fanático archivos - Runrun

fanático

Ver el mundial con 10 cervezas, por Reuben Morales

 

El mundial es sinónimo de beber bastante. Por eso quiero mostrarles cómo cambia un aficionado a medida que se bebe cada cerveza durante un juego.

 

Cerveza 1:

La que pide cuando llega al restaurante. Nuestro amigo entra muy señorial y exigente. Es rubio. Lleva puesta la camisa de la selección inglesa, con una banderita de Inglaterra y una gorra de Inglaterra. Dice que desea una buena mesa donde se vea bien la pantalla, pues él piensa consumir y el cliente siempre tiene la razón. El mesonero se muestra reacio a resolverle la solicitud. El fanático suelta la perlita de “usted no sabe quién soy yo” para que le agilicen la mesa. Comienza el partido. Ya sentado, finalmente disfruta de esta primera cerveza como si fuera un whisky.

 

Cerveza 2:

El fanático comienza a hablar de por qué le va a Inglaterra. Resulta que su abuelo nació allá. Su papá también, pero él nació acá y la cultura inglesa le corre por las venas. Luego comienza a argumentar por qué Inglaterra se ve ganador en el papel. De hecho revela que puso a Inglaterra ganando 2 a 1 en una quiniela. Agarra a sus compañeros de mesa y los junta para una selfie. Abajo escribe: “Día de juego con los compas #GoEngland”.

 

Cerveza 3:

Alguien está atravesado frente al televisor. Nuestro amigo se atreve a gritarle que se quite del medio porque tapa todo. Vocifera al aire: “¡Si todos nos sentamos, todos podemos ver el juego!, ¿verdad?… ¡Seguro no le va a Inglaterra!”. Tras decirlo, mira a quienes están a su alrededor, buscando aprobación. Todos lo miran como que se volvió loco.

 

Cerveza 4:

No aguanta más las ganas de ir al baño. Se levanta y comienza a caminar hacia éste, con la oreja atenta escuchando el juego. Cuando está frente al urinario, haciendo número uno, escucha un estruendoso “¡Goooooooooool!”. ¡Quiere ver si es de Inglaterra! Busca terminar rápido y en el proceso se orina accidentalmente las manos y parte del pantalón. El gol fue del otro equipo.

 

Cerveza 5:

Inglaterra pierde 1-0. El fanático saca una anécdota familiar idónea para echárselas en pleno mundial: su abuelo conoció al abuelo de Messi en un viaje a Argentina. De hecho, la familia Messi es íntima de su abuelo. Esto lo hace sentir una celebridad por unos minutos.  

 

Cerveza 6:

Comienza a insultar al árbitro. Grita “¡penalti!”. Cuando Inglaterra hace un tiro cercano al arco, grita “¡uuuuh!”, dándole un golpes a la mesa, levantándose y sobándose la cabeza cual jugador.

 

Cerveza 7:

Inglaterra empata el juego con un monumental golazo. Nuestro amigo salta y comienza a correr por el local, besando la camiseta. Abraza a los de la mesa de al lado, donde está quien se atravesó frente a la tele hace cuatro cervezas.

 

Cerveza 8:

Se acerca el final del encuentro. Nuestro amigo se come las uñas, desesperado. Confiesa haber metido 700 dólares en la quiniela. Grita que si hay otro gol, invita una ronda a todos los presentes.

 

Cerveza 9:

Su barriga ha crecido. La camiseta le queda apretada. Buscando suerte, se levanta y pide una ola en el local. Vuelve a ir al baño. Está caminando algo lento. Se queda atravesado frente al televisor. Alguien le grita: “¡Si todos nos sentamos, todos podemos ver el juego!, ¿verdad?”.

 

Cerveza 10

Suenan los tres pitazos finales. El juego termina empatado. Inglaterra ya no pasa de ronda. Nuestro amigo suelta una lágrima, derrotado en la mesa. Comienza a explicarles a todos lo que ha debido hacer ese director técnico de porquería para ganar. Pide la cuenta. El mesonero le carga cuatro cervezas más, sabiendo que no lo notará. Al pagar, se levanta para irse, pero antes le suelta a sus amigos una noticia: en cuartos le irá a Perú. Todos se quedan perplejos. Él dice que su tía abuela favorita nació allá y ella siempre le preparaba chupe y ceviche. Que el Perú siempre le ha corrido por las venas.

