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Chavismo: la peste del siglo XXI

Froilán Barrios Nieves Jun 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
En busca del país perdido
Aún está la aspiración a ser recompuestos en tiempos cercanos bajo políticas de reconstrucción nacional, que reorienten al extraviado país que perdió hasta la nostalgia

 

@froilanbarriosf

El país es el territorio concreto donde se cuece la nación, el gentilicio. En sus límites geográficos se ha fraguado por siglos una historia. En nuestro caso se fue acentuando desde la conquista y la colonia, para luego de la independencia, y a lo largo de los siglos XIX y XX, se forjara una cultura, costumbres, creencias, la mixtura de razas y la composición del estilo del ser venezolano. 

¿Pero hoy que somos?, ¿un rompecabezas de piezas rotas o extraviadas, un crucigrama sin respuestas, un silogismo inconcluso? O quizá un argumento más del realismo mágico garciamarquiano que cicatriza nuestra historia, y estigmatiza los rasgos de un continente visto en la obra literaria desde el hemisferio norte como exótico y excéntrico.

Construcción de la venezolanidad

Otras regiones del planeta tuvieron un destino más incierto, como es el caso de África, donde se identifican dos mil lenguas en un continente de 1300 millones de habitantes, siendo el idioma más hablado el árabe por solo un 17 % de la población, luego el suajili y el francés con porcentajes menores. En ese dominio la madre patria nos unificó con el idioma, que hoy hablamos más de 650 millones de habitantes, desde la Patagonia hasta el Río Bravo.

Al despreciar el panamericanismo del Libertador Simón Bolívar cada oligarquía criolla labró su destino propio; batirse al detal para diseñar su propio relato, construyendo su épica independentista desde los nichos que la Corona española nos legó a partir de virreinatos, capitanías generales y licencias reales. En fin, logrando el objetivo de justificarse ante el mundo como nación autónoma y soberana, integrada y concretada socialmente en una economía local. 

En ese contexto a los venezolanos no nos fue tan mal. Sobrevivimos a un siglo XIX de guerras civiles y caudillos a caballo, para abordar un siglo XX que nos permitió, con los cuestionamientos del caso y sin mezquindad de quien gobernara, conformar nuestra venezolanidad, nuestros valores, instituciones políticas, económicas y educativas, nuestra música, nuestra cultura, nuestros héroes en diferentes ámbitos. 

La destrucción en el siglo XXI

Durante el siglo XXI todo este legado se ha difuminado a los cuatro vientos. Se añora en las mentes de los 7 millones de paisanos que recorren el globo terráqueo en procura de subsistencia, como también en los millones de valerosos habitantes que sobreviven en el territorio nacional, reconocidos como víctimas de una de las principales tragedias humanitarias de los últimos tiempos a nivel global.

La crisis del chavismo

La crisis del chavismo

Al desintegrarse la patria cada quien se pregunta ¿dónde está el terruño que nos vio crecer? Podríamos reconocerla diariamente en la gesta de nuestros peloteros de la MLB, en nuestros músicos de reconocimiento universal, en nuestros escritores galardonados por casas editoriales, o en el talento de los humoristas que presentan la esencia del ser venezolano. En fin, entre tantas representaciones de nuestro gentilicio que se presentan en el escenario internacional. 

Retomar la senda

Siempre es posible retomar la senda perdida. Frente a la performance de otros países las comparaciones son odiosas, ya que nuestro legado  es recuperable, siendo el fundamento que nos permitirá reconquistar lo logrado. A sabiendas que estando frente a una dictadura que terminará en el basurero de la historia, debemos reconocer igualmente que el relevo político todavía no ha cuajado, que dilapidó las oportunidades en el último quinquenio, frustrando la esperanza popular a tal extremo que unos y otros son rechazados por la mayoría de la población, aun cuando cada uno no lo reconoce. Y pretenden representarnos como si nada hubiera pasado durante el siglo XXI, a pesar de que el rey está desnudo y en este caso devaluado.

Circunstancias que señalan, a todos esos pedacitos de patria esparcidos por el mundo entero y el territorio nacional, la aspiración a ser recompuestos en tiempos cercanos bajo políticas de reconstrucción nacional. Que reorienten al extraviado país que por su precariedad perdió hasta la nostalgia. Ese es el reto.

Venezuela y el renacimiento

Venezuela y el renacimiento

*Movimiento Laborista.

