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Henri Falcón sobre designación de rectores del CNE: es un paso importante para la reinstitucionalización del país
Falcón aseguró que la herramienta del diálogo es importante porque permite resolver los problemas actuales que hay en Venezuela

Este martes, el presidente del partido Avanzada Progresista y excandidato presidencial, Henri Falcón, consideró que la designación de los nuevos rectores al Consejo Nacional Electoral (CNE) es «un paso importante para la reinstitucionalización del país» y dijo que ven «con satisfacción» que se están viendo los frutos de sentarse a dialogar para dirimir las diferencias.

En entrevista para Globovisión, Falcón sostuvo que su partido ha sido persistente a lo largo de todos los procesos que ha atravesado el país durante los últimos años en defensa del diálogo y entendimiento para resolver los grandes problemas que vive el pais. 

“Desconocer el diálogo frente a una crisis es desconocer la realidad” de la población, acotó Henri Falcón.

El dirigente insistió en que el voto es la única herramienta válida en democracia para poder alcanzar cambios en el país, por lo que subrayó que el generar «falsas expectativas e ilusiones» en la población, termina convirtiéndose en desconfianza y frustración.

En ese sentido, resaltó que se necesitan «hechos concretos» para que el venezolano vuelva a creer en el sufragio y manifestó su deseo en que la «mesita» continúe trabajando porque aún quedan «temas pendientes».

Henri Falcón aseguró que la herramienta del diálogo es importante porque permite resolver los problemas actuales que hay en Venezuela y que cualquier otra vía que se use, donde se «apele a la fuerza y la violencia», no va con los intereses de la mayoría de la ciudadanía.

*Lea más en TC

 
Foro Cívico: Es necesario seguir avanzando para que la agenda electoral se concrete
El Foro Cívico aseguró que este es un proceso que debe ser concebido como una travesía por etapas

Luego del nombramiento de un nuevo directorio del Consejo Nacional Electoral (CNE), por parte de la Asamblea Nacional de mayoría chavista, el Foro Cívico aseguró que este es un primer paso hacia la «difícil» reconquista de la institucionalidad y que es necesario seguir avanzando conjuntamente para concretar una agenda electoral.

«La configuración plural del nuevo CNE abre un nuevo ciclo en la historia de una institución cuyo cuestionable desempeño minó la confianza del voto», indicó el Foro Cívico en un comunicado.

Agregó que este es un proceso que debe ser concebido como una travesía por etapas, y que requiere del compromiso y trabajo de todos los venezolanos.

En el comunicado, el Foro Cívico expresó que el nombramiento de una autoridad electoral plural abre una oportunidad y constituye una primera señal de voluntad política. «Algunos podrían considerarlo como insuficiente, y si consideramos todo lo que falta, sin duda lo es. Sin embargo, el esfuerzo social y político que derivó en la designación de esta nueva directiva es una muestra de lo que puede lograrse sumando voluntades», añadió.

Aunque saben que hay sectores que miran con reservas el proceso, piden evaluar con serenidad y sentido de amplitud la oportunidad que se abre para edificar el proyecto democrático del país.

El Foro Cívico aseguró que es necesario seguir avanzando conjuntamente para que la agenda electoral se concrete, lo que incluye un cronograma electoral, el restablecimiento de los derechos de los partidos políticos a utilizar sus símbolos y a ser dirigidos por sus legítimas autoridades; la habilitación de los líderes políticos de oposición; observación nacional e internacional; auditorías totales y la actualización del Registro Electoral, para que los venezolanos que están fuera del país, puedan votar. 

Igualmente señaló que una elección por sí sola no resolverá la crisis y por eso decidieron postular candidatos a rectores del CNE, «conscientes de que la gestión pacífica del conflicto venezolano pasa por la ineludible celebración de elecciones libres, justas y democráticas. Invitamos a la ciudadanía a ver el nombramiento de este nuevo CNE como un primer paso, un paso muy importante, que saludamos».

Por eso piden a los nuevos rectores que asuman de manera firme un compromiso cabal con la democracia y que deben mostrar la voluntad y capacidad para implementar acuerdos que le devuelvan al pueblo su soberanía, promoviendo la confianza y la participación.

«Confiamos en que en la medida que se vayan obteniendo resultados concretos y abriendo espacios de avance para la construcción democrática, el pueblo de Venezuela renovará su esperanza que es posible un futuro distinto para todos, y con ello se abrirá la posibilidad de un diálogo nacional que incluya a todos los sectores y nos lleve a una negociación integral que asegure la estabilidad democrática y la gobernabilidad futura», indicó.

Por último piden a la comunidad internacional acompañar en esta labor.

Entre quejas y celebraciones

El exgobernador del estado Miranda y excandidato presidencial, Henrique Capriles Radonski aseguró que la conformación del nuevo CNE, que incluye a Enrique Márquez y Roberto Picón es un «primer paso indispensable» para abrir caminos de cara a la democracia y a la reconstrucción política de Venezuela.

“Estos dos nuevos rectores principales, quienes siempre han demostrado un compromiso con la democracia, son parte de la mayoría de venezolanos que queremos recuperar nuestro derecho a elegir de manera libre y transparente el futuro de nuestras vidas y del país”, señaló en un comunicado compartido en su cuenta de Twitter.

Capriles indicó que los cambios requieren “mucho más que un árbitro electoral con contrapeso, pero esta es una oportunidad que ocurre en medio de una crisis política que permanece estancada”.

Pero el presidente encargado y de la Asamblea Nacional electa en 2015, Juan Guaidó calificó el hecho como una imposición por parte del chavismo y aseguró que esto ahondará el «desastre».

“Solo un acuerdo, con el debido acompañamiento internacional, en pro de salir de esta tragedia y tener elecciones libres y justas para atender la emergencia humanitaria y tener justicia, es una solución real y van a ser acompañados por el Parlamento y la alternativa democrática”, concluyó.

Capriles ve el nuevo CNE como un paso hacia la democracia
«Estos dos nuevos rectores principales, quienes siempre han demostrado un compromiso con la democracia, son parte de la mayoría de venezolanos que queremos recuperar nuestro derecho a elegir de manera libre y transparente el futuro de nuestras vidas y del país», dijo el exgobernador de Miranda

 

El dirigente Henrique Capriles manifestó este 4 de mayo que la nueva conformación del Consejo Nacional Electoral (CNE), que incluye a dos rectores antichavistas -Enrique Márquez y Roberto Picón-, es «un primer paso indispensable» para abrir caminos de cara a la democracia y a la reconstrucción política de Venezuela.

«Estos dos nuevos rectores principales, quienes siempre han demostrado un compromiso con la democracia, son parte de la mayoría de venezolanos que queremos recuperar nuestro derecho a elegir de manera libre y transparente el futuro de nuestras vidas y del país», señaló el opositor en un comunicado compartido en su cuenta de Twitter.

El Parlamento eligió hoy a los cinco rectores que conformarán el CNE durante los próximos siete años, con tres chavistas y dos opositores, lo que significa, en opinión de Capriles, una forma de empezar a «abrir caminos en la reconstrucción constitucional y democrática» de Venezuela.

El dos veces candidato a la Presidencia aseguró que los cambios requieren «mucho más que un árbitro electoral con contrapeso, pero esta es una oportunidad que ocurre en medio de una crisis política que permanece estancada».

Según el dirigente del partido Primero Justicia, es una forma de «ir creando, finalmente, un espacio de confianza que rescate, para todos los venezolanos, el valor del voto como mecanismo de elección y solución del desastre que impera».

