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Disminuyen casos de violencia en Táchira por primera vez en lo que va de año
Durante el mes de junio, el OVV Táchira observó una notable disminución del 33% en todas las formas de violencia en la entidad comparada con el mes de mayo. Hubo sí, un repunte en las agresiones interpersonales

 

De acuerdo a la revisión del material extraído de la prensa regional durante el mes de junio, el Observatorio Venezolano de Violencia en el estado Táchira (OVV Táchira) observó una notable disminución del 33% en todas las formas de violencia en la entidad comparada con el mes de mayo. Solo hubo un leve repunte del 25 % en las agresiones interpersonales, con un caso más que el mes anterior, estando dentro de los hechos violentos con más incidencia, con cinco de los doce registrados en total. Completan la lista dos homicidios, 3 agresiones sexuales, 1 tentativa de homicidio y 1 extorsión.

Discusiones entre pareja terminan en fuertes agresiones

De todas las formas de violencia, las agresiones interpersonales fueron las únicas que aumentaron en el mes de junio en un 25%. Cinco casos fueron registrados, de los cuales tres tuvieron que ver con discusiones entre parejas. La de mayor impacto ocurrió en el fronterizo municipio Bolívar, donde una mujer cayó a una quebrada luego de una fuerte discusión con su esposo, siendo rescatada por Protección Civil y el sujeto detenido. También en Panamericano un hombre golpeó y mantuvo prisionera por dos días a su ex pareja y la tercera de las agresiones ocurrió en el municipio Capacho Viejo, donde un hombre maltrató física y verbalmente a su cónyuge con quien ingería licor, además de destruir parte de su vehículo.

La lista de hechos la completa el reporte de tres delitos sexuales, donde en uno de los casos se consumó el Seminario Diocesano Santo Tomás de Aquino, en Palmira municipio Guásimos, donde 4 menores de edad entre 16 y 17 años, abusaron sexualmente de otro seminarista de 14 años de edad. Además, se registró una agresión sexual en el municipio Junín, de una adolescente de 15 años, quien denunció ataques sexuales permanentes por su hermano de 18, desde hacía tres años. El último de los casos ocurrió en el municipio Antonio Rómulo Costa, donde un hombre de 51 años agredía sexualmente a sus sobrinas de 6 y 9 años, desde hacía 4 meses.

Por el contrario, del leve aumento de las agresiones interpersonales, hubo incidencias incluso de reportes desiertos en algunos hechos delictivos, como hurtos o robos que habían repuntado el mes anterior. Cabe destacar que durante los últimos meses en la entidad regional se han activado distintos operativos de seguridad en los 29 municipios, con el despliegue de unidades de patrullaje y vigilancia, además de la supervisión permanente en instituciones educativas a través del plan “El policía va a la escuela.” De acuerdo a habitantes de la zona metropolitana de San Cristóbal, abordados para tratar dicho tema, manifestaron sentirse más seguros al ver con mayor frecuencia el paso de efectivos policiales por zonas donde la delincuencia estaba a la orden del día.

Amenazas puntuales en la frontera

Por sexto mes consecutivo se registran extorsiones y atentados en el eje fronterizo San Antonio – Ureña. En esta oportunidad vuelve a ocurrir un ataque con una granada fragmentaria contra un pool en el municipio Pedro María Ureña, sin dejar heridos ni daños materiales. Tales eventos ocurren según autoridades, con la intención de causar terror y obligar a comerciantes de la zona a pagar sumas de dinero a grupos irregulares.

En esta zona del Táchira se mantiene aún desplegado el «Operativo Frontera de Paz», que cuenta con 1350 funcionarios de Seguridad Ciudadana, según información ofrecida por el gobernador Freddy Bernal, cuyo objetivo es “evitar que la violencia criminal se siga extiendo desde el Norte de Santander hasta territorio venezolano”.

Podcast | Tres en uno: Conciertos en Venezuela, nuevos planes en materia de seguridad y la esperanza de vida en Venezuela

En el episodio 161 de este podcast informativo, tres grandes reportajes destacaron esta semana por la alianza entre los portales RunRun.es, TalCual y El Pitazo.

Conciertos en Venezuela: ¿se reactivó la economía?, es el reportaje que destacó por El Pitazo esta semana. Una gruesa oferta de espectáculos musicales se ha presentado apenas en el primer cuatrimestre de 2022 en Venezuela. La cantidad de shows ha acentuado la discusión de si Venezuela se está arreglando o este responde a la burbuja en la que viven algunos.

Por TalCual resaltó el reportaje Seguridad Ciudadana continúa con grandes anuncios, pero repitiendo tácticas infructuosas. Nuevos planes en materia de seguridad son anunciados por el gobierno nacional. En esta oportunidad destaca el relanzamiento de la llamada Gran Misión Cuadrantes de Paz.

Por Runrun.es destacó el trabajo La Crisis disminuyó la esperanza de vida en Venezuela. Mientras que en América Latina y el Caribe, la esperanza de vida ronda los 72,5 años, en Venezuela esta se ubica en 68,3 años. Analistas consideran que esto se debe a diversos factores que van desde la desnutrición hasta la crisis del sistema sanitario.

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Crímenes sin castigo | Venezuela 2021: una revisión en seguridad (II/II)
En esta entrega, se hará una prospectiva sobre las principales tendencias en seguridad ciudadana para el año que apenas comienza

 

@javiermayorca

En el año que está comenzando, Venezuela se asomará a la realidad de la pospandemia. Esta “nueva normalidad” estará plena de retos en materia de seguridad ciudadana. Algunos ya comenzaron a manifestarse durante los últimos meses de 2021, tal y como fue descrito en la entrega anterior.

En esta oportunidad, se hará mención a los que posiblemente serán los principales factores en juego en este tema durante los próximos doce meses. Nuevamente, se aclara que no se trata de una descripción exhaustiva, sino meramente enunciativa.

Repuntará la criminalidad violenta

En 2021 los delitos violentos como los homicidios, las lesiones personales, los secuestros y los robos de vehículos registraron una baja numérica de más de 30 % con respecto a 2020. Tal y como lo advirtió el director del Observatorio Venezolano de la Violencia, Roberto Briceño, este es el resultado de factores que en mucho exceden a cualquier política en materia de seguridad ciudadana, por cierto, inexistente en el país.

Las cuarentenas, la diáspora y el declive económico han impactado sobre la frecuencia de los delitos violentos.

Pero en 2022 podría revertirse esta situación. La oficina de Naciones Unidas que coordina la ayuda humanitaria (OCHA) prevé un leve repunte en el producto interno bruto del país (1 %). En este mismo sentido, la criminalidad también crecerá, en especial en los lugares donde perciba que hay mayor movimiento económico, pues eso implica que tendrá más oportunidades. Esto es conocido como el efecto “panal de miel”. Implica que en algunos lugares la acción del hampa se sentirá con mayor intensidad que en otros.

