pilla en la peluquería. El afán no es nuevo: quien la recuerda sabe que siempre, estuviera en el Congreso de la República, en una rueda de prensa en Miraflores o en un estudio de televisión, Paulina Gamus lucía, como hoy, impoluta. Lleva pantalón negro, suéter de rayas blanquinegras, labios de carmín, un collar, aretes, pulseras, un reloj discreto pero regio y el pelo corto de señora recién hecho.

Concejal, parlamentaria, ministra y dirigente de Acción Democrática durante la democracia, se retiró de la política activa en 1998 porque se dio cuenta de dos cosas: la primera, que había cumplido un ciclo “y estaba cansada de oírme a mí misma”, y la segunda, que, dado su ascendiente, se sintió corresponsable de los errores que habían derivado en la llegada de Hugo Chávez al poder, una derrota histórica que le recomendó pasar a la retaguardia y ejercer, desde allí, una especie de senaduría simplemente ciudadana que la terminó de fijar como una articulista de verbo directo y preciso. Nunca fue de medias tintas y tiene talento para escribir. Sus memorias, Permítanme contarles, publicadas por Libros Marcados (2012) y reeditadas por Dahbar Ediciones (2017), está aún en librerías.

Cruza el umbral de la puerta y pregunta “¿Ya llegaste?”, mientras camina ayudada por un bastoncito que usa para no esforzarse más de lo debido tras haber superado el covid. Deja el bastoncito a un lado, se sienta y explica:

–Si estoy tranquila o en reposo no pasa nada, pero si camino mucho se me baja la saturación de oxígeno en la sangre y tengo que ponerme el respirador. Son las secuelas del covid, que me tuvo una semana hospitalizada. Ahora resulta que el síndrome post-covid puede hacer que se me caiga el pelo, como les pasó a dos amigas, y estoy aterrada, pero les agradezco a Dios y a la vida que me hayan permitido sobrevivir. Tengo 84, mucha gente mucho más joven que yo se ha muerto y yo no me morí.

–¿Se siente joven?

–No me trates de usted. Trátame de tú y de Paulina.

–Bueno… ¿Te sientes joven?

–Me siento joven de mente. No “demente”, o sea, loca, sino “de mente”. ¿Sabes por qué? Porque me adapto mucho a las cosas juveniles. No me visto de joven ni hago tonterías de joven, pero creo que entiendo bien a los jóvenes. Sobre todo después del covid he estado débil, pero en cuanto a mi parte mental y espiritual y a mi manera de reaccionar ante la vida, me siento joven. Trato de vivir sin amarguras, trato de apartarlas. Si hay un artículo de prensa que empieza diciendo que Venezuela se hunde, que Venezuela se desintegra, que Venezuela se acabó y tal, no lo leo. No porque crea que eso no está pasando, sino porque no quiero agregarle una carga depresiva a mi estado de ánimo. Yo estoy en modo avestruz, con la cabeza enterrada. Una amiga me dijo: “A las personas que están en modo avestruz puede que las ideas les salgan por el fundillo”. Pero no usó la palabra fundillo sino la otra. Me molesté mucho y le respondí que no fuera irrespetuosa, que creo que mis ideas todavía funcionan. Estar en modo avestruz es no estar todo el día… tú sabes. Yo leo la prensa nacional e internacional, pero rechazo todo lo que sean tragedias innecesarias: que si un tipo descuartizó a mil mujeres en México. Yo no voy a leer eso. –Señala la mesita de la sala y dice–: Ahí tienes unos dulcitos, no te vayas a comer uno solo, al menos dos, y los que queden te los puedes llevar, son para ti.

–Gracias. Me he dado cuenta de que las señoras judías, en general, ofrecen dulcitos. Son muy “idishe mame”, como dicen ustedes: muy madres.

–¿Ah sí? Fíjate que cuando los judíos de Marruecos regalan un dulce, suelen decir: “Dulce lo vivas”. Me parece muy bonito.

–Aunque usted…, aunque tú no eres una judía de Marruecos.

–No, yo nací en Caracas, en 1937. Mi padre era un judío de Alepo, Siria. Los judíos árabes se conocen como mizrajim. No es verdad, como dijo Ben-Gurión –ex primer ministro de Israel–, que solo hay judíos sefarditas y askenazíes. Nuestro apellido original en árabe es “Djamous”, pero aquí era más fácil Gamus. Mi madre era de Salónica, Grecia, era judía sefardita. Mis dos familias llegaron a Venezuela entre 1927 y 1929, cada una por su lado, por razones personales y económicas. Querían ir a los Estados Unidos, pero las visas eran costosas, en cambio las visas venezolanas no costaban nada. Mis padres se conocieron y se casaron aquí en Caracas.

