El cocinero de Putin - Runrun
Orlando Viera-Blanco Jun 27, 2023 | Actualizado hace 2 meses
El cocinero de Putin
Putin se hizo temible a cuenta de presumir. Al decir de Kissinger, el mundo prefirió hacer sus propios cálculos que desafiar al Bolshói ruso

 

@ovierablanco

No sabemos cuál será el destino final de Vladimir Putin. Impredecible. Pero lo que es cierto es que su gobierno vivió la peor crisis política que ha enfrentado el mandatario ruso en sus 23 años en el poder. Peor, puso al descubierto una fragilidad que muchos la consideraban a prueba de balas. Y bastaron unas arengas de un exvendedor de hot dogs y luego “enchufado chef” [ahora mandamás de Wagner], para poner de carreras a la élite rusa.

La cofradía Wagner

El grupo Wagner es una organización paramilitar de origen ruso. Una corporación militar privada señalada como una red de mercenarios o un ejército prêt a porter de facto del presidente ruso Vladimir Putin. No existe oficialmente en Rusia por estar prohibida la conformación de grupos de defensa paramilitares. Varias fuentes lo vinculan al neonazismo y a la extrema derecha.

El grupo obtuvo reconocimiento internacional durante la guerra del Dombás en Ucrania [2014-2015], asistiendo a fuerzas separatistas de las autodeclaradas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Sus contratistas han sido parte de conflictos alrededor del mundo, incluyendo guerras civiles de Siria, Centroáfrica y Mali, luchando junto con fuerzas del gobierno ruso. El nombre de la compañía lo eligió Utkin [cofundador nacido en la Ucrania exsoviética] por su pasión al Tercer Reich.

La rebelión del grupo Wagner contra las fuerzas armadas leales al gobierno de Putin se desarrolló en medio de su incursión “como una entidad militar privada de origen ruso” en la guerra contra Ucrania.  El líder de Wagner, Yevgueni Prigozhin, un exconvicto por robo, vendedor de salchichas, convertido en magnate de restaurantes en los 90 y luego cocinero de Putin, cuestionó al ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, por dejarlos a la retaguardia de las FF. AA. y favorecer intereses de élites rusas embriagadas de corrupción. 

La denuncia del cofundador de Wagner puso a temblar el centro de poder de Moscú. En una alocución televisada Putin lo tildó de “traición” y prometió erradicar la rebelión… Pero a menos de 24 horas del levantamiento, Progozhin negoció su retirada con el presidente bielorruso Alexander Lukashenko. 

La amenaza duró poco. Pero, no por “folclórica y tísica”, causó graves daños al régimen de Putin:

  1. Su gobierno no tiene la fortaleza ni la estabilidad que exhibe;
  2. Demuestra blandura, amenazando con graves castigos primero, e indultando después, en minutos;
  3. Desmoraliza a las FF. AA. rusas, dejándolas acéfalas de autoridad, liderazgo y dirección;
  4. Evidencia que están perdidos en Ucrania;
  5. Deja un gravísimo precedente de falta de autoridad, valentía y firmeza;
  6. 000 mercenarios fueron capaces de poner de rodillas a las FF. AA. leales al gobierno de Putin y sus adláteres;
  7. Queda claro que el pueblo ruso no está con Putin;
  8. El ganador fue el pueblo de Ucrania, Zelensky, más Wagner, Progozhin ¡y CNN…!;
  9. El gran perdedor: Putin y sus temblorosos camaradas.
  10. Nadie hubiese imaginado a un Putin leyendo -literalmente- un comunicado con retina pálida [nunca lee], huyendo hacia atrás…

Wagner en el mundo y en Venezuela

Organizaciones civiles acusan al grupo Wagner de haber realizado ejecuciones masivas y saqueos en Ucrania. Un corresponsal de guerra dijo “que los rusos tenían su propia orquesta en Ucrania”. 

A finales de 2019, la agencia de noticias Reuters reportó la presencia de miembros del grupo Wagner durante la crisis presidencial que se estaba desarrollando en Venezuela. “El objetivo de los mercenarios era reforzar la seguridad del presidente Maduro frente a las protestas de la oposición, tras la proclamación de Juan Guaidó como presidente interino” […] Serguéi Lavrov -canciller ruso- criticó la injerencia extranjera en el asunto y declaró que “esto podría derivar en una catástrofe e incluso en derramamiento de sangre». ¿Injerencia de quién, nos preguntamos?

De la mustia diplomacia occidental al héroe Zelensky

Cuando Vladimir Putin ordenó invadir Ucrania en febrero del 2022, los “entendidos” vaticinaban una rápida victoria del ejército rojo.  Rápidamente la región del Dombás cayó bajo dominio del ejército ruso y sus avances -rodeando a Kiev- lucían incontenibles… Vladimir Putin lanzó una ofensiva cobarde, ventajista, en contra de un pueblo indefenso. Atacó zonas residenciales incluyendo iglesias, refugios y hospitales. No contento con esa agresión, amenazó al mundo con una guerra nuclear…

Las democracias del planeta, Europa atlántica y Occidente todo, elevaron su voz en apoyo a Zelensky y al pueblo ucraniano. Pero realmente lo dejaban solo, como él lo denunció… La voz de la OTAN y UE se escuchó tibia, cautelosa y calculadora. Una narrativa comedida. El precedente de Crimea había dejado una impronta de fortaleza de los cuadros armados rusos. Un jaque mate contra el territorio ucraniano que se reeditaba. Pero los tiempos fueron disipando jactancias.

