CRÓNICA | En mi casa los tobos reemplazaron la tubería - Runrun
CRÓNICA | En mi casa los tobos reemplazaron la tubería
Un reporte Observatorio de Gasto Público de Cedice sobre el 2022 indica que solo el 1 % de la población recibe agua de forma continua por sistema de tuberías los siete días de la semana y solo 61 % tiene el servicio cada tres o cuatro días
“El no tener agua en tu casa es un problema honesto. Necesitas el agua para hidratarte, para cocinar, para ducharte, para mantener limpio tu hogar. La necesitas para todo”

@Andrea_GP21

 

“Hay que cargar unos tobos porque se acabó el agua del baño”. Esa es la frase que se repite todas las semanas en mi casa desde hace mucho tiempo. Y es que vivir en Caracas, a diferencia de lo que opinan algunos en redes sociales, no es tan maravilloso en cuanto a servicios básicos.

Yo vivo en el oeste de la capital y a todos los problemas que tiene ya un ciudadano de ‘a pie’ como yo, ahora le sumo el hecho de nunca tener suministro continuo de agua. Todas las semanas es una tortura tener que llenar “tobitos” y cargarlos desde el tanque del piso de abajo del edificio en el que vivo, o desde la platabanda en alguno de los dos días que llega el agua a la semana. A veces es uno nada más.

En el edificio en el que vivo siempre ha habido problemas de agua, esto no es algo nuevo. Sin embargo, desde hace unos meses la situación se agudizó hasta el punto de que no he vuelto a ver salir agua de las llaves de mi apartamento. No he podido volver a bañarme con agua de la ducha y el pote de margarina forma parte de los utensilios de la ducha .

En mi casa somos cuatro. Mi mamá, mi abuela, mi novio y yo. Mi mamá, a pesar de tener 60 años, todos los días sale a trabajar porque su pensión no le alcanza ni para sus pastillas. Mi novio y yo trabajamos desde casa, aunque yo suelo tener más tiempo para realizar las tareas del hogar.

Aquí, donde vivimos, es un edificio de los viejos que no cuenta con tanques subterráneos, sino dos tanques grandes que surten varios apartamentos, pero no el mío. Tenemos un tanque cilíndrico que debería poder servir de reserva. El problema es que es tan poca el agua que llega, o tiene tan poca fuerza, que no sube a las tuberías de mi apartamento, por lo que siempre nos toca cargar agua.

 

Cuando las reservas de agua se van agotando, debemos recoger desde un tanque está un piso más abajo del apartamento en el que vivo. Son 10 escalones altos y un espacio muy angosto para subir los tobos cargados, además tengo que recorrer unos 40 metros planos ida y vuelta varias veces hasta llenar lo que consideremos necesario, cargando tobos de dos en dos. A veces hay que hacer hasta 10 viajes. Esto suele hacerse entre dos o tres veces a la semana. Todos colaboramos, pero cuando otros no pueden en mi casa, soy yo quien asume la responsabilidad.

Trabajar y cargar agua

Trabajando en modalidad home office cualquiera pensaría que tengo tiempo de hacer todo en casa, y suele ser así los días en los que no hay que recoger agua. Cada miércoles, o jueves, cuando se dignan a mandar el agua, es una carrera todo el día para hacer algo tan básico como lavar la ropa.

Como el agua no entra hasta mi casa, desde la platabanda, mi mamá instaló unas mangueras bastante largas, para que se pueda llenar todo adentro. Pero el agua no llega siempre con suficiente fuerza y nos toca cargarla desde afuera del apartamento.

Entonces, cuando hay agua, que entre semana generalmente llega los jueves (cuando ocurre), tengo que aprovechar y correr para que me dé tiempo de hacer todo. Las horas en las que llega el servicio varían mucho, por lo que siempre hay que estar revisando las llaves de la azotea. Cuando llega el agua de madrugada, mi mamá ha tenido que levantarse hasta a las 3:00 am para recoger lo que pueda hasta que yo me despierto a las 5:00 de la mañana. Cuando llega el agua en el transcurso del día y yo estoy trabajando, a veces he tenido que desatender mis responsabilidades para poder recoger agua. Los sábados, único día del fin de semana que hay agua, paso todo el día cargando tobos para lavar y limpiar.

 

Cuando logra entrar el agua por la manguera, solo voy llenando los tobos que tenemos en el baño y las garrafas de agua que hay en la cocina, que nos sirven para bañarnos, cocinar y lavar los platos los días en los que no tenemos servicio.

Pero, cuando el agua no entra por la manguera, estoy obligada a estar entrando y saliendo del apartamento dentro de mis horarios de trabajo para traer el agua cargada en tobos y poder hacer todo lo que necesito, o por lo menos lavar la ropa.

En el edificio donde vivo todos padecemos el mismo problema. Todos mis vecinos tienen que cargar agua, aunque hay unos que prefieren no hacerlo porque son adultos mayores u otros que no están en casa cuando hay servicio. Siempre comentamos la desidia en la que tenemos que vivir todas las semanas.

