María Elena Arcia Paschen, autor en Runrun

Nostalgia por el regreso, por María Elena Arcia Paschen

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Y se quedaron solos el cuatro y la partitura. No tenían a nadie que los hiciera producir esas bellísimas melodías que en el pasado habían deleitado a tantos. Todos se habían ido. Huyendo del desconcierto, de la asfixia que generaba no saber hacia donde dirigirse, incapaces de fluir conjuntamente con las circunstancias o de influir en esa sociedad desmoralizada y vacía, cada vez más agónica, que envejecía lentamente. Hubieran podido propinarle nuevas energías que le hicieran brotar esperanzas y no lo hicieron.

Tantos ratos maravillosos que nos habían dado y ahora yacían inermes en un cuartico tristes y sin vida, sólo recordando ese pasado glorioso que tantas satisfacciones y aplausos les habían regalado y que los habían elevado a niveles para ellos inesperados.

Recorrieron el mundo, se subieron a las mejores tarimas, fueron parte de maravillosos espectáculos en los cuales se dieron a conocer conjuntamente con el virtuosismo de quienes fueron, durante muchos años, sus dueños y compañero de proyectos.  Fueron ovacionados una y mil veces haciendo estallar en llanto a quienes, lejos de su patria, podían sentir su música tan cerca como si nunca hubieren partido  de ella y con ésto se les devolvía la sonrisa extraviada.

Ese cuatro sonoro, de fina madera caroreña, con la afinación tan peculiar de cam-bur-pin-ton, que de niños les provocaba tocarlo, rasgar sus cuerdas aunque sólo fuera para obtener un sonido desastroso pero que en sus memorias evocaba momentos muy gratos, lloraba hoy de tristeza y le rogaba a las notas que cubrían la gastada partitura que lo abrazaran para enjugar las lágrimas que le producía la partida de sus compañeros de viajes y vida.

“Nos dejaron solos, nos abandonaron”- los escuchabas murmurar cuando te acercabas a ese pequeño depósito del sótano de la casa. “Entendemos que se hayan ido en busca de nuevos horizontes pero ¿porqué no nos llevaron con ellos?” Esa pregunta se la hacían y no encontraban respuesta que pudiera mitigar el dolor de la ausencia.

Muchas veces se les podía escuchar desde lejos lamentarse con tristeza: “Tenemos la capacidad para adaptarnos a vivir en otras latitudes, incluso podemos aprender otros idiomas y melodías que nos permitan integrarnos en sus nuevas vidas” Pero no había quien pudiera explicar el abandono, estaban ya muy lejos y cada día más distantes e indiferentes.

Ese cuatro que entonó tantos veces el “cumpleaños feliz” en aquellas piñatas de la infancia, el “compadre pancho” de su niñez y que luego creció para enseñarles que era tan versátil que podía componer unas melodías ricas en armonías como cualquier instrumento orquestal y que tenía la virtud de haberse transformado, con el pasar de los siglos, desde la época del renacimiento español  hasta nuestros días, siendo hoy en el instrumento mas representativo de nuestra cultura musical.

Ese cuatro se quedó solo, acompañado únicamente por las amarillentas hojas de la partitura de a “A tu regreso” que tarareaban antes de irse: “A tu regreso traerás aquel pedazo de algo que estuvo ayer, tumbando mangos como a las tres, chupando caña y robando miel. A tu regreso traerás aquí lo que llevaste dentro de ti, la luna llena como un melón y de la vida nuestra razón”

Y todavía hoy, aún cuando ya han transcurrido varios años de esa triste despedida, siguen esperando que regresen y les devuelvan la alegría perdida y luego juntos puedan llenar de bellas melodías los espacios y las vidas de quienes también decidan volver.

 

@malarcia

Ago 19, 2017 | Actualizado hace 7 años
Primero lo primero, por María Elena Arcia Paschen

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En los últimos meses la turbulencia del momento político y la extrema sensibilidad originada por las circunstancias de la vida diaria aunadas a la conflictividad general han hecho estragos personales en muchos de nosotros hasta el punto, en mi caso personal, de encontrar severamente autolimitada no la producción de ideas sino la forma de expresarlas en el intento de no irritar.