Capriles considera también que el resultado de la votación de rectores del CNE es fruto «del gran esfuerzo continuado de muchos sectores de la sociedad civil».

El opositor, contrario a la postura de grupo que lidera Juan Guaidó de no presentarse a las pasadas elecciones legislativas de diciembre de 2020, siempre se mostró partidario de diálogo como el único camino para lograr un cambio en Venezuela.

Minutos antes de que él emitiera su comunicado, Guaidó ya había mostrado su rechazo al nuevo CNE, elegido entre 103 candidatos, por considerar que es una imposición del chavismo, pese a contar con dos opositores.

Guaidó anuncia una nueva plataforma unitaria para lograr una salida política a la crisis
El presidente aseguró que no habrá exclusión en la plataforma y que la unidad es necesaria para enfrentar a Maduro

El presidente encargado y de la Asamblea Nacional electa en 2015, Juan Guaidó anunció la conformación de una nueva plataforma unitaria a través de un manifiesto firmado por 40 organizaciones políticas y representantes de la sociedad civil, para poder enfrentar al gobierno de Nicolás Maduro y restablecer la democracia.

Desde el Parque Morichal, en Prados del Este, Caracas, Guaidó aseguró que se ratifica el esfuerzo de la unidad, aunque reconoce que en algunos momentos han hecho más ruidos las diferencias entre los dirigente de la oposición. 

Aseguró que dentro de la plataforma unitaria no habrá exclusión y agregó que la unidad es necesaria para enfrentar a la «dictadura» de Maduro. “Por encima de nuestras diferencias está recuperar este país. La dictadura no controla nada. Pretende infundir miedo. Si controlas algo hoy métete hoy en la Cota 905, eres un inútil. No controlas nada. La ruta está marcada, elecciones libres y justas”, aseveró.

Por eso «invitó» a las personas que no estuvieron presentes en el acto o firmando el manifiesto, que se unan a la plataforma, «cualquiera que esté excluido es una ventaja para la dictadura». Por eso el objetivo de esta plataforma es poder dar soluciones a los ciudadanos que padecen la crisis. 

Guaidó señaló que la democracia es una lucha constante y que se va a recuperar. «Cómo sucedió con la vacuna no tuvieron otra alternativa que aceptar el sistema COVAX, cómo sucedió con el Programa Mundial de Alimentación, debe seguir la presión para lograr elecciones libres», indicó.

El manifiesto

En el manifiesto llamado «Unión por el futuro, la democracia y el bienestar de nuestra nación» y leído por la diputada Delsa Solórzano (Encuentro Ciudadano-Miranda) en el mismo acto, se indica que las organizaciones que lo suscriben entienden la unidad como valor estratégico e insustituible «y asumimos con responsabilidad el firme compromiso de fortalecerla a través de la constitución de esta plataforma común de lucha en aras de alcanzar la democracia que demanda nuestro país».

Las organizaciones se comprometieron a seguir mecanismos de consenso que animen la deliberación, la articulación y la acción coordinada de todos, «para así lograr una salida política a la crisis, que desemboque en una solución electoral».

Por eso trabajarán en la atención a la emergencia humanitaria, la crisis económica, la situación de la pandemia por la COVID-19, a la crisis social y de Derechos Humanos. También en la restitución del orden constitucional, el Estado de derecho, la libertad de los presos políticos y militares.

Igualmente se concentrarán en el restablecimiento de la soberanía popular a través de elecciones libres, justas y transparentes y en la promoción de la reconciliación nacional.

«Trabajaremos de forma conjunta para lograr mayor apoyo internacional, que conduzcan al logro de medidas humanitarias y a la construcción  promoción de acuerdos y garantías con todos los actores que contribuyan a salvar a Venezuela», expresaron en el manifiesto. 

Foro Democratización: Los partidos deben representar la demanda de democracia y atención a la emergencia humanitaria
En un encuentro organizado por el Instituto de Estudios Políticos y Sociales FORMA, el historiador Tomás Straka y los politólogos Paola Bautista de Alemán, Guillermo Aveledo Coll y Héctor Briceño coincidieron en destacar que pese al avance del autoritarismo, “los venezolanos tenemos un ADN democrático”

Los partidos políticos están llamados a representar la demanda de democracia y de atención a la emergencia humanitaria compleja que padecen los venezolanos. En ese punto coincidieron el historiador Tomás Straka y los politólogos Paola Bautista de Alemán, Guillermo Aveledo Coll y Héctor Briceño, quienes participaron en el Foro Democratización auspiciado por el Instituto de Estudios Políticos y Sociales FORMA.

“¿Qué deben representar los partidos en la Venezuela no democrática? Hay algo que representar: la demanda central de democracia, así como las demandas de atención a la profunda crisis social. Creo que allí los consensos son más amplios en la inmensa mayoría de los venezolanos”, argumentó Briceño, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Rostock, Alemania.

Aveledo Coll advirtió que “el partido político democrático no se aviene bien al sistema autoritario”, no solo por la represión sino por la “frustración” que provoca el hecho de que se bloquee su acceso al poder. “El pueblo quiere expresarse, pero no lo dejan. No hay modo de que los partidos canalicen la voluntad popular de la sociedad”, sostiene.

Sin embargo, el decano de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana observa que “la hipocresía del sistema vigente”, obligado a convocar “simulacros” de elecciones para tratar de conseguir legitimidad, “permite el logro de algún tipo de espacio de poder, mientras se potencia el reclamo desde otros espacios de participación”.

Vieja pelea

A juicio de Bautista de Alemán, “la revolución chavista es un salto atrás autocrático de 200 años”. La doctora en Ciencia Política de la Universidad de Rostock destacó que en Venezuela la cultura democrática es “muy partidista” y “está asociada con el tema electoral”.

Straka enfatiza que “la idea de las elecciones está presente en el nacimiento de la República”. Resaltó que en el transcurrir de los años siempre ha habido tensiones entre el origen de la representatividad, que se reclama democrático y popular, y lo que ha terminado ocurriendo. Tomando en cuenta el escenario actual, el profesor subrayó que en el país “sí hay una crisis de representación”.

En línea con lo apuntado por Straka, Briceño agregó que “la primera consecuencia de esa crisis de representación es que las decisiones que se toman en los espacios de poder no responden a las demandas de la población, sino a las demandas de minorías que imponen su voluntad a través de elecciones fraudulentas”.

El investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV) afirmó que “los venezolanos tenemos un ADN democrático que ha sido golpeado después de 20 años de abusos y competencia desleal”. Admitió que en estos momentos la sociedad democrática es «presa de la apatía» y la frustración; no obstante, dice que eso no puede confundirse con apaciguamiento o rendición, y recuerda que en el pasado se ha atravesado por situaciones parecidas y ha renacido la esperanza.

Renovación y pluralidad

Al evaluar la situación interna de los partidos, Aveledo Coll opinó que “la renovación del liderazgo, que debe ser regular, no se da en el ritmo que sería ideal por factores externos y también por voluntades internas”.

“Si no hay confianza ni apelación al pueblo para que diga quién está por encima y quién no,
¿quién puede dirigir los destinos de las fuerzas democráticas? Tiene que haber un acuerdo entre personas que desconfían entre sí. Allí es clave la dinámica de reglas previas que permita tomar decisiones colectivas”, aseveró el académico de la Universidad Metropolitana.