Algo de esto ya comenzó a verse en los robos de vehículos. Aunque los totales de 2021 para nada se asemejan a los que veíamos una década atrás −con cifras que rebasaban las veinte mil unidades−, en los últimos tres meses del año hubo crecimientos consecutivos en las cifras de denuncias recibidas y procesadas. Este es un indicador de lo que puede venir.

La percepción sobre el incremento de las oportunidades para el delito también propiciará una mayor incidencia en cuanto a los homicidios, en especial en el eje Distrito Capital y en Miranda. Muchos de estos casos estarán ligados a intentos de robos de vehículos o de robos a viviendas.

Dólares y algo más

En los últimos cuatro años, los delincuentes han despreciado la moneda nacional. En el estado Bolívar, dejaban regados los billetes en las carreteras hacia Brasil. Esta situación está cambiando.

Con la reconversión monetaria iniciada en octubre y la estabilización de la inflación, los delincuentes ya no excluirán la posibilidad de apoderarse de algún botín en bolívares. Lo que implica un llamado de atención a los bancos y transportes de valores.

En diciembre de 2021, cuatro hombres armados asaltaron una agencia de Banesco en El Vigía (Mérida), y se apoderaron de unos treinta mil bolívares que estaban en las taquillas. Fue una acción rápida, que hace recordar lo visto en la primera década de este siglo.

Por supuesto, los dólares y los euros continuarán en la mira del hampa. Entonces, esencialmente estamos ante una diversificación de los objetivos de la delincuencia.

Privatización de facto del servicio policial

En la primera semana de diciembre, un hombre pasado de kilos permanecía sentado en la puerta de un restaurant chino de Los Palos Grandes. No era un “guachimán” cualquiera. En la cintura, llevaba enfundada una Beretta PX4. De allí hacia arriba, vestía el uniforme de “camuflado urbano”, propio de la Policía Nacional Bolivariana. Hacia abajo, pantalones de jean y botas de uso industrial.

Esta es la imagen de un policía que intenta mejorar sus ingresos a como dé lugar, prestando servicios de vigilancia en el ámbito privado. Algunos lo hacen cuando están francos de servicio. Otros, piden eternos reposos médicos o simplemente no se presentan en sus unidades, y sacan provecho de su condición de funcionarios. Pero este es, probablemente, un individuo que no estará muy dispuesto a atender el llamado de la ciudadanía común ante una emergencia.

El servicio de policía, y por extensión, de seguridad pública, atraviesa en Venezuela un franco proceso de privatización. Desde luego, esto no será admitido por los voceros oficiales. Pero la gente de a pie sabe que, en la situación actual, es muy poco lo que un uniformado estará dispuesto a hacer, a menos que cuente con un estímulo pecuniario. No solo sucede en los cuerpos preventivos. En el caso de la policía judicial, son frecuentes los relatos de víctimas que incluso deben llevar hasta el papel para que sus denuncias queden impresas, llevar a los agentes a los sitios de suceso e incluso alimentarlos.

De otro lado, con la agudización de la crisis económica, los uniformados han encontrado a serios competidores en el campo de la vigilancia. Se trata de los miembros de colectivos armados, que se mueven en un área gris donde cuentan con mucho más campo de acción, incluso, para reprimir “en caliente” a quienes sean detectados atentando contra los intereses de sus patronos.

Esto se pudo evidenciar en los alrededores de una estación de servicio de El Llanito, donde integrantes de estas estructuras armadas dieron una “pela” a un ratero, y lo obligaron a caminar desnudo por la avenida principal. Tal parece que este tipo de acciones expeditivas gustan en ciertos sectores de la sociedad, descreídos de los cuerpos de aplicación de la ley. Ahora, vemos a integrantes de colectivos prestando servicio de vigilancia en ventas formales de alimentos y abastos.

Las bandas criminales, paradójicamente, también intentan ofrecer sus servicios. A veces, acuden a métodos compulsivos, como en el Zulia, donde atacan con granadas a talleres mecánicos y clínicas para exigir un pago. Estos métodos se han extendido a más estados. En la última semana de diciembre, fue reportado un ataque armado a la fachada de un local en Cagua, con propósitos extorsivos.

Continuará la pérdida del control territorial

En los últimos meses, se ha verificado un retroceso en la presencia del Estado. Esto venía sucediendo en las periferias, y ahora también ocurre en las grandes ciudades. Las bandas, grupos guerrilleros y otros actores no estatales han ganado terreno, y se han erigido, incluso, en factores reguladores de la acción humanitaria de las organizaciones no gubernamentales. Son el poder real, en sus áreas de influencia. Y con ellos hay que entenderse. Al respecto, Briceño León advertía recientemente que, en ciertas localidades, la baja en la cifra de homicidios responde a la imposición de una pax mafiosa. En este mismo sentido se ha pronunciado el director del Risk Awareness Council Alberto Ray.

La única forma que tiene el actual régimen para retomar el control de ciertos sectores es a sangre y fuego. No hay rescate de la institucionalidad, tal y como lo pedía la Conferencia Episcopal en el caso de La Vega y la Cota 905. Es una violencia mayor que la ejercida por las bandas. Son golpes de propaganda, que no aportan soluciones sustentables. En el caso del anterior feudo de Carlos Revette, alias Coki, luego de un lapso de calma han vuelto los homicidios y ajustes de cuenta.

Diversificación de las estafas

Junto a un repunte del delito violento, las otras formas más sutiles de actividad ilegal que ganaron espacio durante la cuarentena continuarán en boga. En la anterior entrega se advertía que las estafas mantuvieron en 2021 el ritmo que tuvieron el año anterior. Este espacio no será cedido fácilmente por el hampa informática, puesto que la “nueva normalidad” implica un uso intensivo de las herramientas que corren por internet. Al respecto, se debe tomar en consideración que hay empresas −y emprendimientos− que no abandonarán el espacio virtual si el mundo (y con él Venezuela) logra superar definitivamente la pandemia de la covid-19. De hecho, ya permiten fórmulas mixtas, en las que el trabajador puede llevar a cabo su jornada desde el hogar, y otros días puede presentarse en la oficina. En el caso venezolano, el rezago en la vacunación permite prever que los lapsos de cuarentena se prolongarán mucho más que lo visto en otras partes de la región latinoamericana. Según la OPS, Cuba y Venezuela (en ese orden) ocupan los últimos puestos en cuando a la inmunización de la población. De allí que la “nueva normalidad” tardará un poco más en llegar a estos países.