Pero resulta que en esa  decisión «involuntaria» únicamente he logrado mantener amarradas  con cuerdas muy apretadas opiniones, comentarios, visiones, que en estricto apego a la libertad de expresión no son sino sólo eso, manifestaciones personales de mi posición en un momento concreto frente a hechos específicos, que pueden o no cambiar pero que son la fotografía de un instante.

Resulta que fui víctima de mi propia autocensura, de lo que me arrepiento enormemente. Mi intención nunca ha sido satisfacer a todo el  público ni agradar a la galería sino tratar de pensar e inducir a otros a pensar «out of the box», cosa que en estos días no sólo es indispensable sino que diría yo obligatorio si tratamos de buscar soluciones a la situación actual que, como pareciera estarse comprobando, por el «método tradicional» no se han encontrado.

Lamentablemente lo único estable en estos momentos en el mundo es el conflicto, entonces es desde el conflicto que estamos obligados a pensar soluciones y crear.

La innovación en el último milenio ha sido impulsada por el conflicto, no por gente filosofando en oficinas de paredes blancas, citando al historiador escocés  Niall Ferguson profesor en Harvard, Stanford y Oxford, sino por la gente que está buscando soluciones a sus problemas diarios procurando mejorar la calidad de vida. Esto me ha obligado a pensar ¿que es lo primero, recuperar la democracia extraviada o mejorar la calidad de la vida de la gente? Pregunta que seguramente nos podría plantear un enorme conflicto ético, pero que en mi opinión personal nos obliga a escoger entre 2 valores no excluyentes en el largo plazo: ¿para tener democracia necesitamos estabilidad o necesitamos estabilidad para tener democracia?

Esta no tan pequeña disyuntiva pudiera tener una fuerza indescriptible para generar grandes cambios por lo que el orden en  el cual las manejemos será crucial y aquí es donde me propongo hacer un planteamiento, que seguramente para algunos será peor que «escandaloso» sobre el cual he estado reflexionando ya que significa un cambio de paradigmas en la forma de enfrentar el conflicto que estamos viviendo.

Dejemos atrás el esfuerzo en buscar la salida ante tempus de quienes nos gobiernan -mas de facto que de jure – y propongamos una cruzada común para solucionar los problemas de la gente lo que pudiera permitir lograr los siguientes resultados:  1. Demostrar que nos importan más las personas que nuestras posturas ideológicas, resentimientos, heridas, etc 2. Iniciar un proceso de alianzas estratégicas (todos somos necesarios) para buscar soluciones concretas a asuntos económicos y sosciales de extrema sensibilidad. 3. Empezar un desmontaje progresivo de la intolerancia, el odio y de la superioridad moral de unos sobre otros. 4. Mejorar la precaria situación económica y social de la mayoría que clama porque nos ocupemos de ellos. 5. Reorientar las energías y esfuerzos comunes- no ya a atacarnos y defendernos políticamente- sino a buscar puntos de encuentro que nos permitan reentablar la comunicación perdida que tanto daño nos ha hecho como sociedad, algo así como un «alto al fuego». Obviamente este proceso requeriría de compromisos paralelos para ir desandando de forma progresiva, entre otras cosas, posturas radicales, acciones «extra legem», muestras de intolerancia teniendo como norte el reencuentro por el bienestar de todos.

En este conflicto no hay ni pueden haber vencedores ni vencidos y ésto es algo que debemos entender y pregonar y con ésto no quiero decir que vamos impedir que la justicia actúe, sin embargo  tendremos que ser muy cautelosos para evitar convertirnos en vergudos justicieros y alejar la reconstrucción…

Si nos centramos en atender las necesidades de la población de forma CONJUNTA pudiéramos reengranarnos como sociedad, reconociendo nuestras diferencias, admitiendo nuestros errores, y de esta forma ir sembrando las bases para poder reconstruir el país recuperando los valores democráticos extraviados. Es el momento de la realpolitik de los ciudadanos en las regiones, estados y municipios del país que habitan y sufren, allí deben enfocarse entonces nuestros esfuerzos!