Pensando en la labor de los políticos en un contexto tan hostil como el venezolano, Straka planteó que “no hay que buscar atajos” sino apostar por “la perseverancia, la constancia y la coherencia”. El historiador recalcó que la dirección política debe “establecer un diálogo abierto y sincero, ahuyentar las vocaciones de césares y oír a la gente” para reconstruir sus vínculos con los venezolanos.

Aveledo Coll, Briceño y Straka participaron en la última edición de la revista Democratización, publicada por el Institutos de Estudios Políticos y Sociales FORMA, que bajo la dirección de la profesora Bautista de Alemán abordó el concepto de representación política para Venezuela.

Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja (II)

Rómulo Betancourt, foto en LHistoria

@fariasjoseluis

El fracaso de la estrategia fallida obliga a la revisión y rectificación, mientras la cultura del rentismo crece como mala hierba…

A comienzos de 1955 la lucha contra la dictadura perezjimenista seguía en un atolladero. La estructura clandestina de Acción Democrática estaba prácticamente desmantelada, al igual que la del resto de los partidos políticos.

La cadena de errores pasaba factura. El drama planteado era cómo salir del atasco. ¿Cómo rectificar? Años de sectarismo y canibalismo interpartidista entre AD, URD, COPEI y el PCV habían lesionado la capacidad y la disposición para articularse en un plan político común.

El aterrizaje en una política unitaria que enderezara el rumbo se veía lejos. Los sucesivos fracasos en la conspiración impusieron el repliegue, la represión acentuaba la desmoralización que indisponía a seguir en la lucha.

La escasa dirigencia política interna estaba inhibida y apabullada. El éxito de los planes económicos desarrollistas de la dictadura apaciguaba el país. No había luz al final del túnel.

La rectificación

En tan duras circunstancias se imponía el lento y complejo camino de la rectificación política. Casi en solitario, de las mentes más lúcidas y los espíritus más dispuestos.

Pero los cambios de rumbo político se toman su tiempo. Además, no era una convicción unánime ni al ritmo del deseo general de la gente. La rectificación es una tarea paciente de reflexión, debate, persuasión y convencimiento. Necesita, primero que nada, un clima de confianza entre los protagonistas del cambio. Y la confianza supone el respeto al otro. Dicho así, pareciera una fórmula sencilla. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho, como nos recuerda el refrán.

Construir una estrategia política no es solo un asunto de buenas intenciones, ni de la formulación de un plan de ideas coherentes y adecuadas a la realidad.

Se requerían las condiciones subjetivas: ese intangible llamado madurez política, además del coraje y la convicción para abandonar las líneas políticas erradas y asumir con determinación la labor que permita abandonar el callejón sin salida.

La tarea del exilio

El repliegue obligado por los sucesivos fracasos de las acciones violentas animadas por la tesis del «regreso inmediato al poder» dio paso a un lento inicio de la reformulación política en AD. Con el avance del año 1955, el viento comienza a soplar a favor de la unidad, como camino para guiar la lucha y levantar la esperanza contra la dictadura.

Había que acabar con las ideas de invencibilidad y eternidad de la dictadura, pese a los reveses y a la depresión profunda que dejó la muerte de dos figuras icónicas: el poeta Andrés Eloy Blanco, el 21 de mayo en México; y el periodista Valmore Rodríguez, el 10 de julio en Chile.

Era oficial: el reflujo del movimiento de masas y el desmantelamiento de la estructura partidista de Acción Democrática durante 1953 y 1954 le habían puesto punto final a la línea política «putchista» del partido.

El deslinde con el PCV

Betancourt y el Comité Coordinador del Exilio asumen con particular optimismo la compleja tarea de definir la nueva política, con oposición de muchos de los que desarrollaban la «vida de topo», como llamaba Rómulo al riesgoso trabajo clandestino.

La decisión inicial fue el contundente y público deslinde del Partido Comunista de Venezuela en una polémica pública que se extiende durante todo el año 1955.

La creación del Frente Nacional de Resistencia en febrero de 1954 a iniciativa del PCV, y al cual se integran representantes de AD y URD, había crispado los ánimos en la vieja guardia de Acción Democrática, acelerando las acciones para romper definitivamente con los comunistas venezolanos.

Es en Gonzalo Barrios en quien recae la labor de argumentar desde Venezuela Democrática los motivos de la ruptura y el rechazo al «Plan de Unidad» propuesto por el PCV desde su órgano Noticias de Venezuela.

Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja (II), por José Luis Farías"
Portada del periódico Venezuela Democrática y fragmento del editorial de Gonzalo Barrios. Imágenes: captura de pdf de la página cic1.ucab.edu.ve

En el editorial del primer número del periódico de los «desterrados» de AD en México, publicado en abril de 1955, la consistente prosa de Gonzalo Barrios expone las razones:

«En todas las fusiones de grupos políticos, aquel que ostenta las consignas más extremas o radicales tiende a definir el conjunto, a colorearlo y a dominarlo».

«Por tal motivo, una amalgama de fuerzas con participación comunista provocaría de inmediato -cuando menos- el retraimiento y la inhibición de buena parte de los sectores venezolanos adversos a la dictadura y también al comunismo…”.

«En Venezuela no han ocurrido grandes acciones de masa contra la dictadura porque aún no se han dado allí las condiciones sociales que para el caso se requieren. Dichas acciones no han dejado de producirse por falta de ‘unidad’ ni esta tendría especial virtud para producirla. Al contrario, es lógico pensar que las obstaculizaría seriamente al provocar el ya señalado retraimiento de importantes sectores de la población».

«La participación comunista trataría, en todo momento, de convertir lo que debería ser instrumento de la lucha contra la dictadura venezolana en aparato de pugna y propaganda contra EE. UU. en su antagonismo contra el bloque soviético…”.

«La posición comunista – identificar la resistencia contra la dictadura con la lucha contra EE. UU.- tendría una lógica, aunque para desesperados, si pudiéramos realmente jugar la carta de la guerra y de la victoria soviética. Pero, aun admitiendo que esa victoria significaría nuestra liberación, hay que reconocer que Rusia ni tampoco EE. UU. pueden ganar la guerra. La perderían, como todo el mundo en un caos de ruina y miseria, muy propicio por cierto para que los regímenes autocráticos de la América Latina no solo se mantengan sino que proliferen y acentúen su primitivismo».

«Ahora bien, si la estrategia comunista, como es conjeturable, no presupone la guerra sino que tiene como objetivo presionar a EE. UU. para que llegue a un arreglo de coexistencia pacífica entre ambos bloques, el razonamiento variaría pero no en favor de la tesis unitaria. En efecto, si tal es la situación, habría que concluir que la oposición comunista a la dictadura es un simple recurso táctico que podría resultar sacrificado en las negociaciones del arreglo»…

«Creemos que la paz debe ser finalidad esencial de toda política contemporánea y que ella no puede alcanzarse sino mediante concesiones recíprocas…”. (1)

Vientos del cambio

El aniversario del partido, 13 de septiembre, es momento para insuflar ánimos. El mensaje de Rómulo alude con especial interés la «crisis de los gobiernos autocráticos de hispanoamérica» como un signo para el optimismo en la lucha contra la dictadura.

Destaca la situación interna de Argentina, «signada de malos augurios para Perón y el ‘justicialismo'». Aprecia que en el Perú, el general Odría (a quien considera «ductor y tutor del despotismo en Venezuela), ha debido anunciar que no irá a la reelección». 

