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Rolando Díaz hace comedia en Venezuela consciente de los riesgos

Rolando Díaz
Luis Miquilena
Hace 1 año
Comediante casi que por accidente, con una licenciatura en física sobre sus hombros, comenzó escribiendo guiones para la radio y hoy ya cuenta con una reputación respetada en el medio
Asegura que es imposible hacer comedia libremente en el país  y hay que estar claros de que hay unas reglas de juego que están ahí, que son crueles e injustas
Nelson Bocaranda, George Harris y Jose Rafael Briceño son algunos de los  personajes con los que le ha tocado trabajar y de quienes tiene muchas lecciones
Considera el mundo de la comedia “innecesariamente hostil” para quienes se aventuran a entrar en él y es por eso que decidió, junto a un gran amigo, Ricardo del Bufalo, comenzar a formar nuevas generaciones de comediantes, con cursos que lo han llevado a formar comediantes a lo largo y ancho de Venezuela

@ldmiquilena

 

Rolando Díaz es comediante, guionista, esposo, papá e hincha del queso parmesano. Así se define este caraqueño quien hoy ya es un nombre respetado y admirado en el mundo de la comedia en Venezuela. También es licenciado en física egresado de la prestigiosa Universidad Simón Bolívar, ubicada en la capital venezolana. Desencantado con sus estudios, consiguió la oportunidad de comenzar a escribir guiones para varios programas radiales con figuras fuertes del medio.

Se ve a sí mismo como una variante extraña entre el “multiverso” de todos los posibles Rolandos, por lo curiosa que fue la manera en la que llegó a donde está: de estudiante de ciencias, a guionista de radio y luego a integrar un grupo de estudiantes que se formaban junto a Bobby Comedia en el stand up. Al principio no estaba muy convencido del tema, pero fueron varias las señales que le dejaron claro que este era el camino a seguir.

Hace apenas unas semanas estrenó su unipersonal “Todo está bien”, un viaje en donde confiesa sentirse cien por ciento satisfecho con el resultado y que define como un viaje bien emocional. Comienza con la risa, típica del stand up, pero también toca temas profundamente personales que logran sacar lágrimas en la audiencia. “Creo que logré algo muy especial con este especial”, confiesa Díaz.

Casi 3 años encerrados cambió muchas cosas en la vida de todos. ¿Qué cambió para ti con el tema de la pandemia?

-Sonará raro, pero creo que no han cambiado tanto las cosas. Cuando comenzó la pandemia pensaba que todo sería diferente una vez que terminara, pero siento que personalmente y como sociedad volvimos a la normalidad bastante rápido. Mi teoría personal es que como venezolanos ya estamos condicionados para olvidar y superar la crisis de turno, no importa que tan grave sea. Todos perdimos en esto, familiares, económicamente y bueno, el encierro con un chamo pequeño fue fuerte.

Y profesionalmente, ¿cuál es el cambio que más valoras?

-El Zoom. Honestamente, es una maravilla moderna. Tener la posibilidad de reunirse con personas en cualquier lugar cambió mi vida profesional para mejor. Para los talleres que dicto fue un “gamechanger”, como dicen. Aunque hoy es más fácil comunicarse a distancia gracias a esta plataforma, es muy difícil superar el poder de sentarse a hablar con otros comediantes para sacar ideas o la magia de un show de comedia en vivo y sé que suena un poco contradictorio.

Venezuela es un país con mucho material para los comediantes hoy en día… ¿Sientes que se puede hacer comedia libremente?

-No. 100% no. Pero eso no significa que no se pueda hacer comedia. Literalmente, hay demasiado material, porque hay cosas que en el fondo uno desearía no tener que hablar de ellas en ese tono. De todo ese material se puede hacer comedia, pero inteligentemente, con cuidado y estando muy consciente de los riesgos. Siempre hay maneras de decir lo que uno quiere decir y que produzca risa, sin meterte en problemas. Cualquier equivocación puede acabar con tu carrera. Puedes terminar preso, exiliado, en la mira del gobierno. Eso lo hace emocionante, pero al mismo tiempo, muy desgastante.