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Tovar Arroyo retrata la peste chavista, pero olvida importantes detalles, por Isaac Nahón Serfaty

 

La película Chavismo: la peste del siglo XXI, escrita y dirigida por Gustavo Tovar Arroyo, es un documento para comprender el presente y darle forma a la memoria colectiva. Pone los puntos sobre las íes sobre los fundamentos del chavismo, esa creación de Hugo Chávez que recogió una larga tradición de caudillismo militarista combinada con el resentimiento comunista. El documental tiene la virtud de armar en hora y media un rompecabezas en el que calzan perfectamente las mentiras del propio Chávez (quien en plena campaña electoral de 1998 dijo que no era comunista y que Fidel Castro era un dictador), las volteretas de personajes como Arias Cárdenas, quien acusó al propio Chávez de asesino psicópata por las muertes de abril de 2002 para después reconciliarse con su compañero golpista, y la evolución de un proyecto de poder totalitario (la definición es de la abogada Tamara Sujú) con clara vocación criminal.

Los entrevistados en el documental representan una variada selección de intelectuales y políticos venezolanos y extranjeros que conocen bien a la bestia. Algunos de ellos la trataron cara a cara, como los expresidentes Andrés Pastrana de Colombia o Felipe González de España. Otros la enfrentaron frontalmente como José María Aznar u Oscar Arias de Costa Rica. Ricardo Hausmann y Moisés Naím, que formaron parte del equipo de ‘IESA boys’ en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, testimonian desde la posición de quienes quisieron cambiar la economía venezolana, y se toparon con el muro de la cúpula de los partidos tradicionales AD y Copei. Diego Arria ofrece su perspectiva también como ministro de CAP cuando la primera intentona de golpe de Chávez en febrero de 1992.  También aparece la nueva generación de políticos que emergieron del movimiento estudiantil que se opuso al referéndum constitucional de 2007: Yon Goicochea, Daniel Ceballos, Freddy Guevara, David Smolansky, entre otros.

La película va entrelazando las entrevistas con material de archivo de discursos de Chávez, desde que hizo su aparición televisiva con el recordado “por ahora”, pasando por sus palabras en la Universidad de la Habana en 1994 (recién salido de la cárcel) ante un Fidel Castro que lo miraba lamiéndose los labios, hasta aquella transmisión en cadena en diciembre de 2012 en la que nombró a Nicolás Maduro como su sucesor. Tovar Arroyo introduce aquí su tesis sobre la muy cercana relación entre Chávez y Maduro, para explicar la decisión del comandante de dejar al mando a su supuesto “favorito”.

 

El documental tiene varias omisiones importantes. Por ejemplo, se acusa a Rafael Caldera de haber apoyado de alguna forma a los golpistas en su discurso en el Congreso de la República en febrero de 1992. Pero no se dice nada sobre el papel que los llamados “notables” de la derecha rancia como Arturo Uslar Pietri y Miguel Ángel Burelli Rivas (su hijo Pedro Burelli aparece en la película) jugaron en el ascenso de Chávez y el desprestigio de la democracia civil fundada en 1958. Miguel Henrique Otero aparece en el documental, hablando muy de soslayo del apoyo que El Nacional le dio a Chávez en 1998, tema que podría haber merecido un comentario de Tovar Arroyo sobre el oportunismo de las élites venezolanas, comentario que no hace. Tampoco se menciona el lamentable episodio de la ‘Carmonada’ que terminó con una posibilidad cierta de cambiar el rumbo de Venezuela en abril de 2002. Un grupo de empresarios y abogados pusieron en la presidencia a Pedro Carmona “el Breve” y dieron al traste con una movilización social, militar y política para sacar a Chávez del poder.

 

Hay otras omisiones en la película que hubieran ayudado a comprender mejor cómo el chavismo ha sabido jugar con la oposición venezolana. En la película no se dice nada de aquel primer diálogo facilitado por el entonces Secretario General de la OEA, César Gaviria, y el expresidente de EUA Jimmy Carter, en 2003, lo que le dio un segundo aire a Chávez para seguir destruyendo las instituciones de la república. Y tampoco se menciona el más reciente diálogo en República Dominicana, que jugó la misma función del primero, extendiéndole la vida al régimen de Maduro y compañía.

 

Chavismo: la peste del siglo XXI es un documental valioso, bien hecho y necesario. No todo puede ser perfecto. Representa un punto de vista sobre lo que ha significado el chavismo para los venezolanos, y como tal es un punto de vista parcial. A pesar de sus omisiones, es una película que todo el mundo debería ver.

@narrativaoral

*Profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)