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12F: “Te pido que no me golpeen las manos, soy músico”

marcha-12F-EFE

Protesta, muerte, violencia, abuso de poder, injusticia, esperanza. Un relato del 12 de febrero de 2014 desde la vivencia de un joven venezolano que fue a marchar aquel Día de la Juventud

@boonbar

Sed. Tenía la garganta seca cuando decidió separarse de su mamá y su hermana para ir a comprar una botella de agua. Todo iba bien aquel luminoso 12 de febrero de 2014 en el que salió a marchar con su familia por el Día de la Juventud. Hasta el mediodía, el entusiasmo y las consignas plenaban los atiborrados alrededores de la plaza de Parque Carabobo, en la Candelaria, frente al Ministerio Público (MP).

Pero todo cambió justo cuando Rafael Pacheco quitó la tapa de la botella de agua que no llegó a beber. El ambiente se crispó y una nube de gases lacrimógenos y perdigones invadieron la Candelaria. Vio acercarse hacia él a un grupo de muchachos que presurosos cargaban el cuerpo inerte de otro joven con la cabeza sangrante. Gritos, gente corriendo, carros bajo fuego y un cordón de policías con escudos antimotines comenzó a cerrar el paso. Todo en cuestión de minutos.

Logró llegar hasta estación de Bellas Artes con una pierna acalambrada y asfixiado por los gases. Nada sabía de su mamá ni de su hermana, las conexiones estaban colapsadas. Un camión ballena escupía agua y agentes de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), a pie y en moto, disparaban perdigones a la gente demasiado cerca. En la Plaza Morelos, tratando de recuperar el aliento, vio a un adolescente con la cara tapada con una franela que lloraba: «los guardias mataron a mi hermano”.

Caminó hasta Plaza Venezuela huyendo del caos de bombas lacrimógenas, perdigones y sangre que había estallado en la Candelaria. Finalmente pudo hablar con su mamá y su hermana por celular, asegurándole que se verían en la casa.

Se encontró por casualidad con un amigo y se acercaron hasta la estación de metro Zona Rental, frente a la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) desde donde salieron repentinamente tres hombres uniformados. Uno de ellos lo obligó a tirarse al piso y le apuntó con un fusil en la cabeza. Justo en ese momento, pasaba por allí un amigo de la barra de fútbol y lo reconoció. “¿Epa Fuca, estás bien?”. Bastó esa pregunta para que el Sebin le diera un culetazo y lo obligara también a pegar la cara al suelo. Más adelante le contaría que también venía de una marcha, pero del   oficialismo.

A ambos los esposaron al igual que otros dos jóvenes y los metieron dentro del edificio del Sebin de Plaza Venezuela. Dentro de la sede, a uno de los detenidos le encontraron una botella de refresco llena de gasolina. No tardaron en relacionarlo con las patrullas incendiadas de Parque Carabobo. Cuatro personas, que se identificaron como del MP, aparecieron  con una cámara  y empezaron a tomarles fotos junto con sus pertenencias confiscadas. Rafael sólo llevaba dentro de su bolso una camisa y un pote de agua vacío.

Estuvo hora y media esposado y arrodillado frente a una pared mientras le repetían: “te jodiste, te van a acusar por terrorismo de Estado, escuaca, manito blanca, guarimbero, te vas a podrir en la cárcel”.

Su celular comenzó a sonar insistentemente, pero no le dejaron atenderlo. Un agente lo contestó: “su hijo está preso en el Sebin”. Colgó antes de que su madre preguntara en cual de las sedes. Ella, angustiada, lanzó un tuit de alerta que fue replicado por cientos en la red social.

Los metieron en sendas patrullas sin saber a donde los llevarían. “Van a terminar en el Rodeo, se jodieron la vida para siempre”. Ya eran como las 5 de la tarde cuando identificó la inconfundible forma del Helicoide: estaban entrando a la cárcel de los presos políticos. No le habían dejado comunicarse con su familia o algún abogado. Sentía que se le derrumbó el mundo.