–Con esa mezcla: Siria, Grecia, Venezuela, ¿cuando eras niña te preguntabas de dónde eras?

–No, nunca me lo pregunté, pero hace unos 15 años les escribí a mis nietos una historia que llamé “¿De dónde venimos?”. Todos mis nietos nacieron en Venezuela, aunque ahorita no viven aquí. Por mi parte tienen Siria y Grecia; por parte de su abuelo materno, Marruecos; y por parte de sus otros abuelos, Rumania, Yemen y Palestina. Quiero que mis nietos tengan ese recuerdo, que sepan que sus antepasados no llegaron a Venezuela ni en un avión ni en un crucero sino en la tercera clase de un barco, que pasaron trabajo, que la vida de nuestros ancestros no fue para nada fácil, que nunca fueron ricos pero que tenían principios. Ahora, cuando estuve hospitalizada por el covid, les grabé a mis seis bisnietos, con mi voz ya no tan sonora, las canciones infantiles que aprendí en mi escuela primaria, para que tengan alguna conexión con las raíces venezolanas de sus padres, abuelos y bisabuelos. De mis seis bisnietos, cuatro son colombianos y dos norteamericanos.

–Vista la vida en perspectiva, desde sus 84, ¿dirías que uno cambia con los años? Hay quien dice que el carácter, aunque sume matices, en el fondo es inalterable.

–A mí me hizo cambiar mucho dejar la política activa. Yo leo sobre política y escribo sobre política. Quien ha estado en la política no se aleja de ella. Pero cuando dejé la política activa, cuando dejé de estar preocupada por lo que iban a decir de mí, por lo que iban a hacerme, que si los adecos me iban a clavar un puñal por la espalda…

–¿Los adecos? Pero si tú eras adeca.

–Mis mejores amigos estaban en Copei. De eso puedes estar seguro –dice, en clara referencia a que el mundo partidista está lleno de acuerdos pero también de rencillas.

–Ya.

–Dejé la política activa y me hice más tolerante, menos agresiva. Ahora recibo mejor las cosas negativas. Antes era más sensible.

–¿Y en qué no has cambiado?

–En mi sentido del humor. Siempre trato de buscarle el lado divertido a la dificultad. Me da pena decirlo, pero en el velorio de mi papá no hice más que reírme. Las mujeres árabes amigas de mi casa se daban golpes en el pecho y en la cabeza, y a mí eso me hacía reír porque me parecía insólito. En mi familia tenemos mucho humor.

–Siempre has parecido una persona fuerte, ¿cuál es tu debilidad?

–Mi familia.

–Me refiero a una debilidad tuya personal.

–¿Mía? –Piensa–. ¿Qué será? –Piensa–. No voy a ser tan inmodesta como para decir que no tengo debilidades. –Piensa–. Tampoco soy muy fuerte. Es la imagen que doy, quizá.

 –Concejal, parlamentaria, ministra, dirigente de AD, si volvieras a tu juventud, ¿volverías a dedicarte a la política?

–No lo sé. Yo quería ser cantante y un día me invitaron a cantar en Radio Continente, pero al llegar me encontré con Amador Bendayán, que era hermano de una tía política mía, y Amador me preguntó: “Mi amor, ¿qué haces aquí?”. Yo le dije una mentira y me fui ‘espepitada’ de ahí. Tenía 14 años, estaba escapada de la escuela y si mis padres se enteraban… Los políticos tenemos necesidad de reconocimiento, igual que los artistas. Un poco fue eso en mi caso, no sé si en el de los demás. Por eso me cuidé muchísimo de la corrupción. Cualquiera podría decir que yo fui corrupta, pero no, he sido una persona correcta, la gente lo sabe y me siento muy orgullosa de eso. Yo no me dediqué a la política para hacerme rica sino para que me reconocieran.

–¿Era muy fácil ser corrupto siendo político?

–Sí, porque no faltaba quien te ofreciera cosas, aunque los que ofrecían sabían a quién ofrecerle, y como yo no tenía un gran poder, no podía favorecer a nadie y no me molestaban. Además, aunque hubiera sido así, nunca en la vida.