Breves

El miércoles 29 de diciembre, una portavoz del Servicio Federal de Cooperación Técnica y Militar de la Federación Rusa anunció que en 2022 finalmente serán construidas en Venezuela las fábricas de fusiles Kalashnikov AK-103, y la de sus respectivas municiones. Según Valeria Reshétnikova, los especialistas de este proyecto “han comenzado a preparar el equipo de procesamiento y las líneas de ensamblaje”. Este ha sido un viejo anhelo del oficialismo venezolano.

Ya en 2007, el The New York Times informaba sobre el desarrollo de este proyecto. Pero, como otros tantos, no se concretó como consecuencia de la corrupción.

El 2019, la compañía nombrada para la ejecución del plan, Rostec, inició una investigación en vista de lo que fue descrito por su director general Serguéi Chemezov como “una serie de robos”. Pero no se trataba de asaltos callejeros. El fiscal general ruso, Dimitri Demeshin explicó en aquella oportunidad que las plantas eran construidas en virtud de acuerdos de comercio internacional. Para ese momento, ya se había verificado un desfalco de dieciséis millones de dólares. Y como principal responsable fue señalado el exsenador de la federación, Sergei Popelniújov. El hombre argumentó que el plan no fue cumplido como consecuencia de la alta inflación en Venezuela. Otras tres personas también resultaron condenadas por este caso. Rostec fue la misma compañía que suministró los simuladores de vuelo de helicópteros Mi, en la base aérea Luis del Valle García, ubicada en Guárico.

*Poco a poco, la presencia efectiva de militares y asesores rusos se ha incrementado en el país. Todo esto sucede dentro de la mayor opacidad. Generalmente, la opinión pública se entera por informaciones que llegan desde el exterior, como lo anteriormente referido en torno a la fábrica de fusiles. A veces, en cambio, esto sucede debido a algún desliz. Por ejemplo, el 27 de diciembre el general de división Johan Hernández Lárez, comandante de la ZODI Miranda, soltó una auténtica primicia, cuando reveló a través de su cuenta Twitter que enviados de la empresa Vegacy Strategic Services brindaban cursos de instrucción a las unidades de reacción rápida (llamadas URRA) de la Guardia Nacional en los Valles del Tuy.

Vega es una renombrada corporación del mundo de los llamados “contratistas militares privados”. En otras palabras, mercenarios.

También es conocida como Wagner. Sus actividades han sido el centro de investigaciones internacionales. Entre las últimas figura el entrenamiento a las fuerzas militares pro Bashar al Assad en Siria. Previamente, de acuerdo con publicaciones israelíes (Guzansky, Rakov y Lindenstrauss, 2020) Wagner se vio involucrada en “operaciones negras” llevadas a cabo en Ucrania en 2014, supuestamente, con el respaldo de Moscú. El 29 de diciembre, dos días después de la publicación inicial, Hernández Lárez había borrado su mensaje.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crimen y violencia: los tumores sociales que han hecho metástasis en Venezuela
A juicio del abogado y criminalista, Fermín Mármol, Venezuela tiene lo peor de los dos mundos: el crimen y la violencia
«La falta de independencia del poder judicial es la causa principal de que en Venezuela no haya Estado de derecho ni justicia, tenemos jueces arrodillados ante el poder político», dijo Luis Izquiel.

La crisis política, económica y social por la que atraviesa Venezuela desde hace varios años la han convertido en una de las naciones más violentas del mundo. Asesinatos, secuestros, violencia en zonas populares, bandas organizadas, falta de políticas públicas y las fallas de los cuerpos de seguridad, son algunas de las causas que hoy permiten afirmar que el sistema de seguridad ciudadana en Venezuela está muy lejos de cumplir sus funciones. 

Durante el foro Inseguridad ciudadana como problema, presentado por el portal Analítica.com, el cual contó con la participación de reconocidos expertos en materia de criminalística y violencia como Humberto Prado, Fermín Mármol, Yajaira Forero, Roberto Patiño, Luis Alberto Buttó y Luis Izquiel; se expusieron las fallas del sistema de justicia y su repercusión en los altos índices de violencia en el país. 

Sobre el índice de violencia, el ingeniero y experto en políticas públicas, Roberto Patiño, indicó que la tasa de homicidios en la ciudad de Caracas se estima en 120 por cada 100 mil habitantes. «Estamos hablando de una tasa de homicidios 6 veces mayor a la de México», dijo.

El también militante del partido Primero Justicia aseguró que en el país ha fracasado la política pública de la mano dura, debido a que constituye una violación a los derechos humanos, se militariza la seguridad ciudadana y se utilizan cuerpos de seguridad que, lejos de cumplir con sus funciones, atropellan y arremeten en contra de los ciudadanos. 

Patiño explicó que en Venezuela el crimen y la violencia tienen dos expresiones. «Está el crimen organizado que tiene como característica fundamental la búsqueda de resultados económicos (narcotráfico, extorsión, secuestro), también está el crimen expresivo o la violencia social, que es lo que está ocurriendo en las zonas populares, jóvenes que no han tenido mecanismos de inclusión y superación por lo que recurren al crimen como forma de obtener poder y ganar respeto».

La policía, parte del problema 

La abogada y defensora de derechos humanos, Yajaira Forero durante su intervención, afirmó que el tema de la inseguridad ciudadana es «preocupante» y que el aumento de la misma se está dando por varias razones, una de ellas es la actuación de los cuerpos policiales. 

«Hoy en día tenemos policías ineficaces, que no controlan el crimen ni los delitos que ocurren a diario. Tenemos policías violadores de derechos humanos y corruptas», dijo Forero.

La abogada aseguró que 97% de la población no confía en los cuerpos policiales porque no garantizan la integridad física de los ciudadanos. 

Sobre los 26 planes de seguridad que ha implementado el Estado venezolano para proteger a los ciudadanos, Forero comentó que todos han fallado. «Se han creado grupos especiales como las FAES que se han convertido en grupos de exterminio, en jueces y también en verdugos».

Yajaira Forero exhortó a que todos los cuerpos policiales sean reinstitucionalizados y despolitizados. «Hay que rescatar el verdadero espíritu y propósito de la función policial».

Tumores sociales 

A juicio del abogado y criminalista, Fermín Mármol, Venezuela tiene lo peor de los dos mundos: el crimen y la violencia.

«Tenemos una mezcla de dos tumores sociales que han hecho metástasis en el país, lo que ocasionó una trilogía primitivista de corte criminal, de corte social y de corte institucional, lo que ha generado la delincuencia organizada»

Mármol explicó que la tasa de embarazo precoz, la paternidad irresponsable, la deserción escolar y la ausencia de un sistema educativo robusto son temas que no ayudan a espantar el crimen y la violencia.

