Normalización de la violencia fue la más premiada en la noche de los Óscar - Runrun
Normalización de la violencia fue la más premiada en la noche de los Óscar
El psicólogo y analista social Leoncio Barrios plantea que la violencia está normalizada, en general y en particular, en una sociedad como la de Estados Unidos. Y todo eso quedó evidenciado en el teatro Dolby de Los Ángeles el pasado 27 de marzo con el «chiste» de Chris Rock, la cachetada de Will Smith y luego su discurso de aceptación tras ganar el premio a Mejor Actor
La violencia de género y las señales de un sistema patriarcal tambien se hicieron presentes en la noche de la premiación
En su programa “El súper increíble podcast de Nanutria”, el comediante venezolano Víctor Medina opinó que ningún chiste merece ser rechazado con un acto físico de violencia
El psicólogo y psicoterapeuta Abel Saraiba afirma que si  el humor se usa desde el poder «para afectar a las personas que están en desventaja con respecto a ti, ya es un ejercicio de abuso, no humorístico
María Corina Muskus, abogada, feminista y defensora de derechos humanos alerta que, «escondida dentro del humor, la jocosidad y el chiste» hay una violencia estética «que impacta de forma diferenciada no solo a las mujeres, sino a las mujeres negras»
A juicio de Leoncio Barrios, el discurso de aceptación del Oscar de Will Smith fue el corolario de sus cuestionadas actuaciones de la noche: «Es el síndrome del marido maltratador que golpea a la mujer y después le pide perdón por haberla golpeado hasta casi matarla»

@ValeriaPedicini

 

La noche del domingo 27 de marzo pretendía celebrar y reconocer lo mejor del mundo cinematográfico con la edición 94ª de los premios Oscar que se llevó a cabo en el teatro Dolby de Los Ángeles, Estados Unidos. La Academia tenía la esperanza en 2022 de subir el rating, que tenía años en picada. Y, comparado con la lúgubre ceremonia de 2021, lo lograron. Pero como dice el meme: ¿a qué costo?

El comediante Chris Rock se había subido al escenario para presentar uno de los premios de la gala. Antes de hacerlo, intentó un chiste sobre la actriz Jada Pinkett Smith que no le salió muy bien. “Jada, te amo. ’G.I. Jane 2′. No puedo esperar por verla”, haciendo referencia a la película de 1997 protagonizada por una militar rapada Demi Moore. 

La cara de Jada cambió de inmediato: la sonrisa se le fue del rostro y volteó sus ojos en obvia desaprobación. Su rechazo se debía a que su actual look rapado es por sufrir alopecia. 

Su esposo, Will Smith, subió a la tarima y le dio una cachetada al comediante. La transmisión se muteó, pero después se difundió el momento completo sin censura y se escuchó dos veces un: «Deja el nombre de mi esposa fuera de tu maldita boca”. Nadie entendía lo que pasaba en el teatro. Usuarios de redes sociales, donde el momento se hizo viral en segundos, se preguntaban si todo era parte del espectáculo. 

La violencia captada en vivo en los Premios Óscar no es exclusiva. Rusia desató una guerra contra Ucrania hace más de un mes. En la noche previa al Oscar, a cientos de kilómetros, en un concierto de la banda Morat en Caracas, una mujer supuesta escolta de una magistrada del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sacó una pistola y golpeó a varios asistentes. 

Días antes, una pelea en un bar de Caracas terminó mal: un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) amenazó de muerte con una pistola a un civil tras una discusión. “¿Te quieres morir?”, le preguntó. 

En Bogotá, Colombia, ocurrió un atentado con explosivos que dejó un niño muerto y varios heridos, mientras que en El Salvador fue decretado Estado de Excepción luego de registrar 62 personas asesinadas en un día, una cifra récord en los últimos 20 años. 

La violencia parece estar rampante. Nada más en la gala de los premios Óscar se vieron varios tipos. Sí, en plural. 

El psicólogo y analista social Leoncio Barrios plantea que la violencia está normalizada, en general y en particular, en una sociedad como la de Estados Unidos.

“La violencia es el día a día. Se ha enseñado a la gente que a través de la agresión y de la violencia nos divertimos. Hemos aprendido a degustar de la violencia y de la ofensa. Esto ocurre en un contexto como el de los premios Óscar donde es natural y forma parte del show de la vida. Y la sociedad norteamericana, lamentablemente, es una sociedad donde la violencia la atraviesa de arriba a abajo como una manera de expresar, de convivir, de resolver problemas, de hacer de la violencia de la agresión al otro un espectáculo”. 