–El día que el doctor Ramón Velásquez se despidió de la presidencia de la República dijo que, en Venezuela, “para estar con la conciencia tranquila hay que hacer lo que se debe y dejar de decir lo que se quiere”. ¿Estás de acuerdo?

–Es una buena frase, sí. Como político uno tiene que cuidarse de lo que dice. No se puede ser falso ni mentiroso con la gente.

–Ese mismo día, Velásquez también dijo que este “es un país implacable”.

–¿Implacable? Todo lo contrario. ¿Le cobramos algo a Chávez, el culpable de muchas de nuestras desgracias, aunque no el único culpable? Aquí olvidamos con una facilidad enorme, tal vez porque como los escándalos se suceden con tanta rapidez, no hay tiempo para ser implacable con uno cuando ya viene el otro. No sé. Velásquez era un historiador y yo no lo soy. A lo mejor él no solo veía el siglo XX sino también los anteriores.

–¿Cuáles fueron los errores de tu generación que permitieron el ascenso de Chávez al poder?

–El conformismo. Nos bastaba con ganar elecciones y tener mayoría parlamentaria para evitarnos el duro trabajo de hacernos una autocrítica y entender por qué crecía y tenía tanto éxito la antipolítica, cómo y por qué se iba desmoronando la ilusión democrática.

–¿Te persiguen esos fantasmas?

–Nunca dejo de recordarlo: Chávez ganó las elecciones un domingo, el 6 de diciembre de 1998, y al día siguiente, en la reunión de todos los lunes de la dirección nacional de Acción Democrática –Paulina Gamus era la segunda vicepresidente del partido–, Lewis Pérez, el secretario general, lo que planteó como discusión fue qué íbamos a hacer para la campaña de la Asamblea Constituyente [de 1999]. Ni una sola palabra para referirse al resultado de las elecciones ni a lo que nos había pasado. Ni una sola autocrítica. Pero la desgracia venía de antes. Chávez fue quizá la consecuencia de otro caso: cuando ganó Caldera, con el ‘chiripero’, en diciembre del 93. Como Acción Democrática y Copei hacían mayoría parlamentaria, no consideramos que teníamos que sentarnos a ver de dónde había salido la votación de la Causa R, que de tener tres diputados pasó a 40 y pico.

–Tal vez mi generación es demasiado cruel con la tuya. La cree culpable del origen. Pero ustedes también podrían decirnos a nosotros que no hemos sabido detener el avance de lo que comenzó antes.

–No, no. Los jóvenes no tienen ninguna responsabilidad.

–¿Cómo que no? Éramos adolescentes en 1998 y hoy somos unos hombres. Han pasado más de 20 años y…

–Está bien, está bien –ataja Paulina–, pero no puedes analizarlo así. ¿Cuáles han sido las condiciones? Los jóvenes han marchado, a los jóvenes los han perseguido, los han torturado, los han botado del país, los han matado, pero nosotros… Como te dije: primero, los partidos perdieron la conexión con la gente, se burocratizaron, y por otro lado estaba la antipolítica, auspiciada por intelectuales de renombre y por dueños de grandes medios de comunicación.

–¿Pero cómo es posible que Acción Democrática apostara por Luis Alfaro Ucero como candidato sabiendo que no iba a llegar a ninguna parte?

–Eso fue una tragedia… Mira, yo estoy convencida de que cuando a alguien le dicen que es una maravilla y que debe ser presidente, la persona se lo cree. Yo misma me lo creí cuando me propusieron ser precandidata de Acción Democrática para las presidenciales del 93. Me lo creí y me lancé, y estando en campaña me di cuenta de que aquello era un absurdo y comencé a burlarme de mí misma. Alfaro Ucero era el hombre más poderoso de Venezuela durante la segunda presidencia de Caldera. Los ministros iban a casa de Alfaro para consultarle las decisiones del Gobierno, para que Acción Democrática les aprobara las decisiones en el Congreso. Entonces pasó eso: a Alfaro le dijeron que era una maravilla y que tenía que ser presidente y él se lo creyó.

–¿Y nadie en el partido le dijo que estaba equivocado?

–Dos personas: Arístides Hospedales y yo, que éramos muy cercanos a él.

–¿Y qué les dijo?

–Que no, que él creía que era su oportunidad. Después, en plena campaña, cuando se decidió que Acción Democrática apoyara a Salas Römer como candidato unitario contra Chávez y Alfaro se negó, tanto Arístides como yo y casi todo el mundo votamos por su expulsión del partido. Luego, en enero, yo lo llamé para darle el feliz año y su hija no me dejó hablar con él. Lo lamenté, porque yo le tenía cariño a Alfaro.