En Cuba, distingue que «se resquebraja a ojos vistas los resortes del sistema dictatorial» y distingue que «hasta en la Nicaragua de Somoza se aprecia cómo una satrapía casi mineralizada enfrenta un poderoso movimiento anti reeleccionista».

De igual modo, con su habitual agudeza, no desatiende cuanto sucede a escala mundial:

“… el reciente aflojamiento de la tensión entre Oriente y Occidente hace prever que en América Latina disminuya el apoyo más o menos activo que los gobiernos de Estados Unidos y otros países han dado a los regímenes de fuerza, so capa de la «estabilidad política» que supuestamente garantizaban y de su aparatoso y espectacular anticomunismo». (2)

Empujar y replegar

El mensaje directo a la militancia partidista es de «Reafirmación de fe» y de compromiso, «frente a todo avatar, nuestra decisión es una, la misma de siempre: seguir luchando».

Le habla sin tapujos:

–»Un Partido popular y revolucionario puede equivocarse, y se equivoca a menudo, cuando se trazan rutas a seguir. Lo que no puede hacer, sin arriesgar su vida misma y sin desertar de su responsabilidad histórica, es permanecer estático».

Enterado de las contingencias dramáticas por las cuales ha atravesado el partido en Venezuela, dirige sus palabras a sacudirlo:

–»La actitud de brazos cruzados se deja para las capillas de teorizantes y para los sanedrines de contemplativos. Los movimientos de masas demuestran su vitalidad y su razón de ser actuando siempre, unas veces empujando y orientando la acción popular, en las etapas ascendentes de la marea colectiva; otras, replegándose para la mejor estructuración y adoctrinamiento de sus cuadros, a fin de que sean más aptos para afrontar las luchas futuras. Pero, en todo caso, respondiendo activamente a los requerimientos y necesidades planteadas en cada oportunidad». (3)

Y por supuesto, no olvida su interés estratégico de construir una determinada plataforma unitaria para la acción política:

–»En esta hora de nuestra fecha aniversaria, renovamos el llamamiento leal ya formulado en otras ocasiones a las fuerzas políticas nacionales organizadas -Unión Republicana Democrática, Copei- para que articulemos mejor y más eficazmente el frente de la resistencia. Llamamiento extendido a todos los grupos e individualidades, de todos los sectores sociales, con sentido de responsabilidad ciudadana, potencialmente aptos para formar en el Frente de la Libertad». (4)

Pronóstico «realista con fe»

En paralelo al mensaje aniversario de AD, Rómulo Betancourt escribe el texto confidencial donde esboza las primeras ideas de reformulación de la política asomadas en el texto público.

Se trata del «MEMORÁNDUM SOBRE LA SITUACIÓN POLÍTICA Y LA DEBILIDAD PARTIDISTA», fechado el 3 de septiembre de 1955, con un breve pero significativo «Anexo» del 10 de septiembre.

Es el espacio para hablar en modo crudo y confidencial, a diferencia de su «Reafirmación de fe».

Con la severidad de quien asume sus errores para rectificar, Betancourt pone un cable a tierra al calificar la coyuntura de «desfavorable» y sin rubor alguno admitir que Pérez Jiménez…

… “ha logrado estabilizarse»;

… que ello «no puede conducirnos al pesimismo»;

… que es imperativo reflexionar «sin ilusiones pueriles pero sin derrotismos liquidacionistas»,

… «con realismo pero con fe en el porvenir». (5).

El recio lenguaje del presidente del partido deja claro el ánimo que debe prevalecer en la dirigencia y la militancia partidista.

El optimismo de Betancourt tiene un nítido sentido táctico hacia el partido. Rómulo advierte que los planes no pueden ser a plazo corto:

-«Tienen que partir de la previa respuesta que se dé a estas preguntas: ¿cuándo hará crisis la dictadura de Pérez Jiménez».

El pronóstico debe hacerse:

–… «sin descartar lo imprevisible – un ‘golpe de palacio’, por ejemplo, realizado por un grupo de militares-«.

Aunque aterrizaba en que lo más lógico era

–… «prever que esa crisis se presentará en el momento en que se abra la cuestión de la sucesión, es decir, a partir de mediados de 1956.»

Para Rómulo… «lo probable es que Pérez Jiménez pretenda reelegirse, pero algunos factores, internos e internacionales, conspirarán contra esa aspiración. Los internos, la ambición de sus asociados. Los internacionales, la crisis que está aflorando dentro del sistema autocrático latinoamericano, teniendo precisamente la no-reelección como punto focal de esa crisis».

Y sintetiza:

–… «nuestra estrategia debe trazarse sobre la base de que el despotismo sufrirá su crisis más seria en cuanto se abra el proceso de sucesión presidencial, es decir, a partir del año próximo». (6)

Un partido para influir

En materia organizativa, las recomendaciones de Betancourt son fundamentales:

–… «reestructurar y reforzar el comité coordinador externo»;

–… «encarar seriamente la cuestión de la reorganización interna del partido»;

–… «vincular las tareas de organización con la propaganda porque «un partido que no habla, que no hace llegar su voz al pueblo, deviene capilla, núcleo enquistado sin capacidad de influencia». (7).

La propuesta táctica de Betancourt, por otro lado, se concentra en desprestigiar nacional e internacionalmente a la dictadura.

La actividad propagandística debía concentrarse en:

Acentuar la… «crítica al régimen, en la persona de Pérez Jiménez y Pedro Estrada en torno a su inmoralidad administrativa, a su negación de libertades públicas, a su intento de prolongarse en el tiempo como la de Gómez».

Hacer énfasis en su «entreguista» política petrolera para golpear la sensibilidad nacionalista de todos los sectores del país.

Reiterar permanentemente «la situación crítica que están confrontando los otros gobiernos de América Latina, con especial reiteración de la actitud no-reeleccionista confesa de Odría y Batista y posibles de Perón y Somoza.

Además de «insistir en la responsabilidad de la FAN porque es en nombre de ellas que se está realizando la gestión actual». (8).

El frente político civil

En el anexo al «Memorándum», Betancourt esbozó su propuesta clave: «La articulación del frente político civil».

Lo considera «de primordial importancia», para la realización eficaz de la estrategia propuesta, es la respuesta concreta de la vieja guardia adeca a la propuesta unitaria de los comunistas, en la cual se habían envuelto varios de sus dirigentes de la clandestinidad.

Propone como pasos previos «establecer contacto con Villalba y Caldera».

Betancourt no descuida aspectos prácticos de su esbozo estratégico y ordena que en los periódicos del partido «deben hacerse comentarios los más frecuentes posibles sobre represiones a copeyanos y urredistas».

Como bandera blanca señala como indebidas las críticas en medios de prensa partidista al carácter «derechista» y «confesional» de COPEI.

Los explica como «lapsus inevitables», de los compañeros «acostumbrados al lenguaje polémico frente a ambos partidos» que debían ser reeducados «para que enfoquen su conducta no recordando nuestras antiguas disidencias, sino procurando limar aristas hoy y posibilitar ententes mañana».

En su ánimo por asegurar las alianzas, Betancourt señala que es inconveniente alimentar rencores frente a URD y pide a los suyos dar muestras «con hechos» a formar un «frente de partidos políticos nacionales frente a la dictadura y con vista a una común acción cuando el problema de la sucesión presidencial la haga entrar en crisis». (9).

