Modelar el país que queremos, por María Arcia Paschen
Abr 12, 2017 | Actualizado hace 7 años
Modelar el país que queremos, por María Arcia Paschen

RECONSTRUIR

 

Estamos viviendo unos tiempos muy complejos en los cuales es fácil dejarnos llevar por emociones desbordadas de ira, euforia, venganza, quizás justificadas para muchos pero que sin duda han sido parte de lo que nos ha llevado como país a la situación actual de deterioro institucional, moral, económico y social que queremos cambiar.

Atender a los dictados de nuestra conciencia y respetar nuestra dignidad, refuerzan la valentía moral tan necesaria para enfrentar la violencia y agresiones generalizadas en un ambiente de permanente “inquisición”, en el cual Torquemada sería sólo una caricatura, y  promover acciones distintas que produzcan resultados distintos.

Llueven las descalificaciones, sentencias de culpabilidad anticipadas a políticos, empresarios, miembros de la sociedad civil, de la iglesia, de la comunidad internacional, intelectuales, académicos, ciudadanos de a pie,  cuyas actuaciones molestan a algunos y que según sus cánones de antiherejía medieval son “blasfemos” o contrarios a los dogmas de un “patriotismo libertario” que si no los compartes te hacen cómplice del régimen represor y que te exigen someterse a la  práctica medieval de la prueba diabólica exigiendo al reo una prueba de no participación en la comisión de un delito so pena de terminar en la hoguera…. Que lejos está esto de ser el país que yo quiero!!!!

Se que no escribo para todo el mundo, sólo para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a una visión distinta a la particular y que tengan la sensibilidad suficiente para escuchar y entender al otro, capacidad para pararse en la acera del frente sin prejuicios primitivos que los condenan a una visión muy simplista de los problemas en los cuales solo hay blancos y negros, cuando la realidad es que las soluciones supondrán utilizar el pantone de colores y sus matices para lograr construir en el futuro un país de progreso, inclusión, tolerancia y respeto.

Apoyo y promuevo el disenso sin agresiones, valor fundamental de una democracia, por cierto ambas en desuso en el país.

Lamento mucho y confieso que me quita el sueño que la esquizofrenia colectiva nos esté alejando las posibilidades de conquistar voluntades a favor del cambio y la redemocratización del país y por el contrario nos esté convirtiendo en aquello que tanto hemos adversado.

Insisto en que nos toca modelar el país que queremos desde ya y no esperar el futuro. Se que en esa tarea hay muchas personas comprometidas que han trascendido la diatriba política y que se exponen a la agresión de algunos grupos que no encuentran mejor forma de encausar su rabia y frustración que descargando su ira contra quien consideran colabora de ésta forma al mantenimiento del status quo. Basta mencionar las agresiones sufridas por Julio Borges, Henrique Capriles, Alberto Vollmer, Luis Vicente León, Luisa Ortega Díaz, Tareck William Saab, Carlos Ocariz, el Nuncio, el Papa, en fin, la lista pudiera ser muy larga…

A estos grupos les recomendaría actuar con menos emociones y más racionalidad y si esto es imposible al menos les sugeriría el ejercicio físico como  colaboración terapéutica a la cual habría que apelar y que en cualquier caso permite oxigenar no sólo el cuerpo sino el espíritu.

Si hay algo que podemos y debemos hacer en estos momentos es contribuir con nuestra conducta a modelar el país que queremos y no replicar el que tenemos. Estamos hartos de la agresión, la confrontación estéril, el desprecio al talento, la falta de valores, la carencia de oportunidades, la limitación a nuestras libertades ciudadanas, la incapacidad de entender al otro, la violencia física y sicológica, en fin una lista larga que parece crecer cada día. Ese es el país que no queremos continúe y es nuestra responsabilidad personal modelar el país del futuro que queremos;  si no lo soñamos y lo practicamos no lo vamos a tener nunca ya que el país no es una entelequia jurídica sino es la suma de las voluntades de sus habitantes que deciden en forma consensuada cual es la forma que le quieren dar.

Somos responsables de nuestro destino como NACIÓN en mayúscula!! Por ello se hace fundamental sopesar el punto de vista opuesto, variar los temas y cambiar de opinión de vez en cuando y de esta forma evitamos caer en fanatismos que como hemos podido experimentar a lo largo de las últimas dos décadas solo han contribuido a destruir el país.

Si cada uno de nosotros intentara modelar con su comportamiento el país que deseamos estaríamos no sólo iniciando el camino correcto hacia el futuro sino contribuyendo a desmontar la violencia y el odio que tanto daño nos han hecho y que pueden conducirnos a situaciones extremas y muy lamentables que a toda costa debemos evitar.

@malarcia