–Perdóname que te haga esta pregunta: ¿te agobia pensar que podrías morirte sin haber visto la salida del chavismo del poder?

–No me agobia porque sé que me va a ocurrir. Yo espero que lo vean mi hija y mis sobrinos, que todavía viven aquí. Mis nietos, como te digo, están fuera. ¿Volverán? A lo mejor el mayor, que adora Venezuela. Esto está muy difícil, aunque yo voy a votar –se refiere a las elecciones regionales pautadas para noviembre de 2021–. Aun si no están dadas todas las condiciones, si hay un acuerdo masivo de la oposición, yo voy. Eso sí: la gente tiene que convencerse de que ir a votar por alcaldes y gobernadores no significa sacar a Maduro. Quien piense que eso es así está equivocado. Ni las negociaciones son para eso.

–¿Para qué son?

–Para tratar de flexibilizar algunas cosas de tipo político y económico, pero Maduro no va a negociar su salida, olvídate. Al menos yo no lo creo, quisiera estar equivocada.

–¿Y entonces?

–Bueno, ellos piensan en una especie de gobierno a la China, un capitalismo comunista. Y el país está anestesiado. Primero, hay seis millones de venezolanos que se fueron: quítale esa cantidad de gente a la población de Venezuela. Segundo, hay un porcentaje de los que no se han ido que viven en la burbuja de los dólares y están tranquilos con esa vida falsa. Y tercero, están los que tampoco se han ido y están pasando hambre, y quien está pasando hambre, qué va a hacer, si precisamente está pasando hambre. Ese es uno de los métodos de este tipo de regímenes: poner a la gente a buscar comida para que no pueda hacer más nada. Fue lo que hicieron Stalin y Mao con las hambrunas. Aquí hay manifestaciones, pero aisladas, y además son reprimidas de una manera brutal. Piensa en el Zulia. Todos los gobiernos de Venezuela adulaban al Zulia. Ser gobernador del Zulia era casi ser presidente de Venezuela. ¿Y qué le han hecho al Zulia? Lo han aplastado quitándole todo, todo.

–Mucha gente de oposición hoy en Venezuela, sobre todo jóvenes, creen que es imposible ser de izquierda nunca más, porque entienden izquierda como chavismo de un modo acrítico.

–Para mí los términos derecha e izquierda están totalmente demodé. Y además este régimen no tiene ninguna ideología. Estos son unos tipos que decidieron atornillarse en el poder y enriquecerse, eso es todo. Y como no tienen para dónde irse. ¿Para dónde se van a ir? A ellos les encantaría ir para los Estados Unidos, para Inglaterra, para Francia, qué sé yo. ¡Pero si no hablan ningún idioma, de milagro el español! No, no. No tiene sentido hablar de izquierda y de derecha, aunque les guste en España y en Europa en general. El mundo se mueve hacia algo verdaderamente terrorífico.

–¿Qué podrían oponer los demócratas, digamos, ante una situación como esa?

–Es que la democracia en el mundo está como apagada, está un poco como estamos los venezolanos: anestesiada, sin instrumentos. Hay un vuelco hacia el radicalismo.

–Tú has sido una mujer defensora de las mujeres, ¿cómo vives el feminismo actual?

–Si se trata del feminismo de “miembros y miembras”, me parece detestable. El feminismo que me interesa es el que promociona a las mujeres, el que hace algo para que las mujeres mejoren, no el que se basa en odiar a los hombres y en saltar para hacer con el feminismo lo que hace el machismo.

–¿Estás de acuerdo con la legalización del aborto?

–Sí.

–¿Y con el matrimonio igualitario?

–También.

–¿Siempre has pensado así o es algo que te ha dado el tiempo?

–He cambiado… No te has comido ni un dulcito.

–¿Cuál es el momento más importante de tu carrera política?

–Me sentí muy realizada cuando dije el discurso oficial del 5 de Julio en el Congreso, en 1992. Todo lo que yo pensaba que había que decir sobre lo que venía sucediendo en el país lo dije ahí. Para mí, la verdadera ruptura de Venezuela no comenzó con el golpe de Chávez sino con el Caracazo. Fui presidenta de la comisión parlamentaria que investigó lo que pasó ese día tan doloroso y tan vergonzoso.

–¿Por qué el Caracazo fue la verdadera ruptura?