«La criminalidad en Venezuela ha llegado a un nivel superior que ha sido la delincuencia organizada tanto violenta como de astucia, tanto urbana como rural, tanto nacional como extranjera y trasnacional que demuestra el gran retroceso abismal en Latinoamérica», afirmó Mármol.

El abogado señaló que el gran problema que tenemos ante esta realidad es que las políticas públicas que se tienen que implementar para que la delincuencia retroceda serán muy costosas para la sociedad, tanto económico como en lo social y emocional. 

Independencia del poder judicial

Según el último análisis del sistema de justicia realizado por la Organización Proyecto Mundial de Justicia, Venezuela quedó en el foso, por detrás inclusive de países como Afganistán. 

En dicho estudio se evaluó la actuación de jueces y fiscales y la independencia del poder judicial, y sobre esto, el abogado Luis Izquiel afirmó que unos jueces designados a dedo no son eficaces para impartir justicia porque se han violado todas las normativas establecidas en la Constitución. 

«La falta de independencia del poder judicial es la causa principal de que en Venezuela no haya Estado de Derecho ni justicia, tenemos jueces arrodillados ante el poder político», dijo Izquiel.

Como soluciones a este problema, Izquiel señaló que la designación a dedos de jueces y magistrados tiene que cambiar, estos deben ser seleccionados de acuerdo a lo que indica la Carta Magna. Hacer una inversión en la infraestructura en las sedes del poder de justicia, por último, parar con la destrucción de las leyes como el Código Orgánico Procesal Penal que ha sido reformado siete veces. 

Mala operación del sistema militar

Otro de los actores que tiene responsabilidad directa en la incidencia del crimen y la violencia es el factor militar. Sobre el tema, Luis Alberto Buttó, profesor e investigador y magíster en conflictos armados,  afirmó que este elemento tiene responsabilidad directa en la existencia de grupos irregulares. 

«Históricamente, hemos tenido una mala operación del sistema militar, en Venezuela no hemos tenido una fuerza armada nacional profesional, pues el profesionalismo militar se da cuando el personal se dedica únicamente al operativo de la defensa y no participa en otra actividad que no sea esta», explicó Buttó.

El investigador en conflictos armados señaló que la Fuerza Armada ha perdido prestigio y credibilidad, pues los militares deben responder exclusivamente a las actividades operativas al sector defensa, pero que la estrategia tiene que estar en manos del sector civil.

Especializaciones del crimen

La responsabilidad del Estado en materia carcelaria es un problema que tiene más de 60 años que se ha venido deteriorando significativamente, según señala Humberto Prado, abogado y director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP). 

A juicio de Prado, el Estado se excusa en que no tiene presupuesto ni el personal adecuado para ellos impulsar cambios en esa materia carcelaria, pero nunca asumen su responsabilidad. 

«El Estado no tiene la capacidad para crear un sistema de sistema de prisiones que preste la atención para reinsertar a una persona que cometió un delito. El hombre que entró a la cárcel por robarse una cartera, sale peor porque el gobierno le ha patrocinado un postgrado en delincuencia», dijo Prado.

Humberto Prado afirmó que en Venezuela no va a haber un sistema penitenciario digno hasta que no haya un cambio de gobierno.

«Si no hay un cambio de gobierno no puede haber un Poder judicial digno, un Ministerio Público digno, una policía digna y un sistema penitenciario que respete las condiciones de todos los privados de libertad», aseguró Prado.

Sobre la situación del sistema penitenciario el director del OVP señaló que hay altos niveles de hacinamiento, hambre y enfermedades como tuberculosis y sida. 

Prado finalizó su intervención exhortando a la descentralización del sistema penitenciario.

Vicepresidencia para la Seguridad Ciudadana

@cnietopalma

El pasado 26 de enero, Nicolás Maduro designó a la almiranta Carmen Meléndez como vicepresidenta de Gobierno Sectorial para la Seguridad Ciudadana.

En este nuevo cargo, la también ministra de Interiores Justicia y Paz, según palabras del propio Maduro, tendrá entre sus funciones “la seguridad ciudadana, la paz, el combate al delito, el sistema penitenciario, la justicia y la verdad”.

Es la primera vez, en los 22 años del régimen chavista, que se crea una vicepresidencia para la seguridad ciudadana, a pesar de ser este uno de los más graves problemas que vivimos en Venezuela.

El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal de México reveló en su reporte de 2018 que Caracas, Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar se encontraban entre las 10 ciudades más peligrosas del planeta. Esta organización elabora un informe anual con las 50 ciudades más peligrosas del mundo para dar un toque de atención a sus gobiernos sobre la violencia urbana.

El inquietante puesto de estas tres ciudades venezolanas se da a pesar de que el 13 de febrero de 2009 se conformó la Comisión Nacional para la Reforma Policial, Conarepol, para construir un “nuevo modelo policial” más eficiente y mejor formado que incluyera las propuestas del pueblo. Teóricamente logró grandes avances de papel. Sin embargo, los mismos nunca fueron implementados y los que se lograron aplicar han sido un fracaso absoluto. Las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de Venezuela, es uno de ellos.

Igualmente, para dar respuesta a la problemática penitenciaria, en diciembre de 2008 se creó el Consejo Superior Penitenciario. El objetivo de la entidad sería “diseñar y formular políticas integrales que atiendan de forma estructural la transformación del sistema penitenciario”. Pero esta instancia tampoco tuvo los éxitos esperados, a pesar de haber hecho una serie importante de propuestas. Como en el caso Coranepol, las ambiciosas propuestas se quedaron en papel y el olvido.

Gran trabajo le toca a la almiranta Meléndez. Con este nuevo cargo tendrá que enfrentar al gran desastre que se vive en la seguridad ciudadana del país, en todos sus componentes: prevención al delito, policías, sistema judicial y cárceles.

Es difícil establecer qué área de la seguridad ciudadana del país funciona o medio funciona; me atrevo a decir que ninguna. No hay prevención de ningún tipo, las policías son un completo desastre, el sistema judicial no trabaja y las cárceles son depósitos de seres humanos.

Ojalá la recién nombrada vicepresidenta de seguridad ciudadana le eche una ojeada a las propuestas olvidadas de la Conarepol y el Consejo Superior Penitenciario y trate de aplicarlas en su gestión. Que se reúna con los mejores, los que de verdad conozcan del tema, dejando la política de lado. Solo se le pide que haga su trabajo, que ayude a darle solución a la crisis.

Le pediría que ponga el ojo en la situación penitenciaria del país. Y, sobre todo, en los centros de detención preventiva o calabozos policiales, que se han convertido en las nuevas cárceles de esta época.