 

@malarcia

Jun 04, 2017 | Actualizado hace 7 años
Esto va a pasar, por María Elena Arcia

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El título de esta nota corresponde a una canción que, el poeta, compositor y novelista Chico Buarque, curiosamente escribió en los últimos años de la dictadura que vivió Brasil durante 20 años, estando convencido, como yo lo estoy hoy, que aquello iba a pasar. Dando ésto por sentado, sin que signifique dejar de hacer lo que sea necesario para ello afuera en la calle y adentro en los salones, habrá entonces que empezar a preocuparse por el mañana para proponer ideas y acciones que nos permitan transitar hacia un país sin conflictividad que pueda llevarnos a desarrollar una sociedad donde prevalezca la civilidad y el progreso y sea posible la gobernanza.

Obviamente será fundamental contar con un plan de gobierno, que presumo existe y ha sido elaborado con los aportes de los mejores técnicos, políticos y miembros de la sociedad civil comprometidos con el cambio y tomando en cuenta lo que tocará encarar. Sin embargo esta nota la dedicaré a que tomemos un rato para reflexionar sobre unos aspectos que en mi opinión podrían ser determinantes

Tendremos que revisar con mucho detenimiento la espiral de la intolerancia que se ha instalado en el discurso y conducta de la mayoría de la ciudadanía y aquí incluyo a ciudadanos comunes y líderes de las ambas tendencias. Esta tarea va a requerir de liderazgos políticos, sociales, empresariales con mucha sensatez, equilibrio y humildad para reconocer los errores del pasado y convocar a la sociedad a diseñar una nueva fórmula de convivencia ciudadana.

Será fundamental contar con talentos que estén dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a la gestión de la cosa pública que no es otra cosa que «dedicarse al asunto de los demás» para evitar, como ha ocurrido en el pasado, que la mayoría de quienes estén dispuestos a hacerlo lo sea porque no sirven para otra cosa, están ansiosos de poder o tienen un dictadorzuelo por dentro. Por ello habrá que tener cuidado con la máquina de triturar honores y prestigios, que en el pasado remoto y reciente ha sido utilizada por sectores de la sociedad con variados fines, sin dejar de observar muy de cerca el comportamiento y honestidad de quienes decidan participar en este desafío. Estamos todos obligados a reivindicar la actuación en la gestión pública para atraer a los mejores.

Tendremos que cuidarnos de políticos presos de histerias moralizantes, jueces haciendo de justicieros, investigadores desatados y medios de comunicación publicando cualquier estupidez filtrada por los anteriores. Habrá que actuar con mucha sensatez y serenidad, teniendo claro que el objetivo primordial deberá ser la reconstrucción del país y con ello de la sociedad.

Queremos que Venezuela sea hoy (mañana) mejor que ayer y esa pregunta nos la tendremos que hacer a diario para poder corregir el camino en caso de desviación cuidándonos de no «replicar» la barbarie.

Será indispensable buscar formas civilizadas de estar en desacuerdo, cosa que pareciera ser uno de los desafíos no sólo de Venezuela sino del mundo moderno por lo que habrá que contar con personas con mucha solidez y templanza para resistir los ataques que recibirán.

Vale la pena en este punto recordar la definición de Immanuel Kant al derecho como el «conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos».

Habrá que tener mucho cuidado con el imaginario mítico y simbólico que impida avanzar en la reconstrucción y la reconciliación

Ojalá todo lo vivido en los últimos 18 años nos permita un aprendizaje individual y social que se trasmita a las próximas generaciones y nos evite caer en experimentos similares al de la Revolución del Siglo XXI. Como decía Jung, no hay crecimiento sin sufrimiento y creo que lamentablemente para los venezolanos, los 40 años de democracia y estabilidad nos generaron mucho confort físico, mental y «ciudadano» que nos impidió pensar que nada es gratis ni eterno sino se lucha para ganarlo y luego mantenerlo.

@malarcia

Totalitarismo libertario, por María Elena Arcia Paschen

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Muy difícil en estos momentos ser coherentes con nuestros principios e ideas, expresarlos sin titubeos ni ambigüedades y actuar de forma consistente con ellos. De hacerlo te expones  a la agresión de muchos lineal pensantes.