La comedia ha evolucionado y sigue haciéndolo. ¿Cómo valoras esta evolución?

-Ha sido muy rápida esta evolución. La industria de la comedia en nuestro país es algo en constante cambio, por no decir muy convulsionada. Antes todo se trataba de hacer comedia en televisión, ahora el formato cambió con la llegada de las redes sociales. Actualmente, lo peor que te puede pasar es perderle el ritmo a estos cambios, a estos nuevos formatos.

¿Sientes que los comediantes deben tener límites? ¿Hay temas que se deben dejar por fuera?

-Como dijo Andrés Barba en una clase del taller donde lo tuvimos como invitado, la comedia vive en el límite. No se puede hacer buena comedia si no se está en el límite de lo que se puede decir. El talento del comediante es estar pisando siempre esa línea y no salirse completamente hacia el lado de lo inapropiado o inaceptable. Hay temas de los que no se puede hablar irresponsablemente o con flojera. Mientras más denso el tema, más esfuerzo tiene que hacer el comediante.

El año pasado vivimos algo sin precedentes: la cachetada de Smith a Rock… ¿qué pasó allí?

-Para mi lo que vimos fue un comediante que no imaginó que sus chistes pudieran salir mal y un actor que no tenía claro cómo comportarse apropiadamente o cómo manejarlos. Hubo errores de ambas partes.

¿Cómo ves a la generación que viene formándose en relevo y en la cual tienes una fuerte influencia?

-Te confieso que me entusiasma ver a tantos jóvenes interesados en la comedia, en el stand up particularmente. Por un lado, como comediante, porque la disciplina en la que me desarrollé seguirá creciendo y no es una moda que llegó y murió al poco tiempo, como la de vender Herbalife, por citar un ejemplo. Por otro lado, como público de comedia, porque muchos de ellos son MUY pero muy buenos. Me hacen reír genuinamente y me parece que hacen un trabajo increíble.

Es gratificante ver cuando llegan comediantes más jóvenes y hablan de cosas que a ti jamás se te hubieran ocurrido.

¿Te consideras influenciador de tu audiencia, o le huyes a esa palabra?

-No, nunca me he considerado un “influencer”. Ni siquiera en la época de Viral, el show que hacía junto a Kabeto y Ricardo y cuando mis “followers” en Instagram crecían constantemente y la gente me pedía fotos en la calle y ese tipo de cosas. Mi carrera me ha llevado más hacia ser un comediante respetado por otros comediantes, y eso me gusta. Si tuviera que elegir, prefiero ese tipo de prestigio a la fama del influenciador.

Comenzaste a formar comediantes junto a otro gran nombre en la industria, Ricardo Del Búfalo, con una serie de talleres. ¿Qué los impulsó a esto?

-Creo que era la consecuencia natural de la manera en la que Ricardo y yo nos acercamos a la comedia. Él es una persona extremadamente apasionada por la comedia, que la estudia y hasta libros tiene. Yo soy un comediante que ve la comedia de una manera muy organizada, casi algorítmica, creo que en buena parte por mi formación en una carrera científica. Ver la comedia desde estas perspectivas hace que pasemos mucho tiempo analizando chistes y entendiendo por qué dan risa. Viendo la comedia de una manera casi académica. Estos talleres casi que fueron una válvula de escape para toda esa energía nerd de ambos.

Los cursos van dirigidos a una generación que no la ha tenido fácil. ¿Cuál sientes que es tu mayor contribución hacia ellos?

-Hacer la comedia accesible, porque creo que esta industria es innecesariamente hostil para los que quieren entrar en ella. Hay demasiado “gatekeeping”, como dicen los gringos. No solamente el stand up, sino la radio y el trabajo creativo en general. En la comedia se supone que tienes que tener el «talento» para entrar. Tienes que haber hecho algo, pero hay muchos que no hacen nada porque sencillamente no saben cómo hacerlo.

