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Poder

Delcy Rodríguez: El poder constituido está subordinado a esta ANC

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La convivencia armoniosa entre los poderes constituidos y el Poder Constituyente es el principal objetivo del decreto de funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente que fue aprobado en la sesión de este martes.

La presidenta de la ANC, Delcy Rodríguez, indicó que de acuerdo al artículo 349 de la Constitución de 1999, los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la asamblea nacional constituyente.

“El poder constituido está subordinado a esta Asamblea Nacional Constituyente. Este es un decreto que refleja la buena voluntad de esta asamblea que tiene un mensaje muy claro de cordialidad, de convivencia y de entendimiento entre los venezolanos”, afirmó en transmisión de ANTV.

Rodríguez indicó que una vez que asumió la presidencia de la ANC, se comunicó con el diputado Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, para explicarle “la necesidad de la convivencia de la ANC con ese poder constituido y su respuesta es que ellos no van a contribuir”.

Refirió que permanentemente el presidente, Nicolás Maduro, “ha invitado al diálogo y su respuesta (la de la oposición) es el no entendimiento entre los venezolanos y en vez de desplegar la acción política han llamado a la guerra, a la muerte, al odio y a la intolerancia”.

Rodríguez remarcó que uno de los propósitos de la ANC “es prevenir, es sofocar esas posiciones irracionales e intolerantes que buscan socavar el Estado de derecho y de justicia en Venezuela”.

El poder de la no violencia, por Roberto Patiño

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La protesta y la manifestación que han signado los últimos ochenta días de la realidad nacional, son la expresión de descontento  y la exigencia de cambio y soluciones que reclama la inmensa mayoría del país. Lo que comenzó como un rechazo a la ruptura del hilo constitucional se ha transformado en una expresión mayoritaria de reclamo frente a la situación de crisis que el régimen propicia para su beneficio y el de la cúpula que lo lidera.

En la actualidad hay un reconocimiento generalizado de los venezolanos de que la permanencia del régimen y su modelo atenta directamente en contra de sus necesidades y el futuro del país. Y hoy en las calles se materializa ese reconocimiento.

La protesta ha sido reprimida con brutalidad por el gobierno, que ha buscado criminalizarla, asociando a los marchantes a complots y grupos desestabilizadores. Pero grandes sectores del país protestan en comunidades, urbanizaciones y localidades lo que ha forzado al régimen a criminalizar al mismísimo descontento. A criminalizar a la gente.

Hemos visto como grupos paramilitares y sobre todo la GN, hostigan a civiles en ataques y redadas a edificios y comunidades, al igual que un ejército invasor.  Lo sucedido el miércoles pasado en la urbanización Los Verdes, en El Paraíso, es una muestra de esto. ¿Son los residentes de Los Verdes miembros de una fuerza insurgente?  ¿Esos hombres y mujeres, jóvenes y niños, profesionales, trabajadores y estudiantes, pertenecen a una banda terrorista?  No. Son, como el resto de los venezolanos, víctimas de un grupo violento que, para permanecer en el poder, ha decidido someter a la población a sangre y fuego, aterrorizando, hiriendo e incluso matando.

Con la implantación de la constituyente, el régimen conduce al país a una confrontación violenta entre gobierno nacional y población civil, a una aberración moral e histórica sin precedentes. Al verse imposibilitados de ganar una elección, declaran la guerra al pueblo. Ahora los venezolanos nos enfrentamos  a un aparato represor y bélico, que ha causado la muerte de más de setenta  personas, hiriendo y deteniendo ilegalmente a más de un millar más, y que actúa con la mayor impunidad, apoyado por instituciones de un Estado secuestrado.  

Creemos que se abre una nueva etapa en la protesta en el que debemos rechazar las vías violentas frente al proceder criminal establecido por el gobierno y que tanto dolor y humillación está causado al país. Es muy profundo el daño a la convivencia y las heridas que en la sociedad está causando el uso de fuerzas policiales y militares para reprimir a la población, así como los actos violatorios de derechos humanos que cometen impunemente desde funcionarios públicos hasta grupos paramilitares. Y no puede negarse el reclamo que invade a muchos de enfrentar esta violencia con una similar, o aún mayor, para poder imponerse al gobierno.

Ante esto señalamos que, más allá de consideraciones éticas y morales fundamentales, los escenarios violentos solo tienen como consecuencias la continuidad de la dictadura, el desgaste de la protesta y la permanencia de la conflictividad. Están siendo implementados por el núcleo más radical del régimen que busca argumentos para establecer estados de emergencia y tener bases con las que llevar a cabo acciones como la de la constituyente para “recuperar la paz y la normalidad en el país”.  También busca fortalecer la narrativa de “defensa ante grupos terroristas y desestabilizadores”, que actualmente desarrolla y que estigmatiza desde manifestantes hasta amplios sectores de la población general. Recordemos los hechos sucedidos recientemente en Turquía, en las que revueltas violentas y armadas fueron aprovechadas por Erdogan para implantar un régimen autoritario.