Lo bajaron de la patrulla a punta de patadas y los obligaron a pararse frente a una pared. “Te dije que no voltees”, le golpeaba un guardia cada vez que se atrevía a mirar de reojo mientras escuchaba como gritaban a su compañero: “Te vamos a quemar vivo para que veas lo que se siente”. Podía sentir el sonido hueco de los golpes sobre el joven. Y los chispazos.

Vino su turno en el interrogatorio. Entró a una oficina muy iluminada, con un mapa de Venezuela bien detallado. Le tomaron fotos, anotaron su estatura, color de ojos, peso. Un hombre le hizo todas las preguntas posibles con una pistola de electricidad en la mano. “Vamos a hacer esto rápido”. Le pidieron las contraseñas de sus correos y cuentas de redes sociales. Cuando se negaba, le daban pistoletazos en la sien, axilas, detrás de las orejas. Amenazaron quemarle los genitales. Le daban bofetadas y golpes en la cabeza.

“Soy ingeniero de sonido y músico. Te pido por favor, no me golpees las manos. Son mi instrumento”, les rogaba. Pero los agentes se reían y le pegaban en las manos. Una hora duró la pesadilla.

Le obligaron a firmar un chequeo médico que certificaba que gozaba de buena salud. Pasó la noche en una celda 3 por 3 con los otros tres detenidos y dos adolescentes heridos que había disparado a un hijo de un Sebin. Le ofrecieron agua, el primer sorbo que tomaba en horas, y unas sobras de comida. Logró dormitar un poco. Al fondo escuchaba la cadena de Nicolás Maduro en La Victoria.

Al día siguiente, los trasladaron a un calabozo del Cicpc en el centro de Caracas con olor a orín. Al atardecer, lo presentaron en  la audiencia de precalificación en el Palacio de Justicia. Les imputaron los delitos de alteración de orden público, asociación para delinquir y terrorismo de Estado, con régimen de presentación cada 30 días. Le quitaron las esposas. Lo dejaron libre. Al salir, pudo abrazar a su mamá. Ella sólo se enteraba de lo que pasaba dentro del edificio por los tuits del abogado Alfredo Romero, del Foro Penal: «Los jóvenes

El abogado de la organización Foro Penal que asumió su caso comentó que se trataba de uno de los casos más interesantes de su vida: un joven que participó en la marcha de la oposición se había salvado de que le cayeran mayores cargos gracias al testimonio de su amigo de fútbol, su amigo chavista.

 

Lisseth Boon Dic 07, 2015 | Actualizado hace 5 años
La noche en que se apagó el chavismo

Fotos y texto @boonbar

EL TOLDO ROJO VACÍO lucía aún más huérfano la noche del 6 de diciembre en la “esquina caliente” de la Plaza Bolívar, emblemático punto de encuentro del chavismo en el centro de Caracas. Unas diez personas aguardaban sentados en bancos alrededor de la estatua ecuestre del Libertador mientras  que grupos dispersos hablaban entre si con los brazos cruzados, mirando de vez en cuando hacia la entrada del Teatro Principal, sede del Comando Bolívar Chávez, como buscando alguna respuesta. Ya se habían cerrado los centros de votación del país y el Consejo Nacional Electoral (CNE) se demoraba en dar el primer boletín de las elecciones parlamentarias 2015.

Desde temprano no hubo sonrisas, palmadas ni brinquitos en el comando oficialista. El ambiente efervescente que había caracterizado al bunker ganador de las contiendas electorales de los últimos tres lustros se había esfumado el 6D. Miradas evasivas, rictus pronunciados y  caras largas dominaron el lobby y la sala principal del Teatro Principal que en ningún momento de la noche llegó a llenarse. Ni siquiera cuando se propagó el rumor de que el conteo “iba parejo”.

