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John Carlin

A John Carlin le pidieron una visa especial para dar conferencia

@franzambranor

HORAS ANTES QUE Sudáfrica asegurara su pase a los cuartos de final del Mundial de Rugby de Japón 2019, a John Carlin, el periodista y escritor inglés que reflejó en su libro “El Factor Humano” la heróica gesta de Nelson Mandela a través del deporte, le fue negado el acceso a Venezuela.

Carlin no pudo ver por TV a la versión actual de la selección que en 1995 obtuviese el título mundial e inspira la obra bibliográfica que a la postre se convirtió en la película Invictus dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, así como tampoco dictar la conferencia “Mandela y el camino de la paz, horizontes posibles para Venezuela” en el hotel Marriott de Caracas este martes 8 de octubre. 

El gobierno de Nicolás Maduro le impidió la entrada por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía sin emitir hasta ahora una declaración al respecto. El Instituto para las Transiciones Integrales, organizador del evento calificó la medida como inexplicable y el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Prensa dijo que se trataba de otra “ilegal deportación que atenta contra la libertad de expresión y el debate plural de las ideas”. 

“No entendemos por qué esta medida. Él estaba sumamente desconcertado y se regresó frustrado”, dijo el abogado y jurista Pedro Nikken, miembro del Instituto para las Transiciones Integrales. 

Nikken señaló que a Carlin le dijeron en Maiquetía que para ofrecer una conferencia en Venezuela necesitaba una visa especial. “No vamos a dejar de hacer este tipo de iniciativas por el error que cometieron unos funcionarios en Maiquetia. Estas cosas no ayudan en la reconciliación nacional”.

Nikken sostuvo que Carlin regresó a España en el mismo avión que lo había traído a Maiquetía.

“Queríamos que John le hablase a la gente de la oposición y también del chavismo sobre la experiencia sudafricana; él fue un hombre muy cercano a Mandela en todo ese proceso de pacificación. Venezuela tiene que apuntar a eso. Tenemos que dejar de pelear entre nosotros”, dijo Nikken.

El abogado indicó que cuando trajeron al premio Nobel de la Paz, el tunecino Hassine Abassi, para una iniciativa similar en junio de este año no hubo problema alguno. “Tanto Carlin como Abassi son partidarios del encuentro entre las personas que piensan distinto”, dijo.

“No puedo referirme al hecho de la deportación de Carlin porque no sé qué sucedio. El gobierno hasta ahora no ha dicho nada. Entiendo que él en 2007 escribió para el diario El País un artículo polémico sobre el chavismo, pero también tengo entendido que el periódico o él mismo pidieron disculpas”, dijo la sociólogo y analista de medios, Maryclen Stelling.

Stelling se refiere al texto “La conexión venezolana”, publicado por el El País, el 16 de diciembre de 2007 y en el que Carlin denunciaba una supuesta cofradía entre el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez y las Farc. “Yo estaba invitada a la conferencia y tenía grandes expectativas con esta porque sin duda Carlin es un referente del periodismo internacional”, dijo Stelling.

Stelling aclaró que no pertenece al Instituto para las Transiciones Integrales y que está a favor de cualquier diálogo. “El señor Pedro Nikken y yo coincidimos en que el diálogo entre factores de la sociedad civil es primordial en este momento”.

Este movimiento pro diálogo unió fuerzas apenas a mediados de este año y además de Nikken y Stelling está integrado por simpatizantes del chavismo y oposición como Héctor Navarro, Carlos Azpúrua, Vladimir Villegas, José Virtuoso, Gustavo Márquez, Inés Quintero, Óscar Schemel y Manuel Teixeira. 

Un veterano de mil batallas 

Carlin es considerado uno de los periodistas con mayor conocimiento sobre el apartheid y el ascenso al poder del ya desaparecido pacifista Mandela. Su paso por Argentina en tiempos de dictaduras militares a finales de los 70 con el Buenos Aires Herald y por Centroamérica en 1986 como corresponsal del diario The Independent en época de guerrillas, le proporcionaron experiencia en el área de conflictos. Asimismo, su tránsito por El País de España le hizo curtirse en el periodismo deportivo. Fue el primero en entrevistar a David Beckham con el Real Madrid en 2003 y un artículo sobre Maradona sirvió como base para un documental sobre el astro del balompié en el medio británico Channel 4

La combinación de lo bélico y también lo deportivo fueron pilares para que Carlin escribiera la que hasta ahora ha sido su obra cumbre, el relato de cómo el rugby unió a blancos y negros en un país donde los primeros despreciaban a quienes no fuesen caucásicos y los segundos clamaban por venganza luego de la llegada de Mandela al poder en 1994. 