Creemos que debemos actuar desde la no-violencia sin ingenuidades ni falsos optimismos, ya claros ante la brutalidad y estrategias bélicas usadas por el régimen, potenciando los aspectos fundamentales que dan fuerza a la protesta: la diversidad y contundente mayoría de toda una población que rechaza al gobierno y su modelo, el carácter nacional, espontáneo y continuo de la manifestación, y la exigencia general de soluciones inmediatas a los graves problemas de la crisis, impulsada por el madurismo.  

Las realidades de hostigamiento, desventaja y uso de fuerza armada por parte de un Estado opresor, que estamos enfrentando han sido experimentadas por distintas sociedades en el mundo y en ellas ha sido fundamental la aplicación de estrategias no violentas para sostener la lucha y obtener resultados exitosos. Desde el movimiento de derechos civiles en EUA hasta la lucha contra el Apartheid, la lucha no violenta permitió sumar sectores nacionales e internacionales al reclamo e implementar acciones que pudiesen contrarrestar la superioridad armada del orden opresor. Los ejemplos del movimiento Solidaridad contra la dictadura comunista en Polonia o del movimiento Otpor contra el régimen autoritario de Milosevic en Serbia, también nos muestran la efectividad de la lucha no armada, en el logro de condiciones que posibiliten no solo la salida de sistemas dictatoriales sino la gobernabilidad posterior y la implementación de medidas para la recuperación y rescate del país.

La estrategia de la no violencia nos permite captar a los sectores descontentos y traicionados frente al sectarismo y la división auspiciados por la dictadura. La ruta violenta hacia la constituyente en la que se ha enrumbado el núcleo radical del régimen, es una amenaza que los sectores democráticos y moderados dentro del chavismo y el gobierno, están reconociendo. Las actuaciones de la fiscal general, así como los pronunciamientos de magistrados del TSJ dan cuenta de ello. Incluso la renuncia al mando del Consejo de Defensa de la Nación del general Alexis López Ramírez, habla del desencuentro interno frente a la catástrofe dictatorial y llama la atención sobre las repercusiones de ese gesto no violento de un hombre formado para las armas. La lucha no violenta da argumentos, y crea las condiciones necesarias, para que sigan sucediendo y sean aprovechados este tipo de actuaciones.

La protesta va a seguir. Expresa el reclamo popular contra del régimen, y el rechazo a la tragedia de someterse a su modelo criminal.  Es nuestra voz, que ya no puede ser acallada. La no violencia es fundamental para que esa voz sea más fuerte, se reproduzca en todos los rincones del país y logre materializar los cambios que con tanto sacrificio, valor, y coraje está exigiendo.

 

@RobertoPatino

Y ahora… ¿qué hacemos? por Ángel Oropeza

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Ante el avance de los planes de eternización de Maduro en el gobierno a través del fraude de la supuesta “asamblea constituyente” y el consecuente aumento de la represión asesina para imponerlo, muchos venezolanos han expresado su natural angustia y la sensación de sentirse emocionalmente abrumados por el inminente peligro que se nos avecina. La pregunta que se oye en todos los espacios vitales del país es: ¿ahora qué hacemos? ¿Cuál es la estrategia?

Comencemos por la lógica angustia. Observar a unos sujetos que no solo amenazan y agreden desde la arrogancia que les da su ilusión de poder, sino que son capaces de ordenar sin escrúpulos el asesinato de sus compatriotas con tal de imponer un proyecto antihistórico para conservar sus privilegios y fortunas, genera sin duda espanto y ansiedad colectiva, casi tan fuertes como el repudio que se les profesa.

Sin embargo, más allá de esta natural reacción psicológica, es necesario entender lo que hay detrás de la conducta delictiva del régimen, y que le da sentido trascendente a la respuesta épica de un pueblo de pie en defensa de su país. Recuerdo aquí las palabras de George Marshall: “No basta con luchar. Es el espíritu que nos acompaña en la lucha el que decide la cuestión. Es la moral la que obtiene la victoria”. Y a esta lucha de millones lo que le sobra precisamente es moral.

El proyecto madurocabellista, además de inviable y rechazado por todo el país, ya entró de lleno en la categoría de aberración histórica. De tanto velar solo por sus propios intereses de perpetuación y dominio, terminó por emanciparse de la realidad. De tanto desconocer y dar la espalda al sufrimiento que ellos mismos generaron en sus compatriotas, quedaron reducidos a vivir en un mundo falso, de apariencias y rituales, donde solo ellos se creen sus discursos, sus instituciones y sus mentiras.

En consecuencia, y a diferencia de la otrora exitosa seducción del chavismo, al madurocabellismo solo le queda la opción de intentar imponer por la fuerza su fracasado modelo. El invento de una fraudulenta constituyente es solo una “coartada” para conseguir una desesperada legitimación. Es un intento burdo por darle visos de apariencia jurídica a la pretensión de crear otro país, porque este no solo les quedó grande, sino que los desprecia y desconoce. Pues bien, este país no está dispuesto a desaparecer. Y hoy sus hijos se han levantado, con angustia pero con un coraje mil veces superior a su miedo, para defender el mejor país de la Tierra.