Toldo esquina caliente

A las 8 pm, unas 30 personas, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, formaron repentinamente una fila frente al comando Bolívar Chávez. Les habían anunciado que brindarían un refrigerio mientras esperaban por los resultados. “Yo voté tempranito y me vine aquí a esperar. No nos dicen nada. Parece que la cosa está apretada. Yo creo que se cometieron algunos errores, las colas por comida por ejemplo, y que todo se puso carísimo”, contaba una señora de unos 60 años que se encontraba en la Plaza Bolívar desde las 7 de la mañana.

Tres sesentones con gorra tricolor del 4F trataban de animarse cantando  el estribillo “Uh, Ah Chávez no se va”. Ninguno de los que le rodeaba se les sumó. Tampoco tuvieron eco sus vivas a Chávez y Maduro. “No entiendo por qué esta vez no pusieron pantallas afuera para ver el anuncio del triunfo; tampoco  hay música”, se preguntaba Jorge, vestido con gastada chaqueta roja.

Teatro comando

Dentro del teatro, una docena de cámaras de televisión se alineaban a la espera de los voceros del partido oficialista Psuv. Empleados del teatro y periodistas de medios nacionales e internacionales aguardaban entre las butacas por la rueda de prensa que se posponía indefinidamente. Algunos técnicos y camarógrafos miraban como hipnotizados la señal de VTV mientras que otros aprovechaban para echar una siesta. Un corresponsal de un diario extranjero asomó: “me estoy aburriendo. Esto parece un funeral”.

Al comando Bolívar Chávez jamás llegó la convocatoria a reunirse en el “balcón del pueblo”, ventana del Palacio de Miraflores otrora usada para proclamar los triunfos de “la revolución”. Y en la Plaza Bolívar, la pequeña tarima instalada para celebrar los resultados con el grupo Madera comenzó a desmontarse a las 11 de la noche. Y nada que llegaba el primer boletín.

tarima

En el segundo piso del teatro, de acceso restringido, un miembro del comando Bolívar Chávez presentaba su mea culpa particular un pequeño grupo: “Tenemos que hacer autocrítica. Había que ponerle nombre y apellido a la guerra económica. La oposición hizo campaña con videos por las redes. Fue un error seguir con aquello de las “colas sabrosas” cuando ya la gente estaba muy brava de hacer colas. No atendimos los problemas con los servicios públicos. Y dejamos convertir estas elecciones en un plesbicito; ahora van a pedir la renuncia de Maduro”.

A su lado, un compañero recibe una llamada por celular. Habla en voz baja. Se lleva la mano izquierda a la sien y comienza a sollozar. “Perdimos” se le escucha decir.

En la entrada del comando ya no quedaba ni la mitad las personas que se habían reunido a comienzos de la noche. El frío decembrino comienza a pegar. “La gente está triste, por eso se están yendo. Yo creo que no votaron por culpa de las colas, el gobierno no resolvió ese problema de la comida, también muchos se la robaron», reflexionaba Alfonso, desempleado de Maracay que se encontraba de visita en Caracas.  A pocos metros, una mujer de cabello gris gritaba frente a dos compañeros: “Aquí estoy pasando mi arrechera. Me da dolor que estén acabando con lo que dejó Chávez. Esto fue voto castigo. A Maduro le faltó carácter”.

La rueda de prensa del comando Bolívar Chávez nunca se dio. Ni Jorge Rodríguez ni Diosdado Cabello se presentaron en el Teatro Principal para admitir la derrota ante los pocos adeptos que esperaron desde temprano.  Después de que la rectora Tibisay Lucena anunciara el primer boletín a las 12:30 am del 7 de enero, periodistas, fotógrafos y técnicos abandonaron la sala. Nadie se quedó para escuchar por televisión a Nicolás Maduro.