Para mí es importante poder ahorrarle a otras personas todo ese tiempo que yo estuve, como decimos en criollo, meando fuera del perol, al principio de mi carrera.

No cobran por estos cursos ¿Por qué hacerlos gratis? ¿El país, ganas de enseñar, pasar el “testigo” de alguna manera o simplemente evitar la mediocridad en el tema?

-Bueno, la explicación corta es que conseguimos una alianza espectacular con los CVA (Centros Venezolanos Americanos) en toda Venezuela. Siendo el stand up una forma de expresión artística que nació en los Estados Unidos, pudimos ponernos de acuerdo para que estos talleres fueran parte de un proyecto de intercambio cultural. Eso fue una gran victoria para Ricardo y para mí a nivel profesional. Recibimos mensajes de chamos que no tenían los recursos para un cupo en nuestros talleres y quienes estaban súper emocionados por aprender pero que la situación del país no los dejaba. A esos chamos le pudimos llegar con este proyecto y eso ha sido una experiencia increíble.

Rodaste por Venezuela con el taller de escritura humorística durante un tiempo, hasta que el coronavirus tocó la puerta. ¿Cómo fue el cambio de lo presencial a lo virtual?

-Como te comenté al principio, el Zoom cambió todo para mejor. Hoy en día creo que sería difícil retomar de forma presencial estos talleres. En línea todo es más organizado, los recursos visuales son más fáciles de manejar, hay mejores herramientas pedagógicas. Eso sí, hay temas que no deben ser presenciales, la prueba final es uno de ellos. Para probar un chiste, debes hacerlo en público.

Has tenido la oportunidad de salir de Venezuela y presentarte fuera de Venezuela. Cuéntame un poco sobre esto

-Es curioso porque aunque la mayoría de los shows que he tenido afuera han sido con público venezolano, son muy diferentes las sensibilidades. Para ponerte un ejemplo, uno en Venezuela habla de la gente que pasa hambre o de que te secuestraron o apuntaron con un arma, y la gente se ríe muy fácilmente. Se ríen porque te entienden, porque también les ha pasado y porque, al final, es la vida que compartimos y de la que no podemos escapar. Hay un sentimiento de complicidad. Ese mismo chiste en Nueva York o en Miami o en cualquier lugar y la gente no se reirá tanto.

¿Cómo ves el tema de la diáspora?

-Mi sensación sobre eso es que cada día que pasa los venezolanos afuera y los venezolanos en el país se vuelven más y más diferentes. Y a medida que se vuelven más diferentes, por vivir vidas tan distintas, empatizan menos con los otros. Eso, en mi opinión, es triste y peligroso, y se hará más fuerte con el tiempo. Siento que nos estamos convirtiendo en dos tribus diferentes, los que se fueron y los que se quedaron.

Acabas de estrenar el unipersonal “Todo Está Bien”, grabado el año pasado. ¿Qué tal fue la experiencia?

-Bueno, eso fue un logro profesional. “Todo Está Bien” es mi primer show en solitario y la primera vez que grabo un show del cual estoy 100% conforme y satisfecho. En ese show reuní mis mejores chistes. Además mezclé eso con historias más personales, como la muerte de mi papá, que es un tema que necesitaba hablar en la tarima. Obviamente fue difícil entrarle a algo tan duro desde el lado de la comedia, pero creo que conseguí abordarlo de una manera que da risa, y más importante aún, honra la memoria de mi padre. Es un show que te hace reír por una hora y después te da un golpe en el estómago y te saca un par de lágrimas.

Ahondas en lo personal en este especial. ¿Qué te impulsó a contar lo que podría considerarse íntimo, por decirlo de alguna manera?

-Que sabía que iba a dar risa con eso. Cuando uno hace chistes de las cosas que te afectan y te duelen y te importan, hay una energía distinta. La empatía que recibes con lo que estás contando tienen un significado real para ti y te acompañan en el sentimiento que expresas en la tarima. Cuando el público conecta tan fuertemente con lo que dices, puedes lograr mucho.

