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Nov 30, 2016 | Actualizado hace 7 años
Las enseñanzas de Castro, por César Miguel Rondón

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Fidel Castro, el dictador megalómano, narcisista y sangriento que recién ha muerto, encontró en el embargo de Estados Unidos la gran excusa para justificar la destrucción total de la economía cubana, la miseria cubana. Está suficientemente demostrado que el embargo –si bien existió y todavía existe– no ha sido la causa real de las penurias múltiples a las que ha sido sometido el pueblo cubano.

Entre las muchas enseñanzas de Fidel Castro a Hugo Chávez –y ahora a Nicolás Maduro– ésta resalta: Aférrate a una excusa, yo me aferré al embargo. Aférrate tú a la gran excusa de la guerra económica. Así, pues, Maduro exhibe una guerra que no existe de forma alguna en la realidad –a diferencia del embargo norteamericano– para justificar la desgracia económica a la que ha condenado a los venezolanos.

Hoy Últimas Noticias publica: “Hay un enorme ataque a la economía”. Cita a Maduro afirmando: “La agresión a la moneda proviene de Estados Unidos (…) Ordenan a las calificadoras de riesgo dar la puntuación a Venezuela”. Aquí hay un dilema. Una de dos: o Maduro no tiene la menor idea de lo que está diciendo, o sí la tiene y está mintiendo. Cualquiera de las dos es grave, terrible e imperdonable para los venezolanos.

Otra cita en Últimas Noticias: “Afirmó el presidente que en el 2017 se inicia la nueva economía productiva”. ¡Hasta cuándo esta farsa, esta burla al país de seguir hablando en términos de futuro, como si fuera un gobernante que recién está por tomar el poder! Ni Trump en Washington. Dieciocho años al mando y todavía se escuda en un futuro que nunca le llega. Cínicamente afirma que en el 2017 se inicia la nueva economía productiva después de dieciocho años de desgracia improductiva.

El Nuevo País en su gran titular: “Se esfuma el dinero, mientras el dólar paralelo sigue montado sobre un cohete. Los precios aumentan 1,5% diario, según el Cendas, y la inflación puede cerrar el año en 450%”. Cuando dice que va en un cohete ese dólar innombrable es porque se ha disparado en vertical y a toda velocidad. Con alarma semejante 2001 titula: “Sin querer queriendo (parafraseando al Chapulín aquél, con el que ilustra su portada) el verde paralelo subió más de 700 bolos ayer. José Guerra afirma que muchos comerciantes con inventarios cerrarán los primeros días de diciembre a ver cómo se manejan en enero. Suma la falta de efectivo como otro dolor de cabeza. Para que tengamos una idea, el pernil más majunche según cuesta 55.000 bolívares.”

Y en Konzapata, un trabajo con la firma de Roberto Deniz: “Entre enero y octubre el Cencoex apenas liquidó 113 millones de dólares a empresas del sector de alimentos. La parálisis en la liquidación de divisas explica el desabastecimiento generalizado en el mercado venezolano. Datos extraoficiales del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), confirman el desplome en las asignaciones de dólares, pese a que el gobierno insiste en el discurso de la ‘guerra económica’. Los números están muy lejos de los entre 2.000 y 3.000 millones de dólares que se requerían este año para resolver ‘estructuralmente’ el problema de la escasez, según las estimaciones de Cavidea”.

De 3.000 millones necesarios apenas se liquidaron 113 millones. Pero ya Maduro debe haber despegado rumbo a La Habana, a rendirle tributo a su maestro en esto de destruir.

Y ese, quizá, sea su verdadero “mérito” para pasar a la historia, que ni lo absolvió ni lo absolverá jamás: Castro, el hombre que destruyó no uno sino dos países, Cuba y Venezuela también.

 

@cmrondon

El Nacional 

Carlos Dorado Jun 14, 2015 | Actualizado hace 9 años
¡Cuentos de mi padre! por Carlos Dorado

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Mi padre, siempre fue un ejemplo  de cordura, honradez, esfuerzo, austeridad, previsión, sensatez y generosidad; y cuando pienso en justicia, cariño, sacrificio e integridad; pienso en él.

Siendo muy pronto el día del padre,  siempre el recuerdo de  sus enseñanzas,  y sus cuentos se multiplican en mi mente, y como un pequeño homenaje a él y a todos los padres honestos y trabajadores de Venezuela, quisiera reproducir uno de los cuentos más profundos y bellos que solía contarme; y al cual hoy le doy la verdadera importancia de lo que significa, ya que en ese momento sólo le daba el valor de un bello cuento.

“Hace muchísimo tiempo, el príncipe de un reino lejano, que iba a ser coronado rey, tenía que elegir esposa.  Para ello decidió convocar a todas las mujeres solteras del país, de manera que a través de un concurso, pudiera elegir a quién sería su esposa.

Los pregoneros del palacio fueron por todos los pueblos del reinado anunciado la fecha de la convocatoria, para que pudiesen asistir todas las mujeres solteras. El mensaje, también llegó a un pueblo muy lejano donde vivía una viuda con su hija en condiciones de extrema pobreza, y la cual  sentía un amor profundo y platónico por el príncipe. Ésta le suplicó a su madre que le dejara participar”.