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La psoriasis: una enfermedad “seria” pero no transmisible

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La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica, autoinmune, no transmisible, dolorosa, desfigurante y discapacitante, que produce una fuerte carga psicosocial en el paciente, según lo admitió recientemente la Organización Mundial de la Salud, ente que también reconoce que muchas personas con la patología sufren debido a la carencia de consciencia en torno a la enfermedad.

En la XVI Jornadas de Actualización en Terapia Dermatológica y Estética, realizada  en Caracas, participó el dermatólogo Jaime Piquero Casals, especialista de la Clínica de la Piel, ubicada en Caracas, quien destacó que la psoriasis es una enfermedad dermatológica de origen desconocido, que se caracteriza por un aumento de la replicación de las células en algunas áreas. “La célula se divide, hace mitosis exageradamente en áreas como los codos, las rodillas, los nudillos, formando unas lesiones hipertróficas, engrosadas, que pueden de alguna manera perjudicar la calidad de vida del paciente”, señaló.

“Muchas veces la psoriasis no es solamente en piel, sino que compromete las articulaciones, formando la artritis psoriática. También tiene que ver con cambios metabólicos: la obesidad, el cigarrillo y el alcohol están muy asociados al empeoramiento o a la aparición de psoriasis en pacientes con predisposición genética. Esta enfermedad puede aparecer en cualquier momento de la vida, usualmente después de los 20 y hasta los 45 años, es decir, en la edad media de la vida”, destacó Piquero Casals.

La psoriasis entra dentro del grupo de las llamadas psicodermatosis, enfermedades que empeoran por el aspecto psicológico. “Un paciente que esté deprimido, estresado, ansioso, puede, de alguna manera, presentar la aparición de la enfermedad. Los pacientes con psoriasis son más propensos a un infarto al miocardio, así como a la diabetes, la obesidad mórbida y la artritis. Entonces, no es una enfermedad solamente de la piel”, indicó el especialista, quien recomienda que la patología sea abordada por un equipo multidisciplinario, que incluya reumatólogo, internista y psicólogo, aparte de dermatólogo.

Piquero Casals precisó la importancia de la comprensión hacia el paciente de psoriasis. “Falta un poco más de publicidad masiva, de hacer campaña de educación para que las personas entiendan lo no contagioso de la enfermedad, para mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen, que pueden de alguna manera sufrir bullying en sus oficinas, porque el acoso no es solamente en las escuelas. Pienso que con las campañas de educación y ahora con esta esperanza de nuevos tratamientos biológicos, la situación puede mejorar, pues estamos logrando resultados más adecuados, más rápidos yefectivos”, indicó el Dr. Jaime Piquero Casals.

 

No a la automedicación para una enfermedad que puede ser muy seria

“Cuando el paciente no es bien manejado a tiempo, empieza a presentar artrosis, deformidad de la articulación, y esas deformidades pueden provocar compresiones vasculares y de alguna manera necrosis distal. Hemos visto pacientes con psoriasis avanzada, con deformidad de los miembros, de los dedos, de las manos, de los pies, y que terminan estas consecuencias nefastas, como pueden ser una amputación, empeorando aún más el aspecto psicológico de este paciente”, destacó Piquero Casals.

Es importante que el paciente no se automedique. “El problema de la automedicación es que muchas veces, más de lo que uno cree, el paciente se hace un tratamiento errado. Por ejemplo, en el caso de un hongo de la piel, usan un esteroide. En el caso de una psoriasis o una enfermedad inflamatoria, usan un antimicótico. De alguna manera, el antimicótico puede mejorar un poco la lesión y la persona le va dando largas y viene con una enfermedad más avanzada”, detalló el médico.

Piquero Casals recomienda que si observa que usted o su familiar tiene placas nacaradas o blancas en áreas de inminencias óseas, como son los nudillos, los codos, las rodillas y el tobillo, que no curan fácilmente y persisten por semanas o meses, acuda al médico.