Él se va. Los compañeros se quedan y terminan bromeando sobre el asunto. Llegan a la conclusión de que nuestro amigo además tiene el cabello ensortijado. ¿Eso también lo hace senegalés, verdad?

 

@reubenmorales

Heil, Trump!, por Carolina Jaimes Branger

dtrump_

 

Mis sentimientos de miedo y desazón con el triunfo de Donald Trump los resumió brillantemente el periodista Charles Blow al día siguiente del triunfo en un artículo en el New York Times. Blow dice que como hombre de negocios, Donald Trump era un fanático. Como candidato, Donald Trump era un fanático. Como nominado republicano, Donald Trump era un fanático. Y sólo puede asumir que como presidente, Donald Trump también será un fanático.

Considera además que es absolutamente posible que América no lo eligiera a pesar de eso, sino por eso. Piense por un segundo lo que eso significa. Además, ¿cómo puede entenderse el hecho de que el presidente apareció en videos pornográficos?¿Cómo puede entenderse que el hombre que nombrará al próximo fiscal general se ha jactado de agredir a las mujeres? ¿Cómo se verá el llamado «a la ley y el orden» de este presidente en las «ciudades del interior» en una época cuando las comunidades minoritarias ya están recelando de la agresión policial? ¿Cómo se entiende el hecho de que un hombre que atacó a un juez federal por su «herencia mexicana» será el mismo que nombrará al próximo juez de la Corte Suprema y a decenas de jueces federales?

Yo confieso que comparto éstas y otras preocupaciones. Vi varios de los rallies de la campaña electoral de Trump y he quedado anonadada: un tribalismo primitivo, donde las personas profesan absoluta lealtad a su pensamiento o doctrina y sentimientos negativos hacia quienes no pertenecen al grupo. Como los nazis. “Él (Trump) sabe quiénes somos los “verdaderos” americanos”, dice uno de los participantes. Otra dice, sobre los medios de comunicación: “espero que él cierre los medios y abra los suyos, tendrá seguramente millones de personas que lo seguirán” (que nos pregunte a los venezolanos sobre eso). Otra más: “él no tiene miedo de “movilizar” a la gente que sabe lo que es correcto para este país”. “No vamos a aceptar que Hillary gane las elecciones y se salga con la suya. Habrá otro nivel de turbulencia, claro, sin violencia, pero vamos a poner el país patas pa´rriba” (¿cómo se pone un país patas pa´rriba sin violencia?)…

Un video que me estremeció fue uno de un grupo de rednecks  –uno de ellos desnudo de la cintura para arriba y tatuado hasta en las uñas- que le grita a un grupo de mexicanos: “¡Fuera de aquí, hijos de p…! ¡Fuera de aquí, que éste es nuestro país! ¡Somos los orgullosos vergatarios americanos! ¡Nos “hicieron” aquí en los Estados Unidos, hijos de p…! ¡Váyanse a cocinar burritos de m…! ¡Váyanse a cocinar tortillas, hijas de p… y a construir el muro de m… para mí!… ¡Trump! ¡Yo amo a Trump! ¡Jódanse! ¡Yo amo a mi país! ¡Yo me follaría al menos a diez de ustedes en una sola sentada! ¡Tienen suerte de que están aquí estos policías! ¡Tienen suerte, p…!

Los parecidos con Hitler son demasiados. Tiene nexos cercanos con el Ku Klux Klan. Su agresiva y provocativa retórica de “hacer a América grande de nuevo” caló en la mayoría de la clase media baja americana, racista, clasista, inculta, machista (incluyendo a las mujeres), que encontraron cómo canalizar sus resentimientos. Además, contó con la grandísima ayuda de James Comey, director del FBI, quien “convenientemente” hizo una acusación de que “nuevos emails que incriminaban a Hillary Clinton habían aparecido” para desdecirse cuatro días antes de las elecciones. Donald Trump nunca ha disimulado su racismo ni su misoginia. Heil, Trump! Ojalá me equivoque, porque si no, que Dios agarre al mundo confesado.

 

@cjaimesb