¿Cuál es la estrategia? En el corto plazo, impedir la materialización del fraude mediante la activación y articulación de todos los sectores del país. Las tácticas irán adaptándose tanto al desarrollo acelerado de los acontecimientos, como a la dinámica generada por las acciones que se sucederán. Pero el éxito de ambas, la estrategia y sus tácticas, dependerá de tres condiciones: unidad, organización y persistencia. Unidad creciente de la dirigencia política entre sí y de los venezolanos con ella. Reforzar la organización ciudadana, tanto en sus espacios naturales de encuentro como en los que promoverá la Mesa de la Unidad Democrática para esta etapa de la lucha. Y, finalmente, insistir más que nunca en nuestras cuatro banderas, que son las que han provocado la enorme solidaridad internacional y el inmenso apoyo interno, incluyendo a vastos sectores del oficialismo, a esta nueva batalla por la independencia: que haya elecciones, que se libere a la Asamblea Nacional, que suelte a los presos políticos y que haya comida para que la gente no muera de hambre.

Que nada, ni la angustia ni la legítima indignación, y mucho menos las tentaciones del gobierno, nos saquen de este camino, que es el único que nos puede conducir a la necesaria victoria. Recordemos las palabras de Tzun Tzu: “Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza”. Porque, al final, “la invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario”.

 

@AngelOropeza182

El Nacional 

Nicolás Maduro está siendo apartado del mando por los cuadros más duros, por Federico Gaon

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La situación socioeconómica en Venezuela empeora cada día. La inflación se aproxima rápidamente al 1000% anual y persiste una escasez generalizada de alimentos y medicamentos. Además, los experimentos económicos del Gobierno continúan demostrando que el remedio bolivariano es el peor flagelo concebible para el país. En diciembre, Nicolás Maduro implementó una desmonetización súbita a los efectos de frenar la inflación. Aunque anunció nuevos billetes de mayor denominación, estos tardaron más de un mes en llegar y, así todo, su circulación es limitada. Esta decisión desembocó en saqueos y una agudización de la ya agobiante escasez de productos básicos. Para colmo, mientras existe un flujo constante de venezolanos intentando cruzar a Colombia, Maduró anunció que son los colombianos quienes emigran en busca de mejores condiciones de vida.

Hay varias aristas desde donde puede abordarse la convulsionada situación en Venezuela. No obstante, Maduro resulta la cara visible del problema bajo cualquier aproximación. Al fin y al cabo, el hombre que habla con pajaritos que interceden por Hugo Chávez es el heredero del comandante y lleva la voz cantante de la revolución. Dada la coyuntura, no sorprende que la popularidad del Presidente se haya desplomado: menos del 10% de la población apoyaría su gestión. Más interesante todavía resulta el hecho de que la propia conducción del Partido Socialista (PSUV) no permanece inerte frente a esta percepción. Mientras la situación continúa deteriorándose, hay indicios de que Maduro está siendo diligentemente apartado del mando por los elementos más duros del bloque chavista. En este sentido, los últimos desarrollos políticos en el país sugieren que Venezuela se mueve hacia una dictadura propiamente formalizada como régimen comunista.

Para empezar, dejando de lado la nominal existencia de un sistema democrático, el Poder Ejecutivo gobierna unilateralmente gracias al llamado decreto de emergencia económica que le permite a Maduro saltearse el debido proceso deliberativo que requiere la división de poderes. Aunque el Poder Legislativo nunca ratificó las facultades extraordinarias, Maduro gobernó todo 2016 amenazando con la autodisolución de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición tras las elecciones de diciembre de 2015. Evidentemente, la emergencia económica sólo se decretó cuando el PSUV perdió, y tras sucesivas renovaciones sin soporte parlamentario, el decreto continúa siendo utilizado por el Gobierno como pretexto (constitucional apócrifo) para seguir mandando.

Sin embargo, más allá de la retórica de barricada, detrás de bambalinas, las internas en el chavismo podrían servir de inspiración para una serie más dramática que la famosa House of Cards. Al caso, desde hace tiempo se conjetura que Diosdado Cabello es el verdadero hombre fuerte de Venezuela. Como lo adelantaba un analista en 2015, se trata del «gran maestro de los títeres», y como tal, puede sacrificar a Maduro para reemplazarlo con otro escogido por él. No por poco la imagen icónica de Cabello con el mazo (garrote) es bastante sugestiva sobre su carácter. Es sospechado de ser el máximo capo del cártel de los Soles que agrupa a militares y agentes corruptos de las Fuerzas Armadas. Por esta razón, es muy plausible que a Cabello le siente mejor dictar desde atrás que estar bajo el punto de mira como líder de iure.

Si este fuera el caso, las sanciones del Departamento del Tesoro estadounidense contra el recientemente nombrado vicepresidente Tareck El Aissami, por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, demuestran la sapiencia política de Cabello, quien hasta ahora viene eludiendo condena. ¿Para qué exponerse al escrutinio público cuando en negocios y política hay mayor libertad de acción detrás del estrado ejecutivo? El Aissami es por ello el plausible reemplazo de Maduro. Joven y energético, El Aissami aparenta mayor intelecto político, siendo naturalmente más presidenciable que «el San Nicolás sin barba y con bigote». Por otra parte, desde la óptica oficialista más férrea como pragmática, los lazos de El Aissami con Irán lo convierten en un activo capitalizable. Luego del retroceso electoral de las plataformas izquierdistas en toda Latinoamérica, a Venezuela le quedan pocos amigos que le presten un salvavidas. Pero dado que Irán se está fortaleciendo tras la quita de sanciones, quizás en los pasillos del poder se presume que el eje Caracas-Teherán puede ser reactivado.