Lluvias sacaron a flote viejas tragedias de Guasdualito
Antes del desastre, habitantes de Guasdualito vivían un calvario para tener comida, artículos personales y gasolina. El «bachaqueo» y el contrabando de gasolina son parte del día a día. Dos semanas después de las lluvias, aún hay sectores del pueblo bajo las aguas podridas

 

@AdrianitaN

“NO, MIJA. COMO TRES MESES TENÍAMOS AQUÍ, en Guasdualito, sin saber lo que era una compota”, dice una vecina del sector Santa Rita que se ofreció como voluntaria para organizar las donaciones de comida, ropa y medicinas que estudiantes de las universidades Central de Venezuela (UCV), Católica Andrés Bello (Ucab), Simón Bolívar (USB) y Metropolitana (Unimet) recolectaron en Caracas y llevaron hasta el municipio José Antonio Páez, en el estado Apure. La vecina giraba entre sus manos el envase de vidrio, con la cara de un bebé estampada en la etiqueta, como si se tratara de un tesoro.

Desde el 30 de junio de 2015 en Guasdualito llovió con tanta intensidad que las aguas de los ríos Arauca y Sarare se desbordaron y pusieron en emergencia a más de nueve mil familias del pueblo, según cifras reveladas por el gobernador de la entidad, Ramón Carrizalez.

Diez días después de la tragedia, el 10 de junio de 2015, aún llovizna en Guasdualito. Apenas se entra al pueblo, se ve a familias afanadas, sacando el agua de sus casas, cepillando las paredes para borrar las marcas de,, más de dos metros de altura que dejó la arremetida del río. También hay casas y ranchos que esperan a sus dolientes sumergidas en el agua hasta la mitad. El par de autobuses —cedidos por la UCV y la USB para transportar a los 14 voluntarios y las donaciones— sortean los charcos persistentes hasta llegar a su destino.

Las inundaciones de este año no solo pusieron a la lejana localidad fronteriza en la boca (y en los tuits) de todo el mundo; también sacaron a flote problemas que viene arrastrando por meses, en algunos casos por años.

En los “sambilitos” es que se consigue todo

Para comer carne o pollo, los habitantes de Guasdualito deben hacer colas de largas horas bajo el sol de los llanos, frente al Pdval. Se come lo que hay, cuando llega. “Aquí casi no viene la comida. Los comerciantes tenían su código para que llegara la Harina Pan, el arroz. No  había por la escasez en todo el país y también por el bachaqueo”, explica Héctor Luis Zambrano, habitante del sector Los Laureles.

Pero hay lugares en los que los pobladores pueden conseguir casi cualquier cosa que les haga falta: los “sambilitos”. Son pequeñas bodegas en los que se ofrecen alimentos y artículos de higiene personal, a los precios que decidan los vendedores ese día. Los sectores Santa Rita, Samaria, El Gamero y la avenida Cedeño tienen sus propias sedes. Estos mercados son administrados por “bachaqueros” venezolanos y colombianos.

Un paquete de harina de maíz de un kilo se cotiza en 180 bolívares, en la semana del 13 al 19 julio de 2015. Un rollo de papel sanitario o una pastilla de jabón de tocador cuesta Bs. 150. Un pañal detallado oscila entre 50 y 70 bolívares. “Ahorita es que se están viendo así, más cosas, por la cuestión de las inundaciones, las donaciones que han traído. Pero aquí no hay nada, nunca hay nada”, explica Yolimar Barrios, habitante de la comunidad Los Laureles.

Las ayudas humanitarias enviadas a Guasdualito empezaron a ser vendidas por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) cuando aún era necesario recorrer el pueblo en chalana. El precio de la bolsa de comida tenía un precio de entre 700 y 1.000 bolívares.