Igualmente, que atienda a los hombres y mujeres privados de libertad, que, entre la tuberculosis, desnutrición y retardo procesal ven sus derechos humanos vulnerados, sin que ninguna autoridad del Estado les preste ayuda ni a ellos, ni a sus familiares.

La seguridad ciudadana es un problema de Estado y como tal debe ser tratado.

Esperamos que esta recién creada vicepresidencia lo haga. De lo contrario, será otro organismo más de la burocracia venezolana ineficiente y corrupta.

cnietopalma@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Dos mitos en seguridad ciudadana
Existen concepciones erróneas en materia de seguridad en las que parecieran coincidir oficialistas, opositores e independientes.

@javiermayorca 

La Real Academia de la Lengua Española nos dice que los mitos son historias ficticias que, por la fuerza de las repeticiones, son aceptadas como verdades escritas sobre piedra por amplios conglomerados.

En los mitos, igualmente, se habla de cosas o personas a las que les atribuyen cualidades que en la realidad no poseen.

En el ámbito de la seguridad los hay tan fuertes que casi constituyen puntos de encuentro entre integrantes de todos los sectores políticos y niveles socioeconómicos.

En esta entrega, se analizan dos de los mitos más difundidos en el país.

 El verdadero poder de las armas

Una noción que pareciera estar imbuida en la cultura policial consiste en que los agentes deberían gozar de cierta paridad, en cuanto al poder de fuego, con respecto a sus contrapartes del mundo de la delincuencia.

A pesar de esto, la impresión generalizada es que desde el propio Gobierno se ha pretendido desarmar a las policías, con propósitos inconfesables. Es cierto que durante el régimen de Maduro han ocurrido varias rondas de desarme a cuerpos de seguridad. Pero estas acciones parecieran ser selectivas, es decir, van más encaminadas a mermar los recursos de instituciones bajo el mando de alcaldes o gobernadores opositores, que por una concepción general de los medios que deben estar a la disposición de esos funcionarios, en cumplimiento del modelo trazado hace una década.

En otras palabras, los llamados “estándares” en cuanto al armamento han sido aplicados con rigor a las instancias de gobierno que no son afines al régimen.

En cambio, se ha permitido que los cuerpos preventivos de estados y municipios gobernados por oficialistas se apertrechen con armamento de guerra, e incluso se hagan llamar “fuerzas armadas policiales”. Sus funcionarios, retratados con fusiles terciados en el pecho, como sucede en Lara, sugieren el acatamiento de modelos militaristas, dispuestos a aplicar “mano dura” contra los delincuentes.

Del otro lado, en sectores de la oposición también hay la convicción de que se debe incrementar el poder de fuego de los cuerpos preventivos. La reforma a la Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional, sancionada por el Parlamento (regido por opositores) en octubre de 2016, tiene una disposición transitoria según la cual “todas las armas y municiones que fueron retiradas de las policías estadales y municipales por alguna medida administrativa o por la aplicación de la resolución número 17.350, del 13 de febrero de 2011 (…) u otro instrumento jurídico de contenido similar, deberán  ser devueltas por el Ejecutivo Nacional a los organismos de los cuales fueron sustraídas”.

Esta es una lógica que el criminólogo Keymer Ávila ha descrito como de “guerra fría”: si el hampón tiene fusiles, todo policía también debe tenerlos, y de ser posible mejores.

“Si seguimos esa lógica, tarde o temprano tendremos a policías municipales con bazucas”, advirtió.

Pero esa convicción generalizada pareciera carecer de sustento científico o estadístico. En 2014, Ávila llevó a cabo una investigación sobre la victimización policial. En esa época, sorprendían las cifras de agentes ultimados. Luego de revisar y sistematizar la información consignada en los expedientes penales, concluyó que el uso de armas largas en contra de los funcionarios “es excepcional”.

Los fusiles, como los exhibidos recientemente por miembros de bandas en Petare y la Cota 905, tienen según Ávila una utilidad más simbólica que instrumental. A partir del miedo que inspiran, se facilita el control en determinados territorios. Wilexis y Coqui los saben.

Lo cierto es que las policías preventivas usualmente se abstienen de intervenir cuando perciben que del otro lado hay hampones con FAL o AR-15. Desde luego, los impactos por los proyectiles de estas armas pueden ocasionar daños considerables. Pero la sola posesión en manos de antisociales no es argumento suficiente para no actuar, aun si se dispone solo de las armas reglamentarias.

Según el comisario jubilado de la policía judicial e instructor de tiro, John Tovar, tan importante como el armamento es el conocimiento táctico sobre su utilización y el permanente entrenamiento. Esto puede marcar una diferencia clave en situaciones comprometidas como las que día a día enfrentan los uniformados.

El exfuncionario indicó que la mayoría de los delincuentes no equipara el nivel de preparación que deben poseer los policías. Además, creen que el arma por sí sola es suficiente, pero “no tienen tácticas”.

Aun así, es raro ver que gendarmes con la dotación reglamentaria enfrenten a bandas que poseen armas de guerra. Para encontrar un ejemplo hay que remontarse a diciembre de 2012, cuando comisiones de las policías de Chacao y Sucre protagonizaron una larga refriega contra los integrantes de una renombrada banda de secuestradores, liderada por José Ricardo Suárez, alias Penco. Estos sujetos llevaban fusiles Colt AR-15, mientras que los uniformados tenían sus pistolas y escopetas reglamentarias. Luego de un intenso intercambio, en una calle ciega de Los Palos Grandes, murieron cuatro delincuentes, incluido el líder de los plagiarios. Ningún policía resultó herido.

 ¿Cómo se traslada el hampa?

Sobre las motos – y sus conductores- pareciera caer un estigma. Los usuarios de estos vehículos son permanentemente detenidos y verificados por los agentes de todas las policías, simplemente porque circulan sobre dos ruedas.

Esta opinión negativa hacia los llamados “motorizados” no se forjó exclusivamente durante los mandatos de Chávez y Maduro. En los ochentas del siglo pasado, por ejemplo, se llegó a prohibir mediante decreto presidencial que estos vehículos transitaran por las autopistas de Caracas.

Recientemente, sin embargo, gobernadores y alcaldes han implantado restricciones en sus territorios exclusivamente para los usuarios de motocicletas, también guiados por la noción de que son los medios de transporte predilectos de los delincuentes. El último de ellos ha sido el mandatario regional de Zulia, quien prohibió la circulación de estos vehículos durante las noches. Esta medida ha posibilitado la confiscación de facto de numerosas motos, sin mayor basamento que un decreto de alcance regional.

En el libro Revolución de la muerte (Caracas, 2020) los autores Fermín Mármol y Luis Izquiel también se muestran proclives a la imposición de restricciones al uso de motos, bajo la noción de que son los medios mayoritariamente utilizados por los asaltantes en las vías públicas.