–Porque fue a partir del Caracazo que comenzó la guerra contra la democracia y que Carlos Andrés Pérez comenzó a dar traspiés.

–¿Crees que el Caracazo fue organizado?

–Al principio lo pensé, pero en la investigación que hicimos en el Congreso no encontramos nada que demuestre que fue organizado. Creo que el Caracazo fue espontáneo en sus comienzos y aprovechado después. Chávez no se hubiera atrevido a dar el golpe sin el ambiente que se formó después del Caracazo. Ese fue el plomo en el ala de Carlos Andrés y de Venezuela. Desde entonces nada fue igual.

–¿Y de aquellos polvos vienen estos lodos, como dice el refrán?

–Ya sabemos.

–¿Salvaría a hoy a algún político de oposición?

–He optado por no hablar mal de ninguno. Aquí es necesaria la unidad opositora, aunque sea pegada con chicle. Siempre admiré a Capriles, y de verdad que le tengo admiración a Juan Guaidó: se habrá desinflado, habrá perdido su popularidad, pero ha sido un muchacho perseverante y valiente. Lamentablemente, la política es así.

–¿Hay alguna figura del Gobierno que respetes?

–Me estás pidiendo demasiado.

–Para terminar, me robo una pregunta que Leonardo Padrón inventó para la radio: ¿una frase que se te parezca a lo que piensas de Venezuela?

–Un águila majestuosa que volaba muy alto… y le cortaron las alas.

Brian Fincheltub Jun 14, 2021 | Actualizado hace 1 mes
¿Cuándo se fregó Latinoamérica?

Los extintos Fidel Castro y Hugo Chávez. Foto en elojodigital.com

@BrianFincheltub

Nuestra tragedia no tiene más dolientes que nosotros, los propios venezolanos. Para los demás, lo nuestro no es más que una carga, un problema sin resolver, un relato cansón que les toca escuchar una y otra vez de boca de cada uno de los millones de venezolanos que estamos regados por el mundo entero, particularmente en Latinoamérica. Es probable que algunos hasta piensen que somos seis millones de exagerados, que sencillamente salimos del país en plan de turismo y que quienes lo hicieron caminando, solo querían admirar mejor el paisaje.

Frente a las pocas lecciones que parece haber dejado la destrucción de Venezuela en nuestra región, no veo otra explicación: no nos creen o simplemente Latinoamérica tiene vocación suicida. El caso de Perú, el segundo país del mundo con mayor número de migrantes venezolanos, es fiel reflejo de ello. Aproximadamente un millón de connacionales viven allí.

Con ellos también migraron sus historias, retratos de un país que antes de la llegada del chavismo al poder era receptor de migrantes y productor de petróleo y que hoy, veintidós años después, los exporta por millones y solo produce miseria.

¿Puede existir un testimonio más poderoso que ese? Personalmente, no lo creo. Aun así, los peruanos decidieron que la mejor solución para resolver los problemas de su país era votar por un comunista. Y no, esta vez no se trata nuevamente del cuento del coco, un recurso del cual se ha usado y abusado de campaña en campaña electoral. Pedro Castillo y su agrupación política son marxistas leninistas y no lo digo yo, lo dice el propio programa ideológico de Perú Libre cuando afirman textualmente que “decirse de izquierda cuando no nos reconocernos marxistas, leninistas o mariateguistas, es simplemente obrar en favor de la derecha con decoro de la más alta hipocresía”.

La inminente caída en desgracia del Perú la vivo con mucha tristeza, no solo por los miles venezolanos que deben sentirse de nuevo viviendo la misma pesadilla, sino por los millones de peruanos que serán las únicas víctimas de su venganza contra la clase política, las instituciones republicanas y en definitiva, contra la democracia peruana.

Paradójicamente, para quienes apostaron al comunismo para castigar a los ricos, los acomodados serán quienes menos sufran la destrucción de Perú, pues mientras los empresarios y las clases pudientes serán las primeras en trasladar sus capitales y bienes a otro país cuando el Perú se vuelva invivible, el peruano promedio vivirá la tragedia adentro; al menos que decida huir caminando a Colombia, Chile, Brasil o Ecuador.