En el camino desde Caracas hasta Guasdualito los autobuses de las universidades se cruzaron con siete alcabalas de la GNB. Una carta con el sello de las federaciones universitarias fue el pase en cada una. “Menos mal que no se los decomisaron. Lo que están haciendo es incautar las ayudas que llegan y se las llevan al teatro de operaciones para repartirlas ellos”, explicó Lumay Barreto, alcaldesa del municipio, destituida a principios de junio.

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La gasolina y el contrabando

La cola de motos para cargar gasolina rodea una cuadra completa a casi dos semanas de la inundación. “Eso siempre es así”, explica uno de los locales que acompaña a los estudiantes en la visita. Un miembro de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación —conocidos popularmente como “boliches”— vigila al lado del surtidor. “No, si no tienen chip no pueden cargar gasolina. Váyanse hasta el teatro de operaciones, que hay un operativo para ponerlo, por la emergencia”, explica el hombre vestido con un uniforme color caqui y una gorra estampada con el logo de la organización.

En Guasdualito la venta de gasolina está regulada con sistema de chip. Sin embargo, es un secreto a voces que el precio del litro de combustible, en el mercado negro, oscila entre 100 y 150 bolívares. Los miembros de las comunidades saben a quienes acudir si no quieren hacer cola durante horas para surtir sus vehículos. “Mira, aquí venden en muchos sitios, pero donde más venden es en El Gamero. Allí en cualquier casa te pueden vender”, asegura Dávila.

Fernando González trabaja de forma independiente, haciendo trabajos de construcción y albañilería. Cuando las cuentas del mes no le cuadran, llena el tanque de gasolina de su moto, a un costo de 0,097 bolívares el litro, y la revende en Arauca (Colombia). “Yo voy rapidito y regreso con cuatro mil bolos. No lo hago todo el tiempo porque tengo mis clientes”, explica, mientras al fondo una de sus vecinas restriega la pared, tratando de borrar las marcas que dejó el agua.

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Realizarán cortometraje inspirado en crónica de Leonardo Padrón sobre torturados en Venezuela

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El pasado 8 de febrero el escritor venezolano Leonardo Padrón publicó en el diario El Nacional la crónica “Cinco sótanos contra el sol”, donde narraba los pormenores de la tortura blanca a la que eran sometidos tres jóvenes venezolanos apresados en una cárcel llamada “La Tumba”, en Caracas. La cineasta venezolana María Eugenia Morón, radicada en México, leyó esta crónica y de inmediato se sentó a escribir el guión de Sótano 5; un cortometraje que detalla el profundo daño físico y psicológico al que son sometidos algunos jóvenes apresados tras las manifestaciones estudiantiles de 2014 en Venezuela.

“Hemos visto imágenes de las manifestaciones, de la represión, de cuando apresan a los muchachos; pero no hemos visto imágenes de lo que pasa con esos chicos en las cárceles. Esto hay que ponerlo en imágenes y sonidos. El mundo tiene que ver que hay tortura en Venezuela”

Esta aseveración de Morón hizo que el mismo Leonardo Padrón se uniera al proyecto prestando su imagen y asesoría para el levantamiento de fondos a través de la página de financiamiento colectivo indiegogo.com

Desde este lunes 11 de mayo cualquier persona interesada en contribuir con la producción del cortometraje Sótano 5 puede hacer una donación a través del link:

 

http://igg.me/at/sotano5/x/10431379

 

Como es una producción independiente, su financiamiento será exclusivamente a través de crowfunding. La meta es recolectar US$10.000 para cubrir los costos de producción. Cualquier dinero excedente se donará a organizaciones no gubernamentales en pro de la lucha de los derechos de los presos políticos en Venezuela.

 

El cortometraje se filmará en el mes de julio a cargo de un grupo de cineastas y actores venezolanos radicados en varias ciudades latinoamericanas.

