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Resurrección

Pasión, muerte y resurrección de Venezuela, por Reuben Morales

Escrito a 4 manos entre Emilio Lovera y Reuben Morales

 

ESTA HISTORIA OCURRE EN UN SITIO sin agua ni electricidad. No es Jerusalén. Es Venezuela (aunque la han retrocedido al año 33 DC). Ese Domingo de Ramos, Jesús entra triunfante al país por Maiquetía. Los soldados romanos no reaccionan. Pedro lo recibe con una comitiva, pero Jesús lo saluda con reserva, diciéndole: “Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces”.

Al día siguiente, Pedro tiene una entrevista en televisión. Está nervioso, pues él cree fervientemente (no en Dios, sino en que DirecTV lo espía). Cuando entra al estudio, nota que el entrevistador es Judas, quien ha recibido una televisora valorada en 30 monedas de plata depositadas en Andorra. Se saludan con sospechosa efusividad y arranca la entrevista:

– ¡¡¡Familia!!!… ¿Los apagones son por falta de mantenimiento?
– No.
– ¿En el Helicoide torturan?
– No.
– ¿Hay escasez de medicinas?
– No.

En ese momento canta el gallo. Es el del Partido Comunista de Venezuela, que vuela despavorido.

Esa misma noche, Jesús llama a sus apóstoles para cenar en un salón del hotel Paseo Las Mercedes. Es una cena tipo “contri”, pues cocinar para doce personas ahorita es más difícil que ver a Melchor entrando con 10 lingotes de oro a la oficina del G2, en Fuerte Tiuna, y que no lo atraquen.

Jesús no consigue pan. Hace una gran arepa con harina bachaqueada. Como para el vino ya hay que pedir un crédito, entonces compra cerveza artesanal (que no rasca, pero al menos embucha). Al llegar los apóstoles, Jesús les cepilla los pies porque no hay agua. Luego reparte la arepa, mientras lanza una punta: “Uno de vosotros me ha traicionado”. Ninguno habla, solo Judas disimula tomarse un selfie, cuando en verdad es un “live” que sale en directo por el programa de Pilatos.

En plena transmisión, Pilatos consulta a los empleados públicos si Jesús es inocente o culpable. Amenazados de perder su trabajo, lo declaran culpable. Pilatos se lava las manos. Es el único en Venezuela que tiene agua para hacerlo.

Desde ese momento, el pueblo presencia milagros: el Guaire se vuelve potable, carniceros regalan carne casi fresca y el TSJ se vuelve eficiente para allanar la inmunidad de Jesús y condenarlo a la cruz. Pero en Venezuela ya no hay madera. Los aserraderos quebraron. Sin embargo consiguen una torre electromagnética y se la montan a Jesús en la espalda para que camine hasta El Calvario.

La caminata es tortuosa. Se tropieza varias veces porque no hay luz y hasta cae en un hueco que no ve. Los colectivos de Pilatos, en vez de darle latigazos, van con el mazo dando. A un lado, María Magdalena transmite todo desde su cuenta @LaMagdalena, cuyo perfil reza “Bendecida y Afortunada. Guerrerita de Dios”.

Al llegar al calvario crucifican a Jesús, amarrándolo a la estructura con cables sin electricidad. Es que de electrocutarse, habría que trasladarlo al Hospital Militar y capaz llega una misión de la ONU con San Michelle Arcángel. La guardia rusa pre-toriana (ladrona del torio de Guayana) le coloca el cartelito de “INRI”, que en chavista significa “Indolentes, No Reaccionaron Inmediatamente”. Curiosamente, en esta crucifixión los dos ladrones no están. Uno logró sobornar al juez Caifás y emigró a Perú. El otro está organizando una fiesta rave con la Primera Complaciente en Tocorón, pues es el Pran.

Jesús muere. Pasa dos días en la morgue de Bello Monte. Los apóstoles hacen un “GoFundMe” y compran un ataúd usado. Lo entierran a duras penas. La tercera noche, malandros entran al cementerio a robar lápidas. Al llegar a la de Jesús, descubren que está abierta. Fue él, que cuando todo se puso lo más oscuro y desesperanzador posible, resucitó para hacer un reinado basado en la honestidad, la justicia, el amor al prójimo y el respeto por los derechos humanos.