Perú es también la nación que recibió a mis abuelos maternos cuando escapaban de otro sistema totalitario, el nazismo, así que este artículo está lejos de representar un acto de soberbia propio del “se los dije”. A los venezolanos también nos ganó la arrogancia y el resentimiento, cuando en 1998 la mayoría del país decidió ignorar a quienes siempre vieron en Hugo Chávez un títere de Fidel Castro y lo llevaron en hombros a Miraflores. Ese día se fregó Venezuela y con nosotros, aun sin saberlo, el resto de Latinoamérica.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Los pueblos olvidan hasta que la realidad los hace despertar

@ArmandoMartini

Con demasiada frecuencia los pueblos se equivocan. Y aquello de que siempre tienen la razón es una falsedad histórica, enunciado conformista de resignación y pretexto de perdedores. Rusos hartos de abusos, ahítos de restricciones físicas, limitaciones espirituales e impedimentos mentales de los zares y acólitos; tanto como los alemanes atiborrados de carestía, repletos de privaciones, infortunio y miseria. Ambos saciados de resignaciones, parieron bestialidades como la barbarie del comunismo y el sadismo del nazismo.

A meses del derrocamiento de Pérez Jiménez, con estallidos de alegría y renacimiento popular, había en las paredes urbanas pintas con la frase “perdónanos, no supimos lo que hicimos”. Pero no mucho tiempo después la estupidez castrista -cuando Fidel pretendía ser figura mundial gustase o no a los cubanos- enseñó a esos mismos venezolanos que la democracia es algo por lo cual vale la pena luchar incluso con armas, que militares habían jurado hacer y lo estaban haciendo.

Grandes batallas ideológicas se escenificaron en la Universidad Central de Venezuela, las militares en selvas y montañas, presididas por un par de generaciones que nacieron y se hicieron ciudadanos con democracia como objetivo, aunque no fueran capaces para formar sucesores.

Abandono, corrupción, errores y soberbia trabaron en la necedad a esos defensores profesionales de la democracia; llegó el desencanto, comenzó la frustración y ascenso a las responsabilidades del poder de un resentido, derrotado y fracasado militar. Un prestidigitador que mientras hacía lucir cartas trucadas se frustraba como pelotero. Vacío de discurso sólido, en vez de crear y desarrollar una revolución propia para la cual le sobraban soflamas y le faltaban razones, asumió otra, la de un maniático asesino e ilusionista, padre que nunca tuvo; el biológico no era más que un modesto maestro pueblerino.

Tan errado en la vida como en la muerte, falló en la selección del heredero y llevamos años pagando las consecuencias del traspié final. Pero el usufructuario, como el de los Castro en Cuba, recibió el poder, no el conocimiento ni la capacidad para hacer de una nación favorecida y aventajada un país estable. En cambio la domina a la fuerza, manipulando entornos y violando los derechos humanos a un pueblo cada día más hambriento, enfermo y decepcionado. La patética realidad es haber convertido a Venezuela de un terruño con tradiciones e inmigrantes, a una patria de frustraciones y emigrantes. El asunto es que, como el hambre adormece, también despierta a los hambrientos. ¡Cuidado con la furia de un pueblo paciente!

Desde cuando los llaneros se agolparon semidesnudos y a caballo junto con dos caudillos sucesivos, uno pelirrojo español que derrotó a la república, el otro catire venezolano que venció a la corrupta y deprimente monarquía española, desde esos tiempos el sector militar viene creciendo en orden y eficiencia , guiado por convicciones del graduado en Francia y un tachirense mejorado en Perú. Y los venezolanos, enredados en desórdenes, han observado a sus militares en espléndidos desfiles con soldados y cadetes relucientes en perfecta formación, orgullosos aviones y tanques resplandecientes.

Careándose así el mito de la eficiencia militar, hasta que llegaron al poder conducidos por aquel animador que con discursos utópicos y fantasías hizo olvidar su derrota y la brutalidad de sus ataques contra instalaciones civiles; ese que convirtió el desastre natural de Vargas en un ya verán lo bien que lo vamos a hacer. Jamás lo mostró.

Y hasta tuvo la inconveniencia de morirse dejando la economía y producción de la riqueza en manos de quienes veían pajaritos, pero no concebían soluciones. Y, además, políticos de poca monta y politiqueros solo han servido para que el país viva esta tragedia. Por eso, el pueblo que sienten como soporte sufre carestía y desesperanza en aumento. La única vacuna contra el hartazgo es satisfacer necesidades.

Desactivadas esperanza y fe, hambre y desencanto empiezan a sonar duro, como despertadores de mañanas frías, indicando que amanece para levantarse e iniciar una jornada diferente. Este pueblo ha despertado otras veces, pero ahora no tiene líder creíble ni expectativas motivadoras.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es