Contigo aprendí - Runrun
Julio Castillo Sagarzazu Ene 05, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Contigo aprendí

Armando Manzanero, autor de Contigo aprendí. Foto Mark Anthony en Twitter 

@juliocasagar

Todos hemos aprendido algo de Armando Manzanero. No hay una sola de sus canciones que no nos interpele el alma y haga vernos dibujados en algunos de los pasajes que ellas que narran. Esas letras elocuentes han estado siempre acompañadas de una melodía que se nos mete por todos los poros de la piel hasta llegar al alma.

Manzanero nos convenció de que la semana podía tener más de siete días y que podíamos ver la luz del otro lado de la luna. Lo logró con el poder invencible de la música que es la manera como Dios remendó el capote del inmenso zaperoco bíblico de la Torre de Babel.

Podemos hablar miles de lenguas, pero el Canon de Pachelbel, El Ave María de Schubert, el Yesterday de Los Beatles, los acordes de la Marsellesa, Adoro del maestro, La Quinta Anauco de Aldemaro, la Ansiedad de Chelique, el Caballo viejo del tío Simón y el Duérmete mi niño, el himno nacional con el que nuestras madres y abuelas arrullan a los niños venezolanos, siempre harán que reconozcamos que, en el fondo, somos una misma especie capaz de emocionarse con las mismas cosas.

La música zurce con hilos invisibles los jirones rotos de las sociedades; hace colchas con los retazos en que a veces se rompen los pueblos. Por eso las partidas de Manzanero, de Víctor Cuica, de María Rivas, de Sandy, de Tito Rojas, de John Lennon, de Aldemaro Romero y del tío Simón, nos duelen como si hubiésemos tenido su sangre. Aunque, en el fondo, quizás la hayamos tenido cuando escuchamos sus creaciones.

No es por azar que las naciones tienen himnos, los ejércitos bandas de guerra; que cuando cumplimos años nos cantan el cumpleaños feliz; que cuando nacemos nos cantan nanas para dormir y que las iglesias tienen coros para cumplir con aquello que decía San Agustín (quien canta, ora dos veces)

Los artistas, y en particular los músicos, suelen interpretar con sus canciones y sus temas las realidades que les ha tocado vivir. En Venezuela, cuando marchamos cantamos y voceamos consignas, es una manera de sentirnos unidos, de comunicar fuerzas.

Una canción puede convertirse en un catalizador, en un revulsivo, un detonante para sumar voluntades. Quizás el más icónico de estos casos sea el que representó, durante el risorgimento italiano, el coro de los esclavos interpretando el “va pensiero”… (”Un pensamiento volando sobre las alas doradas de la nostalgia”) en el Nabucco de Verdi. Esta canción se convirtió en una especie de segundo himno nacional y en el referente de la unidad y libertad de Italia. Pocos saben que VERDI es el acrónimo de “Vittorio Emanuele, Re de Italia”. Dicen que el ánimo que esta canción insufló en el espíritu de los italianos fue decisivo en la concreción de esa Italia unida.

Quién no recuerda también la más emocionante de las interpretaciones de La Marsellesa que se han visto en un filme, cuando, en el bar de Casablanca, decenas de franceses ahogan el canto de los oficiales nazis con su himno nacional, desafiando los peligros que aquello suponía. Es una de mis escenas favoritas de todo el cine que he visto y una muestra irrebatible del poder de la música para unir a la gente en una causa.

Ojalá que en Venezuela tomemos prestado de estos ejemplos. Del papel inusitado y mágico que puede tener el arte, la música y el espíritu sublimado para unir voluntades.

Nuestros artistas se han unido ayer muchas veces para luchar por la democracia y en estos días aciagos también. Necesitamos reeditar esas experiencias y llenar el vacío que, a veces, el liderazgo político no puede colmar para, de esa manera, articular sinergias que nos hagan llegar hasta donde solos no podríamos.

Estamos seguros de que este año todos esos seres humanos extraordinarios que nos dejaron en los últimos días: Manzanero, Sandy, Tito Rojas, Víctor Cuica y antes María Rivas y Aldemaro Romero, puedan armar un buen guateque en el cielo y enviarnos sus buenas vibras a esta tierra de gracia.

Contigo aprendimos maestro.

¡No deje de enseñarnos!

Armando Manzanero en Viña del Mar, video en duna.cl

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