Para él, todo lo ocurrido en el teatro Dolby de Los Ángeles fue desproporcionado, desde el «chiste» de Chris Rock, la cachetada de Will Smith y luego su discurso de aceptación tras ganar el premio a Mejor Actor. 

“Es muy lamentable, muy triste, porque el sentido del espectáculo del Óscar se supone era otro. Nos pone como sociedad a un nivel de análisis demasiado prosaico. De lo que estamos hablando, lo que estamos destacando de un evento que tenía como objetivo mostrar producciones cinematográficas de alta calidad termina reduciéndose a que un hombre le dio una bofetada a otro. Nos quedamos en lo panfletario, en lo más vulgar”, expresa. 

 
 
 
 
 
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Barrios explica que esta normalización de la violencia se aprende desde la infancia, en los primeros años de socialización. “Niños desde los cuatro o cinco años tienen la tableta o el celular de los padres y pueden ver programas con un alto contenido de violencia, de golpes, insultos, persecuciones y agresiones. Empezamos por entender que diversión es golpear, es violentar, es hacer las cosas mal hechas, donde la ofensa es la forma regular de comunicarnos unos a otros”. 

El psicólogo y psicoterapeuta Abel Saraiba también opina que vivimos en una sociedad marcada por la violencia. “En las dinámicas cotidianas de pareja, de amistad, labores está muy normalizado el uso de la violencia y esta violencia se expresa de múltiples maneras. Y estamos en dos extremos. Por un lado podemos ser extremadamente violentos en nombre de muchas cosas y por otra parte podemos estar con niveles altos de susceptibilidad, vulnerabilidad y fragilidad”.

Dentro de la normalización de la violencia, Barrios resalta aquella que ha llevado a la gente a ofenderse unos a otros en formato de chiste. “Hemos aprendido a comportarnos de una forma poco sensible, poco humana con los demás. La burla que nosotros hacemos de los demás suele ser una agresión, pero se toma como un chiste, un chiste malo. Es una agresión socialmente aceptada. Pero hacer chiste del dolor, malestar, del sufrir de una persona es obsceno”. 

Saraiba explica que muchas personas utilizan el humor como una forma de decir lo que no se atrevería a  decir de otra forma. “Alguien te puede estar diciendo un comentario sumamente hiriente, pero como lo banaliza de chiste, entonces cree que deja de ser hiriente. Si hay algo que es ofensivo, puede ser ofensivo en clave de humor o sin ella”. 

Asimismo, señala que el humor puede ser un mecanismo para enfrentar al poder, pero “si tú utilizas el humor desde el poder para afectar a las personas que están en desventaja con respecto a ti, ya es un ejercicio de abuso, no humorístico. Si lo que yo estoy planteando como chiste es algo que la persona no puede cambiar sobre sí misma, es muy probable que ese comentario no se vuelva un chiste sino se transforme en una situación de violencia”. 

 
 
 
 
 
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Pero dentro de las posibilidades, Barrios pone la duda sobre la mesa. ¿Qué tan real puede ser un incidente en una gala de premiaciones que quería subir su rating? «Quienes estaban sentados en la butacas y quienes animaban el show es gente del mundo del espectáculo. Gente que sabe dramatizar, gente que sabe hacer reír, gente que sabe simular situaciones que no son reales. Cuando yo veo la escena en la que este hombre Will Smith golpea al otro, hay tanta falsedad en el golpe que me pareció una escena de películas de vaqueros con la diferencia de que se estaba dando en otro contexto». 

El psicólogo social plantea que en un evento de tal magnitud, nada es espontáneo, sino que todo corresponde a un guion aprobado por la producción del espectáculo. «Los organizadores del Óscar están desesperados por recuperar audiencia. La gala del domingo no tenía nada en particular que la hiciera maravillosa Le recortaron unos cuantos minutos de transmisión buscando precisamente que la audiencia se mantuviera frente a la pantalla. Dentro de toda esa búsqueda, creo que es responsable cuando uno va a analizar este hecho el considerar la probabilidad de que esto forme parte del espectáculo»

¿Hay límites en el humor? 

En su programa “El súper increíble podcast de Nanutria”, el comediante venezolano Víctor Medina contaba que en la mañana del lunes fue que se enteró de lo ocurrido entre Will Smith y Chris Rock. Afirma que “caerse a coñazos es una imbecilidad. Nada justifica que el bicho se haya parado y le haya metido una cachetada”. 

