¿Hasta cuándo las concesiones unilaterales? - Runrun
¿Hasta cuándo las concesiones unilaterales?
El maquiavelismo acartonado podrá hablar todo lo que quiera sobre buscar una candidatura que no tenga el ‘extremismo’ de MCM. A quien pueda dar una pelea electoral competitiva le van a aplicar lo mismo

 

@AAAD25

Eso de que “Es viernes y el cuerpo lo sabe” es bastante cierto. Hacia el ocaso del día cuya etimología remite a la diosa Venus, siempre asociada a los placeres sensuales, el ciudadano común lo que quiere es distenderse, charlar con los amigos, tomarse una cerveza y así. Para los periodistas y demás personas que nos ganamos la vida observando hechos de interés público y comunicando al respecto, el desorden inherente a un gobierno arbitrario nos impide aquel alivio más de una vez. Por ejemplo, el viernes pasado, cuando el Tribunal Supremo de Justicia anunció las decisiones sobre la apelación de impedimentos a políticos para que lancen candidaturas a cargos de elección popular. Los resultados fueron anunciados a cuentagotas, en un melodrama de poca monta que recuerda a esos pésimos reality shows en los que al final de cada episodio hay uno o varios eliminados. Por supuesto, a manera de clímax, el pronunciamiento verdaderamente importante quedó para el final: el veto a María Corina Machado, candidata unitaria de la oposición a las elecciones presidenciales, quedó incólume.

Nadie con dos dedos de frente a estas alturas asume que el Poder Judicial toma decisiones así de manera autónoma. Los textos leguleyos de las cortes, con sus latinajos pomposos y gimnasia mental jurídica digna de Nadia Comaneci, son solo intentos de dar un barniz de institucionalidad a decisiones que la elite chavista, ama y señora de la nación, toma de forma privada y pensando tan solo en sus intereses. Por lo tanto, la decisión sobre Machado proviene de Nicolás Maduro y compañía. Ni más ni menos que Jorge Rodríguez lo dejó bien claro al vociferar, tan solo un día antes, que ella “no puede ser candidata a nada”.

Así, como siempre entre improperios y proyecciones freudianas, el chavismo reafirmó que no permitirá elecciones democráticas, y por lo tanto verdaderas, en Venezuela. Solo la simulación de siempre. La misma película con el mismo final. El “ganador” está cantado porque las reglas del sistema solo eso permiten, por diseño.

Personalmente, no me sorprendió ese desenlace. Como todos los derivados de los diálogos previos entre el chavismo y la oposición o entre el primero y el gobierno de Estados Unidos, vi con algo de escepticismo el proceso desde un principio. No lo identifiqué como condenado al fracaso, pero tampoco me produjo mucho entusiasmo (tengo suficiente humildad como para no creerme Casandra o Nostradamus y para considerar escenarios que, por mis propios sesgos, me parecen improbables).

Quisiera saber, por otro lado, qué tienen que decir los integrantes de cierta corriente “analítica” que lleva años traficando la especie de que si solo se dialogara con la elite gobernante, sin sanciones ni protestas ni ningún otro tipo de presión sobre la misma, entonces veríamos con toda seguridad cambios para bien en la política del país. Más democracia y un Estado de derecho más robusto. Pues bien, con la manifestación política de masas prácticamente inexistente desde al menos 2019, y ahora con las sanciones de Estados Unidos levantadas en su casi totalidad, lo que obtuvimos, en vez de una supuesta cara amable de esta autoproclamada “revolución”, fue la “furia bolivariana”. Presos políticos que ocuparon las celdas vaciadas por los liberados en diciembre pasado (recuerdo a unos caballeros burlándose entonces de quienes expresaron temor por tal posibilidad, alegando que son más dramáticos que Delia Fiallo). Las organizaciones defensoras de DD. HH. bajo amenaza. Machado y Henrique Capriles aún inhabilitados.

No, ya va. ¿Saben qué? En realidad, no tengo interés en las explicaciones de aquel sector de la opinión pública. Como cabía esperar por parte de cualquiera que lo ha observado con detenimiento, no hay ningún reconocimiento de errores. Al contrario, insisten en sus postulados de que la oposición tiene que seguir cediendo, a cambio de nada. Ahora, con su candidatura. Insinúan o, en el caso de los más desbocados, gritan a todo pulmón que es necesario reemplazar a Machado como abanderada. Ni se les ocurre que haya que buscar formas de presionar para que la inhabilitación arbitraria sea levantada. Qué va, si eso sería “extremista”. No están para pensar en formas de acabar con el statu quo opresor, única forma ética de poner la ciencia política al servicio del bien común en la Venezuela actual. Están para racionalizar la sumisión a aquel, y para eso darán cuántos pasos sean necesarios. Cada vez que la oposición haga concesiones sin correspondencia por el oficialismo, acto seguido exigirán más.

Imagino que en los meses por venir estarán más alborotados que nunca, habida cuenta de que la Casa Blanca acaba de advertir que restaurará las sanciones si para abril no se permite a todos los interesados en ser candidatos presidenciales participar efectivamente. Ya están farfullando, coléricos, que de concretarse eso, todo sería culpa de la “oposición radical”, esa que según ellos solo existe en Twitter. Claro, como si unos tuiteros venezolanos tuvieran más influencia en Washington que el lobby millonario de tenedores de bonos y petroleros tejanas. Para exigirle al gobierno las reformas democráticas que revocarían las sanciones definitivamente, no tienen las mismas agallas.

Con tanta genuflexión, de esto no vamos a salir nunca. Ni siquiera a Capriles, una figura mucho más moderada que Machado, le quitaron la inhabilitación. El maquiavelismo acartonado podrá hablar todo lo que quiera sobre buscar una candidatura alternativa que no tenga el “extremismo” de la actual nominada. A quien pueda dar una pelea electoral competitiva le van a aplicar lo mismo. Hora de entenderlo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es