La acumulación de fuerza política en un Frente unitario y anticomunista no es unánime y convoca disidencias en el CEN de la resistencia adeca y en el Buró Juvenil.

No obstante, el plan político general de Betancourt ya tenía sus grandes líneas en marcha, con ajustes tácticos según las circunstancias.

Lo importante era el objetivo: articular el frente político.

Apatía cívica y vivapepismo

La tentación de la inmediatez ha cedido paso al aguante. La paciente espera en el porvenir afirma el deseo de cambio desde una nueva perspectiva que se sostiene en la convicción.

Pero el optimismo de Betancourt apenas oculta sus preocupaciones de fondo expresadas en comunicaciones más íntimas. Esas que se tornan angustiosas bajo el insoportable peso de la realidad: surgen del agudo conocimiento de la realidad que se examina.

En carta a su amigo el Dr. Felipe Massiani, fechada el 23 de octubre de 1955, escribe:

–»De nuestra tierra lo que sabemos. La vanguardia sigue su labor de topos, capeando el temporal del reflujo de la combatividad popular, lógica después de tantos años de tensión. Pero la marea volverá a subir si no se ceja en el trabajo diario. Es más difícil en nuestro país que en otros».

Le angustiaba a Rómulo…

–… «Una mezcla de apatía cívica y de vivapepismo, adobado de nuevorriquismo grosero, hace tantos estragos como Pérez Jiménez, Pedro Estrada y el cartel de los petroleros». (10)

Su visión analítica hurga en lo profundo de la realidad y la naturaleza venezolana y dictamina que «eso forma parte de un problema social grave». (11).

Es la visión del estadista que observa más allá de la superficialidad y proyecta su pensamiento por encima de la operación política para situarse en los problemas más hondos de la nación.

–… «nos parecemos -dice- cada vez más a la California de los días del gold-rush. Hacer dinero es la palabra de orden. Y no importa cómo. En mi concepto, ese problema de desorbitación de las gentes, de pérdida del centro de equilibrio en la familia y los grupos, es más serio que el militarismo. Pervivirá quién sabe por cuánto tiempo, después de que el otro problema sea aminorado, o liquidado. Mucho pienso en eso, Felipe, con preocupación honda, con angustia venezolana. Y si bien creo que todas las cuestiones sociales pueden ser resueltas, si con mente lúcida y ánimo resuelto se enfrentan desde el gobierno, ese desajuste en las costumbres y esa escala ‘minera’ de valores aparecidos en nuestro país los considero entre los problemas-claves, y de los de más difícil solución». (12).

En su reflexión ha apuntado un juicio sociológico que será preocupación de los estudiosos, «cultura del petróleo» la llamará Rodolfo Quintero.

Es la Venezuela en jauja de la cual advirtiera el agudo ojo de Valmore Rodríguez. Es un nuevo problema que crece y se reproduce en familia. Es el del rentismo petrolero que se extiende por los intersticios de la sociedad venezolana.

Notas

(1) Gonzalo Barrios, «Definición» en Venezuela Democrática, México, abril de 1955, Número 1, p. 7

(2) Rómulo Betancourt, «Reafirmación de fe» en Venezuela Democrática, México, septiembre de 1955, Número 5, p. 7

(3) Ídem

(4) Ídem

(5) Rómulo Betancourt, Antología Política, V. VI, p. 301

(6) Ibídem, V. VI, p. 302

(7) Ibídem, V. VI, pp. 302-303

(8) Ibídem, V. VI, p. 303

(9) Ibídem, V. VI, p. 304

(10) Ibídem, Vol. VI, p. 305

(11) Ídem

(12) Ibídem, Vol. VI, p. 305-306

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Hacia la democracia: Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja (I)

@fariasjoseluis

Imagine luchar con débiles fuerzas de unos partidos políticos desarticulados y en repliegue contra un enemigo poderoso y -en apariencia- invencible:

Dueño del poder militar y represivo…

… usado sin escrúpulos…,

… con abundantes recursos financieros manejados a su antojo…

… y apoyo internacional, comenzando por Estados Unidos…

Esa era la dura circunstancia a la que se enfrentaban Rómulo Betancourt, sus compañeros de Acción Democrática y el resto de las organizaciones partidistas opositoras. Los resultados obtenidos entre 1948 y 1954 confirmaban que ninguna organización política podía por sí sola contra aquel poderoso enemigo.

Las iniciativas alentando salidas de fuerza, aguijoneadas por ficciones, habían aterrizado en resultados adversos. Fueron seis años duros, sin aceptar que la unidad era una condición imperativa para derrotar la tiranía.

Es un pasaje de nuestra historia hacia la democracia que evoca situaciones familiares de hoy, con la salvedad de que entonces se pudo salir de la oscuridad y por ahora seguimos en las sombras.

A recoger velas

El tiempo transcurrido fue de equivocaciones lamentables y penosas, el naufragio ocurrido imponía la revisión de la política a seguir. Persistir en el yerro prolongaría indefinidamente la vida de la dictadura. No fue una encomienda fácil ni rápida. Como suelen ser los cambios de política, era necesario balancear lo ocurrido, formular la nueva propuesta, persuadir a unos e incluso apartar a otros, según fuera el caso.

La apuesta a la conspiración militar para recuperar el poder, espoleada por la desesperación y/o el exceso de confianza de la dirigencia adeca, sobrestimaba el poder de sus contactos militares y por ende subestimaba el de la dictadura.

Sus efectos eran totalmente contrarios a los esperados, tras cada intentona golpista venía la arremetida represiva que debilitaba el partido.

A partir del fraude del 2 de diciembre de 1952 y la Constituyente de 1953, el régimen se sentía «legitimado», en insólito breve tiempo logró estabilizarse. El viento soplaba en contra de la oposición.

El modo de enfrentar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez exigía cambios, un tiempo de aplomo para poner las cosas en su sitio. «A partir de junio, después de la terrible razzia -escribe Rómulo Betancourt-, quedamos quebrantados seriamente. La táctica justa, la indicada, fue recoger velas, amainar en la propaganda, dormirse en la ponzoña». (1)

La actuación aislada de Acción Democrática, principal fuerza política del momento y víctima del golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948, así como su fe ciega en una solución violenta e inmediata, pensando que la recuperación del poder era cosa de corto tiempo, resultó en múltiples fracasos que debían superarse.

Hacia la democracia: "Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja" (I), por José Luis Farías"
L. Llovera Páez, Ruiz Pineda, Edmundo Fernández, presidente Gallegos, C. Delgado Chalbaud y M. Pérez Jiménez (1948). Foto @PerezJimenez52

Los continuos reveses determinaban el abandono progresivo de la creencia en salidas rápidas fruto de la conspiración golpista, de los descabellados proyectos de invasión armada del territorio y de las absurdas «actividades especiales», subterfugio del lenguaje de la resistencia para denominar los actos de factura terrorista continuamente fracasados, que incluían acciones violentas de saboteo e incluso de atentados contra altos funcionarios en la ilusoria creencia de que desencadenarían el derrumbe inmediato del régimen.

En el ingrato recuerdo quedaban los intentos de golpes de Estado abortados por delación, como el del 5 de enero de 1953 dirigido por Alberto Carnevalli, quien había sucedido a Leonardo Ruiz Pineda en la conducción de la clandestinidad; de sus llamados valientes a la «rebelión civil» para combinar la conspiración golpista con la acción de masas, caídos al vacío; de la frustrada invasión militar de la «Operación Berta», dirigida con entusiasmo directamente por el propio Rómulo Betancourt; de las excesivamente riesgosas «actividades especiales», como el frustrado atentado contra Pedro Estrada, jefe de la policía política; y de la peligrosa «Operación Pingüino» para la introducción de armas al país.