El Aissami supone ser el escogido de Cabello para suplantar a Maduro y garantizar la supervivencia del régimen. Tan pronto como fue designado vicepresidente, a principios de enero, este caballero que se autodenomina «radicalmente chavista» asumió la tarea de perseguir a la oposición mediante el servicio secreto venezolano, el SEBIN. Desde luego, la represión supuestamente tiene lugar en el nombre de la democracia. En este aspecto, el arresto del diputado Gilber Caro ilustra el asedio al que están sometidos los detractores del chavismo. Aunque en teoría tiene inmunidad parlamentaria, Caro quedó detenido clandestinamente el 11 de enero y ni siquiera recibió juicio o condena formal. Así y todo, El Aissami anunció en público que a Caro lo agarraron infraganti con armas y explosivos —versión que ninguna fuente independiente ha podido constatar. Otro ejemplo notable que refleja una purga de opositores es la detención del general retirado Raúl Baduel, exchavista caído en desgracia cuando hace diez años se opuso a la reforma constitucional propuesta por Chávez. En este contexto, el 7 de febrero se dieron a conocer nuevas restricciones gubernamentales para sofocar a la oposición. Los partidos deberán ahora renovar sus registros. So pena de no ser legitimados, las plataformas opositoras tienen tiempo hasta abril para recolectar suficientes firmas para participar en las elecciones regionales que deberían celebrarse este año.

El indicio más fuerte que sugiere que El Aissami está serruchándole el piso a Maduro se desprende del decreto presidencial del 25 de enero. El documento le traspasa al flamante vicepresidente catorce funciones ejecutivas, dándole potestad sobre cuestiones presupuestarias y ministeriales de alto nivel. Paralelamente, para que el hijo ñoqui del Presidente cobre un sueldo y aprenda algo de política de la mano de El Aissami, Nicolás junior quedó designado como director general de la Dirección General de las Delaciones a Instrucciones Presidenciales de la Vicepresidencia de la República, un cargo inane que le asegura al veinteañero una mensualidad y cierto tutelaje de cara a su prospectivo futuro como fiel revolucionario en funciones.

Otros acontecimientos también revelan que Maduro está siendo apartado del mando. Con la bochornosa política fiscal virtualmente en manos del Presidente, el 22 de enero Ricardo Sanguino (alias «el Látigo») fue designado presidente del Banco Central, en reemplazo del sumiso Nelson Merentes. Gracias a sus «latigazos» chavistas, Sanguino se ha hecho un nombre como una de las figuras fuertes del PSUV, y su nombramiento podría limitar las prerrogativas del Presidente. Por otra parte, el 20 de febrero se dio por iniciado el llamado Plan Carabobo 2017-2021, planteado para llevar a cabo «la reorganización política y estratégica de las bases del PSUV». Según los propios dichos de Maduro, la medida apunta a que el politburó asuma «las riendas morales, teóricas, políticas y organizativas para una nueva etapa del partido». Según lo que puede inferirse a partir del documento oficial del plan, la estructura partidaria ponderará mayor poder para los regentes que mandan detrás del telón, en claro detrimento de Maduro. Eufemismos de lado, el Plan Carabobo es la operación para formalizar la transición de Venezuela hacia un régimen unipartidista. Con el anuncio se pretende fortalecer al llamado «comando antigolpe» contra la oposición e intensificar el adoctrinamiento ideológico en las escuelas. Luego, en una muestra de fraseología oficialista habitual, el documento llama a adoptar un nuevo «gobierno de calle» para «ganar la paz social».

Por primera vez desde la muerte de Chávez, hace cuatro años, el PSUV parece en proceso de reorganización interna y los cuadros duros están tomando más protagonismo sobre el devenir de Venezuela. Para la nomenklatura, compuesta por las vicepresidencias regionales del partido, se trata de una cuestión de supervivencia; con el país a punto de hundirse, evidentemente Maduro no es buen capitán para mantener el barco a flote. El comandante se equivocó cuando designó sucesor a Maduro y ahora su rebaño quiere otro pastor. En todo caso, la promoción de dirigentes férreos signa más calamidades para la oposición y una sentencia definitiva contra la libertad de expresión.