“Ahí solo asistirán las mujeres ricas del país, con vestidos de lujo, y tú lo que tienes es un único vestido viejo y curtido por el tiempo. Sácate esa idea de la cabeza. ¡Sé sensata! Sé que sufrirás por no ir, debido a tu amor por el príncipe, pero no puedes dejar que el sufrimiento se convierta en locura”; le dijo la madre.

La hija le respondió: “Sé que no tengo un vestido de gala, ni la oportunidad de ser elegida, pero amo al príncipe y será ésta la única oportunidad en mi vida de poder verlo de cerca, y esto es más que suficiente para mí. Te suplico que me dejes ir”

El día de la convocatoria, y después de días  de un largo camino, llegó al palacio a la hora fijada en la convocatoria; y donde la dejaron entrar únicamente por el hecho de que los guardias, tenían orden de dejar pasar a todas las mujeres solteras que llegasen a concursar.

El príncipe anunció el concurso: “Les daré a cada una de ustedes, una semilla, aquella que en seis meses exactos, logre traerme la flor más bella, será la escogida por mí, para ser mi esposa”

La joven cultivó la semilla con mucha ilusión y amor, dándole todos los cuidados del mundo, pero no lograba ni siquiera que retoñase. Día tras día, veía como la semilla no brotaba. Llegado al sexto mes no había conseguido que la semilla diese vida a la flor. Triste y desesperada, pero con el deseo de ver de nuevo al príncipe, la llevaron a presentarse con su semilla el día de la elección.

Todas llevaban una flor espectacular, y el príncipe las revisó una por una. Al llegar a ella, la miró fijamente a los ojos, y siguió viendo las otras flores. Finalmente dio el veredicto: “La muchacha con el vestido viejo, y una semilla que nunca germinó será mi esposa”

Todas se miraban sorprendidas sin entender nada de lo que estaba pasando, hasta que el príncipe dijo: “ella fue la única que cultivó la flor más bella del mundo: ¡La honestidad!, ya que todas las semillas eran estériles”

Mi padre solía decirme cuando terminaba este cuento: “Carlos este cuento es como el mundo, todos creemos que hay exceso de flores, cuando lo realmente escaso es la honestidad”

……..de repente te vuelves hacia mí, sonriéndome; y yo vuelvo a llorar de la emoción por haber tenido un padre como tú.

 

cdoradof@hotmail.com

 

Nov 30, 2014 | Actualizado hace 9 años
¡Educa a tus hijos! por Carlos Dorado

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7.- “es tan pobre, que lo único que tiene es dinero”

Éste es el séptimo mandamiento de las enseñanzas de mis padres, tomado del libro que recientemente publiqué: “Cartas a un hijo

Recuerdo como hoy, una conversación que en una oportunidad, tuvo mi madre con una prima, la cual “servía en una casa”. Así llamaban en esa época a las personas que trabajan como mujeres de servicio en casas de familias ricas. Ella le estaba contando a mi madre sobre las infidelidades del hombre de la casa, y como él consumía alcohol casi todas las noches, humillando a las personas que trabajaban en la casa. Mientras le decía esto, comenzó a llorar y le comentó que “el patrón” medio borracho, una noche trato de abusar de ella, argumentándole que a cambio de sus favores, podría darle muchas cosas y bienestar. Mi madre le dijo: “no llores mujer, es un pobre hombre”. “No, Benita, él tiene muchísimo dinero”, a lo que mi madre le respondió: “es tan pobre, que lo único que tiene es dinero”.

Esta conversación que escuché, me marcó; y con el tiempo entendí que el dinero puede ser un buen siervo, pero es un pésimo amo, y que la principal diferencia entre los hombres, muy al contrario de lo que nos hace creer la sociedad actual, no es el dinero; sino la educación, los valores y los principios morales que uno recibe en su hogar y la formación que recibe fuera. No importa que los niños nazcan en una familia rica o pobre. Lo más importante es el ejemplo y el tiempo que uno pasa con sus hijos: qué hace con ellos, a qué nivel y con qué calidad.

Educar a un hijo no es enseñarle algo que no sabía, sino llevarlo a ser alguien que todavía no es, y este debería ser el primer objetivo de los padres y de la sociedad, donde todo lo demás quede subordinado a este objetivo. Educar desde dentro y en el hogar, en lugar de instruir desde fuera y en la calle; no sólo dando ejemplo de valores morales e impartiendo conocimientos, sino forjando caracteres nobles, rectos y con fuertes principios, en los que no tenga cabida la vulgaridad, la superficialidad y la arrogancia; y siempre a través de los mejores maestros: Los padres. ¡Educar evita la necesidad de castigar! Mi padre me solía decir: “Carlos, lo importante no es aprender, sino saber qué hacer con lo que se aprende” ¡Educar no es sólo enseñar al niño a saber, sino a hacer!

 

Muchas veces, por falta de dinero o por exceso del mismo, no se educa ni se forma; se deforma, sin darnos cuenta de que cada vez que los educamos realmente los estamos formando para gobernarse ellos mismos, y alejándolos de la posibilidad de que otros los gobiernen.

