Revictimización en femicidios: el doble asesinato de mujeres - Runrun
Revictimización en femicidios: el doble asesinato de mujeres
Crisbelis Sarmiento fue asesinada y  su cuerpo fue encontrado en el patio de un familiar de su agresor. La joven de Anzoátegui fue víctima dos veces: de un femicidio y, luego, cuando su caso se conoció en redes sociales, de revictimización por los comentarios que justificaban su muerte
La experta Maggaly Huggins señala que la revictimización es una práctica común en los casos de violencia de género y que constituye una doble violación de los derechos humanos de las mujeres
La idea de pensar que “la mujer se lo buscó” en un caso de femicidio es una pauta cultural aprendida, es un aprendizaje socialmente validado. “Hay una pauta cultural que dice que las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes. Es decir: ella es mala porque fue a todas partes”, explica Huggins
La especialista Esther Pineda asegura que el delito de femicidio está sujeto a diferentes “técnicas de neutralización” que se manifiestan como justificaciones del comportamiento desviado o delictivo para relativizar la naturaleza sexista de estos delitos

@ValeriaPedicini 

Crisbelis Sarmiento conoció a Jesús Alcalá, ambos del estado Anzoátegui,  por redes sociales. Entre mensajes y mensajes por el chat de Facebook, decidieron cuadrar un encuentro para conocerse en persona. La cita fue el 8 de abril en el local nocturno llamado Mojitos Beach, ubicado en Puerto La Cruz.

La muchacha de 22 años debía presentarse el 18 de abril en la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) para empezar un nuevo trabajo, algo que tuviera que ver con su vocación. Pero eso nunca pasó. Después de verse esa noche con Jesús Alcalá, Crisbelis desapareció. 

Sus familiares se desesperaron, comenzaron a buscarla, a publicar en redes sociales si alguien había visto a Crisbelis. En la red social Facebook se creó el grupo “Crisbelis Regresa” para difundir su caso y recibir alguna pista de su paradero. 

El 18 de abril supieron de ella. Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de la delegación Barcelona encontraron el cuerpo de Crisbelis en el patio de la parte trasera de la vivienda de los abuelos del muchacho con quien había salido

El cadáver de Crisbelis tenía heridas por arma blanca en la mandíbula, intercostal derecho, cuello y la parte frontal de la cabeza. La joven tenía una data de muerte de entre cuatro a cinco días, por lo que su cuerpo estaba en estado de descomposición.

«Femicidio en Anzoátegui contra Crisbelis Sarmiento quien fue asesinada por Jesús Alcalá el 18 de abril. Fue localizado el cadáver de la víctima enterrado en el patio de la vivienda del investigado. Está detenido para ser imputado por el Ministerio Público por femicidio agravado», publicó el fiscal designado por el chavismo, Tarek William Saab, en su cuenta en Twitter.

Jazmín Guilarte, madre de la víctima, indicó que no conocían al individuo.

Sin embargo, en la red social, el joven utilizaba el nombre de Alejandro Ferrer y se presentaba como rapero o DJ, según reseñó Nuevo Día. Además, se conoció que tiene un hijo que en mayo de 2021 fue diagnosticado con leucemia.

La Fiscalía con competencia en Violencia contra la Mujer presentó a Jesús Alcalá ante el Tribunal Segundo de Anzoátegui como el responsable del asesinato de Crisbelis Sarmiento. El joven de 26 años de edad fue imputado el 20 de abril por femicidio agravado, acto sexual con víctima vulnerable y amenazas.

Lo señalan de apuñalarla ocho veces entre el cuello y la cabeza. “Se ensañó con ella”, se lee en un comentario de la página de Facebook. Los detectives del Cicpc determinaron que Alcalá estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas cuando la mató, porque supuestamente ella no quiso intimar con él.

El director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Douglas Rico, informó en su cuenta en Instagram que Crisbelis y Jesús se conocieron 10 días antes de su desaparición y acordaron encontrarse en una discoteca de la entidad.

Posteriormente, con “alto grado etílico”,  se trasladaron hasta la residencia de un familiar del hombre.

Una vez en el lugar, según la versión publicada por el Cicpc, él procedió a consumir sustancias psicotrópicas para luego mantener un encuentro íntimo con la víctima. Horas después, el hombre intentó convencer a la joven a volver a tener relaciones sexuales, pero ella se negó.