Un problema honesto

Revisaba Twitter como de costumbre y me encontré con un video de una joven que descargó su frustración por no haber podido llenar el tanque de agua que tiene en su apartamento. Algunos la apoyaron y otros más bien se burlaron. En mi caso, no pude evitar sentirme identificada con su malestar, porque también es el mío. Y es mi frustración de todas las semanas.

 

El no tener agua en tu casa es un problema bien “honesto”. La necesitas  para hidratarte, para cocinar, para ducharte, para mantener limpio tu hogar. La necesitas para todo. Y es por eso que, cuando llegamos a momentos críticos en mi casa, pasa lo que menos me gusta que es tener que cargar agua desde el piso de abajo, donde hay un tanque que no surte ningún apartamento.

Imagínense tener que subir 10 o 20 tobos de agua de los grandes varias veces a la semana. Eso me ha generado dolores de espalda. También tengo callos en las manos y dolores que pueden tardar hasta un día en aliviarse. 

 

Además, cuando se acumula la ropa sucia, es obligatorio lavar. Y cuando no hay agua para lavar, o llega solo de noche y de madrugada, cuando estamos todos durmiendo, hemos tenido que ir a lavanderías donde se llega a gastar más de 20 dólares para poder tener la ropa limpia. Para mí eso es inconcebible teniendo una lavadora en mi casa. Pero a veces no podemos usarla y tenemos que recurrir a este método porque falta lo principal, el agua para llenarla.

Ser mujer lo vuelve un reto mayor

Un informe de la ONG Caleidoscopio Humano señalaba que el país atraviesa una grave crisis de agua potable que afecta la salud de niñas y mujeres de manera especial. No puedo estar más de acuerdo con este planteamiento.

Ese informe se basa en un monitoreo y documentación del proyecto Monitor DescaVe y advierte que no disponer de agua suficiente, salubre y accesible incide en la cotidianidad y el desarrollo de todas las personas. Y afecta aún más de forma diferenciada a mujeres y niñas, pues recae sobre nosotras por ser las encargadas del traslado y almacenamiento del agua.

Esos datos me hacen pensar en todas las veces que me ha tocado cargar agua teniendo la menstruación con todo y los dolores de vientre o falta de energía. Pero además, estando en esos días, la higiene es súper importante y es injusto tener que “rendir el agua” haciendo lo que puedes durante ese periodo del mes

 

Normalmente, en esos días, yo prefiero no moverme mucho más que para trabajar, pero he tenido que ir al gimnasio al que acudo diariamente, aun cuando no me siento muy bien, solo para poder darme un buen baño y sentirme limpia. Eso definitivamente es frustrante y humillante para cualquier mujer.

El gobierno sigue engañando

El año pasado, el gobernante Nicolás Maduro se comprometió a recuperar los servicios públicos y lanzó una fecha tope para las mejoras: finales de 2022. 

«He puesto una meta suave: 95 % del servicio de agua tiene que llegar a cada hogar venezolano. Ustedes me responden por esta orden», instó Maduro públicamente a sus ministros. 

 

Pero esas promesas parecen haber quedado en el olvido.  De acuerdo con el reporte anual del Observatorio Social Humanitario, el suministro continuo del agua en Venezuela disminuyó de 30 % a principios de 2022 a 23 % al final del año.

A su vez, un reporte del Observatorio de Gasto Público de Cedice sobre el 2022 indica que solo el 1 % de la población recibe agua de forma continua por sistema de tuberías los siete días de la semana y solo 61 % tiene el servicio cada tres o cuatro días.

Lo cierto es que terminó el año y, ya a mediados del 2023, yo siento que en cuanto al servicio de agua, todo está peor. Y sé que no es solo en mi caso. Las constantes quejas al respecto en redes sociales así lo demuestran.

He escuchado a familiares y conocidos que pasan las mismas penurias. Un habitante del centro de Caracas cuenta que a su edificio entra agua, con suerte, cada 10 días. Por más tobos que tengan para almacenar, es insuficiente para las necesidades de aseo y alimentación de una familia de cuatro personas. Este padre de familia debe acudir a un estacionamiento que queda a tres cuadras de su edificio y adonde el agua llega con más frecuencia. Allí, le cobran hasta  5 bolívares por cada garrafón que llena.

 

En los grupos de trabajo de WhatsApp también he visto a mis colegas mencionar cosas como que tienen que irse a bañar a casa de familiares y amigos (algo que también he tenido que hacer en muchas ocasiones). Otros también tienen que pagar cisternas que pueden costar hasta 60 dólares, pero no todos lo pueden pagar.

La imposibilidad de acceder constantemente a agua de buena calidad viola varios derechos establecidos en la Constitución y otras leyes del país. El derecho al agua y al saneamiento fue reconocido además como un derecho humano desde el año 2010 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.  Pero tal y como lo compruebo a diario, y como lo advirtió un informe que elaboró Provea con el apoyo de la Federación Internacional por los Derechos Humanos, somos millones los venezolanos que padecemos la falta de agua y las alteraciones en la rutina que implica tener que madrugar para llenar los envases, cargarlos desde pisos inferiores o tomas cercanas y hacer maniobras para rendir un líquido indispensable para el día a día.