No es ninguna novedad que la retórica del régimen es reminiscente de los sistemas totalitarios, entremezclando discursivamente la lucha o la causa ideológica con términos como «amor» y «poder popular». Sin embargo, desde enero viene a incorporarse el llamado «carnet de la patria», una herramienta china de control social implementada para exacerbar el paternalismo y la obediencia al Gobierno. Mientras que el hambre constituye probablemente la principal amenaza a la estabilidad en Venezuela, el PSUV se propone apaciguar la tormenta repartiendo dádivas entre quienes se porten bien, y acaten públicamente su amor por Chávez y compañía. Paralelamente, tampoco es noticia que el Ejecutivo tiene control completo sobre el Poder Judicial. Pero remarcando la tendencia recién expuesta, el nuevo presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, es un expolicía sospechado de asesinato. Podría decirse que Moreno preside el virtual tribunal de la Inquisición bolivariana, y su papel está confinado a hacer el ejemplo con quien alce la voz contra la revolución. Por poner una analogía pertinente al siglo XX, Moreno tiene el potencial de ser lo que Roland Freisler fue al nazismo, o lo que Andréi Vyshinski fue al estalinismo, un matón sadista en toga de juez.

Lo cierto es que la evidencia demuestra que Venezuela es una dictadura. Esto se ve incluso en los discursos oficialistas. El Gobierno ya no retrotrae su legitimidad al voto popular, pero más bien a «la unión cívico-militar» que supuestamente combate a los pitiyanquis burgueses. La buena noticia es que a los comunistas caviar se les acabaron los petrodólares para comprar amistades por América Latina. No obstante, la condena contra el régimen aún dista de ser contundente. En la coyuntura política latinoamericana, parecería que cuando el dictador en cuestión es un profeso derechista, el oprobio es universal. Pero cuando se habla de una dictadura de izquierda, la cosa es más relativa y cada quien tiene su punto de vista. Por descontado, la realidad puede interpretarse de diversas maneras y cada quien tiene derecho a una opinión. Eso sí, está fácticamente comprobado que en Venezuela la única postura que vale es la que dice el Gobierno, ya que a uno lo pueden meter preso por protestar o expresar opiniones disidentes en público. Por eso, mientras los representantes de la región deliberan cómo tratar con Maduro, su posible sucesor y su círculo cercano, Venezuela se formaliza como una dictadura soviética.

@FedGaon

 Infobae

Ensalzar el Caracazo recuerda a cierta salsa

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Es un lugar común desde hace generaciones señalar a los políticos, a todos los políticos, de violar el octavo mandamiento. La acusación en sí tiene un cariz hipócrita, dado que si alguien le asegurara que nunca miente, usted sin duda pensaría, y con toda razón, que le están mintiendo. Más correcto sería afirmar que las mentiras de los políticos, y sobre todo las proferidas por aquellos que tienen algún tipo de poder, son más graves que las de otros ciudadanos por las repercusiones que puedan tener sobre un número mucho mayor de personas.

Sin embargo, hay políticos más inclinados hacia la falsedad que otros, y varios de ellos lo están tanto, que parecieran víctimas de una patología. Que son mitómanos, diríase. Pero no, casi nunca es el caso de una lamentable condición involuntaria que pudiera tratarse con terapia, sino de un muy grave problema moral. Lo hacen tanto que uno ya lo espera cada vez que van a abrir la boca, y está preparado para responderles con el cansinamente insistente estribillo del clásico de la salsa “Mentira”, popularizado por Héctor Lavoe en 1976.

¿Qué podemos pensar los venezolanos cuando Nicolás Maduro nos jura y requetejura que 2017 “será el año de la recuperación económica”, como si él se estuviera estrenando en la Presidencia de la República, y no hubiera hecho la misma promesa a inicios de 2014, 2015 y 2016? ¿Cómo tomarse los argumentos de un diputado cualquiera del PSUV, según los cuales no podemos votar porque el dinero que exige un proceso electoral ya está comprometido en la alimentación del pueblo (lo cual, si fuera cierto, chocaría con la imagen diaria de los “basurófagos”)? ¿Qué calificativo merecen las proclamas de que nuestras cárceles son un modelo de orden, respeto a los Derechos Humanos y regeneración de delincuentes imitado en todo el orbe?

Pero la tergiversación de nuestra realidad por el oficialismo, que dispone de incontables altavoces propagandísticos en el creciente número de medios públicos y privados a sus órdenes, no se limita al presente y al futuro cercano. Toca también, y de forma muy especial, el pasado. La “revolución bolivariana” necesita una historia nacional a su medida, que la justifique, que satanice el precedente cuyo legado aspira a destruir y que establezca como premisa indiscutible en la mentalidad colectiva un bastante mediocre “no importa que estemos muy mal, porque antes estábamos peor”. Que ella sea una sarta de disparates no les importa en lo más mínimo.

Si quedan episodios de la historia venezolana sin trastocar por el chavismo, han de ser muy pocos. Hay, desde luego, favoritos para el discurso de propaganda. La conmemoración de los mismos ha dado lugar a algunas de las fechas más importantes en el calendario litúrgico revolucionario. En lo que va de este año, la más reciente de ellas es el “Caracazo”. Esta vez, no obstante, las celebraciones de rigor fueron atípicamente apagadas, tal vez por su coincidencia con el asueto carnestolendo. De otra forma, seguramente el lunes los altos parlantes del Metro (esta es una nueva modalidad característicamente totalitaria) habrían resonado con la voz de Maduro encadenado y en su insufrible faceta de deficiente profesor de historia.

Pero, en vez de eso, el Ministerio de Defensa emitió un comunicado a propósito. Sí, al principio de este texto se habló de políticos y no de militares. Pero cuando las notas de dicho despacho invariablemente terminan con un “Chávez vive, la lucha sigue”, el papel asumido por el remitente es muy obvio.

