Transcurrida una semana de la invasión a Ucrania, las cosas no lucen favorables para Rusia
@ArmandoMartini
Transcurrida una semana de la invasión a Ucrania, las cosas no lucen favorables para Rusia, han sido contenidos. La guerra tiene teatros de operaciones con numerosos escenarios: militar, diplomático, económico, comunicacional. Y los rusos están fracasando en todos. Han ganado un enorme rechazo, impulsaron la unidad de sus adversarios.
Es la instantaneidad de las redes sociales, que han dado inmediatez a la noticia, rumor y opinión. Los servicios de inteligencia no necesitan elaborar, ni analizar complejos itinerarios y agendas. Hoy basta un teléfono para que los interesados se digan lo que quieran cuando quieran. La actualidad es un constante milagro tecnológico en permanente desarrollo. De lo que platican, discuten, disienten o coinciden y del trato, sabemos lo que quieren que sepamos.
Las oficinas de prensa emiten comunicados previamente aprobados y decididos. Y un presidente o tirano que haya cambiado de opinión siempre podrá alegar a su favor, que fue mal interpretado y despedir al vocero que habla o cree hablar en su nombre.
Los jefes del mundo tampoco dicen todo. Se sientan frente a la cámara con audífono después de haber analizado con asesores lo que van a exponer, escuchar y lo que deben responder a cada planteamiento o pregunta. Saben lo que tienen planeado cada uno para Ucrania, datos del dinero que poseen, cuánto cuesta al tesoro nacional. Pero pueden equivocarse, como lo ha hecho Putin subestimando la resistencia ucraniana.
Cantidades enormes de tanques rusos ingresaron fieros e intimidantes en Hungría y Checoeslovaquia hace medio siglo y sin embargo el imperio soviético terminó desplomándose, dejando a Europa en libertad. El sindicato Solidaridad y el empeño de un gran papa polaco sacaron la garra comunista de Polonia, hoy refugio de ucranianos migrantes.
Cuba arrugó la cara a los estadounidenses y ha sobrevivido sesenta años con hambre, represión, cárceles y miseria frente a unos Estados Unidos que han dejado ahí a la isla, permitiendo que los escapados transformen Miami, en la versión latina y alegre de la Cuba que jamás fue.
Rusia ha resuelto ir a la guerra en situación de debilidad relativa de Occidente. Y ello augura retos a los que se enfrentan las democracias occidentales en un futuro cercano. Eventos que serán de una magnitud desconocida desde la Segunda Guerra Mundial. Se podía asegurar que no habría respuesta militar de Occidente, lo que influyó en la decisión de invadir. La falta de acción no es nueva.
Crimea, en 2014, demostró que las amenazas occidentales se quedan en nada. Parecido ocurrió en el conflicto sirio. La percepción es que Occidente es adversario hablador de pendejadas.
Internet es acceso a la tecnología en grandes segmentos de la población, que fomenta actitudes narcisistas como el equivocado sentido del igualitarismo intelectual. Vivimos una era de la información completa, detallada e inmediata, y los mandatarios de las potencias mundiales son los primeros beneficiados. Pueden negociar sin prisas ni dudas, el cúmulo de información y expertos solo dependen de sus intereses. Sin embrago, los efectos se sienten de su dependencia energética y se observa un alza importante en los precios del petróleo y gas.
Aun así, pueden errar. La información puede ser vasta, multitemática y precisa, pero la forma y objetivos terminan naciendo de los cerebros y emociones de seres humanos. Igual pasa con los chinos, con la diferencia de que Xi Jinping tiene más consultores y políticos que consultar.
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