Impiden entrada a Venezuela al periodista experto en negociaciones John Carlin

EL PERIODISTA EXPERTO EN NEGOCIACIONES John Carlin no pudo ingresar a Venezuela este 7 de octubre pues fue declarado inadmitido en el país, por lo que se suspendieron los distintos eventos en los que iba a participar.

La información fue divulgada por el comité que organizó la visita de Carlin al país.

“Lamentablemente queremos informar que nuestro invitado John Carlin no pudo ingresar a Venezuela, fue declarado inadmitido y en consecuencia informamos a todos nuestros invitados a los distintos eventos, que los mismos se encuentran suspendidos”, se lee en un breve comunicado difundido por el comité.

La visita de Carlin a Venezuela tenía como objetivo producir en la sociedad civil y política venezolana una visión distinta sobre la base de las lecciones aprendidas en ambientes de conflicto. Al tiempo de entender lo que sucedió en otros países en contexto similares y emprender el camino de la despolarización social y política para el avance del país.

John Carlin (Reino Unido, 1956) es periodista, especializado en Política y Deportes, y escritor. Fue corresponsal en Sudáfrica para ‘The Independent‘ de 1989 a 1995. Actualmente vive en Londres y trabaja para el diario ‘El País‘. Es autor de ‘El factor humano’ (Seix Barral), libro en el que se basó la película ‘Invictus‘, de Clint Eastwood, sobre la final del Mundial de Rugby de 1995, que ganó Sudáfrica después de muchos años de boicot deportivo por el Apartheid.

 

ElPais.ES Feb 02, 2015 | Actualizado hace 9 años
 ¿Qué quiere Podemos? por John Carlin

John Carlin/ Especial para El País

El escritor y periodista John Carlin publicó una serie en la que explora el fenómeno Podemos, por qué ha logrado convencer a tanta gente en tan poco tiempo, cómo son sus dirigentes y, sobre todo, a qué aspira. A continuación, lea los tres artículos

 

Los caballeros de la Mesa Redonda

Mitin de Podemos

 

Domingo, doce de la mañana, horario de misa. Faltan cuatro días para Navidad y el recinto está repleto; el ambiente, festivo; el fervor ante la inminente llegada del elegido, in crescendo. Gente de todas las edades, de los dos años a los ochenta, la mayoría de pie, con los ojos puestos en una puerta al fondo de la sala por donde saldrá el hombre llamado a señalarles el camino. Pasan los minutos —doce y cinco, doce y diez, doce y cuarto— y aún no aparece. Pero la multitud no se desanima. Se deleita con la sensación de estar participando en un momento histórico y corea una consigna tras otra, todas cargadas de ilusión, aunque de origen diverso.

“¡Sí, se puede!”, eco del “Yes, we can” de la campaña electoral del presidente de Estados Unidos; “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”, importada de América Latina, de las luchas antiimperialismo yanqui; “A por ellos, ¡oé!”, de la liturgia futbolera; y “¡Paaablooo! ¡Paaablooo!”, al ritmo que marcan los fieles del vecino Camp Nou —“¡Meeessiii! ¡Meeessiii!”— cuando aclaman a su ídolo.

El lugar, el Palau Municipal d’Esports de Vall d’Hebron, barrio obrero de Barcelona; la fecha, el 21 de diciembre del año recién concluido.

Falta casi un año para las elecciones generales españolas pero ya huele a victoria aquí en el Vall d’Hebron. Es el primer acto multitudinario de Podemos, el partido político líder según las encuestas nacionales, en tierras catalanas. Unas 2.500 personas dentro del pabellón y otras mil afuera aclaman a Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas de 36 años que, justo un año antes, con otros cuatro docentes de la Universidad Complutense de Madrid, decide fundar Podemos. Ahora es su secretario general, primus inter pares y cara pública de la nueva formación, el líder de la primavera española que hoy agita a la vieja Europa.