Fueron acciones de alto costo en vidas y en descalabro organizativo. Llegaba el «tiempo de revisar la estrategia» y «dar comienzo a la definición de nuevas tácticas políticas». Urgía el debate, el balance no podía esperar: pedía la reflexión serena.

El deterioro de la organización encubierta de Acción Democrática se evidenciaba en el creciente número de víctimas, apresados y exilados; como también en la excesiva rotación de sus autoridades.

Entre octubre de 1952 y noviembre de 1954, apenas dos años y un mes, AD cambió ocho veces de secretario general del CEN del partido: Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli, Eligio Anzola Anzola, Rigoberto Henríquez Vera, Hector Vargas Acosta y Jorge Mogna, Roberto Hostos Poleo y Pedro Felipe Ledezma. Se sucedieron uno tras otro. Un claro ejemplo de cuán mal iban las cosas para el partido en la resistencia.

Ruiz Pineda vilmente asesinado en una calle de San Agustín, Caracas; Carnevalli muerto por la negativa de la dictadura a permitirle atención médica en la Penitenciaria de San Juan de Los Morros, estado Guárico; el resto «dejó el cargo» por detenciones o persecuciones que los llevaron a salir del país.

La dirección política del exilio estaba consciente de la necesidad de levantar la mirada para ubicar el momento más favorable a la acción y atenuar los impactos de la represión.

El matrimonio de Berta hay que acelerarlo

En enero de 1954, Rómulo Betancourt escribía al CEN de Acción Democrática: «Las noticias que me llegan por diversas vías son indicativas de un reflujo en la combatividad popular». Y le planteaba, refiriéndose al partido, que debía ser «cancelada totalmente la idea de que la organización debe realizarse sobre la base de brigadas de ‘come cándelas» (2).

La política de la conspiración había fracasado, produciendo unos costos elevados en vidas y en el desmadre partidista. Sin embargo, todavía en diciembre de 1954, Rómulo seguía acariciando la salida violenta.

En carta a Manuel Pérez Guerrero, le hablaba en clave sobre las urgencias de conseguir recursos para la Operación Pingüino de introducción de armas y la Operación Berta para una invasión militar que recordaba la fracasada «Invasión del Falke», en 1929.

«La operación pingüino -escribe Rómulo-, esa de que te habló el delfín, está en marcha; y el matrimonio de Berta hay que acelerarlo, porque el padre de la niña ha puesto plazo fijo, improrrogable: o febrero (1955) como fecha límite, o niega el permiso concedido (…). Pero ahora viene lo difícil. Una y otra cosa requieren dinero. Veinticinco mil dólares bastarían, que deben ser enviados a Sierra (Carlos Andrés Pérez), quien está manejando el asunto, de acuerdo con Álvarez (Rómulo Betancourt). No tenemos de donde sacarlos (…). Si ustedes pueden levantar un dinero para esto, deben hacerlo». (3)

El empeño en la invasión con la «Operación Berta» perdería aliento al siguiente año, cediendo paso a un proceso de revisión de la política que debía seguir el partido. La joven Berta se quedaría soltera por el resto de sus días.

Entre apuros y penurias, «esta vaina es enojosa»

Betancourt y sus compañeros llevaban años de una vida de estrecheces económicas en el destierro y/o la clandestinidad. Los apuros materiales y financieros para el funcionamiento de las acciones programadas por el partido estaban a la orden del día. La apuesta por las opciones de la confrontación militar al régimen ameritaban finanzas cuya consecución se hacía cada vez más difícil.

Las penurias para subsistir eran otro de los asuntos que afectaban su cotidianidad y la de todos los dirigentes del partido. Sin embargo, no detenían su incesante actividad política, poniendo cuidadoso celo en el manejo de los recursos disponibles.

«Querido Sierra: recibí la última tuya -escribe Rómulo a Carlos Andrés Pérez-. Veo la distribución que diste al numerario. Se volvió un «suspiro» en un chinchorro, pero todos eran gastos insalvables (…). Te puse un cable, que veo no has recibido porque me lo dicen de la oficina. Pidiendo un dinero. No quería hablar de esto, pero la situación se me hace difícil. Los turcos atrás (dos permanentemente) resultan tan onerosos como en Cubita. Hay que alimentarlo y comen como unos leones. Instalarme, ya lo decía, costó más de lo previsto. Esta vaina es enojosa y no sé cómo va a solucionarse». (4).

De cada moneda ingresada a las exiguas arcas del partido se identificaba su origen y era empleada con rigurosa pulcritud por aquellos hombres, cuyo esfuerzo y coraje no arredraba su lucha y su ética.

Así lo atestiguan la contabilidad de la organización, llevadas por Carlos Andrés Pérez bajo el seudónimo “Sierra», en las cuales está relacionado MINUCIOSAMENTE lo gastado en cada una de las adquisiciones materiales necesarias para el funcionamiento del aparato como las actividades propagandísticas, la movilización y hasta lo requerido por la conspiración y el «volanteo», así como para el regreso de algunos desterrados al país.

De igual modo eran anotados los significativos gestos de solidaridad en ayudas monetaria a compañeros en desgracia y a familias de detenidos, difundidos muchos años después en los papeles de su archivo.

Los principios éticos eran un poderoso soporte en la moral de aquellos hombres y mujeres que sostenían la lucha contra la dictadura en condiciones de mucha adversidad.

«La pía intención»

La dictadura siempre estuvo al acecho, incluso fuera del país. Rómulo se había instalado desde agosto de 1954 (luego de una pasantía en San Juan de Puerto Rico) en la zona rural de la isla para concluir su libro Venezuela política y petróleo«, en el cual trabajaba desde 1936 y le asignaba un papel fundamental en la formación política-doctrinaria de la militancia partidista.

Video Sofía Imber y Carlos Rangel entrevistan a Rómulo Betancourt. Canal Sofía Imber

Pero la llegada del jefe de Investigaciones de la Seguridad Nacional, Manuel Silvio Sanz, en compañía de otros agentes, «a lo mejor con la pía intención de drozblanquizarme» -escribió Rómulo- encendieron las alarmas de peligro, haciéndole regresar a San Juan (la capital) donde el gobernador Luis Muñoz Marín (su amigo) podía garantizarle protección policial ante un posible atentado.

La feroz represión en el país había acabado con el liderazgo de la clandestinidad: Leonardo Ruiz Pineda es asesinado el 21 de octubre de 1952, Alberto Carnevalli muere el 20 de mayo de 1953 en un calabozo de la Penitenciaria General de Venezuela en San Juan de Los Morros por falta de atención médica, Antonio Pinto Salinas es detenido y muerto por tortura, Luis Hurtado corre la misma suerte luego de haberlo desaparecido.

Muchos otros pagan con su sangre los sueños de libertad y democracia: son muertos por balas asesinas o en las cámaras de tortura del régimen.

Hacía poco la persecución se había extendido al exterior, asesinando al teniente opositor León Droz Blanco, emboscado en una calle de Barranquilla, Colombia, por una comisión encabezada por Braulio Barreto, esbirro de la Seguridad Nacional.