Aunque la negativa de Crisbelis era suficiente para que él no insistiera y la dejara en paz, Alcalá tomó una actitud violenta en su contra: le propinó múltiples heridas punzo penetrantes con un arma blanca hasta asesinarla, detalló el Cicpc.

Seguidamente, el asesino abrió una fosa en el patio trasero de la vivienda y enterró el cuerpo de Crisbelis. «La osamenta fue hallada por unos caninos que estaban en el lugar; por tal motivo, la dueña de la vivienda optó por notificarle a la policía científica sobre el cadáver», indicó Rico.

 
 
 
 
 
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María José Marchán señaló que el hombre, al ser abordado por los padres de Crisbelis, «reconoció que se llevó a mi prima para allá y abusó de ella. Pero no dijo nada sobre su ubicación».

«De hecho, él tiene antecedentes. Estuvo preso por violar a una joven con discapacidad y ni siquiera por eso hacen algo», acotó según lo publicado por el diario El Tiempo

Las mujeres “malas”

Los detalles del caso presentado por el fiscal no sirvieron sino para que Crisbelis fuera señalada, criticada y juzgada por sus acciones. Usuarios de redes sociales publicaron comentarios que indicaban que la joven había sido muy ingenua para ir a casa de alguien que recién acababa de conocer. 

Sin importar que la víctima fuese ella, la culparon de su propio asesinato. 

Maggaly Huggins, profesora, feminista, integrante del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres y de la organización no gubernamental Una Ventana a la Libertad, señala que la revictimización es una práctica común en los casos de violencia de género y que constituye una doble violación de sus derechos humanos. 

“Tienen que entender que las mujeres somos seres humanos, con igualdad de derechos que los hombres. No podemos decidir que alguien está bien muerta porque hizo algo que yo creo que es malo. No, yo no tengo derecho a juzgar. La mujer tiene derecho a la libertad. La libertad es un derecho humano para todos y todas. 

Esta práctica de pensar que “la mujer se lo buscó” es una pauta cultural aprendida, es un “aprendizaje socialmente validado”, de la que las mujeres tampoco escapan, explica la especialista. “Hay una pauta cultural que dice que las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes. Es decir: ella es mala porque fue a todas partes”. 

La frase feminista que nació en la década de los 60 es una expresión para explicar que eso era lo que se esperaba de las mujeres: que “las niñas buenas” se quedaran en casa.

“Uno en casa, esperando a que el hombre designado viniera a escogerlas, y por eso se ve que las mujeres en la vida pública son malas. La gente cree eso, que si tú sales a encontrarte con alguien que recién conociste en la vía electrónica es porque eres mala, y tienes que ir preparada para todo”, señala la profesora. 

“Así estamos hoy en Venezuela las mujeres que hemos luchado por más de 300 años por nuestros derechos humanos, por nuestra libertad, por nuestro derecho a decidir y a escoger con quién estar, estamos siendo reconfinadas, y no solo por la pandemia, a estar encerradas en casa si no queremos que se nos señale con el dedo”, expresa.

Huggins detalla que, criminológicamente hablando, se le conoce como “víctima propiciatoria”. Es decir, la víctima es culpable de lo que le ocurrió. “Ella propició la situación que la condujo a ser víctima y eso es un crimen que se comete contra las mujeres, porque nosotras tenemos derecho a que se nos respete nuestra dignidad”.

Para la especialista, pensar de esta manera es un retroceso. “¿Por qué yo voy a ser mala porque salgo a la vida pública y voy a ser señalada de víctima propiciatoria? Eso es un delito, adjudicar la victimización a una persona por el solo hecho de haber sido mujer. Eso es una vuelta a la prehistoria. Así como hoy se cocina con leña porque en Venezuela no hay gas, a las mujeres nos están llevando poquito a poco al convento, diciéndonos que ‘debemos ser buenas’”. 

Detalla que esto es así porque existe una estructura de pensamiento social, una visión sociopolítica de los géneros masculino y femenino, que es “absolutamente inequitativa, desigual y que desvaloriza a la mujer». «Por lo tanto, la mujer victimizada no debe buscar ayuda, ¿por qué? Porque ella es culpable”, añade.

El pensamiento que lleva a una persona a asumir que una mujer “se buscó” lo que le pasó son prejuicios, construidos y aprendidos socialmente, sobre todo en un país donde la ciudadanía ha desaparecido, asegura Huggins: “Si tú no tienes derecho, tú eres una potencial víctima. Eso es lo que se está viviendo en Venezuela”. 