Es casi nula la capacidad de entender que «podemos estar de acuerdo en no estar de acuerdo» y eso es un postulado de sociedades civilizadas que luego de haber sufrido muchas pérdidas y haber experimentado enormes sufrimiento, han entendido que esa es la garantía de su supervivencia armónica. Nos cuesta debatir las ideas y hemos escogido el camino simplista de atacar al emisor.

Es verdad que la situación actual es triste, preocupante, desesperante y genera mucha angustia e incertidumbre pero también es cierto que es en este momento cuando hay que levantar voces que guien y muestren un camino que nos aleje de la tentación de replicar lo que tanto hemos adversado.

No queremos un presente sin fin y para ello es fundamental pensar hacia adelante lo que supone abstraerse del hoy y mirar hacia el mañana pero sobre todo pensar que antes de un grupito que ha destruido un país, hay 30 millones de venezolanos que clamamos por un cambio y que coincidimos en que éste sólo es posible con una sustitución del actual régimen por un proyecto amplio, coherente y de progreso, que se mantenga en el tiempo lo que requerirá de muchos e invalorables esfuerzos para garantizar su gobernabilidad.

La efervescencia del ambiente no es propicia para una reflexión serena y objetiva, los sentimientos están minando nuestras capacidades más elementales. Sin embargo es nuestra responsabilidad ineludible hacerlo.

¿Como es el país que queremos? ¿Se parece a éste o queremos uno muy distinto? ¿Estamos suficientemente conscientes de que será indispensable garantizar la sostenibilidad del futuro aún a costa de “sacrificios” en el presente? ¿Son el odio y la venganza los que nos van a ayudar a diseñar esa nación de progreso y tolerancia?

Recientemente en una marcha presencié una situación lamentable que me confirmó algo que he estado observando con muchísima preocupación: la imposibilidad de encausar las emociones (rabia, miedo, frustración, tristeza) legítimas, por demás, hacia acciones positivas que nos está llevando a perder los más elementales valores de respeto al otro derivando en actitudes hostiles y agresivas muy peligrosas. Unas personas pasaron cerca en un carro y la muchedumbre enardecida los agredió no sólo verbal sino físicamente, al carro le dieron patadas, le ofrecieron golpes al conductor, muchachos jóvenes le gritaron improperios, etc como «símbolo» de su malestar al no estar participando de la misma forma que los otros. Este proceder es muy triste y en nada se parece a esa Venezuela que queremos construir y para ello es indispensable un liderazgo que ayude a encausar estas emociones destructivas.

Lo lamentable es que esta conducta ha permeado todas las esferas de la sociedad y lo vemos a diario, incluso en el uso del lenguaje soez y ordinario por parte de muchos líderes.

Mucho daño nos han hecho los últimos 18 años al punto que la sociedad que desea un cambio se ha minado de un comportamiento que he llamado el Totalitarismo Libertario  y que sin duda tenemos que hacer el esfuerzo por erradicar.

Por mi parte lo estaré haciendo  con lo que pueda a través del ejemplo y luego desde las tribunas que pueda usar para influenciar, ¿me acompañas?.

 

@malarcia

Abr 12, 2017 | Actualizado hace 7 años
Modelar el país que queremos, por María Arcia Paschen

RECONSTRUIR

 

Estamos viviendo unos tiempos muy complejos en los cuales es fácil dejarnos llevar por emociones desbordadas de ira, euforia, venganza, quizás justificadas para muchos pero que sin duda han sido parte de lo que nos ha llevado como país a la situación actual de deterioro institucional, moral, económico y social que queremos cambiar.

Atender a los dictados de nuestra conciencia y respetar nuestra dignidad, refuerzan la valentía moral tan necesaria para enfrentar la violencia y agresiones generalizadas en un ambiente de permanente “inquisición”, en el cual Torquemada sería sólo una caricatura, y  promover acciones distintas que produzcan resultados distintos.

