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Surgimiento y caída de nuestras dictaduras

Nuestras dictaduras siempre caen… Foto: Demonio medieval, fragmento. Museo Lázaro Galdiano. Foto Carabo Spain en Pixabay

Tal día como hoy, 24 de noviembre de hace 72 años, Venezuela cayó en manos de una dictadura militar. Cabe preguntar qué factores precipitaron ese hecho y cuáles hicieron posible que esa dictadura fuese posteriormente derrocada. ¿Por qué unas veces nuestros militares dan un golpe de Estado a un presidente constitucional y otras derriban a un tirano? Guardando las distancias, quizá algunas lecciones de esos sucesos puedan ayudarnos a salir del totalitarismo rojo.

Recordemos que después del derrocamiento del general Medina Angarita, en octubre de 1945, se estableció la Junta Revolucionaria de Gobierno, integrada por cuatro militantes del partido Acción Democrática (AD), un independiente muy cercano a ese partido, y dos militares. Ese trienio 1945-1948 fue de mucha confrontación por inmadurez política y por imposición de una transición manejada por un solo partido político. Una primera lección es que las transiciones deben ser con inclusión de diferentes toldas políticas y con independientes. 

Al finalizar el mandato de esa Junta, que tuvo muchos logros, pero también muchos yerros, don Rómulo Gallegos asumió en febrero 1948 como presidente constitucional. Pero fue derrocado nueve meses después.

¿Qué factores influyeron en su defenestración? Del lado del partido de gobierno un primer error fue haber seleccionado como candidato al distinguido autor de Doña Bárbara, quien no era apropiado para sortear las dificultades heredadas. Un segundo factor fue que, inexplicablemente, hubo distanciamiento entre él y Rómulo Betancourt. El tercer factor fue que muchos de sus compañeros de partido eran novatos en la política y pecaban de jacobinos.

La lección que podemos extraer es que dentro de los demócratas tenemos que estar unidos. Que debemos apartar el fanatismo y tender puentes con quienes piensan diferente, pero no son corruptos.

Del lado de Copei y URD, integrantes de la oposición a Acción Democrática y a Gallegos, sin duda que no midieron las consecuencias de sus ataques despiadados a un gobierno recientemente electo. Ni el gobierno, ni la oposición se percataron de que ambos estaban de lado de la democracia. Y no fueron capaces de convivir.

La lección debe ser que se pueden tener diferencias en cuanto a cómo poner fin a la usurpación, pero el enemigo es Maduro.

Desde luego, descartamos a los dirigentes que apoyan la farsa electoral del 6D, por ser cómplices del totalitarismo. 

Por falta de tolerancia entre los demócratas, los militares intervinieron en 1948 basados en el errado concepto de que ellos son los llamados a enderezar entuertos. Inicialmente, mientras Delgado Chalbaud presidió la Junta Militar, hubo una dictablanda, si es que eso existe. Después de su asesinato, en noviembre de 1950, se impuso Pérez Jiménez y su barbarie.

Salir de la dictadura costó diez años, con saldo de numerosos demócratas asesinados, cientos de ciudadanos torturados, encarcelados o exiliados. El derrocamiento del tirano se produjo cuando las Fuerzas Armadas percibieron que los partidos políticos, intelectuales, fuerzas vivas y trabajadores en general estaban unidos. Debemos tener claro que los militares no deben insurgir contra gobiernos democráticos; pero sí tienen la obligación de intervenir para poner fin a un régimen que viola los derechos humanos y otros derechos constitucionales. 

La dictadura de Chávez-Maduro surgió por malos gobiernos anteriores y por  errores y apaciguamiento de la dirigencia opositora. Ahora, la Consulta vinculante es una opción para cohesionarnos en contra del régimen.

Argumentos tales como que ya se realizó una consulta exitosa el 16 de julio del 2017, es un razonamiento inmaduro. Hemos participado en numerosas  protestas masivas y el usurpador sigue en Miraflores ¿Acaso debemos suspender las protestas? ¡Claro que no! Algunos evaden su responsabilidad ciudadana alegando que esa consulta es para apoyar a un grupo de políticos corruptos. Esta afirmación no solo es injusta, sino que no toma en cuenta que el enemigo es Maduro. Un tercer grupo lo integran los eternos inconformes que critican cualquier acción que proponga nuestra dirigencia. Por último están los que alegan que esa consulta vinculante no surtirá efecto porque Maduro no acatará su resultado. Evidentemente que esto es cierto, pero es una herramienta más de protesta y presión nacional e internacional para contribuir a la caída de la dictadura. 

Los demócratas tenemos la obligación de apoyarla. Evidentemente no será fácil. El régimen pondrá mil y un obstáculos para que fracase. Quien se oponga es un indolente, tiene otros intereses non sanctos o está con la narcodictadura.

Como (había) en botica

Los demócratas deberíamos establecer un Día del Recuerdo y erigir un monumento sencillo en homenaje a los caídos en la lucha en contra de las dictaduras del siglo XX y lo que va del XXI.

Lamentamos el fallecimiento de nuestro amigo Ciro Padrón, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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