asesinatos en caracas

El cadáver de Kelly Yomar Sandoval Carrillo, de 38 años, fue trasladado por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) a la Medicatura Forense de Bello Monte, en Caracas, el pasado martes. Sin embargo, sus familiares no supieron que estaba allí hasta este domingo, 29 de abril, cuando conocieron que había muerto como consecuencia de las 17 puñaladas y 34 martillazos en la cabeza que le habían propinado.

De acuerdo con Sandy Sandoval, hermano de la víctima, el lunes pasado tuvieron el último contacto con Kelly Yomar, cuando este conversó con una de sus hermanas. De allí en adelante, nada supieron. Empezaron a buscarlo en hospitales en los días siguientes hasta que este domingo se enteraron de que su cuerpo había sido hallado por los uniformados durante la madrugada del 24 de abril en una calle de Las Torres de La Vega, en el Distrito Capital, el mismo sector que habitaba la novia que tenía desde hace cinco meses. No tenía ninguna de sus pertenencias ni identificación cuando lo encontraron.

Sandoval Carrillo era buhonero en el Mercado de Quinta Crespo, ubicado en el centro de Caracas. Allí vendía lo que conseguía, sobre todo productos agrícolas como verduras y hortalizas. Vivía en el barrio Los Eucaliptos de El Guarataro, donde tenía alquilada una habitación que compartía con su padre y una hermana.

El hombre estuvo preso durante cinco años en Valencia, estado Carabobo. La razón del arresto, según su hermano, fue que policías le habían conseguido con un cuchillo que no era suyo.

No es la primera vez que la familia de Sandoval Carrillo atraviesa por una tragedia similar. Hace algunos años, un sobrino murió en El Observatorio, en 23 de Enero, cuando un amigo suyo manipulaba una escopeta y dejó escapar un disparo.

Entre mayo de 2017 y marzo de 2018, según Monitor de Víctimas, la parroquia La Vega ha sido escenario de 61 homicidios. De estos, seis han sido causados por armas blancas.

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Los pantalores de la esposa de David José Aparicio Machado estaban manchados de sangre. «Mi amor, no me dejes morir aquí», le había dicho él minutos después de que desconocidos le dispararan este martes, 14 de noviembre, mientras estaba en una lunchería del Centro Comercial Coche, ubicado en la avenida Intercomunal de El Valle, en Caracas. Ella, que está embarazada, quiso levantarlo y llevárselo rápido al Hospital Dr. Leopoldo Manrique Terrero (Periférico de Coche), pero fue inútil. «Yo gritaba y pedía auxilio, pero nadie me ayudaba», decía con la voz desgarrada frente a la morgue del centro de salud. Su marido murió donde cayó, en medio de un charco de sangre que hora y media después todavía se veía entre los bancos de madera, las mesas con manteles a cuadros de la pequeña venta de comida y los casquillos de las balas que quedaron en el suelo como evidencia.

Pero los balazos que impactaron a Aparicio Machado, quien tenía 21 años, no eran para él. De acuerdo con el relato de sus familiares, iban para un hombre que estaba a su lado y que, al igual que él, desayunaba una empanada en el establecimiento. La víctima había llegado hasta allí desde Ocumare del Tuy y solo había hecho una parada para comer antes de llegar a su destino: la sede del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) en Coche. Allí intentaría agilizar la entrega de su pasaporte y el de su esposa, el único documento que ambos necesitaban para salir definitivamente del país con rumbo a Colombia, donde vive el resto de su familia.

A las 10:45 am sonaron los tiros. Testigos contaron que dos personas, que arribaron a bordo de una moto, llamaron a un hombre que estaba en la lunchería y comenzaron a disparar. Aparicio Machado cayó durante la balacera, mientras que el muchacho al que supuestamente buscaban asesinar, resultó herido. Al mediodía de este martes, todavía estaba siendo intervenido.