Las precauciones en materia de resguardo no estaban de más para el jefe máximo del principal partido, a quien la dirección de la organización le impusiera la vida fuera del territorio nacional para protegerlo de las fauces criminales de la tiranía.

Los años del bulldozer

Eran los años del bulldozer, la gigantesca maquinaria que simbolizaba la expansión de la industria de la construcción en Venezuela. La industria de la construcción era altamente lucrativa y, por sus volúmenes de inversión, también, el terreno ideal para la corrupción.

La etiqueta del proyecto desarrollista de la dictadura era el Nuevo Ideal Nacional y el bulldozer su símbolo. En la industria de la construcción se vinculaban estrechamente los militares y los hombres de gobierno con el empresariado dedicado al ramo.

Según el Banco Central de Venezuela, la floreciente industria absorbía «una tercera parte del total de las inversiones internas» (5)

La dictadura había logrado asociar la modernidad a la inversión en metros cúbicos de cemento armado de obras públicas; una idea legitimadora que, junto con la represión, la tortura, las desapariciones, la censura oficial y la autocensura, aseguraba la paz social que le proporcionaba estabilidad temporal.

«El tractor – escribía Laureano Vallenilla, ministro de Relaciones Interiores – es el mejor colaborador del gobierno, el más cabal intérprete del elevado y noble propósito de transformar el medio físico. El tractor con bulldozer se convierte en personaje familiar de los venezolanos, como otrora lo fuera el burro de carga. Es un símbolo tan respetable de la patria moderna que se está plasmando, un símbolo tan respetable como el caballo del Escudo nacional y que ya ha hecho historia». (6)

Hacia la democracia: "Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja" (I), por José Luis Farías"
Nuevo Ideal Nacional a lomos del buldócer, Hotel Humboldt, dibujos de Tomás Sanabria y Paseo Los Próceres.

La magnitud de las inversiones urbanizó al país en un tris. El dinero fue hábilmente empleado por la dictadura en la expansión urbana para llevar agua al molino de su idea del progreso:

«Satisface ver cómo el tractor -apuntaba Vallenilla- prepara tierras aptas en Portuguesa y Guárico, cómo borra de nosotros el recuerdo romántico pero triste del populoso barrio de San Juan, el de Catia, del más nuevo y absurdo de El Conde, con su estilo indefinido y cursi, de las casitas encaramadas en los cerros donde la desesperación engendra adecos y otras clases de resentidos». (7)

El dinamismo económico era de elevadas proporciones «el Producto Territorial Bruto, es decir el valor de toda la producción del país, subió más del doble entre 1950 y 1959”. (8)

Un dato revelador de aquel inmenso crecimiento económico -y que explicaba la amplia satisfacción del empresariado- es la cantidad de bancos creados: entre 1946 y 1958 se fundaron 20 bancos privados en el país. (9)

Estaba cambiando la faz de Venezuela. El canto de Vallenilla al impacto de la maquinaria era por demás elocuente de las modificaciones ocurridas en el espacio:

«El tractor, ese símbolo de la patria y del gobierno, destruye muchas cosas. Hasta los clubs políticos llamados partidos y sus representantes caracterizados han sufrido su impacto y se mezclan para perderse con la caña amarga, la pared de bahareque y los ‘corotos’ inútiles que el camión transporta para rellenar un hoyo. Se está cerrando un capítulo de nuestra historia. ¡El líder de la plaza aérea del Centro Bolívar, el conferencista del Aula Magna no pueden ser los mismos de la plaza de Capuchinos! Ni de El Silencio, ni del Teatro Olimpia. El escenario y el decorado reclaman nuevos actores y el público también. En la era del tractor no tienen cabida ni la peínala ni las chancletas, que simbolizaron sucesivamente etapas de barbarie y mediocridad». (10)

El Nuevo Ideal Nacional cobraba forma concreta en obras que estaban a la vista para asegurar la estabilidad del régimen y acentuar el pesimismo en quienes luchaban en la resistencia.

«Enyugamiento» al carro triunfal

Se vivían tiempos de prosperidad económica gracias al maná petrolero y a una creciente demanda de hidrocarburos como consecuencia de la nacionalización del petróleo iraní, de la guerra de Corea y la reconstrucción de Europa.

La entrega de nuevas concesiones a las empresas petroleras le metieron un chorro de dinero adicional a la dictadura, por lo que el crecimiento económico se hizo sorprendente: aumentó el gasto público y la capacidad de inversión tanto como de la de compra.

Los venezolanos veían con asombro la multiplicación de inmensas obras públicas, la mayoría de las cuales -justo es decirlo frente al mito de Pérez Jiménez como el gran y único modernizador de nuestra historia- se habían iniciado o al menos proyectado en el trienio 45-48 del gobierno adeco y aún en el anterior gobierno del general Isaías Medina Angarita.

Proceso que evidencia una tendencia modernizadora por parte del Estado venezolano, apoyada en la fabulosa renta petrolera e indistinta a la forma de gobierno -democrática o dictatorial- asumida. 

El plan de electrificación del Caroní, la explotación del hierro en Guayana, la petroquímica, el ferrocarril Barquisimeto-Puerto Cabello, los sistemas de riego del Guárico, la construcción de urbanismos como el «2 de Diciembre» (actual 23 de Enero), Lomas de Propatria y de Urdaneta, la Universidad Central de Venezuela, las Torres del Centro Simón Bolívar, la autopista Caracas-La Guaira eran ejemplos de un esfuerzo recibido por el país como signos de modernización y progreso.

Los patrones modernizadores ponían su acento en las vías de comunicación y en las obras de infraestructura de salud y educación, así como en la vivienda.

Tenían su impulso en el llamado «Plan Truman«, definido como un «Programa para que los beneficios de nuestros avances científicos y progreso industrial estén disponibles para la mejoría y crecimiento de las áreas subdesarrolladas». (11)

El empresariado venezolano se hacía eco con entera satisfacción de aquella expansión económica.

La Cámara de la Construcción señalaba, en 1950, que:

«La industria de la construcción ha alcanzado un desarrollo tal en los últimos años, que no puede compararse al de ninguna otra industria en el país, viniéndose a colocar, por el inmenso capital que utiliza y por el número considerable de mano de obra que emplea, al lado de la industria petrolera, en el segundo puesto de nuestra actividad industrial» (12)

En 1955, el presidente de la Cámara de Comercio del estado Zulia decía que:

«En el año de 1952 el coronel Marcos Pérez Jiménez asciende a la Presidencia de la república. El Gobierno de su rectoría actúa enérgicamente. Todos los ramos de la Administración Pública, todas las actividades de la vida de la nación sienten su influjo vigoroso». (13)

Valmore Rodríguez, periodista, figura legendaria y vicepresidente de Acción Democrática, desde el exilio describía aquellos días con desgarradora crudeza:

«Situación próspera, aceptación del régimen, entusiasmo por las inauguraciones y desvanecimiento gradual de la influencia pública, moralizante del partido. Enyugamiento en masa al carro triunfal de la clase media, de los antiguos discretos, pendulares. Corrupción universal (…) danza de millones de los contratos, y de la venalidad general a las orgías universales, da una idea exacta de lo que se nos ha venido encima. Grandes inversiones de capital, especialmente norteamericano, pero también portugués, cuya inmigración está ahora reforzada por talentos técnicos y gran copia de actividades económicas nuevas italiano, francés, belga, etc. Jauja. El medio está decididamente transformado (…). Los héroes son los artistas de la radio y la televisión nacionales, en sus papeles románticos de la familia del Derecho de nacer, o como se llame el culebrón de marras (…) Tengo la sensación de que nos ha dejado el autobús. No para siempre, desde luego, porque todo esto que te reseño lleva las aguas a nuestro molino, pero está prosperidad… esas arcas desbordadas, dan para rato”. (14)

Como bien lo dijera Valmore, en aquellos días Venezuela vivía en jauja; la abundancia le había dado estabilidad a la dictadura e imponía a la oposición la preparación para un mejor momento político con una forma distinta de enfrentarlo.