Como se ve, tanto oficialistas como opositores parecieran coincidir en que los cuerpos de seguridad deben tener una actitud más rigurosa hacia quienes utilizan este medio de transporte. Pero, ¿qué dicen al respecto las estadísticas manejadas por las propias policías?

Según cifras conocidas extraoficialmente, en 2019 fueron reportados 15 097 robos genéricos y robos de vehículos. Estos son delitos contra la propiedad caracterizados por un accionar violento, en los que las víctimas pueden tener una idea de cuáles fueron los medios utilizados por sus contrapartes. En los hurtos es más complicado determinarlo, puesto que por definición prevalecen la agilidad y la destreza para llevar a cabo los despojos de los bienes y del dinero.

De todos estos robos denunciados ante las policías, y presumiblemente investigados, se constató el uso de motocicletas por los victimarios solamente en 1006 casos.

Esto equivale al 6,6 %. En otros 898 (5,9 %) casos las víctimas afirmaron que los asaltantes usaron autos, camionetas o camiones.

Como se ve, la diferencia entre el uso de motos y de otros vehículos en los robos de todo tipo fue muy pequeña. Pero las decisiones han sido contra los motorizados. Pareciera que el criterio estadístico no fue tomado en cuenta por gobernadores y alcaldes, a la hora de aplicar medidas que ponen cortapisas a un derecho constitucional, como el de la libre circulación.

Lo cierto es que, en la Venezuela actual, con parques automotores extremadamente reducidos y poco acceso a los repuestos, la gran mayoría de los ladrones se traslada a pie, o con medios de transporte que no han sido determinados por los cuerpos policiales. Estas dos alternativas abarcan el 87 % de los robos conocidos durante el año pasado. Son razones suficientes para abstenerse de tomar decisiones de gobierno que van directamente en contra de un grueso sector de la población.

Otra cosa distinta es obligar a los conductores de motos, y de todo tipo de vehículos, a acatar las normas del tránsito terrestre, y aplicar los correctivos previstos en ellas cuando se detectan infracciones. De esa forma se podría contrarrestar el ambiente de profunda anomia que se percibe en las calles y avenidas del país.

En próximas entregas, serán analizados otros mitos de la seguridad ciudadana en Venezuela.

Breves

* El 18 de junio, el Grupo de Trabajo sobre las Detenciones Arbitrarias de la Organización de Naciones Unidas dictaminó que el gobierno venezolano debería poner en libertad “sin dilación” al general de brigada (GN) Héctor Hernández da Costa, uno de los oficiales detenidos como consecuencia del estallido de dos drones en el centro de Caracas, durante la celebración de un acto aniversario de la Guardia Nacional.

El dictamen, identificado con el número 20/2020, indicó además que este oficial debería “obtener una indemnización y otros tipos de reparación, de conformidad con el derecho internacional”. Hernández fue apresado el 13 de agosto de 2018 durante una incursión de Contrainteligencia Militar en su vivienda, ubicada en Los Palos Grandes, llevada a cabo sin orden judicial ni presencia de representantes de la Fiscalía. “En días posteriores, se realizaron tres allanamientos más, durante los cuales se sembraron pruebas en su contra”, indica el documento. El oficial fue desaparecido durante cinco días, hasta su presentación en un tribunal, el 18 de agosto. Igualmente, “fue torturado por los miembros de la Dgcim para obligarlo a prestar una falsa declaración que inculpara a los dirigentes políticos de la oposición, implicándolos en el supuesto intento de magnicidio”.

En esos días, le ofrecieron que si declaraba contra los políticos pasaría de ser imputado a testigo. En este caso, el Gobierno respondió ante la ONU a los señalamientos formulados por los representantes del general. Informó que Hernández da Costa fue aprehendido debido a una orden judicial expedida el 16 de agosto, es decir, tres días después de la incursión policial en su vivienda. Además de implicarlo en el caso de los drones, el régimen cree que él participó en los asaltos a la 41 brigada blindada del Ejército, y al puesto de la GN en Laguneta de la Montaña. Estas acciones fueron encabezadas, respectivamente, por grupos en los que participaban el capitán Juan Carlos Caguaripano y el inspector jefe de Cicpc Oscar Pérez. El alegato gubernamental no especifica cómo habría sido la participación de este general en ambos casos. Indicó, además, que los defensores de Hernández no denunciaron ante la juez de control “los supuestos actos de tortura, amenazas contra sus familiares y la colocación de evidencias falsas en su domicilio”. En su dictamen, el grupo de la ONU concluyó que las alegaciones del régimen en su descargo fueron “aisladas y no sustentadas”, y que por ende no desvirtúan las denuncias.

* El 5 de julio, mientras en el país celebraban los ascensos militares, aterrizaba en una carretera del municipio mexicano Chunhuhub (Quintana Roo) un jet Gulfstream siglas XB-RCM cargado con aproximadamente 700 kilos de cocaína. Aunque las trazas de vuelo indicaban un punto de despegue desde Maracaibo, lo más probable es que el jet haya salido desde alguna pista del sur del lago o del Catatumbo. Según fuentes policiales, estos son los lugares donde se está produciendo con más frecuencia el embarque de drogas ilegales con destino en países centroamericanos como Honduras o Guatemala, y también México, como sucedió el domingo.

El jet despegó poco después de las 6 am, y luego de aterrizar fue quemado por sus ocupantes. Una de las dos camionetas en las que fue colocado el alijo fue incautada por las autoridades mexicanas, mientras que la otra fue hallada después, ya sin carga. Este envío presumiblemente pertenecería al Cartel Jalisco Nueva Generación. La ONU ha advertido que debido a la pandemia los traslados de drogas ilegales desde Suramérica han perdido frecuencia. En el caso venezolano, estarían saliendo desde marzo un promedio de tres vuelos semanales, sospechosos de llevar sustancias ilícitas. En cuanto a la ruta marítima, preferida para el transporte de alijos a Europa y países de África Occidental, los participantes en la operación aeronaval encabezada por EEUU frente a las costas venezolanas, llamada Orión V, han reportado el decomiso de 50,3 toneladas de cocaína y otras 7,3 toneladas de marihuana hasta junio.  

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Guaidó presentó el Plan País de Seguridad en la UCAB

ESTE 11 DE ABRIL EN EL AULA MAGNA de la Universidad Católica Andrés Bello se llevó a cabo la presentación del Plan País, enfocado en materia de seguridad ciudadana. Algunos de los tópicos debatidos fueron: la población reclusa, los funcionarios policiales, control de armas, el elemento social dentro de la delincuencia y reforma del sistema judicial.