Familiares del lesionado aclararon a Runrun.es que él no era el objetivo del ataque. «El hombre que murió lo abrazó para resguardarse», explicó un pariente, quien destacó que el herido es una persona alta y de contextura gruesa. Explicó que por esa razón, algunos de los seis impactos de bala que sufrió – dos en la cara, uno en el pecho, uno en el abdomen y uno en cada pierna – habían traspasado al asesinado.

La víctima fatal estaba, actualmente, desempleado. Era bachiller y hasta hace pocos meses se había desempeñado como comerciante informal. Deja a su esposa embarazada y a otro niño menor de 5 años.

En los últimos seis meses, entre mayo y octubre, en la parroquia Coche han ocurrido 37 homicidios. De estos, cinco se han registrado dentro de establecimientos comerciales como el Mercado de Coche y el Hipódromo La Rinconada. Tales cifras fueron recabadas por Monitor de Víctimas, una iniciativa que combina periodismo de datos, de investigación y participación ciudadana, y que busca contar las historias detrás de los números rojos del Área Metropolitana de Caracas.

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Los seis tiros que la tarde del sábado le propinaron  a Andry Moisés Farías, de 24 años de edad no eran para él. Él pagó las consecuencias de una vieja rencilla entre dos delincuentes del sector Nueva Esparta del barrio Las Cumbres en Antímano. Andry no sobrevivió al atentado y murió al llegar al hospital Pérez Carreño.

Cuenta Endrick Farías, hermano de la víctima, que era mecánico de motos y ese día se encontraba frente a su residencia reparando el vehículo de un hombre que tenía registros policiales por robo y homicidio. A él no le importó quién era su cliente. Se limitó a hacer su trabajo: arreglar el tubo de escape de esa motocicleta que había dejado varado al presunto delincuente.

Mientras desarmaba el vehículo llegaron cinco hombres que dispararon a mansalva contra los que transitaban a esa hora por el lugar. Los tiros estaban dirigidos al cliente de Andry, pero logró evadirlos. El joven tenía una discapacidad en la pierna producto de un accidente de tránsito que sufrió hace cinco años y no tuvo chance de correr. Intentó escapar, pero fue alcanzado por los proyectiles. En esa zona un transeúnte resultó herido.

Vecinos y familiares que se encontraban en la casa de Andry escucharon las detonaciones. Cuando cesaron salieron a investigar y se percataron de que el joven resultó herido. “No pensamos detuvimos a una moto para que lo llevara al hospital. A mitad de camino el conductor de un jeep ofreció trasladarlo al centro de salud. No hubo tiempo de que lo intervinieran”, reseñó el pariente.

Como muchos venezolanos que se ven en la obligación de buscar varias opciones de empleo para sobrevivir a la crisis, el mecánico también trabajaba como mototaxista durante la mañana en la línea La Bombita. “Con los ingresos que percibía por las carreras mantenía a su bebé de año y medio”, comentó su hermano.

Una banda temida 

Según fuentes policiales, los involucrados en el homicidio del mecánico forman parte de una banda delictiva, dedicada al robo de vehículos y de secuestros que operan en el sector La Montaña de Antímano. Uno de sus miembros tenía problemas con el cliente de la víctima por el control de la zona. Cerca de cinco miembros de esa organización han caído en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, pero aún sobreviven 7.

Una vecina del casco central de la parroquia, quien prefirió mantener su nombre en reserva, fue víctima del supuesto grupo criminal. A ella le robaron su vehículo Aveo, de color gris. “Tres de ellos me interceptaron cuando transitaba por la Intercomunal de Antímano. Me obligaron a detener la marcha. Me dijeron: bájate si no quieres que te vuele la cabeza. Lo hice y le entregué la llave”. Ellos arrancaron. “Logré reconocer a uno que se mudó de la zona porque la policía lo estaba buscando”, dijo la mujer.  Su carro no lo recuperó.

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