Viste camisa blanca, vaqueros azules, zapatos deportivos negros con rayas blancas, marcando la diferencia con la encorbatada burguesía. Podemos representa cambio, futuro y modernidad, pero la coleta larga que luce le da un aire rockero años setenta.

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La casta somos todos

Pablo Iglesias en Asamblea

De si es verdad que la revolución tendrá que esperar, o de si cabe la posibilidad de que Podemos pase a la historia como un mero revulsivo social, no parecen haberse enterado los militantes de Podemos en un acto público en Vallecas, el clásico barrio obrero del sur de Madrid. “¡Estamos a punto de derribar los muros del castillo!”, exclama uno de los oradores. Tampoco se respira mucha diversidad ideológica. El acto se inicia con una consigna, aclamada con júbilo: “¡Un brindis por la revolución cubana!”.

El acto se celebra en el Ateneo Republicano de Vallecas, una especie de club social para vecinos de tendencia izquierdista. Pero ahora hay algo nuevo que les une: la sensación de que sí, se puede ganar.

“Estamos viviendo un momento histórico, un momento de ilusión”, declara un asistente. “El pueblo obrero y guerrero de Vallecas se prepara para el cambio”, proclama otra. Se repiten disciplinadamentelas consignas de la dirección: “Combatir la casta y a la gentuza que nos ha declarado la guerra a los ciudadanos”, a “los banqueros responsables de los desahucios”, a “los poderes ocultos que han secuestrado la democracia”, a “los políticos podridos” que se llenan los bolsillos mientras los niños pasan hambre en los colegios. “La batalla contra la desigualdad es lo que Podemos representa, ante todo”, y cuando llegue al poder “los peces pequeños se comerán a los peces grandes”.

Propuestas concretas sobre cómo se acabaría con la desigualdad no hay, y espíritu de transversalidad, poco. Pero entusiasmo, sí. Y lo que queda constatado es que aunque los números que acumula Podemos provengan de un amplio sector, la energía política, el petróleo que alimenta el motor Podemos, es de izquierdas. Como lo es un diario en venta en una mesa a la entrada del Ateneo llamado El Otro País. En la página cuatro hay un artículo muy crítico con la formación cuyo argumento central es que Podemos, “desideologizado”, ha imitado elmodus operandi político de las potencias capitalistas. “Para entender el éxito electoral (presente y futuro) de Podemos”, dice el artículo, hay que recurrir a lo que “los publicistas estadounidenses resumen en: 1) contar una historia; 2) ser breve; 3) ser emocional”.

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La religión por otros medios

Pablo Iglesias

No hay ideologías, no hay programas, no hay ni siquiera, como declaró Pablo Iglesias en Vall d’Hebron, promesas. ¿Entonces qué hay? Hay una narrativa. Hay una historia digerible, un mensaje breve —tuiteable— y un llamamiento a las emociones. ¿Qué quiere Podemos? Lo ha dicho Pablo Iglesias más de una vez: “De lo que se trata es de ganar”. O como declaró en una entrevista reciente: “La obligación de un revolucionario siempre, siempre, siempre es ganar… y para ganar tienes que trabajar con los ingredientes que tienes”.

O, por decirlo de otra manera, con los ingredientes que se ha visto que funcionan: el llamamiento a una cruzada moral; la calculada confusión ideológica; la deliberada ambigüedad en cuanto al programa económico.

Para que Podemos siga escalando en las encuestas los militantes no deben desviarse del guión. Hasta ahora se ha mantenido la disciplina. Prácticamente todo lo que han dicho —en las redes sociales, en las tertulias televisivas, en los discursos, en las entrevistas con los reporteros— se subordina a una astuta estrategia dirigida desde arriba, nutrida por el contacto directo con la ciudadanía a través de Internet, cuyo objetivo es conquistar votos. Lo cual no significa que sean robots o que no sean sinceros. Lo que les motiva en el fondo, desde Miguel Ardanuy en la torre de control digital de Plaza de España hasta Maby Cabrera en Vallecas, es la ilusión de poder crear una sociedad más honesta, más justa, menos desigual. Y dice mucho de ellos y de España que no apelan al miedo sino a la esperanza.

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