También creo que a un nivel más egoísta, escribir comedia de mi propia vida es una manera de autoanalizarme, de revisar qué es lo que en el fondo pienso y siento sobre algo que me esté atormentando.

¿Por qué esperaste todo este tiempo para lanzarlo?

-Honestamente, no estaba feliz con detalles de postproducción, como la colorización y el sonido, y estaba tan ocupado en otros asuntos personales que no había querido enfrentar eso. Procrastiné mucho, pero todo lo que digo es tan válido hoy como lo fue hace seis meses que lo grabé.

¿Ser padre te cambió? Cuéntanos cómo.

-Estoy más llorón. Es raro, pero ser papá me convirtió en una persona más emocional. Desde siempre he sido un tipo bastante frío, pero ahora creo que mi manera de ver y sentir la vida ha cambiado totalmente. Al ser padre he tenido alegrías y momentos hermosos como nunca antes, pero también he pasado por momentos extremadamente complicados y dolorosos. Por eso creo que es importante ser padre en un momento donde estás bien, no solo económicamente, sino emocionalmente también.

Paralelo a todo lo que nos has contado ¿En qué anda Rolando en estos días?

-Actualmente ando en los Estados Unidos visitando a la familia de mi esposa y explorando oportunidades académicas. Desde hace unos años estuve involucrado en un proyecto con una universidad estadounidense y apareció la posibilidad de entrar a un doctorado en comunicaciones. Eso es un sueño para mi.

También soy editor de El Fake Post, que es una página de noticias y memes satíricos sobre Venezuela. Es un proyecto del que soy co-fundador y le tengo mucho cariño. Estamos en Twitter, Instagram y TikTok por si quieren seguirnos, valga la cuña… (risas)

Ah, y no sé si lo mencioné, acabo de estrenar mi primer especial unipersonal de stand up en Youtube.

Llego el momento de la pregunta #modomiss ¿cómo perfilas a tu país en unos 5 años?

-No soy optimista. Yo estoy muy desencantado con la política venezolana y hoy en día no creo que haya nadie que le haga frente al gobierno de manera realista. No veo una propuesta realista por ningún lado que pueda generar un cambio.

Venezuela es como una escuela estadounidense en la que cada tres días hay una tragedia, un tiroteo, todos saben cuál es la razón de fondo del problema (el fácil acceso a armas) y saben que eso no va a cambiar. Así que todos terminan optando por hacer pupitres blindados, puertas de plomo o cualquier otro intento absurdo para hacer más manejable la tragedia y haya la menor cantidad de víctimas. Venezuela se siente así, como un control de daños constante.

Danos 3 herramientas que podamos usar a la hora de escribir

-Para empezar, hay que escribir mucho. Escribir las cosas aunque tu sepas que no son buenas. Escribir una página entera de cosas que pueden o no servir. El secreto es que uno tiene que entender que hay una parte de nuestro cerebro que crea y una parte de nuestro cerebro que edita, y son dos procesos totalmente diferentes que con frecuencia se cruzan y sabotean entre sí.

Otra cosa importantísima es trabajar en equipo. En general, todo esfuerzo creativo es mejor en grupo. Eso no significa que no se puedan hacer las cosas en solitario, pero será más lento. Trabajar en grupo hace que todo fluya mejor. Hay algo en nosotros como seres humanos que cambia cuando tienes a otros enfrente. Además los demás nos sacan de nuestra perspectiva personal, nos hacen darnos cuenta de cuando estamos hablando de cosas que están demasiado metidas en nuestro mundo, cosas que el público podría no darles tanta importancia como uno le da.

Y por último, para crear hay que vivir. No hay nada que mate más la creatividad o la espontaneidad que la rutina. El ingenio es una semilla que germina de la experiencia. La materia prima en la que uno trabaja como creativo es la vida misma, todas esas cosas que uno ve o escucha y te llaman la atención.

Taller de escritura humorística de Rolando Díaz y Ricardo Del Bufalo

Taller de escritura humorística de Rolando Díaz y Ricardo Del Bufalo

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