La decisión de Alemania de parar la puesta en marcha del gasoducto del Báltico NordStream 2 es trascendental
La decisión de Alemania –tomada por el Canciller Olaf Schulz– de parar la puesta en marcha del gasoducto del Báltico NordStream 2, entre Rusia y Alemania, es trascendental.
En primer lugar, no deja duda de que Alemania se identifica y quiere mantener sus lazos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, o sea los países democráticos del Occidente. Y que no quiere casarse con Rusia.
En segundo lugar, Alemania condena la invasión y la intención de adueñarse de Ucrania por parte de Vladimir Putin.
Al mismo tiempo, Alemania también decidió eliminar gradualmente, al igual que muchos otros países desarrollados, los gases tóxicos producidos por el gas fósil, en su caso el gas ruso.
Este gas, de alto contenido de dióxido de carbono, es más nocivo que el carbón y causa el efecto invernadero, dañando la atmósfera. Es responsable de los crecientes estragos mundiales como ciclones, huracanes, inundaciones, incendios forestales y otros desastres climáticos y ecológicos.
Estas decisiones no han sido fáciles porque Alemania recibe de Rusia el 65.2 por ciento del gas que necesita para su pueblo y sus industrias. Y el gasoducto NordStream 2 terminaría por llenar las necesidades energéticas de Alemania; además impulsaría su expansión económica, que ya la hace merecedora del tercer lugar como potencia comercial en escala mundial
Una virtual alianza ruso-alemana crearía un formidable nuevo bloque económico que amenazaría el liderazgo comercial de los Estados Unidos y sus aliados europeos hasta el pujante crecimiento comercial y expansionismo de China.
Esta decisión afecta la economía rusa, cuyas entradas dependen en sus dos terceras partes de las ventas de su gas y petróleo. Sin embargo, los países de Europa que dependen del gas ruso –Checoslovaquia 100 %, Hungría 95 %, Alemania 65.2 %, Italia el 43.3 %, Francia el 17 % y España el 10.4 %– también serían seriamente afectados por un recorte del suministro de parte de Moscú.
Como en todos los enfrentamientos bélicos de la historia, el factor económico juega un papel primordial. Ucrania destaca como la mayor suplidora de granos y productos agrícolas de Rusia. En cuanto a la geopolítica, Putin sigue soñando con el resurgimiento de una Unión Soviética que domine el norte del continente asiático.
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