Llueven las descalificaciones, sentencias de culpabilidad anticipadas a políticos, empresarios, miembros de la sociedad civil, de la iglesia, de la comunidad internacional, intelectuales, académicos, ciudadanos de a pie,  cuyas actuaciones molestan a algunos y que según sus cánones de antiherejía medieval son “blasfemos” o contrarios a los dogmas de un “patriotismo libertario” que si no los compartes te hacen cómplice del régimen represor y que te exigen someterse a la  práctica medieval de la prueba diabólica exigiendo al reo una prueba de no participación en la comisión de un delito so pena de terminar en la hoguera…. Que lejos está esto de ser el país que yo quiero!!!!

Se que no escribo para todo el mundo, sólo para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a una visión distinta a la particular y que tengan la sensibilidad suficiente para escuchar y entender al otro, capacidad para pararse en la acera del frente sin prejuicios primitivos que los condenan a una visión muy simplista de los problemas en los cuales solo hay blancos y negros, cuando la realidad es que las soluciones supondrán utilizar el pantone de colores y sus matices para lograr construir en el futuro un país de progreso, inclusión, tolerancia y respeto.

Apoyo y promuevo el disenso sin agresiones, valor fundamental de una democracia, por cierto ambas en desuso en el país.

Lamento mucho y confieso que me quita el sueño que la esquizofrenia colectiva nos esté alejando las posibilidades de conquistar voluntades a favor del cambio y la redemocratización del país y por el contrario nos esté convirtiendo en aquello que tanto hemos adversado.

Insisto en que nos toca modelar el país que queremos desde ya y no esperar el futuro. Se que en esa tarea hay muchas personas comprometidas que han trascendido la diatriba política y que se exponen a la agresión de algunos grupos que no encuentran mejor forma de encausar su rabia y frustración que descargando su ira contra quien consideran colabora de ésta forma al mantenimiento del status quo. Basta mencionar las agresiones sufridas por Julio Borges, Henrique Capriles, Alberto Vollmer, Luis Vicente León, Luisa Ortega Díaz, Tareck William Saab, Carlos Ocariz, el Nuncio, el Papa, en fin, la lista pudiera ser muy larga…

A estos grupos les recomendaría actuar con menos emociones y más racionalidad y si esto es imposible al menos les sugeriría el ejercicio físico como  colaboración terapéutica a la cual habría que apelar y que en cualquier caso permite oxigenar no sólo el cuerpo sino el espíritu.

Si hay algo que podemos y debemos hacer en estos momentos es contribuir con nuestra conducta a modelar el país que queremos y no replicar el que tenemos. Estamos hartos de la agresión, la confrontación estéril, el desprecio al talento, la falta de valores, la carencia de oportunidades, la limitación a nuestras libertades ciudadanas, la incapacidad de entender al otro, la violencia física y sicológica, en fin una lista larga que parece crecer cada día. Ese es el país que no queremos continúe y es nuestra responsabilidad personal modelar el país del futuro que queremos;  si no lo soñamos y lo practicamos no lo vamos a tener nunca ya que el país no es una entelequia jurídica sino es la suma de las voluntades de sus habitantes que deciden en forma consensuada cual es la forma que le quieren dar.

Somos responsables de nuestro destino como NACIÓN en mayúscula!! Por ello se hace fundamental sopesar el punto de vista opuesto, variar los temas y cambiar de opinión de vez en cuando y de esta forma evitamos caer en fanatismos que como hemos podido experimentar a lo largo de las últimas dos décadas solo han contribuido a destruir el país.

Si cada uno de nosotros intentara modelar con su comportamiento el país que deseamos estaríamos no sólo iniciando el camino correcto hacia el futuro sino contribuyendo a desmontar la violencia y el odio que tanto daño nos han hecho y que pueden conducirnos a situaciones extremas y muy lamentables que a toda costa debemos evitar.

@malarcia

Contribución de una venezolana de a pie, por María Elena Arcia Paschen

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La situación general cada día se hace más difícil por múltiples razones que no vale la pena reproducir ya que la literatura sobre los diagnósticos y radiografías es extensa y reconocida por todos.

