La dignidad de irse a tiempo - Runrun
Armando Martini Pietri Ene 28, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La dignidad de irse a tiempo

@ArmandoMartini

La dignidad es definida como cualidad de ser responsable, tener respeto hacia uno mismo y los demás, no permitiendo que otros nos degraden. Esta virtud moral nos lleva a reflexiones sobre la naturaleza humana, límites de la libertad y amistad. A lo largo de la historia, muchos escritores y pensadores han tratado este concepto. ¡La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos! Aristóteles.

Dejan la carrera dos grandes líderes, dos enormes estadistas: el uruguayo José “Pepe” Mujica y la alemana Ángela Merkel. Lo hacen tras una inmensa y dilatada carrera de confrontación en defensa, cuido, guarda y custodia de la democracia.

Pepe Mujica, el izquierdista honesto

Persecución y cárcel para “Pepe” Mujica. Héroe de la política civil contra la represión militar, se ganó el respeto ciudadano tras hacer un Gobierno de escasas audacias, pero reconfortante ante las tiranías sudamericanas, heredero de la furia montonera y brutal respuesta que a finales del siglo XX arremetió en el cono sur.

Presidente peculiar, diferente a los estilos de privilegios y fortuna injustificada, habituales en Latinoamérica. Residente en su pequeña granja de la cual estaba orgulloso, defensor de su tradicional Volkswagen azul que conducía él mism, adecuado a su baja estatura. Fue el más demócrata y respetuoso de los mandatarios izquierdistas en la región si lo comparamos con Chávez como el extremo izquierdo, Lula Da Silva el gran equilibrista y el colombiano Santos traidor a sus orígenes y aprovechador del cansancio de la narcoguerrilla, hoy pretendiente de la silla en la OEA que ocupa otro uruguayo.

Pepe y su simpático característico dialogar, en sus palabras de despedida del Senado uruguayo, no pudo evitar destacar las torturas que sufrió como las que sobrellevan los demócratas en las tiranías, y su perseverancia en defensa de sus principios. Con todos sus defectos, en su momento regañó a Chávez cuando el jalabolismo y la adulación estaban de moda.

Innegablemente ha escrito una historia personal llena de dignidad, decencia y decoro. Se puede no estar de acuerdo, pero hay que admirar su constancia, coraje, sobriedad y empeño en sostener sus motivaciones.

Se retira como llegó, con modestia y pragmatismo, reconociendo que la pandemia le impide ejercer la política donde debe practicarse: en la calle, cara a cara con la gente. Lo saca del camino el virus implacable, pero, sobre todo, las medidas impuestas para controlar la pandemia, que no han podido evitar millones de contagiados y cientos de miles de muertos en el mundo. Por cierto, cuando las vacunas empiezan a explorar soluciones -sin tomar en cuenta milagros que se le atribuyen a un remedio que ya fracasó en otros países-, otros insignificantes ponen a José Gregorio Hernández como bandera para aprovechar su popularidad y beatificación.

José “Pepe” Mujica, ejemplo vivo de que la izquierda tiene rarísimas excepciones que no son tiranía, represión y torpeza que con terquedad obsesiva defienden e imponen la apolillada Cuba castrista, el incompetente y embustero madurismo, que pierden popularidad y respeto justo donde Pepe recuerda debe ejercerse la política: en las calles y con la gente.

Merkel, la gigante de Europa

Sucedió en la lejana Alemania. La mujer más poderosa del mundo, según la revista Forbes, es vecina de un apartamento como cualquier ciudadano común, en el que vive antes de ser elegida canciller. No es propietaria de una villa, sirvientes, piscinas y jardines; no compró bienes raíces, autos, yates o aviones. Deja su puesto después de 18 años y no se cambió la ropa vieja. Como nota curiosa, le preguntaron alguna vez: notamos que su traje se repite, ¿no tiene otro? Y ella respondió con sencillez y buena costumbre: “Soy empleada del gobierno, no una modelo”.

Durante su periodo público de liderazgo y autoridad, no se registraron transgresiones en su contra. Nunca afirmó ser hacedora de glorias. No dijo tonterías, menos pendejadas. Se aferró rigurosa a la verdad. Y jamás doblegó sus principios. 

En Alemania, país de Europa occidental con dos milenios de historia y sitios históricos relacionados con la Segunda Guerra Mundial, deja su posición de Merkel en medio de una reacción ciudadana inédita en la historia. La ciudadanía espontáneamente se asomó a los balcones de sus hogares para vitorearla y elogiarla durante largos minutos continuos de entusiastas aplausos. La República Federal de Alemania, Bundesrepublik Deutschland, se mantuvo como un solo cuerpo despidiéndose de la líder, de la estadista. De una física química que no se dejó tentar por el laurel y la gloria del poder. Esta fue la canciller de la mayor economía de Europa.

Ángela Merkel, elegida para gobernar y dirigir, lo hizo dignamente, con auctoritas durante casi dos décadas, atiborrada de respeto, reconocimiento, coherencia, habilidad, dedicación, competencia y sinceridad.

Apodada «La Dama del Mundo», entrega con extensa conformidad, demostrando ser una líder auténtica, natural, franca, sin aspavientos, capaz de reconocer errores y rectificar. Invalorable ejemplo para el mundo.

En Venezuela demasiados vociferan presentándose como grandes dirigentes, grandiosos líderes y hasta tienen la osadía de creerse estadistas. Cuando, en realidad, son bufones politiqueros que ni siquiera poseen la dignidad de irse.

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