Para él, un comediante que acostumbra a hacer stand-up e interactuar con las personas asistentes al show, es normal que a alguien le pueda caer mal un chiste, pero que alguien le haya metido una cachetada al comediante, “me parece que es una locura”. “No creo que ningún chiste merezca un coñazo”. 

Considera que el chiste “ni siquiera fue tan grave”, pero plantea la posibilidad de que el comediante no supiera de la enfermedad de Jada Pinkett Smith.

«Me parece que si Chris Rock le hizo el chiste, no está al tanto de que la actriz está sufriendo mucho psicológicamente por su alopecia y ya sabemos que en la sociedad en la que vivimos a las mujeres le ponen mucho por su cabello. Estoy seguro de que un comediante profesional de la talla de Chris Rock de saber eso, no hubiera hecho ese chiste”.

El humorista Rolando Díaz, en un Twitter Spaces dirigido por Nelson Eduardo Bocaranda y Jhon Da Silva a propósito de la polémica del comediante estadounidense Dave Chappelle, afirmó que en el brainstorming al momento de escribir un chiste puedes escribir cualquier barbaridad, “pero tiene que haber un momento en tu trabajo en el que digas ‘ok, esto no lo puedo publicar, esto no lo voy a decir porque es demasiado peligroso’”. 

Laureano Márquez, un referente en Venezuela del humor, dice que el humor sí tiene límites, sin duda alguna. ¿Pero quién los pone? : “Yo como humorista me limito en ciertas cosas, lo que a mí me resulta difícil de asimilar es que venga alguien a ponerme los límites. Cada uno de nosotros, en función de su cultura, de su punto de vista personal, de las cosas que le inquietan, se pone límites. Yo me pongo límites cuando hago humor, lo que no me queda claro es que mis límites sean los mismos que el de los demás”, señaló en el programa El Room de Onda La Superestación. 

Aseguró que el humor en sí mismo es un acto de inteligencia, incluso en sus expresiones más vulgares y ordinarias. Márquez plantea que el humor tiene distintos estilos y todos tienen validez, además de que el humor debe ser juzgado como es juzgado el arte. “Si tiene calidad o no tiene calidad, y la calidad la puede tener en diferentes manifestaciones”. 

El comediante expresó que hay dos elementos extremos: “Vivimos en tiempos de hiper ofendidos y de irreverencias incontroladas. Si tú pones esas dos cosas, sin duda alguna, producen un choque. La gente se ofende con facilidad, la gente está ávida de ofenderse, está como rastreando aquello que puede ofenderlos”. 

El psicólogo Abel Saraiba dice que el límite de los chistes se puede medir cuando el otro que recibió el comentario se siente mal, se molesta o le ofende. “Independiente de los márgenes de tolerancia que una persona tenga, yo creo que es decisivo evaluar cómo se siente la otra persona con lo que yo le digo. Todo aquello que representa esa transgresión al límite que nos impone el otro, empieza a volverse una situación de violencia”.

Afirma que, aunque los humoristas defenderán que el humor no puede ser limitado, hay un elemento a tener en cuenta: “Si yo lo que estoy planteando como chiste es algo que la persona no puede cambiar sobre sí misma, es muy probable que ese comentario no se vuelva un chiste sino se transforme en una situación de violencia”. 

En su podcast, Víctor Medina opinó que ya no debería haber más comediantes presentando los premios Óscar, “si es que los actores están hartos que todos los años se suba alguien a volverlos mierda. La Academia debería darse cuenta y cambiarlo todo, hacer musicales, otra cosa. La situación ya lo desbordó, porque en defensa del comediante, a él lo contratan para eso”. 

“Yo pido que ojalá eso no me ocurra en la tarima, porque yo no voy a recibir la cachetada igual que Chris Rock, yo voy a llorar de una porque es complicado, uno no está preparado para recibir un golpe”, dijo Nanutria. 

El pelo para las mujeres negras

Jada Pinkett Smith habló de su alopecia por primera vez en 2018 en un programa de entrevistas llamado Red Table Talk. «Fue aterrador cuando comenzó», expresó en esa ocasión. Supo que sufría esta enfermedad autoinmune porque cuando estaba en la ducha, se le caían puñados de pelo. Al principio llevaba turbantes que le cubrían la cabeza, lo que hizo que la gente hablara más del tema y le cuestionaran sobre su nueva apariencia. 