Era menester esperar el tiempo en el cual -finalmente- se abriera la coyuntura electoral y volcarse a la preparación para entrarse a la misma en forma unitaria; lo que significaba poner de lado los legítimos intereses de cada partido político involucrado en mayor o menor medida contra la dictadura, para lo cual cada quien tenía una visión que entrañaba unos determinados límites.

Referencias:

(1) Rómulo Betancourt, Antología Política, T. VI, p. 176

(2) Ibidem p. 183

(3) Ibidem p. 244

(4) Ibidem p. 253

(5) Manuel González Abreu, Auge y caída del perezjimenismo, p. 92

(6) R.H., «Editoriales de El Heraldo«, p.14

(7) Ibidem pp. 14-15

(8) María Elena González, Los comerciantes de Caracas, p. 488

(9) Manuel González Abreu, Op. cit, p. 103

(10) R. H., Op. cit. p.15

(11) Manuel González Abreu, Op. cit. p. 90

(12) Ibidem p. 89

(13) Ibidem p. 100

(14) Rómulo Betancourt, Antología política, T. VI, p. 17

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Asdrúbal Aguiar Ene 23, 2021 | Actualizado hace 1 mes
El 23 de Enero, un estado de alma

@asdrubalaguiar

“No hay líderes, ni jefes ni oradores; solo la inmensa corriente de hombres y mujeres, que avanza, de los cuatro puntos cardinales hacia el centro de la ciudad. Al principio, empecinada y silenciosa, como una sombra tenaz, sofocada por muchos años, que sale de la sombra”, es el recuerdo que le queda en su memoria al poeta y diplomático neogranadino José Umaña Bernal al declinar el año. Ya se inicia el decurso venezolano hacia el 23 de enero 1958, hacia su libertad.

Describe al celebérrimo barrio La Charneca, a la derecha del río Guaire, ese que después ilustrará no pocos discursos del presidente Rómulo Betancourt quien asume el gobierno a partir de 1959, en el primer tramo de una experiencia democrática que trastabillará en sus inicios: “No es esa la tarea de un momento de fugaz alegría y de momentánea generosidad”, advierte Arturo Uslar Pietri; pero Umaña lo hace para dar cuenta de algo que está allí presente, como un volcán en las vísperas de su erupción y sin que se le pueda mirar para describirlo, pero se le siente. Solo captan sus signos los más perspicaces, como el animal que escucha los mensajes de la naturaleza. Nadie puede apropiarse del hecho, de la gente que se amalgama sin proponérselo, casi por instinto y en la hora agonal.

“Gente de bronce, si las palabras no estuvieran infamadas por el uso; hombres y mujeres de bronce, maliciosos y alegres, duros y tenaces… un pueblo con sentido de clase, que conoce los términos de la libertad” incluso bajo la férrea dictadura de los militares, pues si teme tampoco le disciplinan.

El pueblo venezolano, en efecto, es paciente y silencioso ante sus pesares así los masculle o los grite de tanto en tanto para drenarlos.

“El primero de enero – cuando se alzan los aviadores y sus pájaros metálicos trepidan sobre el cielo de la Caracas que amanece – el pueblo no está en la calle. Y por muchas horas nadie sabe lo que pasa”, relata la crónica.

Comprender la esencia de esa chispa del venezolano común que prende después y casi al azar envuelve a todos, cuando menos lo espera el que la genera, no es, por ende, tarea fácil. Es casi oficio para taumaturgos sociales. Algunas veces lo logran hombres de Estado muy decantados y esquilmados por el ostracismo, no los políticos logreros o de medianía. De tanto en tanto los intelectuales madurados a fuerza de tener como su objeto de observación y para fabularla al alma popular, como en el caso de Rómulo Gallegos, lo logran con finura.

De nada sirven para comprender lo inédito de la «revolución de 1958», cuyos efectos bienhechores cubren a las tres generaciones siguientes, los papeles que describen a la circunstancia; esos del tiempo previo y posterior a los hechos del 23 de enero y sobre un vértice social que se mixtura a lo largo de la historia patria de una manera accidentada, en lucha contra los amagos o artificios de poder que forjan las espadas o el látigo o se montan en las escribanías del oportunismo.

Miguel Otero Silva mira al margen de su cuaderno cuando escribe acerca de los presos y los torturados atribuyéndolos como efecto de las mezquindades partidistas: “en tanto que no arriaron sus divergencias y sus contradicciones para enfrentarse al enemigo común, lograron apenas llenar las cárceles con sus militantes”. Pero lo cierto es que sobre esa colcha de retazos que impone la lucha clandestina contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, al término quien domina es el difuso «espíritu del 23 de enero». Es lo que importa destacar, lejos de los gendarmes y traficantes de ilusiones, sean de charreteras o de levita.

Lo veraz, como lo narra Umaña, es que mientras militares soportes de la dictadura avanzan en sus estrategias – cada uno con su portafolio de intereses en la mano del disimulo, predicando cambios «gattopardianos» o libertades tuteladas – entonces “no baja el pueblo de La Charneca, ni se mueven los trabajadores de Catia”.

El pueblo de Caracas, frívolo y desorganizado, zamarro y calculador como lo es el venezolano, en la circunstancia se hace generoso, decidido y audaz al extremo. Si bien apuesta al éxito de los alzados a la vez que se mantiene reservado, no ajeno a las tensiones interiores que se le vuelven nudo en la garganta y alimentan frustraciones recurrentes. Y el fracaso aparente del 1° de enero, en la hora de los cuarteles alzados, y también de la huelga general del 21 siguiente atizan ese estado de ánimo.

Entretanto la realidad muestra que caen bajo las metrallas la gente del pueblo llano – se dice al término que han fallecido más de 1000 venezolanos durante las refriegas.

¡Y es que las rupturas históricas y las revoluciones que las amamantan – así ocurre de modo inesperado y germinal en los días previos al 23 de enero – durante sus deslaves terminales se vuelven “un estado del alma”! No tienen nombre propio, ni linderos sociales.

“La revuelta – dice Umaña – es el puesto fronterizo a donde, temprano o tarde, llegan todos los desterrados de la libertad y de la justicia. “No es la de los importantes y los oportunistas”, machaca.   

Más allá de los conciliábulos en el Palacio de Miraflores o de la Academia Militar que en el clímax hacen convencer al dictador que perdió el apoyo – “ya está el helado al sol” le dice Luis Felipe Llovera Páez a un secretario que le pide informaciones – y lo llevan a abandonar el país, lo que no se dice es que “Caracas preparó su revolución”. Lo confirma Gabriel García Márquez: “Todo el mundo, desde el industrial en su gerencia hasta el vendedor ambulante en la calle estaba conspirando”. No hubo héroes ni jefes providenciales, ni caudillos victoriosos, “ni minorías que cabalgasen sobre el lomo de la historia”.

La Iglesia del 23 de enero

La Iglesia del 23 de enero

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