El ejército ruso –de imagen imbatible y pertrechado de misiles nucleares– poco a poco convirtió a Putin en un monstruo indómito que se fue desinflando. Año y medio más tarde –y ni transcurridas 24 horas de la amenaza del cocinero de Putin– es obligado a leer indultos, negociar y declarar sin corbata y sin mirada aguileña. Zelensky –un desconocido comediante y político ucraniano– un celebro-debutante vestido de campaña y barba trasnochada, estrecha mano con unas autoridades de la OTAN y la Unión Europea, tímidas, a cuenta gotas.

El servidor del pueblo

El servidor del pueblo

En un gesto de diplomacia mustia, macilenta, pálida, aparecen las fotos de algunos parlamentarios y presidentes de grandes potencias, expresando su apoyo al joven presidente ucraniano. En la medida que los tanques de Putin se fundían en el camino, países como Canadá, EE. UU., Alemania o Reino Unido se abrían con envíos de equipos de defensa militar o expresiones de solidaridad…

El fiscal Karin Khan, de la CPI, se apareció en Kiev, verificó crímenes de guerra y de lesa humanidad, y ordenó “en segundos” la captura a Putin et all… Soldados rusos comenzaron a huir y desertar. Sus pelotones fueron obligados a retroceder y no pudieron tomar Kiev.

No lo digo yo, lo advirtió Henry Kissinger

La anemia diplomática de Occidente frente a la agresión de Putin, o al atlantismo renovado de visión confrontativa hipócrita [Enrique Gomáriz dixit] lo asomó un hombre que llegó el mes pasado a un siglo de vida, Henry Kissinger. Advirtió: “Asistimos a una guerra de desgaste en la que Ucrania no puede ganar y Rusia no puede perder”.

Pero el derrotado ha sido un Putin que tuvo que recurrir a mercenarios, que hoy lo ridiculizan y pusieron a correr. La afirmación de Kissinger cobra relevancia cuando a modo de denuncia –hoy lo sabemos– alertó: “Los europeos están diciendo: ‘No queremos a Ucrania en la OTAN, porque es demasiado arriesgado. Y, por lo tanto, los armaremos y les daremos las armas más avanzadas’. ¡¿Y cómo esperan que eso funcione?!”. En este sentido agregó que en una eventual conversación con el presidente ruso Vladimir Putin, le diría que “Rusia también está más segura con Ucrania en la OTAN”. En otras palabras, que Ucrania se defienda sola. Solo entramos si toca nuestro patio…

Explicó Kissinger su razonamiento: “Ahora hemos armado a Ucrania hasta el punto en que será el país mejor armado y con el liderazgo con menos experiencia estratégica en Europa. Si la guerra termina, como probablemente terminará, con Rusia perdiendo muchas de sus ganancias, pero conservando Sebastopol [la principal ciudad de la península de Crimea], es posible que tengamos una Rusia insatisfecha, pero también una Ucrania insatisfecha; en otras palabras, un balance de insatisfacción. Entonces, para la seguridad de Europa [y de Rusia], es mejor tener a Ucrania en la OTAN, donde no puede tomar decisiones nacionales sobre reclamos territoriales”. Kissinger consideró que Ucrania fuera de la OTAN presentaría el peligro de “un estado solitario que solo cuida de sí mismo”.

Kissinger puso el dedo en la herida: mientras dejemos a los Estados solitarios los aprendices de dictadores ocuparán territorios, cometerán crímenes de agresión, guerra y lesa humanidad, hasta verlos llegar a nuestras orillas, acompañados de cocineros hechos mercenarios… ¿Podía haberse definido antes la entrada de Ucrania a la OTAN? ¿Estábamos en presencia realmente de un hombre fuerte capaz de desaparecer el planeta?

Pongan sus bardas en remojo

Hoy Putin ha sido desnudado frente al mundo en minutos. Su fuerza en Moscú queda sensiblemente cuestionada con unas FF. AA. “leales” desmoralizadas y una coalición dominante debilitada.

No creo que fuese una purga inducida por Putin. Como respondió Teodoro Petkoff a un periodista que afirmó que el 11A-2002 fue un guion diseñado por Chávez y Cuba: “no estamos ahora para cuentos de ciencia ficción”. Putin se hizo temible a cuenta de alardear y presumir. Y al decir de Kissinger, el mundo prefirió hacer sus propios cálculos que desafiar al Bolshói ruso. Otro cuento hubiese sido una oferta única de sangre, sudor y lágrimas como la del primer ministro inglés, Winston Churchill… Dictadores entonces, poned sus bardas en remojo. Lo que hoy sucede en Rusia no acaba con la fractura de un Policía malo. Es la ruina de un modelo de poder que no justifica hacerse perdurable a cuenta de represión, coacción y criminalidad. 

Termino citando esta sentencia de Enrique Gomáriz en su ensayo Henry Kissinger tenía razón: “Es falsa la orientación que predomina en los medios de comunicación occidentales que trata de mostrar como algo sorprendente el carácter autócrata del Gobierno de Putin, la capacidad militar de Rusia o la decisión de la OTAN de no intervenir militarmente en un país que no forma parte de la Alianza Atlántica. Todo eso es cierto, pero no constituye sorpresa alguna. Esa orientación mediática no es otra cosa que producto de la necesidad de desinformar a la opinión pública, que buscan los contendientes en cualquier conflicto geopolítico”.

Preferir o no la guerra fría en tiempos de cocineros mercenarios, esa es la cuestión… 

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