En fin, el comunicado, cómo no, abre lamentando profundamente el dolor y las cicatrices que esos días produjeron. Pero luego pasa a la consabida glorificación y ensalza el Caracazo como “una tormenta popular contra una elite gobernante vanidosa”. En esa línea de ideas prosigue su narración y describe el estallido de descontento de una forma visiblemente moldeada por la versión chavista del análisis histórico marxista-leninista. Es decir, lo identifica como una suerte batalla campal en la lucha de clases, un épico despertar de las masas proletarias empobrecidas contra el statu quo capitalista (aunque el documento prefiere usar ese término, tan vacío de contenido real, que es “neoliberal”) y la burguesía parasitaria que lo imponía, malvada unión de dirigentes políticos y empresarios. Hasta aquí con la parte marxista. La guinda leninista queda brevemente enunciada en la calificación de la clase dominante como “subordinada a poderes foráneos”. Es la tesis de Lenin y la Tercera Internacional de acuerdo con la cual el capitalismo es un hueso más duro de roer de lo que Marx pensaba gracias a la colonización de los países productores de materias primas por las potencias industrializadas, penetración imperial lograda con el apoyo de los nativos privilegiados en las naciones atrasadas. Es fácil entender por qué estas ideas han sido tan populares entre la extrema izquierda en el Tercer Mundo, chavismo incluido.

Hora de hacer memoria, estimado lector, para juzgar la validez de todo este planteamiento. Si la respuesta es afirmativa, los hechos que lo sustentan deberían ser un intento de los trabajadores de ocupar por la fuerza los centros del poder capitalista en Caracas. A saber, las opulentas propiedades de la oligarquía y las sedes de los poderes públicos ocupados por bandidos dedicados a la preservación del orden establecido. Los blancos ideales tuvieron que haber sido, por ejemplo, el Palacio de Miraflores, el Capitolio y sedes de organismos policiales; pero también las zonas residenciales más acomodadas, instalaciones de grandes empresas y de patronales como Fedecámaras e, incluso, la embajada norteamericana (¿aunque impulsados por otro espíritu revolucionario, no lo lograron los iraníes?)

Esforcémonos lo más posible en invocar a Mnemosine, la diosa griega de la memoria. ¿El cuadro descrito en el párrafo anterior fue lo que se vicio en esas terribles jornadas? No, ¿verdad? Las masas volcaron su ira principalmente sobre abastos y otros comercios pequeños y medianos, la mayoría en zonas humildes, que saquearon sin piedad. ¿Eran los propietarios de esos negocios la “élite gobernante vanidosa” a la que se refiere el comunicado? Ciertamente no estaban en situación de miseria, pero entre eso y concebirlos como los conductores del país política y económicamente hay mucho trecho. En cuanto a lo de “subordinación a poderes foráneos”, también cuesta imaginar a esos comerciantes como agentes de la CIA a cargo de una nefasta operación inflacionaria que merme el poder adquisitivo de los pobres.

Sí, el grado de violencia en la represión consiguiente fue brutal e inexcusable. Sí, como producto del impacto social de los ajustes económicos ordenados por el Gobierno, más esa represión, comenzó una rápido desplome del apoyo de la mayoría de la población a las cúpulas políticas que marcaban la pauta desde 1958. Nada de esto es falso, y en su momento indicó que al país le urgían cambios. Los gobernantes no entendieron del todo esa necesidad, o sí lo hicieron pero no pudieron comunicar su entendimiento al país. Al final, hubo suficientes votantes que pensaron que cierto individuo sí los comprendía como para entregar la presidencia al susodicho, omitiendo desacertadamente sus orígenes golpistas.

Pero dada la decadencia actual, el chavismo pierde su justificación en esa realidad incluso ante quienes lo apoyaron desde 1998. Por eso, su versión del Caracazo y lo que implicó se aleja tanto de los hechos. Por eso aquella narración que enaltece la “rebeldía popular” del 89 hoy choca con la represión selectiva de saqueos y disturbios que han convulsionado, esta vez no la capital, sino las regiones de Venezuela (digo “selectiva” porque no todos estos sucesos han acarreado una reacción de los organismos de seguridad). 

¿Cómo puede lo de ayer ser glorioso y lo de hoy criminal? En realidad son expresiones de lo mismo: descontento social masivo. Lo que pasa es que reconocerlo así implica admitir que en casi 20 años el proyecto chavista no ha podido de ninguna manera cumplir su palabra de mejorar la calidad de vida de los pobres. Pero, no, eso nunca. Ellos insisten en que casi todo el mundo revienta de alegría. Y mientras, la canción de Lavoe suena de fondo sin parar.

@AAAD25

Politiquería progresista pura paja, por Armando Martini Pietri

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Después de sufrir esta pesadilla y termine el mal sueño, hay tareas que cumplir, reconstruir el país, rescatarlo del bandolerismo que nos rodea y corroe. En Venezuela hay que execrar las auténticas mafias no sólo del latrocinio, sino de la superficialidad e hipocresía de algunos politiqueros, beneficiarios y afiliados, que sólo consideran el pensamiento único, reprimen la disidencia y reprueban la política aun practicándola.