Parece mentira, ¿no? En un desierto lleno de asesinos, sin agua ni luz eléctrica, Jesús logra algo contra todo pronóstico: resucitar para convertirse en el símbolo que es hoy.

 

@ReubenMorales

Abr 03, 2018 | Actualizado hace 6 años
Resurrección, por Armando Durán

 

Hace un par de días me tropecé en Youtube con un video aficionado de seis minutos y tantos de duración, titulado Caracas 1972. Silente y con pobre calidad, las imágenes nos muestran, sin embargo, una Caracas que ya no existe, limpia, ordenada y feliz, que contrasta ostensiblemente con la realidad que vivimos en esta miserable Caracas de 2018. Visión que, naturalmente, nos obliga a pensar en el milagro de la resurrección. Al tercer día, o cuanto antes sea.

Lamentablemente, nada termina hasta que se acaba. Quizá por esta simple razón siempre recuerdo por estas fechas la conocida observación de Yogi Berra, el legendario receptor de los Yankees de Nueva York: el juego no termina hasta que se saca el último out, pues más allá de su significado religioso, la Semana Santa nos transmite una enseñanza parecida. La resurrección de Jesucristo no hubiera sido posible sin su pasión y muerte. Es decir, que su sacrificio no habría tenido sentido ni habría terminado si no se hubiera producido el milagro de superar la muerte, el más insalvable de todos los obstáculos. Vaya, que el milagro de la resurrección es posible, pero solo si estamos resueltos a hacer el mayor de los sacrificios.

Esta reflexión nada tiene que ver con sentarse a esperar que se produzca el milagro. Eso hacían los alquimistas de la Edad Media, inútil experiencia que repiten en la Venezuela actual los promotores de la conversión igualmente imposible de ciertos secretos ingredientes en diálogo fructífero con el régimen y deslumbrante celebración de elecciones libres y transparentes. Un oro desde todo punto de vista imposible en el marco de una dictadura. Y pienso en esto, porque mientras el mundo cristiano entraba en su habitual alto en el camino para reflexionar sobre el significado de la resurrección de Jesucristo, nuestros mercaderes de la esperanza han vuelto a agitar las banderas del diálogo y las elecciones como si esa combinación de mentiras no fueran los más acabados mecanismos del engaño del régimen y de la capitulación de un sector complaciente de la oposición. Y como si estos profetas del malintencionado credo electoralista pensaran que los venezolanos, a pesar de sufrir lo que sufren desde hace años, todavía creen a pies juntillas en los pajaritos preñados de la salida pacífica y electoral de la crisis que los oprime y desespera.

No, este juego de perversidades no producirá el milagro. Sencillamente no habrá salvación mientras no se acabe primero con esa prédica a favor de una dulce y contemplativa espera de algún milagro salvador. En la realidad venezolana actual no basta siquiera plantearse el dilema de acudir dócilmente a esta o a cualquier otra convocatoria “electoral” de la dictadura porque somos mayoría o a rebelarnos contra esas urnas trucadas mediante la abstención como recurso pasivo. La resurrección de Venezuela como urgente y legítimo deseo de millones y millones de venezolanos no será posible sin alimentar una auténtica pasión ciudadana y conducirla hasta sus límites más agobiantes. Como hizo Jesucristo para dar testimonio de su verdad. No abandonando Palestina para recorrer las regiones vecinas con la finalidad de explicarle al mundo las conocidas desventuras de su pueblo a manos del imperio romano y de la hipocresía y perjurios de los escribas y sacerdotes fariseos, sino enfrentándolos cara a cara, a sabiendas del altísimo precio que tendría que pagar para validar, más allá de cualquier duda, la promesa de darle a su pueblo la oportunidad de vivir una vida nueva.