Twitter: @cortosotano5

El apóstol que dejó a Maduro a pie

@AdrianitaN

UN INDIGENTE DUERME EN UN RINCÓN de la planta baja del Centro Simón Bolívar -centro de Caracas-. Lleva puestas unas medias panty rosa pálido, “rajadas” desde la ingle hasta las rodillas. No tiene camisa y cada vez que inspira exhibe las costillas. Los creyentes que pasan junto a él solo tienen ojos para el material «P.O.P» y  las camisitas con la cara de Jesús estampada, que lucirán ante la imagen del Nazareno de San Pablo, en la iglesia de Santa Teresa.

Buhoneros, más cristianos que nunca, ofrecen batas color “morado nazareno” con bordes dorados y escapularios “del santo que desees”. También venden matas de sábila amarradas con un cordón rojo, útiles para “ahuyentar las malas energías” y sahumerios “abrecaminos”, para atraer la suerte o para endulzar a “Don Juan del Dinero”.

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Un hombre vestido de Nazareno camina por el medio de la calle, descalzo, con una cruz de cartón piedra a cuestas. “Ponte ahí pa’ tomarte una foto”. El principio de la fila de feligreses casi alcanza a morder su propia cola y da la vuelta a la manzana. Luces, cámara, acción.

Juvenal y su mesita están en una esquina de la sede principal del Saime (Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería). Sobre la mesa tiene el manifiesto escrito por Nicolás Maduro en rechazo a las medidas tomadas por el presidente de Estados Unidos en contra de funcionarios del gobierno de Venezuela. También están las planillas dispuestas para recibir las firmas de todo humano que quiera manifestarse para contrarrestar las «maldades» del imperio.

“Epa, vamos a firmar” y tres golpecitos en la mesa con el kilométrico de tinta azul. “Epa, a firmar, a firmar por la patria” y dos golpecitos más. “Ajá, ustedes creen que esto es juego de carritos. Nos van a matar a todos. Así mismo. A firmar”, dos golpes. “A firmar”, tres golpes más. Juvenal explica que “esto no es político”, sino un asunto de defensa de la nación.

«A la nación hay que defenderla de la inminente ocupación gringa, del bombardeo y de la muerte de los niños», grita Juvenal, vestido con una camisa amarillo pastel. “Los gringos matan niños. Así como el tuyo. A los niños hay que defenderlos”. Pasa una vendedora de café. “Epa, vengan a firmar, vengan a firmar y me das un conlechito”. El conlechito se derrama y va de las planillas al  manifiesto y, de ahí, a la mesa.

El revolucionario lo limpia, azorado, y regresa a su discurso y a sus golpecitos en la mesa. “El país puede tener problemas, pero tenemos que resolverlos no (pum) so (pum) tros (pum). Ninguna potencia extranjera. A firmar, señores”. Pero no se acerca nadie más.

En otras circunstancias un hombre calvo reiría por toparse con alguien que lleva una camisa amarilla, tan parecida a la suya. Pero no, en esta ocasión lo enfrenta señalándolo con el dedo: “Farsante, farsante, ustedes son unos farsantes”. Juvenal lo ignora, como el feligrés al indigente. “Yo no caigo en provocaciones, la gente provoca y provoca y yo les doy la espalda”, confiesa. Un poco desconfiado, accede a contestar unas preguntas.

-Juvenal, se dice que a los trabajadores públicos los botan si no firman. ¿Eso es verdad?

-No, no tiene nada que ver. Esto es una cosa de sentido común, de firmar por la patria, hay que tener cuatro dedos de frente. Esto es un problema de la patria. Yo no soy político, yo soy un trabajador. Tú me ves esta gorra (de la Superintendencia de Precios Justos), ¿tú crees que yo trabajo aquí? Yo lo que hago es colaborar, adhonorem. Yo hago trabajo de fiscalización a los comercios. A ninguna persona que no firme le van a hacer una retaliación, una persecución política. Mira, vale, que tú no firmaste te vamos a botar. No, no, no.

-¿Y esas 78 firmas (las que están en la planilla) son solo de hoy?