El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, calificó como deshumanizados y carentes de especialistas los últimos planes de seguridad implementados por el gobierno de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela.

“Son planes deshumanizados, toderos y sin especialistas que nunca dieron soluciones al problema de la inseguridad en Venezuela”, dijo durante su intervención en el Plan País.

Guaidó recalcó que durante los años de la llamada revolución el país colapsó y la seguridad ciudadana es uno de los aspectos que encabeza la lista. “No podemos tener profesionales exitosos en sociedades colapsadas”, aseveró el parlamentario.

La presentación de este enfoque del Plan País contó con la ponencia de expertos en temas de seguridad como el director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), Roberto Briceño León, quien recordó que Venezuela es el país más violento de América Latina, en donde los niveles de delincuencia se han incrementado dramáticamente en los últimos años, basándose en las cifras de homicidios en comparación a Colombia, que cuenta con guerrillas y otras organizaciones delictivas identificadas.

Briceño León alertó que no existen detenciones tras la comisión de delitos, poniendo como ejemplo que en el 91% de los delitos de homicidios no hay arrestos. Y al no haberlos, aumentaron. Además indicó que de 1999 a 2018 se registraron 333.000 personas muertas por este delito, “muertes que se han podido evitar”. Siendo los jóvenes y hombres de sectores populares los más vulnerables.

Por su parte, la ex-secretaria de Seguridad y Orden Público del Zulia, Odalis Caldera, resaltó que para poder aplicar el Plan País es necesario que se tenga voluntad política, para que así pueda llevarse a feliz término.

Caldera explicó que al establecerse el llamado “gobierno de transición”, en las primeras 90 horas se creará un despacho adjunto a la Presidencia, que sea independiente, para garantizar la estabilidad democrática, así como la coordinación y supervisión de los cuerpos de seguridad y se designarán equipos de alto desempeño que vayan a las áreas donde imperen los servicios básicos: agua, luz y telecomunicaciones.

Se pretende aplicar un plan de custodia en vías terrestres “que garanticen el libre tránsito de mercancía y personas” por todo el territorio nacional. Además, que en el espacio de tres meses se pueda hacer un mapeo de las áreas urbanas, rurales e indígenas que sean vulnerables a la actividad criminal, al igual que el ataque a grupos al margen de la ley.

Funcionarios y la sociedad

El exdirector de la Policía de Sucre, Manuel Furelos, el comisario Eduardo Noriega y la socióloga Magally Huggins presentaron este apartado que comprendió los siguiente:

  • Recuperar el espíritu de acción policial y servir a la población, ya que actualmente se preló la cantidad sobre la calidad.
  • Ubicar a los posibles funcionarios con “don de servicio” e “inyectarle” el concepto de que el policía es el mejor ejemplo de un ciudadano.
  • Promulgar la ley de la Asamblea Nacional que habla sobre la prevención social del policía. Dignificación de salarios y tomar medidas en corto, mediano y largo plazo.
  • Reingeniería de los cuerpos policiales, optimizarlos y modernizarlos en procedimientos, preparación y equipos.
  • Independizar las policías y demás entes del Gobierno para que cumplan su función y sean especializados en áreas. “No volverlos toderos”.
  • El 94% de las muertes en Venezuela son producto de armas de fuego, por lo que es necesario generar políticas de control de armas y recuperación de espacios públicos.
  • Eficiencia en invertir en temas preventivos que después de la acción.
  • Reconstrucción del tejido social, centrándose en poblaciones urbanas vulnerables y recurrir al aporte de la sociedad civil.
  • Reconocer como delito, además del homicidio y el secuestro, la violencia de género, violencia intrafamiliar y el incesto.
  • Acabar con la corrupción  y la impunidad.
  • Creación de coordinación de políticas preventivas en materia social.
  • Rendición de cuentas.
Ejerciendo justicia

Los criminólogos Luis Izquiel y Fermín Mármol García fueron los exponentes de este apartado.

  • Reforma del sistema judicial que “permee hacia abajo”, donde los jueces en todas sus áreas sean designados por concursos públicos y no designados.
  • Eso evitaría que sea una máquina de persecución de la disidencia.
  • Reforma legal del Código Penal
  • Crear código de faltas porque “la impunidad tienen que comenzar por pequeñas trasgresiones y los procedimientos para aplicar” sanciones.
  • Rescate de proteger la vida
  • Redimensionar, optimizar y verificar proceso de identificación ciudadana
  • Permitir a los órganos de justicia resolver más causas posibles y tener más elementos de convicción para evitar el “fantasma de la duda”.
  • Incentivar la denuncia ciudadana de forma anónima.
  • Reimplementar la encuesta de victimización nacional
Sistema carcelario

Para la presentación del enunciado, se les encargó al diputado Gilber Caro; el director del Observatorio Venezolano de Prisiones, Humberto Prado, y el director de la ONG Una Ventana a la Libertad, Carlos Nieto Palma.

  • Fomentar la educación integral desde las escuelas. “Los niños no nacieron como criminales”.
  • Reorganización del programa de formación de reclusos. “El 64% de la población carcelaria reincide en el delito, por lo que hemos fallado”.
  • Erradicar la ideologización de los reclusos en los recintos penitenciarios.
  • Construir y remodelar las cárceles en Venezuela, ya que hay 46.775 personas en los centros de reclusión y se evidencia que el 70% de la población carcelaria está por retardo procesal.
  • Crear políticas en pro de la población de reclusos, ya que en 20 años han muerto 7.200 presos en las cárceles por diversos motivos.
  • Preparación del personal y evitar el hacinamiento en los calabozos policiales.
  • Aumento del presupuesto para la alimentación de los reclusos. Actualmente al año perciben BsS 1.247.
  • Aprobación de ley de calabozos policiales.
  • Privatización de cárceles.
  • Instauración de un defensor de la población reclusa.
  • Asistencia post penitenciara que se le debe brindar al recluso que reinserta en la sociedad.
*Con información de Tal Cual Digital y El Pitazo.
La importancia de los incentivos para mejorar la seguridad ciudadana: el caso Pernambuco, Brasil

Los bajos salarios y las desigualdades en los ingresos señalan como poco atractiva la carrera policial y conducen a la falta de compromiso y satisfacción laboral, lo que puede asociarse con bajo nivel de desempeño y prácticas deshonestas, explica Luis Gerardo Gabaldón, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello. “En el año 2006, el salario de los policías venezolanos apenas superaba el sueldo mínimo en los rangos más bajos: entre US$200 y US$250.”