Intentaré en esta pequeña nota hacer algunas recomendaciones, producto de mis experiencias personales y que me han sido de mucha utilidad, por lo que pienso podrían ayudarnos en la tarea de construir escenarios y espacios distintos a los que percibo tienen mayores promotores y que en mi humilde opinión, están castrando las posibilidades  de avanzar en la lucha que nos debe mover a  los venezolanos: Construir un país de progreso para TODOS.

Hay que acabar con la agresión bilateral, en el medio estamos 30 millones de venezolanos que queremos vivir en paz para dedicar nuestro esfuerzo a construir país; ya son 25 años de confrontación por lo que nuestra responsabilidad debe ser promover y estimular los consensos.

Recientemente leí una frase de Winston Churchill que me parece muy apropiada para estos días: “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”, por lo que para no convertirnos en fanáticos del status quo, es indispensable salir de ese círculo vicioso que nos impide ver y escuchar mas allá de lo que tenemos cerca y nos es cómodo.

Este listado no pretende ser un manual de «autoayuda» pero si un ejercicio que nos permitirá movilizar nuestros pensamientos y ojalá nuestra forma de actuar, generando la tracción que nos urge para salir de esta inercia y desesperanza tan dañinas en la ruta de la reconstrucción.

 

  • Reconocer y aceptar que TODOS estamos preocupados: En esto quiero destacar que no tengo dudas que independientemente de nuestra posición política, a la mayoría de los venezolanos nos inquieta la dramática cotidianidad y nos angustia la incertidumbre del futuro, las diferencias están en las causas y las fórmulas para corregirlas.

 

  1. Reflexionar sobre nuestros aportes al país:  ¿qué estamos haciendo para contribuir a mejorar, cambiar?,  ¿de que forma puedo hacer más?.
  2. Buscar las similitudes y celebrar las diferencias: cuando revisamos las cosas que nos son comunes podemos pensar en promover iniciativas que nos encuentren. Aquí dejo mi iniciativa personal:  recuperar la imagen del país internamente e internacionalmente, ¿Cuál es la tuya?
  3. Bajarle el tono a lo inmediato: sobre todo aquellos privilegiados cuya lucha debe ir mas allá de la supervivencia diaria y quienes quizás son los que leerán esta nota.
  4. Escuchar las voces alternativas y no sólo aquellas que se ajustan a nuestro pensamiento: vale la pena alejarse del discurso dominante
  5. Exigirle a los líderes honestidad en transmitir lo que realmente es lograble en el escenario actual versus las expectativas de la población: en este punto recomiendo practicar el proverbio inglés “prepárate para lo peor esperando lo mejor”.
  6. Prepararnos para los próximos años ya que vendrán años de austeridad para superar la crisis dejada por la incompetencia e insensatez
  7. Antes de hacernos eco de las informaciones que “vemos” o escuchamos, es indispensable utilizar la buena práctica de investigar y leer en detalle para poder tener una opinión educada y distanciarnos de los ruidos que nos impiden un análisis sosegado.
  8. Entender que no hay soluciones rígidas ni inmutables: serán variadas, osadas, algunas en pugna con algunos convencionalismos y de allí que no hay ni habrá receta única.
  9. Comprender que son más las virtudes del diálogo y la negociación que sus defectos por lo que debemos evitar su satanización.
  10. TODOS somos indispensables y TODOS formaremos parte de la solución.
  11. Ser conscientes de nuestros prejuicios como primer paso para combatirlos.
  12. Convertirnos en ejemplo de hombres y mujeres orgullosos de nuestra gentilicio y de nuestros aportes al país
  13. Aceptar que nos tocó vivir en estas circunstancias históricas difíciles, distintas a las que vivieron nuestros padres y distintas a las que vivirán nuestros hijos, y que todos, absolutamente todos queremos un mejor país para quienes nos sucederán.
  14. Admitir que TODOS tenemos responsabilidades en la situación actual y dedicar algunos momentos a pensar cual ha sido la nuestra y como compensarla en el presente y futuro.

 

En mi caso han funcionado por lo que espero sean de utilidad para ustedes también!  

@malarcia

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“Ya que no se puede mejorar la situación hay que empeorarla, elevar hasta su ardor más extremo la injusticia y trastornos del país”, esto es lo que algunos franceses durante la Revolución pretendieron estimular con la famosa Politique du Pire.