“¿Cuántas veces hemos ido a casa de alguien que recién acabamos de conocer? Mil veces. Pero de los miles, 999 no son hombres que consideran que si una mujer acepta una invitación a su casa puede hacer con ella lo que le dé la gana hasta matarla. Eso es cavernario. Eso te está hablando de la dimensión humana que se está construyendo en este país”, agregó- 

Para Huggins eso se refleja, directamente, en los casos de maltratos, abusos y femicidios. “Por eso tenemos tantas mujeres asesinadas, tantas mujeres maltratadas y poca capacidad de procesar las denuncias en los centros policiales. Tanta mala formación desde la cabeza pública más grande hasta el policía raso en entender lo que es la violencia contra la mujer por ser mujer”

Revictimización y desprotección

La organización Utopix señaló que durante los cuatro primeros meses de 2022 se han contabilizado 75 femicidios en todo el territorio nacional, lo que representa un promedio de cuatro mujeres asesinadas por motivos de género cada semana. 

Y las mujeres siguen desprotegidas por un Estado que no reconoce ni garantiza sus derechos.

“Seguimos alertando y viendo con preocupación que desde el Estado no existe ninguna propuesta concreta para enfrentar esta problemática, que solo muestra la gran falencia que hay en torno a las políticas públicas referidas a la prevención, atención y mitigación de la violencia de género contra las mujeres”, reza el más reciente informe de la organización feminista. 

Aprender violencia, ejercer violencia

Maggaly Huggins asegura que nada de esto es aislado y que este pensamiento de violencia y culpa es “obra pública”, profundizándose durante los últimos 23 años desde que el chavismo está en el poder.

“Se está construyendo un país en donde la violencia es válida como forma de relación, como forma de resolución de conflicto. Y si le metes la condición de género de por medio, entonces siempre el hombre siempre puede acusar a la víctima de culpable si es una mujer”, describe.

Por otra parte, plantea que la sociedad sigue manteniendo el poder de quien violenta en la figura masculina. 

“Cuando un padre golpea a una madre, el varón hijo está aprendiendo la violencia contra la mujer y la hija está aprendiendo a hacer víctima. Esa es la mejor escuela de la violencia intrafamiliar: lo que sucede dentro del hogar”, afirma. 

Asimismo,  sostiene que las situaciones de violencia se van a seguir repitiendo sin un sistema cultural y educativo que le desmonte a los hombres que la única forma de resolver los problemas es a golpes o con armas.

La justificación 

Pese a que el femicidio es una de las formas de violencia extrema contra la mujer más común y extendida en América Latina, la desigualdad por razones de género y los prejuicios a ella asociada contribuyen a que continúe siendo una de las formas de victimización de la mujer más invisibilizada, desestimada y justificada.

Los familiares del detenido por el caso de Crisbelis Sarmiento alegaron, según algunos reporteros de sucesos, que Jesús Alcalá sufre de esquizofrenia. 

Esther Pineda, doctora en Ciencias Sociales, escritora y feminista venezolana que ha estudiado temas de género, explica en su libro “Morir por ser mujer. Femicidio y feminicidio en América Latina” que el acto femicida con frecuencia es interpretado como una reacción sancionatoria ante la transgresión de dichos valores dominantes por parte de la mujer. 

La especialista asegura que el delito de femicidio y sus víctimas se encuentran continuamente sujetas a diferentes “técnicas de neutralización”.

Estas se manifiestan como racionalizaciones o justificaciones del comportamiento desviado o delictivo con la intención de evadir o disminuir la eficacia del control social. 

“Estas técnicas son puestas en práctica previa o posteriormente a la comisión del crimen por parte de los victimarios, por los medios de comunicación, por la población en general, por el Estado en la figura de los operadores de justicia y el sistema penal”, dice Pineda.

Apunta que, en el caso de los femicidios, estas llamadas “técnicas de neutralización”  apuntan a relativizar la naturaleza sexista de estos delitos. 

Entre estas técnicas están patologizar al agresor, considerándolo enfermo o monstruo, y justificando su actuación en los comportamientos de la víctima.

También, señala la creencia de que ella “algo habrá hecho o dicho”, la «víctima se puso en riesgo» o fue «irresponsable».

De esa forma, se condena, cuestiona o ataca a  quienes visibilizan o denuncian el crimen.

Y, en lugar de atacar al femicida, se ataca al movimiento feminista, «solidarizándose con el agresor de forma automática e irreflexiva (la solidaridad puede darse por su sexo, clase social o por otro motivo que lo haga parte de un grupo en particular”.