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Precios en dólares y salarios en bolívares

@juliocasagar

La mano invisible del mercado del régimen tiene mal de Parkinson. Tiembla, es errática. Unos días amanece abriéndose, otra se cierra como un puño totalitario. La razón de estas intermitencias es que, al igual que en la enfermedad, mueren neuronas en el cerebro que impiden que las secreciones hormonales sean normales.

Henos aquí hoy con una vuelta a los males de hace dos años. El disparate de medidas económicas que ha llevado a la hiperinflación de los últimos meses les lleva a vender el sofá y descubrir al mismo culpable de la época del desabastecimiento, el bachaqueo y la especulación. Una vez más son los empresarios inescrupulosos los responsables de que las cosas suban de precios todos los días. Y tienen lugar nuevas ocupaciones de fábricas y controles de las cadenas de producción y comercialización.

A veces llegamos a pensar que se trata de medidas tomadas por inadvertencia, por piratería, por incompetencia y cuando lo hacemos no nos falta la razón. Pero hay que decir que la destrucción del aparato productivo no fue solo piratería, fue una política calculada por Chávez para arrasar a la “burguesía malinche” que podía sacarlo del poder. Su cuenta fue clara. Se dijo, voy a aniquilar la burguesía arruinando sus negocios y crearé una nueva. Así dijo entonces, en su libro del Génesis particular, “hágase una nueva burguesía” y apareció la boliburgesía.

Esta casta, a diferencia, de las familias y las elites que gobernaron nuestra economía desde hace muchos años que se formaron y prepararon nuevas generaciones para capitanear los barcos de sus empresas, vino a abordar esos navíos con la patente de corso que les dio Chávez, sin conocer ni una jota de los negocios que tomaban.

Hay que anotar que Chávez, en la mitomanía del poder que ejercía, tampoco pensaba que les eran necesarios. Recordemos que él compró la idea del peronista y fascista de Ceresole, según la cual para gobernar solo bastaba la fórmula, CAUDILLO, PUEBLO Y EJÉRCITO, pero no cabe duda que el know how de los negocios y, sobre todo, de los negocios turbios debía obtenerlo de personajes como de los que se rodeó. Muchos de los cuales, hay que decirlo, fueron sumos sacerdotes de la libre empresa y banqueros avezados en la IV República.

Chávez pensaba que no necesitaría a esta boliburgesía sino como compañero de ruta hasta que ellos mismos aprendieran la ruta tortuosa del dinero. Pensaba que con el petróleo a 120 dólares podía comprar a los chinos y colombianos todas las baratijas que se le antojara, aunque la economía nacional no produjera nada.

Pues bien, Chávez se lanzó su aventura de destruir el aparato productivo con esa finalidad política que hemos anotado y comenzó a ocurrir lo inevitable. El petróleo bajó de precio, el despilfarro y la corrupción se comieron las pocas reservas que teníamos y en esas condiciones hereda a Maduro este “saco de alacranes”, como muy bien definió el general Muller Rojas al gobierno de aquel entonces.

La vida y la mano invisible del mercado fue dándole bofetadas a Nicolás Maduro hasta que se produce la comunión con una rueda de molino de su parte al afirmar que “gracias a Dios existía la dolarización” porque eso estaba resolviendo muchos problemas del país.

No faltó quien vio en aquella afirmación y en la conducta del régimen, señales de contrición y la asunción de un viraje que era necesario. El país se llenó de productos y cachivaches importados, las remesas ayudaban a las familias y en eso llegó el coronavirus y las sanciones y, como Fidel en el son de Carlos Puebla, “mandaron a parar”.

El régimen da un nuevo giro de su política económica y nos regresa a los controles de precios y a los aumentos con dinero inorgánico de sueldos y salarios.

¿Por qué se arriesga? La respuesta es sencilla. El régimen no puede evitar lo que se le viene encima con la falta de combustible, con la crisis de la COVID-19 (a mediados de mayo dicen los expertos que viene lo peor), con el descontento popular y ha resuelto moverse en un doble escenario.

Por una parte, va a intensificar el control social dando mano suelta a los colectivos en el tema del orden público y en la prevención de protestas y, por el otro, va a jugar cuadro cerrado con su gente, con su lecho de roca, con su 12 % de leales a todo precio.

Es en ese marco hay que entender el cierre de Caracas con contenedores y la ocupación de empresas para garantizarse insumos para las cajas CLAP.

¿Piensa usted, amigo lector, que estas acciones son medidas para avanzar? ¿Quieren decir que Maduro está más fuerte?

Pues no, son medidas de miedo, se parecen mucho a la mudanza de Hitler para el búnker.

Ya el régimen no tiene la fuerza para convencer, solo le queda atrincherarse.

Es una apuesta peligrosa, tan peligrosa que se la ha jugado como a Rosalinda. No todos los días un régimen se puede dar el lujo de fijar precios en dólares y salarios en bolívares.

La mejor imagen plástica para describir lo que anotamos es un régimen montado en un barril de pólvora, cada cierto tiempo alguien baja, apaga la mecha y evita el estallido inminente, con eso ganan unos días, lo que no pueden evitar es que la mecha sea cada vez más corta.

 

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