Pareciera que parte de la sociedad venezolana, de forma consciente o inconsciente, clamaría porque un cataclismo terminara de arrasar lo que la incompetencia e irresponsabilidad no ha logrado en los últimos 18 años.

Personalmente me opongo a esa visión en mi opinión equivocada y que quizás producto de la frustración y rabia generalizadas está contaminando las capacidades reflexivas de una buena parte de venezolanos talentosos pero profundamente desmoralizados por la situación.

En otras oportunidades he afirmado y sigo sosteniendo, que en situaciones como las actuales tenemos varias alternativas que resumiría así: Influyes, fluyes o huyes.

Mucho está casi “arrasado” pero no quiero ni voy a contribuir, en la medida en que me sea posible, a que continúe la destrucción. Todo lo que hagamos en este momento, como continuaré sosteniendo, será un ahorro de esfuerzo en el futuro para dedicarlo a otras tareas que no se hayan iniciado.

Elaboremos una lista de sectores hoy en manos del Estado que necesitarían aportes inmediatos concretos para “detener o revertir” la destrucción, ¿como nos comportaríamos, participamos, aportamos, nos abstenemos?: abastecimiento y calidad del servicio de agua potable, de gas doméstico e industrial; incremento de la producción de las empresas básicas de Guayana; incremento de la producción petrolera; eficiencia del servicio de energía eléctrica; construcción y mantenimiento de la red de vialidad terrestre; mejoramiento de los servicios de transporte terrestre, marítimo y aéreos; mejoramiento y mantenimiento de los puertos y aeropuertos nacionales; construcción y mantenimiento de obras de infraestructura; recuperación de red de hoteles; construcción de viviendas; remodelación y refacción de obras de infraestructura y vivienda en los barrios; construcción, mantenimiento de la red hospitalaria, de edificaciones educativas; esto sólo como una muestra….

En caso que pudiéramos/quisiéramos contribuir esto, obviamente, se traduciría en el corto y mediano plazo en mejores ingresos para la República, mejores servicios públicos para la población que mejorarían su calidad de vida, mejores ingresos y condiciones laborales para quienes participen en dichas actividades, mejor imagen del país. Alguien escribió recientemente que todo lo que se haga en función de mejorar al país era bueno para él, por lo que me voy a permitir hacer esa frase mía también!

No voy a contribuir a la ¨tierra arrasada” al final de ésta lamentable etapa de nuestra historia contemporánea, no me lo perdonaría.

Creía conocer las implicaciones de asumir esta posición, sin embargo confieso que me quedé corta al ver las reacciones de algunos sectores que se han convertido en “guardianes” de una moral, por cierto, muy contradictoria: me duele el país pero no haré nada hoy para mejorarlo, y quien lo haga es, en el mejor de los casos, “cómplice” del gobierno, por no repetir calificativos más agresivos. Pues bienvenidos entonces todos los “cómplices” que hayan entendido que el trabajo empieza aquí y ahora!

El país se ha vuelto esquizofrénico por lo que en estos momentos de tanta oscuridad hay que recurrir a la inteligencia y a la lectura para superarla, y en estos casos los clásicos y la historia son una terapia intelectual.

En reciente entrevista que le hicieran a Arturo Pérez Reverte a propósito de su postura frente a la Guerra Civil española, le preguntaban si se consideraba “equidistante”, considerado esto como una descalificación y respondió, con su particular estilo, que si ser ecuánime era ser equidistante entonces no tendría problemas en serlo, concluyendo que la gente no perdona ser inteligente, tener ideas claras y valor para expresarlo.

@malarcia

 

Dic 15, 2016 | Actualizado hace 7 años
Cuando lo sensato es un riesgo, por María Elena Arcia

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Reconozco que no me deja de sorprender la profunda irracionalidad que pareciera haber secuestrado el sentido común de una buena parte de la sociedad venezolana.

La forma como la turbulenta situación ha menoscabado la capacidad de análisis y reflexión serena es asombrosa y mucho más cuando se trata de grupos que en teoría tendrían responsabilidades de liderazgo. Digo en “teoría” por cuanto parece obvio que no están a las alturas de las circunstancias.