-78 en hora y media, que es lo que yo tengo aquí. Yo hablo por hablar, pudiese estar ahí sentado y ya. La gente tiene que saber, porque eso está en todos los medios y el Presidente ha hecho un exhorto a firmar.

-El decreto de Barack Obama comprende dos cosas: por un lado que Venezuela es una amenaza para EE UU, y por otro las sanciones a funcionarios del gobierno por violación de derechos humanos y corrupción. Maduro no solo los defendió, sino que le dio un cargo de ministro a uno. ¿Qué te parece?

-Maduro no los defendió, yo recuerdo que él en cadena dijo que si tenían las pruebas de que estos funcionarios eran corruptos, mostraran las pruebas. Muestren las pruebas. Y no las han mostrado. ¡Muestren las pruebas!

-¿No crees que sería bueno que Maduro les pusiera la lupa a esos funcionarios?

-Mira…yo pienso que sí, porque al gobierno no le conviene ganarse esa fama. La corrupción mata la revolución. Todos los gobiernos son corruptos. Dígame Lusinchi, Carlos Andrés Pérez, eso sí era corrupción de verdad.

-Pero la idea es no repetir lo que se hizo en el pasado, ¿o no?

-Sí, pero lamentablemente se están repitiendo muchas cosas. Se están haciendo muchas cosas como no son. Al final la corrupción afecta es al pueblo. Estas cosas no pasaban con Chávez. Lo que pasa es que Maduro no… (sacude la cabeza y no termina la frase). Yo soy trabajador de la salud. Le digo a Maduro, que vaya a ver cómo están los hospitales. La gente se está muriendo por falta de insumos. Que vea que su ministro no le está diciendo la verdad. También lo que pasa es que muchos médicos no se ponen del lado del paciente…

-¿Crees que es muy fácil atender a alguien si no tienes ni una inyectadora?

Claro…no hay insumos. Y tú ves el presupuesto que baja Maduro a este ministerio, el de salud, y son millones. Pero se van por otro lado. A la Sader (Eugenia Sader, exministra del Poder Popular para la Salud) la llamaron del Ministerio Público, pero eso “fuiiii”, lo metieron en la gaveta otra vez. Ahí están los tomógrafos del Hospital Vargas. Los trajeron, los dejaron arrimados en un rincón y cuando los fueron a conectar no servían. Después se desaparecieron.

-La situación con los hospitales es muy grave…

-Los hospitales que dependen del Ministerio de Salud no sirven para nada. Yo voy al Hospital Vargas y eso me produce nostalgia… la desidia. Estuvieron haciendo un edificio que tardó ocho años. ¿Cuánto no le costó eso al Estado? ¿Cuánta gente no se ha muerto por falta de inyectadoras, de medicamentos, de una sutura?

-¿Qué te parece si se recogieran firmas para exigir, por ejemplo, un mejor sistema de salud?

-Aquí se acerca mucha gente a decirme, a insultarme, porque no recojo firmas por los hospitales, o para que haya más comida. Yo les digo que eso es otra cosa, o no les respondo.

-¿Qué crees tú que hace falta para que todo mejore?

-Mira, yo no quisiera, en verdad, no quisiera, pero aquí vayan a poner un gobierno tipo Pinochet, tipo Franco. Tiene que venir un militar duro. Chávez era un militar muy blandito, un tipo muy humanista. Venga el que venga esto va a seguir igual, todo está muy podrido. Hay que hacer una limpieza.

Y ahí siguió Juvenal, dando golpecitos a la mesa, predicando sobre una guerra de fantasía, pero con la realidad derramada ante sus ojos.

Si te están presionando para que firmes el manifiesto en contra de las sanciones de EE. UU. a funcionarios venezolanos, o te están amenazando con algún castigo si te niegas, escríbenos a cuentamelo@runrun.es. Tu identidad será protegida.