Es inconcebible tolerar una sociedad en la que la cultura y educación no tengan un lugar relevante, hay que reconquistar la ética, principios y buenas costumbres. Imposible, de hecho delictivo, continuar siendo una sociedad de cómplices. El delincuente de cuello blanco, los que asaltan a placer e impunidad el erario público, es decir, el dinero de todos, se fotografían en templetes y bacanales que difunden sin sanción moral. Se burlan, desprecian al ciudadano humilde y decente que con esfuerzo de su trabajo se gana la vida. Eso es complicidad y canallada, no tiene otro término. Como muchos que se lucran de la explotación deshonesta e indebida de los cargos públicos, lo que se conoce como sinvergüencería delincuencial. Y cuidarse de quienes, olfateando el final, se convierten en saltarines. ¡El coraje está en el proceder! 

Aplicaron a troche y moche un socialismo falso y cleptómano a la venezolana, -que algunos irresponsablemente en búsqueda de votos, pretenden refundar con diferente modalidad y característica-, en el cual todo luce igual, sin distingos ni diferencias. El estudiante holgazán tiene el mismo valor que el profesor, por lo que, calificarlo en base al rendimiento académico es traumatizarlo. Pura paja, mojigaterías, no es el mundo real, simpleza para ordinarios y fracasados, ilusiones fraudulentas para incautos. Y en Venezuela lo tragamos con aquello de la exclusión y “nivelarnos todos”, pero hacia abajo, sin méritos, esfuerzo ni preparación, sólo con la demostración de lealtad y sumisión al régimen. Iguales en la mediocridad de la obediencia sin preguntas, quien se destaca es culpable y está bajo estado de sospecha. Una de las causas del éxodo de los mejores.

Infelices trastornados aniquilan el establecimiento de la excelencia y civismo, están desgarrando la Venezuela digna, despellejándola, ni saben ni quieren ni soportan vivir dentro de los límites de la moral democrática y dignidad ciudadana. Escrúpulos y comportamiento son contaminados y pervertidos sin contemplación. Hipócritas que permiten, participan y se hacen la vista gorda ante el robo descarado, la estafa atrevida, el derroche insolente de cantidades repugnantes, beneficiando y premiando el triunfo del depredador sobre el esfuerzo del emprendedor; recompensándolo con ovaciones y reconocimiento social. ¡Maldita colaboración. Es hora de la rebelión moral!

Progresistas populistas propagandistas de que el estado debe proporcionar al más vulnerable, necesitado y desposeído sin obligación de contraparte. ¡Mentira! El régimen exige grosera e impúdico respaldo denigrante y subordinado. Ejemplo más dramático, bochornoso, soez, las listas del apartheid Maisanta y Tascón.

¡Ya no podemos aceptar ni bajar más!

Simulados progresistas devastadores y destructores del progreso verdadero, que están en política, medios de comunicación y economía, que le tomaron gusto al poder y harán lo inconfesable para mantenerlo, ubicándolo en nivel y conveniencia de su propia supervivencia. Los ciudadanos están en la obligación de oponerse, resistir y combatir. Ellos y sus complacientes cómplices similares al cáncer, no serán fáciles de extirpar. Recordemos cada día que el poder está en el Gobierno, el tesoro y las armas, pero no sólo allí, la oposición también es poder.

Pretenden hacernos creer que la víctima cuenta igual y a veces menos que el delincuente. El torturado, sacrificado y mártir de un secuestro o un crimen no tiene tantos derechos humanos como el criminal que lo ejecuta. El violador, violó por incitación del violado. Que la autoridad sucumbió, está muerta, las buenas maneras, conducta y modales han finalizado, no existen. Ya nada es sacrosanto, ésa es una de las tantas razones de la inseguridad desatada e incivilmente abusiva.  

Forzoso patrocinio de la empresa pública como modelo de gerencia popular con dirección colectiva de trabajadores, la gran mayoría quebradas y dependientes del subsidio oficial. Reverencian la escuela pública, pero no para sus hijos, ellos se instruyen en colegios privados, les sobra dinero para sufragar matrículas que luego señalan de abusivas. Pasean en carros lujosos, blindados y escoltados e insisten en la querencia del transporte popular que nunca usan, excepto los ignorantes que mantienen engañados y esclavizados. Mienten a diario con descaro, sin remordimiento, hacen demagogia ruin a favor de las zonas populares, pero no se atreven a habitar y coexistir en ellos, no obstante, compran moradas que descomponen el sentido del equilibrio y ultrajan la miseria.  

Royeron con sus colmillos de bestias feroces el poder, la eficiencia y el orgullo profesional de las fuerzas del orden, profundizando cada vez mayores precipicios entre la ciudadanía y los defensores de la ley, haciéndonos creer que vándalos desalmados son buenos y la policía mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.  Extinguieron la moral y honorabilidad de la Fuerza Armada, socavaron sus bases, manipularon, tergiversaron sus funciones, constriñeron su principio y juramento, la convirtieron en brazo pretoriano de un grupo que la controla a goce y regodeo. 