Los datos recopilados por la plataforma Monitor de Víctimas identifican a la policía como el segundo victimario en los homicidios que suceden en Caracas: 48% de los casos se deben a ejecuciones y resistencia a la autoridad en 16 meses de recolección de datos. Cuando escuchamos el testimonio de familiares de víctimas de la violencia del Estado pareciera que los funcionarios perciben que el costo de cometer un crimen es cercano a cero. Después de México y Perú, quienes tienen un índice de 69% de impunidad, Venezuela figura como el tercer país con los porcentajes más altos en América Latina con 67%. A escala mundial ocupa el sexto lugar.

Esta situación ha incrementado la desconfianza hacia los cuerpos policiales. Según Encovi (2018) 65% de la población desconfía del trabajo de la fuerza pública. Por otro lado, las políticas de seguridad ciudadana se han simplificado en operativos de “mano dura” y el Estado se ha olvidado de ofrecer beneficios económicos y sociales a los funcionarios. Esto los lleva a alejarse cada vez más de su labor de prevenir y combatir el delito para, precisamente, incurrir en estos. El gobierno venezolano también ha hecho a un lado las políticas básicas para lograr la reducción de homicidios: intervención de espacios públicos, inclusión de la ciudadanía, inversión en programas sociales para la prevención de la violencia, y otros.

Políticas para revertir la realidad

En abril de 2018, el medio digital Efecto Cocuyo señaló mediante una investigación que el sueldo de un comisionado de la Policía del municipio Sucre (estado Miranda), con 20 años de carrera policial, un posgrado y una maestría, no superaba los 25 bolívares soberanos (esto era, aproximadamente US$4, que equivalía al precio de medio pollo y un cartón de huevos para la fecha). Es por ello que en muchos casos los funcionarios recurren a prácticas ilegales conocidas como “matraqueo” o prefieren hacer labores como escolta y seguridad privada, dado que no existen los incentivos salariales para permanecer en los cuerpos de seguridad del Estado.

En este contexto se debe incluir la destrucción institucional de la Fiscalía y el sistema judicial, todo esto sumado al debilitamiento de la sociedad civil y su capacidad para hacer contraloría a las acciones de la fuerza pública.

Ante esta realidad, ¿es posible crear políticas públicas viables para revertir el deterioro institucional de la Policía? La respuesta es sí. Un ejemplo de ello ocurrió en el estado de Pernambuco, al noreste de Brasil, que concentra 1% de los homicidios a escala mundial. Entre 2007 y 2013 se llevó a cabo el proyecto Pacto por la Vida, con el cual lograron reducir el número de muertes violentas en 40%, de 4.592 a 3.101.

El programa Pacto por la vida fue creado bajo el mandato del exgobernador brasileño Eduardo Campos, con asesoría del doctor en Sociología José Luiz Ratton. El proyecto se enfocó en la reducción de los homicidios por medio de incentivos económicos a los funcionarios con el objetivo de transformar su actuación. El componente más importante era trabajar en la investigación de los casos, para así aumentar el costo de cometer un crimen.

Luego de diagnosticar el problema, los especialistas hicieron foros en los que se incluyó a la ciudadanía y a distintos movimientos afectados por la violencia. Sus solicitudes se convirtieron en metas; esta fue una característica clave en el modelo.

Sobre esta experiencia, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indicó que las reuniones periódicas con las autoridades y el seguimiento de los objetivos fueron vitales para el proyecto. Por ejemplo, cuando los datos registraban retrasos en las metas, los funcionarios debían dar explicaciones sobre los inconvenientes que lo habían causado. Por cada objetivo principal se evaluaban metas financieras y se establecían sistemas de pago por desempeño, de forma que los salarios de los cuerpos policiales aumentaron significativamente. El BID señala que el gasto en personal creció en 29% en términos reales entre 2008 y 2013.

Prevenir los homicidios  

Uno de los éxitos de Pacto por la Vida fue la reducción de los homicidios cometidos por los cuerpos de seguridad del Estado, pues al crearse las bonificaciones los funcionarios se enfocaron en investigar los casos y dejaron de cometer asesinatos en las zonas más vulnerables. Sin embargo, las características de la violencia en Brasil y el no haber trabajado en la prevención de los homicidios afectó la sostenibilidad en el tiempo del proyecto. Por ejemplo, los funcionarios alteraban los datos moviendo de lugar los cadáveres para que la muerte perteneciera a otra área, y así cumplir con los objetivos de reducción planteados en la planificación.

Otra de las fallas fue la creación de un nuevo bono por la incautación de drogas en 2012. Esto generó un cambio en las motivaciones de los agentes, ya que incautar droga y localizar a los vendedores resultaba una actividad más fácil y rentable que investigar los homicidios. El nuevo incentivo desvió los esfuerzos de los funcionarios por reducir los homicidios dando como resultado el aumento de la violencia.

Las características de la violencia en Brasil actualmente siguen siendo similares a Venezuela. En ambos países las armas de fuego son incautadas pero no destruidas. Luis Cedeño, director de Paz Activa, explicó para Monitor de Víctimas que las armas decomisadas en Venezuela entran en custodia pero luego regresan a manos de los grupos violentos, reinician su ciclo y nunca terminan de salir de circulación. Luiz Ratton, durante una visita a Venezuela, contó que en Brasil algunas veces un arma se denuncia como robada cuando en realidad fue vendida, incluso, en ocasiones son alquiladas.

Hoy Brasil ocupa los primeros lugares de violencia en el mundo con 12% de homicidios. Pernambuco aumentó su número de muertes a 5.030, una vez se abandonó el programa Pacto por la Vida. Los expertos aseguran que en este tipo de proyectos deben incluir políticas públicas de prevención de homicidios según las diferentes áreas: violencia de género, grupos LGBT, tráfico de drogas, entre otros.

Desde Caracas Mi Convive consideramos que el ejemplo de Pernambuco es aplicable para el Área Metropolitana de Caracas, tomando en cuenta algunas similitudes que puedan tener y las correcciones y adaptaciones que ameriten. La deplorable situación y las condiciones en las que trabajan los funcionarios policiales obligan a definir un programa extenso de atención inmediata para este gremio, que incluya mejores salarios, dotación de recursos y equipos, y fortalecer la estima e importancia de los cuerpos policiales.

Es importante resaltar que para poder ejecutarlo con éxito se debe contar con una economía estable y crear una relación de confianza entre los funcionarios y los ciudadanos. La reducción de homicidios en el país depende de una reforma en las fuerzas de seguridad pública del Estado y que sea abordado como un tema prioritario para el Ejecutivo. Se debe contar con un compromiso de continuidad política entre las gestiones gubernamentales para su sostenibilidad y efectividad en el tiempo, así como la voluntad para hacerlo de manera sensata y despolitizada. La ciudadanía será fundamental para consolidar una solución consensuada e inclusiva, y al contar con un sistema policial sólido y legitimado se podrá enfrentar la violencia que vive Venezuela.