Solo así habrá resurrección democrática en Venezuela. Como estuvo a punto de suceder a partir del 16 de julio del año pasado. Validación aquel día de la pasión y muerte de meses de resistencia en las calles de toda Venezuela, mandato indiscutible de una proeza popular que por muy ocultos motivos fue rápidamente desactivada por los falsos y autoritarios profetas de la oposición para volver a sentarse a la mesa de otro fraudulento diálogo y salir corriendo a inscribir a sus candidatos para las trucadas elecciones regionales convocadas al margen de la ley. Persistente traición de nuevo en marcha estos días para impedir que se haga realidad el ya ineludible milagro de nuestra resurrección como nación libre y democrática. A no ser que a tiempo alguien expulse a los mercaderes del templo.

 

El Nacional

@aduran111

Católicos recuerdan pasión, muerte y resurrección de Jesús

nazareno1

 

El papa Francisco dijo el domingo en Roma que en estos días “Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios”

La Semana Santa deriva de los primeros tiempos del cristianismo, cuando los feligreses se reunían, en Jerusalén, para recordar la muerte de Jesús en el transcurso de la noche al día entre el sábado y el domingo. La costumbre se extendió, en el siglo IV, cuando el emperador Constantino y su madre santa Elena ordenaron construir iglesias en los lugares de la pasión.

De esta forma se atrajo a miles de turistas que querían estar, el mismo día y a la misma hora, en los lugares de la pasión. Nació asi la Semana Santa.

 

Memoria De Cristo

El Concilio Vatcano II ordenó mantener la unidad de la memoria de Cristo muerto y resucitado porque, la Semana Santa, es una reconstrucción litúrgica de los últimos dias de Jesús para actualizar su la obra salvífica, a través del misterio de la pascua de su muerte y resurrección por medio de signos reales y eficaces.

La Semana Santa comenzó el Domingo de Ramos con la procesión de las palmas y la Misa de la Pasión en cuyo evangelio se da lectura al testimonio bíblico de los acontecimientos que condujeron a la muerte de Cristo.

Este miércoles santo, está dedicado a Jesús Nazareno, con la cruz sobre sus hombros.Esta imagen es motivo de fervorosa devoción del pueblo venezolano por lo cual, hoy, los templos están llenos de feligreses niños, adultos y adolescentes que pagan promesas, vestidos con la clásica túnica morada, en agradecimiento por favores recibidos.

Pero el centro de la conmemoración está en los próximos días, a partir del jueves, llamados litúrgicamente el Triduo Pascual que conduce a la vigilia del sábado para celebrar, el domingo, la Resurrección.

 

Triduo Pascual

Aunque puede celebrarse antes, en Valencia el jueves en la mañana tiene lugar, en la Catedral, la Misa Crismal llamada asi porque en ella es consagrado el santo crisma, una combinación de aceites y perfumes para grandes celebraciones litúrgicas como la bendición de un templo, ordenación sacerdotal y consagración de obispos y arzobispos. En esta oportunidad, el obispo bendice también el óleo de los enfermos y el óleo de los catecúmenos para los bautismos y confirmaciones.

En la tarde del jueves, es celebrada la misa de la Ultima Cena en la que Cristó creó la eucaristía y el orden sacerdotal . En el inicio de los ritos, el sacerdote celebrante, lava los pies a doce varones cuyo significado es el mandamiento del amor y la caridad fraterna.

En esta misa se tocan las campanas qe permanecerán en silencio hasta la vigilia pascual. Al final, el altar queda sin mantel y sin ningún tipo de adorno y el sagrario queda abierto.

Las hostias bendecidas se colocan en un cupón que se lleva en procesión hasta el monumento, donde se venera al santísimo sacramento, hasta el viernes al mediodía.

El Viernes Santo es como el miércoles de ceniza, día de ayuno y abstinencia. Quiere que decir que se debe comer lo indispensable y no comer carnes rojas.

En este día no se celebra misa pero si puede comulgar Las hostias consagradas, el jueves en la noche, son ofrecidas durante la la solemne acción litúrgica de la pasión y muerte del Señor, que se celebra después del sermón de las Siete Palabras, a partir de las 5 de la tarde.

En la noche del viernes sale la procesión del Santo Sepúlcro acompañado de las imágenes de María Magdalena y San Juan.

El sábado en el día no hay misas. Todos los templos católicos del mundo permanecen cerrados en señal de duelo hasta las 8 de la noche cuando se da inicio a la vigilia pascual, calificada por san Agustín, como la madre de todas las vigilias.”