Esa es la patria que proclaman tenemos. Politiquería populista de ocasión que derrotar. Dañina y cancerígena, enfermedad contaminante, invasora, que afecta lo más profundo de nuestra venezolanidad. Es de vida o muerte retornar a los valores de siempre, al respeto ciudadano, reglas elementales y básicas del Manual de Carreño, educación integral y de calidad, la cultura en sus diferentes formas como expresión sublime, la democracia del conocimiento y la voluntad de emprender. Saber al dedillo nuestras obligaciones tanto como los derechos que hay que ganarse y practicar, haciéndolos esenciales y éticamente intransigentes y, por sobre todo, respetarlos como parte sustancial de nuestra condición ciudadana.

¡Es la hora de la rebelión de la conciencia!

 

@ArmandoMartini

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 23.02.2017: BAJO: Militares del 4F
BAJO
¿CONTRA EL 4F?:

En reunión celebrada de la cúpula del poder más cercana a Maduro -y a los cubanos- se habría tomado la decisión de ir disminuyendo el poder de los militares del 4F. Muchos originarios se han ido desmarcando del régimen de Nicolás y son los más fervientes críticos de la pésima acción de gobierno. Le han ido cortando las alas a Cabello y a otros militares. Los negocios fronterizos han sido acicate para acelerar algunas acciones. Tienen en la mira a Arias Cárdenas en Maracaibo y a Vielma en el Táchira. Sabiendo que en el Zulia no le gana nadie a Manuel Rosales y UNT están prestos a llegar a acuerdos políticos si éste llegara a ser electo gobernador. La procesión interna en el PSUV -que tiene al menos cuatro candidatos para ese estado- les dificultaría el triunfo. ¿Elecciones cuándo?…

CARCAJADAS:

Fachada-CNN-Atlanta

Las que provocan los sicofantes y tarifados rojitos cuando siguen protestando contra el gobierno argentino por haber retirado el año pasado el canal de propaganda chavista Telesur y el de propaganda ruso RT de la grilla de la televisión digital abierta. No dicen nada de su censura en Venezuela a CableNoticias, NTN24 y CNN en español aparte de la proliferación obligada de canales con basura ideológica de la URSS. ¿Viga en su propio ojo? ¡Hasta la vista!.

runrunesalto

runrunesmedio

 

El patrón del mal, por Brian Fincheltub

PabloEscobar

 

Esta semana tuve la oportunidad de escuchar una interesante entrevista concedida a un canal argentino por el hijo de Pablo Escobar, el capo de la droga colombiano que en la década de los ochenta sumergió al país hermano en sangre y terror. Desde su posición, me llamó la atención el amor con el que habló del padre, pero al mismo tiempo, el repudio que expresó hacia el asesino, hacia el hombre que jamás se arrepintió de sus crímenes y que siempre supo como terminaría. 

Fue una conversación llena de detalles que personalmente no conocía y que me parece más que pertinente compartir con ustedes hoy. En su recuento revela que hubo un tiempo en el que lo tuvieron todo y no hablo solo de dinero, sino de poder, Escobar decía que existían cargos más importantes que la Presidencia de la República y quizás lo afirmaba porque en ese momento él era más poderoso que el Presidente. La plata compraba eso que tenía precio y eso que no lo tenía pasaba a mejor vida.

Escobar revolucionó el negocio de la droga y lo hizo frente a un Estado que observaba pero que era incapaz de combatir con éxito a quién una reciente serie televisiva apodó el «patrón del mal». Pero no es precisamente su auge lo que me interesó, sino su caída, los días finales del sanguinario y las repercusiones sobre su familia.  

El hombre que amasó, según estimaciones, una fortuna de veinticinco mil millones de dólares, que se permitió cumplir los caprichos más extravagantes, como convertir su hacienda en un exótico zoológico, en su etapa final no pudo evitar el hambre. Su hijo cuenta como aún teniendo caletas y caletas repletas de dólares, se veían imposibilitados de comprar cualquier cosa, hubo momentos donde no tenían ni un pedazo de pan. Rodeado por los cuerpos de seguridad y asechado por sus enemigos, no solamente se lanzó él en esta aventura suicida, sino que arrastró a su familia.

Por sus ejércitos de delincuentes pasaron cientos de sicarios, todos le prometieron lealtad absoluta, incluso entregar su vida si era necesario. Al final de sus días la historia fue otra, la única compañía con la que contó en esos momentos fue la de su hijo. Lo dejaron solo, había caído en desgracia e incluso los más adulantes corrieron a salvarse. 

Su entorno más cercano lo traicionó, por eso los narcos al verse rodeados desconfían de todo el mundo, porque en honor a la verdad cualquiera puede darle la puñalada trasera. El hijo de Escobar cuenta como hasta su familia paterna se llegó a aliar con un cartel enemigo para ver si así heredaban su fortuna. 

No hay nada más efímero que el poder, el dinero y la lealtad, cuando se tienen se piensa que jamás se perderán, por eso quizás se abusa, se mata y amenaza impunemente. Pero nada es para siempre y cuando llega el momento de la justicia, nadie se salva.

 

@Brianfincheltub

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