«Fue uno de los momentos de mi vida en los que literalmente temblaba de miedo. Estaba como ‘Oh, dios mío, ¿me estoy quedando calva?’ Por eso me corté el pelo y lo sigo cortando». Desde entonces lleva su cabeza rapada para visibilizar el problema de la alopecia femenina que afecta a alrededor de 30% de mujeres en algún momento de su vida. 

María Corina Muskus, abogada, feminista y defensora de derechos humanos, explica que, escondida dentro del humor, la jocosidad y el chiste, hay una violencia estética que impacta de forma diferenciada no solo a las mujeres, sino a las mujeres negras. 

“A las mujeres negras, la violencia estética les ha dicho que tiene que lucir sus pelos lisos, que no pueden lucir sus pelos rizados. Y de hecho, para las mujeres negras de Estados Unidos, el hecho de poder lucir su pelo como son, sin alisarlos es una forma de expresión, es una postura política”. 

La violencia estética es la presión social a las que están expuestas las mujeres para cumplir un determinado ideal de belleza, incluso cuando alcanzarlo supone algún riesgo para la salud mental y física de la persona, según dijo el psicólogo Nahum Montagud Rubio en “Violencia estética: qué es y cómo afecta la autoestima y la sociedad”. 

“Las mujeres a edades tempranas son expuestas a un determinado ideal de belleza y se les hace creer que deben alcanzarlo para triunfar en la vida. El aspecto físico en el género femenino se ha convertido en un pilar fundamental a alcanzar si se quiere tener éxito. Esto quiere decir que las mujeres que no se acercan a unos determinados estereotipos de belleza impuestos por la sociedad serán cuestionadas y su valía puesta en duda”, reseña el libro. 

Esther Pineda, doctora en Ciencias Sociales, escritora y feminista venezolana que ha estudiado temas de género y discriminación racial, ha explicado en su libro “Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer” que aunque es una violencia silenciosa y aparentemente inofensiva, ha afectado la mente y el cuerpo de las mujeres. Aseguró que Chris Rock “recurrió una vez más al anacrónico recurso de la ‘comedia’ de burlarse del físico de las personas y ejerció violencia estética frente a cientos de colegas y millones de espectadores”. 

Resalta el hecho de que el comediante Chris Rock produjera el documentalGood hair” (pelo bueno) que trata sobre la estética capilar femenina en la comunidad negra de Estados Unidos. “Conoce muy bien la importancia del cabello para las mujeres negras en el contexto del racismo y la industria que se ha desarrollado en torno a este”. 

Pineda señala esto como un ejemplo de cómo la belleza ha sido construida y erigida como un valor social. “No importa si tienes fama o no, si tienes recursos económicos o no, si tienes acceso y visibilidad mediática o no; si eres mujer, y más aún una mujer negra, estás siempre siendo juzgada y expuesta a ser violentada por tu apariencia física si por alguna razón no respondes a la expectativa de belleza que se ha construido para ti”, publicó en sus redes sociales. 

 
 
 
 
 
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Por su parte, Muskus señala que las violencias a través del humor han existido desde hace muchos años. “No es que Chris Rock se levantó el domingo y decidió hacer ese tipo de humor. Es una comedia que se nutre de estigmatizar, de burlarse de las orientaciones sexuales diversas, de las mujeres. No es un problema de Chris Rock, es un problema cultural”. 

El pelo para las mujeres suponen salud, feminidad, belleza. “Puede ser una expresión de feminidad que si te la quitan y no porque lo deseaste, tiene consecuencias. A Demi Moore le pagaron y la contrataron para hacer eso (raparse la cabeza), y hasta pienso en el caso de Britney Spears cuando ella se rapa el pelo porque quería dejar de ser la mujer a la cual la gente le estaba exigiendo tanto”. El no tenerlo, sobre todo cuando se trata de algo que no se decide, puede traer problemas como falta de autoestima e inseguridad.. 

Replicar las violencias

María Corina Muskus señala que, una vez más, los logros de las mujeres fueron opacados por situaciones de los hombres en la premiación.

Días después del incidente en la gala de los Óscar, nadie está hablando de la directora Jane Campion quien se llevó una estatuilla Óscar a Mejor Dirección por la película “El poder del perro”, siendo la tercera mujer en la historia ganarla. O de que CODA, ganadora a Mejor Película, fue dirigida por Sian Heder. O que Ariana DeBose fue la primera mujer afrolatina y abiertamente queer en ganar un Óscar por la adaptación de West Side Story. 