En los momentos difíciles es donde se conoce la naturaleza del hombre y se pone a prueba su valor.

Es función de quienes por las razones que sean, nos gusten o no, llevan las riendas de la conducción de un grupo, guiar, orientar a ese conglomerado que clama por soluciones a sus problemas, que es verdad, requerirán sin duda cambios en la conducción política del país pero que en el interín, exigirán sacrificios y una gran dosis de perseverancia, coherencia y sensatez para llevar adelante acciones que se vayan traduciendo en cambios positivos.

No está en nuestras manos hoy cambiar el gobierno pero si aportar nuestro talento y esfuerzo para llevar adelante tareas que se traduzcan en pequeñas mejoras para el país que puedan servir de ejemplos o “buenas prácticas”y que, en virtud de sus resultados, puedan ser replicadas.

En momentos como estos de alta crispación social y política, dramas económicos, enorme intolerancia y polarización es indispensable serenar las emociones y apelar a la sensatez. Seremos altamente criticados y descalificados, pero no tengo dudas que es el camino correcto. La historia ha demostrado que la forma de superar situaciones como las que estamos viviendo pasa por dialogar y negociar, sin prurito y con la vista puesta en un mejor futuro para las mayorías.

Resalto y apoyo la valentía de quienes, a pesar de todo lo anterior, han entendido que es el camino a transitar, lleno de piedras, derrumbes y precipicios. El camino de quienes deciden construir siempre es mas duro de quienes deciden no hacer nada o atacar a quien hace….

Los ultimátum, plazos perentorios, valores innegociables”, no sólo nos alejan de la solución sino nos convierten en parte del problema.

Hay que evitar a toda costa incluirnos en el grupo que, apelando a una superioridad moral e intelectual, se sienten con derecho a difamar y en el mejor y menos dañino de los escenarios, criticar, a quienes con mucha humildad y gran arrojo quieren construir.

Es tan irracional esta lucha existencial por llevar la dirección moral que no sienten que hay espacios para coexistir, esto tiene que cambiar!

De allí mi motivación para sensibilizar a aquellos que se sientan con la madurez, valentía y equilibrio suficientes para conformar un frente que aglutine a líderes comunales, empresarios, políticos de todas las tendencias, intelectuales, gremios, opinadores para recuperar la sensatez para abordar el conflicto. Soy muy optimista del talento de los venezolanos y conozco muchos, que en sus distintos ámbitos de influencia están haciendo lo que les corresponde, pero juntos podemos hacer mucho más.

Hemos estado expuestos a un “chantaje ético” que hace difícil asumir posiciones distintas a las corrientes polarizadas, pero ya basta!

Recientemente recuerdo haber comentado que mas que atemorizarme esta nueva tarea lo que hace es llenarme de entusiasmo al estar convencida que es mucho lo que puede aportar a este tan lastimado país.

Cuando la forma que hemos utilizado para abordar un problema no nos está funcionando debemos cambiarla para destrancarlosin embargo ni es fácil ni está exento de riesgos.

Si una persona cercana se encuentra en una relación tóxica de maltrato, y en mi está ayudarla a salir de esa situación fortaleciéndola, dándole herramientas para progresar, conseguir un trabajo y salir de esa dependencia emocional, ¿que hago?: ¿la ayudo a salir de su dependencia y sútilmente le siembro autoestima y capacidades? o ¿me siento a esperar un desenlace fatal, para convencerme de que estaba en lo cierto y que esa relación terminaría mal?

Venezuela necesita que le den una mano, la apoyen para recuperar su capacidad de hacer cosas positivas, que aporten soluciones, que reviertan la destrucción y no podemos esperar los cambios de gobierno, por lo que es ahora y ya!

Sin embargo lo anterior supone traspasar unas barreras que sólo es posible hacer si se cuenta con una visión de país que trascienda los intereses particulares y anteponga el bienestar general de las mayorías por sobre las ambiciones personales, las envidias y las mezquindades, tarea noble que exigirá sacrificio y nos llenará de satisfacción.

Personalmente me pongo a la orden del lado de la construcción.

 

@malarcia

malarcia@icloud.com