Por eso la solución a largo plazo de toda sociedad está en el hogar, en la educación y en la preparación de los seres humanos, que es donde sí tendríamos que hacer progreso y desarrollo. Por consiguiente, lo primero es que los hijos tengan ejemplo, que se les educe y que se les forme para que razonen y piensen por su cuenta. ¡Ser mejores y tener más educación y conocimientos, en vez de tener más o menos cosas!

¿La mejor inversión? La educación que pueden dar unos padres, y el conocimiento que puede adquirir un hijo, ya que sólo los educados e instruidos son libres; y para saber que sabemos lo que sabemos, y saber que no sabemos lo que no sabemos, hay que tener cierto conocimiento; ya que todos los vicios humanos afloran cuando el conocimiento se extingue.

Mis padres, no tenían muchos conocimientos, pero en contraposición tenían muy pocos vicios, y siempre me lo demostraron con muchísimo ejemplo.

¡Ay de los hijos tan pobres, que sólo tienen dinero! ¡Ay de las sociedades de estos hijos!

 

cdoradof@hotmail.com

Nov 16, 2014 | Actualizado hace 9 años
¡Los 10 mandamientos de mis padres! por Carlos Dorado

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Esta semana fue muy especial, y de muchos recuerdos, con motivo del bautizo de mi libro:” Cartas a un hijo”.

Durante una conversación, una persona me preguntó: “Carlos, si tuvieras que hacer un resumen de las enseñanzas más importantes que te transmitieron tus padres  ¿cuáles serían?”

La pregunta, me hizo reflexionar profundamente, y sin lugar a dudas que tuve muchísimas enseñanzas (traté de expresar la mayoría en el libro); pero si tuviese que resumirlas diría que fueron diez, al igual que los mandamientos; pero en este caso son los de mis padres:

1.- “Desea sólo lo que depende de ti”. Apostar los sueños de uno, basándose en el esfuerzo, la bondad o la ayuda de otros, es una muestra de lo poco que uno se aprecia. Mi padre solía repetirme: “El que domina a otro es fuerte, pero el que se domina a sí mismo es poderoso”. Sin darnos cuenta, somos el mayor enemigo de uno mismo; y encontrar el verdadero juicio de uno, quizás sea una de las cosas más difíciles de lograr, porque hay una tendencia natural  a sobrevalorarnos o a subvalorarnos. Tener la racionalidad, objetividad y capacidad de verse por lo que uno es: con sus defectos y sus virtudes, y sin exageraciones; es uno de los ejercicios de racionalidad y humildad que todo ser humano debería de enfrentar y dominar cada día; y con estas armas que resulten de ese análisis, salir valientemente a justificar ante el mundo: la razón por la que nacimos ¡Pero, es tan difícil verse a uno mismo! Es como mirar para atrás sin voltearse.  Mi padre también solía decirme: “Carlos, tienes que crecer de adentro hacia afuera, y ser lo suficientemente autocrítico para admitir tus errores y tus defectos; y lo suficientemente valiente para corregirlos. Nunca trates de ser más de lo que eres, ni menos de lo que eres. Simplemente lo que eres”  ¡Sencillo; pero profundo!

2.- “Permanecer entero cuando todo el mundo espera que te derrumbes, eso es la verdadera fuerza, eso es valentía”. La vida es dura, y a veces nos pone pruebas difíciles de superar, y nos encontramos ante  una encrucijada, en la que asoma el miedo, la confusión, las dudas, y donde carecemos de esa bolita mágica que nos diga cuál es la mejor decisión. ¡Pero, hay que recorrerlo!, y no hay que tenerle  miedo al camino, hay que tenerle miedo a no caminarlo” No le temas al fracaso, témele a no lograr superarlo, y en tus peores momentos, cuando creas que todo está perdido, dite a ti mismo: “mañana será otro día”; ya que no es grande aquel que nunca falla, sino el que nunca se da por vencido; y el más grande de los fracasos en precisamente el nunca haberlo intentado.  Todo esto, sin olvidarnos que se aprende más de las derrotas que de las victorias. ¡Son estas nuestros verdaderos maestros de la vida, inclusive los que nos enseñan a apreciar las victorias!

3.- “No tenemos casa, pero tenemos un HOGAR”. Hay un artículo de mi libro que se titula: “Sobreviviendo en una pensión”, en el cual describo lo impresionado que me quedé cuando fui a estudiar a la casa de una compañera que tenía el baño en su habitación. Al regresar a la pensión comencé a comentarle a mi mamá todas las cosas que tenía la casa. Al finalizar mi entusiasmado relato le dije: “¿cuándo tendremos nosotros una casa como la de mi amiga? Ella que me había escuchado  atentamente me dijo: “Carlos, no tenemos casa, pero tenemos HOGAR”. ¡Aquí sobran comentarios! (podría hasta haber sido el título del libro). ¡Cuánta dignidad tenían mis padres!…

Continuaré con los demás mandamientos de mis padres la semana próxima.

 

cdoradof@hotmail.com