El nombre de Will Smith fue buscado 25 veces más en Google que la película CODA, ganadora de la noche. El encontronazo entre los actores poco aumentó los números de espectadores: aunque 17,4 millones de personas vieron el incidente, 60% más con respecto a la audiencia del año 2021, sigue siendo la segunda peor en la historia en cifras de espectadores

Y si fue una noche para observar los diferentes tipos de violencia que marcan actualmente a la sociedad, la violencia de género y las señales de un sistema patriarcal también estuvieron presentes. 

Tras el comentario de Chris Rock a Jada Pinkett Smith, la primera reacción de Will Smith es reír. Lo segundo que se ve es cuando se levanta, camina hacia el comediante y le da un cachetón por haberse metido con su esposa. Esto, visto desde las violencias de género, forma parte de la construcción de la identidad masculina en general: el hombre usando la violencia física para “defender” a su esposa y restituir su honor. 

“¿Por qué necesitamos ser defendidas? Porque nos ven como vulnerables”, expresa María Corina Muskus. “Vamos para atrás, las mujeres no tenían personalidad jurídica, no podían adquirir una propiedad, ni siquiera la custodia de los niños si decidían divorciarse, no tenían cuentas bancarias.  Entonces las mujeres han estado en situación de vulnerabilidad por muchos muchos años que literalmente se trasladaban de la casa de sus padres a la casa de su esposo porque ellas solas no podían ser nadie. Gracias al universo eso ha cambiado, pero esta idea de proteger desde una masculinidad está enfocada en la parte primitiva, llamándolo amor, además”. 

En su discurso de aceptación del premio que ganó por Mejor Actor por su película King Richard, Will Smith pidió disculpas y dijo que “El amor te hace hacer locuras”. Para la abogada y feminista, su discurso es problemático porque replica los mitos del amor romántico en el que un hombre tiene que proteger y cuidar.

“Yo no quiero invalidar lo que pudo haber sentido Will Smith al escuchar lo que estaba diciendo Chris Rock, pero no está bien cómo él actuó frente a eso que sintió. En la pareja existirán amor, cuidado y ciertos elementos de protección. Qué chévere que te sientas protegida y mi pareja también estando conmigo, pero no la idea de la protección hacia un tercero y la aplicación de la violencia para proteger, son conceptos equivocados”. 

Sobre el discurso, el psicólogo social Leoncio Barrios dice que en ese momento vio al actor en uno de sus mejores papeles. “El hombre comete un desplante de tal magnitud ante no sé cuántos millones de espectadores en todo el mundo y después con lágrimas de cocodrilo y con unas disculpas dice “vuélvanse a invitar, yo me voy a portar bien”. Es el síndrome del marido maltratador que golpea a la mujer y después le pide perdón por haberla golpeado hasta que la mata”. 

En redes sociales, las opiniones estaban encontradas. Muchos decían que nada justificaba un golpe y otros celebraban la reacción de Will Smith porque era lo que debía hacer. Muskus explica que es parte del sistema y las estructuras en la que se ha socializado la humanidad, “lo que creemos que está bien”. 

Otro de los elementos importantes que detalla Muskus es el hecho del mensaje que horas después del incidente publicó el hijo de la pareja Smith. En su cuenta de Twitter publicó un mensaje que decía “And that’s how we do it (Así es como nosotros lo hacemos)». 

“Es profundamente doloroso pensar, no solo lo que pasó, sino el tipo de mensaje que estás dando hacia tu hijo y hacia otras personas porque esto es una violencia que se reproduce. Mi primera reacción fue de mucho rechazo, pero también reconociendo que viene de una zona de Estados Unidos donde su padre era violento con su madre. Es también cómo reproducimos las violencias: el hijo del padre que golpeó a la madre es violento también. Eso es un llamado de atención también a la sociedad”.

Para Muskus, lo ocurrido en la gala de los Óscar puede servir para poner en perspectiva muchos elementos que giran en torno a las violencias.  «Si nos quedamos con el hecho aislado de que Will Smith  golpeó a Chris Rockporque se metió con su esposa, no estamos viendo el problema social que tenemos contra la violencia. Si hacemos un zoom out, entendemos un poco de dónde viene esa violencia, es cultural porque él la aprendió en casa. Es un tema que tenemos que problematizar más allá de Will Smith y Chris Rock, es un problema más grande”. 

Del humor y otros demonios

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